Partida Rol por web

-Ah- Una pequeña exclamación nació en el momento que el conjuro había muerto. Vacío, nunca había sentido algo así. -Esta chica...- La miró sorprendido.

Un parpadeo y el mundo a su alrededor había cambiado. Escuchaba a Scire pero ya no la veía.

Aún sostenía a la mujer en brazos. Con prudencia se alejó unos pasos de la entrada, dirección a la escalera e hizo un gesto con la cabeza al otro comandante para que hiciera lo mismo.

-Aléjate de la entrada.- Musitó en voz baja, aunque audible para todo los presentes.

-No sé que sucederá, pero me hago una ligera idea de que va todo esto.-

Un gesto de ira todavía en mi rostro. Aquella situación me había sacado de mis casillas, y el poco entendimiento acerca de la magia y sus entramados usos no mejoraba mi humor. De momento tendría que confiar en Shadar

"Malditos magos y sus juegos de mente"

Se me escapaba de las manos.

Hice caso del consejo de Shadar. Quería estar lejos de aquella puerta que conjuraba desgracias y horrores. Quitaba la vida sin temblori vacilación, pero apreciaba la mía. Sonreí con gesto vago al pensar como reaccionaria aquel niño que jugaba a ser hombre escuchando mis pensamientos

Se escuchó un agudo chillido proveniente del exterior, y luego unos pequeños e insistentes golpecitos en la ventana. Una pequeña figura de como mucho veinte centímetros golpeaba el cristal con sus diminutas manos, vistiendo tan solo hojas. Unas pequeñas y nacaradas alas de color blanco se movían manteniendole en el aire, y en su rostro podía verse desesperación total. Parecía a punto de articular algo, pero de forma horrorosa en un instante una flecha le ensartó de lleno, atravesando la espalda, destrozando todo su interior y saliendo la pinta por el vientre, para finalmente clavarse en el marco de la ventana ahora salpicada de sangre con el pequeño ser empalado. Una figura alta como un humano apareció a la vista, pero no llegabas a verle la cara, apenas era un contorno sombrío. Removió la flecha aprisionó las alas de la difunta hada entre el pulgar y el índice. Y con un seco movimiento las arrancó de cuajo.

Quitó el trozo de carne muerta del instrumento y aparentemente lo guardó, mientras que otra criatura parecida, pero esta vez con un par de alas de libélula intentó atacar con un conjuro aparentemente. Pero nada. No funcionaba su magia. Parece que había varias, porque se vieron mas intentando hacer lo mismo revoloteando alrededor, con el mismo resultado.

El humano extendió la mano y con un rápido movimiento atrapó a otra victima practicamente indefensa. Esta vez ni se molestó en rematarla, solo le despojó brutalmente de su par de alas y tiró al dolorido y moribundo ser como a un papel arrugado. Y al parecer las demas seguían...cada una soltando un grito cargado del mas profundo dolor.

Se escucharon unos pocos y débiles golpes en la puerta. Y luego una figura pequeña asomó a la ventana...

¿Era la "niña" de antes? ¿La que traía la mujer pálida? La infantil presencia golpeó ahora el cristal de la ventana cercana a la puerta llegando el sonido del puño contra el cristal, y los ojos como brasas miraron al interior con desesperación... como pidiendo de forma muda ayuda.

Pero no hubo tiempo de reaccionar. El cristal se manchó de sangre, al igual que la mayoría del cuerpo. No se sabía que clase de impacto podía haberle alcanzado con tal brutalidad ¿magia? Sangraba copiosamente por los ojos, la nariz y la boca, o eso pareció ya que se colapsó en el suelo al instante. Tan solo quedaron las gotas de carmesí resbalando por el vidrio, y cada segundo alguna nueva se sumaba al "decorado" indicando secuelas de la acometida contra el pequeño ser.

Se escuchó un golpecito en la ventana, uno solo. Y el responsable de este era Inzar, el mercenario estaba afuera con una sonrisa socarrona que parecía dedicarle a Blog. No hacían falta palabras para entender esa actitud burlona, tenía la vista en el pequeño goblin y parecía estarse riendo hasta por los ojos de todo su ser. Humillante, probablemente, para el aludido.

Se escuchó un golpe en la ventana. Y luego otro mas, y otro seguido. El responsable de esto estaba casi pegado, observando al interior casi pidiendo entrar con la mirada carmesí. Mirada que estaba posada sobre Andrue y que este reconocía, quizá demasiado bien...de los pocos seres a los que tuviera cariño alguna vez, su padre, el hombre que estaba ahora allí, fue uno de los mas importantes.

