Partida Rol por web

A la noche siguiente Roderigo os despierta temprano y os lleva a todos a la sala donde la noche anterior os alimentásteis. Allí tenéis vuestra primera sesión de entrenamiento. Os enseñan a cada uno de vosotros los rudimentos de vuestras disciplinas "aprendidas" tras la conversión en vampiros.

Pasadas unas horas vuestro adiestrador os convoca a todos y os lleva ante Hardestadt, que os espera en una habitación llena de mapas militares marcados con rutas comerciales y fronteras vampíricas.

Sois débiles, ingenuos e inmaduros, pero hay muy poco que nosotros podamos hacer para corregir estas características tan poco recomendables. De todas formas, os ayudaré inconmensurablemente en vuestra persecución de los conspiradores. Escuchad atentamente, pues me pongo... furioso... si me veo obligado a repetirme.

Claudius y su conspiración de Isaac se reúnen en diversos lugares, apiñandose para tramar sus planes como los granujas y vagabundos que son. Creen estar seguros en sus pequeños refugiosm pues están acostumbrados a escurrirse como las ratas cuando llegamos. Y, como las ratas, raramente se temen unos a otros

Hardestadt hace una pausa para contemplaros brevemente a cada uno de vosotros. Tras tomar un sorbo de sangre del criado más cercano continúa:

Por tanto, os presentaréis ante los anatema en la Posada del León, donde de acuerdo con mis informantes suelen esconderse tras haber sido expulsados de algún nido más confortable.

No intentéis un asalto frontal contra los anatema, pues no tenéis esperanza de derrotarles. En su lugar buscad la paz. Presentaos ante ellos y rogad que os acepten. Decid a los viles traidores que escapasteis de mis garras derrotando a Roderigo: llevadle con vosotros como prueba y decid que está dominado, pero no dejéis que le maten por haberles traicionado. Explicad a los conspiradores que los habéis encontrado ordenando a Roderigo que os llevase a todos los lugares donde los hubiese visto.

Observad y descubrid cuanto podáis, especialmente cuándo planean atacar a Japheth, y decídmelo. Y, si podéis, destruidlos, uno a uno. Esto eliminará la carga que vuestros sires pusieron sobre vosotros en el momento de crearos.

Larraz habia propuesto la fuga antes del alba.

Cuando vuelve, la idea se le ha ido de la cabeza para siempre. Tiene los ojos abiertos y una expresión de realización personal, como un niño al que le han dado por fin ese regalo que llevaba esperando durante varios años de su cortísima vida.

Porque durante toda su vida, sólo quiso iniciarse en los misterios de la Orden de Hermes, la gran Cábala de los mejores magos de toda Europa. Sólo recibió un rechazo, y la expresión de que "Te falta el Don". De nada le sirvió estudiar fervosamente latín, historia y todo libro que cayó en sus manos

Pero hoy, Desde que el cielo empezó a tornarse dorado en la tarde, la madrudagora Dama Fanchon me ha levantado, y con un "Tenemos mucho trabajo que hacer" me ha estado instruyendo.
¡Y mi sed de conocimiento, finalmente ha encontrado una fuente que la satisface!

"Deja de contemplarme como un pelele" me dice la maestra "y apaga esa vela. Eres un ser de la noche, y en ella debes de vivir"

Su voz es dulce como el mejor vino del sur, y a la vez ácida y llena de peligro, como el colmillo de la serpiente.
"Antes de controlar el mundo, deberas de ver el mundo. Si antes de que el sol no desaparezca no puedes ver con tus ojos, entonces te los arrancaré, pequeñuelo"

"Magistra..."  le digo, un tanto titubeante, sólo para que me abofetee, con tal fuerza que mis dientes tiemblan.
"¿He dicho algo mal?" digo intentando recomponerme

"¿Algo mal? ¿Algo mal me preguntas?" dice abofeteandome una segunda vez "Me llamas "Magistra" ¿Acaso quieres que te diga "Sodale"? Esto no es la orden de Hermes, no somos los pomposos y gordos magos herméticos, que no podrían encender una vela sin hurgar en un cementerio por un guijarro de vis"

"Yo soy de la Casa de Tremere, y si te haces digno, te hablaré del círculo, de la capilla y del Regente. Pero todo a su tiempo ¡Primero, has de aprender a ver!"

