Partida Rol por web

Ambos hombres esperaron sin más a que se acercaran a una distancia suficiente como para que pudieran hablarse sin gritos. Llevaban armas encima, dos espadas cortas cada uno dentro de sus vainas, aunque seguramente sus ropajes negros escondían más. Aun así, en ningún momento se mostraron hostiles ni hicieron movimiento alguno. Simplemente los observaron mientras la distancia entre ambos grupos se iba acortando, hasta que el carro de Ussia se detuvo.

- Saludos - habló el primero, a la izquierda, con un tono tan animado que no se podía sino desconfiar, teniendo en cuenta la situación. Tenía el pelo castaño y algo revuelto, con unas largas patillas que cubrían sus mejillas por completo - Creo que tenéis algo que nos pertenece - dijo, esbozando una leve sonrisa sardónica.

El otro no tenía vello facial alguno, era de piel más pálida y sus cabellos cortos estaban perfectamente repeinados hacia atrás. Al contario que el otro, su expresión facial era completamente neutra, sin mostrar un atisbo de expresión alguna - El niño - habló con un tono acusador, aunque sin levantar la voz - Entregadlo - no dijo nada más, ni impuso condición alguna. Había hecho una petición, o más bien dado una orden, y esperaba que se cumpliera sin percance alguno. Sin duda se trataba de alguien acostumbrado a recibir aquél tipo de trato.

Al ver a los extraños en mitad del camino, claramente cortando el paso al grupo, Arahan no dudó demasiado y el arco apareció en sus manos, presto, con una flecha puesta pero apuntando al suelo - ¿Por qué no os vais por ahí a zurrir mierda con un látigo? - les espetó con su particular encanto mientras miraba a un lado y a otro, buscando emboscadores que pudieran haber rodeado la caravana.

Esperaba a saber la opinión de Gorsha y Erin sobre la nueva propuesta cuando al poco aparecían aquellos dos en el camino bramando locuras, exigiendo al niño creyendo que les pertenecía. Se preguntó quién enviaba a estos hombres y qué historia había detrás de Mildred, su hijo era más importante de lo que el semielfo había pensando en un principio.

- Os confundís, este niño no es importante, simplemente está perdido en el norte. No es que sea una amenaza para nadie, verdad.

Paseó la mirada por ambas figuras, no pensaba entregar a Aidan, no tenía sentido y es que los dos asesinos lo que habían hecho era empeorar la situación para quien fuera su empleador, se preguntó quién sería, si su padre o un pariente de éste.

- Pero sí que está bajo nuestra protección así que para cogerlo tendríais que pasar sobre nosotros.

No desenvainó, era una idea absurda que fueran capaces de superarlos salvo que tuvieran aliados. Yriel dejó de hablar, quizás alguno de sus compañeros pudiera agregar algo. Él mantuvo la mirada a los asesinos, que vieran que no había miedo en sus rostros, que estaban determinados a enfrentarse hasta el final.

"Venga, decidnos cualquier cosa."

Pensaba mientras observaba los negros ropajes.

Al escuchar al enano, Gorsha no pudo evitar fruncir el ceño.

 -No pretendo criar a un prícipe, pretendo cuidar a un niño sano en un entorno protegido. Y por favor, donde vive mi gente es un poblado, no un campamento. ¿Cómo te sentirías tú si alguien llamara minas a las ciudades enanas, amigo mío?

En cuanto a los demás, podía entender que no quisieran disgregar el grupo, pero de ahí a proponer llevarse a un chiquillo a una expedición que podía ser peligrosa... Pues no le entraba en la cabeza, la verdad.

 -Sigo pensando que es mejor llevarse al niño a un lugar seguro antes que pasearlo por ahí en expediciones a lugares llenos de peligros desconocidos, pero ¡eh! Culpa mía por no demostrar que soy digna de confianza, supongo.

Sí, se había mosqueado. Le dolía que eligieran como mejor opción para la seguridad del niño una expedición a unas ruinas desconocidas y potencialmente peligrosas antes que dejar al chiquillo protegido con su pueblo. Que sí, que todos eran guerreros consumados y podrían protegerle de toda clase de peligros, ¡pero objetivamente hablando el riesgo para el niño era mucho mayor! ¿Era esto que acababa de experimentar lo que sus mayores llamaban prejuicios? Porque si era eso, daban asco.

