Partida Rol por web

A medio camino cambiáis de idea, como servidores de Ulmo que sois, en un templo del vala estaréis más como en casa, pues -aunque en desuso-, todavía guardará ese aura mística y sagrada con la que ungen los templos de los valar. Y eso os da renovada fuerza y entereza. O eso creéis. Así que deshacéis lo andado y tomáis dirección a sus ruinas. Afortunadamente, os acordáis de su ubicación en el pueblo. O eso o el propio Ulmo os guía hasta él, pues llegáis prestos, aunque calados de agua.

Por el camino tenéis que esquivar un grupo de individuos torpes y encogidos que andaban muy deprisa y bamboleándose en dirección a vosotros. Mas en otra callejuela, más estrecha, Erandil se ve obligado a usar la espada...

Quietos bellacos, pues este filo no dejara que los monstruos a los que nos enfrentamos, nos impidan llegar a lugar seguro, asi pues que rueden cabezas por la gracia de Ulmo, de Tulkas y de Osse...

Aërengoll se dió cuenta de lo que se les venía encima. Como él no era muy diestro en combate, se concentró en ayudar lo máximo posible.

Comenzó a mover las manos y a pronunciar palabras de un antigüo idioma, haciendo que un leve resplandor blanquecino apareciese delante del paladín.

- Que Ülmo te proteja, Erandil. Que impida que aquellas manos que no son dignas y que adoran a dioses paganos, consigan siquiera rozar tu cuerpo.

....Por Ulmo!, estare haciendo bien?, a fin de cuentas, no son estos seres hijos del mismisimo?, como saberlo, no tengo todas las respuestas, pero si mis dudas llegasen a ser ciertas, lo que por mis venas y mi sangre me pide, so levantaria pues la ira de mi señor, que yo aniquilase sin dilacion a estos seres, seudo acuaticos?... y si son hijos del mal, entonces no seria lo correcto que los erradicase de la faz de la Tierra Media?...no, no puedo permitirme dudar en estos momentos tan cruciales, de momento no los matare...

  Y arremetiendo con gran fuerza escudo en siniestra y espada por la diestra, con un rapido movimiento le muestro al ser de mi derecha las peculiaridades de mi escudo en su mas alta definicion a la altura de esos ojos saltones pero que pueda apreciar tales detalles, y con las mismas al de mi izquierda y solo para sus ojos tambien, la hermosa empuñadura ¡legado familiar!, que poseo desde hace tiempo, y con la cual estoy verdaderamente orgulloso...

Sean lo que sean estos demonios parece que están acostumbrados a atacar a simples forasteros, además de que se mueven torpemente. Así que, tras el golpe de Erandil uno golpea contra la fachada de una casa y el otro da de bruces en el enorme charco en que se ha convertido la callejuela. Después pasas de largo. Y exactamente igual Aërengoll y Atandil. No había tiempo que perder, porque aunque lentos, esos demonios eran constantes. Aunque ganas no faltaron a bardo de querer examinarlos un poco más de cerca.

La lluvia golpeaba cada vez más fuerte, quitándoos visibilidad y convirtiendo en proeza vuestro avance entre charcos y barro. Desde luego, el clima estaba de su lado. Al rato, llegáis al edificio del antiguo templo de Ulmo, donde dormía Zadok, mas ahora lo hayáis vacío. El interior estaba silencioso y desmoronado, y un hedor pestilente -como en casi todo N´gurth- reinaba entre sus sombras. Y también, la más absoluta de las oscuridades.

Cruzando las calles a duras penas llegamos por fin a las ruinas de templo, mirando de cuando en cuando ahacia mis espaldas para ver que aun me siguen miss compañeros, pero  sin dejar de vigilar, como malamente se puede con esta pesada lluvia que no ceja en su empeño de frenarnos una y otra vez a cada paso que damos...

Una vez aquí, habrá que tomar posiciones de defensa, no creéis Aerengoll, Atandil?, lo que habrá que hacer es tener mucho cuidado con hacernos de notar y a ser posible escondernos... Aerengol crees que en este templo habrá algún tipo de pasaje secreto ya fuere de escape o para esconderse en tiempos oscuros... en algunos templos se excavaban túneles que llegaban hasta las afueras del mismo pueblo; de ser así podría ser un buen sitio donde pasar la noche hasta que aclare la mañana y en el peor de los casos nos conduciría hasta las cavernas que entrecruzan el pueblo a nuestros pies… Que opináis?

Y otra cuestion... Aerengol piensas que seria buena idea que de darse las circunstancias, tomasemos como prisionero a uno de estos seres para sonsacarle la verdad de lo que estan planeando aqui?

