Partida Rol por web

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHIIIIIIIUUDAAAAAH! - entre el gato pegando brincos y la nube de polvo, Danya se discutía entre la vida y la muerte en un improvisado rodeo que igual y terminaba con el volando de nuevo por las escaleras. Si conseguía mantenerse, le daría al gato un golpe tan fuerte en la nuca que lo obligaría a obedecerle en todos sus antojos... O eso le decía su subconsciente afectado por un sinfín de tropiezos.

Los lutins no eran capaces de llevar a cabo las simples órdenes qué Trunxky había dado. El cuál con una exasperante mueca se desesperaba cruzado de brazos y haciendo potar la punta de su pie contra el suelo impaciente.

Bueno, ¿nezezitaiz ayuda pada tdaed a eze amldito gato hazta aquí? - La pregunta era retórica. Pues acto seguido comenzó a agitar los brazos con gestos abruptos, mostrando su enorme panza y carnes magras. - ¡El sabdozo lutin eztá aquí, lindo gatito. La comida eztá lizta!

Esperaba sobre el trozo de tablón que reposaba en el escalón dispuesto a hacer el paso del polizón llegadon el momento.

Al principio el gran explorador y aventurero Zalacolombus creía hallarse en un aprieto con el dueño de la risa malévola pero al ver una figura encapuchada correr y esconderse detrás de un mueble sobre el que descansa un juego de vajilla de café y postre.

Anticipando un engaño, Zala ordena al escurridizo encapuchado presentarse. Alza su tenedor-lanza y habla con ímpetu (intentando disimular el pánico) - ¡Ehem! Vil kriatuda di tu zomvre y debela tu prezenzia! ¡Zo he dicho! – y luego Zala espero con angustia disimulada la respuesta…

Algorímedes ha sufrido un ataque de tos incontenible como efecto de su fallido intento por controlar el polvo. Mientras, Danya monta sobre Lucifer con maestría, pero el gato no está dispuesto a dejarse ganar así por así. Se revuelve, salta,se tumba e intenta aplastar a Danya con su propio peso, pero todos sus intentos parecen inútiles.

Trunxky por su parte, permanece expectante, un tanto frustrado porque su magnífico plan no sale adelante; básicamente porque sus intentos por conseguir las atenciones del gato, no pueden competir con el hecho de que Lucifer tiene a un lutín subido encima y tirándole del pelo.

La sombra sale de su escondrijo y se planta delante de la pared mirándote. Nunca habrías pensado que una sombra pudiera mirarte, pero esta sin duda alguna, lo está haciendo. Se contonea con forma chulesca y se pone en guardia. Con un gesto bravucón, te hace un gesto como invitándote a atacarle, mientras bascula de un pie a otro.

¿Una sombra? Zalakatunga podría esperar algún ente infernal o criatura mágica pero una sombra es demasiado. Encima reta al lutin a un duelo como el mejor pugilista. ¡Inaudito!

- Hee wei, a mi nooo hee zo kriatuda kovadde. ¡Zal y gelea! - Zala agita sus brazos y grita a su adversario incorpóreo mientras examina sus alrededores en búsqueda de algo que arrojar hacia la sombra envalentonada.

- Por todos los poderes del Averno del Polvo, estornuda bicho pulgoso!

La desesperación de Truxky va en aumento, ya no resopla, solo frunce su ceño unitario. Coge aire para gritar y de su garganta salió una espesa tos. Se recuperó lanzando una furibunda mirada al hacedor de polvo, pero siguió con su cometido.

- ¿Quedéis dejad de entddetened al gato malo? Tdaedle hazta aquí. ¡Aquí!¡Aquí! - Mientras decía esto botaba con pesado emplome sobre la tabla.

-¡A un lado, lutín regordete-! con la bestia casi domada, Danya le tira por las orejas para apuntar su cabeza en dirección a la trampa, entonces comienza a picar sus costillas con la punta de los pies, con la esperanza de hacer que corra de la desesperación y el polvo levantado no le permita ver la trampa que la dejará fuera de combate.

Zalakatunga mira a su alrededor. Hay varios objetos que podrían servir. Por tamaño destaca un jarrón en una esquina de la habitación de considerable tamaño que podrías coger y tirarle. También hay otros objetos variados de pequeño tamamaño: ceniceros, pequeñas estatuillas decorativas...

Danya parece que ya tiene dominada a la bestia felina. Agarrado a sus pellejos tira de un lado para intentar dirigirlo a la trampa, pero en ese momento el polvo se levanta y comienza a revolotear entorno a la cara del gato provocándole una tos que le hace parar.

Trunxky ya se preparaba para dar el paso del polizón de gracia sobre el tablón cuando la nube de polvo se interpuso entre el gato guiado y la trampa "letal". Se detuvo manteniendo el equilibrio sobre el centro de gravedad de la tabla, se repuso y con los brazos en jarra gritó desconsolado.

- ¡Ezto ez un dezpdopozito! - Sacude la cabeza consternado. 

Mira hacia la puerta para calcular sus posibilidades de llegar a salvo antes de morir devorado.

- Que los poderes del Averno se detengan... engan... engan.

Con un grácil movimiento de brazos, Algorímedes trata de frenar el hechizo para evitar que la tos del gato acabe con todos ellos. Mejor parar a tiempo. Y hablando de tiempo, el lutín mira a uno y otro lado buscando refugio dispuesto a esconderse en el lugar que sea.

¡Un jarrón! justo lo que necesitaba Zala para derribar a la impertinente sombra que lo incita a pelear. El draconil lutin levanta el jarrón de alguna dinastía olvidada que tal vez valga mas que toda su paga junta y lo arroja con todas sus fuerzas hacia donde su oponente se encuentra. - ¡Toma ezto bil kriatuda! - farfulla Zalakatunga al arrojar la delicada ceramica.

El jarrón atraviesa la sombra y se estrella contra la pared, quedando hecho añicos. La sombra se vuelve a reír y comienza a correr siguiendo la pared de la habitación, para, al pasar alrededor de Zala, arrebatarle su peculiar sombrero. Sin embargo todo lo que nota Zala es una brisa fría que acaricia su cara.

Trunxky calculó sus posibilidades de cruzar. Justo en este momento, cuando el gato parecía estar sufriendo un ataque de tos, parecía que no sería complicado. Si daba el paso adelante, nunca mejor dicho, aquel parecía el mejor momento para hacerlo.

Algorímedes estudia la posibilidad de esconderte, mas en aquella habitación no parecía haber ningún escondrijo. Las posibilidades seguían siendo las que ya habían deducido: colarse por alguna de las puertas o ir hacia la escalera.