Partida Rol por web

Cuando los hombres embozados se levantaron de su mesa y se dirigieron a la salida en silencio, como en respuesta a una orden no expresada, se le erizaron los pelos de la nuca. Dos veces en una noche, sentía el peligro pasar por su lado. Tal vez los estoy prejuzgando, pero ya perdí la cuenta de las veces que mis prejuicios me han salvado el cuero.

Erizo miró a los ojos a la asustada muchacha. Mierda, está asustada de verdad. Esta pequeña sabandija sabe algo que no ha compartido con nosotros. Sin embargo, como decía el Tuerto Ulagi, si hay un momento para hacer preguntas, seguro que no es éste.

—Creo que Erin se refiere a que van a por los enanos ahora —le dijo Erizo a Gwyl —, y los guardias de allí afuera son dos contra seis, por más tronadores que tengan, no van a aguantar contra esos encapuchados.

¿Por qué mierda tendríamos que hacer algo? ¿De qué conozco yo a esos enanos? Pero sabía que ya había tomado la decisión de ayudarlos. Mierda, ¿estuve a punto de enterrarle el cuchillo a un borracho por sacudir un poco a la muchacha, y no puedo pararme a enfrentarme a seis bastardos para defender a unos enanos dispuestos a ayudar a unos desconocidos? Había matado a muchos hombres sin una buena razón, tal vez matar para defender a otros sería un cambio agradable.

—Erin, sube arriba a toda carrera y avísale a los enanos que puede armarse gresca con su carro. Tal vez la elfa y el otro quieran participar. Si sabes usar ese arco que llevas, toma posición en una ventana del segundo piso e intenta derribar a alguno si tienes tiro seguro. No te pongas en peligro, y más importante, no me ensartes a mí por error. Ussia, dile a esos Gorriones que tal vez puedan demostrar su valía en una pelea de verdad, en lugar de sacudir flacuchas morenas, tu eres la negociante, convéncelos —les indicó Erizo como si fuesen soldados bajo su mando, aunque sabía que no tenía derecho a darles órdenes. Es la fuerza de la costumbre.

Yriel se había levantado, y estaba de acuerdo con ir a echar un vistazo. o alcanzó mientras hablaba con el posadero.

—Calma chico, esto no es un juego. Yo voy a salir a echar una meada, fingiendome demasiado borracho como para encontrar el puto baño. Si grito, tú y Gwyl me flanquean, en lo posible salgan por una ventana. Flacucha morena, a ver si puedes usar esos cuchillos para algo útil. No dejen que nos ganen la puerta, si las cosas se complican, tendremos que retirarnos al interior —les dijo Erizo, mirandolos a ambos a los ojos, asegurándose de que entendieran. No tengo ganas de cargar con la muerte de estos niños.

Si pueden, dejen uno vivo —añadió.

Se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta. Extrajo el puñal arrojadizo de abajo de de la capa, y lo llevó oculto tras el antebrazo. Abrió la puerta, y salió al frío tambaleándose, y paseó la mirada por le carro de los enanos.

El enano se asombró al ver que aquél hombre era nada menos que un Templario de Luminaris, una orden que había puesto fin a la locura que los Nigromantes habían desencadenado mucho tiempo atrás. Si anteriormente el trato que el arquitecto le había dado era amable, ahora se agregaba un profundo respeto que era fácil de reconocer. -Nizalian, será un honor para mí ayudarlo en su búsqueda. Veo que tiene entre manos un mapa de los Pequeños Reinos, no he estado allí aún pero puedo orientarme a partir del paso de Ursuul - ubicó en el papel el Macizo de Tar y el punto en el que ahora se encontraban - Que es lo que está buscando?- preguntó, con ánimos de colaborar con él cuanto antes.

El templario acercó el mapa hacia el lado de la mesa en el que estaba Thánur, girandolo para dejarlo cara a él - Estoy buscando una pequeña aldea, que lleva el nombre de Yandra, según lo que he averiguado. Ya había oído sobre lo disperso de la región, pero no esperaba que los Pequeños Reinos fueran un lugar tan... caótico. Este es el mapa más completo que he podido conseguir, y aún así apenas aparecen los asentamientos principales, donde residen los reyes. Y apostaría a que ni siquiera están todos. Pero quizás vos tengáis más suerte que yo.

La joven sonrió a Erizo y, de inmediato y en silencio, se entregó a la tarea que le había sido encomendada; se levantó de un salto, cogió su petate y corrió escaleras arriba. Se sintió segura cuando vio al enorme orco asumir el mando: parecía que sabía lo que hacía, y Erin tuvo la impresión de que, haciéndole caso, nada malo podría suceder.

