Partida Rol por web

Parecía un cosquilleo, pero pronto se convirtió en un zarandeo que sacó a Diésel de su estupor de realidad aumentada. La conexión con el dron se detuvo durante un momento, durante el cual una mano humana sujetaba el brazo del orco.

Diésel siguió la mano hasta ver a Bleidd a su lado, el cual no tenía buen aspecto.

Su nariz sangraba y parecía que le faltara el aire. Su boca se movía, como articulando alguna palabra, pero solo un suave hilo de aire salía de sus labios.

Bleidd apretó su mano aún mas intentando atraer así al orco hacia si.

Aquel combate estaba siendo uno de los más duros que recordaba últimamente, y era bastante surrealista teniendo en cuenta la frágil apariencia de su oponente.
Pero la primera premisa del buen luchador era no subestimar al oponente.

Así que Kenjuro se miró el brazo ensangrentado por la cuchilla voladora y miró a la sonriente Kumiko.
¿Por qué lo haces? Sólo eres un objeto prescindible para él… le dijo, suponiendo que no habría manera de hacerla cambiar de opinión, y que sería necesario seguir luchando.

Diésel parpadeó un par de veces. No sabía que carajo había sucedido, tan solo que aquella sensación extraña y las sacudidas lo habían devuelto a su cuerpo físico.

   Tardó un par de segundos más en notar que Bleiid le tenía agarrado el brazo derecho. ¿Acaso el hombre, con su magia, le había "desenchufado "?

   - ¡Hostia puta! ¿Qué coño te ha pasado, tío? - exclamó al ver el lamentable estado de su compañero que chorreaba sangre por la nariz. 

   - Ehhh…Doc, al Hermano Lobo le pasa algo chungo. Parece que le han pateado a base de bien en "el otro lado"- dijo por el comm. Esto daba mal rolll. Si alguien, o algo, los estaba atacando desde el plano astral y no podían contar con Bleiid las cosas se iban a poner más jodidas.

   Parecía que Bleiid quería decirle algo así que acercó la oreja a la sanguinolenta boca del shamán.

   - Ehhh…Doc, al Hermano Lobo le pasa algo chungo. Parece que le han pateado a base de bien en "el otro lado"- informó Diésel por el canal de voz.

-D...- el chamán estaba exhausto. No tenía, excepto el hilo de sangre que le corría desde la nariz hasta la boca, ninguna herida física. Pero su alama, o espíritu o como coño quisiera que se llamara eso que hacía, debia estar destrozado.

-Drag..gón. El dragón ha venido.-

Kenjuro intentó hacer entrar en razón a kumiko, pero esta no parecía querer entenderlo, o tal ni siquiera le hacia caso. 

Los golpes se fueron sucediendo entre ambos contendientes. Kenjuro vio un hueco donde poder encajar un golpe directo y su entrenado puño, capaz de desencajar la puerta de una nave industrial, fue directo al pecho de la joven. 

Todo se acabaría con ese golpe. Un golpe directo que dejaria sin aire al oponente incapacitandolo para combatir.

El puño del nipón atravesó a velocidad supersonica el corto espacio. El impacto sacó un gruñido a Kenjuro. Los brazos de Kumiko se habían cruzado protegiendo el lugar del impacto, minimizando los daños, e incrustando la afipada cuchilla en la mano del japonés.

La propia fuerza de su golpe le había dañado.

   La japonesa se tuvo que emplear a fondo para bloquear el golpe de Kenji; era la oportunidad que Frankie había estado esperando.

   La orka avanzó con el cuchillo bailando en la mano. Atacó con tajos cortos y rápidos el bíceps y deltoides derecho de la sirvienta.

   Frankie sabía que no estaba al nivel de los dos japoneses pero tampoco era manca y esperaba distraer lo suficiente a Kumiko.