Tras aquello, Gorsha no volvió a decir esta boca es mía. Acompañó al grupo en silencio mientras salían de la ciudad. Porque por muy mala que le pareciera la opción de llevarse al niño de excursión arriesgada, sin duda era mucho peor quedarse a zascandilear por Odrin. Y los dos tipos con pinta de asesinos que se les habían plantado delante sólo lo corroboraban. Aún en silencio, la orca desenvainó su hacha. ¿Querían al niño? Que intentaran venir a por él.

- Justamente porque no puedes criarlo como príncipe es que te digo estas cosas, amiga, puede que Aidan sea el futuro soberano de un inmenso reino, y si lo llevas con tu pueblo le quitarás eso, y no tenemos ese derecho - dijo, sabiendo que a la orca no le gustaría escucharlo pero consciente de que decía la verdad, los siglos de vida hacían que las cosas se dijeran como eran, aunque dolieran.

- Las ruinas no son peligrosas, están vacías - casi todas al menos - pero coincido contigo en que no son seguras tampoco, puede que encontremos peligros como en cualquier lado. Pero lo importante es que nadie sabrá a dónde nos dirigimos, porque la ubicación de las ruinas es algo poco conocido, en especial la que buscamos, pero Nimrod y yo hemos dado con esa información. Logan no podrá seguirnos a los otros reinos aunque quisiese, pero lamentablemente sabe que tu tribu vive en las montañas, y puede enviar a los suyos para que vayan por el niño...- estaba hablando todavía cuando dos personas vestidas de negro le salieron al cruce. 

Había visto hombres vestidos de igual modo en la taberna, Ussia les había hablado de ellos y lo formidables y letales que resultaban ser si se lo proponían. Por si eso no fuese suficiente, venían por el niño. El arquitecto miró a Erin y Gorsha un instante, si hubiesen ido solas quién sabe cuál hubiese sido el destino del niño. Afortunadamente la sensatez de Yriel había primado y avanzaban unidos, así que juntos iban a defender al pequeño de las ambiciones del traicionero Logan, de esos asesinos y de cualquier peligro que pudiese acecharlos.

El elfo tomó el arco y el enano instintivamente tomó el martillo al mismo tiempo, mientras el semielfo trataba de convencerlos de que Aidan no era Aidan. El arquitecto en otra ocasión hubiese preferido hablar y sumarse al esfuerzo de Yriel, pero el día había sido demasiado largo, una batalla sangrienta, la muerte de un ser querido, la traición de alguien en quién confiaba, la despedida de buenos amigos, demasiadas dificultades habían resecado su lengua y diezmado su paciencia. Golpeó con el martillo su escudo, exactamente dónde estaba el dibujo de una runa sobre él, y ésta dio un destello apenas visible.

Ussia se mantuvo en silencio el resto de la discusión y de la ceremonia, con sus pensamientos claramente en algún lugar del pasado. Sin embargo, aunque no llegó a demostrarlo del todo, sí que le alegró que viajaran todos juntos, aunque fuera lo suficiente para alejarse de aquel reino maldito. Así que sin más preocupación que la de su vida y su carro, lo preparó todo para el viaje e incluso hizo hueco para que el niño pudiera sentarse cómodo en su interior. Si aquel era el precio de no perder más compañeros por el camino, era algo mínimo que debía hacer. 

Aunque era complicado hacerlo montada en el pescante, Ussia se había pasado el trayecto echando miradas rápidas hacia atrás, temerosa de que alguien más les estuviera siguiendo. Y sin embargo, el peligro apareció delante. La mediana sintió cómo se le paraba el corazón por un instante y casi notó el sabor de la bilis en su boca, al encontrarse con esas dos figuras. Antes de llegar suficientemente cerca, mantuvo su ballesta bien cerca, ya cargada y temiéndose lo peor. 

- Son ellos. - musitó, sin dar más explicación. 

Sus manos temblaban ligeramente agarrando las riendas y a duras penas consiguió parar el carro sin ser demasiado brusca. Seguía con la mirada fija en los hombres y se preguntaba si habría más y cuántos habría y cómo de rodeados estaban... Vio que el resto del grupo estaba tenso antes la situación y no le sorprendió en absoluto que fuera Yriel el primero en hablar. Se tendría que haber mantenido con la boca cerrada, pero ella misma sabía cómo era y no podía dejarlo así. Ella era mucho menos cobarde que yo... Y supongo que ahora es la única forma de vivir.

