Partida Rol por web

En el principio de los tiempos, Terra Mundis era solo una esfera de tierra redonda y plana. Hasta que entre los primeros dioses que visitaron el mundo, se presento Noir-Capra, reina de la plaga, y contemplo el planeta tanto fuera como dentro de este, siendo la primera en pisar su superficie y ver lo que rodeaba. Nada. Vacio. Orden.

Fue entonces, cuando Noir entendio que necesitaba este mundo, y trajo ante si lo que merecia, caos y renovacion. Convocando a sus creaciones, Noir alzo los brazos al cielo y clamo la orden de que viniera a ella cualquier roca celestial, y asi lo hizo, viajando y aterrizando en la esfera en forma de meteoritos.

Durante milenios, no, millones de años, Terra Mundis fue bombardeada por las espaciales rocas, deformando la ya no perfecta esfera, creando montañas, cuevas, abismos, y demases mientras el suelo retumbaba ante la potencia de los cuerpos extranjeros. Una vez paro, la tierra se quedo inmovil, a la espera de algo que la poblara, Vida.

-Ishama, es tu turno.- Fue lo unico que dijo Noir, antes de volver a Ruth-Adum, dejando atras el suelo arido del cual reposaba.

Shayblet se había dejado caer desde la morada de los dioses, volando ahora junto con las rocas extraterrestres que su hermana Noir había convocado. El impacto del cuerpo férreo del dios, candente por la velocidad, colisiona contra el mundo, causando una onda expansiva que hunde parte de la tierra y hace crecer mas montañas. Con su entrada había creado parte del terreno, pero aquello no había sido intencionadamente, su objetivo era hacer de los meteoritos sus objetivos. Incluso el cuerpo de un dios podía entumecerse (o mejor dicho, oxidarse) si no se ejercitaba un poco y aquellos blancos móviles eran perfectos.

El dios clava los pies en el suelo, flexiona las piernas en una postura perfecta y coge impulso para arroja su lanza con potencia, la cual vuela asta chocar contra un meteorito y lo hace estallar antes de que este pudiera colisionar con la tierra. Los fragmentos vuelan, transformados en metralla y atravesando la tierra, creando así túneles cuando penetran. Junto con la metralla también cae su lanza, cerca de él.

Satisfecho, el dios hecha su capa sobre los hombros y toma esta vez su escudo. Prueba su peso y equilibrio mientras se decide por otro objetivo. Con la misma precisión atlética, gira sobre su eje y lanza el escudo como si fuera un disco. Otra vez más da en el blanco, en varios pues impacta con unos cuantos a la ida y también cuando regresa a su dueño cual bumerán.

Lena contempló las primeras acciones de sus hermanos desde Ruth-adum, y vio como Shayblet aterrizó en el nuevo mundo y empezó a moldearlo con la ayuda de Noir. Pero era un moledado grotesco, con zonas abruptas por doquier y con todo tipo de irregularidades. Además era un mundo sombrío, sin ningún tipo de atractivo.

Así que decidió actúar, y ayudar a sus hermanos. Se desplazó hacía el nuevo mundo, viajando rápidamente gracias a sus habilidades, y se sitúo sobre el mundo.

Empezó a crear una esfera, primero de menor tamaño, más tarde más densa, del tamaño aproximado de 1/6 del tamaño del planeta. Creó 8 más de ellas, 4 de las cuales las inbuyó de luz pura, y las otras 4 de la más intensa oscuridad y las distribuyó alrededor del planeta, haciendolas orbitar a su alrededor.

De esta forma, habían zonas iluminadas alrededor del mundo, y zonas oscurecidas, que iban alternándose.

Más tarde bajó al mundo para ver si todo estaba en orden allí, o si debía modificar sus orbes para ofrecer algún tipo de efecto adicional. Además, y ya que estaba allí, empezó a moldear lo que sus anteriores hermanos estaban tallando de forma grotesca, ayudándoles a dar forma al mundo, habiendo zonas más abruptas y con esquinas puntiagudas , y zonas más lisas y más consistentes.

