Partida Rol por web

Tras la marcha de Myca, al poco tiempo recibisteis el oro prometido, y finalmente pudisteis pagar las deudas, contratar nuevos trabajadores, el resto pudieron volver al campo... y todo parecía que funcionaba correctamente.

Y así lo era, en apenas unos pocos meses, el primer piso de la fortaleza estaba terminado, en el plazo que os habían pedido, lo cual os dejaba libres de la deuda que os habían encomiado vuestros sires.

De nuevo en la sala de reuniones, veis desde la ventana que una comitiva de acerca desde Bistriz...

Nuevas visitas aunque esta vez no parece que estemos en problemas...

Me asomo a la ventana para tratar de discernir los emblemas de quienes se acercan haciendo uso de mis Sentidos Agudos...

Reconoces que lo que es el carro principal pertenece al clan Tremere.

Vuelvo a meter todo el cuerpo dentro. Miro a los compañeros.

- Creo que el patrón llega.

- Bien, ¿tenemos todo listo para recibirle como corresponde a buenos anfitriones? - respondió al señor Lenz, apoyando la espalda en la pared; a su manera, empezaba a estar harto de estar en aquel lugar monótono y alejado.

Al final, no era tan distinto de las polvorientas bibliotecas de sus camaradas de clan; y la inquietud de no estar haciendo nada empezaba a pesarle... Aún peor, puesto que ni siquiera podía dedicar las horas muertas al estudio, sólo tenía el escaso ejercicio de sus habilidades marciales como divertimento.

Se agradece el cambio de rutina que supone la llegada de la comitiva que Lenz identifica como la de nuestro patrón.

-¿Cual de ellos?

Me pregunto ironico al pensar en los tres que puedo considerar nos patrocinan.
Me absetengo de hacer comentario alguno y me encamino hacia la entrada donde hemos de presentar los respetos a quien llega a tomar posesion de una torre construida en las tierras de otro con su dinero y el de un tercero.

- Por supuesto, señor de la Cruz. También me tomé la libertad de preparar las tablillas y los papeles que encontramos para que el patrón se las pueda llevar personalmente. - contesté educadamente a Yago. 

- Bueno bueno, llega nuestro momento crucial camaradas.

Digo hinchando pecho y preparándome para dar una buena impresión.

- Tengo un mozo de cuadra que podría servir de aperitivo y... - echando un vistazo a mis compañeros, mi expresión de desaprobación vuelva a recaer sobre Ramirez.- os recomendaría un baño y ropajes adecuados para la ocasión.

Antes de que llegara la comitiva, me encargaría personalmente de dar órdenes al servicio para limpiar a fondo y supervisar la preparación de una recepción en el salón principal.

- Hay que convocar a Zelios y preparar los establos también.

Les comento a mis compañeros, esperando que alguien pueda encargarse de ello.

Asiento a Lazar siguiéndole la corriente. Será divertido ver cuando quiera presentar a Zelios ante el patrón y se de cuenta de que no está.
Salgo un momento para ordenes a los criados humanos de que preparen los establos para la llegada de visitantes y regreso a la sala con los demás.

Asiente a las palabras de Lenz, pensando en lo triste que es ver partir aquellas tablillas bellamente enmarcadas a las que ha dedicado tanta atención, sin haber descifrado ninguno de sus secretos. Esperaba que con su copia, con tiempo y, una vez el patrón se hiciera cargo de la torre, acceso a bibliotecas más amplias que la selección de libros que habían traído consigo, descifrara algo más de valor.

Pero los Tremere, aparentemente, se habían comprometido de antemano a entregar unos documentos que, proféticamente, Jervais sabía que iban a estar ahí, y estaban encantadoramente conformes con eso. Era suficientemente exasperante como para que tuviera que reprimir el impulso de suspirar. Apretó las manos perennemente enguantadas y pensó en las palabras de Anatole, hacía aparentemente una eternidad...

Nadie parecía haberle dado la misma importancia que él a que "algo" o "alguien" le dijera exactamente dónde buscar, justo en el momento que el Malkavian decía que visiones que él atribuía al mismísimo Dios le habían conducido a esas tierras.

