Partida Rol por web

Eso no es un lobo normal... a mi cabeza vuelan fugaces las reminiscencias de unas historias que el maestro del castillo me contó mucho tiempo atrás, en Inverness... y también leyendas que luego en el condado de Thorgrimr había escuchado, vagos destellos de las imágenes que mi propia cabeza había formado al escuchar aquellos relatos, tan diferentes pero tan parejos, que hablaban de bestias que no eran humanas ni animales, cánidos cuyos colmillos y garras eran más afilados que las de los lobos, pero cuya inteligencia rivalizaba con la de los humanos más inteligentes... híbridos, mutaciones que se descontrolaban al ritmo de las mareas y de la luna... hombres lobo.

No pude evitar pensar en eso al escuchar aquel gélido aullido innatural. Eso no era un lobo normal. El caballo se encabritó y aquello fue el detonante; no podía hacerle eso al pobre animal y además tenía que avisar al resto de compañeros de que debíamos largarnos de allí cuanto antes... una vida... perdón, una no-vida no valía lo mismo que siete... por mucho que yo la apreciara. Kat era fuerte, si Freya quería que sobreviviera, lo haría... sin derramar una sola lágrima, pero sintiendo no haberla encontrado en lo más profundo de mi corazón, di la vuelta a la montura. Recordaba las palabras del viejo sabio que me lo había contado por última vez, aquel viejo maestro... "Si oyes uno, trata de alejarte de su origen, si ves uno, corre. Si ves más... lo siento". Sin soltar las espadas hablé al animal en un susurro, entre relinchos y piafas: 

-Calma, ¡cálmate y corre! -le dije- ¡vámonos de aquí, volvamos con los demás!

Entonces agucé mis sentidos por última vez, intentando distinguir algún último rastro de Kat y además intentando averiguar de dónde venía el aullido, para cabalgar en dirección contraria. 

Tu mirada recorre la zona con rapidez. Querías salir de allí cuanto antes mejor. No era un lugar seguro aquel bosque. No al menos para ti. En el último instante tus ojos se fijan en el suelo y pareces distinguir... ¿un rastro? pudiera ser. Te gustaría poder inspeccionarlo mas pero tus ojos no tienen tiempo para ello, puesto que se han detenido en una ¿criatura? ¿bestia? que te observa, con los los ojos inyectados en sangre... Mas no tienes tiempo para quedarte mucho mas. Tu caballo gime de terror y sin mediar comentario alguno da la vuelta y comienza a correr de vuelta a un camino que consideraba mas seguro. 

Has oído hablar de las criaturas que habitan en los bosques. Hombres-lobo. Son bestias salvajes que protegen sus bosques con ferocidad, y enemigo aférrimos de los vampiros. Un solo de esos seres puede hacer estragos entre vampiros de un nivel como vosotros. Los consejos de todo no-muerto era simple: mantente alejado de los bosques. Si ves un hombre-lobo solo puedes hacer una cosa: huye, porque de lo contrario estarás muerto. 

- Seguro que las advertencias de Roderigo se deben a los hombres-lobo - dijo Mabuz recordando algunas historias. Son bestias terribles que pueden destrozarnos con las garras y los dientes...no ha sido inteligente que Maeve siga buscando.

Roderigo sonríe ante las palabras de Mabuz- veo que aparte de aprender vuestras nuevas habilidades, alguno ha estudiado un poco los seres sobrenaturales que habitan en este mundo. Efectivamente, los bosques no son lugares para los vampiros por los hombres lobos que lo habitan. 

Incluso los vampiros mas fuertes y experimentados que vosotros palidecen ante el poder de esas poderosas criaturas. Si os encontráis ante un enemigo así lo mejor que podéis hacer es huir. Es el mejor consejo que os dará cualquiera. 

Tras decir estas palabras, se oye de pronto un aullido profundo y penetrante, claramente sobrenatural, que hace que vuestros cuerpos no-muertos se estremezclan solo de oírlo. 

"Amigos mios... Voy a salvar a Maeve. NO ME SIGAIS."

De todos modos, no creo que nadie pueda seguirme, pues me subo a lomos de Tardaca, y a la que empezamos a correr... El caballo y el jinete SE ALZAN POR LOS AIRES

Desde lo alto, intento buscar a Maeve, y en cuanto la vea, uso mi don para alzarla, y que también pueda volar hacia la seguridad del camino

Hombres lobo, vampiros... Todo aquello que ya conocía pero creía que eran simples supersticiones, resultaba ser cierto. Y ahora formaba parte de mi vida, como antes lo hacía el dedicarle oraciones a Dios. Aún me resultaba algo difícil hablar de aquellos temas de una forma tan... natural, como si fuese lo más normal del mundo.

Que Don Carlos se alzase sobre nuestras cabezas montado en Tardaca, tampoco ayudó a que se fuese de mi mente la idea de que mi vida se había convertido en una auténtica locura.

- Estará bien. Seguro. -Contesté a Mabuz. Compartía sus pensamientos; yo tampoco creía que Maeve hubiese hecho bien al quedarse allí, pero aún así, confiaba en que volviese sana y salva.- Al menos tenemos que conservar la fé en nosotros mismos.

