La cara de Ghuelbort ya de por sí pálida adquirió un tono aún más blanco si cabe cuando se vio atrapada por la misma clase de pegamento que había lanzado sobre Zanc. Mierda... - Maldijo por lo bajo cuando pisó aquella sustancia quedando anclada al suelo como un árbol. Ahora sí que la hemos preparado bien... - Pensó dándose cuenta de la situación en la que se encontraba al ver acercarse al gnomo. Por suerte éste, también impregnado por el pegamento, prefirió poner distancia de por medio con respecto a Kalat.

El minotauro llevado por el frenesí permanecía ajeno a las llamas que devoraban el duro pelaje de su pierna derecha. Pasó a través de las cajas y de la unión de uno de los mástiles con el casco del barco para localizar a su presa. 

¡AHÍ ESTÁS! - Exclamó al distinguir al gnomo al otro lado de la pila de cajas. Con un movimiento tan rápido que sorprendía para lo grande de su tamaño el minotauro lanzó el hacha de arriba a abajo alcanzando a Zanc en un hombro. Sólo gracias al hechizo que permanecía activo sobre él y que endurecía su piel conservó el brazo en su sitio. Kalat no estaba dispuesto a parar y aunque las cajas le impedían atacar con soltura intentó de nuevo cortar por la mitad al pequeño pícaro. No lo consiguió, así como tampoco alcanzó a ensartar en su cornamenta al afortunado Zanc, quien veía como sus posibilidades de sobrevivir se reducían por momentos.

La estocada de Allen al más adelantado de los piratas que se aproximaban hasta Davros y el paladín de Tyr acabó por pararlo en seco. Con un gruñido y una mueca de dolor consiguió separar su hombro de la hoja del espadón la cual se había quedado firmemente clavada en la clavícula. Aún herido el hombre prefirió no darse por vencido. Con una pasada lateral de su espada larga intentó alejar al su oponente acorazado pero tanto esa como la espada de su camarada, que se había unido a la refriega con más miedo que vergüenza, acabaron siendo interceptadas por el espadón del paladín en un único movimiento.

Tras los dos piratas, y aprovechando el caos reinante, otro hombre mayor con nariz ganchuda y con un ojo solamente  se deslizó tras sus camaradas para aparecer junto a Davros. El bárbaro, sumido en el frenesí de la lucha, ni siquiera se percató de la presencia de ésta hasta que su espada alcanzó su brazo izquierdo a la altura del codo.  Lo que debería haber sido un motivo de alegría acabó convirtiéndose en un instante de pánico al ver como no sólo no había cortado el brazo de Davros si no que ahora había atraído su atención hacia él. ¡AYUDA AQUÍ SE ESCAPAN LOS PRISIONEROS! – Gritó en un vano intento de que llegasen refuerzos antes de que la espada del bárbaro lo cortase por la mitad.

Al otro lado del muelle las cosas tampoco pintaban de forma favorable para los sorprendidos piratas. El que más atónito se encontraba era un muchacho joven de no más de veinte años que se veía rodeado por multitud de presos enfurecidos. Sin dudarlo se lanzó sobre Saracler que se hallaba tan sorprendido como el joven por la súbita desaparición del enano. Sólo fue una cuchillada mal dirigida lo que el oficial recibió en la cara pero cerca estuvo de hacerle perder un ojo, dejándolo con media oreja colgando y una herida en el lateral del cráneo que tendría difícil sanación si no era mediante remedios mágicos.

Otra flecha más surcó el aire entre el Trueno del Mar y el Muelle Mayor y esta vez la fortuna sonrió aunque de manera leve al pirata que se encontraba en el puente de toldilla. Había apuntado al elfo del temible arco con sumo cuidado pero justo cuando iba a disparar la aparición de Kormack en el barco acabó por desconcentrarlo. La flecha salió despedida a una velocidad increíble pero sólo ocasionó un rasguño en el cuello de Losse.

