Partida Rol por web

El médico notó la presencia de otros seres a su alrededor, y sintió el dolor en su cuerpo. ¿Dolor? ¿Un muerto podía sentir dolor? Aquello sí que era una putada. Llevaba toda su vida evitando el dolor a base de calmantes, estimulantes, tranquilizante y algunos otros -antes; que ironía que ahora sintiera dolor. ¿O no?

¿No estoy muerto? -preguntó, el mismo hecho de preguntar era una respuesta, una sonrisa, nada forzada, asomó en su rostro- ¡De puta madre!

Repitió la última afirmación cuando alguien le pasó una petaca, el primer sorbo le quemó la garganta, igual que el segundo, y el tercero. Era agradable volver a saborear el alcohol.

¿Yo? No lo sé...deja que me eche un vistazo...a ver...

Gaius se examinó a sí mismo, el más indeseado de los pacientes, para comprobar el origen de su dolor.

¿Dónde estamos?

¿Y el piloto? - pregunto en cuanto veo que el médico ya parece ponerse en pie - ¿Dónde se ha metido? 

Miro a mi Sargento.

- No estoy tan grave Sargento. Podría haber sido mucho peor. - aseguro.

Sin duda - dijo recuperando la petaca y dandole un trago a la misma, dejó el licor bajara por su garganta y le abrasara por dentro, como le gustaba aquella sensación. Cerró el tapón de rosca metálico con un movimiento estudiado y tranquilo y luego paseó la mirada por las caras de los otros tres que estaban con él - el piloto desapareció, no se a que... supongo que con lo de los tigres aprovecharía para escabullirse - se encogió de hombros y se levantó hacía una de las cajas que había por ahí tiradas. El oficial mascullaba algo en voz baja hasta que exclamó un - ¡Bingo! Sabía que había un pedido por aquí - sacó dos estaciones de radio de campaña en buen estado - el resto esta inservible, al menos de momento... yo de circuitos se más bien poco - se acercó hacía el sargento y le tendió una de las radios - trate de contactar con los Tanith... aquí estamos con el culo al aire

Había que contactar con los Tanith, era un hecho. Recibió de mala gana el aparato de manos del oficial y se puso a ello...

Era un modelo común dentro de la guardia, algo anticuado y no especialmente potente, pero serviría de largo - Aquí sargento Armand, ¿me reciben? - probó con la frecuencia estándar aunque suponía que los Tanith utilizarían algo mucho más sutil - Al fin y al cabo esos hijos de puta eran expertos en estas mierdas - Probó nuevamente.

¿Supongo que no habrá nada más de valor en esta cubierta? - lanzó la pregunta al aire para que fuera recogida por el oficial, si había encontrado la terminal bien podría conocer el contenido de alguna otra caja - Armas, comida y medicinas. No precisamente por ese orden.

Dicho esto volvió a probar con la radio.

Los comunicadores chasquearon, la estática era fuerte y se escuchaba algo mal, pero sin duda era una voz humana - Aquí sargento Armand, ¿me reciben? 

Si el explorador no fuera un veterano como era, a pesar de sus heridas, puede que se hubiera sobresaltado al escuchar de repente la voz por el comunicador en un momento así de tenso. Sin embargo, se limitó a fruncir el ceño. No era buen momento, no había manera de saber, de hecho, si no estarían rastreando posibles comunicaciones. Pero el mal ya estaba hecho, y si no contestaba, sólo conseguiría que los cabezas cuadradas hicieran alguna estupidez, como seguir insistiendo o ir a buscarles.

-Posible presencia enemiga. NO abra comunicación. 

Apenas un par de segundos después, puede escucharse la voz del explorador respondiendo dos escuetas frases en voz baja.

-Posible presencia enemiga. NO abra comunicación. 

Con las manos todavía temblando como si el frío se negara a abandonarme, recojo la placa de datos, desenchufándola de la consola. No sin antes comprobar donde está el fallo mecánico, esa esclusa que no se abre. Intento hacerme una idea mental, pero acceder a mi cerebro ahora mismo es terreno pantanoso. Mezclo pasado y presente, otras naves y otros sitios. Cuando mi ojo chungo despierta me encuentro un poco aturdido. Lo dejo por imposible esperando que ya tenga lo suficiente.

