Partida Rol por web

Cuando el camarero del cyber se giro a primera vista le recordaste a alguien. Tu ofuscación había permitido cambiar algo tu rostro, y mejorar un poco tus facciones. Buenas noches padre. Usted por aquí. Te volvió a mirar de arriba a abajo, tu apariencia le resultaba extraña. Le veo algo mejor hoy, quizá es que la iluminación fuera la iglesia le mejora. Parecía burlesco hacia ti, pero sabías que el joven te hablaba con total sinceridad. Cuándo le preguntaste el precio te respondio con gran celeridad. Para usted nada padre, ha hecho mucho por ésta ciudad y su dinero no vale aquí. Oí por alli que le habían destinado a Barcelona, seguro que los aires le ayudaran, pero tenga siempre Santiago en el corazón, así como su apostol. Veías un gran fervor religioso en ese lugar, algo te llenaba tu vacía alma y te permitia mejorar tu sustento. Quien sabía si en Barcelona sería igual.

El joven te acompañó hacia un ordenador, y tras irse empezaste a buscar, sobre el Principe de Barcelona y las costumbres de su ciudad, pero sólo encontrabas anegdotas y guias turisticas sobre la ciudad condal, su alcalde, la política de allí... Descubriste la importancia que tenía dentro del país y del turismo, pero nada más.

Siguiste buscando durante más rato, algo nervioso. Empezabas a releer cada dos por tres la misma pagina, pero nada. Ninguna información paranormal del lugar, ningún rumor de vampirismo. Sólo algo sobre la época de la peste negra y unos cambates ocultos enmedio de la Guerra Civil española, pero ya estaba. Y sobretodo, nada sobre Montoya. Parecía cómo si ni siquiera hubiera nacido.

Miraste el reloj y pudiste ver que ya eran cerca de las 2 de la madrugada, y el chico se estaba empezando a dormir en la barra. Éstaba claro que a través de la red no encontrarías ningun tipo de información.

Despues de dos horas de una frustrante busqueda sin resultados, Araziel se levantó de la silla, y tras despedirse del encargado, abandonó el local y se encaminó hacia el Elíseo. Mientras andaba, estuvo pensando en la conversacion con Zacarias en la sacristía. Su mentor le había dicho claramente que el mejor sitio para investigar a Montoya era en el Elíseo. ¿En que estaba pensando cuando se fue al ciber? Obviamente, el Principe era bastante cuidadoso con su vida, asi que, era lógico que no encontrase nada sobre él buscando en google. Mentalmente, tomó nota de hacer más caso a Zacarias en el futuro.

Para cuando llegó al Elíseo eran casi las 3 de la mañana, así que tendría que darse prisa si queria encontrar algo util esa noche.

Al llegar, golpeó la puerta con la misma secuencia que Zacarias la noche anterior y esperó, confiando que no hubiesen cambiado la contraseña...

De golpe, se abrió la mirilla de la puerta del local y se vieron dos ojos profundos de un color oscuro. Se cerró de nuevo, y oíste cómo se abrian los pestillos de detrás, para posteriormente abrirse la puerta invitandote a entrar.

Buenas noches Araziel -te dijo el mismo hombre que ayer estaba en la entrada-. Era claro que te reconoció desde la mirilla, un rostro cómo el tuyo no se olvida facilmente. Repitió el ritual de ayer, registrandote sin sentir, por sorpresa tuya, ningún tipo de asco frente a tu cuerpo arrugado. Te quitó las armas, se las guardó en un cajón, y te abrió la puerta de entrada.

Al entrar viste a bastantes vástagos, algo más de los que había ayer por la noche, alojados en la mayoría de sillas y sillones que llenaban el local, rodeando las mesas dónde sólo unos pocos tenían algo de bebida. Había algunos vástagos algo agetreados entrando y saliendo de las salas y cómo otros subian y bajaban del piso superior.

En ese momento pudiste ver bastante tranquilidad en la barra, dónde te propisiste sentarte para ver si conseguias oír algo o el camarero te podría servir de algo. Una vez sentado, éste se acercó a ti: ¿Que desea el señor? -te preguntó-. Eran tantas las cosas que deseabas y las respuestas que buscabas que te quedaste un rato en silencio, moviendo la cabeza sin saber muy bien que decir, cuando viste a Severiano, el ventrue de ayer, entrando por la puerta y saludando a unos cuantos vástagos que había por allí.

Severiano se movía por entre las mesas saludando a gente aqui y allá, así que Araziel consideró que no sería buena idea abordarlo directamente y pedir la informacion que necesitaba. En lugar de eso, decidió esperar a que el ventrue se acercara a él.

Volviendose de nuevo al camarero, el cual parecia estar poniendose nervioso por su falta de respuesta, le pidió un vaso de sangre tibia.

Poco despues, con la bebida ya en la mano, vió como Severiano se acercaba a la zona de la sala donde estaba él, y le saludó con la mano para llamar su atención.

