Partida Rol por web

Zacarías te observaba, viendote contento con todo lo que te rodeaba justo cuando entró Simón, tu gohul. Sólo verlo te fijaste que, realmente, tambien se veía satisfecho por hacerse cargo de la Basílica ya que, después de la longevidad que le ofreciste con tu vínculo, veía cumplidos todos los deseos que siempre había soñado. Buenas noches Araziel -te dijo Simón con total alegria, acercandose rápido a ti para abrazarte-, muchas grácias por éste regalo señor -te murmuró al oído con emotivas lágrimas en los ojos-.

En ver que con su llegada había interrumpido la conversación que tenías con tu mentor, se despidió de vosotros dos iendo hacia la sacristía para terminar de preparar la misa de mañana.

Al salir Simón de la crípta, viste cómo Zacarías volvía a hablar: Bien, si eso nos podemos encontrar sobre la una menos cuarto en la Plaza Sant Jaume -dijo mientras sacaba un mapa del interior de su americana-. No te habías fijado en que hoy su indrumentaria difería bastante de la usada normalmente por él, llevando un elegante traje negro con camisa grisacea, realmente extraño para un Gangrel-. El Elíseo está bastante cerca de ésa plaza. En ella hay el edificio de la Generalitat y el Ayuntamiento de la ciudad, por lo que si no lo encuentras sólo pidiendo por uno de éstos dos edificios casi todos te lo sabrán indicar.

Una vez dicho éso y ya cambiado saliste a dar un paseo por la ciudad. La noche ya había caido enteramente en ella, y la imagen de su oscuridad ensombreciendo las gargolas y siluetas de los edificios realmente te sorprendía.

Te fijaste en que el Barrio Gótico estaba lleno de bares y pequeños callejones, con bastante poca seguridad a ésas horas, entrada la noche, observando que en muchas de sus esquinas se situaban bastantes prostitutas y narcotraficantes, mezclandose turismo, ocio y negocios ilicitos en un barrio de no mucho más de 750 metros cuadrados. Una buena zona de caza que, seguramente, te ofrecería gustosas cenas en los días venideros.

Aún y observar que de vez en cuando algunas personas se fijaban en ti, sorprendidos por tu apariencia, notabas que ésa atención que llamabas era mucho menos aquí que en Santiago, pudiendo andar así con un poco más de tranquilidad. 

En ése momento miraste tu reloj y te fijaste en que sólo eran las diez y media de la noche, teniendo aún un poco más de dos horas libres antes de el encuentro con tu mentor.

Todavia quedaba bastante rato para su reunión con Zacarías, y no tenía demasiada sed, así que pensó en aprovechar este rato para hacer un poco más de turismo. Tenía un interes especial en visitar el templo de la Sagrada Familia el cual hacía décadas que no visitaba. Así pues, echó a andar hacia ahi.

Conforme se acercaba, pudo observar el cambio entre el barrio gótico y otras zonas de la ciudad. Las calles pasaron a ser mucho más luminosas y con más gente y vehiculos circulando. Si bien por los alrededores de su nueva morada, su aspecto no llamaba demasiado la atención, se dio cuenta rápidamente que no iba a ser lo mismo por esta zona, así que, intentó mantenerse en las sombras para no resaltar demasiado.

Al llegar a la plaza delante de la Sagrada Familia, lo primero que le llamó la atencion fue lo avanzado de las obras. La última vez que había venido, a mediados de siglo, apenas se había terminado el abside y del crucero no había mas que una gran zona en obras. Sin embargo, ahora, la nave principal se alzaba majestuosamente, con varias torres irguiendose orgullosas contra el cielo nocturno.

Tambien otra cosa había cambiado en los ultimos años. Ahora, la iglesia estaba rodeada por un muro, para asegurarse de que los turistas pagaban por entrar. La idea de obligar a alguien a pagar por entrar en una iglesia le resultaba poco atractiva, pero si se pensaba bien, era la unica forma de asegurar la continuidad de las obras. Sin este dinero, probablemente la iglesia jamas se terminaria.

Obviamente, a estas horas de la noche, la taquilla de la entrada estaba cerrada, asi que Araziel optó por la entrada alternativa, y tras rodear el muro hasta encontrar una zona en sombra y se puso a escalar.

Tenías delante tuyo mismo ése gran templo de Gaudi que, tantas modificaciones había padecido desde la última vez que estuvieras en la ciudad, mucho antes de que la Camarilla o el própio Montoya se asentaran allí, observando ése muro de casi cinco metros de alto que, ahora, separaba el lugar para su financiación.

En encontrar un lugar sombrío intentaste encaramarte, no sin dificultad, con un primer intento fallido quizá por el tiempo que hacía en que no utilizabas tu destreza para tales actos.

Aún así, la perseverancia al final consiguió ser superior a esa altura separatoria, y tras bajar de encima del muro te encontraste justo encima de allí.

Bajaste delante del templo, rozando con la palma de tu mano las piedras que tanta historia alvergaban, observando aún más de cerca ésa templo hacia el señor.

Una parada turística obligada para cualquiera que fuera a la ciudad, pero mucho más sin duda para un religioso cómo tu que tantas dudas había alvergado en su mente tras el trágico suceso en el Archivo de Santiago.

La noche era tranquila en la ciudad condal y, por suerte, la poca iluminación del lugar te permitía vagar entre las sombras, cómo a ti tanto te gustaba, hasta que oíste un ruido en tu cercanía.