Unas horas más tarde, Roderigo se acercará a la Dama Fanchon llevandole una copa de sangre

"El Señor querría saber como va su aprendizaje" dice el buen siervo

"¿Su aprendizaje? Es una bestia, está aprendiendo a una velocidad endiablada ¿Y los pomposos hijos de Bonisagus no se dieron cuenta de él?" dice en un tono que no se puede describir.¹

Dentro de la sala, a Larraz le ha enseñado que la magia nace de la mente. Que el mayor poder es ver con la mente, más a traves del ojo, y mover el mundo con la mente.

"Un ansia de conocimiento, una mente absorvente para tomarlos, y una imaginación infernal para usarlos. Es joven, es inmaduro, pero sin duda, puede ser una herramienta muy útil. Me encargaré de templarlo bien" dice bebiendo de la copa roja que le han entregado.

Y mientras tanto, Larraz no deja de leer varios libros, en plena oscuridad, pasando las páginas sin tocarlas... Aprendiendo. Lo que siempre quiso aprender

Mabuz escucha y aprende, al parecer una de sus "disciplinas" es propia de su "clan" y nadie de aquí la conoce así que le tocará estudiarla solo pero por ahora se concentra en las que si pueden enseñarle. Puede desviar la atención de su persona para pasar un poco desapercibido pero según parece podría hacer que le ignoraran completamente con el tiempo o incluso que crean que es otra persona...estos estudios los comparte con Ewald que parece ansioso por saber más y poder ocultar su maldición. También aprende a que los demás le vean irresistible, podrá llegar a sugerir que realicen acciones o que se vean ansiosos por cumplir su voluntad....interesante.

El aprendizaje por el que tuvo que pasar le pareció muy extraño un principio gracias a la forma peculiar de sus poderes. Pero no fue mucho lo que tardo Imara en comprender lo que implicaban sus nuevos poderes para cambiar las sensaciones de tanto personas como vampiros sin importar lo viejo que sean. Incluso destaco que su belleza ayudaría bastante a facilitar sus encantamientos.

Por otro lado el otro poder que le ayudaría a detectar más cosas que cuando era mortal hasta incluso tener cierta idea de las intenciones de los demás, algo que habría sido útil cuando conocieron al mayordomo de Claudius en la posada.

Cuando terminaron sus lecciones se reunió con el resto a escuchar las ordenes de Hardestadt, que seguí tratándoles hostilmente aun cuando se encontraban trabajando para él y ese momento se preguntaba si fue por esa razón que Claudius se le revelo.

Al escuchar que usarían a Roderigo como prisionero se preocupó porque no creía que el Giovanni fuera piadoso con quien lo traiciono por otro señor. Siguió callada aun cuando dejo en ellos la opción de matar sus Sires, cosa que le daba hasta temor recordando como el suyo la habia marcado con heridas poco después de conocerla.  

Aunque al despertarme aún sentía el peso de la condenación sobre mis hombros, cuando me aislaron del resto de compañeros para instruirme, eso cambió. Efectivamente y como había querido creer el día anterior, todo aquello tenía su parte positiva. Muy positiva. Entre otras cosas, me sorprendí al ver que era capaz de manipular las sombras, y vivíamos rodeados de ellas... Era un poder mucho mayor que cualquiera que hubiese soñado.

Sintiéndome mucho mejor conmigo misma, y bastante más confiada, volví a reunirme con el resto y con Hardestadt. Si bien lo que nos había propuesto no era una tontería, me veía bastante capaz de llevarlo a cabo.

- No os defraudaremos.

Viendo que ninguno realizaba pregunta alguna, el ventrue os detalla con exactitud como llegar a la posada donde cree que podían estar ocultos los conspiradores. Tras esto, lanza una orden:

Devuelve a estas crías de serpiente de los anatema al seno de su familia

Sin embargo, antes de que Roderigo pueda hacerlo, Rafael aparece y susurra algo al oído de Hardestadt. Este gruñe, cabecea y se apoya en una vieja rejilla con el aburrimiento pintado en sus duras facciones.