La curiosidad pudo con Kharos, sus hermanos habían comenzado a experimentar con el mundo y el no quería quedarse atrás, estaban moldeando la apariencia del mundo y eso era interesante.

Se levanto de su trono en Ruth-adum y en cuanto sus dos pies se afianzaron en el suelo, ya se encontraba en el mundo, recogió un par de piedras del suelo y se las añadió a su te, como si de terrones de azúcar se tratara. Continuo bebiendo, observando como sus hermanos moldeaban el planeta a su antojo.

-Es un trabajo.... Curioso. Sobretodo esas cosas que dan vueltas por el cielo, pero si me lo permitís, yo prefiero no tocar las cosas que están y encargarme de moldear las cosas que no están.

Dejando las palabras en el aire, el dios del caos comenzó a caminar aunque sus pasos eran irregulares a lo mejor en un paso caminaba medio metro, en el siguiente medio kilómetro, después 25 metros. Lo importante es que cada vez que uno de sus pies se posaba en el suelo comenzaba a brotar agua, como si fuese la bebida contenida en su taza.

Al igual que con sus pasos la cantidad de agua que salia era totalmente aleatoria, quizás solo llenaba unos metros creando lagos o llegaba a juntarse dos focos creando superficies mas bastas. Había algunas incluso que liberaban este liquido de forma mucho mas lenta pero continua.

La transformación del planeta había comenzado, y Shegorath estaba visiblemente excitado. Se había levantado de su grotesco trono en Ruth-adum, y miraba por la ventana que daba directamente al mundo. Sus hermanos y hermanas lo estaban transformando brutalmente, dándole relieve y llenando los huecos con agua. Incluso Lena se había encargado de diseñar 8 pequeños planetas (¿satélites?) que le daban luz y calor, provocando que todo estuviera debidamente iluminado y caliente.

Pero para el Dios sin Rostro aquello era demasiado monótono, predecible y aburrido, así que, con el poder de su conciencia, abrió los inmensos ventanales de la Casa del Cosmos de par en par y se quedó allí, mirando. En unos pocos segundos, su figura se descompuso en polvo que se arremolinaba y giraba. Pero un espectador atento (y estamos seguros de que en Ruth-adum todos lo eran) podía distinguir que no eran motas de polvo, sino pequeñas y diminutas formas de vida que zumbaban ruidosamente, y que formando una nube ensordecedora, salió al espacio infinito.

- Si me permites, hermana... haré una ligera modificación - escuchó la Maestra del Éter en su prodigiosa mente cuando el zumbante enjambre cubrió parte del planeta con su sombra.

Como si fuera una sola entidad, recorrieron los ocho satélites que su hermana había creado, modificando ligeramente las órbitas. Gracias a eso, el planeta tendría dos zonas terríblemente cálidas, en los polos norte y sur, y otras más frescas, en el resto. 

Una vez hecho eso, el enjambre recorrió el planeta nuevamente, viendo lo que sus hermanos habían hecho, y se dio por satisfecho. Por el momento.

      Un leon blanco de proporciones descomunales apareció sobre Terra Mundis y descendió lentamente hasta la superficie. Se posó con suavidad sobre la tierra, no obstante, dado lo colosal de su tamaño, peso y fuerza, la tierra pareció sacudirse a su alrededor. Una vez sobre el suelo, giró su cabeza en distintas direcciones, olisqueando, y finalmente su terrible rostro se volvió hacia el cielo, y Arkantos gruñó, un terrible y amenazante sonido que retumbó por todo el mundo y el espacio que lo rodeaba.

      Con el gruñido, las descargas eléctricas que se producían a lo largo de su melena comenzaron a aumentar en frecuencia e intensidad, hasta que pronto comenzaron a dispararse violentamente hacia el suelo y hacia el espacio, sin ninguna dirección concreta en apariencia. Cuando caian sobre el agua creada por Kharos, ésta siseaba y el vapor se alzaba, tal era la potencia de la descarga, la tierra saltaba dejando pequeños "cráteres" y quemaduras. Poco a poco, comenzaron a formarse negros nubarrones densos, que en un primer momento parecian escapar hacia el vacio, pero poco a poco comenzaron a condensarse formando un patrón, rodeando todo... y, poco a poco, una Atmósfera primigenia comenzó a formarse, protegiendo todo del frio del espacio y el calor de los satélites. Cuando ese trabajo estuvo completado, Arkantos decidió abrir la boca liberando algunos de los gases que habia en Ruth-Adum y que, según habia estimado, serian de gran importancia en un futuro...

