Aquel jodido y testarudo gusano parecía no querer morir, de por seguro era que si Morwing hubiese tenido más tiempo le habría dedicado una muerte mucho más lenta y dolorosa…sin embargo no contaba con él, y el escándalo que estaba causando comenzaba a ser un serio problema.
Una vez más el hechicero emprendió el vuelo hacia aquel malnacido, en esta ocasión con una maniobrabilidad mucho más rápida y en picado mientras en su mano derecha comenzaba a formarse nuevamente un virote eléctrico. – Esta vez no fallaré…, se animó a sí mismo y cuando estuvo a la distancia oportuna, lanzó aquel orbe contra el guardia, que impacto justo en su nunca, acabando con su vida y los más importante, con aquellos gritos de socorro.
Sin tiempo que perder, el hechicero aterrizó a una distancia prudencial del cadáver y desenrolló uno de sus numerosos pergaminos. - Servant Nurtalë, terminó leyendo para dar forma al instante a una figura invisible y amorfa que se colocó frente al hechicero esperando órdenes. – Coge ese cuerpo, siervo…y arrástralo hasta allí…, ordenó con firmeza señalando una de las tumbas que aún permanecían vacías.
Mientras tanto, Morwing se apresuró a los restos de Eradack para comprobar sus pertenencias o al menos lo que quedaban de ellas…
Motivo: Toque a Distancia
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 9(+9)=18 (Exito)
Motivo: Daño
Tirada: 4d8
Resultado: 18
Conjuro de Ataque: NIVEL 1. Orbe Menor de Electricidad (descontado)
Conjuro tras Combate: NIVEL 1. Pergamino de Sirviente Invisible: 2 horas (Descontado)
**Posible idea. Registrar los cuerpos y apilarlos en algún hoyo ya cavado del cementerio con la ayuda del sirviente invisible. Después enterrarlos y marchar…
No fue difícil para el elfo encontrar un par de hoyos vacíos en los que introducir los cuerpos, sin embargo, llevarlos hasta allí era otro cantar. Esto fue especialmente dificultoso pues el sirviente invisible no podía más que arrastrar con lentitud cada cadáver y eso sólo con la ayuda del elfo hechicero. Así pues, sudando pese al frío reinante, ambos cuerpos fueron apilados y enterrados de forma somera por el sirviente invisible, labor ésta mucho más sencilla para cumplir.
Mientras dejaba a su sirviente haciendo aquella tarea repetitiva, Morwing cargó las pertenencias de Lord Eradack, que no era muchas pero sí muy pesadas, y se encaminó hacia aquella misteriosa propiedad que el difunto había comprado en el distrito central. No obstante, no se había alejado demasiado cuando escuchó los pasos de las patrullas de soldados corriendo en dirección al cementerio. No sabía nada de los magos encapuchados, pues estos raramente caminaban por las calles, pero imaginó que si estos habían llegado hasta el lugar del combate no les sería complicado saber qué es lo que había sucedido allí y mucho menos localizar los cadáveres. De aquellos hallazgos a encontrar al asesino no pasaría mucho tiempo si no se andaba con sumo cuidado.
Con esos pensamientos rondando su mente llegó hasta la torre desvencijada que recordaba de otros tiempos, cuando había caminado sin aquellas presiones sobre sus espaldas años atrás. Lo cierto es que no había cambiado en absoluto, seguía tal y como la recordaba: negra por la suciedad y torcida por el peso de los años como si de un viejo decrépito se tratase. Había sido construida en piedra y la única nota de color que la caracterizaba era el tejado de teja roja que coronaba su cúspide. Por las troneras y ventanas que poseía Morwing contó cuatro plantas por encima del nivel del suelo, aunque no descartó que bajo ella existiese una planta baja. No conocía la historia de aquella construcción ni quienes habían sido sus dueños con anterioridad, algo que le habría valido para hacerse una idea de qué podría encontrar en su interior y cómo sería su distribución. Lo primero, como medida provisional, volvió a conjurar un par de hechizo que nunca estaban de más cuando uno se adentraba en lo desconocido y, si en aquel lugar había estado viviendo Ethegax, cualquier precaución era poca.