Rafael os sonríe beatíficamente y comienza a dirigirse hacia vosotros, hablandoós de la Mascarada, una idea suya que siguen ahora casi todos los vástagos. Os advierte con su hermosa voz que debéis mantener la mascarada a toda costa:

Los humanos temen aquello que no entienden, y ahora os temerán. Los mismos sacerdotes... los sacerdotes que se supone que son la encarnación del amor y la caridad cristianos, escupirían sobre vosotros. Os condenarían a los fuegos del infierno sólo por existir. Incluso aunque fueseislas almas más nobles desde nuestro Salvador, os destruirían como los romanos hicieron con Él, Así que tened cuidado, neonatos. Si sólo estuviese en juego vuestra supervivencia, estoy seguro de que a Hardestadt no le importaría que hicieseis alarde de vuestra naturaleza.

Rafael hace una pausa cuando Hardestadt lanza un irónico bufido, y después termina un pequeño discurso

Sin embargo, es la supervivencia de toda la estirpe lo que depende de vosotros. Todos debemos respetar la Mascarada, o caeremos a las llamas de la Inquisición. Ningún vástago, ni siquiera los anatema, agradecerá que llevéis la inquisición hasta ellos.

Al día siguiente aprendí.

Simplemente aprendí.

Sólo aprendí, pero aprendí muchas cosas. Aprendí a relacionarme con los animales mucho más de lo que cualquier humano era capaz, más incluso de lo que jamás habría imaginado, podía incluso mimetizarme con ellos. Aprendí a percibir ciertas cosas también de las personas y del resto de draugr y seres extraños que poblaban la tierra, porque aprendí que había muchos más. Y aprendí a moldearme. A moldear mi cuerpo y mi voz a mi gusto. Quizá poco a poco, con el tiempo, aquellas habilidades aumentaran, pero lo que estaba claro era que en ese preciso instante no eran ni mucho menos despreciables. 

Cuando Hardestadt nos congregó a todos y nos explicó sus intenciones, un esbozo de plan comenzó a asomar en mi mente. Hablaría después con mis compañeros para contárselo. Parecía que Roderigo era importante para él y había que mantenerlo vivo para ganarnos su confianza, bien, pues eso haríamos. 

Después apareció el otro hombre hablando de una Mascarada. Entonces otra idea comenzó a asomar, conspicua y vergonzosa al principio, a mi mente. Una idea arriesgada, extraña pero quizá fructífera. Quién sabe... quizá... quizá la locura pueda tornarse a veces en genialidad... pero también podría suceder al contrario. Decidí terminar de escuchar todo lo que tenían que decirnos y hablar luego con mis compañeros en privado, sin Hardestadt ni el tal Rafael delante. 

Mientras tanto, durante toda esa conversación, me mantuve callada, atenta a cualquier indicio de lo que fuese, vigilando, pensando, pergeñando. 

...así que al final nos temen....bueno, les tememos sería lo correcto...¿no somos tan poderosos al transformarnos?... interesante...

Ahora les decían que no podían mostrarse, en cierta forma explicaba por qué todo lo que sabían antes de su conversión eran rumores pero por otra parte parecía ridículo tener miedo con el poder que debían acumular estos seres con a saber cuantas décadas de no vida.

- Y ¿en qué consiste esa Mascarada? ¿Reglas de comportamiento?

"Señorías, hay algo que quisiera preguntarle. Quizá pueda sernos útil. A todos" me atrevo a decir

"¿Que se sabe de los Anatema, como les ha llamado? Cualquier cosa, cualquier dato que tengamos de ellos, de su personalidad, méritos o actos pasados. Si tenemos que intentar convencerlos de que estamos de su lado, saber su debilidad, saber... como se dice en mi tierra, "De que Pie Cogea"¹ La tarea de infiltrarnos nos será más facil.