El enano por su parte tenía como había deseado un enemigo para él sólo. Su contrincante, un Iluskano de rostro fiero y malas pulgas, no era un hueso fácil de roer pero Kormack tampoco lo era. Con un puñetazo sobre la hoja de ls espada que se dirigía hacia el enano pelirrojo éste desvió la estocada hacia un lateral. Frente a frente ambos enemigos se examinaron durante unos instantes sabedores de que la situación, tanto para uno como para el otro, no estaba para fallos.

Para cuando el Gnomo se percató de la arremetida del minotauro fue demasiado tarde, como pudo intento esquivar el enorme Hacha, pero ésta le provocó una herida que lo hizo gritar de dolor -Ahhhhhrgg!- gracias al efecto de la pócima pudo conservar el brazo, la bestia levantaba su hacha una vez más, pero gracias a las cajas pudo evitar un nuevo corte pegandose a ellas mientras veía cómo el filo del hacha golpeaba contra el suelo, entonces Zanc aprovechó para lanzarse contra Ghuelbert, esa maldita parecía mucho más frágil que aquella mole de pelos, pero no esperaba un tercer ataque, el cuerno de la bestia rozó la cabeza del Gnomo, levantando levemente sus cabellos por la fuerza con la que había lanzado la cornada... -Ahora es mi turno.... "Eres mía pequeña!"- Exclamaba Zanc repitiendo las mismas palabras que segundos antes le había dedicado la asesina, a quien le había afectado mucho más el pegamento y parecía no poder moverse, el filo de su Daga-Espada se clavó en medio de sus pechos, llegando hasta el esternón y pasando muy cerca del corazón... Conteniendo el dolor, le dedicó una macabra sonrisa a su víctima mientras sacaba el filo ensangrentado de su pecho. -¿Seguimos con el juego?- Exclamó con tono burlón a la vez que se alejaba de aquella bestia peluda y cornuda y observaba cómo las llamas se intensificaban en su pierna -Parece que al Cornudo le gusta jugar con fuego- continuaba provocando a sus oponentes, quizás debido a la adrenalina del combate estaba experimentando aquella sensación de sadismo, de querer jugar con sus víctimas antes de matarlas y disfrutar viendo como dan su último aliento.

Losse miró a su derecha, para contemplar como Davros había masacrado a tres enemigos en un abrir y cerrar de ojos. Ogna, por su parte, aprovechó la debilidad de su anterior blanco para darle muerte. El apoyo de la humana cada vez era más importante en el grupo, así como la magia de Morwing, gracias al cual Kormack terminó en el interior del barco mientras uno de los piratas tomaba la antigua posición del enano. El otro arquero que se encontraba en el barco, disparó a Losse con una gran puntería y el elfo poco pudo hacer para esquivarlo. Ese proyectil había alcanzado su cuello, provocándole una nueva herida, aunque nada que hiciera peligrar su vida.

En el muelle, al menos por el momento, la situación parecía más o menos controlada ya que el explorador de Everlund acababa con la vida de aquel que osó herirle con un par de flechazos que terminaron incrustándose en el pecho y la garganta del repugnante humano. Volvió a virar la cabeza para comprobar el estado de sus compañeros y, si bien aún combatían, daba la sensación que finalizarían con ellos en un par de espadazos.