- ¿Tan rápido habéis encontrado otro contratista? Esperemos que éste os dure más que el anterior. - comentó con voz clara sin moverse del pescante, con una mirada fría y altiva que no era para nada típica de ella - ¿Cómo se llamaba? ¿Dave, Wade...? Lo que sea, ¿pero ahora estáis interesados en... ¡niños!? - exclamó con un gesto de atonicidad e incluso desagrado - ¿Sabéis? Sé qué niño buscáis, yo también lo he visto. Y no os voy a mentir, es cierto que se parece al muchacho que viene con nosotros, pero os diré algo. La última vez que lo vi, estaba muerto, igual que su madre. - soltó un bufido, medio cruzándose de brazos - ¿De verdad creéis que el nuevo rey dejaría a un posible heredero con vida? ¿Que sería tan estúpido para dejarlo por ahí correteando sin problema, para que dentro de unos años vuelva y reclame su puesto en Odrin? Bastante es que haya dejado a algunos inocentes marcharse. 

La mediana no se movió del sitio, ni siquiera para mirar a sus compañeros y comprobar que iban a seguir su mentira. Por lo menos no se contradecía con lo dicho por Yriel, y el hecho de que los demás no hubieran abierto la boca ayudaba algo. Se pasó la mano por la frente con gesto cansado, hablando esta vez con mucha menos acidez, casi como si les estuviera pidiendo un favor.

- Mirad, la guerra ha acabado. Estamos buscando a la familia que le queda al pobre niño y ahora mismo ninguno de nosotros está al servicio de nadie. Así que dejadnos seguir nuestro camino y no habrá más problemas entre nosotros.

La tensión se palpaba en el ambiente. Aquellos hombres habían salido de la nada, sabían lo de Aidan y estaban más que dispuestos a matar por su objetivo. Los aventureros no tardaron nada en prepararse para el posible enfrentamiento, aunque la pareja de hombres no hizo gesto alguno para imitarles. Tan solo se los quedaron observando desde la distancia.

El comentario de Arahan no fue siquiera tenido en cuenta, aunque los de Yriel provocaron que el de las patillas ensanchara su sonrisa - Siempre acaba llegando un momento en el que las cartas se ponen sobre la mesa antes de la jugada final. Seamos todos adultos y no estropeemos ese instante - replicó, sonriente.

Las primeras palabras de Ussia tuvieron un efecto similar, aunque en esta ocasión fue el del pelo recogido el que respondió - Lord Wade resultó una ayuda inesperada, pero cumplió su cometido a la perfección. Su muerte fue un mal necesario - dijo, sin molestarse en explicar nada más. No obstante, lo siguiente que dijo la mediana hizo que ambos hombres intercambiaran una mirada de incertidumbre. Después de todo, realmente resultaba extraño que el nuevo rey hubiera dejado un cabo suelto. No se dijeron palabra alguna, pero parecían estar considerando sus opciones. No tardaron mucho en volver la vista hacia el grupo - Ese niño es más importante de lo que podéis imaginar - volvió a hablar el del pelo recogido - Si el que buscamos está muerto, nos dejaréis que echemos un vistazo al que lleváis con vosotros - de nuevo, su forma de expresarse no era con peticiones, sino con órdenes que esperaba ver cumplidas sin replica alguna - Si decís la verdad, todo acabará aquí. Si no es así, y os empeñáis en contravenirnos, caerá sobre vosotros la ira del Ker'zaer.

Thánur estaba más que listo para descargar las emociones acumuladas sobre aquella pareja de ideseables de última hora. Puede que quizás incluso lo estuviera deseando, que sirvieran como su válvula de escape. Ellos eran más, mientras que los de negro eran solo dos y no parecían ir demasiado armados. Vencerlos no iba a ser un problema si todo llegaba a las manos, de modo que, ¿Qué esperaban conseguir saliéndoles a un encuentro en campo abierto?

Y entonces, al escuchar aquella última palabra pronunciada, la rabia y el hastío que crecian en el enano desaparecieron de pronto, sustituidas por otra sensación radicalmente distinta. La del frío paralizante surgido de la comprensión de un hecho inesperado y temible, de conocer hasta dónde llegaba la influencia de aquella pareja de asesinos, y para quién trabajaban realmente.

El Ker'zaer... en pocas ocasiones había tenido contacto con la alta sociedad altaireana, y en menos aún había podido escuchar el lenguaje propio que empleaban, distinto al del populacho. Pero había una palabra que todo el mundo había escuchado alguna vez, aunque fuera de pasada, para referirse a una figura en concreto. El Ker'zaer... el César...

