Libre de trabas que la retrasasen en su camino hacia el Hijo de Thunan, la cada vez más resoluta Ogna, corrió todo lo rápido que sus piernas que le permitían pidiendo en silencio a todos los dioses que conocía que su amado estuviese vivo para cuando ella llegase hasta él. Cada vez se arrepentía más de su decisión de haberse quedado atrás y permitiéndole ir en busca del desagradecido enano. Su carrera la llevó muy cerca de los piratas que caminaban por los muelles ignorantes de su presencia. Nadie prestó atención a los rápidos pasos que sonaban a su alrededor y que no pertenecían a nadie. Otros simplemente notaban una corriente de aire que pasaba frente a ellos que rápidamente achacaban a los incomprensibles vientos que soplaban en el interior de la cueva. 

¿Qué sucede Manos-Delicadas? - Preguntó una sobresaltada Vishna. ¿A qué viene tanta prisa? - Volvió a requerir de la chiquilla. Quisiese o no el estoque era consciente de el estado de nerviosismo de su portadora y aquello inevitablemente le hacía sentirse igual. Por otro lado, ambas preguntas indicaban a Ogna que sus advertencias acerca de hurgar en sus pensamientos habían surtido efecto y el diablillo se guardaba bien de buscar respuestas sin preguntar primero.

Estaré lista para cuando me llames. - Confirmó la espada quedándose a la espera de que su dueña la desenfundase, cosa que no tardaría en hacer según intuía.

Para cuando llegó hasta los muelles de carga del Hijo de Thuran, el ambiente en ellos se hallaba enrarecido. Los estibadores que cargaban las mercancías en las plataformas para subirlas al barco habían cesado de hacerlo. Todos miraban en dirección a la cubierta superior del barco preguntándose entre ellos qué sucedía.  

¿A qué vienen esos gritos? - Preguntaba un hombre mayor de brazos fibrosos y rostro moreno. Si seguimos con estos parones no nos va a dar tiempo a tener todo listo para mañana. - Encogiéndose de hombros sacó la pipa que llevaba colgada al cuello. - Luego vendrán las quejas, pero yo no quiero saber nada. 

Ogna esquivó a los curiosos piratas para alcanzar la pasarela que daba acceso a la cubierta principal del barco. 

El Hijo de Thuran distaba mucho de ser tan grande como el Trueno del Mar pero no por ello era un barco pequeño. Con sus tres cubiertas y dos altísimos mástiles era un enemigo a tener en cuenta en alta mar. Cuando la muchacha alcanzó la cubierta principal al instante notó como eran varios los soldados que corrían en busca de las escaleras para acceder a los niveles inferiores incitados por un hombre. Se trataba de Tantases Degrull, hijo de Thuran, un hombre joven para ser capitán de navío pero no por ello menos experimentado que muchos hombres más mayores de su tripulación. Con sus casi dos metros de altura, parche en el ojo, cabellos pelirrojos y unos brazos extrañamente largos que le daban un aspecto simiesco, era la auténtica definición de capitán pirata. Vociferaba órdenes a diestro y siniestro desde el quicio de la puerta de su camarote. A su lado un sonrojado a la par que atemorizado Jedrekal no sabía muy bien qué hacer.

- HMMMMmmpff . Dijo el enano. Y ese gesto sólo significaba una cosa que vino precedida de un seco impacto en el rostro de Bolgar hizo que este cayera al suelo ipso facto. - ¿No tendrrrás mi poción de piel rorrrrrobliza? - Preguntó a su amigo Zanc.

¡TRAEDMELOS! ¡SÓLO NECESITO A UNO VIVO! - Con su mano diestra el gigantesco hombretón sujetó a Jedrekal por la pechera. Si algo le sucede a mi barco...lo pagarás con tu maldita sangre. ¿Me oyes Jedrekal? ¿LO OYES? Yo no te pedí que me trajeses escoria a mi barco. ¡MIRA LO QUE HAS OCASIONADO! - Con un empujón lanzó al pirata del Mazo del Ocaso hacia el centro del barco. !NO TE QUEDES AQUÍ MIRANDO HIJO DE PUTA, AYUDA A MIS HOMBRES POR TU BIEN!