Al verte en la barra con el vaso en la mano y saludandole, Severiano se acercó allí, no sin antes vacilar un poco entre las mesas del local, saludando por aquí y por allí. Estaba claro que era un hombre de peso dentro de la sociedad cainita de Compostela, quizá de la Península, y que tenía bastantes temas pendientes en su persona. Pero al fin llegó a la barra. Se sentó en un taburete a tu lado y se pidió una copa de coñac. Se que después me arrepentire -te dijo- pero me gusta recordar los placeres de la vida. Le veías felicidad en su rostro, sobretodo cuando el camarero le acercó la copa. Apuntalo en mi cuenta, así cómo lo que ha pedido el caballero. Le dijo señalandote. Y bien Araziel. Que sorpresa verte de nuevo por éste lugar, pensaba que ya no sabía más de ti hasta que estubierais instalados en Barcelona. Para ti tambien era una sorpresa verte en ese lugar. De hecho, fue tu última elección, pero a veces era necesario codearse entre los demás cainitas del lugar para conseguir la información que uno necesita. Aún así, no te sentías muy cómodo. Por tu aspecto habías tenido poco contacto con el exterior desde el día de tu maldición, y tuviste suerte de encontrar a Simón y su iglesia para servirte de refugio y sustento. Notabas cómo muchas miradas se giraban hacia ti, y la gente cuchicheaba. Estaba claro que no sólo a ti te incomodaba tu presencia en ese lugar. Dime Padre, ¿te puedo ayudar en algo? ¿Has venido en busca de consejo o sólo de amistad?

Araziel intentó sonreir a Severiano, lo cual fue extremadamente dificil debido a lo poco que le gustaba el Regente. En realidad no era nada personal contra él, simplemente no le gustaban los juegos de poder tan comunes entre la clase politica. Juegos de poder como en el que ya se había visto envuelto.

- La verdad es que he venido a buscar algo de informacion. Como supongo que sabes, no suelo tener mucha vida social entre los vampiros, y por tanto, no estoy entereado de los entresijos de la situacion politica, asi que queria ponerme un poco al dia antes de marcharme a Barcelona - Paró un momento para saborear un nuevo trago de su copa y continuó hablando - Estoy seguro de que tu podrías ponerme al tanto de todo lo que necesito saber sobre el Principe Montoya y toda su corte, pero me supongo que tienes cosas mucho más importantes que hacer que darme un cursillo particular sobre el tema y no quiero abusar de tu confianza. Sin embargo, Zacarías me comentó que, aqui en el Elíseo, se guardan los archivos de la sociedad cainita de Santiago y creo que sería de gran ayuda que me pudieses dar accesso a ellos.

La idea de que Severiano le diese la informacion que buscaba no le resultaba demasiado atrayente. Si bien es cierto que le ahorraria varias horas de busqueda en los archivos, tambien significaria conseguir una informacion muy poco imparcial, lo cual, con los políticos, podia significar totalmente falsa, así que en el fondo esperaba que simplemente se le diese accesso a los archivos.

Severiano te observó ligeramente por encima de sus gafas de pasta algo desgastadas. Algo de lo que buscas quizá se pueda encontrar en la biblioteca. Le veías pensando, rebuscando en su interior algo que hiciera posible esa información. Comprendo que desees información sobre la misión que te ha sido encomendada, y sinceramente, me alaga. Podías ver mientras sonreía y hacía un sorvo de su copa. Creo que quizá en la Biblioteca del Principado podriamos encontrar algo sobre Barcelona. Aún así, por su breve história quizá sea escueta. Al poco viste cómo se iba a despedir de unos compañeros que había en una mesa cercana, y cojía su abrigo de la percha de la entrada. ¿Vienes? -te gritó desde el otro lado de la sala, haciendo que casi todos los allí presentes se giraran hacia ti. En eso salisteis, recojisteis vuestras pertenencias en la entrada y os pusisteis de camino a la Biblioteca. Al cabo de un rato descubriste que el archivo no estaba muy proximo al Eliseo, y que Severiano estaba más acostumbrado a andar que al uso del coche. Tenía todo el tiempo del mundo para divagar por las calles, pero tu no. Miraste tu reloj y pudiste ver que faltaba casi media hora para la 1 de la madrugada aún. Por suerte, el tiempo perdido en el cyber no te había roto mucho los esquemas de la noche. Por el camino, Severiano te fue comentando la historia de la ciudad de que se acordaba personalmente. Te comento que el Príncipe de la ciudad se llamaba Javier Montoya, recalcandote su alto catolicismo. Cómo el poder, pero, en esa ciudad no recaía tanto encima de su persona cómo del Consejo, formado por Ventrues y Toreadors, ya que fueron los que permitieron que Montoya fuera coronado Príncipe. Ya estamos llegando al "Archivo". Cómo Regente de la ciudad, no sólo me encargo de observar los pasos de los novatos y representar al Príncipe, sino tambien del Archivo historico que conserva con gran anhelo la Camarilla en Santiago. Te comentó que el otro gran archivo en la Península estaba en Barcelona, pero que era de menor importancia debido a la juventud del principado. Hasta mitad de la Guerra Civil española, sobre el 37 o el 38, ahora no me acuerdo, la ciudad de Barcelona fue "governada", si es que se puede llamar así, por el caos de los anarquistas. Fue en plena Guerra Civil, aprovechando las trifulcas urbanas que había en la ciudad, que Montoya y sus hombres aprovecharon para lanzar un fuerte ataque contra esos vástagos sin honor, y en ese momento empezo el imperio de la Camarilla en ese lugar. Estabas perplejo por la multitud de información que había sido capaz de expulsar ese hombre en relativamente poco tiempo, cuando te fijaste que hacía rato que estabais parados delante de un antiguo almacen. Severiano subio la reja, y tras entrar pudiste ver otra puerta metalica. Bajó la verja y entrasteis por esa pequeña puerta de metal, situada en uno de los bordes. La imagen allí no se podía describir en palabras. Víste una gran sala, de cerca de 500 metros cuadrados, llena de estanterias divididas por temas, y a revosar de libros, archivos, y demás información que ni siquera llegabas a comprender a que podría ir relacionada. Bienvenido a la Biblioteca, aquí está casi toda la información que puedas llegar a imaginar. Y, concretamente, ¿que buscabas?