El inmenso y atronador enjambre que recorría la superfície del planeta acariciaba las olas y la tierra como si fuera una mano que deslizara los dedos con cariño, y en poco tiempo había tocado cada centímetro de terreno. Estaba a la espera de que alguno de sus hermanos tomara otra decisión, de que pensara que había otras cosas que hacer en el planeta, pero ninguno se movió. Los dioses incluso se habían quedado mudos. Y si había algo que Shegorath, el Dios sin Rostro, no le gustaba, era que las cosas se quedaran quietas.

Alzándose como la hoja de un cuchillo, el enjambre se introdujo en la tierra, desgarrándola con un crujido que hizo temblar todo el planeta. Aquí y allí comenzó la tierra a separarse, formando tres grandes fragmentos de terreno separados por la sustancia que había inundado el planeta gracias a Kharos. Luego rodeó todo nuevamente, e hizo que el planeta girara con suavidad, haciendo que esos tres grandes fragmentos se separaran.

Y con esto, Shegorath se quedó satisfecho. La tierra había sido moldeada a su gusto, y ahora tanto las lunas como el mismo planeta se movían en el espacio. El enjambre regresó a Ruth-adum, y se arremolinó en el trono de cartílagos y sangre, tomando nuevamente la forma del Padre de la Materia.

Lena contempló el espléndido trabajo que habían echo tanto ella como sus hermanos a la hora de moldear el mundo. Pero una vez llegados a este punto, a Lena le apetecía ir un paso por delante, así que decidió actuar de nuevo.

Cogió un poco del vapor que Arkantos creó con ayuda del líquido creado por Kharos, y le dió una nueva consistencia. Era todavía más denso y volátil, pero le añadió un poco de mano del caos, un tipo de partículas de creación propia, que era capaz de nublar las mentes, creando pequeños espejismos e ilusiones.

Hizo varias zonas similares, de distintas áreas, todas ellas con forma de semiesfera, y una vez creadas fue hacía el interior de una de ellas.

Nada... todo seguía inmóvil en su interior, los llanos seguían llanos y las elevaciones no tenían ningún atractivo. Pensativa, cogió un poco de tierra con las manos, y empezó a moldearla. Le confirió elásticidad para poder trabajar con ella y un aspecto cristalino, y comenzó a hacer formas con ella. De ese modo, hizo algunas zonas, algunas muy grandes, otras de mayor tamaño, en forma de tela de araña, colmena y otras. Una vez terminadas las formas le confirió rígidez a las estructuras creadas, pero aun así seguían siendo bastante elásticas. En algunas de estas construcciones incluso pasaban pequeños ríos que alimentaban la zona. Denominó a estas construcciones de formas aleatorias Ghaks. A Lena le gustó la idea, así que llamó a este nuevo material siderita; así fue como creó este material resistente, pero a la vez elástico y con un aspecto cristalino muy atractivo visualmente.

Uf...- suspiró la maestra del éter, agotada - creo que ha quedado mejor de lo que había planeado. Creo que usaré estas zonas como zonas de investigación. Es posible que pueda añadirle elementos más complejos para hacer todavía más atractivas estas zonas.

Y así, volvío a Ruth-Adum, para reponer fuerzas y contemplar si algunas de las iniciativas de sus hermanos podrían darle más ideas para continuar moldeando el mundo.

      Arkantos olisqueó el ambiente, le gustaba... pero faltaba algo. En ese instante recordó lo que había visto en el momento de su llegada a Ruth-Adum, y su mente viajó enviando una imagen y una pregunta a Ishama... ¿Podría la diosa hacer en este lugar lo mismo que en los jardines de Ruth-Adum?