Sorprendidos por la decisión de la muchacha los tres compañeros restantes, separados como había indicado Morwing, caminaron con paso tranquilo hacia el Hijo de Thuran tratando de no llamar la atención. Fueron testigos de algunas miradas contrariadas de algunos piratas que miraban a su alrededor no muy seguros de qué habían escuchado o sentido. Todos sin excepción siguieron con su asuntos sin percatarse de lo cerca que la muchacha enamorada había pasado de ellos. Para cuando Morwing, Davros y Allen llegaron hasta los muelles de carga del Hijo de Thuran el ambiente en ellos se hallaba enrarecido. Los estibadores que cargaban las mercancías en las plataformas para subirlas al barco habían cesado de hacerlo. Todos miraban en dirección a la cubierta superior del barco preguntándose entre ellos qué sucedía.  Podía respirarse el nerviosismo pero nadie ajeno a la tripulación de barco movía un dedo o se acercaba a preguntar. Cada uno de los que por allí paseaban estaban demasiado interesados en sus propios asuntos como para prestar atención a alguna clase de trifulca en el interior del barco. Otro de los factores que jugaba a favor de los aventureros era que debido a la carencia de luz difícilmente un humano podía ver con claridad lo que en la cubierta principal sucedía, no así para Morwing.

VISTA GENERAL

ZONA MUELLES Y POPA

MUELLES

La acción de Ogna fue demasiado precipitada. Sin dar tiempo a sus compañeros para planificar la entrada al barco, la chiquilla hizo uso de un conjuro de invisibilidad y se desvaneció rumbo al Hijo de Thunan dejando de lado al resto de compañeros que la acompañaban. – Insensata… ¿No se da cuenta que al usar ese conjuro podríamos haberlo aprovechado para planear alguna estrategia de entrada?, en fin…, se lamentaba Morwing, decepcionado por la decisión tomada por la joven bardo. Ogna había pecado de aquello que en tantas ocasiones denunciaba retratándose como una niñata más movida por impulsos o como una autentica hipócrita…

Sin más opción que continuar avanzando, lo que queda del grupo consiguió llegar sin sobresaltos al embarcadero. Por la zona de los estibadores todo parecía tranquilo, pero lo que podía divisarse en la cubierta era otra historia. Los piratas se movían agitados de un lado a otro alarmados, posiblemente, por el combate que  estaría dándose lugar en el interior del Hijo de Thunan.

- Avancemos, sugirió el hechicero, - Parece que ahora están algo distraídos, con suerte no nos impedirán la entrada…De todos modos, si alguien nos para dejad que hable yo.

De este modo, Davros, Allen y Morwing, ya unificados como un solo grupo, avanzaron por los estibadores en dirección a la pasarela.

El pequeño pícaro se vio sorprendido por el ataque de Kormack que a punto estuvo de abrir su cabeza en dos, no hubo tiempo a pronunciar palabra cuando las puertas se abrieron de un sonoro golpe, cuando quiso darse cuenta ya tenía a un fornido pirata en frente suyo, aunque gracias a las heridas de las flechas de Losse, poco pudo hacer para impactar al ágil bribón, quien se agachaba para evitar el impacto y de paso, evadir una bola ignea que había sido disparada por uno de los piratas mas retrasados... -Vaya!... parece que quieren un trozo de Gnomo!- Exclamó Zanc con su acostumbrada sonrisa al salir ileso de ambos atentados, el enano llegó justo para partirle la boca al pirata que tenía en frente y asintiendo a sus palabras revisó en su cinto en busca de la poción para Kormack, al mismo tiempo dejó caer el enorme espadón que cargaba en su espalda para acto seguido indicarle a Cunta... -Vamos amigo!... Entrégale esa arma a tu protector!- Señalandole el espadón que acababa de caer en el suelo, tras pasarle la poción a Kormack, el Gnomo dio un paso hacia adelante mientras se preparaba para una nueva arremetida de los piratas... Esto cada vez pintaba peor, pero por alguna razón, quizás por la adrenalina del momento, el Gnomo se disfrutaba cada instante del combate.

¡Ay ay ay! - Gritaba preocupado el kobold al ver cómo un cuchillo de grandes proporciones se clavaba en su vientre. Cuinthere no estaba acostumbrado al combate salvaje ejemplificado a la perfección en el severo golpe que su protector había propinado a Bolgar en plena cabeza dejándolo reducido a una masa sanguinolenta a los pies del enano. ¡Necesito mi libro y los pergaminos del señor elfo!  - Gritó escabulléndose entre Kormack y la puerta para a continuación correr en dirección a la mesa donde Losse y Zanc habían recogido el equipo del enano.