    -¡Eh zorra! Yo también sé jugar con cuchillos.- Los ojos de Frankie brillaban con el júbilo del combate

   Las palabras susurradas por Bleiid estallaron con la furia de una tormenta en la cabeza de Diésel y un escalofrío le recorrió la espalda. - ¿Qué dices, tío? Estás acojonando a este pobre orko.- La posibilidad de que apareciera un dragón había estado ahí desde el principio pero era solo eso, una posibilidad. Ahora era una certeza. Una certeza que helaba la sangre y le ponía a uno los huevos de corbata.

   - Equipo, la cosa se complica. Unas cuantas toneladas de escamas y mala leche se nos echa encima. Será mejor acabar con esto rápido. - dijo mientras aseguraba a Bleiid con el cinturón y recostaba el asiento para que el shamán estuviera más cómodo.

   Diésel desconectó el datajack de un tirón, el cable se replegó hasta su cavidad en el cráneo del orco, y saltó fuera de la furgo. Corrió hacia la moto de Blaiid, agarró el manillar y empujó la burra para subirla a la parte trasera de la furgo. - Joder, joder, joder... -

   - Equipo, la cosa se complica. Unas cuantas toneladas de escamas y mala leche se nos echa encima. Será mejor acabar con esto rápido. - un nuevo mensaje de Diésel llegó por el comm. 

La sorpresiva defensa de Kumiko hizo que no viera venir su contraataque y recibiera un feo corte en las manos.
Apretó los dientes para aguantar el dolor; había recibido golpes peores, pero aquello era una muestra de lo que la japonesa era capaz de hacer.

En cierto momento, Diesel les avisó de que una criatura escamosa se acercaba al vuelo… ¿un dragón?
¿Te refieres a un dragón…? preguntó Kenjuro, realmente dudando de que tal cosa fuera a suceder.
Aunque… todo podía ser, ya que los dragones eran parte de su investigación.

Sea como fuera, Kumiko era un peligro más inmediato, y esperaba que con la ayuda de Frankie pudieran acabar con ella de una vez.

   - Eso dice Bleiid, chummer, y le han dado a base de bien en el astral. Tú acaba con esa capulla y vámonos de aquí cagando leches. Igual el lagarto solo está buscando al doctor o al de las lentejuelas. - contestó a Kenji mientras empujaba la moto del shamán.  

Las acciones combinadas de la orca y el japonés parecían desconcentrar a la sirvienta. El cuchillo de Frankie cortó el muslo de la chica en un explosivo ataque mientras Kenjuro lanzaba una ráfaga de puñetazos aprovechando la ocasión.

El cuchillo cortó la piel sintética y sacó chispas del muslo de la sirvienta que desvió una furiosa mirada hacia la orca, un error que Kenji aprovechó para lanzar una patada contra el estómago de Kumiko, sacándola un grito de dolor, mientras era lanzada por la fuerza del impacto hacia atrás. 

-Kumiko-Chan,- dijo Chester de repente, acercándose a ella y ayudándola a levantarse. -Te has entrenado duro, pero siempre hay alguien mejor, sobre todo sin son tan cobardes de atacar dos a la vez.- Dijo mirándoos. -Sin embargo ya es la hora.

Kumiko se levantó con rabia contenida en sus ojos. Sin dejar de miraros retrajo la cuchilla que se ocultó en su antebrazo.

-Bravo. Plas, Plas.- El presentador de la chaqueta de lentejuelas brillantes aplaudió dos veces. Ni mas ni menos. -Has estado genial, de verdad. Pero tenemos visita. Ve.- Y con un suave empujón, obligó a la sirvienta a obedecer y que se olvidara de vosotros.
Justo en ese momento, un coche negro brillante, impoluto y con las ventas tintadas en negro ocultando todo el interior apareció por el hueco que el dron de Diésel había hecho en la puerta. 