El mismísimo Emperador de Altairea.

Lograron que la pareja aportara parte de su relato, ahora lo calificaban como alguien importante, ¿un príncipe quizás? Mildred tenía aspecto de pertenecer a la realeza y de ser así Aidan podía tener sangre real de alguna de las naciones cercanas, si lo perseguían con tanto ahínco sería porque podía acceder al trono. No valía la pena cavilar mucho más, no iban a dejar al pequeño en manos de unos asesinos.

- Claro, sin duda permitiremos que dos asesinos de élite se acerquen al pequeño.

Agregó pensando que de alguna manera tenían que proceder, aquello iba a terminar mal, no podía ser de otra forma. Yriel miró hacia los demás congregados, para él era evidente que había que acabar con esos dos para poder continuar la marcha mas no quiso precipitar nada, podían ir despacio.

- Les podemos poner condiciones, quizás alguno acepte que lo desarmemos.

Mostró una diminuta sonrisa dirigida hacia sus compañeros y oculta para los asesinos. Sería una pequeña ventaja y no debían de desestimar ninguna, el viavenés pensaba que ese juego podría acabar valiendo la pena.

¡Que os vayáis a tomar por culo! - les espetó el elfo sin ninguna clase de buen rollo ni educación. Era un salvaje, estaba claro, olía a musgo seco, sus dientes tenían un color marrón pardo y su lenguaje corporal era del todo soez y beligerante. En cualquier caso, podría ser un pordiosero beodo que abrazaba árboles, pero el arco que llevaba en sus manos listo para ser tensado era amenaza más que suficiente; ignorarlo podría traer consecuencias, y Arahan ya llevaba muchos humanos muertos en su haber, que matar a dos más con motivo, no le iba a preocupar nada. 

La mediana se tuvo que contener por no alzar las cejas, sorprendida de que aquello hubiese calado más o menos en los hombres. Aunque estaba claro que no iban a rendirse. Con la nueva petición, Ussia se giró hacia el niño y los demás, sopesando sus opciones. ¿Qué tendrá de especial para que lo puedan distinguir? Sea como sea, ya es tarde para haberlo ocultado. La idea de Yriel no era mala del todo, ya que negarse a dárselo sería como admitirlo sin más. Con un pequeño suspiro, se volvió a los asesinos de nuevo para seguir el parlamento, ignorando igual que ellos los gritos de Arahan.

- Os dejaremos, os dejaremos... ¿Pero quién nos asegura que cumpliréis vuestra palabra y no acabaréis con él en el acto? No queremos más muertes y menos la de un inocente. - la mediana puso los brazos en jarras, un gesto que prácticamente había copiado de su madre cuando les regañaba - Sólo podrá acercarse uno de vosotros. Y las armas donde las veamos. - mientras esperaba a que se decidieran y prepararan, miró a los demás, hablando en voz baja - No creo que acepten a menos que otro de nosotros se acerque con el niño. Erin, ¿crees que puedes acompañarle tú? Estarán más alerta si Gorsha o Yriel van con él... - Porque tú eres la que menos amenazante parece. 

No dudaba de las habilidades de Erin; aunque no la había visto actuar en el campo de batalla, algo le decía que sería más que capaz de acabar con uno de ellos en un uno contra uno. Por otra parte, había visto al extraño elfo con el arco y ella también tenía su ballesta bien preparada, por lo que sólo quedaba esperar que no hubiera más de ellos por los alrededores. 

Erin estaba decidida a aceptar la oferta de Gorsha. Confiaba en ella, y, por lo poco que conocía a la raza orca, no tenía más motivos para desconfiar de ellos que de los humanos... más bien al contrario. Entendía el recelo de Thánur, pero no podía asumir el riesgo de llevarse al niño y que le ocurriese algo. Su conciencia ya no podía soportar más muertes.

Estaba sumida en aquellos pensamientos, cuando los dos hombres de negro se interpusieron en su camino. Los mismos de la taberna: los mismos que habían conseguido entrar en la fortaleza de Odrin, y quién sabe si matar a Syndra y malherir a Mildred...

En silencio, la joven colocó al niño detrás de ella, y les miró fríamente. No apartó su vista de ellos ni cuando Yriel intentó engañarles, ni cuando Ussia secundó la farsa, ni con los improperios de Arahan. Sospechaba que esos dos sabían bien quién era el niño, y que incluso sabían más de él que ella, y puede que más que él mismo.

