Partida Rol por web

La sirvienta se movía a una velocidad endemoniada. El sistema del starlink fue incapaz de enfocarla siguiendo sus movimientos. Era como un borrón de pixels en el cerebro del autómata.

La velocidad de Kenjuro potenciada por su entrenamiento y tatuajes no dejaba lugar a dudas que ésta sería una batalla entre titanes. Trabajo fisico y magia contra tecnología.

La rápida patada de kenji habría derribado a cualquier soldado entrenado, como había hecho antes, con facilidad, pero la sitvienta nipona esquivó el letal ataque por poco. 

Kumiko se colocó en un ángulo que interponía el cuerpo de Kenjuro entre ella y el ángulo de disparo del resto de vosotros. El combate cuerpo a cuerpo entre Kenjuro y Kumiko había comenzado.

La nipona disparó sus dos steyr a quemarropa contra kenji. Las dos armas escupieron sus balas pero no llegaron a tocar al luchador. 

-Mierda.- La orca apuntaba a los dos combatientes sin un objetivo claro. Tanto Kumiko como Kenji se movían muy rápido y no quería dañar al japonés.

Frankie oyó a Chester vitoreando la pelea como quien ve un partido de fútbol. El tío le habia dado grima y ganas de romperle los huesos desde el club Kraken. Se giró y le apuntó con su fusil bajando lentamente las escaleras.

-Siiiii.- Chester aplaudió la fulminante velocidad de Kenjuro cuando se acercó a Kumiko. -Buen movimiento de parada Kumiko. Ataca ahora, ¿a que esperas?. Se va a mover.- 

Chester elogiaba y criticaba a los luchadores a cada movimiento. Tanto Kenjuro como Kumiko se debatían en un combate a muerte y Chester solo veía diversión, como si viera un combate de boxeo desde las gradas.

Cuando Frankie le apuntó con el arma, Chester alzó las manos en actitud tranquilizadora.
-Si miras hacia mi, te perderás el combate. ¿No es emocionante no saber quien va a ganar?.- La orca hizo un además de asco y siguió apuntando a Chester, aunque por el rabillo del ojo seguía la pelea.

Aquella Kumiko no era precisamente una joven inocente e indefensa como aparentaba, si no que resultó ser uno de los oponentes más rápidos contra los que Kenjuro recordaba haberse enfrentado.
Debería concentrarse en seguir sus movimientos y atacar en el momento preciso para poder alcanzarla.

   Esto era mejor que ver una sesión de MACMMA Live! en trideo. Joder como se movían esos dos, eran tan rápidos que Diésel, incluso con la visión mejorada por los sensores del Lynx, apenas podía seguirlos y la retícula del sistema de puntería emitía un sonido chirriante al intentar fijar sin éxito a la japonesa. 

    Y para colmo estaban los grititos de aquella rata con lentejuelas. Diésel se encaró hacia foxy, ajustó la altura para que el cañón de la Ares apuntase directo al abdomen del irritante humano y se lanzó con un pequeño acelerón. No necesitaba mucha velocidad para llegar hasta aquel cabrón y clavarle el cañón de la ametralladora en las tripas. No mucho, solo una caricia para dejar sin aire a ese racista joputa y a ver si así se callaba un rato.

Joder, ¡era como ver un canal porno japonés codificado!. -Esos dos se mueven demasiado deprisa. Frankie está encañonando a ese cabrón y...- En ese momento el dron manejado por Diésel se estrelló contra el hormigón de la pared. Estaba claro que iba a estrellarse contra Chester, pero este se hizo a un lado en el último momento, dejando que el dron chocara.

-Ese Chester no es de fiar.- Comentó Jamal en voz baja, más para sí mismo que para vosotros.  

-Eso no ha estado bien, no señor.- Le decía al dron consciente de que lo manejaba una persona lejos de allí. Su dedo se movía en señal de negación, como si estuviera enseñando una lección a un niño.

-Atacar a civiles indefensos no es propio de un shadowrunner. ¿No tienes principios?.- Y en ese momento tanto Jamal como Kenjuro cayeron en la cuenta de que su ideal, sus principios de no dañar gente inocente habían sido transgredidos. Podía ser un cabronazo del veinte, pero era verdad. No tenía armas visibles y no había emprendido ninguna acción violenta contra vosotros.

Kenji era experto en artes marciales, y se notaba. Con una velocidad incrible logró lanzar una patada baja interceptando a la sirvienta en el vientre. Una patada que habría matado a un oso solo consiguió desplazar a la sirvienta varios metros atrás.

Kumiko se detuvo durante un segundo, con los datos fluyendo en sus ciberneticos ojos. Los datos pasaban veloces. Soltó una de sus armas que cayó al suelo. De pronto se lanzó hacia kenji con un salto mientras la manga derecha de su vestido se rasgaba y su brazo parecia quebrarse. Allí apareció una cuchilla tan grande como un machete directa hacia el cuerpo del luchador japonés, dispuesto a abrirlo en canal, que esquivó por poco.

Parecia que ahora la sirvienta luchaba en serio.

Comenzó a entender el patrón que seguían los movimientos de Kumiko y logró alcanzarla con una patada.
Pero apenas logró que reculara unos pasos, señal de que el impacto no había sido realmente grave para ella.

Y las sorpresas no terminaban allí, puesto que acto seguido la Meido (sirvienta) sacó una enorme cuchilla que reemplazó a su brazo.
Por si quedaba alguna duda, acababa de demostrar que no era humana.

