Partida Rol por web

Los norteños se agolpaban en la puerta como hienas sobre la carroña, cayendo con todas sus fuerzas sobre Thánur, que poco a poco iba retrocediendo mientras intentaba detener todos los golpes que podía con su escudo. Paso a paso, logró meterse en el interior del torreón, pero para cuando lo hizo, la sangre manaba de las juntas de su armadura, y apenas podía levantar ya el brazo de su martillo. El primer Buscasangre se abalanzó al interior, pero tan solo para encontrarse con el espadazo de Duque, que le dio en el costado atravesando su cota de malla, aunque sin llegar a dañar nada vital. El lucerano volvía a tenerse en pie gracias a la magia sanadora de Erin, aunque seguía estando bastante malherido. La joven no había podido hacer más por él en ese momento, y ahora se limitaba a descansar unos momentos apartada de la puerta tras toda la energía y concentración gastadas.

También recuperada, Gorsha atacó con su hacha al primero que metió la cabeza dentro del torreón, pero el espacio jugaba en contra de un arma tan grande, y el norteño vio venir el golpe, que pudo parar con su escudo. Su grito podría haber amedentrado a hombres menos duros, pero los norteños estaban hechos de un pasta distinta, y aquellos, mucho más, pues a saber a cuantas guerras y penurias habían sobrevivido junto a Skule. La última vez que habían visto a la orca sangraba por todas partes, su voz no iba a ser suficiente para convencerlos de que no tenían aquello ganado.

- ¡Alabo tu valor ante la muerte, guerrera! - gritó Skule - ¡Pero no te engañes, eso es cuanto te espera! ¡Estáis sin fuerzas y sin trucos, y nosotros con un pie dentro! ¡A ellos, muchachos! ¡Una parte de mi botín para el primero que se abra paso! ¡Pero el lucerano es mío! - desde luego parecía dispuesto a zanjar aquél asunto pendiente con Duque.

Skule se giró hacia atrás justo a tiempo. El disparo de Yriel se perdió contra el escudo del pelirrojo, que tras ladrar un par de órdenes, dos de los que atacaban la puerta dieron la vuelta y se dirigieron hacia el jinete, al tiempo que los dos que habían cubierto la otra abertura hacían lo mismo. Cuando uno estuvo a distancia que creyó suficiente, arrojó la lanza que portaba contra el semielfo, esperando derribarlo de su montura. No tuvo tiempo de ver si acertaba, pues algo le impactó en plena nuca y lo tiró al suelo, muerto antes de tocarlo.

Ussia vio como su ballesta se cobraba una nueva baja, y notó como Arahan, que había subido hasta allí pasando por delante de Nimrod, se colocaba también en posición. El hechicero llegó también al piso superior y se detuvo un momento, algo jadeante, antes de colocarse casi en el borde de la torre, justo encima de la puerta de entrada - Tan solo necesitaré unos momentos... - dijo, mientras recuperaba el aliento.

A un alto precio en sangre al fin había conseguido posicionarse como era debido. El enano soportaba ahora el peso del combate mientras él y Gorsha flanqueaban a los buscasangre que se atrevían a entrar, uno a uno tratarían de despojarlos de cualquier hálito de vida dejando que sus cuerpos sin vida obstaculizasen la entrada del siguiente. Dándoles cada vez más que pensar a los norteños, pues de poco le sirve la plata a los muertos.

El lucerano estaba para el arrastre, sin embargo todavía estaba dispuesto a dar guerra esperando darle a Erin el tiempo necesario para poder actuar. Acuchilló con fuerza al norteño buscando el bajo vientre tratando de entrar por debajo de la armadura para deshacerse del primero, dejando que Gorsha reservase el mejor de sus golpes para el siguiente en entrar esperando poder descargar el estoque contra otro rival o usarlo para quitarse de en medio al malherido mercenario. En su maltrecho estado no podía tumbarlos de un golpe, el estilo de lucha y las armas de Duque requerían de mayor floritura, en cambio la enorme hacha de la orca no conocía de sutilezas. Un golpe, un muerto directo, claro y conciso el único problema era que tenía que golpear al mercenario de lleno, pero para eso estaba Duque en el flanco contrario para dividir la atención del rival en busca de darle a su compañera la oportunidad para abrir un hueco en las defensas del rival. Uno que le condujera a una muerte segura.