"Tambien, si hay alguna forma de ponernos en contacto con usted"

Durante las horas siguientes... y al día siguiente Pietro pensó que tal vez podría recuperar aquello que se le había quitado. Cuando se sometió al abrazo y tras ver cómo tenía que alimentarse había sentido por momentos casi asco de si mismo. Aunque en realidad esa sensación de superioridad que poco a poco le iba creciendo dentro no se le hacía desconocida. Pietro siempre había creído ser superior al resto de seres humanos que le rodeaba. Esto era sólo una confirmación. Si algún día volvía a sus tierras..... sería muy divertido. 

Se sentía más fuerte. Era como si una de esas disciplinas le hubiera endurecido de alguna manera la piel. No se acostumbraba a fingir que respiraba. Todo le parecía extraño. Además sentía cierto poder que antes no tenía.. no al menos en la forma de ahora. Pietro sentía que sus dones de manipulación y persuasión habían acrecentado de alguna manera y no podía sino esperar a probarlos. 

Cuando fue reunido con el resto para su nueva misión asintió con un golpe de cabeza saludando a los presentes. Escuchó las instrucciones. Tampoco se diferenciaban mucho de lo que Pietro ya hacía en su vida real. Ser superior... cauteloso.. huir de la inquisición. 

Cuando los hombres terminaron de hablar y comenzaron a expresarse las dudas en voz alta, Pietro se quedó totalmente quieto y miró a la que dijo en su momento que era una novicia. Si habían pasado a combatir con satanás contra dios.... ella se tendría que estar planteado demasiadas cosas. 

- Fiat voluntas tua, sicut in caelo et in terra... - dijo casi en un susurro cuando terminaron las indicaciones. Sonrió para si mismo. 

Aunque, nuevamente, las palabras que tenían que ver con la Iglesia me dolieron, no me esperaba otra cosa. Éramos todo aquello contra lo que iba. Éramos... el mal.
Durante un breve instante bajé la cabeza y dejé escapar un suspiro, pero rápidamente volví a subir el mentón, quizás algo más de lo normal.

No podía seguir pensando en el pasado. Ya habría tiempo de ver si podía arreglar según qué cosas. Lo principal era mi supervivencia.

Como acostumbraba, me mantuve callada, pues Don Carlos ya había formulado la pregunta que había cruzado mi mente.

Lejos de encontrar calma en su mente tras tantas respuestas y nuevas ideas, no hacían más que aumentar el desorden en el sótano de su consciencia. Había de todo, podía encontrar cualquier cosa, pero la búsqueda se hacía harto compleja y dolorosa. Por suerte sintió un fuerte alivio en mente al despertar, se sentía despejado, como si el silencio dominara un mercado durante un instante, un mercado que pronto comenzaría a ofrecer el bullicio con potencia.
Y ocurrió tan pronto como comenzó lo que suponía el llamado adiestramiento, al que siguió con la inocente curiosidad de un niño. Casi no era necesario explicarle nada, pues a cada palabra sus ojos parecían encogerse en la iluminación, como si el inquieto ermitaño del sótano removiera con brusquedad las cosas hasta encontrar aquello que se le pedía. Por desgracia las trampas eran numerosas, había cosas pegadas unas con otras, o embebidas en un frasco y mezcladas con multitud de emociones y conceptos difíciles de discriminar. 
Un durísimo entrenamiento que si le otorgaba alguna capacidad a destacar, quizás sería la de dejarse fluir en el caos para encontrar los caminos hacia la verdad, atravesar la realidad en busca de la bondad y leer los efímeros engaños del universo. La agonía del absurdo era un alto precio a soportar por tal habilidad, algo que al parecer incluso podría compartir con otras mentes en busca de satisfacer sus deseos. 
Un proceso al que además se inspiraron otras habilidades más triviales para los seres de  los que ahora formaban parte, pasar desapercibido entre las débiles consciencias, o penetrar en ellas para conocerlas y seguir incluso su estela en el tiempo.
La confusión le acompañaba ahora a todos lados, forzando el control de aquellas complejas capacidades, refugiándose en un movimiento reflejo de sus dedos para evitar incomodar al resto de personalidades. Y así dio la impresión que se mostraba ajeno a las instrucciones dadas, pues ciertamente su intención se esforzaba por el posible devenir de aquella misión entre tantas posibilidades.  
Fue la palabra mascarada la que le trajo a sus oídos la reflexión de un sabio que repitió cual oráculo. - Luego su poder crece al merme del nuestro… sed cautos. - De repente algo llamó su atención distrayendo su divagación por la obsesión de recuperar su herencia perdida, una incógnita que sólo se consumaría al forjar de nuevo. 