La vista del archivo era verdaderamente impresionante, estaba claro que los conocimientos se habian ido acumulando durante siglos, tal vez incluso milenios. En ese momento se alegro de que Severiano hubiese venido con el, sin su ayuda no habria forma humanamente posible de conseguir algo de informacion util en el poco tiempo que le quedaba.

- Vaya, es muchisimo mas grande de lo que esperaba. Solo por curiosidad, cuanto tiempo llevas haciendote cargo del archivo? -

Araziel se paseo por la zona cercana a la puerta, observando de cerca las estanterias llenas de libros. El olor a papel y cuero antiguo resultaba embriagador. Las bibliotecas antiguas, con su olor y su silencio le traian una sensacion de tranquilidad similar a la que sentia en las iglesias.

Tras unos segundos, sin embargo, el sentido comun le recordo la razon por la que estaba aqui.

- En realidad, estoy buscando informacion personal sobre el Principe Montoya y su corte. Me gustaria saber un poco mas de su historia, incluyendo si es posible, algo de su vida como mortales. Su vida pasada puede ayudarme a enterder su situacion actual. Me temo sin embargo, que voy a necesitar tu ayuda para encontrar la informacion que busco. -

Severiano sonrió un poco ante tu pregunta. Hace tanto que ya casi ni me acuerdo te respondió. Creo que empecé a encargarme de ello desde hace casi 90 años... después del último intento de las manadas del Sabbat de hacerse con Compostela. Conseguimos salvaguardar la ciudad, pero hubieron seriosas pérdidas -añadió con una expresión algo triste en la casa-, incluido la persona que me precedió en el cargo. Pero bueno -te dijo cómo queriendo cambiar de tema-, hemos venido a por otra cosa. Creo que por allí detrás hay algo sobre Barcelona, almenos sus apuntes fundacionales seguro que éstan. Víste cómo se íba hacia la otra parte del archivador, con paso algo acelerado, se notaba que conocía bien el lugar. Cómo si fuera la palma de su mano. Pero al poco de irse se giró, cómo si se hubiera dejado algo y te dijo: Araziel, si quieres mirar de mientras por aquí, se trata de información interesante de la ciudad, y además así no me sabrá tan mal hacerte esperar. Se volvió a girar y prosiguió a buscar la información que le habías pedido. Mientras, quizá por el aburrimiento o por la posible perdida de tiempo que podría ser la noche si no conseguias ninguna información empezaste a curiosear en algunos libros. Parecían todos escritos a mano, algunos hablaban de posesiones, antiguas leyes de la ciudad, además de algún que otro testamento. Estuviste un rato rebuscando entre esa cantidad de hojas desordenadas y no encontraste absolutamente nada que pudiera resultar de interés. Quizá ése no era tu dia. Cuando al poco rato apareció Severiano.

Poco más de lo que te dije -te dijo algo desilusionado-. Estan los pocos datos sobre los clanes importantes, el nombre de algunos Consejeros y el tiempo en que Montoya llegó al poder. Aún así, puedo decirte que los dos principales Consejeros son Claudi Bonesvalls, Primogenito Toreador, y Cónrad Darnius, del clan Ventrue. Si quieres voy a mirar algo más por allí detrás, pero veo dificil llegar a saber algo.

En ese momento oíste un ruido cerca de dónde estabais... Y pudiste ver cómo Severiano tenía una extraña expresión de sorpresa,

La noche estaba resultando un desastre. Primero no fue capaz de encontrar nada en Internet, y ahora, a pesar de contar con la informacion recopilada por la Camarilla durante siglos, lo unico que había conseguido era los nombres de los colaboradores principales de Principe. Con un fuerte sentimiento de decepcion, decidio tirar la toalla y dejar la invetigacion por el momento, confiando en que Zacarias hubiese tenido algo mas de suerte.

a estaba a punto de responder a Severiano para darle las gracias por su esfuerzo (a pesar de la falta de resultados), cuando escucho el sonido. Al principio, no le dio mayor importancia, ya que, debido a las mutaciones de sus orejas, estaba acostumbrado a escuchar muchos sonidos que para el resto de las personas pasaban desapercibidos. Sin embargo, no tardó en ver la expresion del Severiano y se dio cuenta de que algo no iba bien.

El sonido podría haber sido causado por una rata o algun otro animal pequeño, pero, ¿y si se trataba de una persona? Por si acaso, decidió bajar la voz hasta convertirla en poco mas que un susurro.

- ¿Que pasa? Solo ha sido un ruido. ¿Acaso esperas compañia?

Severiano te miro totalmente contrariado... Que yo sepa no -te dijo empleando el mismo tono de voz que usaste tu- Pudiste ver cómo se sacaba una pistola de dentro de la chaqueta, momento en que tu hiciste lo mismo con tu pequeño revólver, y te hacía un gesto para que le siguieras.

El espacio, realmente era bastante grande, podía estar en cualquiera de los pasillos que había en la sala, hasta que en el momento de llegar a una bifurcación en los caminos que convergían allí. Hasta que oíste un disparo. Te giraste, y viste a Severiano con el arma apuntando... Se fue por allí.