Allen pasó por su derecha para prestar una ayuda siempre bien recibida. Por un momento, pensó en correr hacia el barco para acelerar la huida de esa maldita isla, volvió su cabeza sólo un instante, pero no podía dejar allí sólo al paladín y decidió hacer lo más lógico, cuando volvió a mirar al frente, una estocada golpeaba su brazo izquierdo, a la altura del codo. Uno de los piratas había avanzado más rápido de lo que pensó en un primer instante y se encontraba a su lado. - Un rasguño, nada más - Se decía a sí mismo, poco a poco iba asimilando que el estado en el que se sumía en ocasiones, bajaba sus defensas para poder desarrollar toda la brutalidad de sus golpes, como pudo demostrar aquel pobre e infeliz tuerto que pedía ayuda en vano, sólo un parpadeo de su único ojo duró su esperanza de que alguien le ayudase, tras dar un pequeño paso hacia sus enemigos y ver claramente dónde debía golpear, Davros asestó un terrible mandoble, de arriba a abajo, que penetró por el hombro izquierdo y salió por la ingle, las dos mitades del pirata se fueron separando mientras caían al suelo, los ojos de Davros, ahora sí, inyectados en sangre, se posaron en uno de los que luchaba con Allen, por desgracia, su arma quedó clavada en la madera del muelle un segundo, justo lo suficiente para que su objetivo se percatara de su compañero destrozado y de las intenciones del bárbaro. Cuando quiso lanzar su segundo ataque, el pirata, ya preparado, sólo tuvo que retroceder levemente para esquivarlo sin ninguna dificultad.

- ¡Eh tú, Cunta! Si quieres salir de ahí ya, dilo, creo que nos han descubierto... - Dijo al saco de su espalda, inclinando levemente su cabeza.

TURNO 3

¡Es mío! ¡Es mío! – Exclamó con nerviosismo Aldwen cuando el segundo garfio preparado por Yubian alcanzó la parte más alejada de la pasarela. Oficial y pirata, colaborando juntos gracias al hechizo de Morwing, consiguieron atraer lo suficiente el pesado tablón hasta el embarcadero donde Jeff-Ventasol y Ley'char ayudaron a izarlo.

¡Vamos, no hay tiempo que perder! – Gritó la curandera apartándose hacia un lado para permitir a sus compañeros más fuertes colocar la pasarela contra el costado del barco. Como no había tiempo que perder desecharon la idea de colocarla en la posición que había ocupado cuando fue lanzada al mar para situarla frente a las balistas. ¡Ahí está bien! ¡Aguantará, no os preocupéis! –

Con la muerte del segundo arquero, esta vez a manos de Losse, la posibilidad de que volviesen a lanzar al agua el único acceso al barco era remota puesto que los oficiales confiaban en que Kormack lograría deshacerse de su contrincante de un momento a otro. Los primeros hombres en acceder al barco lo hicieron entre gritos de alegría y a la carrera abriendo el camino al resto de compañeros que se hacía cargo de los heridos.

Sólo cinco oficiales hicieron caso omiso a las voces de sus camaradas al abordar el Trueno del mar. Su odio y frustración tomaron el control de sus acciones y el muchacho, que tan sólo un segundo antes había estado a punto de dejar ciego de un ojo a uno de ellos, se convirtió en el blanco común en el que poder descargar su ira. La punta de una bisarma se hincó profunda en su vientre mientras que la punta de una lanza entraba por la parte trasera de su pantorrilla. Estaba perdido y lo sabía. Quiso lanzarse al mar para escapar de aquella turba enfurecida pero no tuvo oportunidad de ello. Phernangrim se las arregló para abrirse paso entre sus compañeros de filas y lanzar un tajo hacia cabeza del muchacho. Tan fuerte fue el golpe que el arma quedó encajada en el cráneo y acompañó al joven pirata al fondo de la bahía cuando fue empujado del embarcadero.

¡Vámonos de aquí amigos! – Animó a sus compañeros de forma exultante por haberse cobrado una pequeña deuda de sangre de los hombres de Todler.

Kliger se incorporó manteniendo la vista en el suelo para salir en pos de sus compañeros. Sin embargo, antes de dejar el muelle por delante de Morwing, el mago lanzó una mirada acusatoria sobre el hechicero. No, no está con ellos. Le sacaron del barco junto a nosotros y se llevaron a él y a Fyumir a otro lugar. Sólo nos devolvieron el cadáver de nuestro primero de a bordo por lo que aún deben tener a nuestro capitán ahí dentro…

Pero claro…no es un aventurero…- Susurró dejando la frase en el aire para hacer saber al hechicero su enfado por aquella huida en la que abandonarían a quien había arriesgado todo por traerlos hasta allí. Dicho esto el mago corrió hacia el Trueno del Mar aunque al llegar al puente de toldilla se detuvo mirando hacia el Skirganden con cara de extrañeza. 