-Malo, malo, malo, no me gusta, no me gusta- refunfuño entre susurros.

Con la placa bajo el brazo, con el otro abro mi cantimplora y bebo un surbo, noto la piel tirante a ambos lados de la boca. Esperando que tenga todo lo necesario, deshago el camino hacia donde está el grupo de espera, voy con paso bacilante, me detengo en cada intersección, mirando los dintintos caminos con ojos nublados, como si caminara sobre melaza, me desplazo cansinamente con un pies tras otro, hasta que me espabile del todo. Mi cojera del pie derecho, tampoco ayuda.

-¿Los seguimos o qué? -preguntó la chica ya bastante nerviosa. No quería perderles el rastro ya que esa selva la desorientaba más de lo que quería reconocer, y no le gustaba nada todo eso, sobre todo el hecho de que un grupo armado se dirigiera hacia su punto de colisión- lo que sea, pero decidámonos ya.

Zora, trató de forzar la vista todo lo que pudo. Lo hizo con tanto ahínco y esfuerzo que, sumado a las lesiones sufridas le provocó una horrible jaqueca que la hizo posar la cabeza sobre el suelo como buscando, por instinto, algo fresco que pudiera aliviar el tremendo dolor que de pronto le atenazó el cráneo, como algo palpitante amenazara por salir del interior de la cabeza de la francotiradora... mujer, que por despiste quizá, no cayó en que con el rifle de francotirador que llevaba, un flamante láser largo ultimo modelo, poseía una mira telescópica ideal, para hacer las cosas lejanas, más grandes.

Por fortuna para el trío, el no tan veterano explorador, Logan, con un ojo entrenado y crítico logró discernir en gran medida aquel grupo que avanzaba por un sendero que cruzaba el bosque, sendero que el cual, según pudo fijarse Logan, era un camino hecho por el hombre. Zanjas de metro de grosor flanqueaban el lindero y la tierra que ahí estaba tenía un aspecto enfermizo, algo que sin duda no sería propicio para que nada pudiera germinar. Pero eso solo fue un detalle banal, lo que hizo que el corazón de Logan se acelerara fue la confirmación de sus temores.

El grupo estaba liderado por un hombre alto, con un chaleco que dejaba sus musculados brazos al aire libre. La cabeza la tenía cubierta por un gorro lleno de tierra y en su mano izquierda llevaba una pistola automática. Le seguía un séquito de hombres armados con armas de todo tipo, desde picos, hachas hasta espadas cortas. No vestían nada más allá de unos pantalones roñosos dejando que sus cuerpos, musculados como el del que parecía ser el líder. Pero lo peor, lo peor eran sus caras. A pesar de la distancia, MkNeill fue capaz de discernir rasgos grotescos, vendas en la cabeza, cicatrices y tatuajes, tatuajes que nada más verlos Logan tuvo que apartar la mirada a la vez que unas poderosas nauseas se apoderaban de su estomago.

Aquello era terreno hostil y aquel grupo estaba lleno de herejes.

Al poco de que el sargento trasteara la radio y contactara con los Tanith, el piloto volvió por donde se había ido. Llevaba una placa de datos en una mano mientras parecía deambular. Su rostro mostraba un rictus de confusión total y andaba torpemente, cojeando más de la cuenta.

El doctor ya estaba despierto y era capaz de levantarse; tenía las mismas heridas que todos, contusiones, cortes pequeños, arañazos y magulladuras de diversa consideración. Nada grave pero nada tratable más allá de que pasen los días.

Logan finalmente consiguió que su buen ojo le revelara la verdad. Una verdad que sospechaba, pero que sinceramente había esperado que no fuera cierta. Casi habría preferido morir al estrellarse contra aquel desconocido mundo, del que no sabía su nombre... Pero sí su lealtad. Estaban en presencia de servidores de los Poderes Ruinosos... Y lo que tenían apenas podía llamarse unidad.

