Partida Rol por web

El día trascurre sin mas novedades que la del hecho de conoceros un poco mas entre vosotros -eso,y que dos de las mujeres de aquel variopinto grupo habían partido después de la charla con Lothar-. A decir verdad, no había mucho mas que hacer en aquella posada. 

Y la noche llegó y pasó, y un nuevo amanecer dio comienzo un nuevo día. Desayuno, el trascurso de la mañana, la comida ligera y la espera hasta que os recogieran... y en esa estáis cuando veis como tres enormes carruajes se acercan hacia vosotros. Estos se encuentran lujosamente adornados, con apliques dorados, pero el opulento aspecto se estropea a causa de los pesados postigos cerrados sobre la ventana.

Es para proteger a los pasajeros de un ataque a los salteadores de caminos- explica el cochero mientras desatranca y abre los postigos para permitir que entren la luz y el aire- cuando queráis, podéis ir subiendo. 

Ahi va la mia

"Muchas gracias, Maese Roderigo"  le digo al cochero, un tanto receloso tras haber conocido al Mayordomo ¿Como será este cochero? Con todo, no perdemos nada por ser educados.

"Si no es mucha indiscrección ¿Lleva usted mucho tiempo al servicio de la familia Giovanni?"

No es ni mucho menos indiscreción- responde el cochero- si, llevo ya al servicio del señor Giovanni un par de años. El trabajo es bueno como el pago del mismo.

Edwal salió al escuchar llegar los carromatos, había pasado el día tranquilamente reflexionando sobre lo escuchado y visto durante la mañana. Comenzaba a preguntarse en que se había metido al aceptar la invitación del señor Giovanni. Se había mantenido al margen de discusiones, auqnue no había podido evitar intervenir en algunos momentos pero sin relevancia en el tema.

Salió de la posada cuando uno de los invitados, el señor Larraz, hablaba con el cochero, aprovechando que volvían a hablar sobre su anfitrión intentó participar en la conversación:

- Buenas tardes, ¿y que opinión tiene sobre los rumores sobre su señor?

Salí de la posada tras Carlos y Ewald y mientras ambos conversaban con el cochero yo admiraba los lujosos detalles de los ornamentados carruajes.

Parecía mentira, después de mis serias dudas para asistir a la cena de Giovanni allí estaba yo, a punto de dirigirme a su encuentro. Me sentía insegura de mi misma, sospechando que no causaría una buena impresión al señor de estas tierras pues mis humildes ropajes distaban mucho de ser mínimamente apropiados para la maravillosa y ostentosa cena que dibujaba mi inquieta imaginación.

Olvidé por completo la conversación entre Lothar y aquel monje el día anterior, dejándome arrastrar por la atrayente opulencia que trasmitía todo aquello relacionado con el Señor de Stavlaquia.

Me hice a un lado de la puerta de la posada para dejar pasar a los que viniesen tras de mi, esperando con ganas a que el cochero me asignase un asiento en uno de los carruajes, esperaba que junto a Águeda e Imara, la mañana anterior había compartido con ellas una agradable caminata por los alrededores de la posada y puede que gracias a ese acercamiento con aquellas mujeres hubiese dejado atrás mis preocupaciones y desconfianzas. Esperé a ambas para colocarme junto a ellas puesto que eran las personas con las que más confianza tenía.

Había pasado el día anterior escuchando a los otros y charlando con Damir y el soldado. Se retiró temprano y aprovechó la soledad de su cuarto para poner en orden sus pensamientos, había muchos matices que analizar en solo un día. El sol del amanecer le hizo levantarse y bajar a desayunar donde mantuvo pequeñas conversaciones corteses pero se sentó solo leyendo un libro.

Cuando los demás empezaron a salir de la posada subió a por su bulto de viaje y se despidió del posadero. El soldado le esperaba con su petate y juntos abandonaron el edificio.

- Bueno, parece que Maese Giovanni está muy interesado porque lleguemos sanos y salvos - dijo a nadie en particular.