Inquieto, cada poco miraba hacia atrás como si hubiese algo...

Y al parecer si lo había, porque en una de las veces que volvió la vista hacia el vampiro, un seco espadazo le dió de lleno en la espalda. Solo fue el primero de un salvaje acuchillamiento por parte del arma, empuñada por otra individuo que había aparecido solo en las pesadillas del comandante quizá. Aquel que ese fatídico día hace tanto le había arrebatado lo mas cercano a la felicidad que había experimentado.

Con cada acometida el cristal de la ventana era salpicado de sangre inicialmente, pero tras unas cuantas incluso empezaron a aparecer víseras, hasta que al final la vista de la carnicería quedó bastante poco nítida debido al rojo. Pero el sonido de desgarramiento seguía presente.

Un quejido fuerte hizo que perdiera la conexión mental que sostenía con Seryu y los demás y no sólo eso, también hizo que me sobresaltara. Miro inmediatamente hacia el lugar de donde provenía aquel ruido, pero en ese mismo instante una fuerza hacía que mi brazo se levantara de forma involuntaria. Miro confundida y sorprendida aquel suceso  y por un instante pensé que era obra de Seryu, pero al ver como todos éramos arrojados, impulsados hacia el interior de la posada, supe que no era obra suya.

El golpe que recibí no fue nada serio, la capa ayudó en la caida amortiguando el golpe. Miro hacia los lados y me percato del cambio repentino en el interior de la taberna. Esto había sido obra de una magia muy poderosa, pero cada vez entendía menos. Al grupo al que pertenecía estaba completo y a los que íbamos a enfrentar, faltaba una de sus acompañantes, la chica de la ventana ¿Fue ella la responsable de lo sucedido?.

Lentamente me incorporo, sentándome en el suelo y observando a cada uno de los presentes. La situación, sin duda, era tensa; no debíamos salir ¿Pero por qué? Además, ¿Quién era esa chiquilla para pedirnos aquello? Tantas preguntas rondando en mi cabeza me producían cierto disgusto, además de aquella situación.

Permanezco con la mirada perdida, intentando escuchar más alla de las paredes que nos rodeaban, quizás perdía el tiempo, pero era lo mas productivo que podía hacer.

Se escuchó una voz femenina que sollozó y un golpe sordo en el exterior. Justo delante del vidrio se encontraba una mujer intentando librarse de un hombre que le estaba sujetando del brazo de malas formas, probablemente doliera. Ella pugnaba por soltarse, pero el individuo le ganaba en fuerza de forma obvia.

Ante la insistencia de esta por alejarse, el hombre perdió los estribos y descargó un violento golpe de puño en el rostro, que por el impacto se giró de lleno al interior haciendo que unas leves gotas de sangre "adornaran" el vidrio. Y la cosa no se detuvo ahí, ya que una vez enfurecido el agresor no se detuvo. Un nuevo golpe le sucedió al primero, y otro mas. Incluso cerró las manos alrededor del cuello de ella para extrangular unos instantes.

Cuando aflojó las manos, la victima cayó desequilibrada al suelo. La furia de un diablo se había apoderado de aquel sujeto, porque no se hizo esperar para desaparecer del rango de visión también en pro de seguir perpetrando su labor.

Solo flotaban enfermizamente en el aire el sonido de sus golpes y los plañidos de la desafortunada persona. A ninguno, excepto a uno solo de los reunidos en la sala, le podían ser familiares esos dos rostros. Solo había una persona que reconocía a Rhaer, y al querido rostro materno tal cual lo tenía grabado en su memoria.

Alguien estaba golpeando la ventana. Desconocido para todos, probablemente, pero aquel hombre le sonaba a la joven Innhue. De hecho vestía casi igual que ella, como todo miembro de su tribu. Probablemente había intentado abrir la puerta primero, y ahora había probado mirar por la ventana para centrar inmediatamente su vista en la muchacha. Incluso tenía algunos rasgos suyos, indicando parentesco.

Pero solo Syara sabía que ese era a ciencia cierta su progenitor.

El hombre parecía intentar decir sin palabras que deseaba entrar, pero cuando fue a hablar solo se escuchó un ruido similar al de varios huesos quebrandose, mezclado con carne siendo cortada. Unas pequeñas y horribles manchas sanguinolentas marcaron la ventana antes de que el rostro tan querido para la chica desapareciera de su vista, tras caer por tierra. Luego solo se dejó oír de nuevo una y otra vez el mismo sonido repugnante, como si estuvieran masticando o troceando vivo al sujeto.

