Partida Rol por web

- "Nuestro médico era el Abad, y sus monjes, los Hermanos Lamark y Severus, que no están aquí. No tenemos más sanadores, excepto Esha Raine, que tampoco está en el pueblo... ¿No la han matado, verdad?" - Dice con preocupación.

- "En cualquier caso... en la Clota tengo alcohol y vendas, además de hilo y aguja." -

- Mierda, creo que necesito un trago - dije, después de haber descansado un poco y haber vuelto a la realidad.- Tendré que conformarme con un pitillo...

Me encendí una varilla de lho y me sentí mucho mejor, a pesar de que estaba ensartado como un cerdo y de que mi pierna biónica necesitaba un par de arreglos. Pero así era la vida del acólito, sufrida cuanto menos, a veces incluso mortal, pero satisfactoria cuando conseguías arrancar un pedacito de herejía del mundo y enviarlo de una patada al lugar del que vino. Si, trabajar para el Emperador no estaba nada mal.

- Me parece que se les ha hundido el chiringuito - tomé una larga calada de lho y expulsé el humo haciendo aros.- No creo que nadie vaya a venir aquí de peregrinaje ahora... Una pena, iba a ser un bonito lugar... - mi vista se posó en el cuerpo inerte de la Sororitas.- Deberíamos hacer algo con ella... ¿Tauron, alguna idea de que hacen las Hermanas con sus caidos? No estoy muy puesto en ritos funerarios, la verdad.

Miro bien la carta y la examino con cuidado por todos lados. Finalmente entiendo que necesito los conocimientos de alguien entendido en tecnología. Levanto la carta, mostrando con mi otra mano el detalle de los circuitos mientras hablo a mis compañeros:

 - "¿Alguien sabe de circuitos y maquinarias?"

La verdad es que no sé qué es lo que podría haber en ella carta, pero muero por saberlo. Si ninguno de mis compañeros sabe, la guardaré junto con el libro que tengo, que me tomaré mi tiempo para estudiar con más calma una vez lleguemos a Specula Maris.

VLADYMIR:

- Ves que Tauron, tras examinar la carta, tocándola con sus manos, se la quiere guardar...

-Lo suficiente como para conectar la máquina de café -dice Kurt-. Si es algo más complejo, me temo que mi jodida sesera no da para mucho más.

-Tauron, custodiaré esa carta si nadie sabe que hacer con ella-dijo el vostroyano, tendiendo la mano con su manta-ha estado en contacto con la Disformidad, y no sabemos qué puede ocurrir con ella. 

Sonrío a las palabras de Vladymir y le tiendo la carta mientras le respondo:

 - "Como digas, jefe, pero un siervo devoto como yo no teme a la Disformidad pues la luz del Dios-Emperador me alumbra y me protege siempre. Espero que una manta te proteja más de lo que la Fe me protege a mí."

Deposito la carta en la mano del Guardia Imperial sin perder la sonrisa del rostro y esperando que alguien entendido en el tema de la tecnología la examine para saber qué es.

¿Qué hacéis ahora?

Las órdenes de Vladymir eran sencillas. Tauron y él mismo irían a llevar el cuerpo de Scythia al priorato, mientras el resto irían con Forst a la Clota Llorona, para que atendieran de alguna manera a Tercio. Cuando todos estuvieran en un estado aceptable, volverían al camión, para regresar a Puerto Amargura y salir de aquel planeta. 

- Vladymir y Tauron trasladan a la fallecida Hermana Scythia al Priorato. Mientras, Kurt y Renata acompañan al agotado Tercio a la Clota Llorona, junto con Forst, el propietario del establecimiento.

- En el asentamiento, hay algunas personas que se ocultan temblorosas en las sombras, todas conmocionadas y aterrorizadas, aunque la mayoría parecen volver en sí cuando ven salir a la gente de la Catedral y a vosotros, victoriosos.

- Hay también como una veintena de cadáveres, todos parecen haberse suicidado.

- Al llegar a la Clota Llorona, los que van allí la encuentran completamente destrozada; los muebles están destrozados y alguien parece haber registrado vuestras habitaciones. ¿Tal vez también la de Aristarchus?

- Tauron y Vladymir descubren que en el Priorato ha tenido lugar una cruenta batalla. Al pie de las escaleras están los cadáveres del Hermano Severus y de tres clérigos novicios. A todos ellos les han arrancado los ojos. A media subida de las escaleras yace el Hermano Lamark, herido de muerte, con una mano fuertemente apretada alrededor de un águila imperial y la otra aún agarrada a su baqueteado rifle láser.

El Hermano Lamark logra articular unas palabras, pero su voz es sólo una sombra de lo que era:

- "Amigos míos, me alegro de haber... aguantado... hasta vuestra llegada... Sabía que no nos abandonaríais... Sagrado juramento... inquis... llevar luz a la os... oscuridad. Tenía fe. Debéis salvarlos... salvad a mi pobre rebaño... oí que los llevaba a la catedral... que esperaba... esperaba ser liberado y alimentarse..." -

Lamark pierde la consciencia.

Ayudo a Vladymir a llevar el cuerpo de la valerosa mártir de la Eclesiarquía al Priorato. Una vez allí veo el escenario terrible de lo que sucedió cuando el Abad fue poseído por aquel terrible demonio. La sangre, las vísceras, la matanza que inunda el lugar es sumamente desolador. La forma en que aquella criatura salida del infierno destrozó todo lo hecho en este lugar me llena de justa ira.

Encontramos entonces al Hermano Lamark y escucho con mucho pesar sus palabras. Tomo su mano para acompañarlo mientras habla y veo como cae en la inconsciencia. Miro a Vladymir y le hablo:

 - "Debemos encontrar ayuda para él. Si el Hermano Lamark muere aquí, Iocanthos jamás saldrá de la oscuridad."

Busco un lugar donde ponerlo para que así se recupere y alguien pueda ver sus heridas para cerciorarse de que no muera en estas condiciones. Él es el último miembro del Adeptus Ministrorum en el planeta, por lo que su importancia es grande. Además, ha demostrado su valor luchando contra el mal todo lo que ha podido y no dejándose someter por el poder de la Disformidad.

VLADYMIR, TAURON:

- Sólo vosotros dos, podéis intentar auxiliar al Hermano Lamark con los escasos medios de que disponéis.

- Es una tirada Oculta de Inteligencia -10 (o de Medicae +0). En el caso de Tauron aplica un -10 adicional, porque se siente extremadamente agotado.

TAURON:

- Ninguno de los dos tenéis ni idea, y por la cantidad de sangre que ves entre las manos de Vladymir, dirías que el Hermano Lamark está condenado.

- No puedes ayudarle, al carecer de la habilidad necesaria.

El Hermano Lamark nunca se recupera de la inconsciencia, se termina desangrando y muere, sin que Vladymir ni Tauron logren salvarlo.

El vostroyano, con las manos manchadas de la sangre de aquel hombre, dejó de intentar luchar por una vida que sabía que se había ido. Él no tenía formación médica, pero sentía que debía intentar salvar a aquel hombre, que era evidente que había luchado hasta el final contra el padre Cuervo. Por desgracia, los secretos de lo ocurrido se iban con su vida, a reunirse con el Emperador.

-Que el Emperador te guarde, Lamark. Luchaste con valor-dijo simplemente Vladymir, en reconocimiento de la lucha que, sin duda, había tenido aquel hombre-es hora de volver a la Clota y preparar nuestra salida de este condenado planeta.