Tras recoger todo lo que sus víctimas podían llevar de valor y asegurarse de complicar la tarea para identificar los cadáveres en el caso de ser descubiertos, Morwing, acompañado de su nuevo “amigo invisible” partieron hacia la torre del Distrito Central tomando un pequeño atajo para así apurar al máximo el conjuro volador del hechicero y evitar posibles miradas ajenas.
Al llegar a su destino, la enigmática torre parecía haber quedado exenta del paso de los años. En el mismo instante en que la vio supo que se trataba del lugar donde presumiblemente Eradack Filguien había mantenido escondido a Ethegax durante los últimos días.
Que los datos obtenidos llevasen a pesar que el Babau ya no se encontraba allí, no fue motivo para que el hechicero no tomase serías precauciones antes de hacer uso de la llave que abriría las puertas hacia lo desconocido. Así pues, y tras varios conjuros de protección, el hechicero, escoltado en todo momento por la figura invisible hizo girar la llave del portón… los músculos del hechicero se tensaron con cada chirrido de la puerta, y tras comprobar que no estaba siendo observado por nadie, se aventuró a entrar…
Conjuros antes de entrar:
- Ver lo Invisible (Pergamino descontado)
- Cuerno de Protección contra el mal. (Uso diario descontado)
**Creo que el aura mágica de Nystull sigue activo, si no es así utilizo también uno con guantes de arcanista. (3 días más sería...)
Pese a la humedad reinante en el exterior de la torre, pues las calles se encontraban empapadas por el aguanieve que caía ora sí, ora también, el ambiente en el interior era tan cálido y seco como el arenoso y sofocante Anauroch. Una espesa nube de polvo se levantó tan pronto Morwing abrió el portón y el frío aire del exterior entró a raudales en el rellano que había hecho las veces de hall de entrada cuando la torre estuvo habitada. De aquellos que la ocupasen en su día nada quedaba, ni el recuerdo, y de no ser porque Eradack había asegurado que él mismo en persona había estado allí varias veces el elfo hubiese pensado que en aquel lugar había pisado un ser viviente en lustros. Sin embargo, gracias a la luz de la débil luna que se alzaba en el cielo y de la que llegaba desde un farolillo cercano adosado a la pared justo enfrente de la torre, Morwing distinguió las huellas que el difunto cabeza de familia había dejado en sus anteriores visitas.
Precedido en todo momento por el sirviente invisible, que era quien había asumido la peligrosa tarea de ir abriendo camino, el hechicero se adentró en los vacíos dominios de lo desconocido. Así, habitación tras habitación y planta tras planta, Morwing fue investigando cada oscuro rincón de la edificación. Aquello no fue difícil, pues a excepción de algún desvencijado mueble o silla carcomida, el torreón se encontraba prácticamente desierto. ¿Cómo era posible que un lugar como aquel permaneciese prácticamente inalterado si en su seno había habitado uno de los peores horrores que habían visitado los Reinos? Con aquella pregunta en mente ascendió el hechicero hasta la última planta de la torre. A cada peldaño que ascendía en la retorcida escalera de caracol un calor opresivo se hacía más y más patente y un brillo rojizo reclamaba la oscuridad de aquel tramo sin ventanucos. Fue así como el elfo se detuvo a escasos peldaños de una puerta de madera de igual manufactura que las anteriores pero bajo la cual, a través de la hienda que dejaba ésta con respecto al suelo, se filtraba una luz abrasadora que iba desde el blanco más intenso al rojo carmesí. No obstante, ningún sonido llegaba desde más allá de la barrera de madera. Nada que sirviese para aventurar qué ingenio, criatura o poder aguardaba al otro lado.
A pesar de haber sido testigo de una inusitada tranquilidad en lo que hasta ahora había investigado de la torre, Morwing, adoptando ahora la identidad de Eradack, fue experimentando una extraña sensación con cada peldaño que subía en dirección a una última habitación.
La luz fogosa que se escapaba por cada hendidura de la puerta la relacionó al instante como un mal augurio. – Quizá se tratase de un portal hacia otro plano, pensaba paralizado a escasos metros del portón. - …O quizá de algún maldito demonio que dominase el fuego, uno más entre tantos conocidos. Esta última opción le resultó menos probable al comprobar que tras la puerta no se podía apreciar sonido alguno. En cualquier caso, aquello no le daba buena espina… - Más vale asegurarse, dijo convencido.