Era un leve tosido, que parecía proceder justo de detrás tuyo, hasta que una mano se postró en tu hombro. ¿Se ha perdido señor?

Por un momento temiste lo peor, que la seguridad en la zona hubiera sido mayor de lo que pensaste, pero por su tono, deduciste que se trataba de alguien demasiado joven para estar trabajando.

En girarte, la imagen que viste te sorprendió: era un chico de unos 15 años, con un cuerpo raquítico y la cabeza casi despoblada del todo de cabello. Su piel, parecía del todo quemada, y su rostro no era para nada más favorecido. Con la naríz totalmente deformada, y un ojo mucho más grande que el otro, estaba claro que tenías ante ti a alguien que padecía la maldición igual que tu. ¿Le puedo ayudar en algo?

Araziel observó un poco mas detenidamente al joven que tenia delante. Su aspecto era lo bastante repulsivo como para no poder andar libremente por la calle. ¿Qué clase de monstruo haría algo así a un chaval como aquel, que apenas era poco más que un niño?

El joven no parecía peligroso, así que decidió ser amistoso

- Vaya, no esperaba encontrarme con nadie por aqui. Verás, acabo de llegar a la ciudad y simplemente estaba haciendo un poco de turismo. Como comprenderás, no puedo simplemente venir durante las horas normales de visita. - tras esta ultima frase, mostró una sonrisa, esperando que un poco de humor ayudase a romper el hielo.

- ¿Y que hay de ti, tambien estas de visita o vives aqui?

El chico, tras contarle tus motivos para estar allí, te miro, algo extrañado, para posteriormente añadir: se nota que es de fuera padre -empezó, percatandote no sólo de que era religioso sino además que el ábito que llevabas bajo la gabardina denotaba tu profesión-, una vez el sol decae en éstas partes de la ciudad -prosiguió el joven, con un tono de voz respetuoso ante tu imagen- el templo del señor queda cerrado, a no ser que el señor Misrhaji le acepte una visita guiada claro. Pareció que con su tono, algo sarcastico en el final de la frase, te mostrara que la falta de conocimientos que tenías sobre ésa ciudad te podría provocar algun que otro problema, pero de aquí a vallar el paso a un eclesiástico a un Templo del Señor, éso te extrañaba.

Te pidio que le acompañaras, a un sitio cercano, un banco de piedra desde el que se podía observar detenidamente el arte que recubría ése monumento arquitectonico, para comentarte de que ése sitio se abría pocas veces, solo en casos señalados a los cainitas. Se trataba de la Capilla Tremere de la ciudad. Un sitio sagrado, pues, no solamente para catolicos, sinó tambien para los llamados Brujos -sonrió sacando un cigarrillo del interior de la chaqueta-. Mi nombre es Nicolau Perelló, un monstruo desde el día de mi nacimiento -se presentó duramente, con una crudas palabras que mostraban el dolor que internamente mantenía ése chico, deforme ya al nacer, quizá el Abrazo hubiera sido una vendición para el pese a la condena Nosferatu-. Mi vida no ha sido nunca lo mejor del mundo, pero a éstas horas éstas zonas de la ciudad suelen estar despobladas de gente, los pocos ratos en que puedo pasear tranquilamente por la superficie -añadió-. Y usted ¿que le ha traido hasta la ciudad padre? ¿ya tiene un sitio dónde refugiarse del día? -preguntó después, pareciendo preocupado, no sabiendo si por tu cargo o por tu clan-.

A pesar de que el joven no había contado gran cosa sobre si mismo, fue suficiente para que Araziel viera un gran sufrimiento interior en el, asi que decidio mantener su actitud amistosa e intentar prestarle un poco de apoyo moral.

- Ya era sacerdote antes de mi conversion, y los ultimos años, he seguido ejerciendo como tal. Aunque suene extraño, supongo que saber que ayudo a la gente a encontrar la paz por medio de Dios me ayuda a mi tambien a aguantar mi propia maldicion.

Como ya he dicho antes, acabo de llegar a la ciudad, y en cuanto a los motivos para mi mudanza, me temo que son bastante prosaicos. Puesto que todavia ejerzo de sacerdote, debo obedienza a mi obispo, y él ha decidido que me convierta en capellan de la iglesia de la Mercé. Obviamente solo puedo encargarme de las misas tras la puesta de sol, pero comparto el puesto con un humano. - Araziel se daba cuenta de que no estaba siendo completamente sincero con el chaval, pero, lo prefirió asi, ya que todavia no estaba completamente seguro de poder confiar en él. - Si alguna vez quieres asistir a una de las celebraciones, o si solamente buscas alguien con quien hablar, la puerta esta siempre abierta, tanto para humanos como cainitas.

Cambiando un poco de tema. Como has visto, mis conocimientos sobre la sociedad cainita de Barcelona son muy limitados, asi que, agradeceria mucho cualquier consejo que puedas darme para evitar malentendidos como el de antes. No me gustaria por ejemplo ir al parque Guell y encontrarme con que es la madriguera de un grupo de licantropos...

Le notaste algo sorprendido en el momento en que le comentaste tu profesión, además de la paz interior que ello conllevaba para ti. Eres el nuevo encargado de la basílica... -pudiste oírle murmurar, todo sorprendido en comentarle los motivos de tu estada en la ciudad condal, abriendo más los ojos que de costumbre- Aún así, prefirió escuchar atententamente todas tus dudas sobre ése lugar antes de decir nada.