      Por su parte, el inmenso león comenzó a pasear por el mundo que entre todos (o casi todos) habían alterado. Cuando se acercaba a los grandes extensiones de agua, la energía en estado puro que liberaba el dios las calentaba, levantando nubes de vapor que ascendían por la atmósfera que él habia creado hasta condensarse en las zonas más frias. En ocasiones, estas nubes producían precipitaciones que empapaban el suelo creando nuevos arroyos provisionales, en otras, las nubes simplemente vagaban para unirse y precipitar mucho más lejos, o simplemente disiparse.

      Al fin, el dios encontró un lugar, y se sentó sobre sus cuartos traseros. Parecia limitarse a contemplar lo que le rodeaba, pero en realidad, estaba meditando... y al fin, sus ojos refulgieron (aún más, si cabe), y se incorporó bruscamente para arremeter a zarpazos contra el suelo, con un gran rugido. Rápidamente, extrajo una roca inmensa y, a medias con sus garras y con su voluntad, la talló y grabó unas runas sobre ella, antes de fijarla nuevamente al suelo, como un gran dedo que apuntase al cielo. Entonces, una potente descarga de energía surgió del dios y sacudió la roca con fuerza, sus runas comenzaron a brillar con intensidad y, entonces, de la roca surgieron una especie de tentáculos de luz que comenzaron a extenderse por todo el mundo, iluminándolo vagamente, y golpeando distintos lugares. Allí donde golpeaban el suelo, rocas similares a la creada por Arkantos surgían de la tierra, y para cuando el brillo desapareció, había al menos dos docenas de esos monolitos. Bajo tierra, entre ellas, fluía un nuevo tipo de energía, magia en estado puro... Arkantos, antes de que se crease ninguna otra cosa, había querido imbuir el mundo mismo con su poder, pero había decidido dejar al azar lo que sucediese si una de esas rocas fuese destruida, alterando el flujo de esa descomunal energía...

Sus hermanos habían empezado a poblar de vida el planeta, y a Shegorath le maravilló la disciplina y diligencia con que lo hacían. Mientras los rugidos violentos de Arkantos invadían las entrañas de la tierra con una energía surgida de su propio ser,  Shayblet modelaba su esencia para crear violentas criaturas con sed de sangre y Noir-Capra derramaba su gracia sobre el mundo manifestando una plaga.

Pero Shegorath no era como sus hermanos y hermanas. El Dios sin Rostro, que se arrastraba en vez de caminar, que se humillaba en vez de alzarse, había abandonado el trono de sangre y hueso para dejarse caer literalmente sobre la tierra. Su cuerpo explotó en una maraña de fluídos sanguinolentos y desagradables cuando impactó, y tardó varios siglos en recomponerse. Cuando lo hizo, se dedicó a vagar por la superfície, observando el comportamiento de las criaturas que sus hermanos habían dado vida, haciendo pruebas y descartando los inválidos.

Cuando aquí tenía éxito con un sujeto de pruebas, allí se dejaba invadir por la desesperación al encontrar una prueba más de sus errores. Pero así era Shegorath porque, ¿qué era la evolución, sino la supervivencia de los más aptos?

Shayblet estaba deseoso de acción y lo quería cuanto antes. Su hermanos parecían mas calmados y dirigentes, pero el dios de la guerra era demasiado impaciente e incluso imprudente. Estaba deseoso de crear armas, no animales, y antepuso su impulso a las necesidades que pudiera tener sus adoradores. Pero aunque a estos pudiera costarles obtener las materias primas de estos animales (de algunos mas que de otros) estaba convencido que esto les endurecería y harían del metal un material preciado, incluso podrían aprovechar en un futuro la doma de estos seres para la guerra.

El dios acorazado regresó a su trono, debía pensar con calma en algún "vegetal" del que sus guerreros pudieran extraer recursos sin el peligro constante de ser mutilados o engullidos.

Desde Ruth-Adum, Lena vio como algunos de sus hermanos habían empezado a moverse de nuevo. Nuevas especies poblarían el mundo que ellos habían creado, pero ninguna de las especies que vio de sus hermanos le terminó de convencer.

Como ya había tomado suficiente descanso, decidió que era hora de proseguir con su trabajo. Ya tenía sus zonas aseguradas, habiendo creado un nuevo tipo de medio (atmósfera con mano del caos) y una nueva formación estratal como eran los Ghaks, así que había decido proseguir en esas zonas.

