A la mañana siguiente, el grupo reemprede su camino, cruzando el río Salazar para entrar en el Valle de Ibarrela. El río ha crecido mucho con las últimas lluvias, y el único paso seguro para cruzarlo es un vado poco profundo en una zona donde el caudal se estrecha.
El Valle de Ibarrela es un pequeño feudo, que según os cuenta Don Carlos pertenece a la familia de los Agreda, en él viven unas 200 personas, agrupadas en ocho caseríos dispersos por el Valle, más doce fuegos concentrados en la pequeña aldea, la cual se llama así mismo Ibarrela.
La aldea está al pie de una colina, donde se alza el pequeño castillo de los Agreda, poca cosa más que una mansión amurallada y fortificada, tal cual véis a lo lejos.
Ya en el interior del Valle, encontráis restos de violencia: algunos campos quemados, un caserío con techo de paja ennegrecido por un incendio reciente, restos de ganado muerto...
Tirad por Otear y Psicología(las dos) el que quiera.
Motivo: Psicologia
Tirada: 1d100
Dificultad: 20-
Resultado: 70 (Fracaso)
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 74 (Fracaso)
Pues nada, fracaso absoluto xD por cierto, Otear es lo que era antes Conocimiento de Area? creo que si pero no estoy seguro, la verdad es que creia que lo habia sustituido en la ficha pero se ve que no
Motivo: Otear
Tirada: 1d100
Dificultad: 37-
Resultado: 42 (Fracaso)
Motivo: Psicología
Tirada: 1d100
Dificultad: 17-
Resultado: 92 (Fracaso)
Otear lo tiré por descubrir, no tenía ninguna que se llamara así y asocié que sería esa.
Antón cabalga en silencio por el camino observando su alrededor. Aquella tierra parecía devastada por la guerra, aunque era extraño que se hubiera llegado tan rapida al norte. Aquello explicaba los rumores del dia anterior. No dijo nada, pero miró a Don Carlos, buscando un signo o una expresion en su rostro. Quizas para tranquilizarse o quizas para poder seguir adelante, pero sea como fuere aquel no era un lugar acojedor.
Motivo: Otear(per)
Tirada: 1d100
Dificultad: 14-
Resultado: 46 (Fracaso)
Tiro por otear.
Kalev empezaba a sentir el peso del camino. Muchos eran ya los días que estaba lejos de una ciudad... con lo que ello conllevaba. Parecía mantener el tipo ante las incomodidades pero la verdad es que su humor se iba reclacitrando a cada paso que daban. Las fortuítas conversaciones entre el judío y Roderigo, su obligado compañero de ruta, eran cada vez menos frecuentes y se circunscribían al acotado lecho de las puyas de sutilidad variable.
De algún modo era como si el paisaje reflejara el humor del alquimista... los campos desolados, las casas abandonadas, los campos yermos. Todo pesaba en el ánimo de todo el grupo.
Motivo: Descubrir (Otear)
Tirada: 1d100
Dificultad: 25-
Resultado: 55 (Fracaso)
Tiro por Descubrir ya que en la ficha no tengo Otear. No es que no tenga porcentaje... es que no tengo la habilidad ¿?. Ni tampoco Psicología. Que movida...
Si no es aplicable, es tan fácil como ignorarla.
Mea culpa, es que las tiradas están sacadas del manual de la campaña directamente, que usa las reglas de la 1º edición y en la tercera no existe Otear sino Descubrir y tampoco Psicología que sino me equivoco se corresponde con Empatía. Así que tirar por esos conceptos.
Motivo: Empatia
Tirada: 1d100
Dificultad: 52-
Resultado: 15 (Exito)
Tiro por empatia que de esa si que tengo ^^
Motivo: Empatía
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 71 (Fracaso)
Gracias a tu sentido de la surspicacia , te das cuenta de que la destrucción no es aleatoria, ni la intención era destruir la riqueza del Valle, sino más bien, los campos ennegrecidos parecen una amenaza, una advertencia para ser más exactos.
A vuestro paso, las gentes muestran hostilidad y miedo: los hombres dejan en el acto el trabajo que estaban haciendo para empuñar los aperos de labranza como si fueran armas, sin quitar los ojos del grupo; Muchachas y ancianos se apartan a vuestro paso, prácticamente huyendo; Incluso uno de los niños os lanza una pedrada.
Pero por fortuna para vosotros, la piedra cruza a través del grupo sin dar a nadie.