TURNO 2

Tal y como había imaginado Morwing, los cuatro hombres encargados de cargar las provisiones en el barco se hallaban totalmente abstraídas con lo que sucedía en la cubierta principal del Hijo de Thuran. A medida que los tres aventureros caminaban frente a ellos, los antiguos marineros les obsequiaron con una mirada indiferente, por compromiso, y tan pronto su curiosidad sobre los tres hombres estuvo satisfecha, al identificarlos como posibles miembros de la tripulación, siguieron mirando hacia arriba.

Seguro que es algo relacionado con el preso ese que han traído. Ya verás. - Sentenciaba uno de ellos mientras daba una profunda calada a su pipa. 

¿Tú crees? - Preguntó su compañero. Ahora lo veremos. ¡Ey oigan! ¿Qué demonios pasa ahí dentro? - Preguntaron a Morwing y sus compañeros mientras estos subían por la pasarela que instantes antes había utilizado Ogna. 

El Hijo de Thuran distaba mucho de ser tan grande como el Trueno del Mar pero no por ello era un barco pequeño. Con sus tres cubiertas y dos altísimos mástiles era un enemigo a tener en cuenta en alta mar. Una vez los aventureros estuvieron a punto de alcanzar la cubierta principal al instante notaron como eran varios los soldados que corrían en busca de las escaleras para acceder a los niveles inferiores incitados por un hombre. Se trataba de Tantases Degrull, hijo de Thuran, un hombre joven para ser capitán de navío pero no por ello menos experimentado que muchos hombres más mayores de su tripulación. Con sus casi dos metros de altura, parche en el ojo, cabellos pelirrojos y unos brazos extrañamente largos que le daban un aspecto simiesco, era la auténtica definición de capitán pirata. Vociferaba órdenes a diestro y siniestro desde el quicio de la puerta de su camarote. 

¡Vamos panda de hijos de puta! ¡Traedme sus tripas ya mismo!

Tras su primer ataque, el pirata, aún aturdido por los dos flechazos de Losse, falló estrepitosamente su intento de dañar a Zanc, cosa que aprovechó Kormack para darle su final. Sin embargo, uno de los piratas que portaba una espada y una daga, le lanzó ésta última al explorador, surcando el aire hasta que penetró en su piel. A pesar del poco daño sufrido, el pirata dio una orden al arma y ésta inoculó un potente veneno sobre el elfo, aunque, por suerte para él, lo resistió. Ese ataque podría haber supuesto la muerte del elfo de no ser por la resistencia que mostró en ese instante.

Tras haber salvado su vida, Losse se enfureció y, al igual que un animal acorralado, sacó lo mejor de sí. Podría ser que aquel pirata que le atacó pudiera tener aún algún as en la manga más, pero la verdadera amenaza para el explorador residía en el que se encontraba con una posición más retrasada. El hechizo que le había lanzado a Zanc ya lo había visto en Morwing y, si era capaz de eso, quien sabe con qué magia podría sorprenderlos. La primera flecha que le dedicó fue a parar al diafragma del filo del ocaso, a la par que la sangre brotaba con fuerza. El humano suspiró y, con los ojos inyectados en odio miró al elfo, pero éste aún tenía otra flecha más dispuesta para darle muerte. El proyectil se deslizó por los dedos del elfo a la vez que retrocedía con un paso hacia atrás y siguió la trayectoria con la mirada. Casi rozó a los dos piratas que se acercaban hasta la posición de los aventureros, pero finalmente la punta de la flecha se introdujo por la boca de su víctima en el breve instante en el que la abría para quejarse del dolor del último ataque. La vida del filo del ocaso había terminado con aquel proyectil que ahora asomaba también por la parte posterior de su cabeza. - ¿¿¿¡¡¡QUIÉN VA A SER EL SIGUIENTE EN CAER, MALDITOS HUMANOS!!!??? - Gritó el everlunita con rabia a sus otros tres atacantes.

Vamos... -  Dijo Thripsenan en su carrera hacia el gnomo que se encontraba sobre el cadáver de su camarada caído para darse ánimos. ¿Dónde está el resto? - Se preguntaba consciente de que aquellos aventureros ciertamente sabían luchar. Dicho ésto notó como las flechas de Losse pasaba cerca, tal vez demasiado cerca, de sus cabezas. ¡Hay que acabar con ellos ya! ¡AYUDA AQUÍ ABAJO! - Gritó en el momento de trabar combate contra Zanc. No había tiempo para medir la táctica de su rival con lo que optó por un ataque simple y directo, sin florituras, contra el pecho del pícaro. Puede que se debiese a la precaria posición de Zanc por hallarse sobre un cuerpo desangrándose o debido al humo, pero el caso es que la espada no encontró problema ninguno en alcanzar a su contrincante abriéndole una fea herida en el pectoral, muy cerca del corazón.