El hechicero extendió ambas manos y mientras cerró los ojos comenzó a recitar antiguas palabras arcanas que pronto le revelarían que mal le esperaba al otro lado.
Tirada oculta
Motivo: Conocimiento de Conjuros
Tirada: 1d20
Resultado: 7(+12)=19
Acción: Conjuro Nivel 0 - Detectar Magia. Concentración Máxima. (Descontado)
Tirada de conocimiento de conjuros o Saber Arcano/Planos. Según el resultado del Detectar Magia
Como bien sabía el hechicero antes incluso de ejecutar su sortilegio el poder que emanaba aquella habitación provenía de un portal mágico sin cerrar. Aquel acto, que sería la mayor irresponsabilidad que un mago podía hacer tras realizar una convocación, era algo que si se hacía de forma intencionada era porque se tenía la intención de volver a usarse o porque no se temía lo que pudiese salir de él. Aún era pronto para el hechicero el saber si aquel portal comunicaba la torre con otro plano de existencia o simplemente era una entrada a otro lugar en el mismo plano pero, fuese lo que fuese, si Ethegax era el responsable o el beneficiario de él significaba que el demonio podía salir y entrar a voluntad en la ciudad sin problema alguno.
Detectar magia:
Definitivamente hay un portal mágico abierto al otro lado de esa puerta. Su poder y fuerza es abrumador.
Puedes imaginar por el aura que el portal tiene unos diez pies de diámetro y que se alza en mitad de la habitación, que no tiene más que treinta pies de diámetro. Si hay algún aura de menor intensidad ocupando el mismo lugar que el portal sería imposible distinguirla pues el poder del portal solaparía lo que hubiese en el solar que ocupa.
El conjuro y los conocimientos del hechicero reforzaron sus sospechas. – Sin duda es un portal…, pensaba mientras daba unos pasos atrás.
Morwing, conocedor de la peligrosidad de esos portales, decidió tomar una distancia de seguridad antes de intentar averiguar la naturaleza y el objetivo de éste. Tras ello, un simple gesto con la cabeza sirvió para que su compañero invisible se colocase frente a la puerta y comenzara a abrirla lentamente provocando que la luminosidad y el calor comenzaran a invadir la habitación en la que se encontraban.
Acción: Retrocedo unos metros y ordeno al sirviente invisible que abra la puerta. Defensa Total
Lentamente pero sin sonido alguno que fuese producido por este hecho, la puerta fue abriéndose a medida que el sirviente convocado la empujaba hacia el interior. Su silueta, aunque translúcida y prácticamente invisible en la oscuridad reinante en la torre, comenzó a recortarse y a hacerse claramente visible a medida que la luz que manaba de la habitación lo envolvía. Ésta era de un color amarillento y su intensidad era abrumadora, sin embargo no lo suficiente como para que tras haber pasado unos segundos los ojos de Morwing no se hubiesen acostumbrado al súbito cambio de iluminación.
Un ligero viento mágico, cálido y agradable, meció los cabellos del hechicero a la vez que las emanaciones semejantes a zarcillos o tentáculos que provenían del portal acariciaban sus piernas. No había nada que temer, la habitación estaba vacía hasta donde podía ver y lo único reseñable, aparte del portal de superficie acuosa que vibraba entre dos braseros encendidos, eran unos pocos huesos, que sin duda eran de humanoide, apilados contra una pared. De los esqueletos de los que un día formaron parte nada quedaba ya si no restos de falanges de dedos, dientes o pedazos de costillas roídas que habían sido desechados por el comensal. No fue difícil para el hechicero imaginar a Ethegax royendo hasta dejar limpios a los cadáveres de los desdichados que habían caído en sus manos. Dejando a un lado cómo había conseguido hacerse con aquellos infelices, lo que más llamaba la atención eran los braseros. Se trataba de braseros de plata tallados con intrincadas filigranas que Morwing supuso serían runas mágicas para permitir que ardiesen sin combustible.
Tirada de buscar.
No has entrado aún.