Le dió un poco más de color y consistencia a los Ghaks, creando vida vegetal a su alrededor. La hiedra del Ghak, además de regular los niveles de mano del caos del ambiente, se nutriría de los propios ciclos de luz/oscuridad presentes. Una vez creada la base, decidió acompañarla de algún tipo de animal que regulara el crecimiento de la hiedra y que además nutriera la tierra y pudiera ser sustento para otros organismos posteriores. De este modo creó el Titus de la Abrea, un tipo de insecto que cumplía con sus exigencias. Además, la esperanza de vida de estos insectos, unidos con la descendia que obtenían de cada gesta, aseguraba que no hubieran plagas mientras su población estuviera regulada.

A partir de este punto, Lena se sintió satisfecha; pero la vida creada por ella solo abarcaba zonas con Ghaks, de modo que volvió a Ruth-Adum a meditar como podría unir estas zonas amplías que no disponian de siderita.

El Dios sin Rostro había desaparecido de Ruth-adum, probablemente enfrascado en la investigación de nuevas especies en sus aposentos privados. Quizás había sido el regalo que la Diosa de la Tierra le había hecho, o quizás su propia naturaleza, pero Shegorath había resurgido inquieto y frenético, y sin decir palabra, se había desvanecido, convertido nuevamente en el enjambre de insectos que volaron hacia el mundo.

Dicho enjambre recorrió la superfície, descomponiéndose como el papel en el agua y derramando sustancias químicas de cuando en cuando, y haciendo que estas bulleran como si estuviera el suelo al rojo vivo. Los líquidos se internaban en las entrañas de la tierra, tomando forma y creciendo, y dando forma a criaturas híbridas. Ni fauna ni flora, sino ambas cosas.

Luego, como si nada de aquello hubiera sucedido, volvía a aparecer en otro punto del planeta, pero esta vez era una lenta e hinchada esfera de carne y sustancias. Flotaba sobre los mares, vomitando con un desagradable sonido millones de pequeñas esporas, que caían al agua y se hundían hasta el fondo. No pasaba más que unos pocos segundos, cuando nuevas especies vegetales aparecían por obra del Padre de la Evolución.

Shayblet había observado lo suficiente para comprender que sus hermanos no se limitaban únicamente a su campo, sino que todos creaban vegetales aunque no fueran la diosa de la naturaleza. Hasta cierto punto él también podría crear, y puesto que ya habían animales depredadores que desvelaban su naturaleza metálica, decidió crear flora mas discreta, aunque como siempre, con peculiaridades que le delataban como creador.

Shayblet creó a los drenalinos, inspirado en los híbridos de su hermano Shegorath. Estas plantas podían parecer inofensivas a simple vista y no guardar ninguna relación con el metal, pero su sabia era metal líquido que podía llegar a hervir. Aunque cansado de tener que pensar tanto ahora tenia que crear al menos un herbívoro, pero uno de gran tamaño, capaz de mover rocas. Sus hijos podrían curtir su piel, aprovechar sus endurecidos huesos y comer su carne si al menos aprendían a moverse y actuar como uno solo. Seria un buen entrenamiento para empezar a armar un ejercito.

Ishama estaba sentada  en la ventana como pensativa, como inmersa en un sueño sus ojos estaban cerrados pero podia ver todas las creaciones y sentir la vida que fluia en ese nuevo mundo sonrió y entonces vió que era el momento.