Y tras aquellas palabras entré al carromato junto a Imara y Temujín. Aunque había montado brevemente a caballo y no pareció dárseme mal, no quería tentar a la suerte. Seguiría practicando, pero en otro momento, cuando los caballos estuviesen lo más calmados posible.

El bosque te perjudicaba algo la visión, pero sorprendentemente tus ojos localizaron rápido a Maeve, la cual estaba galopando hacia el camino como sino hubiera un mañana. Y no era para menos, parecía ser que una criatura le seguía a la carrera por detrás.

Tu caballo corre como sino hubiera un mañana, mientras oyes claramente detrás de ti que esa "cosa" que habías visto te persigue. Y por lo que parece le oyes cada vez mas cerca.

lo que ya dije, con mi moviiento mental, elevarla y hacer que vuele tambien. a salvo hacia el camino. desde los cielos, la bestia no podra cazarla

¡Bonus points si la haces que se sienta una valkiria antes de que se de cuenta de que ha sido taumaturgia!
¡Extra bonus points si le pones musica heroica, como la de la escena aquella de assassins creed revelations en la que parece que Ezio va a ser mutilado... y se echa volar!
Pero confio en tu criterio con la descripcion y la escena.

Tu caballo corre ya de puro terror. Sabe perfectamente que su fin está cerca si aquella criatura le alcanza. Y tu también lo sabes, pero no puedes hacer nada salvo esperar que el animal sea mas rápido que la bestia.

Y de pronto... algo sucede. Notas como el caballo comienza a subir por los aires, ¿que estaba pasando? la bestia ruge detrás de ti, pero estás ahora sorprendida de lo que estaba ocurriendo. ¿Acaso tenía una nueva habilidad que desconocía? De pronto notas que tu animal se eleva por los aires, ¡estaba volando! Te agarras con fuerza sobre las riendas, sorprendida y a la par agradecida por aquella extraña situación.

Y de pronto, miras hacia arriba y ves a tu compañero Carlos en la misma situación que tu, que te sonríe con tranquilidad.

"Los poderes de la sangre, Señora¹. Son los poderes de la sangre. Ahora vayamos hacia el resto del grupo. Mabuz ha abierto el camino, y podremos seguir" digo sin aflojar el paso.

Desde la seguridad de estar bien elevados, no puedo evitar dedicar un segundo o dos a contemplar a esa bestia. Debe de ser un enemigo demasiado terrible.

Sin mas dilación, volvemos hacia donde está el grupo, con intención de no aminorar el paso lo más mínimo

-¡Dritt! -maldije en el idioma del Norte cuando vi cómo aquel ser se me acercaba a una velocidad tan vertiginosa; luego añadí hablándole al caballo-: ¡corre, amigo, corre más!

La pobre montura corría todo lo que podía, pero no era suficiente, así que al final tomé una determinación. Saqué ambos pies de los estribos -suerte que Thorgrimr me había enseñado a cabalgar de cualquier manera- y me di la vuelta en la silla, confiando en la habilidad del caballo para esquivar obstáculos sin la guía de las riendas. Apoyé las plantas de los pies a los lados de la silla y me mantuve medio en cuclillas, en una postura tensa, lista para saltar a la más mínima oportunidad.

Pero entonces pude ver claramente a aquella criatura, no era humana, pero tampoco animal. Era algo sobrenatural...Varulv... mitad hombres mitad lobos... las leyendas del viejo cuentacuentos volvieron a acudir a mi cabeza... aunque a aquellas alturas ya no me sorprendían demasiado. Sólo me percaté de que era prácticamente imposible que yo lograra acabar con ella, aún en mi nuevo estado. A simple vista el poder de aquel animal sobrepasaba el mío con mucho. Pero yo era Maeve, exprincesa y exheredera a un trono y actual mujer de un jarl. No moriría sin luchar. Así que, haciendo molinetes con las espadas a ambos lados, esperé a que aquella criatura saltara para atacar, lo cual no iba a tardar demasiado en suceder. 

Y en ese momento sucedió.

Mi caballo empezó a volar. 

Sí, así de claro. A volar. Dejó de correr por la tierra y comenzó a correr por el aire. Se elevó, primero ligeramente, luego cada vez más alto, sobre las copas de los árboles de aquella fronda, dejando atrás el suelo, el miedo y al varulv. Me di la vuelta para sujetarme de nuevo en el mismo instante ne que don Carlos aparecía a mi lado, hablándome como quien no quiere la cosa de nuestros nuevos poderes de la sangre. 

No pude menos que esbozar una sesgada sonrisa ante su aparición.

-Te honra que hayas sido capaz de sacarme de esa, amigo mío, y te honra mucho más que hayas vuelto en mi ayuda. A mis ojos te has ganado ya un sitio en el Valhalla -entonces me puse seria y lo miré directamente a los ojos- y desde ahora y hasta que quede saldada, tengo una deuda de vida contigo, por mi honor y por mi espada. Gracias por no dejar atrás a una compañera en apuros. 