De nuevo habia pasado un dia en la posada aunque sería su último porque como había prometido el mayordomo, unos carros habia venido a buscarlos. Se habia despertado temprano y habia ido a comer, pero en ningún momento habia visto irse las dos mujeres que parecian faltar ahora en esta reunion. Era una lástima porque ambas le habían parecido interesantes a la novicia, luego que se le pasara el shock ligado a su primera impresión de ellas.

Al contrario de los demas no tuvo mucho interes de conversar con el cochero, adelantándose para ver los caros protegidos. Sin embargo tambien se acercó a Viridiana con la que habia charlado ayer junto a Águeda. "Buenas." la saludo con una encantadora sonrisa. "Podríamos sentarnos todas en el mismo carruaje, no te parece?" Con todas se refería a ellas tres, luego de su charla con ella habia creido bueno tenerla como compañera en este misterioso viaje, ya que compartía varias de sus preocupaciones y miedos por nuestro anfitrion.

"Buenas." la saludo con una encantadora sonrisa. "Podríamos sentarnos todas en el mismo carruaje, no te parece?"

-Buenos días Imara, sí, por supuesto, yo estaba pensando en lo mismo- contesté a la novicia de buena gana con una ligera sonrisa.-Parece que estaremos muy cómodas de camino a nuestro encuentro con Giovanni, yo estoy un poco nerviosa ¿No estas ya impaciente?- susurré a la novicia en confianza para después volver a mirar a los carruajes.

Había aprovechado gran parte de la mañana para descansar y asearme. No tenía la menor idea de cuán largo sería el viaje, así que quería estar preparada por si acaso. Y sin duda le rogaba a Dios que el trayecto fuese mucho mejor que el que me había traído hasta la posada.

Tras la comida decidí que iba siendo hora de ir a por el equipaje para ir acelerando las cosas, y cuando llegaron los carruajes, salí al exterior junto a mi maleta. Una vez allí, entre los presentes se encontraban justamente las personas con quien más había mantenido conversación el día anterior. Aquello me reconfortaba.

- Buenas tardes. -Saludé a todos con una sonrisa cordial, aunque me coloqué junto a Imara y Viridiana y le dediqué una mirada a Don Carlos. Esperaba poder hacer el viaje junto a ellos.

Se alegro al escuchar que se encontraba de acuerdo y luego los buenos dias de Águeda. Se sentia muy bien al ver que formaban un grupo ante lo que podia llegar a pasarles en el futuro, incluso no tenia ningun problema con que Carlos se les uniera aunque no tuviera costumbre de relacionarse con hombres.

"Yo tambien estoy algo nerviosa, pero no hay mas que hacer al respecto. Veremos que planea señor Giovanni con esta reunion de personas muy distintas." comento por lo bajo un poco mas seria. "Al menos el transporte y cochero es mejor que el anterior." dice sonriendo a ambas.

"Aun seguis con dudas sobre irte?" pregunto preocupada, la conversacion de ayer no habia sido mucho pero habian conseguido que se quedara aunque por su pregunta parecia que volvia a tener ansias de irse de nuevo.

-Supongo que después de tan largo viaje no podía echarme atrás llegado este punto, pero reconozco que ayer tuve mis dudas, sobre todo desde el cruze de palabras entre Lothar y aquel monje. Ahora estoy deseando conocer al Sr. Claudius, estoy inquieta por conocer el motivo de la invitación de su propia boca.- Contesté a Imara acercando mi boca a su oído, susurrando aquellas palabras a modo de confidencia, guardando la discreción.

Sonreí al ver a Águeda arrimarse a nosotras. -Doña Águeda, ¿Le gustaría compartir carruaje con nosotras?- Dije amablemente.

Damir no habla, no interactiva con nadie, se dedica a oír y ver lo que pasa, sube a al carruaje, se sienta y observa a los demás seres que están en la misma circunstancia que el

Cada mañana parecía que su seriedad se acentuaba aún más, como si el cansancio se fuera apoderando de su expresión hasta sólo quedar hastío en su mirada. Cualquiera podía apostar con tranquilidad que no había pasado realmente una buena noche. Entonces llegó finalmente la hora de partir hacia la residencia del señor de estas tierras, todo un honor que seguía sin comprender. Para nada ayudaron los últimos acontecimientos y el hecho de que el formaran un grupo tan variopinto no hacia si no acentuar más la incertidumbre. Nadie parecía conocer la respuesta y la duda era el gesto más reflejado en cada una de las miradas.