Allí a lo lejos distinguió a varios hombres corriendo por la cubierta en dirección a la catapulta de babor. Mierda...

!Vamos, vamos! - Apremió a los aventureros. - ¡Hay que salir de aquí cuanto antes!

Necesito llegar a mis aposentos para sacar a nuestro barco de aquí... - Comentó a dos de sus camaradas. Éstos, consternados por las palabras de Kliger, preguntaron casi al unísono. ¿Y...y el capitán?

Venga, haced lo que os digo... - Contestó sombrío.

Ghuelbort apretó los dientes en el momento que el gnomo retiró la espada con un brusco tirón hacia atrás. Su visión se nublaba y sus fuerzas la abandonaban al ritmo que marcaba la sangre que manaba de esternón. Con dificultad conseguía llenar sus pulmones de aire. Un gorgoteo resonaba en su garganta intentando en vano gritar alguna clase de maldición. Las pocas fuerzas de las que disponía las invirtió en intentar separar sus pies del suelo pero al agacharse el dolor se hizo tan insoportable que hubo de desistir en su intento.

Su compañero de vigilancia pasó a su lado ignorándola por completo estando incluso a punto de arrollarla en su avance impetuoso hacia el gnomo. Tan invadido por la rabia se encontraba el minotauro que hasta las llamas que se extendían por su cuerpo convirtiéndolo en una bola de llamas andante eran obviadas en su mente.

Nubes de vapor surgían de su hocico mezclándose con el humo proveniente de su pelaje así como el que se extendía de la llamita yesquera que Zanc había activado instantes antes. Con cuatro zancadas el monstruo se colocó frente a Zanc notando el gnomo el calor de las llamas cerca de su rostro. El hacha volvió a rasgar el aire a la velocidad del trueno impactando en el muslo del bribón haciendo que más esquirlas mágicas saltasen por los aires.

Aquellos momentos de confusión fueron aprovechados por algunos de los marineros liberados por Zanc para desatar a sus compañeros. Vamos, vamos, daos prisa… - Apremiaban a medida que intentaban desatar las cuerdas que los aprisionaban. Su preocupación era doble puesto que si el gnomo no lograba acabar con sus vigilantes los próximos en caer serían ellos. Además las pisadas que se escuchaban en la cubierta indicaban que los piratas que se encontraban en la cubierta de batalla corrían en dirección a las escaleras. ¿Sería para bajar a por ellos o estaría Zanc en lo cierto de que sus amigos venían en su rescate?

-Me han descubierto!...(jadeos) Estoy enfrentando al minotauro y a una asesina, no se sí pueda resisitir mucho, esa mole de pelos y cuernos es una bestia imparable!... (más jadeos) Necesito ayuda aquí pronto!-

En cuanto vio caer el cuerpo del pirata por su certero disparo se apresuró a recuperar a Vishna del húmedo suelo.

Perdón, perdón, perdón, perdón.- Se apresuró a disculparse con su amado y caprichoso estoque. En cuanto lo recogió se sintió sumamente aliviada y fue entonces cuando se percató de que los oficiales del Trueno del Mar habían recuperado la pasarela y comenzaban a pasar al interior de su barco. Ya estaban más cerca. Los piratas que les acosaban en la retaguardia eran un puré de vísceras, carne desgarrada y sangre, fruto, como no podía ser de otra forma de Davros, con la ayuda de Allen. 

Zanc se puso de nuevo en comunicación con Ogna y esta vez no era el alegre y dicharachero gnomo que conocía. Jadeaba como un perro apaleado lo cual preocupó a la porta-antorchas. Al parecer se estaba enfrentando con un minotauro y una asesina.¡Qué locura! Zanc ya le había comentado lo del minotauro pero no le había dado credibilidad alguna, había pensado que fantaseaba o que quizá un mago se hubiera apoderado de su mente. Mientras seguía recitando su poesía, intercalaba versos para advertir a sus compañeros de que el gnomo requería ayuda urgente.