Parecía que en el momento de oír tu relación eclesiastica, el respeto que ése joven ya te profesaba, probablemente por razones de edad y clan se hubieran acrecentado bastante... Yo personalmente, he estado siempre en ésta ciudad -empezó el chico con la mirada perdidas en las torres superiores del Templo gaudiniano-, aunque hasta mi conversión a ésta nueva existencia no la pude disfrutar...

Parecía que le costara bastante hablar, aunque no tanto cómo antes de conocerte ligeramente mejor... Referente a la ciudad, cómo supongo que sabrá el Príncipe es Don Montoya, la primera persona capaz de traer la paz hasta éstas contradas -en sus palabras notaste ilusión, una devoción que tenía hacia ése Tremere imperiosa- Realmente, conocías poco de ése vástago, pero por lo que podías ver en Nicolau, su importancia, liderazgo y carisma en la ciudad excedía los límites nunca antes imaginables-. Empezó a contarte, con una brillantez en los ojos de joven ilusionado, cómo antes de la Guerra Civil Barcelona había estado en manos anarquistas, bajo la impotencia del Consejo de la Resistencia de la Camarilla de poder hacer nada para la ciudad... Discusiones, envidias, desconfianzas,... si no hubiera sido por el peligro que ejercían los lupinos desde Collserola la ciudad habría caido en un abrir y cerrar de ojos bajo las garras de Monçada, cómo todo el país... Ésas palabras te hicieron ver que la situación que padecía Barcelona no difería mucho de la vivida recientemente en Santiago, siguiendo contandote el chico cómo en medio de la Guerra las cosas cambiaron: Aprovechando todos los conflictos, hubo una disputa interna de poder, usando para ello el ganado... hasta que llego él. Con ello se refería a Montoya. Te contó cómo el conflicto, que había iniciado años antes de la Guerra se solucionó rápidamente, siendo apoyado por Ventrues y Toreadores aparte de su clan para que gobernara ésa ciudad desde el Principado. Aún así -añadió-, su condición fue que siguiera existiendo el Consejo, formado por Toreadores y Ventrue, para legislar la ciudad... él simplemente, ejerce de Príncipe, dándo un equilibrio a ésta ciudad que nunca hubieramos imaginado. Dicho ésto te pidió disculpas por si se había alargado demasiado, añadiendi que la ciudad era segura, pudiendo usar tranquilamente el metro para moverte por allí, abierto toda la noche excepto de domingo a jueves que sus puertas cerraban a las doce... De ésto tambien se aseguró el Príncipe. Poco después de aceptar el cargo pidió al Justicar Tremere los servicios en seguridad de su antigua arconte, Lucita, quien se encarga con mano dura de que los cainitas no tengamos que temer nada... Después de ello te recordó que vigilaras con los servicios ferroviarios que te llevaban a las afueras de la ciudad, pues eran reductos anarquistas y del sabbat, además de comentarte que antiguamente los lupinos se habían situado en el Parque Natural de Collserola, a unos tres kilometros de la ciudad, pero que desde hacía unos años no había noticias de su presencia, todo y que los rumores apuntaban a que nunca habían abandonado ése lugar.

En ése momento oíste cómo en un campanario cercano sonaban tres cuartos de once. Faltaban quince minutos para las doce de la noche, y no sabías muy bien la dirección que devías tomar para acercarte a la plaça Sant Jaume, lugar dónde habíais quedado con tu sire para partir hacia el Elíseo.

El sonido de la campana recordó a Araziel la hora que era y que, por desgracia, no iba a poder quedarse más tiempo, lo cual era una gran pena porque el joven Nicolau había resultado no solo un gran anfitrion, sino tambien una insospechada fuente de datos historicos sobre la ciudad.

- Nicolau, ha sido un gran placer conocerte, y me encantaría seguir aqui toda la noche, pero me temo que no puedo. He quedado en unos minutos con mi sire, y no quiero hacerle esperar, asi que espero que podamos continuar nuestra charla algun otro dia. Hay algun telefono o similar donde pueda ponerme en contacto contigo? Por mi parte, como ya he dicho, eres bienvenido en mi iglesia en cualquier momento de la noche.

Araziel se puso en pie para marcharse y tendió su mano a Nicolau

- Te estoy profundamente agradecido, no solo por tu hospitalidad, sino tambien por toda la informacion histórica que me has dado. Siempre es agradable conocer a alguien dispuesto a compartir una charla de este tipo con un completo desconocido.

Ya se estaba dando la vuelta para marcharse, cuando cayó en la cuenta de que no tenia muy claro donde encontrar la plaza de sant Jaume, aparte del hecho de que estaba por la zona.

- Parece que esta noche no hago más que preguntar, pero espero que no te moleste darme una pequeña pieza de informacion más. ¿Como puedo llegar de aqui a la plaza de Sant Jaume?

Observaste en Nicolau un agradecimiento hacía ti, algo que hacía bastante tiempo que no te sucedía, quizá por la perdida fe que, desde todo lo ocurrido en Santiago, parecía ir reapareciendo poco a poco en ti.

Parecía escuchar atentamente todas tus palabras, sólo interrumpiendote cuando le mostraste tu agradecimiento, añadiendo que no era nada.

Ésta bastante lejos de la plaza -dijo tocandose la frente cuando le mencionaste la indicación para llegar a tu cita-, si quiere le acerco. Mi coche no está muy lejos y voy en ésa dirección. Realmente, era una suerte.