Y parecía que era el único que le daba importancia a todas las curiosas circunstancias alrededor de las tablillas. No podía hacer mucho al respecto; si estaban los demás tan conformes con el resultado como aparentaban, no iba a ganar nada sacando el tema, mucho menos con la persona con la que se habían comprometido a punto de cruzar el umbral.

- Espero que al menos, seamos recompensados justamente por nuestros esfuerzos aquí. - pensó para sus adentros, sus ojos perdidos en el leve brillo que se acercaba en la noche.

Salís a las puertas de la fortaleza al tiempo que la comitiva finalmente va llegando hacia ella. Podeis ver claramente dos carros con ventanales preparados para evitar la luz del sol y varios jinetes acompañandolos, la gran mayoría de ellos con estandartes de la Casa Tremere.

Finalmente cuando ya paran enfrente de vosotros, uno de los conductores de los carros se afaña en ir a abrir la puerta del mismo para que descienda la comitiva.

Bajo del carro cuando por fin ya hemos llegado a la fortaleza prometida y veo a esos chiquillos esperándonos, y detrás de ellos, los frutos de su esfuerzo.

Buenas noches jovenes cainitas. Se marca una sonrisa en mi rostro. Parece que ha habido un buen trabajo en estas tierras. Bien, bien, bien, no esperaba menos.

Tras Jervais, van bajando vuestros sires. Pero hay uno nuevo, que parece más un cadaver animado que un vampiro, el cual suponeis que será de Yago ya que se unió más tarde a la causa.

No estoy acostumbrado a ver los cadáveres andar, pero he visto en mis años ya más de un par de cosas que helaban la sangre.
Me mantego firme y me apresuro a recibir a nuestro patrón y sires.
-Bienvenidos sean, grandes señores, a esta su fortaleza, señor Jervais.
>>Si tienen a bien acompañarnos les mostraremos el interior que el buen maestro Zelios nos ayudó a diseñar, así como podremos enseñarle los documentos que descubrimos y conseguimos mantener a pesar del tiempo. Creo que entre ellos se hallarán aquellos en los que su señoría tenía un interés personal.

Acudo a recibir a los recién llegados con la satisfacción de ver a mi sire entre ellos.
Espero que sepan apreciar lo conseguido aquí, más por esfuerzo de unos que de otros.

Voy a saludarlos, pero al ver al engendro que baja del carro en último lugar, simplemente se me revuelven las tripas, todos somos cadáveres, pero este lo parece.

Me giro a medio camino y entro hacia adentro con la esperanza de que con unos minutos de concentración pueda sobreponerme al pavor que me ha generado la criatura.

Me había puesto las mejores ropas que había conseguido encontrar en aquel recóndito rincón de mundo durante las últimas semanas de nuestra estancia.

"Ugh.. primero nos mandan un nosferatu a diseñar el castillo y ahora aparece este esqueleto andante. Menudo circo"

No permito que el desagrado afecte mi cordial sonrisa y con elegancia voy saludando a todos los presentes sin hacer distinción alguna con mi sire. Seguía molesto con él, así que le trataría exactamente igual que a los demás.

- Me alegro que también le agrade, señor Jervais. Obviamente no queríamos que fuera una fortaleza cualquiera, así que me he esmerado en cada detalle.

Les hago una señal, invitándoles a pasar.

- Tengo que reconocer que la construcción no ha sido tan fácil como esperaba, las gentes de aquí son difíciles a veces y muy apegadas a cada moneda que consiguen rascar, pero lo cierto es que el resultado no podría ser más satisfactorio. Me avergüenza decirlo, pero a veces me descubro absorto contemplando la sobriedad de la distribución arquitectónica. Una delicia. Me va a apenar abandonar el fruto de tan arduos esfuerzos.

Sonrio contento con la cortesía que nos han recibido, aunque no pasa desapercibido la falta de Ramirez y la huida de Teodor.

Estoy deseando ver como será por dentro, ya que por fuera queda claro que está a un nivel superior.

Escucho a Lazar y le niego con la cabeza.

No es necesario que os marcheis si no quereis, pero eso lo hablaremos más tarde. Por ahora espero que unos buenos anfitriones hagan disfrutar a estos invitados.

Tras eso hago un gesto a los sires para que entren también.