Partida Rol por web

- Todos hemos sido agredidos de una forma u otra ¿tendrá esto que ver con las palabras de Sir Lothar? - dice en voz baja a Damir viendo como las damos y algunos caballeros se arremolinan.

No sabía como explicar a mis compañeros lo que me había sucedido, pese a mi actitud sería y serena, el nerviosismo se había apoderado de mi, sobre todo tras el comentario revelador de Larraz e Imara, sacándome de dudas y apartando la vergüenza.

Tomé con rapidez las manos de Águeda en mis temblorosas manos, intentando que ella me inspirara fuerzas para contener mi nerviosismo. - He compartido unos desagradables momentos con Giovanni y Marchettus, esta velada me da muy mala espina, Marchettus me ha acusado de vandalismo ante Giovanni pero quién que destrozó el cuadro y el jarrón fue él mismo, he pasado un momento horrible y ese hombre parecía disfrutar de aquella macabra broma. No entiendo lo que sucede, pero quiero salir de aquí cuanto antes, estas personas no me inspiran ninguna confianza. Por favor, salgamos de aquí y os lo explicaré por el camino.- dije susurrando de forma apresurada a mis compañeros de viaje con un tono alarmante.

Estaba aliviada por encontrarme con mis compañeros de viaje pero esperaba con todas mis fuerzas que no dejaran mis palabras caer en saco roto, me preocupaba que alguien se diese cuenta que hablábamos susurrando en corrillo por lo que esperé sus reacciones a la vez que miraba el resto de la sala, sobre todo, sin perder de vista a Giovanni y Marchettus, ya que tras las palabras de Larraz, Imara y Mabuz me sentía incluso más inquieta.

Tras unos segundos me percaté de el vendaje de Imara en el cuello y sus cortes en los labios y la mejilla.- Dios santo Imara, ¿Qué ha ocurrido?... - dije muy preocupada - Salgamos de aquí ahora mismo-  Dije agarrando a Imara por la muñeca sin soltar la mano de Águeda, intentando sacarlas de allí movida por un arrebato nervioso, al pensar que habían agredido a la novicia.

"Quizá Roderigo pueda ayudarnos. No creoque esté muy ilusionado con lo que le ha hecho Lothar. Si bien el camino puede ser peligroso de noche, entre nueve no debería de haber problemas en cruzar el bosque"

Sin embargo, aunque preocupado por los compañeros, estoy en la duda... ¿Realmente lo quiero dejar pasar? ¿Lo que he visto hoy? Quizá la propia muerte sea un pequeño precio por lo que me han mostrado. Perodesde luego, la vida de el prójimo no me pertenece ni soy quien para comerciar con ella.

La conversación transcurre justo en el momento que entra uno de los sirvientes, que os hace un gesto para que le sigáis. Al parecer la cena estaba ya servida y el anfitrión os estaba ya esperando.

No le agradó mucho la historia que contaba Viridiana, aunque como bien pensaba había sido una desagradable como la del resto. Entonces poco después de terminar su historia se concentró en ella con preguntas acerca de su estado y la novicia tembló un poco recordándolo.

“Nada, no me paso nada.” Era una clara mentira, pero en verdad no quería volver a hablar de ello.

Volvio a quedar callada pensando y escuchando las palabras de todos. Finalmente reacciono luego de la llamada de los sirvientes, mirando a unos y a otros. “Don Carlos sabe donde puede estar el cochero? Piensa que lo mejor sea escaparse ahora mismo?” le pregunto meditando en su cabeza las posibilidades que tenían.

Apreté las manos de Viridiana mientras contaba por lo que había pasado, tamién así las de Imara, cuando cogió la mía. Las palabras aún se negaban a salir de mi boca. No sabía qué decir en una situación así, ni siquiera al ver el estado de Imara fui capaz de decir algo más allá de una exclamación de horror. ¿Qué estaba pasando allí?

Pensé durante un momento en pedirle ayuda a Don Leopold, él parecía... poder ayudar, pero lo descarté cuando recordé cómo me había abandonado a mi suerte. Además sus preguntas aún eran un completo misterio para mi. No podía entender cómo se me había pasado por la mente, ni aunque fuese durante un segundo, acudir a él...

