Partida Rol por web

El grupo se aprestó a prepararse para el, inevitable según la mayoría, enfrentamiento. La mayoría también coincidían en que el interior del torreón les proporcionaba la mayor ventaja posible, ya que la entrada solo permitía el paso de una única persona a la vez, si bien la puerta que la cerraba no duraría ni un minuto frente a alguien decidido con un hacha. Ussia abogó por intentar salir de aquella situación hablando, incluso estando al tanto de la reputación que tenía el líder de los Buscasangres, pero el grito de Yriel hacia el exterior dejó bien patente que iban a ofrecer resistencia.

Arahan buscó rápidamente una posición desde la que apostarse para disparar, pero lo único que pudo encontrar era un par de estrechas aspilleras que seguían el recorrido de la escalera. No ofrecían un campo de visión muy amplio, pero desde allí, un tirador sería imposible de alcanzar por nadie del exterior. También estaba la opción de ascender hasta el piso de arriba, donde tendría visión de todos los alrededores del torreón... aunque al no contar con muros, también sería una presa más fácil para cualquiera que llevase otra arma de proyectiles.

Mientras Philip recuperaba el escudo y terminaba de ayudar a armarse a Thánur, Nimrod se había quedado de pie, con una mano en la cabeza a la altura de la oreja, y la otra pegada a la pared. Tenía los ojos cerrados y movía los labios, aunque ninguna palabra salía de su boca - Puedo sentirlos. Creo... que vienen diez - dijo de repente - Están ascendiendo la colina. Todavía tenemos algo de tiempo hasta que lleguen, pero van deprisa. Si queremos hacer otra cosa que no sea atrincherarnos aquí, no tendremos otra oportunidad que esta - los caballos y el carromato de la mediana seguían en el exterior del torreón, aunque dentro del pequeño muro de piedra que lo rodeaba. Este era tan alto como un hombre, aunque su piedra estaba desgastada y, aparte de la entrada por la que había entrado el carro, también había lugares donde la pequeña muralla simplemente se había desplomado, formando nuevas vias de acceso. No era un lugar tan defendible como el torreón, desde luego, pero al menos les daba más margen de maniobra.

- ¡No podéis ser muchos ahí dentro! - respondió la voz de Skule al grito de Yriel - ¡Sed listos y no sucederá nada malo!

Tras el de Erin, hubo una breve pausa, pero el vozarrón del norteño no tardó en volver a escucharse - ¡Eso suena mejor! ¡Pero yo también voy a ser listo! ¡Me acercaré con un par de los míos y hablaremos en la puerta, cara a cara! ¿Eh? ¿Cómo suena eso?

Erin fue pasando oja tras oja del libro que le había entregado Ussia, pero todas las páginas estaban escritas en una lengua que no sabía reconocer. Seguramente fuera la lengua de la propia Syndra, la variante sombría del idioma élfico. El libro tenía las tapas negras, sin distintivo alguno, y las páginas estaban hechas de un papel que no parecía afectado por el tiempo o el ambiente, ya que seguía siendo blanco. Todo lo que había en él había sido escrito con tinta roja, lo que lo hacía destacar aún más.

En numerosas páginas había dibujos de todo tipo, algunos sencillos y otros complejos, la mayoría con anotaciones cercanas, aunque, sin tener ni idea de la teoría de la magia ni de lo que decían aquellas palabras, poco podía sacar en claro del libro, al menos en aquellos momentos.

Pero el libro había pertenecido a una hechicera de considerable poder, de eso no podía tener ninguna duda. Quizás Nimrod pudiera echarle una mano con aquello. Desde luego, era el que más experiencia tenía en el tema del grupo, por no decir el casi el único.

Duque no dudo en reaccionar. Le hizo una seña al elfo y a Erin, apoyó sus brazos estirados contra la pared agachándose mientras doblaba ligeramente la espalda y las rodillas.-Si corren quiere decir que no disparaban, cuanto antes subáis antes podréis abatirlos. Pisad en muslo, hombro, espalda y arriba, creo que vuestro peso me será fácil de manejar. ¡Vamos no perdáis más tiempo!- el lucerano se ofrecía como una escalera humana. Total en la puerta no cabrían todos, imaginaba que Yriel y Gorsha organizarían ese frente. si no cabía ahora mismo Duque era más útil como improvisada escala que allí en medio de brazos cruzados.