Tras ver cómo se ponía la capucha del abrigo ocultando casí totalmente su deformado rostro, se levantó del banco indicandote que le siguieras. Parecía, tal y cómo comprobaste en poco tiempo, que conocía un lugar más factible para entrar -y a la vez salir- de ése recinto, un pequeño paso subterraneo tras una rejilla mal cerrada que llevaba hacia unas escaleras. Sacó en ése momento una linterna, conocedor de la oscuridad que mostraba ése sitio, cargado de pasadizos que, a no ser por su conocimiento, habrían sido imposibles de recorrer sin perderse.

Fue al cabo de pocos minutos que, saliendo por una tapa, cómo de alcantarilla, de un pequeño parque frente al sagrado Templo, que os dirigisteis hacia un coche, no muy lujoso, de color negro y bastante sucio, parecido a un Seat, quizá el antiguo modelo del Toledo. Perdón por cómo está -dijo el joven, algo avergonzado-, almenos funcionar funciona -bromeó mientras entraba y levantaba el seguro de la puerta del acompañante-.

Una vez ya sentados, puso el motor en marcha, dirigiendos de nuevo hacia el centro de la ciudad, perdiendos entre oscuros callejones que mostraban la antiguedad y la historia de la ciudad, además de su cosmapolitismo y su alto nivel inmigratorio.

No sabías muy bien si ése joven, convertido puntualmente en chofer, se devía a su condescendencia, pese y que algo en tu interior te decía que no. Por su rostro, se percivía felicidad, cómo si ése acto fuera su forma de darte las grácias por haber sido escuchado, cómo un reflejo de una soledad que, por suerte, grácias a Simón y a Zacarías, hacía mucho tiempo que no vivias. 

Así, pocos minutos después de las doce, aparcó en un lateral de una plaza cuadrada, de no mucha embergadura, cerrada por edificios, dos de ellso oficiales a los lados, y con cuatro accesos, en cada una de las esquinas. Víste cómo sacaba una libretita de la guantera y un boligrafo, escribiendo algo mientras te decía: aquí tiene mi telefono, para cualquier cosa ya sabe... -dijo sonriente mientras te lo daba-, yo por mi parte -añadió- no digo que no venga a visitarle de vez en cuando en su dominio.

Una vez bajaste del coche te fijaste de que no había mucho movimiento por la zona, pudiendo ver, al poco, cómo alguien se te acercaba. Efectivamente, pero, al poco te percataste que se trataba de tu mentor. Veo que has empezado a hacer amigos -bromeó mientras te daba un amistoso abrazo, observando cómo Nicolau ya se alejaba de la plaza-, vamos, no estamos muy lejos del sitio... -añadió mientras, empezando a andar por uno de los callejones laterales, pidiendote a ver cómo había ido la noche.

Al poco llegasteis delante un antiguo edificio, no muy alto, de un par de plantas de altura, que parecía abandonado.

Al ver a tu mentor llamar a la puerta, ésta se abrió ligeramente, observando tras entrar que os encontrabais en un pequeño recividos, de unos 30 metros cuadrados, algo rectangular, con una cortina negra al final y un Nosferatu, de aspecto algo parecido al tuyo tras un escritorio, y algunas armas tras él. Buenas noches señores -os dijo mientras viste que tu mentor dejaba un revolver encima de la mesa, asintiendo el "portero" con tal acto, quien, dirigiendose a ti, añadió- y usted señor, ¿lleva alguna?

Al parecer, era una costumbre muy extendida que, en los lugares de gobierno cainita, al igual que en los humanos, las armas se dejasen fuera, asi que, tal y como habia hecho su mentor, Araziel sacó su propia pistola de uno de los bolsillos, y tras ponerle el seguro, la dejó sobre la mesa.

-Aqui tiene. ¿Podemos pasar ahora?

Una vez recogída la pistola, el Nosferatu se levantó de la silla, dónde estaba sentado tras su escritorio para apartar las cortinas y abrir una puerta metálica situada detrás.

Al entrar, siguiendo a tu Mentor quien, al parecer, no era la primera vez que pasaba por allí, o almenos eso parecía por sus andares tranquilos, os encontrásteis dentro de un local ligeramente rectangular, de unos 300 metros cuadrados, con una barra en el centro, rodeada por mesas y, lo que parecían, comodos sillones. Esperame aquí -te dijo tu mentor-, voy a preguntar por Miquel, ahora vuelvo.

Te fijaste que se dirigía hacia la barra, a hablar con el camarero, quien te parecía un mortal, seguramente un ghoul. El sitio realmente, no estaba muy lleno, sólo te percataste de unos hombros hablando a lo lejos, sentados en una mesa, y un par de vástagos más sentados en unos sillones cerca de la barra, percatandote, de dos puertas, una en cada lateral de la sala, de la cual, en ver salir a un vástago, de unos 30 años y cabello negro corto, algo trajeado, te pareció que se podía tratar de otras salas, además de unas escaleras que llevaban a un piso superior. Nos está esperando en el reservado -te dijo Zacarías en volver, señalandote la puerta que se encontraba en el lateral izquierdo-, dirigiendoos hacia allí.