Erin se zafó como pudo del agarre del lucerano, mientras negaba fuertemente con la cabeza. Fuera lo que fuese lo que le había dicho el guerrero, no parecía muy convencida; en vez de eso, retrocedió un paso con cuidado para no tropezarse, y miró hacia arriba, a Ussia y Arahan.

—¡El muro! — gritó; y, por si no quedaba claro, añadió — ¡Empujad el muro arriba!

Todos los asaltantes estaban juntos en la entrada: una avalancha de piedras podía decantar la batalla del lado de los defensores.

Inasequible al desaliento, y pese a estar agotada, Erin volvió a imponer sus manos sobre las heridas de Duque de Montalvo.

Había conseguido marear un poco a los mercenarios con su última flecha, lástima no haberle causando una herida a Skule. Le gustaría que dejara de verter mierda, no iban a derrotarles cuando podían taponar la entrada. Ellos contaban con bravos guerreros que resistirían ese asalto.

- ¡No vais a tener más recompensa que la de ir al más allá con vuestros dioses! 

Bramó hacia los mercenarios dando media vuelta para alejarse esa vez con la intención de alejarlos, si podía jugar un poco con ellos, agotarlos y luego galopar de nuevo hacia el torreón para apoyar a sus compañeros. Hasta le valía separarlos entre sí para luchar de uno en uno sobre Brioso. Su montura le daba algo de ventaja y era en eso en lo que debía apoyarse. 

Escuchó un grito de Erin, si de verdad lograban arrojar las piedras sobre los norteños tendrían la lucha ganada.

- Eso es, partidles las malditas cabezas.

Musitó mientras cabalgaba alejándose de la muralla, pendiente de si le seguían.

Una vez en el piso de arriba, el elfo tensó su arco y disparó contra la masa de desgraciados que los querían muertos - ¡EL LUCERANO ES MIO DESGRACIADO! - le espetó al líder de los norteños con los ojos saliendo de sus orbitas por la tensión del momento. 

¿El muro? ¡Claro! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Ahora sí que tenía que mantener a raya a esos perros de vientre amarillo. ¡Si conseguían tirarles el muro encima, ganarían una gran ventaja!

Gorsha atacó con su hacha, usando toda la fuerza de sus brazos. Aquellos desgraciados iban a caer. ¡Por sus antepasados que iban a caer como moscas! Y se daría el gustazo de ver a Skule destripado a sus pies, muriendo como el bastardo hijo de mil padres que era.

Tras ver que uno más había caído, la mediana comenzó a prepararse para disparar a otro pero entonces escuchó a Erin. Alzó la vista hacia las piedras que había frente a ella, a punto de despegarse peligrosamente de la torre. La mediana frunció el ceño un instante, bajando la mirada hacia Gorsha y luego hacia sus propias manos. Soltó una pequeña risa contenida y sacudió la cabeza, recordando algún chiste para sí misma. 

No obstante, a pesar de la poca confianza que tenía en su fuerza, la mediana se abalanzó sobre una de las ruinas más desprendidas de la torre, decidida a tirarla abajo. Tras unos segundos de esfuerzo y notando que aquello iba a empezar a desprenderse, la mediana se alejó y siguió empujando con la pierna, controlando que ninguno de los que había en la parte alta cayera con el derrumbe

- ¡Fuera de aquí, piojosos! - gritó hacia abajo. Cajas y piedras no dolerán... Pero si lo hacen mejor, y si no lo hacen, por lo menos que se asusten.

Posicionado ya junto a Ussia en lo alto del torreón, Arahan pudo volver a echar mano a su arco, aunque quizás por la apremiada situación en la que estaban, disparó de forma más apresurada, logrando dar en el blanco, pero no en el habitual, sino en la pierna de su objetivo, que se llevó la mano a la herida con un grito de dolor. Un resultado similar obutvo Yriel tras esquivar por poco la jabalina que le había sido arrojada, antes de devolver su propio proyectil que dio también en la pierna de uno de sus perseguidores, que tuvo a bien ocultarse tras el muro. Ocupado en disparar Brioso se limitó a seguir hacia adelante, llevando a su jinete casi hasta el pie de la colina, fuera de la visión de todos menos del par de norteños que seguían tras su sangre.