Estaba rendida, y su voluntad tuvo que imponerse al cansancio para que subiera las escaleras lo más rápido posible.

Por supuesto. Los enanos eran famosos en el mundo entero por tener armamento y tecnología mucho más avanzada que el resto de las razas. Y también eran conocidos por ser guardianes celosos de sus conocimientos. A Gorsha le habría gustado hablar más con ellos para intentar ganarse un poco de su amistad ofreciéndoles cerveza, pero se marcharon antes de que la orca pudiera decir nada.

 -Descansad entonces. Pasad una buena noche.

Cuando los enanos se marcharon, Gorsha regresó a la mesa multicultural mientras suspiraba hondamente. ¿Cómo diantres iba a conseguir información sobre el trueno de mano? Pero entonces los espíritus de sus antepasados le dieron la oportunidad en bandeja de plata. Al parecer la muchachita humana, Erin, estaba segura de que el grupo de los enanos iba a ser atacado. ¿Qué mejor manera de ganarse la amistad de un guerrero que combatir a su lado? Porque no iban a ir a salvarles, por supuesto que no, eso sería una deshonra para ellos y para su vaca clan. Pero echarles una mano, participar en el combate como compañeros de armas era de lo más honroso que había.

 -Contad conmigo. No seré yo la que permita que ataquen por la espalda a unos guerreros honrados, aunque sólo sea para robarles.

Asintió al plan de Erizo, pero cuando éste se levantó, ella hizo lo propio para acompañarle.

 -Ni se te ocurra ir solo. Incluso el guerrero más fuerte no puede cubrir todos sus flancos a la vez.

Cogió el brazo desarmado del semiorco y fingió que le ayudaba a caminar hasta la puerta. Después de todo, ambos tenían sangre orca, no era descabellado pensar que podían ser camaradas o incluso parientes ayudándose entre sí.

-. Si piensas que todos los enanos son dignos de esa confianza… estas completamente equivocado-. Dice el enano, con un tono seco y lleno de rencor, aun centrado en el humo de su tabaco para luego mantener su silencio sepulcral, escuchando atentamente las palabras de Thánur y cuando este levanta su jarra para brindar, el antiguo comandante le sigue en acción sin ninguna expresión, como si fuese una maldita carcasa vacía, desprovista de cualquier tipo de humanidad-. ¿podrías dejar la verborrea e ir directo al grano? Conmigo no te sirve ser educado, adulador o lo que sea… solo dame una tarea, la evaluó y la acepto o la reniego dependiendo de las variables que estén presentes ¿el resto? Es música-.con total sinceridad Belandir escupe mientras una enorme bocanada de humo inunda el lugar, ya un poco harto de las exageradas palabras y gesto que el noble enano recitaba sin piedad para los oídos y ojos del veterano, recordándole a los nobles que tenía que soportar cada vez que acompañada a su rey a grandes fiestas y eventos políticos-. Entonces, si es que logre entender tu mensaje, quieres que sea una clase de asesor o sujeto de apoyo, es decir, que, dependiendo de la situación, mi deber estará en tu defensa en batalla, en vigilancia en la paz y mi mente atenta a cualquier artimaña en todos los escenarios posibles, incluyendo las anteriores-. Finaliza para dar otra enorme calada a su pipa de metal, calculando los beneficios y los costos que esta nueva y arriesgada proeza le puede reportar mientras sus ojos eran cerrados para invocar la más grande concentración posible…

Pasaron varios minutos hasta que por fin el demacrado enano abrió sus ojos y los dirigió hacia las pupilas del arquitecto-. Acepto -. Declara sin mayores detalles, listo para firmar el decreto que lo unirá con su nuevo acreedor-. Pero me gustaría que dé a partir de hoy seas directo y sin tapujos al hablar cada vez que quieras planear algo que necesite mi atención-. Volvió a insistir en ese punto, pero hubo algo que hizo que el enano sintiera un enorme peso en su espalda y eso era que el arquitecto había notado, momento que Belandir desconoce, el medallón de su viejo rango-….-. hubo un silencio frio e incómodo que duro pocos segundos, sin embargo, quizás, para el enano de armadura pesada se sintió una eternidad-. Fui gran participe en un ejército… hace ya mucho tiempo-. Aquellas palabras hicieron que pequeñas memorias, de sus hombres bebiendo a su lado, volviesen a su memoria para luego ser violadas por escenas grotescas de muerte y de una mórbida depredación haciendo que el antiguo comandante apretada su puño derecho…