Abrió sus ojos negros y simplemente se dejo caer calló en picado y  casi a punto de tocar el suelo volo a ras de este soltando una risa traviesa a su paso tras ella brotaba una gran variedad de vegetacion flores arbustos , en las zonas donde se detenia un poco mas  crecian frondosas selvas y por donde apenas pasaba se creaban desiertos con apenas vegetacion, asi siguió dando vueltas hasta que la superficie estuvo a su gusto despues alzo un poco el vuelo callo en picado de nuevo esta vez  metiendose bajo las aguas a su paso se creaban tras ella grandes corales de diversos colores y algas de extrañas formas que ondeaban al ritmo de las mareas entonces, salio del agua volando de nuevo y se quedo levitando  observando  la creacion que todo ello conllevaba, un conjunto...

esta es mi creacion se alimentaran del agua y sobrevisiran de la luz, cambiaran de forma, moriran y volveran a la vida  segun la posicion de los planetas...todo formara parte del todo y una cosa no podra sobrevivir sin la otra...

dicho esto miro a su alrededor y vio como algunos animales poblaban la tierra, todos tenian extrañas formas algunos parecian temibles, entonces  se puso a reir de esa manera tan peculiar  de nuevo y poco a poco bajo al planeta, suavemente puso sus pies en el suelo  y cogiendo un trozo de enredadera comenzo a modelarla despacio dejandola despues en el suelo, esta poco a poco comenzo a crecer, separandose despues en dos amasijos cambiando poco a poco de color y secandose las ramas, comenzaron a moverse  y poco a poco estas se fueron deshaciendo dejando ver una pareja de animales muy similares  con la piel suave, mirando a su alrededor se encontraron el uno al otro y se olisquearon ligeramente, comenzando a juguetear despues entre la vegetacion.

Ishama sonrió satisfecha y comenzo a levitar   subiendo hasta llegar de nuevo a la ventana donde se quedo sentada

Kharos había seguido paseándose por todo el mundo, aunque ahora bajo sus pies ya no brotaba liquido alguno se entretenía mirando las creaciones de sus hermanos que parecían llenar de vida el planeta. Era un trabajo mas que considerable.

Pero de pronto su paseo se vio interrumpido, pues se dio cuenta de algo que era demasiado grave. Hacia mucho tiempo (siglos quizás) que había hecho desaparecer su sombrero en Ruth-adum y desde entonces había paseado con la cabeza al descubierto y eso era algo que debía solucionar con presteza.

Invoco su sombrero, para completar sus vestiduras y este viajo desde el hogar de los dioses, pero al contrario que los dioses el sombrero de copa no supo hacer el cambio apropiado de tamaño al acercarse, una sombra creciente comenzó a cubrir el mundo hasta caer sobre Kharos y sobre varios kilómetros a la redonda de su posición.

Al dios del caos apenas si le costo unos segundos redimensionar el gargantuesco sombrero al tamaño apropiado de su cabeza. Pero ya fue tarde, la esencia del dios se expandió por toda la zona que había quedado bajo la sombra del sombrero.

No quedo mas que un enorme desierto alrededor, lleno de dunas, arena y contrariedades. Y es que en esa zona en concreto nada volvió a ser lo mismo. Los ciclos de luz y oscuridad no seguían los mismos patrones que en el resto del mundo, si no que se alternaban sin patron aparente y la luz no siempre era blanca si no que se manifestaba en cualquier tipo de espectro de color conocido. Lo mismo ocurría para casi cualquier cosa, las nubes que Arkantos había creado y que se movían por el cielo han entrar en esta zona se convertían en ceniza que se esparcía como una tormenta por todo el desierto y cuando la ceniza volvía a salir, volvía a ser las hermosas nubes.

Los desiertos del Caos.

Kharos comenzó a meditar si no seria un cambio demasiado grande, pero mientras se planteaba si arreglarlo o no, su fácilmente acaparable capacidad de atención fue captada por dos grandes ojos que lo miraban desde la lejanía. Esos ojos iban acompañados por una sonrisa, y esa sonrisa por cuerpo y ese cuerpo resulto ser un gato.

-¡Mi primera creación viva! -Kharos se encontraba emocionado, tal que el animal apareció entre sus brazos.- Que alegría mas grande, te vas a llamar Cheshire y estoy seguro de que me puedes contar muchas cosas interesantes ¿verdad?

Desde Ruth-Adum, Lena seguía observando el trabajo de sus hermanos mientras pensaba en como mejorar el suyo propio. Vio a Kharos crear una zona bastante caótica, vio como los primero proyectos de Shegorath empezaban a ver la luz, algunos de ellos bastante interesantes, y vio como Ishama empezó a poblar las zonas más extremas con vida vegetal.