-Maldita sea... Nos vamos de aquí, hay que volver rápido a la nave y sacar a todo el mundo. ¡Son herejes! ¡Estamos en un maldito mundo de herejes!

-¿Salir? Y un Gak -dijo la mujer mientras notaba como la sangre le hervía de puro odio- vamos a emboscarlos y después quemaremos sus cuerpos o los enterraremos, para que no sepan qué cojones les ha pasado -dijo la mujer y se preparó para realizar lo que decía- no pienso dejar ni un maldito hereje con vida, aunque tenga que matarlos yo uno a uno -se afianzó el lanzallamas, se ajustó la capa y se dispuso a salir en pos de esa patrulla, esperando alguna idea de cómo emboscarlos.

-Y después, ¿qué? La sorpresa es nuestra mejor esperanza. Si registran la nave y no encuentran supervivientes, no los habrá, y podremos pensar en un mañana. Si se estampa en el planeta una puñetera fragata imperial, y muere un pelotón ese mismo día... Creo que sabrán sumar dos y dos. Además, son más que nosotros, pongamos que no lo logramos... ¿Qué pasaría con los que se han quedado atrás?-dijo el explorador entre dientes, sin perder de vista a aquel grupo. Desde luego, no parecía que tuviera miedo, sino que simplemente intentaba hacer lo más lógico. 

No precisamente en ese orden -repitió el médico, él también veía lo malo de aquella situación; lo más probable es que la nave, o parte de la nave, la parte de la nave en la que ellos estaban, que bien podía ser un simple trozo de metal humeante a causa de la reentrada y haber acabado en una jungla infestada de orkos, o en un desierto, o en un glaciar, o en el borde de la cima de un volcán, en pésimo equilibrio y a punto de caer a la lava, o en el centro de un ritual caótico que estaba a punto de convocar a un príncipe demonio, o peor aún, en medio de una reunión de comisarios imperiales- Vamos a necesitar de todo, y algo más.

La cabeza de Baltar divagaba, a consecuencia de la ausencia de sustancias en su sangre. Cuando no estaba colocado le daba por pensar, por pensar mucho...¡era tan incómodo! Todo el día pensado en las cosas, preocupándose por esto o lo otro...necesitaba un colocón ya.

¿Alguien necesita que le opere un cirujano recién despertado de la inconsciencia? ¿No? Mejor; pasemos a cosas serias. ¿Organizamos equipos de búsqueda? Yo iré con el señor Munitorum.

Es el que tiene la petaca...

 - Gak... -

La joven se masajeó el puente de la nariz, tratando de ayuentar la jaqueca. Había un límite para lo que la adrenalina era capaz de paliar y sin duda habían tenido emociones de sobra para un solo día. Y esta claro que no habían terminado. Sin duda Logan estaba en lo cierto, aquellos humanos eran adoradores de los Poderes Oscuros. Se habían esstrellado en un mundo maldito, literalmente. No era la primera vez, y seguramente tampoco sería la última, que la tiradora lamentaba la falta de su preciado rifle. Pero al igual que sus granadas este había permanecido con el resto del regimiento, junto con otros artículos de equipo que ahora les serian de gran ayuda. El único magro consuelo de Zora es que otro Fantasma podría darle utilidad si ella no volvía jamás.

 - Parecen algo primitivos y no muy organizados - La pistola automática del jefe era el dispositivo más avanzado que habían visto por el momento - Si acabamos con ellos puede que tarden bastante en enviar a más gente, pero yo votaría por emboscarles en la nave. - su superioridad numérica no sería tan peligrosa entre tantos pasillos y recovecos - Volvamos y organicémonos con el resto, lo primero es ponerles sobre aviso - dudaba que esos herejes estuviesen interfiriendo las comunicaciones de cualquier tipo, pero tendrían que acercarse para poder hablar bien y sin estática con el otro grupo.