Arahan asintió al lucerano, él mismo había pensado empezar a disparar en cuanto asomaran sus cabezas humanas, por lo que el elfo, estaba más que preparado, con el arco en tensión y apuntando hacía la entrada por la que deberían entrar. Al menos eso hizo de inicio, pero como se había subido momentos antes hasta la posición que creyó más ventajosa, el elfo se asomó un poco por la aspillera para ver si estaban trepando por el torreón derruido. 

Erin tragó saliva. Hablaba con un asesino de un grupo de asesinos, y si seguía vivo no era por ser confiado. Un tipo así sólo bajaría la guardia si le vencían la avaricia, el hambre o la lujuria. Seguramente mientras subía por la colina ya estuviera paladeando la idea de matar a todos los ocupantes del torreón, comerse sus víveres y violar a la muchacha que acababa de hablarle.

Al menos ellos sabían cuántos eran los asaltantes: pero Skule no sabía a cuántos defensores se enfrentaba. Si supiera que eran diez contra ocho adultos (nueve, si contaban al pobre Phillip), una persona sensata no acometería aquel asalto, y seguiría su camino en busca de presas más fáciles: Erin no creía que se estuviera enfrentando a alguien con esa cualidad.

Volvió a levantar la voz.

—¡Vale... Pero entrad sólo vosotros! ¡Sólo estamos mi marido y yo, y los criados! ¡Pero compartiremos nuestra comida si luego os marcháis!

Skule había escuchado a un hombre, y a una mujer: eso seguro. Y quizá sospechaba que había más gente allí. Si Erin conseguía parecer una presa fácil y apetecible, quizá Skule bajara la guardia... y si lo hacía, allí estarían sus flechas.

El semielfo veía el lugar defendible, solo hacía falta que se ocuparan las posiciones necesarias.

- No van a poder entrar en la torre pero lo que no me gustaría es que nos robaran a los animales, hemos de ser raudos e introducirlos en el torreón.

No había mucho más que hablar, contaba con que los norteños no tenían ángulo de disparo por lo que salir era del todo seguro durante el tiempo que tardaran en ascender. Si fueran más guerreros también vería factible esperales fuera mas la mayoría emplearían los arcos como bien sabía Yriel, lo había visto otras veces.

- Acompañadme, hay que traer a mi corcel y a las mulas, yo solo no puedo.

Miró a Gorsha y a Montalbo, que serían los más arrojados en una situación como esa. Él no tardó en ponerse en movimiento sabiendo que no podía permitirse arriesgar la vida de Brioso, adoraba a su caballo, vinieron juntos al Norte y no lo dejaría en manos de esos mercenarios ahora convertidos en bandidos.

- Me pregunto cuánto hará desde la última vez que corrió la sangre en esta torre.

Añadió dando por sentado que habría una encarnizada lucha.

El lucerano suspiró con pesadez, al final todo se repetía, el hombre estaba destinado ha derramar sangre fuera por la causa que fuera. Asintió a Yriel sacando las armas, dispuesto a seguirle.-Muchacha coge las mulas y vuela, nosotros te daremos tiempo.-Yriel no podrían con todos los animales, así que esperaba poder comprarle algo de tiempo entre el y Gorsha. Al fin y al cabo Skule le había dejado tirado en su momento, no tenía ningún grato recuerdo que líder mercenario.

Cuando salió de la torres Duque se dejó ver.-¡Skule, bastado de una cerda. Perro cobarde, cuan bien se te dio huir!¡Te desafío ante tus hombres por el liderazgo, acepta si eres hombre o vete de nuevo con el rabo entre las piernas como la rata que eres!-si con aquello hacía dudar a los mercenarios ni que fuera por un momento en su ascenso ya perderían el resuello y algo de tiempo. Esperaba que la poca dignidad de Skule le obligase a aceptar el duelo, a esperas de que el elfo le clavase una flecha entre las cejas, si es que aquello era posible en alguien con una única y espesa felpa pegada a la cara.