Todo eso le dio varias ideas a la diosa del conocimiento, de modo que decidió volver al trabajo. Bajó rápidamente a su zona de creación experimental, y recubrió las zonas donde los Ghaks se separaban y dejaban de poblar la zona de vida, con Querculias, que empezaron a dar forma y color a todo el paraje. Decidió adoptar una de las especies que su hermano Shegorath había creado, el Bulbo H´drachi, para ver como se comportaba en el medio. Sus resultados fueron excelentes.

Ahora que había conseguido unir todas las zonas con vegetación, tenía la necesidad de crear más organismos que consumieran dicha vegetación, para que todo se mantuviera en equilibrio.

De este modo, creó a los Fernscale, herbívoros de pequeño tamaño, y a los Deerlope, más grandes y rápidos. Le atrajo la idea de incluir a los Parlantes en su medio también, con el permiso de su hermana Noir, pero veía su modo reproductivo un poco erróneo, debido a la falta de trampas naturales en el medio. De modo que decidió hacerles una modificación a los Parlantes que introdujo en su zona experimental. Aprovechando los recursos que producían los Titus de la Abrea, indujo a los Parlantes en celo a unirse a su zona superior de forma simbiótica, de modo que el Parlante tendría proteínas suficientes para poder reproducirse, y el Titus de la Abrea podría ahuyentar posibles presas o competidores gracias a los sonidos de los Parlantes.

Satisfecha, Lena volvió hacia Ruth-Adum, sabiendo que si no poblaba su zona con depredadores, los herbívoros arrasarían la zona. Así que siguió pensando que tipo de carnívoros podría incluir, observando los ya creados por su hermano Shayblet, y esperando ideas de sus otros hermanos.

Los ultimos dias, o milenios, no estoy segura, me pase concentrada en mi creacion, observando, comprendiendo, y reproduciendo facetas del mundo que consideraba dignas de mi mano. No era una facil, pues aun con todo el poder del mundo, como Shegorath habia demostrado, un solo error puede estropear toda una linea de sangre, asi que empeze por algo sencillo.

Glotas, no costaron mucho, simplemente cogi un poco de pelusa y carne, y cree a estas pequeñas monadas que debian plagar el mundo, pero sin querer, me salieron muy inestables, eran lo que comian, en todo sus sentidos, creando miles de linajes. Sin embargo, me senti contenta, pues pense que era una buena señal, de algun modo, habia dado color y variedad al mundo.

El siguiente proyecto fueron los Tnotsu, me apeno gravemente los fallos de mi hermano, y queria demostrarle un signo de buena voluntad, rescatando uno de sus primeros proyectos, para que nunca se olvidaran de sus primeras creaciones, y conocieran el duro esfuerzo del Dios sin Rostro que nadie podria alabar. Estos no plagaron la tierra, pues aun seguian obscecados en su empeño de territorio y violencia, pero les habia dado el don del cortejo, retorcido pero amor aun asi, lo cual agrado a la diosa, pues era señal de que cualquier especie podria plagar la tierra con la fuerza de la fertilidad.

El tercero fueron las Parlantes, insectos coloridos que rondarian e iluminarian los sitios mas oscuros del planeta, pero casi las pierde, pues un fallo sangriento en su reproduccion. Su hermana Lena, le ayudo a darles cobijo y corregir sus errores, enseñando al mundo una de las primeras simbiosis, dando entender que incluso criaturas de especies diferentes podian colaborar.

Para el cuarto, quiso algo mas esplendido y glorioso, asi que intento crear su raza elegida, pero no obtuvo exito. Los goblins, pequeñas testarudas y sucias criaturas, eran imperfectas, y la diosa, yo misma en su espendlor, no perdono eso, pues ella sabia, que una reina merecia los mejores sirvientes, asi que pronto se olvido de ellos, dandoles la sombra, y continuando con otras creaciones.

Huecojines, bosques de espinas, masviudas, y erosas, flores y frutos de diversas formas, que no solo bendicirian con el toque de la diosa, quien comera de ellos, sino que nunca pasarian hambre o estarian desprotegidos si lo cultivaban.