-¡NO!-

Consternación, odio y magia hirvieron en su interior. Apunto estuvo de dejar caer a la de la capa blanca al suelo y salir corriendo al exterior. Pero la razón imperó. Se quedó en su sitio. -No.- dijo en tono mas bajo, negando con la cabeza.

La furia ardía en la mirada y un ligero temblor casi imperceptible le recorrió el cuerpo. No cesaba de negar lentamente con la cabeza, reafirmándose a sí mismo en la negación.

La escena le había consternado. -¡Hijo de puta! ¡suéltala!.- El impulso de salir corriendo y matar a ese cabrón con sus propias manos parecía irrefrenable. -No, esto no es real. No puede ser real. Juegan con mis recuerdos. Juegan con mis recuerdos.- Negaba con la cabeza. Temblaba de rabia. El odio le nublaba la mente, pero la razón se resistía.

-No es real.- No paraba de repetírselo. Trataba de ocuparse la mente con ese pensamiento, pero por mas que quisiera la rabia estaba latente y en el momento que cesaba de pronunciar esas palabras mentalmente, afloraba con fuerza. Le odiaba mas que a nada en el mundo, a él y a sus hermanos, pero sobretodo a él.

Y una repentina sonrisa se dibuja en mi rostro, iluminándolo, llenándolo de alegría. Casi había perdido la cuenta del tiempo que había transcurrido en el que había marchado de casa para cumplir la misión asignada por aquel hombre tras la ventana.

Sin pensarlo, me puse en pie y comencé a caminar rápidamente hacia la ventana que nos sepraba. Mi corazón latía de forma frenética, delatándo la emoción que sentía en aquel momento.

Faltaba poco para llegar y estiré mi mano instintivamente para tocar la ventana, faltaba tan poco para sentir nuevamente su tacto, refugíarme por unos segundos en sus brazos y sentir que todo saldría bien, que seríamos vencedores de aquella lucha y que podríamos regresar a casa, sanos y salvos.

Mi rostro se crispó al ver sus gestos. Comienzo a mirarlo confundida, intentando descifrar sus gestos ¿Qué sucedía? Él deseaba entrar, podía verlo en sus ojos llenos de preocupación, pero la puerta estaba sellada por una magia poderosa, que quizás nadie de los presentes podría abrirla.

Mis pasos pasaron de ser lentos a rápidos, pero la presipitación del momento y la angustía, hicieron que mis pies tropezaran y como resultado caí de rodillas al suelo.

Aquel ruido desgarrador hizo que mi corazón latiera con más fuerza. Las nauseas y el pánico se apoderaron de mi al levantar la mirada hacia la ventana y ver manchas de sangre.

Repentinas lágrimas aparecieron en mis ojos. Mi respiración era agitada y mi cabeza se movía de un lado a otro, negando para mi misma lo que había ocurrido. Mis manos se empuñaron con tal fuerza que pude sentir como las uñas rasgaban la palma de mis manos, brotando inmediatamente sangre de las nuevas heridas.

Aquellos sonidos en el exterior continuaban; aquella fuerza, energía o lo que fuera que estaba fuera, había asesinado en frente mío al hombre que me había dado el regalo mas maravilloso, la vida.

Las lágrimas comenzaron a caer al suelo y con un grito ensordecedor, lleno de dolor y tristeza, me levanto, tomando el hacha en las manos dispuesta a derrumbar la puerta que me separaba del hombre más fuerte y valiente que jamás había conocido.

No me importaba lo que pudiera ocurrir, si moría de la misma forma o si los presentes se disgustaban o me mataban antes de realizar aquel acto; ahora, en ese mismo momento, para mí, todo había dejado de tener sentido.

 Contempló la escena, angustiado. Por un momento abrió los ojos como platos, estirando una mano, sin sentido alguno. Sin embargo, la reacción de la muchacha lo había consternado lo suficiente como para por unos segundos no saber como actuar.

Salió corriendo detrás de ella. Desde que empuñó el hacha, el muchacho la abrazó desde atrás, y casi le gritó

-¡No!

Trató de girarla y que lo mirara a los ojos, que volviera en sí. Desconocía cual era el horror que había cometido tan voraz..... O no.

