Partida Rol por web

Estás en la puerta del corredor. Lentamente, con el corazón en un puño, te vas acercando nuevamente hasta las puertas. Ahora casi todas están abiertas. Solo la situada al fondo de la pared contraria a la tuya, sigue cerrada. Pero por un momento ninguno sale de las mismas.

Tardas unos instantes antes de que de la puerta situada al lado de la tuya, y de la que estaba justo enfrente, salgan dos personas, casi a la vez. Y asomando tan solo la cabeza

Una es una mujer que, como tu, ha usado la sábana para cubrir lo que probablemente sea su desnudez. Es una mujer joven, y muy guapa

El otro es un hombre de aspecto poco agraciado. Solo se ha asomado ligeramente a la puerta, pero es evidente que va desnudo

Sacando todo tu valor logras acercarte hasta la puerta, y ves el exterior. Se trata de un largo pasillo, aparentemente de un hospital desierto y en bastante mal estado. El pasillo tiene dos partes bien diferenciadas, una primera en la que se encuentran cinco puertas metálicas, ahora todas ellas abiertas menos una, que sigue cerrada. Y otra segunda en la que el rastro de desolación es evidente. Todo está sucio, y viejo. Como si el lugar hubiera sido apresuradamente abandonado. Hay cinco puertas de madera y luego el pasillo gira hacia la derecha. Todo el pasillo está tan solo iluminado por luces de emergencia.

Además tuya otra persona se ha asomado a una de las puertas, concretamente a la situada enfrente y a la derecha de la tuya. Es una joven preciosa, espectacular, cubierta tan solo por una sábana con la que se ha hecho una especie de túnica improvisada

Pero si ella es guapa la que está en medio del pasillo es casi tan guapa como la anterior. También se ha tapado con una sábana, y se acercaba por el pasillo hacia las puertas metálicas.

Sacando todo tu valor logras acercarte hasta la puerta, y ves el exterior. Se trata de un largo pasillo, aparentemente de un hospital desierto y en bastante mal estado. El pasillo tiene dos partes bien diferenciadas, una primera en la que se encuentran cinco puertas metálicas, ahora todas ellas abiertas menos una, que sigue cerrada. Y otra segunda en la que el rastro de desolación es evidente. Todo está sucio, y viejo. Como si el lugar hubiera sido apresuradamente abandonado. Hay cinco puertas de madera y luego el pasillo gira hacia la derecha. Todo el pasillo está tan solo iluminado por luces de emergencia.

Además tuya otra persona se ha asomado a una de las puertas, concretamente a la situada enfrente y a la derecha de la tuya. Es un hombre de aspecto algo desagradable, que está completamente desnudo.

Por el pasillo, y contrastando con el hombre desnudo que te mira, hay una joven preciosa, como tu se ha tapado con una sábana, y se acerca por el pasillo hacia donde estais ambos

-Ho... ¿hola...? Sois... ¿sois vosotros los que... estábais... encerrados...?

Les miro con ansiedad. La pregunta es retórica. Él está desnudo, y ella con una sábana, como yo misma. Hablo más para revelar con el timbre de mi voz quien soy. Es decir... que reconozcan a uno de los que estábamos gritando.

-He... podido abrir la puerta. Me he acercado a la esquina. Hay... mucho desorden...

Mi primer impulso al ver a ese hombre desnudo fue retroceder y meterme otra vez en la habitación, pero la incertidumbre de no saber si la puerta podía volver a cerrarse y que quizás no podría volver a abrirla me hizo desistir. Pero no fue sólo eso, pese a la ténue luz pude ver a la mujer que se nos acercaba, al igual que yo había utilizado las sábanas a modo de improvisada vestimenta y abrigo.

-Hola... sí -le respondo-... ¿alguno de ustedes sabe qué clase de lugar es éste?

Miro hacia todos lados, mas también miro el piso. Estoy descalza, la luz no es mucha que digamos y vaya a saber uno que clase de inmundicias son las que tiene el piso.

-No tengo ni idea... no recuerdo... nada.

Hace una señal vaga, mostrando lo que les rodea.

-Parece... una especie de clínica... ¿no? Pero... como si hubiera habido... una catástrofe... no sé...

Unos momentos de silencio, intentando procesar lo que está sucediendo.

-Hay un laboratorio... o algo así. Material médico, ordenadores... pero todo destrozado. Y una despensa, o almacén. Pero como si... como si fuera... un refugio... ¿sabéis esos refugios nucleares...?

Veo a las dos chicas con la sabana puesta.
Ostras no me e dado ni cuenta que estoy en bolas .

Hola, esperar un momento.
Entro otra vez en la habitación.

El hombre entra azorado nuevamente en su habitación y ambas escuchais un ruido, y veis como la puerta situada junto a la del hombre se abre. Ni de esas puerta, ni de la situada al final del pasillo, abierta, no sale nada ni nadie. Aun

Me acerco a las otras puertas, primero a una y después a la otra, y asomo la cabeza.

-¿Eh...? ¿Estáis... bien?

No sé qué narices quiero decir con esa frase. Claro que no están bien, que no estamos bien... Pero necesito saber quién hay, y qué ocurre. Y quien soy, y dónde estoy...

-¿Bien?... Ehhh... ¿Crees que alguien pueda estarlo en éste lugar? -le susurro pero imito su gesto y me acerco a las otras puertas, aunque me mantengo a distancia prudente-. ¿Hola? ¿Quién está ahí?