El valiente gnomo necesita ayuda

se enfrenta solo a su posible verduga

está solo y todos sabemos que es duro

pero ella cuenta con la ayuda de un...minotauro.

Esperaba que todos percibieran la urgencia de la situación que trataba de imprimir en su interpretación. No era fácil en el caos de un combate hacerlo adecuadamente, pero Ogna estaba acostumbrada. Miró a Losse mientras se mordía el labio. ¿Un minotauro? Ella no se atrevía a enfrentarse a algo así, pero algo tenían que hacer.

Allen vió cómo Davros era herido en su brazo por uno de aquellos infelices, sin duda el bárbaro se había confiado después de su escabechina inicial. -Acabemos con ellos y corramos hacia el Trueno del mar, parece que tenemos vía libre- comentó a su compañero instándole a terminar con rapidez con su oponente.

Mientras comentaba la acción a seguir con Davros, el paladín volvió a preparar su ataque, esta vez y dada las circunstancias en las que combatía, impedido por su propio compañero y por un barril y diferentes aparejos que tenía al lado, decidió levantar sobre su cabeza la gran espada que portaba para así no sentirse incómodo a la hora de lanzar su ataque. Este llegó con un grito que le hizo dar aún más potencia a su mandoble que, para desgracia del pobre infeliz, impactó de lleno contra el hombro del pirata quien instantáneamente cayó desplomado al suelo sin vida, dejando que su brazo, amputado, alimentase a los peces que se congregaban en la parte inferior del puente de madera donde se encontraban.

-Te veré en el barco- dijo mientras se volvía para, una vez esquivado un torpe intento del pirata que combatía con Davros de atacarle, correr hacia el Trueno del mar

La pronta colocación de la pasarela provocó cierto alivio en Morwing, que sólo se vio enturbiada por las palabras detractoras de Kliger hacia él. El hechicero aunque raro en él, consciente que Kliger no era un ingenuo más al que podría convencer con su palabrería, intentó con aquella pequeña “mentirijilla” quitarle de la cabeza sutilmente cualquier idea de volver a atrás a por Hasler, pues Morwing le hubiera contestado gustosamente que en esos momentos el capitán del Trueno del Mar le importaba lo mismo que una cagada de pájaro.

Así pues, Morwing le contestó con un movimiento de hombros primero y con un gesto amenazante después ante la mirada acusatoria del mago. – Maldito mago desagradecido…

No tenía pinta de acabar nada bien ese cruce de miradas cuando algo en el Skirganden llamó la atención de Kliger y le hizo salir corriendo hacia el barco en busca de sus aposentos. Morwing se giró para ver que había alarmado tanto al  mago y contempló como la catapulta del barco de Todler amenazaba seriamente al Trueno del Mar. – ¡MIIIIIIERDA!, exclamó alterado el hechicero – VAMOS, RAPIDO SUBID TODOS A BORDO… ¡VOSOTROS!, dijo refiriéndose a los primeros oficiales en ascender por la pasarela, - ¡¡¡A LAS BALLESTAS!!!, HAY QUE EVITAR QUE DISPAREN AQUELLA CATAPULTA.

Tras dar la orden de ataque, como si del mismísimo Hasler se tratase, Morwing se aproximó hacia Davros y Allen que continuaban despedazando enemigos a diestro y siniestro. El hechicero extendió los brazos y tras pronunciar las palabras correctas, sus manos comenzaron a desprender intensas chispas cobrizas que a pocos metros hicieron brotar del suelo pequeñas puntas afiladas y casi inapreciables. – Si vienen más, esto los retrasará…

- ¡DAVROS, ALLEN, RÁPIDO, HAY QUE SUBIR AL BARCO YA!, gritó moviendo los brazos alarmando a sus compañeros. Acto seguido salió corriendo en dirección al barco. – Yubian, tú conmigo, ¡vamos!. 