Su compañero venía tras él sin embargo listo para abalanzarse sobre el pequeño adversario pero las palabras de aquel que había intentando envenenar a Losse llegaron antes. ¡Déjamelo a mi! ¡Mata al elfo! - Era mucho más fácil decirlo que llevarlo a cabo. Tanto él, cuando atacó a Zanc, como aquel que había cambiado de contrincante para lanzarse a por el explorador, erraron sus ataques estrepitosamente . Ello daba otra oportunidad más a los aventureros para hacerse con el control de la bodega; y de hecho era más que necesario que así fuese puesto que el denso humo negro amenazaba con asfixiarlos si no se daban prisa en salir de allí.

Ogna había visto a Morwing y los demás acercarse al Hijo de Thuran disfrazados de piratas. Así estaba claro que iban a poder llegar hasta la cubierta pero, una vez arriba no sabía cómo iban a arreglárselas para que el aguerrido capitán pirata no los despedazara vivos. Sin embargo ahora no podía pensar en todos ellos. Tenía un objetivo claro que era llegar hasta Losse para poder ayudarlo. Los otros sólo tenían que armar un poco de jaleo para facilitarles las escapada. Era consciente de que la invisibilidad era uno de los hechizos más poderosos que conocía y que, por lo tanto, debía aprovecharlo al máximo. Se movió rápidamente por la cubierta plagada de obstáculos del barco. Daba prioridad a la velocidad frente al sigilo, pues estando invisible pocos podrían sospechar de su presencia allí. En una de sus manos llevaba la estatuilla del perro de ónice que se habían encontrado en la fortaleza y la otra libre por si acaso tenía que desenfundar a Vishna.

Tan sólo los hombres que cargaban el barco se percataron del paso de los tres aventureros aunque, creyendo que eran de la tripulación, simplemente hicieron preguntas para matar su curiosidad por lo que estaba ocurriendo. – Pronto lo averiguaremos, ¡vosotros seguid a lo vuestro!, contestó Morwing sin apenas detenerse.

Llegados a la cubierta principal, los piratas se agolpaban para descender al nivel inferior dónde presumiblemente estaría el resto del grupo. Por encima de todos ellos destacaba la figura de un grandullón que repartía órdenes a diestro y siniestro. Sin duda se trataba del capitán del Hijo de Thuran.

- Vayamos por allí, dijo Morwing indicando la parte de su derecha. Ese acceso a la cubierta inferior estaba menos colapsado y así evitarían cruzarse con el capitán ante la posibilidad de que sospechase algo sobre ellos. – Preparaos…

Cuando el lagarto pasaba a su lado Kormack ni si quiera lo miró sólo dijo - Coge mi arrrmadurrra, acérrrrcala... - luego la cogería el enano, pero ahorrarse el viaje era crucial a la hora de escapar con vida. El gnomo le pasaba una poción que engulló como un animal. Se limpió lo morros con la mano y fue presto a coger el espadón que había tirado el gnomo. Cogía el arma cuando la pócima comenzaba a hacer efecto - IIAAAaa aaAAAH! - Se quejaba el enano al ver como su cuerpo comenzaba a petrificarse, su piel se volvía dura y el mal genio afloraba en su corazón. Hazme un hueco! - Dijo al gnomo mientras daba un par de golpecitos a su hombro.

-Arghhhhh- El Gnomo emitió un gemido de dolor al ser alcanzado en el pecho, aunque la herida era profunda, distaba mucho de ser mortal, -Rápido!-  susurró a la vez que sus botas emitían su acostumbrado brillo plateado,con mirada repleta de saña y su acostumbrada sonrisa dio un salto lateral y un giro en el piso mientras evitaba los embates de los enemigos. Finalmente de un salto giratorio terminó a la espalda de uno de ellos, el que parecía el más frágil, para ese momento Kormack ya había tomado su anterior posición. brindándole un flanqueo perfecto para el pícaro, quien clavó profundamente su Daga-Espada en el costado de su rival, manchando el piso de la sangre que manaba por la herida recién abierta. -

La muchacha dejó que dos piratas, que hasta entonces habían vigilado los alrededores desde el mascarón de proa, descendiesen los escalones hacia la cubierta de batalla.  Tan pronto aquellos hombres de sucios rostros y barbas desaliñadas descendieron por los escalones de madera Ogna fue tras ellos manteniendo una distancia prudencial por si se detenían bruscamente. Tras una docena de pasos llegaron hasta un espacio amplio, muy ordenado para lo que podría pensarse de unos piratas, y con varias balistas que apuntaban hacia el exterior tal y como había visto en el Trueno del Mar días atrás.