Y podria haber creado mas, pero su majestad, ya estaba cansada y aburrida, asi que decidio que ya era suficiente, mientras daba un bostezo y se tapaba la boca. Asi pues, regreso a su hogar, para hablar con los demas dioses, y comparar sus obras.

El Dios sin Rostro pareciera como si hubiera permanecido durante siglos a la espera. Mientras sus hermanos y hermanas daban rienda suelta a sus criaturas, que comenzaban a poblar el mundo, él símplemente se quedó quieto, expectante, como una sombra sobre el mundo. El resto de los componentes del Panteón divino sabían dónde estaba y qué hacía, pero no se inmutaba.

Luego, repentinamente, se deshizo como si hubiera estado formado por arena y lo barriera una ola gigantesca, y sus restos se retorcieron y extendieron. Alguna de esas sustancias se infiltraron en la tierra o el agua, pero otras asimilaron a algunas de las criaturas de sus hermanos, reduciéndolas a una sustancia pastosa y repugnante. Durante siglos, ese limo primigenio y divino se extendió como un manto por el mundo, y en ocasiones se detenía, se alzaba y temblaba como si tuviera vida propia, y un grupo de criaturas extrañas surgía de él. 

Así surgieron decenas de seres, pequeños y grandes, carnívoros y herbívoros, e incluso algunos que no podían verse a simple vista. Porque para el Padre de la Evolución no había tamaños, sino capacidades, y todos sus hijos tenían algo que aportar al mundo. 

      La creación de los "rios subterráneos de la magia" y de los obeliscos habian resultado agotadores y habían llevado siglos a Arkantos, siglos durante los cuales mantuvo su concentración bajo tierra. Cuando volvió a alzar su mirada, a su alrededor todo seguía siendo un desierto, pero más allá descubrió las creaciones de sus hermanos y sintió envidia. Su primer instinto fue crear seres vagamente similares a él que fuesen capaces de sobrevivir en el entorno en que se encontraba, y del mismo modo, decidió crear unas criaturas de las que éstos pudiesen alimentarse... pero les concedió capacidades mágicas para poder defenderse.

      Sin embargo, completada esa primera creación, y tras deleitarse algunos años contemplando cómo se adaptaban al medio, no tardó en decidir que debía crear criaturas en otros medios, así, el dios comenzó a vagar por el mundo. Alcanzados climas más agradables, una idea "loca" pasó por su mente, y permitió que su energía eléctrica que seguía golpeando alrededor se concentrase en grandes formas, creando asi unos bellos árboles que fueron su deleite. Sin embargo, estos explotaban liberando su energía descontrolada contra los árboles circundantes, generando descomunales incendios. Lamentando tal destrucción en la obra de sus hermanos y hermanas, Arkantos dotó a los elktrees de una corteza que impidiese que tal cosa volviese a suceder.

      Así, continuó vagando por el mundo, creando sus ideas más extravagantes en forma de hermosas flores o peligrosos y destructivos hongos, siempre valorando el peligro que podian suponer para el equilibrio de los ecosistemas en que se introducian y buscando formas de limitar sus riesgos. Finalmente, ansió crear seres que recordasen su presencia sobre este mundo pues comenzaba a sentirse agotado y se preguntaba cuanto tiempo más podría permanecer allí. Así, creó copias de él mismo, pero las encogió notablemente, sin que por ello dejasen de ser descomunales, y modificó su aspecto y tonalidad. Cuando los contempló se sintió muy orgulloso... pero también muy debil. Sin embargo, aún le restaban algunas energías, asique miró al cielo y decidió que algo debia surcarlo... algo imponente y majestuoso, y segun pensó en ello, una forma surgió de su mente y comenzó a volar, adquiriendo aspecto corporeo poco a poco hasta tornarse en un ser alado de un rojo intenso que se alejó volando...

      Con esta última creación, el dios pareció sonreir, si es posible que se vea una sonrisa en su felino rostro, y se dejó caer agotado sobre su costado. En ese momento, su energía se concentró y el colosal leon se desvaneció de Terra Mundis, surgiendo un potente rayo que con atronador estruendo viajó a toda velocidad hacia Ruth-Adum.