Su mente hizo un rápido cálculo ¿Porqué ella lloraría una muerte de alguien que no le fuera conocido? ¿Porqué el otro hombre tambien estaba lleno de rabia ante aquello? No... 

Por un momento cerró los ojos.

-Tránquila, es una ilusión, esto no ha pasado en la realidad.... te prometo que esa persona que has visto morir, no lo ha hecho. 

Luego la abrazó fuertemente contra el, dejando que se desahogara. Después de unos segundos, alzó su voz separándose algo de ella.

-Escuchadme por una vez, somos víctimas de una ilusión. Las imágenes que vemos detrás de la ventana están diseñadas para que salgamos y tratemos de ayudarlos. Son una trampa, estoy seguro, y nos están chantajeando emocionalmente con nuestros mas allegados.

Ya no podía escuchar nada. Todo mi cuerpo se paralizó, al igual que mi mirada en un único punto. Impotencia y horror. Al igual que surgía un sentimiento que creía profundamente enterrado en lo más recóndito de mi corazón.
Di un paso, sabiendo que era tarde para evitar aquella macabra escena. Moriría, como hizo en el pasado. Un helor se propagó por mi cuerpo. Sus ojos perdían vida y calor, convirtiendose en el rostro de la muerte

"Me enseñaste a ser fuerte, pero cuando más te necesitaba te fuiste. No puedo perdonarte, aún no"

Apreté mis puños y aguanté las lágrimas sanguinolientas que pugnaban por salir.

Me dejé caer contra una pared que haría de respaldo, para contemplar como finalmente caía sin vida a manos de aquella sombra sin rostro. Volverían las pesadillas

La fuerza que empeñé para tirar abajo la puerta con el hacha, fue detenida en cuestión de segundos. Sentía una presión en la empuñadura del hacha y esa misma fuerza tiraba de mi hacia atrás en un abrazo.

Por encima del hombro miro al que me había detenido. Mi rostro estaba bañado en lágrimas, parecía como si alguien hubiese tirado una copa de agua en éste. Por el mentón se deslizaban lágrimas, mojando mi capa.

Lo miro ceñuda y jadeante. Me refugió en sus brazos, pero no deseaba que me tocaran, no deseaba consuelo alguno, lo único que deseaba era salir de aquel lugar y tener unos cuantos segundos a solas con mi progenitor para despedirme.

Deshago el abrazo profiriendo un sonoro bufido, empujándolo con fuerza y brusquedad. Mi hacha estaba a pocos centímetros de su rostro, desafíandolo a un enfrentamiento.

-Estoy cansada de toda ésta situación, de tus ordenes. No tengo porque obedecer y saldré de éste lugar así me cueste la vida ¿Entiendes?- hago una pausa, para recuperar un poco el aliento. En aquel momento su gesto consolador no tuvo valor; la desesperación, el pánico y la ansiedad de aquel momento trágico, me habían llevado a perder la compostura, dejando a un lado, quizás olvidando mis sentimientos profundos hacia él.

Mi mirada pasa de Seryu al vampiro y luego al hombre rubio ¿Por qué lloraban? ¿Le conocían? -¿Por qué se lamentan? ¿Qué ocurre? Quiero una explicación ya mismo- con la mano libre, limpio mi rostro con su dorso y lentamente aparto el hacha del mentón de Seryu, pero sin apartar la mirada de esos -¡¡Hablen!!- les exijo gritando.

 En el mismo instante en el que la muchacha deja de apuntarlo, retrocede un poco, aunque no demasiado...

-Syara.....todo esto es una locura.

Sabía lo que había visto, sabía que parecía real.  Le había producido un shock, pero había comprendido la situación. No podía articular aún demasiadas palabras seguidas, pero sabía que tenía que actuar, si no quería perderla, quizás para siempre.

-Escúchame, Syara. Cada uno de nosotros ha visto a través...de esa ventana.. la muerte de alguien importante para sí. Todos....todos sin excepción.  No hagas nada que pueda poner tu vida en peligro... Puedes morir si sales de esta habitación, Syara, y contigo, todos los que estamos aquí.

-Se...Se que es tan real....pero... no lo es. Solo... solo sé fuerte. Y confía en mí.

Trató de agarrarla de las manos, intentando quitarle el hacha de las mismas lenta y delicadamente...

-Por favor..

Comentó, mientras una lagrima perlaba su mejilla. 

-Por favor, vuelve en ti... te necesito, en esto.