Partida Rol por web

Poco a poco todos los estudiantes que aún seguían con vida se fueron reuniendo frente a las puertas cerradas del ascensor, todos comenzaron a reunirse, sus rostros mostraban cierto grado de sorpresa, miedo, desconcierto y temor... Incluso muchos más sinónimos de esos dos aspectos de sentimientos pero en mayor o menor intensidad.

Ninguno de ellos comprendía el motivo por el cual habían muerto esos seis desconocidos; y aunque los tres presentes podían afirmar las causas de su muerte, no parecía haber pistas más allá de lo que era evidente: Ninguno de los tres era culpable, puesto que el aviso de Monokuma sonó estando los tres presentes, y no con Tafuna/Tsumiko solamente.

Por lo que los únicos dos posibles culpables eran los dos únicos que aún no habían aparecido, Takumi Akio o... esa persona misteriosa que aparecía y desaparecía sin llamar demasiado la atención. Quizás este fuera el juicio más fácil que los alumnos tuvieran que enfrentarse.

Junto a ellos, estaba Monobarter.

Sin decir ninguna palabra, todos los que estaban presentes y vivos entraron en el ascensor,  pues el tiempo se acercaba peligrosamente a su límite y una vez llegado a este, las puertas del ascensor se cerraron y comenzaron a bajar; el silencio sepulcral no fue mancillado por la voz de nadie, aunque es de suponer que alguien con afán de protagonismo hizo un pequeño poema acerca de la vida, la muerte, la esperanza, la desesperación o cosas así...

Monokuma apareció de la nada, al parecer estaba todo el tiempo colgado del techo, cayendo frente a los presentes aún medio conmocionados por el reto que tenían que superar en breve. No había demasiado espacio para maniobrar y aún menos información. Aunque quizás no hiciera demasiada falta.

¡Oh! ¡No!

¡Las puertas se cerraron antes de que Takumi Akio entrara!

¡Pues a ejecutarlo se ha dicho!

¡Basurakumas a matar a todo aquel que se encuentre en la Sala de Arte!

El ascensor se tambaleó brevemente mientras el sonido de decenas de patas metálicas se movían escalando por el hueco del ascensor, hacia la salida superior para posteriormente perderse por la Academia, presumiblemente para ir a despedazar a aquel que estuviera en la Sala de Arte.

Las puertas del ascensor se abrieron de par en par, y sentado en el trono de Monokuma se encontraba no otro que Takumi Akio, portando lo que parecía ser un pequeño cuchillo en forma de garra, similar al que Edward Shimada había usado para asesinar a Kizoku Anata; quizás una mirada siniestra o de superioridad se mostrara en el rostro del Ultimate Tailor, o quizás era la distancia y la mueca que hizo era de otra cosa, sea como fuera, Monokuma no tardaría en actuar al respecto.

Las puertas del ascensor se abrieron de par en par, mostrando a los otros tres supervivientes sanos y salvos mirando embobados al trono de Monokuma, dónde Takumi Akio se encontraba; no se sabía muy bién qué era lo que estaba ocurriendo en aquel lugar, probablemente por ambos bandos, pero pese a ello, Monokuma tampoco parecía que iba a molestarse en explicarlo.

¿¡PERO QUE SE PUEDE SABER QUÉ HACES AHÍ?!

¡SAL DE MI TRONO!

Sin siquiera esperar una sola palabra del Ultimate Tailor, Monokuma salió corriendo hacia su trono, con sus afiladas uñas sacadas con el único objetivo de despedazar al costurero en pequeños pedazos y probablemente servirlos en la cena diciendo que son croquetas de carne de pollo, probablemente.

Pero antes siquiera de que pudiera poner una zarpa metálica sobre Takumi, este se detuvo a escasos centímetros de su rostro; algo le había detenido y a juzgar por la postura del costurero, este no había sido, pues no se había movido en absoluto, ni un solo centímetro.

Como si hubiera reconsiderado hacer eso, Monokuma agarró de la oreja a Takumi y lo lanzó contra su atril. Mientras él tranquilamente posaba sus posaderas en el trono que era suyo por derecho universal.

¡EMPECEMOS!

¡Esta es la Sexta vez que hacemos esto, el que no sepa cómo, que se suicide aquí mismo!

¡Pero este Juicio será algo especial para todos nosotros!

¡Tendrá un tiempo límite!

Mientras los otros alumnos iban a sus respectivos lugares; el suelo comenzó a temblar, y del centro de los atriles, se elevó lo que parecía ser una escultura un tanto grotesca con la forma de Monokuma y engranajes; sinceramente, es difícil de explicar; pero lo que sí es evidente es que en el centro de la misma se encontraba un reloj con una cuenta atrás que ya había comenzado.

¿Acaso pensáis que mis miras se limitan a la Academia?

¡No sois todo mi mundo! ¡Al contrario! ¡Mi Mundo está allá fuera!

Vosotros solo sois un leve entretenimiento...

¿Qué? ¿No empezáis? ¿He de hacerlo yo?

¡Matáis y luego esperáis que os lleve de la manita!

Ains...

¿Quién es la víctima?

Tsumiko Komachi se mostró muy preocupada porque Takumi Akio no estuviera presente en la sala del ascensor, y fuera a morir.

Afortunadamente apareció en la sala de Juicios.

Sus vidas estaban en juego, tenían un tiempo límite, debían dar todo de si para sobrevivir.

¿Quién es la víctima?

¿Por qué acabáis en sitios tan raros siempre? - preguntó Obinata tras ver aparecer a Takumi Akio. - Yo acabé encerrado en la sala de controles de Monokuma... Pero no sé, lo vuestro es de película. - intentó quitar algo de hierro al asunto de aquél juicio cronometrado.

Bueno, Tsu-Tsu ya respondió bien. ¡Siguiente pregunta Monokuma!

¿Me lo dices a mi? ¡Tenéis seis muertos!

Malo será que con 6 muertos no sepáis vosotros qué hacer...

¿En vuestras cabecillas de roedor no suena ninguna pregunta?

Ya sabéis... algo como...

¿¡DE QUÉ MURIERON?!

O cualquier cosa que tenga que ver con los cuerpos y cadáveres, heridas y demás... 

¡UWAAAH! ¡Tsumiko-chan está ON FIRE! Yo no podría ayudar, uwu uwu... ¡Estar en frente de Papá así que mi vena rebelde se esconda!

 MonoBarter, subido en un atril como mejor podía, escuchaba todo con pura curiosidad. Aunque al percatarse de comentario que había hecho, se cayo de cola al suelo mirando a su Papá Monokuma con miedo en sus metálicos ojos.

¡UWAAAH! ¡Dije eso en voz alta! ¡Perdón Papá!

MonoBarter... - el escritor miró con cierta preocupación al oso pequeño. - ¿Dónde están tus hermanos? ¿Están bien? Que estés aquí significa que... Joder. - Obinata ya veía como Monokuma iba a líarasela a los presentes una vez más.

Suspiró. - Está bien, Monokuma, acabemos con esto. Continua con tus preguntas, a ver a donde encaminas este juicio.