Los ojos del hechicero se fueron abriendo como platos a la vez que la puerta iba dando paso al misterioso portal. La intensa luz y aquel calor que desprendía la habitación hubiesen hecho correr despavorido al cualquier otro mortal, sin embargo Morwing, lejos de sentir miedo alguno, comenzó a experimentar la extraña sensación de encontrarse frente a algo muy familiar para él.
Aun guardando las distancias, Morwing permitió que las lenguas de fuego acariciaran sus piernas, casi invitándole a entrar, mientras hacía un primer reconocimiento de la habitación.
El portal, del que el hechicero pudo deducir que no llevaría a otro plano ajeno, estaba custodiado por unos braseros, que llamaron tanto su atención que incluso le obligaron a aproximarse un poco más.
Bien por el conjuro activo, bien por un conocimiento innato, Morwing detectó con seguridad que aquellos glifos tenían el poder tanto de vigilar la habitación como de provocar una entrada en el mismo. Esto hizo nuevamente retroceder al hechicero… - Aun no estoy preparado…, pensaba. Si Ethegax se había encontrado allí oculto y era el autor de aquel portal, sin duda Morwing debía estar más que preparado si finalmente se decidía a cruzarlo. La aldea de Oaskville pasó por sus pensamientos, colocándola como seria candidata a ser el punto de destino del portal, más aun cuando era allí donde pretendían hacer regresar a Lorevor.
Nuevamente con un gesto, Morwing ordenó a su compañero invisible que cerrará la puerta. – Nos vamos, Bagul, hay que prepararse…, comentó con su familiar a la vez que apresuradamente se dirigía hacia la puerta de salida.
No había mucho que pensar a donde ir después de allí, de hecho Morwing ya tenía claro cual iba a ser su siguiente acción: dirigirse a la mansión de Eradack y hacer uso de su nueva identidad para beneficio propio.
Tras recorrer las solitarias y oscuras calles de Athkatla, Morwing llegó hasta la vivienda de Eradack Filguien. Al instante, dos de sus guardias personales salieron a su encuentro para interesarse por él y darle la bienvenida… no sin antes preguntar por el otro soldado que le acompañaba y que ahora yacía bajo tierra en el cementerio.
-Lo he enviado para su casa…, respondió, - Se ha ganado con creces unos días de descanso después del servicio prestado hoy… tras nuestro regreso, volveréis a verlo.
Aquella última frase hizo saltar el ceño de ambos guardias. – ¿Nuestro regreso, señor?, preguntó uno de ellos confundido.
-Sí, contestó con firmeza. – Escuchadme, quiero que los reunáis a todos para mañana por la mañana. Os necesitaré durante todo el día para que me acompañéis al Distrito Central… El pago extra será en consecuencia si hacéis bien el trabajo para el que os tengo contratados. Decídselo así al resto… Ahora, si no tenéis más preguntas…me gustaría descansar un rato, mañana nos espera un duro día…, sentenció.
Usado 20 en tirada de Buscar.
Si das paso a la noche, usaré algo del tiempo de descanso para registrar la mansión en busca de objetos valiosos/dinero del viejo xD
Tras la salida de los confundidos y a la vez intrigados guardias Morwing se sintió al fin a sus anchas en las propiedades del difunto Lord Eradack Filguien. Por su mente pasó la fugaz idea de qué hubiese sucedido si ese anillo hubiese caído en otras manos que no fuesen las suyas. La de identidades distintas que hubiese podido adoptar en una vida tan larga como se vaticinaba para un elfo. Sin embargo no era momento de plantearse aquello, y él lo sabía. Si Lorevor conseguía entrar en los Reinos acompañado por un ejército de demonios, pocas vidas podría adoptar alejadas del peligro del Heredero de Belial.
Así pues, decidido a que aquello no sucediese, quiso invertir bien su tiempo en aquella gran residencia. Las horas volaron mientras abría cajones, armarios y toda habitación que se cruzase en su camino y que creyese pudiese contener un buen pellizco monetario que llevarse al bolsillo. Como los miembros del servicio y la mujer de Lord Eradack probablemente se encontrasen dormidos podía campar a sus anchas sin conversaciones incómodas y explicaciones fuera de lugar. Así debería ser hasta que, sin embargo, unos pasos por el pasillo le hicieron maldecir su suerte. A decir por el sonido se trataba de unas botas de suela dura y por el andar apresurado, marcial y sin vacilaciones se diría que se trataba de un hombre. No tardó en salir de dudas el hechicero cuando al poco tiempo giró la esquina un semielfo dorado vestido con armadura. Su rostro era cálido y familiar, tanto que Morwing lo conocía bien. Se trataba de Selpen Ilmerin, hombre de armas de la familia Filguien, un auténtico caballero así como una de las manos más rápidas de Athkatla y de los alrededores.