Si estaban tan seguros de querer examinar al niño, era porque sabían algo: quizá tuviera una marca de nacimiento, o algo así. A Erin no le estaba convenciendo el plan de Ussia.

—El que quiera tocar al niño me va a tener que matar a mí primero — zanjó con un gruñido quedo — ¿Cómo pretendéis confirmar que no es quien creéis?

Erin miró al que parecía más callado, el barbilampiño con el pelo peinado hacia atrás, y murmuró unas palabras, apenas un susurro, esperando que un reflejo de su alma le fuese revelado...

Thánur sostenía su martillo con fuerza en una mano y en la otra el escudo encantado, su mirada penetrante apuñalaba de modo silencioso a los dos hombres de negro, pero sus oídos estaban atentos a todo lo que se decía. Ussia había logrado con astucia apoyar la idea de Yriel, y juntos encontraron una grieta en la postura de los asesinos, sembraron en ellos la duda. A su vez los dos hombres pronunciaron una palabra que dejó perplejo al arquitecto, si su ceño estaba fruncido, la noticia logró arrugar completamente su frente, el Ker'zaer los envía?

Arahan sostenía la misma actitud que el propio enano, Ussia e Yriel parecían dispuestos a dejar que inspeccionaran al niño, y Edrin había retomado la perspicacia que la caracterizaba y no iba a tomar riesgos que no pudiese manejar. Si no hubiese escuchado a los hombres mencionar ese nombre, habría corrido hacia ellos y hundido su mazo en sus cráneos, pero ahora sabía que eso no acabaría allí. Afortunadamente el semielfo y la mediana habían abierto un hueco en las defensas de los maleantes que el anciano enano podía aprovechar, así que sin soltar ni su arma ni su escudo, usó su lengua y su experiencia contra ellos.

- El niño al que buscan tiene una marca de nacimiento - dijo en voz alta - Ese niño es tan peligroso para Logan como lo es para el Ker'zaer, por eso se han tomado tantas molestias en asesinarlo. Mildred trató de esconderlo del Emperador, pero nunca pensó que él enviaría a estos asesinos tras él  - sus palabras reflejaban lo que el enano podía reconstruir de los sucesos acontecidos y cómo podían estar relacionados - Pero caballeros, el destino se les ha adelantado, los seguidores de Logan se encargaron de ejecutar al pequeño sin dejar ningún rastro de él. Ese mercenario sí que es astuto, se evitó un problema a futuro en su reino y además se ganó el favor del Emperador en la misma maniobra -

- Mientras ustedes pierden tiempo con nosotros, él ha enviado a sus gorriones a Altairea para ganar crédito ante el Emperador... y dejarlos a ustedes como unos ineptos, claro. Pero si se apresuran y asesinan a esos bastardos, el crédito será todo de ustedes, ganaran la recompensa que se les prometió y el favor del Ker'zaer - entonces se volteó hacia el niño - A este crío le hemos tomado aprecio, pero qué tiene que ver este desgraciado con el elegido que ustedes buscan? Mírenlo, no es más que un niño asustado, de ningún modo es el futuro Emperador - 

- No pierdan tiempo, éste no es a quién buscan pues ese ha muerto frente a mis ojos, mejor asegúrense que esa muerte quede en vuestras manos y no en las de esos mercenarios astutos y codiciosos que les están robando lo que les pertenece. Si estuviese en lugar de ustedes, me apresuraría a ir tras ellos o nunca los alcanzarán - dijo finalmente.

Erin había hecho bien en ocultar al chiquillo tras ella, así Gorsha podría ponerse delante de ambos, hacha en mano y hombros tensos. No dijo nada, sus compañeros ya estaban haciendo un trabajo excelente intentando engañar a esos dos asesinos. Sólo en el caso de que las palabras fallasen, la orca actuaría. No quería ponerse violenta delante del niño, pero si no quedaba más remedio, despedazaría a esos dos idiotas como a dos carcasas de reno.

En cuanto a lo que Thánur decía sobre el emperador... Eso ya se le escapaba. Gorsha sabía poco sobre intrigas cortesanas. De hecho, casi todo lo que sabía lo había aprendido en esta guerra. Así que se guardaría se nombre en la memoria para preguntar más tarde al enano por él. Y quien decía Thánur decía todo el grupo, que cuanta más información tuviera sobre dicho asunto, mejor, ya que si ese tal Ker'zaer pretendía hacer daño al niño, más valía estar bien al tanto de todo cuanto pudieran averiguar.