En abrir Zacarías la puerta, te percataste de que allí sentado, en un sillón de cuero negro junto a un sofá y frente a otro sillón del mismo material y color, había sentado un hombre, que aparentaba unos 30 años, de pelo corto negro que empezaba a encanecer, de tez algo morena, cómo si aún conservara parte del bronceado de su vida mortal, bastante corpulento y de rostro anguloso y prominente, vestido con pantalones negros de pana y una camisa a cuadros negros y grises. Fué cuando os acercasteis ya para sentaros que, todo levantandose para saludaros, te percataste de sus sandalias, con los pies descubiertos sin calcetines, bajo la mesita de cristal separatoria. Buenas noches Araziel -te dijo mientras te daba la mano, mirandote fijamente a los ojos-, soy Miquel Capdevila, Primogénito Gangrel..., Zacarías -dijo girandose ligeramente hacia él para después darle un apreton de manos-, cuanto tiempo... -añadió antes de que tomarais asiento-.

Realmente fue una sorpresa tu llamada, venir a Barcelona de forma tan repentina... -siguió diciendo, casi sin daros tiempo ni a hablar- ¿en que os puedo ayudar?

Trás esa pregunta, en cierto punto cortés pero a la vez directa viste que Miquel juntaba sus manos para ponerlas bajo su mentón, cómo esperando vuestra respuesta, notando que Zacarías, sin decir nada, te "concedía" el honor de empezar a hablar.

Araziel se sintió un poco cohibido por el hecho de que Zacarias le dejase hablar sin ni siquiera haberle presentado formalmente, pero tras una breve vacilacion, comenzó a hablar.

- Lo primero, me gustaria decir que es un verdadero placer conocerte. Como probablemente sabes, Zacarias ha sido como un padre para mi, y el siente un gran respeto por ti, asi que yo no podría ser menos. - Acabó la frase con una ligera inclinacion de cabeza hacia el Gangrel.

- En cuanto a las razones de por qué estamos aqui, me temo que es un asunto bastante complicado. El príncipe de Santiago está preocupado sobre las negociaciones entre las sectas cainitas que se van a llevar a cabo aqui. El Sabbat ha lanzado varios ataques sobre la ciudad, demostrando un gran interes por dominarla, asi que su principal temor es que la ciudad de Santiago acabe siendo una concesion al Sabbat para llegar a un acuerdo. - Hizo una pequeña pausa para ver la expresión de Miquel, pero al ver que seguía totalmente impasible continuó

- Ahi es donde entramos nosotros, o más concretamente, yo. El príncipe de Santiago me ha pedido que me acerque al príncipe Montoya antes de las negociaciones y consiga su apoyo para la ciudad de Santiago.

- El problema es que llegar hasta el principe Montoya no es facil sin los contactos necesarios en las altas esferas, así que tu ayuda nos vendría muy bien en ese sentido.

Tras el resumen de la situacion, Araziel se volvio a reclinar en el sillon, esperando la respuesta del otro vampiro.

Observaste una ligera sonrisa marcarse en el rostro de Miquel en cuando le mostraste la importancia para ti de la cita, asintiendo levemente con la cabeza para que siguieras hablando, escuchandote atentamente hasta que, hablando de la situación de Santiago, Zacarías te interrumpio un momento para añadir: bien, no sabemos si los ataques han sido o no del Sabbat, ni si en las negociaciones habrá algun tipo de concesión, sólo que, cómo bien te ha mostrado Araziel, tememos que... Miquel no le dejó terminar, hiciendo un leve gesto de parar con la mano, para posteriormente añadir: el contenido completo del Cónclave, por ahora sólo ha sido revelado a los miembros del Consejo, aunque el único capaz de indicarte un poco sería el própio Montoya, cómo muy bien has dicho -empezó el Primogenito, de forma educada- aún así, hay ciertas dificultades a ello.

Esas palabras fueron algo preocupantes. Dificultades... ¿a que se devería referir con ello?.

En ése momento se avalanzó ligeramente hacia delante, dispuesto a seguir charlando, quizá con algo más de proximidad, para añadir: el Principe es bastante reservado, y a excepción de las demás ciudad, es el quien fija el momento de presentarse frente a él. Cómo bien sabrás, el Cónclave tiene inicio el sabado, por lo que su agenda parece estar bastante llena. Aún y éso, algo en ti te decía que por muchas malas noticias que diera, y dificultades que mostrara en ello, parecía que la conversación no terminará alli. Realmente, agradezco tu puntualización viejo amigo -dijo mirando a tu Mentor-, al igual que la tuya en creerme parte de las altas esferas de la ciudad -puntualizó, con algo de ironía en las últimas palabras-, pero sólo hay una cosa que pueda facilitar una cita con el monarca, y ésta es que le causes algun tipo de interés. Esa era una noticia algo mala, pues, ¿que tipo de interés podía tener para un monarca alguien cómo tu? ¿un nosferatu que, ya desde antes de su condena, ha vivido dentro del mundo eclesiastico? Pero algo en ti te decía que ése hombre podía saber algo más. Se le veía tranquilo, pese y las malas nuevas, por lo que lo más probable es que tubiera algun "as guardado en la manga" que aún no había mostrado. ¿Por qué si no tu Mentor había pensado en verle? Confiabas en Zacarías, su opinión, siempre había tenido una gran importancia para ti, y se le había visto muy seguro en hablar con Miquel. Fué en ése momento que vino a ti un recuerdo; Severiano, te había comentado la gran religiosidad del monarca. ¿Sería un buen sistema para llegar a él?, aún así, Miquel siguió hablando. Me gustaría saber una cosa Araziel -dijo mirandote a ti, puntualizando que en ése momento sólo tu opinión le resultaba de interés- tu antes me has dicho muy seguro que el Sabbat está asediando Santiago -observaste un lenguaje militar muy arraigado en él-, ¿que te hace estar tan seguro de ello?