Señor. – Comentó con tono vacío y hueco cuando tuvo a Morwing a la vista. ¿Es cierto que partimos a la mañana? ¿Por qué no sé nada de eso? Si me permite la pregunta.
Que Lord Eradack Filguien es rico es indudable. Sus posesiones, ya sea en forma de cuadros, muebles o incluso vajilla, son todas de un poder adquisitivo digno de los más acaudalados de Amn. Sin embargo, en cuanto dinero contante y sonante en casa, al menos lo encontrado hasta el momento, no pasa de las 800 p.o entre joyería y pequeños objetos exóticos que caben en la mochila.
Tras haberse librado de la presencia de aquellos soldados, Morwing pudo por fin emplear su tiempo en algo más gratificante como lo eran las posesiones de Eradack.
Mientras investigaba cajones y armarios fue recapitulando todo aquello de lo que debería hacerse antes de cruzar el misterioso portal. Tras varios minutos llegó a recopilar una cantidad muy inferior a la que tenía en mente. No obstante, con ello, el dinero de la reunión, algunas de las posesiones de Eradack y algo de su equipo propio calculaba que le sería más que suficiente para las compras del día siguiente.
Mientras meditaba con sus cálculos mentales y comenzaba a sopesar la idea de irse a descansar unas horas, unas pisadas aproximándose por su espalda le alertaron al instante.
Tras volverse para descubrir la identidad de aquel individuo, vio como se trataba de Selpen Ilmerin, caballero con una reputación tan valorada como su destreza en combate. Tener a un guerrero así a su lado bajo el embrujo de Eradack Filguien era sin duda una baza que Morwing estaría dispuesto a aprovechar.
-Ejem…, carraspeó antes de contestar, - Por supuesto. Si no te ha sido informado antes es porque ha sido una decisión tomada hace escasas horas. Ojalá me equivoque, pero es posible que mañana tengamos algún… “problema” allí a dónde vamos. Dile a tus hombres que no escatimen en equiparse bien, toda precaución es poca…, comentó mostrando gravedad en la situación.
Apunto también esas 800, y cuando puedas me dices el valor de la Armadura de Eradack (Cota de Mallas +1 Magica ligera: 20% menos de peso)
Así lo haré señor pero...¿podría saber a dónde nos dirigimos? ¿O a qué vamos a enfrentarnos? Si hemos de prepararnos bien es verdad que hasta el más pequeño detalle es importante. - Comentó sin perder el ningún momento el tono respetuoso de su voz. ¿No preferiría quedarse usted al margen si es tan peligroso? - El maestro de armas cambió su peso de un lado a otro mientras examinaba con detenimiento al supuesto Lord Eradack Filguien. No me gustaría que sufriese daño alguno. - Añadió al fin.
Por la armadura te darían 900 piezas de oro.
-Y te agradezco esa preocupación, claro, contestó acompañándolo de una palmada agradecida en el hombro. – Sin embargo es imperativo que os acompañe en esta ocasión, respondió finalmente y con firmeza.