"Lothar, el lamedor, dijo que no podría entrar... la lógica nos dice algo claro: Está fuera" y con la cabeza, señalo los portones por donde hemos entrado y donde el señor lametones nos dio la bienvenida.

"Pero si nos fugamos ahora... Lucian y Pietro..." digo pensando en ellos "Mejor empezamos a movernos, seguramente ellos tambien preferirán tomar el carromato y huir, si les ha pasado lo mismo que a nosotros"

Mabuz negó con la cabeza, la mujeres estaban asustadas pero no era posible escapara de allí....Giovanni no lo permitiría, eran sus "invitados" y aún así era de noche, en tierra extraña y sin carruaje o caballo no llegarían lejos...debían continuar e intentar salir ilesos de aquel trance.

- Los asuntos de estado se discuten con una buena comida y se zanjan tras ésta - le comentó a Damir pero sin ocultar su comentario al resto. Esperemos negociar con éxito ¿verdad?

Imara se encontraba indecisa por un lado queria irse lejos de ese lugar, aunque por el otro no sabia que haria afuera y si no encontraban al cochero o este no les ayudaba estarian en demasiados problemas. Suspiro y trato de a poco recuperar su calma, algo mas sencillo al tener a sus amigas junto a ella.

"Creo que tendriamos que planear mejor nuestro escape si vamos a hacer y tal vez luego de la cena tengamos mas tiempo..." sugirio finalmente acompañando la opinion que habia dado para todos Mabuz.

Se los quedo observando esperando a ver que hacia el resto, pero por su parte acompañaria al mayordomo antes de que Giovanni sospeche algo.

- Creo que está en lo cierto. -Hablé por fin tras las palabras de Imara.- Quizás una vez en el comedor podamos averiguar mejor cómo actuar. -Le di otro apretón en la mano a Viridiana, haciéndole ver que no estaría sola y después caminé en dirección al mayordomo.

¿Qué posibilidades teníamos si escapábamos ahora, sin ni siquiera meditar el cómo lo haríamos? Además, Lothar estaba fuera, como bien había dicho Don Carlos, y a parte de él a saber a cuántos criados más de ese tipo tendría contratados el maese Giovanni. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de tan sólo pensarlo.

Finalmente comprendí que mis palabras habían caído en saco roto cómo me temía, ser consciente de aquello me hizo resoplar hasta vaciar por completo mis pulmones y dejar caer mis hombros. Quizá estuviesen en lo cierto mis compañeros, posiblemente aquello era lo más inteligente dadas las circunstancias, sin embargo, la idea de compartir mesa con semejantes bastardos me desagradaba profundamente. Intenté contener la ansiedad, mi estómago no estaba para cena alguna, incluso sentía alguna nausea por el mal trago que estaba pasando.

No era el momento de hablar de aquello, no quería discutir estando presente aquel sirviente y perder de aquella forma la discreción. Inspiré con fuerzas, recuperando la determinación para afrontar aquella incómoda cena. Miré a Águeda e Imara, asintiendo para darles a entender que estaba dispuesta a seguir las instrucciones. Caminé junto al mayordomo para seguir sus pasos, siguiendo a Águeda e invité a Imara a hacer lo mismo discretamente con unos leves y suaves movimientos de cabeza, intentando hacerle ver que no debía quedarse atrás.

Ante la evidencia de su encierro suspiró resignado. No tenemos verdaderos motivos para librarse de la cena. Faltar al señor puede suponer un sitio en las cruces. Tras asimilar la incómoda situación en la que se encontraban, dejo un hueco para la esperanza. Supongo que nos queda intentar después de cenar. Con paso lento se dirigió al comedor, poco seguro de sí mismo. Sin duda no tendría el coraje para ser el primero en entrar, pero tampoco se avergonzaba por ello, pues una oscuridad fuera de lo común encogía su corazón y no era capaz de lidiar con ello.

Visto que por el momento no había muchas opciones os dirigisteis al comedor para la tan "ansiada" cena.