Para entonces el fuego que devoraba las entrañas del barco era ya incontrolable y el denso humo negro que ascendía a través de los tablones del suelo, así como de los huecos para introducir mercancías a las bodegas, contaminaba el aire haciéndolo irrespirable.  Aquellos dos hombres que la precedían se detuvieron de pronto frente a una puerta a mano derecha de las escaleras que había utilizado para bajar.  Un vistazo al otro extremo de la estancia fue suficiente para distinguir entre el humo las figuras de otros piratas aguardando frente a otra puerta. 

¡No, no! Aquí, los esperaremos aquí. No hay escape de las bodegas si no es por aquí o por lo huecos de carga. Tienen que salir por aquí. ¡Preparad las ballestas! - Gritó uno de los hombres a su lado tanto a su compañero como a aquellos que aguardaban en el lado opuesto de la cubierta. ¡Tienen que subir si no quieren morir asfixiados! ¿Me oís? ¡Estad listos!

Lo que debía haber sido una incursión silenciosa se transformaba con cada pirata que se incorporaba a la refriega en una batalla campal con un campo de batalla que, tanto para bien como para mal, acabaría en el fondo de la bahía. Sólo faltaba por conocer si sería con sus cuerpos dentro de aquel cascarón de madera. Si era cierto, y a todas luces lo parecía, que desde las bodegas no había escapatoria posible entonces Losse, Zanc, Cuinthere y con menor importancia para la muchacha, por no decir ninguna, Kormack habían caído en una trampa tejida por ellos mismos. Unos ruidos en las escaleras cercanas sacaron a Ogna de sus pensamientos. ¿Se tratarían de sus compañeros subiendo a la carrera? Los piratas llevaron sus ballestas al hombro y apuntaron hacia el hueco. Sin embarco cuán grande fue su sorpresa cuando un caballo, seguido por una cabra y dos gallinas aparecieron bufando y a la carrera sin detenerse ante los piratas.

¡CUIDADO! - Gritó alguien del otro lado que tuvo que apartarse de la trayectoria de dos cerdos, y un par de ovejas que huían despavoridos también. ¡NO OS DISTRAIGÁIS! - Continuó dando órdenes quien parecía estar al mando y que en ese momento se esforzaba por espantar a los animales para que subiesen a la cubierta principal.

¡Iiiiiiiiiiii! - Gritaba un asustado Cuinthere a medida que atravesaba las negras nubes de humo y esquivaba los animales asustados que corrían despavoridos. Aquellos que viniesen desde las cubiertas superiores o estuviesen pensando en bajar hasta donde estaban ellos para unirse al combate lo que menos esperarían encontrarse en las escaleras sería una vaca o un caballo. Por fin el Kobold alcanzó la mesa dónde los cadáveres de tres piratas yacían muertos a cada cual de una manera más horrible. El reptiliano apartó la mirada para obligarse a concentrarse en la búsqueda de sus pocas posesiones. Cuando por fin encontró su mochila, su petate y el resto de posesiones de Kormack saltó de alegría. ¡Señores, señores amigos! ¡Lo encontré! - Sin embargo el kobold se vio obligado a bajar la voz. Ruidos y voces escaleras arriba le hicieron recapacitar seriamente sobre gritar de esa forma a sus compañeros.

TURNO 3

Los estibadores ni siquiera replicaron tras la brusca respuesta del supuesto pirata del Hijo de Thuran dejando a los tres aventureros alcanzar la cubierta principal para desaparecer de su vista. Tan pronto pisaron los viejos tablones del barco fueron conscientes tanto del olor a quemado que provenía de las entrañas del barco como del estado de nerviosismo de los piratas. La mayoría de ellos corrían en dirección a la cubierta de batalla, el nivel inmediatamente inferior a donde Morwing, Davros y Allen se hallaban en ese momento.

Corrían en dirección a las escaleras del mascarón de proa, para seguir los pasos de dos tripulantes que se habían adentrado antes que ellos, cuando una voz a sus espaldas los hizo detenerse un instante. !EH¡ ¡VOSOTROS, HIJOS DE PUTA MALNACIDOS!  Nunca pensé que tuvieseis los huevos de venir a mi propio barco...pero veo que me equivoque. - Dijo sonriendo a la par que del mismo interior de la habitación, apoyado contra la puerta, elevaba un gran espadón. ¡Aquí! - Indicó a los hombres que vigiaban desde la posición superior.