Tras dar unos pequeños pasos fingiendo meditar, el hechicero tomó nuevamente la palabra:
-Verás, realmente se trataba de negocios. No obstante, me temo que mi supuesto socio, además de romper lo acordado, está involucrado en algún tipo de traición tanto para mí como para nuestra ciudad, comentaba con tono serio. – Sé con seguridad que mañana podremos encontrarlo en un edificio del Distrito Central, de ahí que tenga que ir en persona para reunirme con él… sin embargo, continuó con un tono de voz más bajo. – Si ese malnacido nos la ha jugado… bueno, ahí es donde entráis vosotros…ya me entiendes, sentenciaba guiñando un ojo. – Pero ten en cuenta que al igual que yo, tendrá sus propias defensas… de ahí mi insistencia en que no escatiméis en prepararos para lo que pudiese llegar a ocurrir…
Selpen, que era comedido y raramente se inmiscuía en los negocios de su señor, no pudo obviar la referencia a ese misterioso socio. - ¿Quiere que lo investigue, señor? Más que nada por si trama algo. - En su semblante Morwing pudo leer que aquella pregunta y el ofrecimiento posterior obedecían a una sincera preocupación o lealtad hacia su señor. ¿Quiere usted que nos dispersemos por la zona antes de la reunión? De esa forma podría tener a los hombres vigilando cada rincón. De todas formas, no creo que su socio sea tan insensato de montar una trifulca a plena luz del día, ni incluso ahora que tenemos a esos piratas cerrando el muelle y hay pocas patrullas en ese distrito.
-No., respondió con rotundidad mientras agitaba la cabeza. – No quiero arriesgarme a que sospeche de mi llegada, dijo mientras le agarraba el brazo. – Agradezco tu preocupación y tu lealtad, comentó mostrando sinceridad, - pero por ahora sólo necesito que hagas lo que te pido: asegúrate de que los hombres estén preparados para mañana, y tranquilo por mi seguridad, mañana por la mañana realizaré algunas compras que, junto a ti y tus hombres, me permitirán estar más que protegido, concluyó tratando de apaciguar su empeño. – Ahora si me disculpas… me gustaría descansar unas horas, mañana será un día intenso.
Como ordene Lord Eradack. - Selpen hizo una reverencia y obedeció las órdenes de su señor retirándose unos pasos antes de girarse y marchar por donde había venido; al parecer, lo que los que fuese que hubiese estado haciendo Lord Eradack esa noche fuera de casa le había hecho volver totalmente cambiado. Sin embargo, Selpen, aunque de largo el más veterano de los miembros del servicio que había estado bajo las órdenes de los Filguien, sabía hasta dónde llegaban sus intromisiones. Si Lord Eradack no quería desvelar nada más, de nada valía que él tratase de sonsacarle.
Morwing por fin se quedó solo para examinar a sus anchas lo que faltaba de la residencia. Cuando lo hubo hecho, viendo que haría falta descansar para prepararse ante lo que estaba por llegar a la mañana siguiente, se dirigió a los aposentos del difunto Eradack. Era la primera vez que el hechicero se adentraba en aquellos aposentos pero resultaron ser igual de ostentosos que como los había imaginado aun a pesar de que la única luz que los iluminaba era la de luna y las estrellas la cual entraba débilmente a través del grueso cortinaje. Mientras el elfo dejaba sus pocas pertenencias a un lado de una de mesa amplia que había en el centro de la habitación un movimiento a su espalda y una pesada respiración no pasaron desapercibidos. Al girarse respiró aliviado al ver que se trataba de la señora Filguien que se había estremecido en sueños y había cambiado de postura en la cama. Tras unos segundos prudenciales, Morwing comprobó que la mujer seguía durmiendo a pierna suelta sin inmutarse de su presencia. Aquello era ideal, pues aunque ésta despertase en las próximas horas seguro no sería antes de que él hubiese abandonado la residencia Filguien acompañado de todos los guardias de los que disponían.
La claridad previa a la salida del sol pilló al hechicero ya vestido y dispuesto para la partida. Escuchó como en el patio se iniciaban conversaciones entre las toses típicas de la mañana. Los soldados llegaban y, como era previsible, comenzaban a intercambiar preguntas acerca del porqué se encontraban allí.
Todo tuyo.
Renueva hechizos y puedes ponerte en marcha.
Si tienes que hacer compras puedes hacerlas en el transcurso de tu post.
Pocas fueron las horas de descanso de las que pudo gozar el hechicero...apenas fueron las suficientes como para encontrarse en plenas condiciones de afrontar tan importante día. Y es que el nerviosismo se apoderó de él. Una sensación de preocupación por lo que encontraría al otro lado del portal se mezclaba con la necesidad imperiosa de que llegase aquel momento cuanto antes. Fue así hasta el punto en el que cuando los primeros rayos del alba asomaron por el ventanal de sus improvisados aposentos, Morwing ya estaba listo y mentalizado para recibir a sus soldados y dar comienzo a tan trascendental día.