Aunque logró esquivarla, perdió algo de concentración al ver cómo Chester era atacado de forma traicionera.
Un dron que seguramente lo comandaría Diesel.
Asqueroso y todo lo que se le quisiera llamar, iba desarmado y no parecía tener intenciones hostiles.

¡No vuelvas a hacer eso! gritó en dirección al dron, esperando que Diesel se diera por aludido.
Si volvía a intentarlo, debería impedirlo por sí mismo.

   Frankie gruñó cuando vio a Diésel lanzarse a por Chester pero el humano, en un despliegue impresionante de agilidad, se hizo a un lado y el orko pasó de largo para terminar estampándose contra la pared.

   Pero la atención de Frankie volvió rápidamente al combate entre Kenji y la sirvienta. La muy zorra tenía cuchillas implantadas y parecía más que dispuesta a cortar en rodajas al japonés.

   Francine aceleró el paso y terminó de bajar los escalones de dos en dos. Con movimientos nacidos de la práctica ajustó el correaje y el rifle de asalto quedó colgado a su espalda. Cuando la orka puso un pie en el suelo del taller en la mano derecha ya llevaba desenfundado su cuchillo de combate Bowie con la afilada hoja apuntando hacia abajo. 

El combate proseguía. La sirvienta y Kenji seguían dándose de hostias mientras Jamal vigilaba a Chester de cerca. Diésel, embutido cibernéticamente en su drone, intentaba cargarse al presentador o por lo menos dejarlo cojo y Frankie se cansó de esperar y pasó a la acción aún sabiendo que no sería mas que un puñetero estorbo entre esos dos.

Pero algo se avecinaba. Algo que ninguno de los implicados podía imaginar.

   - ¿Pero qué coño…? - pensó el orko mientras sobrepasaba el punto en el que, hacía un segundo, estaba Chester y terminaba por chocar contra el muro. Con un zumbido de servomotores giró para encarar a aquella rata miserable y se lo encontró, para su sorpresa, pegándole la charla como si fuera un criajo.

   - ¿Pero qué habla este loco de principios…? - Diésel, pillado por sorpresa, intentó retroceder pero se topó con el muro. 

   Mientras tanto, la exhibición de artes marciales alcanzó un nuevo nivel cuando la japonesa se sacó de la manga, nunca mejor dicho, una cuchilla enorme e intentó filetear a Kenji. El artista marcial evitó el agudo filo y gritó que no volviera a hacer eso. Diésel miró a Doc y al ver una expresión de desaprobación en aquel rostro siempre inexpresivo cayó en la cuenta de que a sus compañeros no les había sentado muy bien que le intentase hacer unas cosquillas a Chester. 

   Diésel maniobró sin dejar de apuntar al tipo de las lentejuelas y se detuvo junto a Doc. La voz de orko sono a cabreo contenido por el comm.

   - Vale, vale, vale, quizás me he excedido un poquito. Ya me estoy quieto. Pero recuerda, Doc, que ese de ahí no es un boy scout vendiendo galletas. Joder, seguro que si buscas la palabra amenaza en la entrada de la wiki hay una foto de este tío. Y eso de que está indefenso es una mierda. El arma lleva vestidito, nos la ha soltado ahí en medio e intenta trinchar a nuestro amigo como si fuera un pavo. - mientras Diésel hablaba la expresión de Jamal no cambió un ápice y con su silencio lo decía todo; para el Doctor J algunas cuestiones eran innegociables. - Oook, ya me callo. Voy a ver cómo están las cosas por ahí afuera. -

   Con una orden mental, Diesel accedió a la red de sensores formada por la furgo y los drones desplegados. De momento, todo parecía tranquilo en el exterior de la nave.

Seguro de si mismo, y con la afinidad que le proporcionaba su tótem lobo, Bleidd se sumergió en el espacio astral dejando atrás su cuerpo y las últimas palabras del orco se perdieron en el río atemporal de aquél mundo, tan distinto y, a la vez, el mismo.

Bleid vigiló el espacio astral mientras sus compañeros entraban y se enfrentaban a aquellos tíos. No creyó que entrar fuera un factor a tener en cuenta, pues de serlo, se percataría enseguida debido a sus desarrollados sentidos. No, allí dentro no estaba el dragón. Esperaba que apareciese en cualquier momento como hizo cuando lo pilló en ese mismo parque, mirando hacia las naves industriales...

Pero si ya había estado allí antes, ¿Acaso el dragón sabía donde estaba oculto el doctor Hemworth antes de conocer su paradero ellos mismos?.

Una sombra enorme se cirnió de repente sobre el espíritu incorpóreo de Bleidd, envolviéndolo en una oscuridad vapuleadora capaz de destrozar lo material y lo inmaterial.

El espíritu de Bleidd soltó un alarido de agonía que no pudo oirse en el mundo material.

Kenjuro volvió a girar evitando esa cuchilla mortal. La inercia hizo que se posicionara de espaldas a la sirvienta y levantó la pierna hacia atrás, hacia su cara. Un golpe con la potencia necesaria para arrancarle la cabeza a un ser humano cualquiera, pero Kumiko solo recibió un golpe que la echó hacia atrás.

La sirvienta recibió la patada de Kenjuro minimizando su potencia al mínimo con una voltereta hacia atrás. El combate estaba muy igualado, pero a la larga el japonés vencería. La voltereta le proporcionó a Kumiko la oportunidad que necesitaba.

El movimiento natural de recuperación de la voltereta ocultó el lanzamiento de un fino cuchillo que salió disparado contra el brazo de Kenjuro, hundiéndose unos centímetros a pesar de la chaqueta reforzada que llevaba. 

La sirvienta sonrió durante un segundo al ver la sangre de su oponente correr.