Después de éso, el silencio volvió a inundar la sala. Realmente, era hombre de pocas palabras, y esperaba tu respuesta antes de añadir nada más, cómo si estuviera analizando todo el tema antes de terminar de concluir al respecto.

La pregunta de Miquel le hizo reflexionar. En realidad, ¿cómo podia saber si algo de lo que le había dicho el principe era cierto? ¿Y si la historia del Sabbat era una excusa para conseguir el apoyo de Montoya?

- La verdad es que no estoy seguro de que el Sabbat este asediando Santiago, solamente tengo la palabra del Príncipe en ese sentido. Sin embargo, yo normalmente vivo bastante aislado de la sociedad cainita, asi que tambien es bastante facil que no me haya percatado de la situacion.

Entonces recordó el ataque al almacen, y se dio cuenta de que, fuese el Sabbat o no, alguien estaba atacando al principado de Santiago.

- No se si estará relacionado o no con el Sabbat, pero, si que soy consciente de un ataque reciente. Hace tan solo unos dias, el archivo de Santiago fue atacado e incendiado por dos vampiros. Uno de ellos tenia un tercer ojo en mitad de la frente, asi que no deberia ser dificil averiguar de donde salió.

Como ya hemos dicho, no estamos interesados en conocer informacion confidencial sobre las negociaciones, simplemente nos gustaria hacerle partícipe de la situacion Santiago y solicitarle que la tenga en cuenta.

En cuanto al qué podemos hacer por él, con mi traslado a Barcelona, he sido nombrado capellán de la basílica de la Mercé, y había pensado ofrecersela como lugar para las negociaciones. Además, soy sacerdote, así que, si quiere, podría celebrar alguna misa durante esos días, porque no creo que haya muchos otros vampiros sacerdotes por la ciudad.

Miquel parecía escuchar atentamente tus palabras, viendo cómo Zacarías iba asintiendo con la cabeza, cómo si con ése gesto te diera animos a seguir hablando, pero fue en el momento en que nombraste el ataque al Archivo que el Primogenito pareció prestar una atención mucho mayor, murmurando solamente la palabra Salubri... para seguir escuchandote.

Parecía entender que para ti era algo difícil juntar toda ésa explicación, más tras contarle tu "aislamiento" de la sociedad cainita, pero asintiendo con la cabeza en comentar todo lo referente a tu traslado a la ciudad.

La basílica de la Mercè -murmuró, con un lebe acento que te parecía catalan, notandosele además su acento, lo cual te mostraba que por mucho tiempo que llebara en éste mundo, no solía usar mucho el castellano cómo lengua de preferencia, pese a conocerlo a la perfección-, no me dijiste que tu protegido era el encargado de guardar el Elíseo -le dijo a Zacarías, dejandote algo sorprendido por ésa palabra, para, ya mirandote a ti, seguir diciendo- Tu sinceridad te honra joven Araziel, sobretodo por el hecho de "ofrecer" un refugio que, por lo visto, nadie te había informado que era propiedad del Principado. Tras éso, te contó que no sólo el edificio en el que os encontrabais era considerado Elíseo, pese y ser el principal, sino que en Barcelona había alguno más, entre ellas todas las iglesias además del Metro. Éso pues, -siguió diciendo- incluie tu refugio.

Por la sorpresa de Zacarías, podías deducir que no sabía nada al respecto sobre ello, tranquilizandote en ése momento el señor Capdevila comentandote que en activo, cómo tal, a parte del lugar dónde estabais había pocos más. Fué más cómo protección que otra cosa -explicandote que durante la Guerra Civil, muchos republicanos al igual que anarquistas tanto del ganado cómo cainitas decidieron atacar los templos religiosos, algo que, tambien en Santiago, habías vivido aún y haber sido en menor fuerza al haber sido territorio nacional desde el inicio del conflicto, viendo que, a parte de la clase histórica, poco comentaba sobre el tema de Santiago-. Pero puede ser un buen inicio de acercamiento hacia el monarca -añadió todo sonriendo, observando que posiblemente habías dado en el calvo en el asunto, dirigiendose en ése momento a tu mentor para pedirle si el numero con el que le llamo era el suyo, a lo que Zacarías respondió afirmativamente-.

Intentaré poder hablar con Montoya ésta noche para comunicarle tu ofrecimiento -perciviendo en sus palabras que a diferencia de Nicolau la religiosidad de Miquel era poca, sino nula, ya que siempre se había referido a ti por tu nombre-, si pudiera saber algo os informaría lo antes posible... -haciendo una breve pausa para ver cómo cambiaba ya de tema- lo que si que me gustaría es terminar de corroborar una duda que tengo -dijo con algo de mirada inquisitiba-. Quizá sólo sean manías mías, -empezó- pero mientras que del ataque me has hablado siempre en presente, ésto a virado con el Salubri... ése ser de tres ojos... ésa seguridad de que tenía, y no que tiene... ¿hay algo más que debería saber? -preguntó, viendo en ése momento cómo tu mentor te miraba-. Estaba claro que no sería el quien delataría tu crimen, y por lo que habías podido observar, o Miquel no sabía nada de la diablerie o lo ocultaba muy bien.

A pesar de que Miquel era amigo de Zacarias, Araziel no se sentia inclinado a divulgar su diablerie más alla de lo estrictamente necesario, así que contestó con evasivas.

- He hablado en pasado por que ese vampiro en particular fue destruido durante el ataque. Hubo una pelea y su cuerpo fue pasto de las llamas que él mismo había probocado. Por desgracia, su compañero escapó sin que llegasemos a verle bien, así que no sabemos quien puede ser.