En la puerta la pelea se recrudecía, a Thánur no le quedó más remedio que apartarse de la zona que defendía, tambaleándose mientras dejaba tras de sí un pequeño rastro de sangre. Dunque no estaba en mucha mejor condición, y su ataque fue fácilmente evadido por su rival. La cercanía del sonido del acero no fue suficiente para amedentrar a Erin, que se acercó al lucerano por la espalda y de nuevo trató de sanar sus heridas. Aunque el cansancio empezaba a hacer mella en ella, pudo deshacer parte del daño sufrido por Duque, dando nuevas fuerzas al espadachín.

La estocada de un hombre malherido era una cosa, pero detener el hachazo de una guerrara orca en plenas facultades era algo muy distitno. Gorsha sajó de arriba hacia abajo con todas sus fuerzas, partiendo escudo, pieles, cota de malla, músculo y hueso, todo en uno, destrozando al único Buscasangre que había logrado entrar, dándole un respiro al resto del grupo, sobretodo a Philip y Aidan, que observaban atemorizados como los norteños empezaban a entrar en el pequeño recinto.

Tan solo Ussia hizo caso de la advertencia de Erin, ya que Arahan prefería disparar y Nimrod estaba concentrado en lo que fuera que estuviera haciendo por lo que la mediana fue la única que se pegó al pequeño murete, empujando con todas sus fuerzas. Aunque no quedaba mucho de la antigua pared, la base de la misma había demostrado ser resistente, y tan solo un cascote llegó a ceder ante el empuje de la comerciante. La roca cayó, torreón abajo, hasta dar de lleno en la cabeza de uno de los norteños, pero al estar protegida por el casco, no llegó a sufrir grandes daños. Insultos desde abajo eran la única respuesta que podían darle, por el momento.

- ¡Maldita sea! - gritaba Skule, que veía como su punto de entrada se perdía antes de que pudieran aprovecharlo, a manos de una orca que debía de haber estado demasiado herida como para seguir luchando - ¡Retroceded! ¡Dad espacio!

Pero antes de que pudiera dar nuevas órdenes, Nimrod por fin actuó. Había estado murmurando por lo bajo unas palabras inteligibles para todos allí, y ahora liberaba el poder que estas contenían. Colocando las manos extendidas hacia el pie de la torre, un potente destello pareció salir de las mismas, colándose por las grietas de la vieja edificación, forzando a todos a entrecerrar los ojos un momento debido a la intesidad del brillo, y eso que no habían sido su objetivo directo. Pero los norteños sí.

Gritos de pánico y sorpresa se alzaron entre sus filas, ya que todos habían quedado cegados de repente por la luz y se veían incapaces de actuar - ¡Ahora! - gritó el hechicero - ¡El efecto no durará mucho tiempo!

El lucerano recuperó parte del vigor perdido gracias a la magia de Erin, apenas podía creerlo pero aquel no era el momento para hacerse preguntas. Tras los gritos de advertencia del desvelado hechicero Duque no dudó ni por un instante, salió de la torre como una exhalación en dirección a Skule. El mercenario iba a ser inmisericorde, trató de coger al norteño por el pelo echándole el cuello hacia atrás para degollarlo con un corte rápido y limpio, quizás mucho más de lo que aquel bastardo se merecía.

Desde la torre un gran fulgor surgió, pudo verlo por encima de las piedras que le separaban de sus amigos. Estaba lejos para ser cegado por el repentino destello, mucho menos sus oponentes, que llevados por la rabia seguían tratando de darle alcance.

- ¡Bien hecho, que prueben nuestro acero! 

Exclamó pues había escuchado a Nimrod atribuirse el mérito de aquél hechizo. Al fin, ya era hora que les apoyara, el semielfo esperaba más todavía.