El pirata que quedaba en pie combatiendo contra Davros respiró aliviado por un instante al ver cómo Allen corría en dirección al Trueno del Mar. Aún así, cuando el paladín mostró su espalda al girarse sobre sí mismo el hombre intentó alcanzarle con una estocada demasiado apurada. La punta del arma tan sólo rozó el metal de la armadura sin ocasionar daño alguno aunque, una vez en esa posición, el pirata sólo tuvo que girar levemente el filo y cambiar de trayectoria para cortar en la pierna a Davros, quien ya se preparaba para dar su castigo sobre el osado hombre. Aún así la herida, que no revestía gravedad, era la segunda que recibía el bárbaro a manos de aquellos hombres.

Al otro lado del Muelle mayor, en el Skirganden, el movimiento de la catapulta, lento pero preciso, indicaba que los operarios de la misma se encontraban junto a ella orientándola hacia el Trueno del Mar. Un disparo directo de semejante artefacto bien podría hacer un agujero en el casco de la nave o destrozar a una persona aunque, para consuelo de los aventureros, no se recargaba tan fácilmente como un arco. 

TURNO 4

La sonrisa se borró del rostro de Zanc al ver a aquella mole cornuda lanzarse hacia él sin inmutarse siquiera por las llamas que ya empezaban a cubrir su torso. -Me va a matar- Pensó por unos instantes cuando levantaba nuevamente su hacha y la dejaba caer pesadamente mientras de su boca salía espuma, parecía poseído, estaba claro que no se detendría hasta acabar con el Gnomo, pero éste, de alguna manera, logró moverse en el último instante y el filo del hacha golpeó en su pierna -AArrrggghhhh! MALDICIÓN- Espetó en un grito para después moverse con dificultad debido a sus heridas y al pegamento que cubría partes de su cuerpo, debía alejarse de aquella bestia y darse un respiro si quería salir de allí con vida.

Colocando su espalda contra unos barriles cercanos a las escaleras, Zanc tomó aliento mientras comunicaba en un susurro a Ogna. -Me han descubierto!...(jadeos) Estoy enfrentando al minotauro y a una asesina, no se sí pueda resisitir mucho, esa mole de pelos y cuernos es una bestia imparable!... (más jadeos) Necesito ayuda aquí pronto!-

El rugido de la bestia lo hizo alertarse nuevamente, mientras observaba por en medio de las cajas como se disponía a lanzarse nuevamente contra él.

Al ver como todos entraban como ratas para matar a su presa el enano optó por descuidar la guardia, sabía que la jugada era arriesgada pero aún así decidió llevarla a cabo. Su hacha se clavó en la cadera y por poco no mordió también la columna dejando a su presa en el sitio en dos trozos igual de grandes. Lo cierto es que debido a ese el descuido su ataque fue erróneo y no pudo subsanarlo ni con la rapidez de sus nuevas botas. Tras ello recordó que era bien sabido que las prisas eran malas consejeras...

Con un bufido de frustración veía como el escurridizo gnomo lograba escaparse de sus garras cuando ya parecía tenerlo arrinconado. A su espalda, perdiendo cada vez más sangre y sin lograr despegarse del suelo, la asesina duergar comenzaba a desesperarse pues veía que su gigantesco compañero parecía tener más dificultades para cazar a Zanc que las que en un primer llegó a imaginar.

¡Vamooos! Por favor Señora de la Invisibilidad sácame de esta…no dejes que tu fiel servidora muera en este triste barco de mala muerte. – Pedía a su diosa Duerra de las Profundidades con la fe que sólos los que están a punto de morir profesan. Ni por esas. No hubo forma de levantar los pies ni un centímetro pese a tirar con todas sus fuerzas. Odiaría tener que pedir ayuda a Kalat pero lo hubiese hecho si no fuese porque el minotauro, al hallarse en un trance de furia incontrolable y convertido en una bola de fuego con patas, no le haría el menor caso.