Estaba claro que el enfrentamiento esta vez iba a ser inevitable, por mucho que Ussia quisiera enmendar su arrebato anterior. Así que sin más que asentir un par de veces a la opinión general, comenzó a preparar su ballesta. Echó alguna que otra mirada preocupada hacia Nimrod mientras contaba todos los que eran y escuchaba las respuestas del otro lado. También sabía, igual que Yriel y el Duque, que podrían llevarse los animales si quisieran y no podrían hacer mucho por ello. Pero aunque su carro era por lo que había vuelto, no pensaba huir de nuevo. 

- Cuantos más tiradores tengáis, mejor. - respondió a Duque, girándose hacia el mago rápidamente - Si Philip sabe conducir, podríais alejar mi carro y el caballo de Yriel y nosotros nos encargaremos de detenerlos aquí. Y si no, cualquier magia que nos sirva para esta batalla será bien recibida. 

Terminado el reparto de tareas, buscó otra aspillera que le diera suficiente ángulo para ver a los mercenarios acercándose por la colina.

De haber tenido un poco más de tiempo y a los animales en un lugar seguro, probablemente habrían preparado una estrategia que optimizara el escenario en el que se encontraban. Pero no tenían ese privilegio.

 -Subid a la segunda planta y cubridnos.

Si usaban sus arcos para protegerles, podrían hacer que la ventaja numérica de los enemigos se minimizara. Por su parte, ella seguiría a Yriel y Duque. Había llegado la hora de dejarse de sutilezas y hendir cráneos como si fueran melones. Eso siempre y cuando el desafío del lucerano caera en saco roto. ¡Que teniendo en cuenta el orgullo de los norteños igual colaba!

 -Duque, si ganas ese desafío, te invitaré a toda la hidromiel que pueda aguantar tu cuerpo.

Yriel, Gorsha y Duque se atrevieron a salir al exterior, viendo lo vulnerables que estaban las monturas del grupo, mientras que Arahan y Ussia se apostaban en la parte trasera del torreón con sus armas preparadas para disparar sobre cualquier asaltatnte que se acercara por aquella dirección.

Thánur se quedó a un lado de la puerta con su martillo preparado, mientras que Erin se asomó lo justo por ella para responder al Tajacráneos — ¡Me parece bien! ¡No tendréis que esperar mucho¡ ¡Y no os preocupéis, que nos marcharemos sin más si todo sale bien! — voceó a su vez el norteño, cuya voz parecía sonar algo más cercana que antes.

El grito de Duque pudo dar al traste con el intento de engaño, si bien sin duda alguna fue algo que sorprendió al otro mercenario — ¿Duque? ¡Dichosos los oídos, viejo sabueso! ¿A qué vienen esas palabras? ¡Tú más que nadie tienes que comprender que aquella batalla estaba perdida y que había que salvar lo posible! ¡Fuiste tú el que decidió quedarse hasta el final! — las carcajadas del norteño se escuchó por toda la colina al escuchar lo del desafío — ¡Pero hombre! ¿Ahora me desafías? Espera que llegue arriba y podamos tener unas palabras cara a cara, que seguro que todo se puede arreglar hablando.

En el interior de la torre, Nimrod se giró hacia Ussia cuando se dirigó a ellos — Sí, podríamos hacerlo, llevarnos el carro y las monturas para ponerlas a salvo. Recomendaría también alejar a Aidan de aquí — dijo mirando ahora hacia Erin — Pero para ello necesitaríamos que un lado de la colina estuviera despejado de enemigos.

