Partida Rol por web

- Gracias - Jamal tomó una de sus tarjetas y se la ofreció a Jackie - Si necesitas gente confiable para un trabajo, llámame - *

Luego tomó un trago de cerveza. No era de su preferencia, pero tuvo que admitir que era mejor que la que servían en otros tugurios.

- Nos estamos acercando. Ambort puede intentar escapar antes que hablar con nosotros, tenemos que estar listos para movernos rápido. Diesel, si es posible vamos a necesitar tareas de reconocimiento, no quiero llegar al almacén como un turista perdido. Bleidd puede cubrir una potencial huida con su moto. Waveman y Frankie me cubren. No hemos gastado mucha munición hasta ahora, pero no está de más un doble chequeo. Tengo un mal presentimiento... todo está saliendo demasiado bien... -

Ambort era su única pista, no podían darse el lujo de perderla.

  - Cuenta con ello, Doc - Diésel extendió los brazos por encima de la mesa mientras abría y cerraba los dedos varias veces. Los anillos de RA se desplegaron delante de sus manos mostrando un complejo HUD de control que el orco manipuló con habilidad. Al instante, una sección del techo de la furgo se desplegó y dos MCT-Nissan salieron volando con un zumbido de rotores perdiéndose en la noche.

  - Vaaaale, pájaros en el aire. Joder… Redmond… No ibas mal encaminada, hermana. - dijo Guren mirando a Francine y recordando lo que había dicho la orca cuando pasaron cerca del decadente distrito camino de Snohomish. 

  En el campo visual de Diésel aparecieron dos anillos de pequeñas esferas con los que el orco, con un simple toque, podía acceder a los diferentes sistemas de los MCT. El orco comprobó que los diferentes sensores funcionaban correctamente y por último activó el sistema eléctrico de la cinta de alimentación de la Ares Alpha que había montada en uno de los drones. Un sonoro click indicó que el arma estaba cargada y lista para desatar una pequeña tormenta de fuego si el mal presentimiento de Ahmad se cumplía; algo muy probable de suceder en un sitio como Redmond.

  - En cuanto los pájaros lleguen mapearán la zona; yo aparcaré en una de las calles paralelas cercanas para daros apoyo. - Diésel apuro de un trago lo que le quedaba de cerveza y se echó hacia atrás en la silla. - ¡Vale peña! ¿Listos para dar un paseo por Chungolandia  la noche de Halloween? - bromeó el orco a pesar de que no le hacía mucha gracia meterse en un lugar lleno de pandilleros psicópatas, yonkis acabaos y chusma del peor pelaje. Pero así era la vida de un shadowrunner, sin riesgos no había beneficios.

-Lo haré.- Dijo cogiendo la tarjeta que Doc le ofrecía. Marchó a servir a los enanos que reclamaban su atención cortando severamente sus comentarios sexistas.

Kenjuro estuvo algo ausente mientras el doctor y Diesel descubrieron que Jackie era en realidad la camarera enana que tenían delante.
Y les contó el sitio dónde podrían encontrar a Ambort, el cual era el lugar más peligroso de la ciudad probablemente.

Sea como fuera, Kenji agradeció la información con una especie de asentimiento, y enseguida volvió a centrar la atención en sus compañeros, que de algún modo ya estaban preparándose para ir en busca de Ambort.
No creo que quiera visitas… así que deberemos llegar enseguida… comentó, pensando en que iban a partir enseguida hacia el lugar indicado.

La búsqueda había sido algo larga, pero necesaria. Tres horas después de aceptar el trabajo estabais a punto de encontrar al Doctor Ambort Hemworth y después, ya se vería.

Diesel conducía la furgoneta sumido en su realidad aumentada, fisgando la zona donde se supone que estaba el doctor. Le seguía Frankie, que había vuelto a desempeñar el papel de chófer de Jamal, y también guardaespaldas. Junto a Jamal en el asiento trasero se encontraba Kenjuro y fuera, mojándose, se encontraba el chamán cabalgando a lomos de su Yamaha Growler.

Todo parecía despejado, salvo porque al entrar en Redmond, unas luces destellaron en vuestros retrovisores. Al menos cinco motocicletas os seguían acercándose más de la cuenta. La lluvia hacía difícil la identificación del enemigo, pero caisteis en la cuenta de que toda Redmond era territorio de alguien, y siempre había que pagar peaje.

Jamal bajó el vidrio de su lado y sonrió a Kenjuro.

- Bueno Waveman, sabíamos que no sería un paseíto por la pradera -

Luego desenfundó su Ares Predator, sacó medio cuerpo por la ventana y disparó a los motociclistas.

- Mieeerrda ¿Y ahora qué? - gruñó  Diésel al ver por el retrovisor como varías motos se acercaban a ellos más de la cuenta y eso, en los Barrens, solo significaba problemas. El orko volvió a su Realidad Aumentada y ordenó a uno de los MTC, que había enviado a mapear el almacén de Ambor, que regresara de inmediato. Luego activó el canal de voz del equipo y habló con tono de socarrón.

 - Hey hermanita, parece ser que al final vamos a tener nuestra carrera. ¡Rock'n'roll! ¡Whooooooo… -  el grito de Diésel se cortó bruscamente cuando se produjo el "salto".

