Partida Rol por web

Samuel siente hervir la sangre recalentada por el Sandevistán y decide actuar. Avanza un par de pasos hasta ponerse junto a Melkor y evitar así llenarle el culo de perdigones. Realmente no tiene un blanco claro pero lleva una escopeta automática y no lo necesita. Armas como la que ahora empuña fueron diseñadas y empleadas durante los conflictos centro-americanos para barrer pasillos, son la leche de efectivas.

El arreglador acciona el gatillo permitiendo que el arma escupa hasta cuatro tiros, que se expanden en letales nubes de perdigones que convierten el pasillo en el paraíso de la carne picada.

El arreglador se adelanta al nómada en la acción ga el plomo contra la puerta y el enemigo que debe estar detrás. La mancionada pueta tiene ya aspecto de queso de grouller, agujereado por múltiples sitioso efectúa Samuel buscando la cabeza del mamonazo que los ataca.

No obstante, ningún ruido parece indicar que un cuerpo se haya desplomado. O ha fallado o va blindado literalmente hasta la coronilla.

Los sonidos de los disparos ensordecen vuestros oídos. Los fogonazos de pólvora iluminan como relámpagos la ratonera en la que estais metidos.

Bruce hace un tiro a ciegas confiando en acertar al tipo que este por ahi atras y que coma un poco de saludable plomo....

Los fogonazos y el estruendo de los disparos me sacan de mi aturdimiento, y empuño mi subfusil disparando entre la humareda contra el enemigo agazapado tras la puerta. Ya no sé si estará en pie o si los disparos de los demás le habrán hecho reposar plácidamente sobre el suelo frío y sobrio del lugar.

- Más vale prevenir pienso mientras lanzo una ráfaga de tres disparos con mi arma.

Bruce dispara a ciegas en medio de la osuridad apuntando intuitivamente a 1.80 metros del suelo. En mitad del tiroteo, la bala de bel nómada atraviesa la puerta hidráulica, que permanece inmóvil actuando de efectivo parapeto para el atacante, quien quiera que sea ese maldito.

BLAM!

Aunque los oísdos permanecen atento a cualquier sonido que indique movimiento, nada se escucha que sea revelador en mitad de la oscuridad y del ruido de las detonaciones.

El tecnomédico se suma a la fiesta. El combate parece estar desnivelado; cinco contra uno... Pero el daño causado al mercenario indica que aunque sea uno el enemigo, éste ha sido capaz de herir de gravedad a uno de los miembros más resistentes y experimentados del grupo.

Del subfusil de Kevin salen tres balazos que atraviesan la puerta, al límite ya de su aguante.

Por primera vez en esos dos o tres segundos de combate escuchais nítidamente un sonido que os anima.

ARRRGHH!!

La oriental busca posicionarse en el rellano, pero el abanico de tiro está ocupado por el resto de compañeros, y no se ve en disposición de hacer un disparo seguro...

Samuel siente cada segundo sobre sus espaldas. El tiempo corre y los segundos se consumen en las deflagraciones de las armas de fuego. Hay que terminar con esto como sea.

Joder, que alguien les enchufe una granada en ese pasillo.

Sugiere al resto del grupo mientras se prepara para una nueva salva de perdigonazos.

EL mercenario es rápido, el arreglador es rápido; incluso Bruce y Kevin pueden llegar a ser muy rápidos... pero el enemigo apostado al otro lado de la casi arruinada puerta hidráulica os supera esta vez en velocidad, soltando dos tiros sobre el arreglador. Un cañón de fusil de gran calibre asoma veloz por el quicio de la puerta. Sólo hay tiempo para dos detonaciones, que alcanzan al arreglador en su pierna izquierda y en el torso.

El calor del plomo cauteriza la herida casi al instante, pero el dolor es espectacular. Las balas son de un calibre respetable y ha conseguido incluso traspasar el blindaje de la chaqueta ligera de kevlar. El arreglador aprieta los dientes. Se ha llevado más de una veintena de tiros en su vida, pero son siempre desagradables. Y dolorosos...

Mierda! aún sin tiempo para comprobar las consecuencias de los disparos a favor y en contra, se que los tiros que ha recibido Sam son graves. Avanzo un paso más, y después otro, mientras envío una nueva ráfaga a través de la puerta, para ocupar todo el ángulo de tiro enemigo posible.

Dirijo una mano hacia una de mis granadas a la espalda, esperando que no sea necesario usarla.

El mercenario contraataca de nuevo a ciegas en medio de la oscuridad del rellano de escalera del sotano 4; iluminándolo durante décimas de segundo por las detonaciones como si fueran relámpagos.

Las consecuencias de los disparos son de nuevo imposibles de evaluar. Pero algo os hace temer que este enemigo no será facil.

La situación se complica cuando veis caer a Samuel abatido al suelo. Por la forma en que ha caído parece estar gravemente herido en alguna de sus piernas... Pero ahora no hay tiempo para él. Apenas queda un minutos para detonar la IEM, y hay que quitarse a este enemigo de encima ya.

Cerca de mí, muy cerca para ser exactos, Samuel cae al suelo. Por el rabillo del ojo, y en tonalidades rojizas, veo que se ha llevado un buen golpe en su pierna. Y tiene muy mala pinta, a simple vista y a falta de un examen más exhaustivo.. que ahora no tengo tiempo de hacer.

Con el subfusil todavía en la mano, disparo de nuevo contra el vigilante, o más bien contra donde debería estar el enemigo.

Vuelvo a disparar a ciegas pero esta vez uso el tiro de rafaga A esa puerta le queda poco, vamos a por ella y a por el tipo de atras....

Un golpe sordo resuena al otro lado de la puerta. Es reconocible por casi todos. Como decía una vieja canción de hip hop -Another Body Drops-

El eco de los disparos se detiene por una fracción de segundo. Milled se dispone a disparar, pero ese sonido solo puede indicar una cosa,

Enemigo abatido.

Los segundos caen. Samuel en el suelo, sin conciencia. El rellano del sótano 4 a oscuras. Melkor mal herido en una pierna y el olor a pólvora, sangre y kevlar calcinado.

El sordo eco del cuerpo del enemigo contra el suelo cambia el motivo de la tensión de mis músculos. Ahora tengo que preocuparme de los míos.

En mi fuero interno, el médico clama que al primero que hay que atender es al que está inconsciente, pero mi instintos me hacen dirigirme sin dudas hacia mi amigo. Sin darle oportunidad a decir nada, me agacho y le echo una mirada rápida a la pierna, mientras le digo - ¿Cómo estás? y recuerda que hablas conmigo. ¿Puedes andar?

Y casi sin esperar a la respuesta, me pongo a examinarle en serio la pierna y a aplicarle una cura de emergencia.. - El camino a nuestro objetivo, sin Melk, es imposible.. y no puedo evitar pensar - ójala no estuviésemos ahora aquí dentro.

- Milled, Bruce, no bajéis la guardia digo aunque sé que no lo harán.