Aunque su respuesta no era tecnicamente una mentira, si que omitia mucho informacion, así que esperó que Miquel la aceptase tal cual. Por si acaso, intentó cambiar de tema.

- Cuando hablaba sobre este cainita, has mencionado la palabra Salubri. ¿Qué más sabes de el? Hasta ahora, apenas hemos conseguido informacion sobre su secta.

En hablarle de la supuesta muerte del Salubri y la huída del otro asaltante, notaste a Miquel algo contrariado, quizá porqué tus posibles nervios hubieran despertado algun tipo de duda en él; aún así, tu mentor no dijo nada al respecto, algo que te alivió, diciendote Miquel... si te enfrentaste a un Salubri tienes suerte de poder estar hablado conmigo -dijo sarcasticamente el Promogénito, todo añadiendo- pero por lo visto, tu ignorancia sobre ellos fue lo que te llevó a enfrentarte sin temor -dijo riendo-. En realidad, los Salubri no son un clan, propiamente dicho, sinó más bien una linea de sangre resultado del exilio de Saulot a Oriente. Por lo visto, Miquel no había hecho nada más que empezar la que podía llegar a parecer una larga historia, pero en ése momento, recibió un mensaje en el mobil, parando un momento de hablar para leerlo, pudiendo llegar a pensar que quizá la conversación terminaría en ése momento, pero por suerte no fue así. Una vez respondido el mensaje, o almenos eso se podía imaginar por el movimiento de sus dedos, se volvió a guardar el móbil en el bolsillo del pantalon para seguir hablando. ¿Por dónde íbamos? -se autopregunto, para rápidamente decir-, a si, Oriente...

Pues bien, realmente, es dificil encontrarte con uno de ellos, pues a parte de su reducido numero suelen mantener oculta su existencia a los ojos tanto de mortales cómo cainitas, diferenciandose unicamente por ése ojo de Saulot en la frente cuando usan su poder. En ése momento le volvieron a responder el mensaje, pero aún así, lo único que hizo fue sacarse un paquete de tabaco negro del otro bolsillo, para todo sacandose uno, encenderlo y seguir diciendo: rara vez, la llegada de un Salubri no viene precedida por una Caza de Sangre, pues aunque quieras ser vistos cómo sanadores, creientes en la Golconda cómo único camino hacia la salvación del alma, no dejan de ser diabolistas e infernalistas, normalmente de octava o septima generación, debido a la estipida manía de los sires en obligar a sus chiquillos a diabolizarles... Podías percivir algo de cabreo en sus palabras, cómo si el mero hecho de saber que ésos extraños vástagos corrian por la península le hiciera herbir la sangre de sus venas.

Así pues, pareció que Miquel dejara un ambiente silencioso por si tenías que preguntarle alguna duda más. Realmente, hablaba contigo cómo si un experto de la realidad cainita fueras, además de que por sus conocimientos no parecía un simple Primogénito, ya que por lo que habías podido oír, su función era defender los intereses de sus clanes en las ciudades en que residen. Por lo demás, no te preocupes... de la charla con Montoya me encargo yo, pero no te prometo nada -te dijo guiñandote el ojo-, aún así, si fuera tu iria preparando algo por si viene en alguna ocasión a escuchar un sermón tuyo -dijo algo sarcasticamente-, ya que si una cosa caracteríza al monarca es su imprevisibilidad, siendo posible que te avise de la noche a la mañana.

Después de charlar un rato, pudiste ver cómo le mandaban un mensaje por segunda vez consecutiba, viendo la agetreada vida de ése hombre, y cómo no le importaba destinar parte de su tiempo en vosotros dos, aunque percatandote que realmente lo destinaba en ti, siendo Zacarías un mero espectador de la escena, para, tras leer los mensajes añadir: bien señores, si no hay ninguna duda más tendría que terminar unas cosas, el Cónclave se acerca y parecemos locos. Cuando tenga novedades te llamo -dijo dirigiendose a ti, para despues despedirse dandote un apretón de manos, para, trás repetir la acción con tu mentor añadir: cuando tengas tiempo llamame, que tenemos que ponernos al día de muchas cosas, y se fue, cerrando la puerta y dejandos allí solos los dos.

A pesar de que parecia bastante experto Las palabras de Miquel tampoco terminaban de aclarar contra qué exactamente se había enfrentado durante el ataque al archivo, asi que, cuando dejó de hablar, Araziel no dudó en plantear algunas preguntas más

- Veo que sabes bastante del tema, pero me temo que no puedo decir lo mismo de mi mismo. Por desgracia, no tengo ni idea de quien era este Salout de quien has hablado, y mucho menos, que clase de poder son capaces de manifestar los Salubri. De hecho, no sabía que existian hasta hace un par de días... ¿Podrías darme un poco más de informacion?. De todas formas, no quiero abusar de tu tiempo, asi que, si sabes de algun libro o documento con más informacion sobre el tema, estaría encantado de revisarlo por mi cuenta.

Pese a no ser muy diestro en las relaciones sociales, no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que Miquel quería dar por terminada la reunion. Para ser sinceros, la cosa había ido bastante bien, porque no solo habían conseguido el compromiso de ayuda de Miquel, sino que además les había dado bastante informacion sobre el atacante de los tres ojos. Por lo menos ahora sabían algo más sobre su procedencia y sus habilidades.