 Daba igual la veces que Diésel lo hiciera porque siempre era como el primer polvo o el primer colocón pero multiplicado por un puto millón. La consciencia del orko se deslizó por el filamento del datajack convertida en un flujo binario y  Diésel dejó de percibir el mundo con sus limitados sentidos metahumanos; su cerebro y sistema nervioso hiperestimulados se fundieron con la estructura y la electrónica de la furgo.
 Podía sentir las gotas de lluvia que golpeaban la carrocería; cuando el aire entraba por el sistema de admisión del motor era como respirar con sus propios pulmones y su pulso se aceleraba con cada explosión en los cilindros; sentía el asfalto bajo los neumáticos como si lo tocara con las manos; cada imperfección, cada bache. Orko y mákina eran uno solo.

 Como si de una extensión del grito interrumpido de Diésel se tratara el claxon de la furgo soltó un sonoro bocinazo. - Bleidd, Frankie, voy a intentar separarlos. Pasarme - la voz de Diésel había adquirido un matiz artificial, sintético. A través del enlace comm sonaron unas potentes detonaciones; eso sonaba a la Predator de Doc.

 Diésel se desplazó al carril contrario al lado desde el que su equipo ya abría fuego, desaceleró dejando que Bleidd y Frankie le sobrepasaran y se colocó detrás del Bentley. Cuando los moteros estuvieran lo suficientemente cerca pretendía dar un frenazo con la intención de dividir el grupo rival en dos y con un poco suerte alguno se piñaría pegándose una buena hostia. Además, Diésel, necesitaba tener a los tipos de las motos delante de él y así poder acribillarlos un poquito.
 En el inerte rostro del orko se dibujó un ligero atisbo de sonrisa, casi un espasmo se podría decir, cuando los servomotores del brazo articulado elevaron un rifle de asalto Alfa-Ares a su posición en la parte superior de la cabina de la Van. Con su característico zumbido el sistema de recarga se puso en marcha y los proyectiles con camisa metálica corrieron por la cinta de alimentación. El tecno sonaba con fuerza y Diésel estaba listo para la fiesta. 

Jamal asintió ante la sugerencia de Diesel. Le hizo una seña a Frankie.

- Deja al señor Waltz hacer su magia, pero después ábrete para darnos línea de tiro - le dijo.

Esperó a que Frankie estabilice el auto y disparó.

Habían llegado a Redmond y sólo poner una rueda allí, ya se vieron con la típica chusma motera intentando atracarles o vaya a saber qué.
Bueno, era de suponer que el Bentley los había atraído como moscas a la luz fluorescente.
Y como pasaba con las moscas, aquellos motars también iban a salir chamuscados.

Asintió al comentario de Jamal. Odiaba los tiroteos, forma habitual de pelearse de la gente débil o sin honor.
Así que no se había molestado en comprar un arma de fuego. Abrió su gabardina y sacó varios Shuriken. ¿Qué podían hacer unas simples estrellas de metal?
En manos de un maestro del Ki, muchas cosas.

Esperando el momento exacto, se asomó por la otra ventana y comenzó la lluvia de estrellas.

Frankie gruñó al ver a esos macarras en moto por el retrovisor, pero una sonrisa se dibujaba en su rostro. Si, por fin había algo que pudiera hacer para quitarse de encima ese regusto amargo que le quedó con los dragoons. Necesitaba golpear, disparar y gritarle a un enemigo.

Mientras Jamal disparaba y Kenjuro lanzaba estrellitas, Frankie aceleró poniéndose en posición delante de la furgo del orco. Cuando tuviera la oportunidad saldría de su cobertura y dejaría que la pesada carrocería del concordat aplastara algunos faros delanteros.

La pólvora inundaba el frío aire de noviembre y las balas comenzaron a mezclarse con las gotas de la ligera lluvia que había. Jamal fue el primero en actuar, sacando su Ares predator y disparando a una de las motos, la cual se quedó sin el faro delantero, un verdadero problema en un lugar donde no había farolas para guiarte de noche.

Kenji salió por la otra ventanilla con sus shuriken preparados, lanzó uno tan fuerte que el impulso lo desequilibró haciendo que se le cayeran dos shurikens de la mano. Pero el otro dio en su blanco. El motero aulló de dolor cuando se le clavó el shuriken atravesando su dura chaqueta de cuero, y a punto estuvo de perder el control pero consiguió enderezarla y devolver el ataque con ráfagas de subfusil.  

Francine reaccionó a las balas que alcanzaron la rueda. Perdía aire, aunque no había reventado la velocidad y maniobra se verían comprometidas. 

La orca hizo un quiebro que a punto estuvo de sacar por la ventanilla a sus ocupantes. Evitar mas balas que pudieran inmovilizarlos dejándolos a merced de los moteros era una prioridad, y a Frankie le hervía la sangre de no poder hacer nada mas que conducir, pero de seguro habría más pandilleros esperando para desvalijar el botín antes de que ocurriese nada grave. 

El pandillero tuvo un golpe de suerte y uno de sus muchos disparos alcanzó a Jamal en el pecho, debajo de la clavícula. El Face volvió a meter el cuerpo en el auto y se sujetó la herida con fuerza. Aunque el daño era grande, en su mente sólo había una preocupación.

"No manches la tapicería, Jamal"

La Van se deslizó por el asfalto con la suavidad de la cuchilla de un patín sobre el hielo y se situó detrás del Bentley. Los sistemas de sensores y cámaras de la furgo analizaron el terreno y posición de los vehículos mandando un torrente de información que el CCR y el implante craneal de Diésel transformó en una imagen bien real y consistente.

 La parte del cerebro sincronizada con el GPS calculó la distancia de los moteros que más cerca tenía del trasero y esperó a que estuvieran lo suficientemente cerca, entonces subió a tope el equipo de sonido y la voz robótica de Diésel bramó con más de 2000W de potencia. - ¡Ehhh hijos de puta! ¡¿Por qué no me besáis el culo, cabronazos?! -