Y, cumpliendo las palabras de Skule y la mención de Nimrod, los primeros de ellos empezaron a aparecer en la cima de la colina. Estaban bastante dispersos, aunque principalmente habían ascendido tanto por delante como por detrás del torreón. No fue difícil reconocerlos como Buscasangres, los supervivientes del grupo mercenario que había sido diezmado en la batalla del claro, aquellos que Skule había podido llevarse consigo. Empezaron a colarse entre los huecos del muro exterior, todavía tanteando el terreno y viendo con lo que realmente se iban a encontrar, mientras que otros se movieron protegidos por el muro, buscando algún punto sobre el que saltarlo que no estuviera vigilado.

Lo que estaba claro, es que en ningún momento los asaltantes habían tenido previsto honrar lo pactado, ya que allí estaban los diez norteños, todos con las armas en la mano.

El lucerano con la guardia alta se encaró hacia los dos buscasangres que tenía enfrente, si podía les impediría pasar dentro del cerco con su mera presencia mientras todavía se comunicaba a gritos con Skule.-¡Te fuiste mucho antes de que todo estuviera perdido!¡Tuve que sacar yo a tus hombres del flanco izquierdo!¡Vergüenza debería darte mediohombre!¡Tras la primera, incluso tras la segunda explosión teníamos el flanco ganado les hubiéramos pasado por encima si te hubieras limitado ha hacer tú trabajo!¡Sanguijuelas cómo tú son las que dan mal nombre al oficio!¿Y vosotros mangurriánes qué haceis siguiendo a ese desarrapado?¿También sois de su ralea o estáis dispuesto a seguir a un hombre de verdad?. Al menos yo no me escondería detrás de vosotros ni os mataría de hambre.-Duque escupió a un lado maldiciendo a Skule. La moral de los mercenarios derrotados podía ser muy frágil más cuando el hambre apretaba, si todos aquellos hombres habían estado presentes en el campo de batalla y en el fondo, aunque no quisieran admitirlo, sabían que el lucerano no mentía. Por eso mismo no se enzarzó con ellos, sino que les dio la opción de dejar que su líder hiciera algo más que cacarear escondido tras su faldas, eso los norteños no podrían permitirlo así como así.

Mientras los guerreros hablaban a gritos de sus batallas y derrotas, Ussia estaba bastante más pendiente de los que venían por los laterales de la pequeña colina. Al escuchar a Nimrod, su mirada fue de él hacia Aidan y luego hacia Erin. Sabía que si lo separaban del grupo y algo le ocurría... 

- Estará mejor fuera que en medio de la batalla. - pensó en voz alta, a modo de respuesta y esperando que la humana diera su veredicto - Está bien. Estad atentos para cuando tengamos un hueco libre, por la derecha.

Dicho esto, la mediana subió las escaleras para quedarse en la aspillera al lado de Arahan, lo más al este posible. Aunque dejemos un lado desprotegido, será mejor ahora que en mitad del combate. Así que se preparó para cuando comenzara el asalto y apuntó hacia uno de los Buscasangres, el que estuviera más al norte de su posición. Viendo que los demás habían decidido comenzar ya el asalto, no quiso ser menos y la mediana disparó, esperando al menos que dejara de moverse.

Arahan, que ya había previsto aquello, vio, a través de la aspillera, como se acercaban rodeando el torreón derruido. Si lograban trepar, estarían expuestos por dentro, por lo que el elfo no tardó nada en tensar el arco, apuntar con su afilada vista a uno de ellos y soltó la flecha que fue directa a su cabeza. Arahan confió en que no lo esquivara, pero pronto preparó otra flecha para tratar de abatir al otro que veía o sencillamente, rematar al primero - ¡Nos rodean! - informó. 

La orca se mantuvo a la espera de que Duque o Skule realizaran el primer movimiento. Si se iban a enzarzar en un combate uno contra uno, lo mejor era no intervenir. Hasta que Arahan dio el aviso.

El equipo de Skule les estaba rodeando, ¡el muy bastardo había planeado eso desde el principio! Ahora la huída se les habia complicado sobremanera. En fin, demasiado inocente habría sido creer por un instante que un mercenario cobarde como Skule no tendría planes de tomar por la fuerza la torre cuando comprobase su superioridad numérica.