Empezasteis a correr detrás de él. Por suerte, la poca cojera que presentaba os permetía seguirle mejor el paso... Hasta que visteis algo volando a por encima de vuestras cabezas... Parecía un trozo de cristal, pero en cuanto impacto con la estantería de detrás vuestro visteis lo que realmente era... Había más de una persona, eso estaba claro... ¿cómo habían entrado?¿que hacian allí?...

Detrás vuestro los papeles empezaron a arder... el humo llenaba cada vez más ese lugar... y las llamas se iban incrementando, cuando viste a Severiano correr detrás de ése sujeto... y tu quedandote paralizado observando las llamas.

Te sentías totalmente indefenso... atrapado en un sitio en llamas... Cómo el día de tu abrazo. Recordabas las antorchas que iluminaban el camino mientras buscabais a la béstia que posteriormente te maldeciria por toda tu existencia, y notabas dentro de ti herbir tu sangre ante el terror que esa imagen te daba. Notabas a la Béstia de ti, queriendo huir de ese lugar, e intentando mandar sobre tu cuerpo ante tu bloqueada mente... Cuando de golpe sentiste cómo caías al suelo.

Rötschreck:

Tu cuerpo quedó totalmente controlado por el verdadero yo de la maldición... Ya no controlabas los actos, poca cosa podías recordar a tu alredodor... Forzejeabas con un extraño que estaba encima tuyo. Era calvo, con profundos ojos azules, pero en fijarte bien viste que no sólo tenía dos, sinó tres... formando un triangulo que terminaba en el centro de la frente... quizá fruto de su proximidad o tu semi-inconsciencia mental. Notaste cómo un golpe íba directo a tu cara desorientandote un poco, luego sólo un disparo a bocajarro... y cómo el sujeto abria los ojos enormemente mientras le mordias en la yugular... acabando con su no vida y comiendote incluso su alma. Empezaste a correr huyendo del fuego... subiste por las escaleras... y caíste desvanecido al suelo...

Araziel... despierta. ¿estas bien?... Abriste los ojos en ese momento y pudiste ver que estabas tumbado totalmente sobre un banco. En percatarte un poco más de tu entorno, pudiste comprender que estabas estirado en la sacristia de tu iglesia... Pudiste ver que quien te golpeo la cara y te dijo eso era Zacarías, y tras suyo estaban Severiano y otro hombre que no habías visto nunca... ¿Que paso? -oíste que decía el extraño-

Araziel se incorporó en el banco sacudiendo la cabeza para intentar aclarar las ideas. Los eventos en la biblioteca todavia estaban muy confusos en su mente. Lo ultimo que recordaba con claridad eran las llamas consumiendo los libros

- Yo... no estoy muy seguro de que pasó... habia mucho fuego y humo... no se que me pasó pero me asusté muchisimo, creo que salí corriendo... -

Poco a poco, los detalles iban volviendo a su mente. Recordó un forcejeo contra otro vampiro, unos disparos... De repente una imagen ocupó todos sus pensamientos. Un rostro con una mueca de horror y tres ojos mirando al infinito justo antes de deshacerse en cenizas. Solo entonces se dio cuenta de lo que realmente había pasado, y el horror de sus acciones le hizo tambalearse. Había cometido diablerie!! uno de los peores crímenes que podía cometer un vampiro, y ademas justo ahora que iba a empezar su cometido cerca de la corte. - Dios mío... - las miradas de los demas ocupantes de la habitacion estan fijas en el instadole a continuar, pero, ¿debía contarselo?, el castigo por la diablerie era la muerte, asi que si el Principe se enteraba (y con Severiano en la habitacion, era más que probable) su existencia podía tocar a su fin.

Al final, sin embargo, decidió que probablemente seria mejor ser honesto. Todavia era probable que el Principe lo castigara de alguna forma, pero, probablemente las consecuencias serian menores si se tenía en cuenta que en ese momento no era del todo consciente de sus actos.

- Recuerdo a uno de los que nos atacaron, creo que no se me olvidará nunca porque tenia un tercer ojo en la frente. Nos peleamos.. -  Al recordar la pelea con más detalle, se llevó la mano a la cara y tocó el punto donde había recibido el puñetazo del vampiro. Notó como la zona apenas le dolia ya, pero tambien notó que la piel bajo sus dedos tenia una textura extraña. Era como si toda su piel se hubiese endurecido, tomando una textura similar al marmol. ¿podía ser esto una consecuencia de la nueva vitae? - No recuerdo muy bien los detalles, pero tengo una cosa muy clara, yo... - dudó un momento antes de continuar - yo lo maté, el instinto me controló y lo desangré hasta que se convirtió en ceniza entre mis brazos. -

Tras terminar su declaracion, miró alternativamente a sus acompañantes esperando alguna reaccion. Solo entonces cayo en la cuenta de que no tenía ni idea de quien era el tercer vampiro. Acababa de declararse culpable de diablerie delante de un completo desconocido! Esperó no haber cometido un error...

Al nombrar la palabra diablerie, tanto Severiano cómo Zacarias se sorprendieron enormemente. Estaba claro que ni un Gangrel ni un Ventrue disfrutaban de las artes perceptivas de los Toreador pero, ¿quien era ese otro hombre? Era extraño para ti estar en esa situacion. Te notabas aún aturdido mientras les relatavas todo lo que había sucedido exactamente y no sabias realmente ni la hora que era. ¿Cuanto rato habré estado inconsciente? -pensaste-. Tenías ganas de que todo eso terminara ya que, sinceramente, nunca hubieras pensado que la última noche que pasaras en Galicia sería de esa forma.