Al ver que Miquel se levantaba para despedirse, Araziel hizo lo mismo, y con una leve inclinación de cabeza expresó su agradecimiento.

- Se que eres una persona muy ocupada, asi que te agradezco este tiempo que nos has dedicado. Si en un futuro tanto tu como el principe necesitais algo de ayuda, no dudeis en decirmelo.

No fue, sin embargo, hasta que la puerta se cerró a espaldas de Miquel que Araziel decidió comentar los resultados de la reunion con su mentor

- La verdad es que ha resultado una persona muy amable y abierta, pero, ¿Crees que nos ayudará con Montoya? La verdad es que me ha parecido una persona guiada solamente por su provecho personal, y en ese sentido, hay poco que podamos ofrecer, sobre todo yo.

- Lo que si que agradezco es la informacion sobre los Salubri. Desde el accidente del archivo, me he sentido extraño, como si hubiese algo diferente en mi interior, y creo que saber más sobre el vampiro con el que acabé puede ayudarme a entender a qué me enfrento.

Saulot fue el antediluviano de los Salubri, a parte de otras líneas de sangre diabolistas e infernalistas cómo él -empezó Miquel, tras mostrarle tus dudas sobre a lo que realmente te habías enfrentado, y, aunque él no lo supiera, diabolizado, dejandote claro que por ahora aún no era un problema el tiempo, pero agradeciendo tu apreciación-, y cómo todos los de su generación, su condena fué el olvido -concreto el Gangrel, con algo de rábia en sus palabras-. Los Salubri, fuerón quienes heredaron su tercer ojo, que se despierta en algún momento en usarse su poder... pero su linage es tan raro y reducido que es dificil saber más sobre ellos -afirmó éste, pudiendo llegar a pensar que ése olvido del que te había hablado sería tambien, el que dificultaría encontrar respuestas a tus dudas-, lo único que sabemos, almenos yo -puntualizó-, es que parece ser que su poder llega a límites que superan el mundo físico y mental, llegando hasta el alma... segun ellos, para sanarla pero... ¿quien se pone en manos de un dibolista para que le manipule lo poco que nos une a éste mundo? -pregunto, algo retoricamente, antes de añadir-, referente a los libros, es difícil encontrar libros sobre la estirpe, y mucho más que éstos sean especificos a un tema tan extraño, aún así -puntualizó- que yo no lo conozca no quiere decir que no exista -sentenció con algo de ironía para, luego añadir-. Para ello tendrías que hablar con Guerson Misrhaji... él es el Regente de la Capilla Tremere de la ciudad, a parte del encargado del Archivo -dijo, pudiendote recordar por un momento el sitio dónde vivisteis el ataque-, si el libro existe, él lo debe conocer... aunque a parte de con él deberías hablar con tu Primogenito, para que sepa que estás aquí. En ése momento volvió a mirar el reloj, marcando ya casi las tres de la madrugada, para tras ello despedirse, diciendole Zacarías cuando tu quieras, en alusión al tema de quedar algun día, para, tras escuchar tu agradecimiento, ponerte la mano encima del hombro derecho y añadir: muchas grácias Araziel... lo tendré en cuenta. Para cualquier cosa tu mentor tiene mi telefono -dijo sonriendote, antes ya de marchar de la sala, quedandote sólo con tu mentor-. 

Una vez ya sólos, Zacarías asintió a tu duda de si Miquel sería una ayuda con Montoya, todo diciendo éste: si lo ha dicho es que lo intentará, ahora toca esperar a que él haga su parte del trabajo -bromeó-, eludiendo realizar ningún tipo de comentario sobre tu percepción sobre el vástago que os había acompañado hasta ahora. Pero algo me dice que vamos a estar tiempo en Barcelona, por lo que lo mejor será dejar que las aguas corran su cauce -comentó, justo en el momento en que dieron dos golpecitos en la puerta para, trás abrirse ésta, aparecer el chico que antes viste detrás de la barra, en entrar al Elíseo, con una bandeja con dos copas encima, con un liquido rojizo que por, el olor, supiste que era sangre para, después de dejarlas encima de la mesita añadir: son de parte del Alguacil, para, tras ello Zacarías murmurar: este Miquel es de lo que no hay, para una vez de nuevo solos comentarte: y bien Araziel, ¿que quieres hacer cuando nos terminemos ésto?...

Antes de contestar a Zacarias, Araziel levantó un momento su copa y le dio un pequeño trago. El líquido tibio bajó por su garganta, revitalizando todas las celulas de su cuerpo.

- Como has dicho, ahora mismo no podemos hacer gran cosa con respecto a Montoya salvo esperar a tener noticias de Miquel, y sinceramente no creo que suceda esta noche. Me gustaria pasar algo de tiempo buscando más informacion sobre los Salubri, pero creo que hay otras cosas más importantes.

Creo que debería hacer una visita de cortesia al Primogénito Nosferatu de Barcelona para presentarme. Nicolau, el vampiro que me trajo en el coche, seguramente puede ponerme en contacto con él. Si me esperas aqui un momento, voy a llamarle.

Se levantó de la mesa y buscó por los alrededores de la habitacion un telefono desde donde llamar. No tardó en ver uno de monedas apoyado sobre la barra. Se veía claramente que este telefono apenas se usaba, pero, al levantar el auricular oyó el familiar tono de la line, indicando que todavia funcionaba.

Rebuscó en sus bolsillos hasta encontrar el papel que Nicolau le había dado y algo de calderilla y marco el numero.