En efecto,  Kalat Kassor se veía a sí mismo como un estúpido corriendo detrás de aquel ser tan pequeño. Además de eso había que añadir que el fuego, pese a toda la adrenalina que corría por sus venas, prácticamente había envuelto todo su cuerpo y el dolor era difícil de ignorar llegado a ese punto. Aun así el monstruoso ser astado no se lo pensó dos veces en seguir con su acoso y cuando Zanc buscó cobijo entre una pila de cajas el minotauro lo vio claro.

¡MUERE SUCIA RATA! – Maldijo ejecutando un barrio con ambas manos que se llevó por delante cajas, barriles y al valiente bribón. El impacto fue brutal. Las defensas mágicas de Zanc sencillamente se vieron sobrepasadas por la potencia del golpe y el hacha logró alcanzar el pecho de lleno. El pícaro rubicundo voló de forma literal para acabar estrellándose contra una pila de cajas que contenían patatas, cebollas y ajos. Una lluvia de legumbres y tubérculos cayó sobre el pícaro que yacía semienterrado por las cajas y tendido sobre un charco de su propia sangre.

Si aquel combate se hubiese desarrollado en otro lugar y bajo otras condiciones Kalat hubiese decapitado al pequeño que tantos sufrimientos le había dado pero el minotauro tenía otras cosas de las que preocuparse: un fuego que extinguir, unos prisioneros que atrapar y, para colmo de males y según los gritos de los piratas de las cubiertas superiores, unos aventureros que asesinar.

La última estrofa de Ogna contaba el peligro en que se encontraba el gnomo - ¡Un minotauro! - Confiaba en que Zanc podría escabullirse de esa situación, pero no quería dejarlo a su suerte. Justo después, Morwing apremiaba a Allen y a Davros para que subieran al barco, pero antes debía acabar con el estorbo que se erguía enfrente suya, el cual también acababa de hacer sangrar al bárbaro.

Quizás las excesivas prisas, quizás el nerviosismo reinante, quizás sólo la mala suerte, sin saber cómo ni porqué, la respuesta de Davros fue un potente golpe, pero desviado con extrema facilidad por su oponente. Tras su error, con la agilidad que le caracterizaba, se retiró del combate, adelantando a Allen en su lenta carrera al barco. No le preocupaba demasiado aquel pirata, urgía salir de la Boca de la Sirena y confiaba en que algún compañero u oficial acabase con él antes de que molestase al paladín.

Mientras todos corrían como si repartieran manzanas en el interior del barco, esas que hacía días que Losse no probaba y que tanto le gustaban, todavía quedaba un pirata en el muelle con ganas de combatir. Davros había fallado su último ataque, temiendo, quizá, que sus compañeros lo dejaran en tierra, y corrió hacia la pasarela dejando de lado a aquel pirata que anteriormente le amenazaba.

El explorador de Everlund, por su parte, no se había movido de esa posición desde que comenzó el combate y continuó en la labor de acabar con esos malditos humanos que tanto repudiaba. Se giró 90º hacia su derecha para fijar su nuevo blanco y, volviendo a dar muestras de la gran habilidad que tenía el elfo lunar con el arco, ensartó una flecha en el muslo de aquel hombre que lo perforó hasta tocar el fémur. El gesto de dolor y el alarido que soltó vino acompañado de otro impacto de flecha en su vientre. Por un momento se le cortó la respiración, pero, dando muestras de gran resistencia, consiguió finalmente aspirar una bocanada de aire que le indicaba que aún seguía con vida. - ¡Mierda! - Exclamó Losse con rabia. La canción de Ogna y su mirada de preocupación le habían hecho ver que Zanc no se encontraba en la mejor de las situaciones y éste era el momento en el que no debía fallar. Quizá Allen o algún otro de los aventureros lograría acabar con él, pero ahora llegaba el turno de subir por la pasarela.