-Es una buena chica,- comenzó a decir Chester mientras veía como se introducía en las oficinas, fuera de vuestro alcance. -Pero le pone demasiada pasión, demasiado... énfasis en hacer las cosas. Sobre todo cuando combate. No se lo tengáis en cuenta.- 

El coche avanzaba lentamente mientras intentabais encajar toda esta situación. ¿Quién coño era el del coche y que quería interrumpiendo el combate?. 

Por fin el conductor detuvo el vehículo a una distancia prudencial. Nadie bajaba del negro vehículo.

La intervención de Frankie resultaría decisiva para terminar de decantar la balanza hacia su lado.
No le gustaba que la orka hubiera intervenido, puesto que consideraba que su duelo con Kumiko era suficientemente honorable como para que nadie más tomara partido.

Pero tampoco veía la necesidad de regañar a Frankie por ayudarle. Así que le dedicó un mudo asentimiento como señal de agradecimiento.

Kumiko y el tal Chester se retiraron casi a la par que llegaba un misterioso coche negro con ventanas tintadas.
Y se detuvo allí, sin nadie saliendo de dentro ni bajando la ventanilla.

¿Quién va? preguntó Kenji, una vez pasó el tiempo suficiente como para estar seguro de que nadie iba a bajar ni decir nada hasta que ellos hablaran primero.

   Frankie respondió al gesto de Kenji con un encogimiento de hombros y un guiño de ojo. Sabía que al japonés, que se regía por un ferrero código de honor, no le había gustado que se hubiera inmiscuido en la pelea. Pero también sabía que su amigo no se lo iba a reprochar; él también conocía a Frankie y que la orka no era de quedarse sentada en una fiesta. - Oh, mon ami, ya sabes como me pongo cuando te veo bailar con otra. - bromeó dando un ligero codazo a Kenji. 

 Una sonrisa salvaje dejó al descubierto los colmillos de Franki cuando el hombre de las paillettes les llamó cobardes; la orka escupió al suelo. Chester y su amiguita eran tan solo un obstáculo que superar para terminar el trabajito y Frankie usaría cualquier medio a su alcance para hacerlo. 

   Mientras Chester lanzaba su discursito, Frankie sostuvo la mirada de Miss Cromo. La orka hizo girar el Bowie varias veces en la mano y lo enfundó al mismo tiempo que Kumiko replegó su cuchilla. - Au revoir princesse. - dijo cuando la japonesa se marchó obedeciendo a su dueño. 

   Desde la entrada llegó el ronroneo de un motor. Cuándo Frankie se giró vio un coche avanzado despacio hacia ellos. La reacción de la francesa no se hizo esperar ya que volvió a armarse con el rifle de asalto y avanzó hasta situarse entre el coche y Jamal. Con el cañón del arma apuntando hacia abajo y el dedo extendido fuera del guardamonte esperó a ver quiénes eran los invitados sorpresa de esta fiesta de Halloween tan particular.

   Diésel terminó de meter la moto en la parte de atrás de la furgo. De una patada destapó una caja metálica donde guardaba unos cuantos pulpos que usó para asegurar la Growler. El orko dió un par de palmadas en el depósito de gasofa y movió su corpachón por el cada vez más atestado cubículo de la Van hacia el asiento del conductor.

   Una vez sentado comprobó que tal se encontraba el shamán, parecía que de momento aguantaba; volvió a enchufarse con el datajack a la RCC y con un pensamiento entró en la Matrix. Su consciencia tardó un par de segundos en cruzar el túnel y de nuevo se encontró en la representación virtual de los Barrens y sus plantas rodadoras, soberanas indiscutibles de aquel pedazo de ciberespacio.

   Para su sorpresa, vio un vehículo negro y con cristales tintados que entraba en la nave. El conductor conducía tranquilo como si esto fuera un remake bizarro de Paseando a Miss Daisy. - ¿Cómo has evitado mis sensores, amiguito? ¿Ahí cabe un dragón?* Esto es cada vez más raro de cojones… - pensó el orko e inmediatamente proyectó su percepción hacía el icono del vehículo en busca de toda la información posible.