Notabas en tu interior que habías cambiado, te sentías mucho más vivo y con la sangre más espesa que nunca. Tras probar esa sangre tan dulce y a la vez prohibida cómo la manzana de Eva... ¿El pecado siempre sentaba tan bien? Pero en ese momento viste los problemas que aún había por llegar. Habías confesado un delito penado con la Muerte Definitiva delante de alguien totalmente extraño. Parecía un vástago poderoso, por sus ropajes estilizados en ese traje negro con camisa del mismo color. Era un hombre de unos 40 años, bastante alto, y con un porte de distinción en su haber. En ese momento se giro a ti murmurando... tercer ojo en la frente... Resultan extrañas todas esas palabras, te aseguro que lo haré investigar -te dijo con un tono seco en su voz, mientras te escrutaba con los ojos-. Perdona mis modales, mi nombre es Santiago de Quevedo, primogenito del clan Toreador en la ciudad y Príncipe de la misma. Realmente, me molesta que alguien interfiera en mis dominios, y más destruyendo un material tan valioso cómo era nuestro Archivo, en ese momento disminuyó su dureza, y dejo de mirarte tan fijamente para sentarse en el banco, cerca tuyo. En éstos casos, me gusta poder impartir personalmente la justicia, no esperar a que un novato, llevado por la Béstia, proclame su justicia en mis dominios. Con buena te habías topado. Habías contado todo con total normalidad frente al Príncipe de la ciudad, y sabías que eso, realmente era peligroso. Hacía menos de 24 horas, esa misma persona a traves de Severiano te había dado una mision, el futuro de la ciudad dependía en parte de tu trabajo, y ahora habías cometido la primera diablerie de la no-vida. A pesar de todo, Zacarías me ha hablado muy bien de ti, y de cómo fuiste tratado por tu sire siendo tan solo un neonato. Viste en su mirada un haz de comprensión, fruto a la vez de un extraño cambio de humor. No podemos culpar a los chiquillos por la inmadurez de sus sires, sino juzgar sus actos a través de sus actuales compañias. En ese momento miró tanto a Zacarías, tu mentor, y a Severiano. Has protegido los conocimientos y el honor de éste Principado por encima de tu existencia, y esto es algo que te honra, y aún y no eximirte de tus pecados, si que alijera un poco su carga. Te dijo mientras posaba su mano en tu hombro. Un destino importante hay en tu persona, cómo ya te comento Severiano, al igual que en la persona de Zacarias. De vuestro trabajo dependen no sólo el futuro de la ciudad, sino de nuestra sociedad de forma global. En ese momento te miró a los ojos, con una expresión paternalista en su rostro. Araziel, aún eres joven y puedes pulir tus actos. Pese a la gravedad del que has cometido, te mereces una oportunidad para llegar a controlar a la Béstia, pero aún y eso, has savido protejer a Severiano, por lo que la mision sigue en pie. Mañana, cuando Severiano os acompañe al aeropuerto te será entregada una nota, no es cómo un permiso de Caza de Sangre, pero expresará mis deseos para que Montoya te trate cómo a un miembro igual que otro, y contandole tu valia y altruismo en arriesgar tu vida y cometer diablerie por un fin mayor. Todos nos merecemos una segunda oportunidad.

Despues del shock inicial al darse cuenta de que habia confesado un crimen horrible en presencia del mismisimo Principe, Araziel volvio a tranquilizarse al escuchar sus palabras. Al parecer, no solo no le iban a castigar por su crimen sino que le iban a dar una carta de recomendacion para que el Principe de Barcelona tampoco tuviese en cuenta los hechos.

- Os lo agradezco enormemente alteza. No se que he hecho para hacerme merecedor de tanta indulgencia, pero os aseguro de que no lo olvidare. Hare todo lo posible para devolveros este gesto durante mi estancia en Barcelona.

La verdad es que no le hacia ninguna gracia el hecho de que, por culpa de los eventos de la noche, estaba todavia mas a merced del Principe. Si decidia ir a por el, ahora ya no le hacia falta ni buscar un motivo valido. De todas formas, dadas las circumstancias no estaba tan mal, al menos tenia la oportunidad de seguir vivo.

- Se que lo del tercer ojo suena muy extraño, pero estoy absolutamente seguro de lo que vi. No parecia la mutacion de un Nosferatu, sino mas bien algo implantado por metodos magicos. ¿Habeis visto vosotros alguna vez algo similar?

En ese momento callaron todos, pensativos en lo que les habías acabado de comentar. Sabías que algo extraño podía pasar, pero no lograbas comprender porque a ésos hombres, tan poderosos en la ciudad, no sabían ni que decir. Quizás fuera por la noche y tu anterior inconsciencia, o porqué aún no terminabas de comprender el lenguaje no oculto de la política. Lo que más te sorprendio, pero, quizás era la forma de actuar de tu mentor. Zacarías, quien siempre se había mostrado tan independente referente a la política cainita ahora estaba totalmente inmerso en ella, y esa inmersión sobtada tambien te estaba empezando a influir a ti. Además, esa carta, aunque por un lado ayudaba, no terminaba de animarte.