Yriel cabalgaba buscando un nuevo hueco en la pared, pendiente por si podía hacer un disparo al líder de estos bastardos que no les permitieron ni unos pocos días de descanso. Le hervía la sangre el pensar que tan pronto les hubieran alcanzado los problemas. Tensó su arco y buscó la víctima más propicia para su nuevo disparo. Quizás incluso lograra pillar por detrás a Skule.

La maniobra de Nimrod pilló a la orca tan de sorpresa como a sus enemigos. Afortunadamente, ella no había sido cegada por aquel truco y pudo volver a la acción rápidamente. Y entonces lo vio. Los buscasangres se estaban retirando, en un intento de reagruparse para evitar ser masacrados, pero al realizar aquella maniobra, ese perro malparido de Skule había quedado a su alcance. Al suyo y al de sus compañeros, ya que no fue ella la única que pensó en aprovechar la oportunidad para darle un golpe certero a la cabeza de aquel grupo, aprovechando aquella oportunidad de oro.

Gritando una maldición en su idioma, Gorsha se abalanzó sobre el líder mercenario, golpeando con fuerza el torso de aquel perro. Esperaba que lo que quedaba de la compañía fueran lo bastante listos como para salir por piernas después de aquello. Aunque si no lo hacían, por ella no había problema. Sin un líder que les dirigiera en condiciones, no serían más que un rebaño de corderos yendo derechitos hacia el cuchillo del matarife.

Tratando de aprovechar la situación, Arahan disparó dos flechas contra los norteños que se habían apartado un poco por la luz cegadora y habían dejado, por el momento, en suspenso la táctica de derribar el muro sobre ellos. El elfo de los bosques iba a ayudar con ello, por lo que trató de hacer lo que menos le gustaba, disparar dos veces en un mismo lapso de tiempo; desgraciadamente, no logró demostrar lo gran arquero que era.

Ussia sonrió un poco al ver que los pedruscos parecían hacer buen efecto contra aquellos norteños. Por lo menos, habían servido para hacer algo de hueco alrededor de la puerta. Cerró los ojos cuando notó el resplandor del mago y al abrirlos vio cómo todos los demás parecían estar demasiado cegados como para actuar. Perfecto, ahora nos podremos ir antes de que...

Y sin embargo, antes de que pudiera empezar a bajar las escaleras para salir de allí, todos sus compañeros habían decidido quedarse a atacar. La mediana empezó a murmurar improperios en voz baja sobre todos y cada uno de sus compañeros, igual que sobre todos los mercenarios de Skule, aunque era difícil saber cuál de los dos bandos estaba recibiendo más. Con gesto exasperado, disparó esta vez contra el que estaba obstruyendo el camino, contra el brazo que estaba sujetando el arma en un intento de desarmarle de una forma u otra. Tendría que hacer camino tarde o temprano, pero si todos le tenían tantas ganas a Skule, no le quedaba otra que ocuparse de esos asuntos ella misma.

La maniobra de Nimrod hizo que Erin sonriera por algún motivo; pero, cuando fue a echar mano de su arco, se dio cuenta de que le resultaría imposible acertar a cualquiera de los norteños sin herir a sus compañeros, que se interponían en la trayectoria.

Mascullando una maldición, decidió que más valdría seguir curando al lucerano; tenía otro plan para cuando el efecto del sortilegio lanzado por Nimrod se hubiera desvanecido, pero necesitaban que los guerreros siguieran destrozando a los esbirros de Skule.

Rumiando unas palabras mágicas, se dirigió hacia la espalda de Duque de Montalvo, concentrándose en aquellas espantosas heridas...

El destello de Nimrod, aunque breve, fue cuanto necesitaron los aventureros. Aprovechando el momento que les había dado no para escapar, sino para acabar con sus atacantes, el grupo atacó como uno solo. Las flechas de Arahan se clavaron en sus objetivos, que gritaron de dolor sin poder ver siquiera qué o quién les había dado, y lo mismo hizo la saeta de Ussia. Yriel siguió acosando a los que le perseguían, a salvo debido a la mayor velocidad de su montura. Duque no perdió tiempo y, una vez curadas sus piernas gracias a los poderes de Erin, salió despedido al exterior, dispuesto a cobrarse su deuda con Skule.