La orden del veterano estaba clara pese a la reticencia de Stigga. Había bastante distancia entre ellos y el grupo de herejes que se dirigía hacía el punto de impacto donde la nave se había estrellado, pero lo suficiente como para ver y ser vistos.

Zora inició la marcha y se movió como una sombra, como si fuera otra hoja más en mitad de aquel bosque de tonos ocres y apagados. Logan, en cambio, se movía con fluidez, como hacía el legendario Mkoll, pasos cortos pero prestos, cubriendo su cuerpo con ojo experto logrando ser el propio entorno... Pero Stigga cometió un fatal error, el lanzallamas se le quedó enganchado en una rama baja y cuando tiró, frustrada por no poder combatir y por haberse enganchado su preciada arma, lo hizo con demasiada fuerza y provocó que la rama se partiera con un característico chasquido de madera dura partiéndose.

Las reacciones no tardaron en darse - ¡Hajlik! ¡Hajlik! - gritó una voz de aquella enorme comitiva, que aunque fuera primitiva como había dicho Zora, no dejaba de ser un grupo muy superior de gente. La mitad del grupo se paró y el que era el líder se acercó corriendo al que había percibido el ruido... entonces, vio a Stigga en mitad del bosque, la señaló y gritó en aquel idioma impío y mal sonante - ¡SOKA! ¡ELA ELA! - las silabas guturales se clavaron en los oídos de los tres Tanith y en seguida tuvieron a una turba de más de cincuenta hombres adoradores de los dioses innombrables corriendo hacía ellos

A Armand le gustó el ánimo del doctor, acababa de incorporarse y ya hacía chanzas, eso era bueno - Nada de equipos de búsqueda, estoy a la espera de información por parte de los Tanith. Temo que si volvemos a separarnos no seamos capaces de encontrarnos de nuevo.

Dirigiéndose al grupo comentó - Veamos si encontramos algo de utilidad - Y al observar la aparición del piloto, le interpeló - Y tú Mala... Malar... Malarkeys*... Malakias! ¿Qué te turba? ¿Qué ocurre? - Era una pregunta inútil, pues evidentementepadece algún tipo de demencia...

Me acerco hasta el que parece el sargento, le toco para confirmar que es real poniéndole una mano en el hombro mientras hablo para que no se desvanezca, y de paso me apoyo, con la otra mano le entrego una placa de datos, mientras digo que no con la cabeza y chasqueo la lengua repetidamente.

- Sargento, encontré una consola con no demasiados daños- movimiento de cabeza y chasqueo- le diré lo que conseguí, porque lo que no conseguí es demasiado largo, programé una baliza de socorro orbital, sin embargo la puerta de lanzamiento está atascada con algo-movimiento de cabeza y doble chasqueo-Malo, malo, malo, no me gusta, no me gusta, También descargué un mapa de la zona circundante con los radares disponibles- miro de reojo hacia la destrozada enorme mole que antes fue una bella nave- el espíritu máquina está muy dañado, poco más pude hacer sin un tecnosacerdote.

-Por otro lado- mi voz se vuelve más apagada, confidencial- mi ojo chungo me dice que estamos en peligro, tenemos que irnos de aquí cuanto antes, mi ojo ve un pueblo y una mina- no se si es pasado o futuro...- como si hubiera hablado demasiado, me alejo unos pasos miro con expectación al sargento unos segundos para que ver que ha entendido el mensaje,luego, voy a dar con el doctor para que me cure el tobillo y poder marcharnos cuanto antes. Espero que esta vez me hagan caso.

Liam frunció el ceño pensativo y miró al resucitado doctor - mmmm... - masculló llevándose un dedo a sus labios - los suministros médicos están en otro almacén, aquí no se muy bien que hay, yo llevo sobre todo el control de elementos importantes. Esto debe estar lleno de sabanas y mantas... uniformes, cosas así - comentó decepcionado pero entonces entro Malakias y fue testigo de la breve conversación entre el sargento y el piloto - ¿Su ojo chungo? Doctor, creo que este hombre sufre un grave traumatismo craneal