Algo había oído sobre tales seres -viste que decía el Príncipe de Quevedo, poniendo fin a ese silencio-. Supuestamente, se tratan de un clan cainita procedente de las tierras de oriente, peligroso en conjunto pero tambien para ellos. Es por eso, y por la practica del amaranto dentro del própio clan que se contavilizan pocos, pero poderosos, bastante próximos a los Mathusalens por la espesor de su sangre. Esa terrorífica imagen te venía a tu mente, recordando ése momento con total claridad, hasta pudiendo revivir el sabor de su dulce vitae, pero tambien el poderoso arrebato de tu Béstia interior. Llevaba sin liberarse desde el día en que fuiste abrazado, con esa pobre niña encadenada dentro de la cueva que tu sire te había dejado cómo almuerzo. Eso te izo estremecer, volviendo otra vez a prestar atención a tu entorno. Pero por lo que se sabe, la mayoría de la información que hay sobre ellos no són más que historias para atemorizar a los neonatos, aunque por la gravedad de los hechos creo que será mejor que prepare, además, otra nota para Montoya. Se levantó del banco; si no tienes nada más que decirme... te dijo mientras se ponía el abrigo, viendo cómo Severiano tambien se levantaba. Yo tambien me tendría que ir, me queda aún bastante que hacer y la noche pronto terminará. Nos vemos mañana en la pista. Te dió la mano deseandote que pudieras descansar y agradeciendote de nuevo el esfuerzo que hiciste para intentar protejer el archivo. ¿Estaréis seguros aquí? Os preguntó en ventrue antes de irse.

Una vez ya solos en la sacristía Zacarías y tu viste cómo tu mentor miraba el reloj, pudiendo observar que ya casi eran las seis de la madrugada. En poco más de dos horas saldría el sol, pero por suerte, las pocas pertenencias que tendrías que llevarte a Barcelona ya se encargaría tu gohul de prepararlas. Al fin empezaste a sentirte algo más tranquilo, al ver cómo esos dos vástagos se habían ido, pudiendo así reflexionar mejor. ¿Seguro que estás bien Araziel? te dijo tu mentor poniendote una mano en el hombro. Ahora que estamos al fin solos, hay algo más que desees contarme?

- Si alteza, no hay razon para que os preocupeis por nosotros. En el fondo, yo estaba en el archivo por casualidad, asi que, incluso suponiendo que quieran vengarse, no pueden saber quien soy o donde vivo. -

Araziel intentaba sonar mas tranquilo de lo que estaba en realidad. Toda la experiencia habia resultado bastante traumatica, asi que probablemente iba a necesitar algo de tiempo para asimilar los hechos, y las palabras del Principe no ayudaban mucho. Ahora no solo iba a tener que preocuparse de su mision en Barcelona, sino tambien de una posible secta de vampiros asiaticos que probablemente intentarian vengarse en cuanto descubriesen quien era. Definitivamente se vive mejor manteniendose al margen de la politica...

Mas tarde, una vez estuvo a solas con Zacarias, aprovecho el momento para comentar la experiencia con su amigo.
- La verdad es que no, no estoy bien. Me temo que voy a tardar bastante en aceptar lo que ha pasado. Para empezar, todavia no entiendo muy bien que me ha pasado. Durante toda mi vida he vivido cerca del fuego de las velas y alguna chimenea, pero jamas me habia sucedido nada similar. Esta noche, al ver las llamas, he perdido totalmente el control de puro terror a pesar de que no estaba en verdadero peligro -

Una vez que empezo a hablar, la ansiedad de las

Luego esta tambien el hecho de que es la primera vez que quito la vida a un vampiro, y ni siquiera tengo claro lo que siento sobre eso. Por un lado, mi conciencia me dice que quitar una vida es un crimen terrible, pero, al mismo tiempo, ahora me siento mas vivo que nunca. Es como si su sangre hubiese rejuvenecido mi cuerpo, llenandome de vitalidad. Creo que por primera vez en mucho tiempo, voy a volver a rezar de verdad. Tal vez asi consiga aclarar mis ideas.

A todo esto, con todo lo que ha pasado, ni siquiera he tenido la ocasion de preguntarte. ¿Que tal te fue con el lider Gangrel?
 

Es díficil que el mismo Diós que maldijo al Primero dé respuestas a tus dudas -empezó a decirte Zacarías- pero si ésto tiene que ayudarte, no soy nadie para privarte en hacerlo. Sabías desde siempre del profundo ateismo que tenía tu mentor ante la figura divina de cualquier religión. Era una de las muchas cosas que os diferenciaba, pero, realmente, sabías por su mirada que algo más había en su interior. Alguna extraña duda le turbaba, pero su posado daba a entender que se quería mostrar realmente tranquilo, almenos ese temple tan especial había ayudado a ver las cosas con más frialdad en otras ocasiones, pero nunca fueron tan descaradas cómo hoy. Sobre el fuego, és normal tu reacción. Ha sido la primera vez en tu no-vida que has vivido un incendio capaz de destrozar por completo una estancia de gran embergadura. No ha sido cómo con las velas, a éso estas acostumbrado Araziel, pero ante tal señal de peligro, tu Béstia a luchado ante la impasividad de tu mente ante ése peligro.

Sus palabras te impregnaban una calma sin igual que no llegabas a comprender de dónde procedía, pero, realmente, las palabras de ese antiguo Gangrel, tan versado en la sociedad cainita y los misterios de la maldición te servía para apacigar tus animos enormemente.