Espero que sólo lo use para cuando el señor salga de sus dominios ¿no es así? Reflexionó frente a Roderigo ante la indeseada posibilidad de que fueran asaltados de camino a su destino. Con una reverencia agradeció los servicios del cochero y sin preocuparse en absoluto de orden alguno, tomó al primer asiento libre de uno de los carruajes.

 Una vez acomodado perdió su mirada en unos extraños colgantes enredados en su mano derecha, formados por diferentes abalorios metálicos que imitaban restos naturales del mundo salvaje. Un fuerte suspiro dejó que su actitud retornará a esa constante alerta que mantenía al misterioso forastero de alguna manera despierto.

- No tiene ni que preguntar algo así, estaré encantada de poder disfrutar de tal compañía. -Sonreí a ambas y me dirigí a un carruaje que aún estuviese completamente libre, y dejé el equipaje junto a este, para que el cochero lo colocase.
Antes de subir, miré a Don Carlos, despidiéndome de él.- Que Dios cuide de vuesa merced. -Quise invitarle a subir también, pero no sabía si a Viridiana e Imara les sería grato. Quizás quisiesen aprovechar la intimidad del carruaje para hablar de asuntos femeninos. Aunque también estaba el tema de los posibles bandidos. Teniendo un hombre junto a nosotras nos haría el viaje más tranquilo.

Pensándolo mejor...

Ya sentada en el carruaje, me acerqué a la puerta, aún abierta y me asomé por ella.

- Don Carlos, ¿no cree que sería mejor que nos honrase con vuesa presencia? Los viajes nunca son seguros, y no creo que sea prudente que tres mujeres vayan solas. -Miré a Imara y Viridiana, buscando su aprobación, aunque estaba bastante segura de que la tendría. Ellas mismas no parecían muy tranquilas ante la visión de un viaje como este, más aún después de la advertencia del cochero.

Le toco la mano a Viriana a modo de darle confianza. "Igual que todos seguramente, pero estaremos a tu lado cuando llegue el momento que le preguntes." le dijo antes de terminar la conversacion entre ellas.

Acercandose al carruaje que habia elegido Águeda, de cual no habia dudado su compañia. Aun sin entrar noto como miraba afuera hacia Don Carlos que aun seguia hablando con el cochero. Al escuchar su invitacion y mirarla como preguntandole su opinion asintio sin dudarlo no tenierndo problema con la compania de este señor.

Seguí los pasos de Águeda e Imara hasta situarme en el carruaje donde se encontraban, mientras Águeda hablaba con Carlos remangué los bajos de mi vestido para subir y tomar asiento. Parecía que íbamos a tener un viaje confortable, me sentía a gusto compartiendo carruaje con aquellas mujeres e incluso el asiento parecía muy cómodo. Me crucé de brazos y reposé mi espalda acomodándome, pensando que era muy poco probable que nos topásemos con bandidos.

Allí estaba yo, a punto de conocer a Claudius Giovanni, quién lo hubiese pensado, la vida me había cambiado drásticamente en menos de un año y no me había sonreído la fortuna desde entonces, esperaba tener un golpe de suerte, la invitación de Giovanni ya lo era de por sí pese a todos los interrogantes, era el momento de mirar hacía un futuro mejor y superar la pena que me producía la muerte de mi marido.

Esperando a que emprendiésemos el viaje y con ciertos nervios en el estómago, me quedé allí sentada y algo pensativa.

- Buenas tardes, ¿y que opinión tiene sobre los rumores sobre su señor?

Mi señor es algo excéntrico, pero no tienen nada de lo que preocuparse- responde- no hagan caso a los rumores que hayan podido oír. 

Espero que sólo lo use para cuando el señor salga de sus dominios ¿no es así?

Oh, no se preocupen. No tendremos problemas para los salteadores. No esteis preocupados por eso.