Apartando a un lado a los norteños que había enmedio, que cegados no pudieron hacer nada por impedirlo, no tardó en llegar hasta el "Tajacráneos". Sin decir una palabra, ya que no le hacía falta, cogió al mercenario de su pelirroja melena y, tirándo hacia atrás su cabeza, le pasó su daga por el cuello antes de que tuviera tiempo siquiera de emitir una queja. Skule cayó al suelo de espaldas, llevándose las manos a la garganta rajada, pero aquello era ya una cuestión de tiempo.

Gorsha salió tras Duque, también dispuesta a acabar con el mismo enemigo, pero al ver que este ya había sido despachado, descargó su furia sobre el norteño que le quedó más cerca, segándole el brazo de un único tajo. Los gritos y los golpes seguían confundiendo a los Buscasangres, que no entendían lo que ocurría, tan solo que a su alrededor la gente moría. Los tres más alejados del torreón, que no se habían visto afectos por el destello, miraron con horror lo que ocurría. La orca había dado el golpe final, más con su presencia que con su hacha.

- ¡No puede ser! ¡Estaba casi muerta! - gritaban los mercenarios.

- ¡Brujería! ¡Brujería!

Tal y como Nimrod había dicho, el efecto del conjuro no duró demasiado, y cuando la visión regresó a los norteños y vieron a su líder muerto junto a más de la mitad de los suyos, a los de la torre casi indemnes y a la orca abalanzándose sobre ellos, tuvieron bien claro que la vida valía mucho más que cualquier posible recompensa prometida. Dando media vuelta, echaron a correr todo lo deprisa que pudieron, alejándose del lugar mirando hacia atrás tan solo de vez en cuando, para comprobar si les seguían o no o si tenían que esquivar algún proyectil más.

Skule ya estaba muerto cuando la orca llegó hasta él, por lo que varió su objetivo atacando al buscasangres que le quedaba más cerca, matándolo con un poderoso golpe. Y finalmente el mensaje caló en las duras molleras de los mercenarios que quedaban vivos. Habían perdido a la mitad de sus hombres, incluído su líder, mientras que ellos aún conservaban a todos sus miembros sanos y salvos. Y ella estaba lo bastante bien como para cargarse a unos cuantos más, ¡sólo tenían que acercarse a ella!

Por fortuna para todos, los buscasangres que quedaban decidieron no seguir con el combate. Eso les daba un respiro, pero también lanzaba una serie de cuestiones sobre la mesa. Skule había hablado de recompensa. ¡Qué pena que estuviera muerto y no pudiera explicarles a qué se refería! Aunque no hacía falta ser un genio para intuirse que alguien, Logan seguramente, había puesto precio a sus cabezas. Y ahora que esos buscasangres habían conseguido huir, seguramente la recompensa por ellos subiría y su viaje se volvería más arriesgado.

 -No deberíamos quedarnos por aquí mucho más tiempo. Si mi presentimiento es correcto, pronto vendrán más cazarrecompensas tras nosotros. Cuanto antes salgamos de aquí, mejor.

Duque liberó la cabellera del inerte Skule dejándolo caer como el saco sin vida que era mientras le escupía con desdén.-Perro ladrador, poco mordedor.- comentó mientras hacía un rápido giro de muñeca para limpiar la daga antes de enfundarla. Pasó por detrás de Gorsha y le palmeó en el hombro.-No ha sido un duelo, pero te aceptaré la mitad de esa hidromiel cuando salgamos de esta. Parece que el nuevo rey no ha tardado mucho en querer cerrar los cabos sueltos, y todo por el miedo a ese niño. ¡Santa madonna! Empiezo a pensar que llegar a rey hay que pasar por loco primero, si será mejor que salgamos de aquí cuanto antes.-el mercenario no tenía mucho que recoger así que se subió a la torres para vigilar mientras el resto recogían el campamento. Silbó con todas las fuerzas de sus pulmones a la espera de que su extraviado compañero pudiera oírle, no quería abandonar a Max a su suerte. Cuando se cruzó con Erin en la torre no supo muy bien que decir, tan solo le dedicó un respetuoso cabeceo era como si la magia de la mujer hubiera despertado algo que llevaba mucho tiempo durmiendo oculto en la oscura alma del Lucerano.