A parte, la presencia de ése monarca junto a ése Ventrue, te había incomodado bastante. No lograbas saber que te hubiera pasado si en ése momento hubieras estado sólo allí, pero por suerte, en todo momento tuviste un testigo de lo sucedido. Alguien próximo, además, al Príncipe de Quevedo, y creías que era eso lo que te había salvado en esa ocasión. No podemos culpar a los chiquillos por la inmadurez de sus sires, sino juzgar sus actos a través de sus actuales compañias.

Esa frase se repetía una y otra vez en tu mente. ¿Hasta cuando te seguiria persiguiendo la sombra de ese malnacido que te condenó? ¿que hubiera sido de ti si no hubieras conocido a Zacarias? Lo poco que sabías de las Tradiciones y de la forma de la sociedad cainita era grácias a él, tu mentor, quien te "adoptó" cómo si él mismo te hubiera abrazado, pero no querías ni pensar cómo hubiera sido tu existencia si hubieras vivido alejado de él. Comprendías en parte el malestar del Príncipe, habías incumplido una de sus leyes y permanecías vivo. No podías ni creertelo, pero esa nota que  te entrego, aunque no te eximiera del todo de tu pecado, al menos, te permetiria llegar a Barcelona sin ser considerado un paria.

Solamente el fuego, la luz solar, y el amaranto -prosiguió tu mentor sin que ni siquiera hubieras tenido tiempo a decir nada- nos provocan la Muerte Definitiva. Nuestra condena, nos prohibe fervorosamente alcanzar tras nuestra muerte su perdón, dejandonos para siempre en la Umbra, excepto si, cómo en tu crimen, hasta tu alma ha sido absorvida. El amaranto es la peor forma en que puedes morir, pero era él o tú.

Sus palabras, a la vez que perturbadoras para ti eran reconfortantes. El hecho de poder hablar tan tranquilamente con él lo hechabas de menos, sobretodo cuando al necesitarlo estabais con tanta gente. Sobre mi cita, realmente ha ido bien. Cuándo lleguemos a Barcelona ya se dónde debemos ir, y con quien deberíamos hablar, por lo que no te preocupes. Aún así, es bastante tarde. Creo que lo mejor que podríamos hacer es irnos a descansar. Mañana será otro día y nos espera un largo viaje. En eso tenía razón. Mañana empezaba ya vuestro viaje hacia vuestro nuevo destino, y con todo ése jaleo casi ni te habías parado a pensar en ello. Espero no te moleste, pero he hablado con Simón para que nos despierte tan pronto haya empezado la puesta de sol, así dispondremos del tiempo necesario para terminar de hablar ya con más calma y no llegar tarde al aeropuerto.

- No, claro que no me parece mal. De hecho, me alegro de que lo hicieras, despues de todo lo que ha pasado esta noche no me siento con ganas de organizar una mudanza, y como has dicho, ya es bastante tarde. Así pues, creo que es hora de despedirnos hasta mañana. -

Araziel acompañó a su mentor hasta la puerta de la sacristía para despedirlo y cerró la puerta tras él, despues entró de nuevo en la iglesia. Hasta entonces no se había fijado, pero por todo el edificio se veían los signos de los preparativos de Simón para la mudanza. Por todas las esquinas se veían cajas a medio llenar con libros, ropas y demas objetos para llevarse a Barcelona.

Con paso lento, se dirigió a la zona junto al altar, se sentó en uno de los bancos e intentó rezar, sin embargo, desde el abrazo no había sentido una verdadera fe, y por tanto, a los pocos minutos se encontró simplemente pensando en su sire. Recordó como se había mudado a Santiago unos años antes siguiendo una pista acerca del vampiro que le convirtió en lo que era. Al principio solo tenia pensado quedarse unas semanas en la ciudad, pero, al final, se había acomodado, y casi antes de darse cuenta, ya llevaba aqui cerca de una decada. Quizá ya había llegado el momento de volver a ponerse en camino y reanudar la busqueda. Tal vez en Barcelona conseguiría encontrar alguna pista nueva. Aunque, en el fondo, ¿merecía la pena seguir buscandole? Había pasado casi un siglo desde su abrazo, asi que lo más probable era que nunca llegase a averiguar algo útil.

También estuvo dandole vueltas a algo que Zacarias había dicho antes de marcharse. Según sus palabras, incluso tras la muerte definitiva, era imposible que un vampiro alcanzase el perdón de Dios. Tal declaracion viniendo de su mentor era algo francamente raro, ya que, desde que se conocían siempre había aparentado ser una persona bastante atea, pero, esta declaracion mostraba una espiritualidad bastante profunda. ¿Cuantas otras cosas estaría escondiendo tras su fachada de persona pragmática y solitaria? Por su parte Araziel sí que se veía capaz de alcanzar el perdón divino, al fin y al cabo, incluso los vampiros eran criaturas creadas por Dios, y por tanto, no podían condenarse por seguir su propia naturaleza.

Araziel siguió perdido en sus pensamientos un rato más, hasta que empezó a notar los sintomas de que empezaba a amanecer. Solo entonces, tras echar un ultimo vistazo melancolico a la iglesia que había sido su hogar en los ultimos años, se dirigió a la cripta para acostarse.

MARTES 4 DE ENERO (21: 15 horas)

Después del largo viaje de ayer realmente sentías tu inherte cuerpo cansado, en el momento en que tu mentor, Zacarías, tocandote lijeramente en el brazo te despertó de tu extanuante mudanza.