Pero aquellas palabras irremediablemente me hicieron recordar a la otra compañera en apuros. Y entonces mi expresión se ensombreció.

-No he logrado encontrar rastro de Kat. Este ser mitad hombre, mitad lobo me ha encontrado a mí antes. Estaba dispuesta a enfrentarme a él y seguir buscándola después, pero desde el primer momento en que lo vi tuve muy claro que no habría un después... hasta ahora. Rezo por que Freya guíe sus pasos en esta Markland* y, si alcanza el Valhalla, que Odín la proteja bajo su manto. Gracias, amigo, por salvarme la vida. Tienes razón, volvamos. 

Ya con el camino despejado, Roderigo esperaba la vuelta de Carlos con paciencia, bien o solo o si las fortunas le sonreian con Mave... y justo con eso en mente vio a dos figuras descender de los aires para posarse cerca de ellos.

Veo que habéis vuelto... y con vida.

"Maeve, perdí a un líder. No era uno bueno, pero era uno al que le juré lealtad" le digo mientras vamos de vuelta "Tu eres un líder que no se ha acobardado en buscar a uno de los suyos. Asi que te juro que no perderé a un Señor que no deja atrás a los suyos. No sin pelear contra lo imposible"

"Pero hay que rendirse a la evidencia: Creo que... Si que encontramos a Kat. Lo que quedaba de ella, en las garras de ese monstruo. 

En esto que volvemos y tomamos tierra... más accidentada que formalmente - ¡siempre se dice que aterrizar es lo más dificil de volar!-

"Rod, No podemos decir lo mismo de Katia. No pudimos ni traer sus restos. Y mejor que aceleremos el paso, pues pudimos ver bien a su verdugo"

No pierdo el tiempo describiendo al monstruo, pues puede aparecer en cualquier momento ¡Visiblemente agitado, insto al grupo a seguir a galope!

Asentí a las palabras del hombre mientras las meditaba, sobrevolando los árboles. En ningún momento me había planteado ser su líder y mucho menos en las condiciones en que estábamos... pero si él así lo sentía, haría honor a ese título. 

-No me gusta dejar a nadie atrás. Nunca lo he hecho. Nunca lo haré. Me alegra que lo valores. Y no olvidaré esta deuda, te lo prometo. 

Cuando llegamos a tierra y Carlos avisó a los demás asentí, sin perder la calma; aún con las dos espadas en las manos y sin dejar de cabalgar, insté a todos que se dieran prisa. 

-¡Rápido, don Carlos tiene razón! ¡Ni todos juntos podríamos vencer a ese varulv en estas condiciones! ¡No hay tiempo que perder! -y, mientras comenzaba a avanzar, aún sin creerme que Katia estuviera también muerta, murmuré para mí-: Freyja, acógela en tu seno y concédele la vida eterna. 

Tras esas palabras, Roderigo hace un gesto en su cabeza, y el grupo emprende de nuevo el viaje, pero esta vez marcando una marcha mas rápida que la anterior. Y no era para menos. Enfrentarse con un Garou no era lo mas conveniente para un grupo tan poco experimentado como el vuestro. 

Finalmente no sufrís mas percances durante el viaje y llegáis a vuestro destino. A vuestro frente os encontráis una gran estructura de piedra más parecida a una pequeña mansión que a una posada. Sin embargo, un gran cartel que dice "Posada del León, fundada en 1378" demuestra que habéis llegado.

Hay un establo de madera de aspecto vagamente inestable junto a la pared oeste del a taberna, y algunos mozos de cuadras se pasean entre la estructura y un pozo cercano. Roderigo maneja el carro y lo deja allí, mientras que vosotros hacéis lo propio con los caballos. 

El interior de la Posada del León está pobremente iluminado por los pequeños fuegos que arden en dos enormes hogares situados a ambos lados de la gran estancia que sirve como sala común. Varias mesas de caballete de color oscuro descansan sobre la paja y el cañamazo frescos esparcidos sobre las toscas piedras del suelo. Pequeñas velas de sebo arden caprichosamente sobre algunas mesas.

Las únicas personas inmediatamente visibles son una joven doncella que está esparciendo paja nueva por el suelo y un anciano trabajando sobre una mesa colocada para aprovechar al máximo la escasa luz.

Tan pronto como entráis en la estancia, el viejo alza la mirada y la dirige a una de las mesas vacías antes de volver a su trabajo sin saludaros si quiera.

Cabalgar de noche y dormir en el carro de día era una extraña experiencia. A pesar de que tenían sentidos agudizados, sus caballos seguían siendo meras bestias lo que limitaba su marcha más allá de los carros.

La posada fue un soplo de viento fresco en el viaje que Mabuz agradeció. Salió de carruaje y se dirigió con los otros al interior donde un anciano les señaló levemente una de las mesas: Esto va a ser divertido, dijo sonriendo a sus compañeros al imaginarse a un grupo tan numeroso sin probar bocado.

-Recordad, se supone que llevamos a Roderigo capturado. Deberíamos comportarnos ya como si tal cosa -murmuré antes de entrar en el local.
Después seguí a mía compañeros hasta el sitio que nos indicaron.