Con semblante serio salió a la entrada de la mansión. Allí encontró a casi un veintenar de hombres, todos armados y con un semblante expectante y tan serio como su supuesto señor.
- ¡Señores!, comenzó diciendo tras tomar una gran bocanada de aire y extender los brazos para llamar su atención. - En primer lugar agraderos vuestra presencia aquí, y pediros disculpas por el aviso tan repentino...pero es que las circunstancias obligan a ello, dijo excusándose pero siempre tratando de mantener su autoridad... - Hoy será un día importante en nuestras vidas, prosiguió. - Un traidor ha salido a la luz... Y no sólo para nuestros intereses, no... Puede que incluso para las de nuestro pueblo, entonaba visiblemente enojado. - No puedo aseguraros la naturaleza del mismo. No puedo describiros a lo que vamos a enfrentarnos... Ni siquiera confirmaros si vamos a dar con él. Pero sí os puedo decir que si hoy entramos en combate no lo haremos sólo por el oro o defender nuestros intereses, lo haremos para asegurar la seguridad de nuestras familias y el prosperar de nuestra ciudad... Si hoy luchamos lo haremos por todos aquellos que no pueden hacerlo y por evitar un futuro sombrío. La situación puede ser grave y no podemos permitirnos mirar hacia otro lado esperando que alguien resuelva el problema... Es por ello que hoy, yo mismo, os acompañaré a la batalla... ¿ESTAIS CONMIGO?, gritó con el puño en alto mientras el resto de soldados se contagiaban de sus palabras. - Hoy demostraremos de lo que somos capaces. ¡En marcha!, concluyó iniciando el camino.
Las casi vacías calles de la ciudad se vieron de pronto alteradas por la marcha del pelotón. Algunos mercaderes madrugadores miraban confundidos al improvisado ejército del que Morwing había tomado el control. Todos en silencio continuaron avanzando hasta el primer punto del camino, una de las tiendas del distrito central, donde Morwing en solitario realizó las compras que ya había anotado mentalmente durante el transcurso de la noche anterior.
Equipado con su nuevo equipo y ocultando su rostro bajo la capucha, el grupo continuó, esta vez sí hasta el punto caliente de la misión.
Una vez dentro de la torre, Morwing hizo gestos para mantener la mayor discreción posible del grupo... Al igual que tenían intenciones de cruzar el portal, alguien o algo podría haberlo hecho también durante la noche... Un riesgo que habría que tener muy presente.
- Manteneos alerta ahora, susurró a sus hombres. - Que vuestros ojos no os confundan..., dijo aumentando la tensión del grupo y mientras se aproximaban, sin posibilidad de retorno ya, hasta el portal mágico... - Allá vamos, Bagul...
*Utilizo pergamino de Aura Mágica de Mystul potenciado con los guantes de arcanista la noche anterior (3 dias. Descontado Pergamino)
**PENDIENTE DETALLAR COMPRAS...
El sonido brioso y fuerte de las pisadas de veinte pares de botas sobre los escalones de piedra a lo largo de todo el ascenso hasta el último piso de la torre decía a Morwing mucho más cualquier palabra o acto que pudiese captar con sus ojos. Los hombres que marchaban delante de él caminaban serenos, orgullosos y decididos a seguir a su señor a dónde quiera que éste los comandase. Sí, por supuesto que habían surgido dudas acerca de los motivos que habían llevado a su señor a convocarlos, sin embargo, tras aquel discurso y sabedores que sus actos estaban dirigidos a poner a salvo de cualquier peligro a sus familias, ninguno osó en expresar sus dudas por otro medio que no fuese el pensamiento.
Desde luego que Lord Eradack se comportaba de manera extraña, incluso parecía que había rejuvenecido, no ya físicamente sino psicológicamente; pero no importaba, su valor se había contagiado a todos sus servidores como la fiebre del zombi y ahora se había apoderado de sus corazones. No obstante, aquella lenta ascensión hasta la última planta de la torre hizo que alguno de los soldados buscase en los ojos del resto una respuesta. ¿Qué iban a hacer veintena de hombres en un lugar tan reducido? ¡Por todos los dioses si ya estaban a punto de llegar al último rellano y todavía había hombre en la primera planta! Nadie imaginaba que la respuesta fuese a llegar en la forma de una extraña luz ondulante que asomaba por debajo de una vieja puerta de madera.