Viendo el repentino entusiasmo de la mayoría de sus compañeros por ir a defender a los enanos, Ussia no pudo evitar preguntarse si de verdad acabaría en un grupo de aventureros o mercenarios. Ya fuera por el bien o por el dinero, ambos se acababan metiendo en líos. Sin embargo, Erizo sabía lo que decía. Estaba claro que ni ella ni Erin podrían ser buenas en cuerpo a cuerpo, por lo que se alegró cuando mencionó la palabra "negociante". Aunque... ¿alegrarse? Le estaba dando órdenes como si fuese un peón más. Mas para cuando quiso quejarse ya estaba frente a la mesa de los Gorriones.

No tenía mucho tiempo para plantear una estrategia a largo plazo, así que esperaba que estuviesen más receptivos que borrachos. Ussia se acercó a la mesa y dio unos golpecitos sobre ella, como quien llama a una puerta. Una vez hubo llamado su atención, carraspeó y esbozó una sonrisa amable. - Tal vez no sea de mi incumbencia, pero supongo que ustedes tampoco habrán pasado por alto el comportamiento de los hombres que acaban de salir por la puerta... Y supongo que tampoco habrán olvidado a los "amables" enanos que han fardado de semejante elemento como es un trueno de mano... Estoy segura de que un grupo con la misma vestimenta y atento a semejante botín debe ser bastante famoso, por no mencionar el hecho de que tal vez haya alguna recompensa por capturarlos. O incluso los mismos enanos podrían darles "algo" a cambio de su generosa ayuda. - dicho esto, hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta - Tal vez hayan discutido antes con los compañeros de mi mesa, pero estoy segura de que no tendrán inconveniente en cederles a ustedes las posibles ganancias. Y todo el asunto de antes, olvidado. ¿Qué les parece? ¿Están lo suficientemente despiertos para luchar y demostrar qué grupo es mejor? - Ussia les observó uno a uno. No había intención de duelo en sus palabras, ni siquiera una promesa de victoria o recompensa. Pero eso no negaba que la oferta fuese lo suficiente atrayente para más de uno, sobre todo para aquellos que se habían quedado con ganas de más en la rencilla.

El semielfo al escuchar el plan de Erizo, asintió despacio conforme y fue a colocarse junto a la puerta.

Una duda atenazaba a Erin: ¿qué les iba a decir a los enanos?

 - ¿"Os van a atacar"? ¿Y cómo lo sabía yo, acaso?  Puede que sólo fuesen a espiarles, o que yo lo haya interpretado mal... además, si nos presentamos todos allí, puede que desistan de su ataque, y entonces podrían pensar que estoy loca...

Se quedó parada un instante en el descansillo, antes de darse la vuelta y correr hacia el otro pasillo, para poder asomarse a la ventana como Erizo le había dicho.

La sonrisa de Ussia bajó poco a poco hasta quedarse en una especie de mueca de disconformidad absoluta. "¡Plan más estúpido no se le podía haber ocurrido a ese semitonto del demonio! ¡Y encima tú vas y le haces caso, Ussia!" se recriminó a sí misma, deseando que las risas se detuviesen de una vez por todas. Aunque fue peor cuando las palabras de Logan la pillaron por sorpresa. Tampoco lo había pensado mucho, ni antes de llegar a la mesa, ni durante su discurso, pero obviamente tenía razón. Los comentarios de Yriel y Erin le habían puesto alerta y ni siquiera se había parado a pensar en otra opción. Por no mencionar que todos asumieron lo mismo... 

Iba a abrir la boca para responder, pero sabía que no tenía nada con lo que contraatacar. Aunque por lo menos había conseguido algo de apoyo. Con un arrepentido gesto de cabeza y un pequeño "gracias", la mediana se retiró de la mesa, entrecruzando las manos avergonzada, siguiendo al enorme Brogg fuera de la posada.