Las sucesivas intervenciones de Ussia, Erin y Thánur provocaron que los hombres volvieran a mirarse el uno al otro con todavía más desconcierto, como si los aventureros estuvieran pasando por alto algo que para ellos era obvio - Si quisieramos al niño muerto, ya lo estaría. Mildred, en cambio, traicionó la confianza del Ker'zaer y infrigió la Ley Imperial. Su castigo era la muerte - dijo el del pelo recogido, como una única respuesta a los argumentos esgrimidos, antes de pasar a responder a Erin, aunque sin hacer caso a su advertencia - Es un niño de sangre azul. Sus ropas destacarán, y si no, su piel y su pelo no estarán sucios, sus manos no habrán trabajado nunca, su forma de comportarse será la de un noble. Incluso bajo un capote de lana y un sayal de borra, hay cosas que no se pueden esconder.

Al terminar de hablar, el hombre empezó a desatarse el cinto, pero el otro lo detuvo poniéndole la mano en el pecho. El de las patillas empezó entonces a hacer lo mismo, tendiéndole a su compañero sus espadas cortas, así como varios cuchillos, y una especie de pequeños discos metálicos con puntas de estrella por los bordes. Una vez quedó sin armas, al menos aparentemente, empezó a caminar con lentitud hacia el grupo, esperando que estos cumplieran también su parte del acuerdo.

Mientras lo hacía, el otro iba escuchando a Thánur, y, por pimera vez, una expresión se escapó momentáneamente de su rostro de piedra. Una apenas perceptible sonrisa, como si hubiera encontrado gracioso algo de lo que hubiera dicho el arquitecto - Demasiadas suposiciones, enano - respondió - Si Logan o alguno de los suyos han dado muerte al niño, entonces su reinado será muy breve. No tenemos instrucciones de hacer algo en su contra, pero al Ker'zaer le complacerá saber sobre lo sucedido con estos Pequeños Reinos, sin duda - entonces, borró su sonrisa - Ahora, enseñadnos al niño.

La magia envolvió al hombre de negro, revelando su aura a Erin, una de perfecta calma, como si en todo momento estuviera en control de la situación, a pesar de que tan solo eran dos y uno de ellos acababa de dejar atrás sus armas de forma voluntaria. El hombre creía que aquello no acabaría en una lucha, y que, si el niño era realmente el que buscaban, les sería entregado. En caso de que se desenfundaran las armas, no obstante, echaría a correr de allí, rehuyendo el combate... aunque no encajaba que aquello fuera a ser para simplemente salvar la vida.

Erin avanzó un paso mientras desenvainaba su cuchillo, mirando fijamente al hombre.

—Vale: no le queréis matar — dijo — Y tampoco vais a pelear para llevároslo. ¿Qué queréis?

La joven estaba dispuesta a empezar la pelea... y que los Dioses eligieran a sus favoritos. Aquellos dos estaban tan seguros, que era evidente que descubrirían el linaje de Aiden... fuera el que fuera.

Si les dejaban examinar al niño, le descubrirían; si no se lo permitían, les estarían confirmando sus sospechas.

—Hablad claro. La única forma de que el niño se vaya con vosotros es que nos contéis la verdad, y que la verdad nos convenza.

El semielfo tenía los estoques desenvainados, había supuesto que aquello se resolvería con sangre, una suposición que quedó fuera de lugar con la insinuación de que no querían hacer daño a Aidan lo que daba a entender que las armas sobraban. Con cuidado los guardó ambos, cruzándose de brazos pensando en si tenía que hacer algo ahora, tan solo miró al jovencito queriendo saber cuál era su reacción ante todo ese intercambio de palabras, si estaba asustado, si había reconocido lo que era el Ker'zaer como altareano que era.

Se preguntó si Lesil tuvo parentesco ya fuera cercano o lejano con el emperador. No le terminaba de encajar que Gwyl fuera descendiente de alguien tan poderoso, ella era mucho más sencilla, amante de las cosas pequeñas. Cuando notó que su mente se deslizaba por esos derroteros buscando de nuevo dibujar a la mestiza prefirió detener ese curso y para conseguirlo se fijó en los desconocidos.

- Como dice mi amiga queremos saber más sobre esta historia, sería buena señal por vuestra parte que nos pusiérais al corriente de todo, el tono altivo que habéis estado usando nos crea recelos.

Aprovechó para recalcar que no estaban siendo muy acertados a la hora de dirigirse a ellos.