Señor… - Se atrevió a preguntar Selpen Ilmerin cuando distinguió el brillo mágico. - ¿Puedo preguntar quién era su…socio? – Añadió después un tanto vacilante.
La marcha hacia la torre fue con decisión. La mayoría de los hombres que ahora lideraba el hechicero mostraban en sus rostros un reflejo muy distinto al que portaban antes del discurso de Morwing. No obstante todo cambió una vez ingresaron en la torre. Aparentemente fuera de peligro, el grupo de soldados comenzaron a ascender por las escaleras siguiendo las indicaciones de su señor, el cual en todo momento quedó en la retaguardia escoltado por su mano derecha, Selpen que una vez más osó en tratar de conseguir algo más de información.
-El mal…hecho de carne y fuego, respondió con un tono de voz bajo para evitar decaer la moral de sus hombres. - Una criatura capaz de hacerse pasar por humano, aunque éstos sean su primer objetivo por erradicar... El enemigo de los humanos, de la vida así como la conocemos y que encuentra en el miedo de los hombres su mejor banquete. No debemos dudar una vez nos encontremos con él… y no permitas que te engañe, así como lo hizo conmigo. Intenta transmitirle coraje a tus hombres cuando llegue el momento…¡vamos!, concluyó apretando con fuerza su brazo.
Cuando los soldados comenzaron a agolparse en el piso superior, Morwing les llamó la atención para expresar sus últimas palabras antes del “gran viaje”. – No temáis por lo que haya al otro lado. ¡Con valor y estando unidos...saldremos victoriosos!. Abrid la puerta y entrad con decisión… ¡¡¡AAAAAAHORAAAAA!!!, exclamó animando así a sus hombres.
Motivo: Perg.Falsa Vida
Tirada: 1d8
Resultado: 3(+3)=6
Motivo: Perg.Falsa Vida (Correcto)
Tirada: 1d10
Resultado: 2(+3)=5
Motivo: PG Subida NIVEL
Tirada: 1d4
Resultado: 2
Motivo: PG Subida NIVEL
Tirada: 1d4
Resultado: 1
Motivo: PG Subida NIVEL
Tirada: 1d4
Resultado: 3
* Uso Pergamino Falsa Vida (+5pg 3h)
** Uso Pergamino Ver lo Invisible (30 minutos)
*** Activo Medallón ESCUDO justo antes de cruzar el portal
SUBIDA INCANTATRIX NIVEL 3
ATQ.BASE +1
TS FORT +1
TS REF +1
TS VOL +0
PG Adicionales: +5 (3+2)
Hab.Adicionales: +4 Conoc.Conjuros
Dote Especial Clase: Efecto Metamágico
Dote Adicional: Dividir Rayo (METAMAGIA)
CONJUROS NUEVOS CONOCIDOS:
NIVEL 2: +1 (Imagen Multiple)
NIVEL 3: +1 (Disipar Mágia)
NIVEL 4: +1 (Enervación)
CONJUROS DIARIOS:
NIVEL 0: 6 +0 = 6
NIVEL 1: 6 +2 = 8
NIVEL 2: 6 +1 = 7
NIVEL 3: 6 +1 = 7
NIVEL 4: 4 +1 = 5
**Sustitución conjuro nivel 4 (Asesino Fantasmal) por nivel 4 (Orbe Sónico)
COMPRA/VENTAS (Saldo inicial: 9126po)
VENTAS:
Madriguera Portatil (5000po/2) = +2500po
Bolsa en Llamas (3500po/2) = +1750
Saldo Total: 13.376
COMPRAS:
Tercer Ojo Penetrador 8.000 (Equipado: Rostro)
Perg.Teleportar (NL5): 625
Perg.Evaluar Resistencia (NL5): 500
Perg.Laberinto (NL8): 1600
Perg.Forma Fantasmal (NL8): 1600
Perg.Ver lo Invisible x3 (NL3): 450
Perg.Acelerar (NL4): 300
Armadura de Mago en Grupo (NL4): 300
Total: 13.376 - 13.375 = 1po