-¡Voto a Irmo que tendríamos que darnos mucha prisa para apuntalar esa puerta desvencijada impidiéndoles el paso! Otra opción sería defenderla a espada, pero ¿cuánto podríamos aguantar?... ¡aaaaaattchoooooo! -el discurso de Atandil se ve interrumpido por un repentino estornudo-. Vendería a mi madre por algo calentito.

Después se asoma por la puerta.

-De momento no vienen. Mas no tardarán. ¡Jodidos demonios! -maldice, presionando las narices para expulsar la mucosidad acumulada-. Lo del pasadizo secreto sería de hecho nuestra única salvación, pero bajo esta oscuridad...

Cuando la puerta se cerró, el resto de oscuridad que aún quedaba por engullirles lo hizo sin el más mínimo reparo. Pronto Aërengoll estaba formulando una serie de palabras que encendieron una luz en su mano.

Cerrando los dedos en torno a ella, trató de controlarla para que iluminara un poco, pero no se viese a través de las ventanas. Tenían que encontrar las cosas rápidamente.

Miró a su alrededor, buscando en la arquitectura del templo algo que le diese alguna pista de cómo estaba construido el lugar. Los templos solían hacerse por los mismos capataces de obra, de tal manera que un templo de Ulmo era reconocible y diferente a uno de Yavanna o de Nienna. Cada uno tenia un modo de construcción, y aunque no fuese un experto, había leído algo al respecto.

También buscaba símbolos o dibujos, algo que le indicara un poco de la historia del lugar. Si realmente había pasadizos debajo de ellos, el templo debía de estar comunicado de algún modo. Tendrían que sellar las entradas y salidas antes de que les cogiesen.

Aërengoll busca indicios que puedan darle pistas rápidas, antes de que tuvieran que registrar palmo a palmo en busca de pasadizos. La simbología del templo era bastante simple. Tras un pequeño pronaos -especie de recibidor donde estabais ahora- había unas escalinatas que desciendes cuidadosamente; atraviesas una galería  rodeada por columnatas, levantando ecos con tus pasos sobre las losas grises -ya no había ofrendas a Ulmo junto a las paredes, sin duda saqueadas por estas criaturas impías-, cuando de repente enfocas tu luz hacia una extraña criatura de piel escamosa, con una enorme boca plagada de aguzados colmillos, que te hace dar un respingo. 

Tras comprobar que tan sólo es un galenanca* disecado -un buen trabajo, por cierto-, te recuperas del susto. En el centro del pronaos se elevaba un altar circular. Estaba consagrado a Vána, la diosa virginal del fuego imperecedero. Todo estaba lleno de maderos caídos del techo y de polvo. En bastante mal estado.

Ya estamos en el adyton-murmuras para ti. Era, efectivamente, un templo pequeño; en otros lugares de la cella, el rincón más recóndito del santuario, era una nave separada de la principal por una pared, pero allí consistía en un pequeño templete construido dentro del edifico mayor. Enfrente, unos escalones se perdían en la más absoluta negrura.

-Aërengoll si tienes algun problema danos una voz y acudiremos prestos en tu auxilio...

-Bien Atandil, mientras Aërengoll mira por dentro buscando un lugar mas seguro, apresuremonos a asegurar la puerta con  lo que podamos encontrar.

Entonces, volvéis a oír el arrastrar de pies bajo la lluvia. Os asomáis para ver que ya están ahí otra vez, aleteando, dando brincos, gruñendo, gimoteando... en una zarabanda grotesca. También distinguís a uno que luce una alta tiara de un innominado metal dorado blancuzco -que es el que indica al resto vuestra ubicación-. Habíais cerrado la puerta como habíais podido, así que no duraría demasiado. Los primeros hacen acto de presencia y empiezan a golpear la puerta.

Al poco, los golpes en el exterior se convirtieron en un violento aporreo. Os estremecía porque ninguno de vuestros perseguidores, a pesar de algunos horribles jadeos, gruñidos y suaves rugidos, pronunciaba ni un solo sonido vocal no amortiguado o que resultara inteligible.

...tomando del suelo las vigas medio carcomidas y deterioradas por el salitre, las atravieso como puedo con la ayuda de Atandil, amontonando las piedras  a ambos lados del umbral para formar unos maltrechos parapetos, todo el material que aun malamente combustible  que encuentre alrededor tambien lo incorporo a la entrada...

Atandil, mira a ver si puedes prender la pira de la entrada...

desenvaino la espada a la par que le pido entre susurros que un dia mas el gran Tulkas me conceda su gracia mientras tomo con la siniestra su poder del medallon que de mi cuello cuelga (Gracia de Tulkas N3-3 asaltos con +5BO), acto seguido embrazo el escudo de mi espalda y me preparo para lo inevitable...