Eso fue todo lo que Gorsha necesitó para abalanzarse sobre sus enemigos. Arahan también actuó, disparando su arco de manera certera a la cabeza de uno de los mercenarios que les rodeaban. Si atacaban rápidamente y eliminaban a los mercenarios de la zona de entrada, podrían usar el carro para escapar de allí.

 -¡Vamos, ayudadme a despejar la entrada! ¡Hay que largarse cuanto antes!

Erin masculló una maldición. Hubiera querido esperar a que Skule asomase su fea cara para clavar una flecha en ella, pero sus compañeros habían preferido salir en busca del enfrentamiento. De modo que ya no podía hacer nada más: corrió escaleras arriba en busca de un hueco por el que disparar, y, al asomarse, lanzó su proyectil al primer blanco que vio.

En cuanto quedó claro para todos que aquél inesperado encuentro solo podía terminar con un baño de sangre, los aventureros no perdieron tiempo a la hora de vender cara su piel. Ágil y veloz como los de su raza, Arahan fue el primero en responder, su flecha salió disparada hacia el primer enemigo que tuvo a tiro. El escudo que llevaba el norteño estuvo a punto de detener el proyectil, pero este pasó silbando y se clavó de lleno en su casco, atravesándolo y derribándolo al suelo. No se levantó.

Frente a la puerta del torreón, los gritos de Duque no amilanaron a los Buscasangres que acudían en busca de la suya, estos siguieron adelante haciendo oídos sordos a sus palabras. O su lealtad era realmente encomiable, o había algo más espoleando a los mercenarios. Lanzaron sus ataques al unísono sobre el lucerano, y aunque este pudo desviar la estocada de uno, sintió el mazazo que le propinaba el otro en el estómago, nada grave gracias a su vieja armadura, pero que lo dejó sin aire durante un instante.

Viéndose sin alternativa, Erin dejó las palabras y echó mano del arco, subiendo por las escaleras para apostarse al lado de Ussia en una de las aspilleras desocupadas. Su proyectil acompañó al del silvano, encontrando también blanco certero, pero la menor potencia de su arma hizo que no llegara a acabar con su objetivo, que soltó un grito de sorpresa y rabia al verse alcanzado, pero que siguió avanzando.

Los norteños amenazaban con rodearlos, en la entrada, un par de ellos se lanzaron a la carrera, directos hacia Gorsha e Yriel. A pesar del tamaño de la orca, el mercenario no dudó a la hora de lanzar un golpe con su hacha hacia el hombro de la amazona. Otros tantos Buscasangres salían por encima del muro defensivo, saltándolo, para llegar al combate desde puntos menos previsibles y menos susceptibles de estar defendidos.

Gorsha no dejó que el dolor pudiese con ella, había soportado eso y mucho más, y con un blandido de su enorme hacha, destrozó a su atacante de un solo golpe, enviando el cuerpo un metro hacia atrás debido a la fuerza con la que había sido impactado.

En la escalinata, la mediana decidió cambiar de posición, pasando ágilmente por el estrecho hueco que dejaba Arahan para situarse a su otro lado. Las cuerdas de la ballesta se destensaron al tiempo que la saeta salía volando hacia uno de los norteños que en esos momentos saltaba el muro, pero tuvo la mala suerte de clavarse en la piedra, y no en la carne del norteño, que se quedó un momento mirando lo cerca que había estado de verse ensartado.

En el interior del torréon, Thánur se manteía contra la puerta, como última defensa física, inamovible con su armadura, listo para salir también si lo veían necesario. Aidan retrocedió hasta la pared junto a Philip, ambos visiblemente nerviosos por los sonidos de la lucha que se sucedía a su alrededor. Nimrod, por su parte, seguía de pie al lado de la hoguera apagada, con semblante preocupado. Las salvaguardas habían dejado de funcionar al detectar a los primeros intrusos, pero a pesar de los dos muertos que ya tenían los Buscasangres, parecían llegar más a la cima de la colina, ya que ahora mismo había una docena de ellos, y fácilmente podían contar con un número mayor.