Al llegar al pueblo, la hostilidad aumenta: mujeres y niños se encierran en las casas, mientras los hombres y los jóvenes os miran silenciosamente con una desconfianza hostil bastante poco tranquilizadora.
Don Carlos muestra un rictus tenso, una gota de sudor se desliza por su su frente hacia su barbilla. La tensión puede cortarse con un cuchillo.
Motivo: pedrada
Tirada: 1d100
Dificultad: 65-
Resultado: 76 (Fracaso)
- Hablad en voz baja y no hagáis ningún movimiento brusco, lo último que queremos es una pelea con estos campesinos.- Masculla. -En mi vida me he visto en una de estas...
Algo o alguien amenaza a estas gentes y sus tierras...-dice en un susurro- es normal que muestren ese tono agresivo, no creo que seamos bien recibidos. Lo mejor será apurar el paso y salír de este pueblo sin llamar demasiado la atencion. Aun asi...no me agrada salir del pueblo como conejos sin ayudar o mostrar simpatia a estas personas...
Antón siguió asomado a la ventana del carro, observando a su alrededor y vigilante de cualquier amenaza. Desde luego aquel lugar no era acojedor.
Nunca antes había visto algo así, aquellas gentes parecían temerosas de los viajeros por alguna razón que no alcanzaba a entender. Sentí cierto miedo, una turba descontrolada podría acabar con nosotros si no teníamos cuidado, pero por otra parte tenía curiosidad por saber que es lo que ocurría.
- Mi señor - le dije en voz baja a Don Carlos- nunca antes había visto a unos campesinos reaccionar así... la familia Agreda debería saber algo, quizás sería apropiado visitar el castillo, al menos allí estaremos a salvo de las piedras.
Volví la vista de nuevo al camino. Aunque miraba al frente en todo momento, no podía evitar echar miradas de reojo hacia los lados.
Asiente con la cabeza muy lentamente, consciente de que cualquier movimiento brusco podría provocar un enfrentamiento del que el grupo no saldría bien librado. Contesta en un susurro- Aguardad un momento, no os mováis me ha parecido... no no puede ser, ¿o sí?- Parece ver a alguien entre la furiosa multitud. Escrutando con la mirada, tras unos instantes que se os hacen eternos desmonta del caballo.
Don Carlos desmonta del caballo, os miráis entre vosotros sorprendidos, sabíais del valor de Don Carlos pero no le creíais un suicida. El hombre camina hacia la multitud, concretamente hacia un hombre andrajoso de edad incalculable que viste una túnica de cuerpo entero raída y recosida por mil sitios, de color negruzco.
El hombre sostiene un cayado en su mano derecha y al acercársele Don Carlos levanta los brazos(cayado incluído) al aire y lanzza un grito.
- Carlos! Maldito bribón!!! Dame un abrazo cabrón!
Abraza efusivamente al desconocido mientras grita también:
- Álvaro de Tudela, te creía muerto truhán. ¿ Quién diría que la mejor espada de Navarra vive en este... pueblo? - le mira de arriba a abajo tras el abrazo - y con esta facha, condenado!-
-Ahhh... mi buen Carlos , la vida es injusta con los bravos. Bueno, a juzgar por vuestra apariencia no siempre. Mirad mi brazo izquierdo- se levanta la manga izquierda y se ve un gran agujero donde debería haber carne. Una herida ya curada, si se le puede llamar curada a eso, de las peores que habéis visto- me lancé a la aventura como vos Carlos, y ésto es lo que he recibido, una herida que me ha dejado inutilizado el brazo izquierdo para siempre...
Roderigo avanza, nervioso, escudado siempre tras sus compañeros. Al fin y al cabo, no es un hombre de armas, como los demás (en mayor o menor medida saben manejar un arma). Cuando Don Carlos se baja del caballo a punto está de dar vuelta y salir corriendo, pero cuando ve que alguien de la multitud lo saluda como un amigo, suspira largamente y se tranquiliza. Para bien o para mal, ahora, son parte de esa multitud, lo cual por ahora los beneficia.
Respiré aliviado cuando vi como se saludaban Don Carlos y aquel desconocido, por un momento había creído que moriría joven apaleado por aquellos aldeanos, pero el miedo se fue disipando poco a poco al descubrir la camaradería de aquellos dos hombres.
- De menuda nos hemos librado - dije en susurros
Mientras tanto tomé posiciones cerca de Don Carlos, no quería quedarme con la duda de porque estaban tan revolucionados los habitantes de aquel lugar... al menos aquel convicto que vimos en el monasteria decía la verdad.