La bella novicia no se encontraba complacida con las palabras del extraño, algo que de todas formas no importaba mucho porque haci era siempre que uno del grupo de Hardestadt. Aunque sacandole un poco de atension al tema de que ahora serian perseguidos y odiados por quienes Imara habia servido humildemente toda su vida, la mascarada le intrigaba.

Sin embargo el hombre llamado Mabuz se le habia adelantado con su pregunta y luego siguio Don Carlos que tambien con, como ahora sentia como contumbre, sus preguntas.

Lo que se o deje de saber no os interesa en absoluto- responde, cortante- cumplid con vuestro objetivo y demostradme que sois útiles después de todo. 

Respecto a la comunicación no os preocupéis por ello, Roderigo se encargará de estar en contacto con vosotros. 

Se me corta la expresión.

Parece que el señor Hardestat va a ser lo MENOS de ayuda posible. Pero por el momento, mi cabeza y mi vida estan en sus manos. Mordiendome la lengua, hago una inclinación.

"Será como ordeneis" murmuro, rumiando odio hacia este mal señor. Al menos, creo que agradeceré tener a Roderigo el Sincero a nuestro lado.

Estaba claro que intentar hablar con Hardestadt no llevaría a ningún lado. Poco habría la boca, y cuando lo hacía, sus palabras iban más vacías que el silencio.
En otra situación no me hubiese importado, no solía depender realmente de nadie para hacer aquello que me ordenasen, pero en un momento así estaba completamente perdida. Suerte que contábamos con Roderigo para saber al menos por dónde comenzar.

- Creo que será mejor que dé comienzo nuestro viaje.

...ni si quiera nos van a explicar lo que no debemos hacer...perfecto....

Resignado observa a los demás pero al parecer Hardestadt es el líder indiscutible y ha decidido que ya han desperdiciado demasiado tiempo. Sus compañeros ya comienzan a moverse y no tiene sentido insistir más en que les expliquen lo que está pasando, así pues hace una reverencia y se marcha con el resto.

Vio con una mezcla de miedo y enojo a Hardestadt, no entendia porque en ese lord se dedicaba a hacer cada vez mas dificil su mision. Pero si lo pensaba un poco le venia la idea que no le importaba en lo mas minimo si fracasabamos. Observando al resto se daba la idea que los demas pensaban al parecido.

Luego de inclinacion partio junto al resto colocandose cerca de a Águeda y Carlos. Tal vez podriamos hablar de los poderes que habian aprendido hace unos instantes.

Aquel fue el momento en que me decidí a hablar. No tenía muy claro si hacer mi petición al gran señor que nos apremiaba o a Roderigo, pero me dio la impresión de que éste último sería más receptivo, así que lo miré a él mientras comenzábamos a marchar. 

-Si vamos a hacer esto y queremos tener alguna oportunidad, me gustaría conseguir armas, aunque no fueran las mías -pedí, tratando de sonar educada en lugar de impaciente-, me siento mucho más segura cuando empuño una espada y un escudo que sin ellos... a pesar de las nuevas cosas que he aprendido a hacer. ¿Sería posible?

Luego miré al resto de compañeros con expresión grave en el rostro. 

-Ya hemos visto lo peligrosos que son esos draurg, me gustaría tener la oportunidad de discutir un plan con Roderigo y con todos vosotros antes de partir sin orden ni concierto. Podemos discutirlo de camino, si queréis, pero me gustaría contaros lo que se me ha ocurrido, necesito que me ayudéis a perfilarlo.