Miro la puerta que está cerrada y me acerco a ella, golpeo para ver si hay alguien dentro.

La puerta que se abre hace entrar a aquella habitación un aire distinto y menos asfixiante, da paso a una luminosidad que no tenía... Aún así, aunque los ojos vuelven a arderme, no los cierro. No quiero dejar de ver. Ni siquiera parpadeo cuando las figuras dejan de ser una sombra recortada ante mi vista, y dan paso a aquellas dos mujeres, como yo, con las mismas formas que yo, que me hablan.

Están tan cerca, y yo, aún sentada en la cama. Con los talones contra la cama, y las rodillas contra el pecho, estoy allí. La sábana se ha enroscado tanto alrededor de mi cuerpo que me palpita, y no sé si es por eso o por el miedo. O qué es el calor doloroso que me invade el cuerpo. Qué es lo que siento enfriar mis ojos, qué es lo que me lleva de nuevo a que se me nuble la vista. Cuál es el motivo por el que, de nuevo, la lágrima abre y raspa dolorosamente mis mejillas.

No soy capaz de moverme. Permanezco allí, observándolas, sin atinar a hacer nada. Abro la boca para contestar, y la voz no me sale. No sé quiénes son, pero están allí. Están como yo. Y ellas... Por Dios, ellas me ven. Ellas no deben saber quién soy... Pero sí cómo soy. Ellas me lo pueden decir...

- ¿Cómo soy? - las palabras salen de mi boca, repentinas, desesperadas; y siento que el nudo de mi garganta se afloja de golpe - ¿Cómo soy? ¿Qué es lo que ven?

-¿Verte? -le pregunto frunciendo el ceño, aunque cautelosa- Sí, te veo. Veo a una mujer de cabello negro, algo liso, largo hasta más abajo de los hombros, de piel blanca... ¿Pero por qué preguntas qué es lo que vemos? ¿Acaso tú no te ves?

Me apoyo en la puerta que acaba de abrirse. Evidentemente la mujer que está en el interior de la habitación aún está trastornada.

-No te preocupes... yo tampoco recuerdo nada. No me reconozco, como tú. He visto mi cuerpo, mi piel, pero no sé qué rostro tengo, no sé que hago aquí, ni qué clase de lugar es éste... aunque, por lo que he podido ver estamos en un lugar que ha sufrido algún desastre... o estamos abandonados a nuestra suerte desde hace tiempo. No sé cómo explicarlo. Mejor lo vemos todos juntos... hay un hombre, ahora saldrá, ha ido a colocarse una sábana. Está desnudo, también, claro.

Las palabras fluyen con facilidad. Estoy ansiosa, poco a poco la perplejidad del principio da paso a la urgencia, a la necesidad de actuar, de aclarar. Necesito poner sentido a todo lo que me rodea. Y a mí misma.

-Aún hay otra puerta. Y estábamos hablando cinco voces... falta un hombre.

Con este comentario me dirijo a la última puerta, ya abierta, pero de la que nadie ha salido. Me acerco a ella con cuidado.

-Hola...?

antes de acercarte lo suficiente vez a un hombre sacando la cabaza ( esta accion la postie hace bastante rato pero el master no me a dado ni señales de vida :S),

¿Hola?  la voz parece un poco timida o insegura.

- Claro que no me veo - las palabras me hacen de forma automática, sin tener que pensarlas ni un momento - Las veo a ustedes, pero no a mí. No hay nada en esta habitación que me haya permitido verme... Sólo ustedes, desde que han entrado. Y ven parte de lo mismo que yo he visto...

La sonrisa de mis labios se extiende con euforia. No sé cuántas preguntas se me han contestado con la aparición de esas dos mujeres. No sé cuántas han nacido tras todas aquellas palabras. Sin embargo, al menos ahora ya tengo seguridad de algo. Existo. Me veo tal cual ellas me ven. Lo único que me falta...

Me levanto de la cama. Ha quedado una sola mujer en la habitación. Con la sábana aferrada con fuerza a mi cuerpo, y una mano agarrándola sobre mi pecho, me acerco. Lo hago con tanta rapidez que no me doy cuenta, pero de pronto estoy a su lado. Estamos tan cerca que creo sentir un calor extraño. En la palma de mi mano, siento los latidos retumbando.

Y con la otra mano, con un solo dedo, antes que pueda reaccionar del todo, trato de tocarle con suavidad el brazo.

- Eres... - empiezo a decir, en voz clara y alta. Eres real, es lo que quiero decir con eso. Pero hasta que no toque algo sólido, no podré saberlo.

Mientras las tres mujeres charlan un hombre joven y bien parecido se asoma tras abrirse la última de las puertas que restaban cerradas. Deberá tener mas o menos la mitad de la veintena. Lleva el pelo algo largo, y una barba bastante crecida, con aspecto de poco cuidada.

Y está desnudo.

-Soy real -le respondo adivinando su frase-... tan real como tú y los demás.

Le tiendo la mano para invitarla a seguirme.

-Ven, sal de esa habitación, será mejor mantenernos todos juntos y buscar la forma de salir de aquí.

Al parecer las mujeres ponen una cara extraña cuando me ven.

me  miro y me doy cuenta de que estoy desnudo.

!Demonios¡

Entro de Nuevo a la pieza un poco avergonzado.