Te fijaste en la oscura crípta que confería los sotanos de ésa antigua basílica de medianos del siglo XVIII, dedicada a la Vírgen de la Mercè, patrona de la ciudad Condal, de lijero estílo gótico, construida sobre los cimientos de una anterior iglesia de la época medieval, de la cual habían conservado ésos sotanos cómo fonamentos de la actual Basílica de la Mercé. 

Te podías llegar a sentir alagado por el ascenso que tanto para ti y para Simón había significado poder despertar hoy aquí.

El episcopado, junto al bisbado solsonés, os había traído desde Santiago, de la pequeña iglesia de barrio desde la cual habíais servido a la palabra del señor a ésa Basílica, amada enormemente por la sociedad catalana.

Seguramente habría aumentado con creces el numero de feligreses que ésta mísma mañana habían venido a ver el primer sermón del nuevo Sacristan de la basílica, y por todo lo que te había comentado Severiano ayer, antes de irte, el episcopado había recivido unas notificaciones de tu fotofobia, adquirida después de unos años de ejercer cómo misionero en sud-africa.

Éstaba claro que tanto por parte del principado de Santiago, cómo del de Barcelona se habían movido bastantes hilos porqué todo éso fuera posible, pero ¿para qué? ¿por qué ése sobtado interés en un joven cainita que siempre se había mantenido alejado de la política cainita y todas sus variantes?... Nunca llegarías a terminar de averiguarlo del todo, o quizá si.

Buenas noches Araziel -te dijo Zacarías de ésa forma educada que siempre le había caracterizado, con la misma tonalidad amorosa y protectora con la que te habló desde el primer día en que te vió, cuando abandonado por tu sire vagabas perdido por las laderías de ése nuevo y sombrío mundo que se abría ante tus ojos.

Hoy creo que tendremos algo de trabajo -dijo riendo mientras terminabas de despertarte-.

Ésperabas que Simón, tu siervo, se hubiera preocupado por dejar lístas todas las cosas tal y cómo fueran llegando de Santiago a aquí, por lo que por un momento no entendías a que se debería el trabajo de que hablaba tu mentor, hasta que, observando el pequeño altar que tenías cerca de tu ataud para descansar te percataste de las dos cartas que te entregó Severiano. En una de ellas, la que te había entregado en casa el día de tu terrible posesión por parte de la Béstia pidiendo tu indulto por parte de Montoya, y la otra ayer, justo antes de despediros en el aeropuerto, antes de cojer su avión privado, totalmente cerrada y sellada con cera, marcada por su sello familiar. Quería que se la entregaras a Montoya en el momento en que le fueras a ver, pero lo que no te terminó de comentar era la forma en cómo podías llegar a concretar una audiencia con el monarca tremer.

Sobre la una de la madrugada he quedado con Miquel Capdevila, primogenito de mi clan y Alguacil de la ciudad para que me ponga un poco al día. Empezó a contar tu mentor, no llegando a saber muy bien en ése momento dónde se suponía que estaba tu sitio en ésa noche apretada que te empezaba a mostrar.

Si todo va bien vendrá acompañado de Francisco Abascal, el primogenito de tu clan, o almenos te dirá cómo poder encontrarte con él ya que no le gusta mucho ser visto por el Elíseo.

Durante los primeros instantes tras su despertar, Araziel se sintio un poco confuso, los muros que le rodeaban, de una gruesa y antigua piedra le resultaban poco familiares, pero enseguida se dio cuenta de que se encontraba en la cripta de su nueva iglesia. La iglesia en si resultaba un gran cambio comparandola con su pequeña capilla de Santiago.

Recordo su llegada a Barcelona el dia anterior. Como habian paseado por el barrio gotico de la ciudad condal hasta llegar a la Basilica de la Merce. La silueta de la iglesia recortada contra el cielo nocturno, aunque empequeñecida por la cercania de la Sagrada Familia, todavia resultaba bastante imponente.

En su interior, lo primero que llamo la atencion de Araziel fue el aroma. La sal acumulada en las piedras a lo largo de los siglos debido a la accion del viento conferia a la iglesia un aroma unico que se entremezclaba con los olores tipicos de la cera y el incienso. Sin embargo, el efecto solo duro hasta que levanto la vista hacia la zona del altar. Bajo la boveda central se encontraba la imagen de la Virgen, rodeada de columnas de marmol y esculturas doradas, pero eso no era todo, mirara donde mirara, aparecian ante su vista, mas signos de riqueza.

Al apreciar la riqueza de esta nueva iglesia, le volvieron a la mente todas las dudas que habia tenido en Santiago cuando le comunicaron su nueva mision. El principe no necesitaba sobornarle con una gran iglesia nueva para obtener su colaboracion, ya que podria destruirle facilmente si no le ayudaba, asi que, ¿por que tomarse tantas molestias? ¿Que era lo que se le estaba ocultando?

Solo habia una forma de enterarse de que estaba pasando exactamente, seguir adelante con las instrucciones de Severiano. Lo primero que tenia que hacer era intentar obtener una audiencia con el Principe, para lo cual tenia que acompañar a Zacarias a su reunion con el alguacil de la ciudad.

Aun es bastante temprano, asi que, si no te importa, me gustaria dar una vuelta por la zona para conocer los alrededores y buscar nuevas zonas de caza. ¿Por que no me das la direccion para la reunion y nos juntamos ahi un poco antes de la una?