Atandil, hoy es un buen dia para morirpor la gracia de ulmo, pero pardiez que si puede lo retrasare algunos dias mas, no habra compasion en el dia de hoy , por estos seres y si mi señor no quiere que en este momento yo cometal tal aacto, por favor le pido una señal que me ilumine este sombrio camino ante el que nos encontramos.....

Atandil va incrementando su miedo según se acumulan enemigos. Se le nota en el sudor y en la cara apergaminada -aunque todo sea que fuere a causa de la lluvia-. Mira nervioso a la puerta y a veces maneja los tablones la torpeza. Esa torpeza nacida del miedo. Pero aún así le está echando cuajo, y una vez habéis apuntalado la puerta -más mal que bien- desenvaina su estoque.

-¡Morir, morir... lo que se dice morir!... -notas en su tono que no está muy por la labor de morir- No diga eso vuaced. Aunque si hay que avisar a Aërengoll, seguro que un servidor mejor, ya que soy más ligero de pies y vos os defendéis mejor con la temeraria-te sonríe, mas un rictus de desazón rompe esa media sonrisa que tanto le había costado esbozar. A saber qué harían con nosotros esos demonios, piensa para sí. Mas ni siquiera osa decirlo en alto. Y toca madera. Entonces, un fuerte golpe desde fuera hace que emita un leve grito y se eche hacia atrás-...¡son cada vez más, Erandil!¡Espero que Aërengoll se esté dando prisa!

  Ciertamente Atandil, corre pues raudo y veloz cual gazapo y avisa de la situacion a Aerengoll, que se de toda la prisa que pueda y si no que Ulmo nos pille ya confesos, y si al regresar muerto me viereis escondanse pues pues!, entonces... corra su merced pues, ¡pero coRRA! ¡CORRA!y

 diciendo esto para concederle su posible ultimo deseo y el mio intentando en ultima instancia proteger con mi vida la de los demas...

y me preparo para el combates....

Aërengoll recorre la cella intentando penetrar la oscuridad con su mirada. Había prisa y tenía que optimizar su búsqueda... ¿sería factible un pasadizo hasta las catacumbas de las que provenían aquellos extraños sonidos? ¿acaso encontrar alguna covacha subterránea o cripta del templo donde pudieran esconderse?...

La primera era posible que ni siquiera existiese, y buscarla podría resultar una pérdida de tiempo; mas la otra, podría convertirse en una ratonera, pues esos monstruos eran muchos y acabarían dando con ellos. Y eso si no se conocían ya los escondrijos del templo. Estaba tan ensimismado en sus cavilaciones que no oyó la voz de Erandil que lo llamaba desde el pronaos. Sólo tenía en mente su siguiente movimiento. Así que extendió en brazo hacia delante -para iluminar lo mejor posible-, y despacio, se decidió a bajar por la resbaladiza escalinata. Si había un acceso a los subterráneos tenía que ser hacia abajo. 

Incluso en ruinas le producía un profundo respeto la solemnidad del lugar, y notaba la presencia de una gran fuerza. Había algo -más allá de ese mefítico olor a pescado- que le erizaba el vello de la nuca, también una vibración sorda, que se transmitía a su esternón, como si bajo sus pies latiese, lento y poderoso, el corazón del mismísimo Mar. Otro de esos místicos lugares por los que fluían vórtices y corrientes de energía imperceptibles, procedentes ora de las corrientes de aire, ora de las corrientes de agua. Y a Aërengoll -como persona mística que era- le gustaban esos dos elementos. El aire y el agua. Así que, sintió gran regozijo.

Al fin y al cabo es un templo de Ulmo. Mi casa. Mi Señor de Arda-se dijo a sí mismo para infundirse confianza. Entonces penetró en una especie de covacha, no muy diferente a la del templo de Ostara, aunque más grande. Ahora sólo era un punto de luz en medio de la oscuridad. Pero no tenía miedo. Ahora ya no...

-Viento -susurra entonces-, corriente de aire que entra y sale por donde place, si como tu servidor desde el exterior has entrado, ¡dime por donde sales!*

De repente, la corriente de aire aumenta su intensidad embargando tus sentidos, y te conduce hasta la pared del fondo. Palpas el muro -piedra húmeda- y después golpeas**. ¡Bendito Manwë, suena a hueco! ¡Si hay una entrada a algún corredor sin duda estará horadada por corrientes de aire!. Ahora sólo queda descubrir el mecanismo que abra esa entrada. Quizás ayuden los símbolos que ahora, gracias a tu sortilegio de luz, puedes ver con claridad...