Después de esperar unos segundos a que todos los demás mercenarios se fueran, la mediana pareció volver a tener ganas de pelea pero muy distinta a la que acababan de tener. Bajó los escalones casi a trompicones, con el ceño fruncido y refunfuñando algo entre dientes.

- ¡Tanto si es correcto como si no! ¡Nos vamos de aquí pero ya! ¡Y antes que tendríamos que habernos ido! - exclamó alzando los brazos y respondiendo a la orca. Le hizo un gesto de premura a los niños del grupo, haciendo un gesto hacia la puerta - ¡Vosotros dos, al carro! Y el resto... - echó un vistazo general al estado de los demás. No eran poco los heridos y ella había tenido la suerte de salir indemne de todo ello. Tal vez fuera por esto que la tensión de Ussia se relajó un poco, aunque siguió con el ceño fruncido - Los que peor estéis, y quepáis, podéis ir también en el carro. A lo mejor tengo algo para vendaros pero no prometo nada.

Después de haber dado su sermón y haberse quedado a gusto, Ussia se dispuso a recoger rápidamente lo que pudiera quedar de sus pertenencias en la torre y cargarlas en el carro mientras los demás subían. Y aunque no era lo que haría en condiciones normales, esos mercenarios le habían dado mucho... dolor de cabeza y no pensaba quedarse sin una remuneración. Así que acercándose a los más enteros, rebuscó rápidamente algo que pudiera serles útil, ya fuera plata o incluso armas que después pudiera vender.

Erin palideció cuando escuchó las acusaciones de brujería. Porque eso era: una bruja. Una bruja con un ojo de cada color, que había llegado del sur, acompañada por un crío...  Tragó saliva ante lo que aquello significaba.

Hubiera querido matar a todos los Buscasangres que huían; pero eran demasiados como para acabar con ellos. En algún momento, alguno de ellos volvería para explicar por qué no habían cumplido su misión. "Les teníamos rodeados, íbamos a acabar con ellos: pero había una bruja, y sus guerreros parecían inmortales". Ningún engaño podría ocultar ya lo que era, ni ante sus propios compañeros, ni ante los mercenarios que habían acudido a rematar la traición de Logan.

Sus palabras llegarían hasta Logan. ¿Llegarían hasta el hombre del escudo rojo?

—Maldita sea mi suerte...

Se pasó la mano por la frente perlada de sudor, y un mechón rubio se pegó a su sien; estaba exhausta, pero satisfecha con su papel en la batalla. Su mirada se encontró con la del lucerano, que regresaba al interior de las ruinas empapado en sangre: respondió a la inclinación de cabeza del guerrero con otra igual. Sobraban las palabras, aunque quizá ni siquiera ellos supieran qué es lo que deseaban decirse.

—Tienes razón — respondió a Ussia — Cuanto antes nos alejemos, más tardarán en encontrarnos los próximos.

Porque Erin tenía claro que habría próximos. Miró a Aiden, y suspiró: aquel niño seguiría en peligro mientras viviera. La idea de que lo correcto hubiera sido dejar que los hombres del emperador se lo llevaran volvió a cobrar fuerza en su mente, pero ya no podía hacer nada que no fuera seguir huyendo.

Aunque ahora huía con un propósito: si la primera vez no pudo salvar a alguien en su huída, ahora su huída era precisamente para salvar a alguien.

Mientras recogía sus escasas pertenencias, entonó una silenciosa plegaria. Se iba a internar cada vez más en el helado Norte, y rezó para que aquellos dioses olvidados guiaran bien sus pasos.

—Ayudadme a subir a Thánur al carro: va a necesitar que le curemos.

Contempló las ruinas, y a sus compañeros, y comprendió que cerraban una etapa de sus vidas. Ahora Erin era más valiente, y más fuerte: no estaba sola, y tenía una misión que cumplir. Pensó que su familia hubiera estado orgullosa, y, pese a la situación terrible en la que estaban, Erin sonrió.