Gwyl se quedó un momento en blanco. Claro, el carro. Con todo el alboroto lo había olvidado. -Mierda- masculló mientras atendía al plan de Erizo. Esto se podría poner muy pero muy feo. Tenía el estómago lleno y estaba cansada, no eran las mejores condiciones para pelear... ¿Aunque cuando lo eran realmente? Se levantó de la mesa y se dirigió a la ventana de la taberna, cercana a la puerta, para salir por esta si es que finalmente hacía falta. "Y todo parece indicar que la hará". Discretamente quitó el seguro de la ventana para que quedase abierta y poder salir por ella con facilidad, irrumpiendo en el exterior. Colocó las manos en los mangos de sus dagas, también tenía el estoque prendido del cinto, si hicera falta... El arco lo había dejado con su morral en la mesa. Como arquera ya tenían a Erin bien situada en el piso de arriba. Su cuerpo estaba tenso, pronto para saltar en cualquier momento agilmente por la ventana y destripar a quien tocase... Pero no era una tensión evidente, si no, más bien, como la de un gato que acecha a un ratón entre la maleza.

"Por el Creador, Gwyl, ¿qué es esto? Ahora evitas a otros ladrones hacer su trabajo" se dijo así misma con una sonrisa torcida y lobuna. Pero en realidad la chica era dura consigo misma, nunca había asaltado a gente así, tan solo en Viavenna, en los primeros días y frente a las dificultades, había hurtado alguna cosilla a personas decentes, siempre evitando usar violencia... Pero en general las víctimas de sus asaltos eran prestamistas, violadores probos y gente asquerosamente rica y cruel ... Sus mismos padres le habían inculcado esa misma forma de actuar, y la verdad es que aunque sonriera de aquella forma torba, disfrutara de la lucha y hubiera amenazado a un borracho con destriparle, no tenía tripas para matar a alguien que, en su opinión, no lo mereciera. Lo haría si no le quedara de otra, muy probablemente, pero no es algo que quisera hacer.

Así que así se quedó, atenta a lo que ocurría fuera y agazapada en la ventana.

Al salir a la calle, un fresquillo vivificante envolvió a Gorsha, lo que hizo que una sonrisa apareciera en sus labios. Mientras “ayudaba” a caminar a Erizo, procuró no perder de vista a los individuos. Se acercaban al carromato de los enanos… Y pasaron de largo.

 -¿Qué demonios traman?

La orca murmuró aquellas palabras para que sólo el mestizo la oyera.

 -¿Crees que deberíamos seguirlos?

Porque ambos guerreros eran grandes y ruidosos, intentar comportarse como escurridizos ladrones podía acabar muy mal.

Erizo vio a los seis hombres perderse en la noche. A pesar de que el peligro parecía haberse alejado, los pelos de la nuca seguían erizados. Asintió ante la sugerencia de Gorsha.

—Aunque tengo arriba algunas emboscadas nocturnas, creo que nos vendría bien alguna mano más experimentada. Tal vez Gwyl, que tanta agilidad mostró, o el semielfo, que parece una vara de sauce, puedan hacerlo mejor. ¿Tal vez podríamos hablar con los guardias enanos?

Esperó la respuesta de Gorsha antes de volver dentro y decidir que hacer junto a los demás.

Nizalian Tremus

Inspeccionó en detalle el mapa - No te quejes, es mejor de lo que muchos tienen en sus manos - dijo, elogiando la calidad de la información que tenía el Templario - Yandra dices... mmm... a ver... - siguió con el dedo distintos puntos del mapa, mientras se concentraba en él - Sin duda está por aquí, cerca de este monumento antiguo - dijo señalando la zona norte del mapa, más cerca de las montañas que del mar 

Aún con el papel en la mano agregó  - Has visto que no es exagerado lo que se dice de mi, eh? Tal vez si lo estudio con más detalle averigüe aún más, pero espero que te haya sido de ayuda-asintió en forma amigable - Dado que está claro que juntos podemos más que separados, tal vez tú puedas ayudarme a mi también. Verás, estoy viajando en busca de ciudades y ruinas, y ciertamente no conozco mucho de ellas pero tu mapa describe su ubicación. Podrías compartir esa información conmigo?- preguntó, ignorando si el Templario le correspondería la ayuda brindada o no.

Antes de que respondiese, agregó -No es usual escuchar de un Templario que quiera ir al otro lado del Macizo de Tar, y menos aún que busque una aldea perdida y lejana. No me meteré en tus asuntos, Nizalian, y estoy seguro que hay algo noble detrás de tu accionar, pero viajar solo por ese territorio es algo temerario, incluso para alguien como tú... más sin alguien que te ayude a ubicarte en ese terreno- levantó el mapa que aún tenía en la mano, estaba claro que Thánur sabía leerlo mejor que él -  Quien sabe, tal vez podríamos ayudarnos mutuamente, hay muchas ciudades interesantes para mi de paso hasta Yandra- ahora sí guardó silencio, dedicándole una mirada confiada.