Partida Rol por web

PLANETA ESCINTILLA: CIUDAD AMBULON: CORO DEL JÚBILO:

082.816M41.

HORA LOCAL: 23:31.

Incognitae había atrancado y asegurado la puerta. Los disparos se seguían sucediendo más allá y si alguien pretendía que aquella fuera una incursión basada en la discreción y limpieza, estaba muy equivocado. En su deseo de brillar y de probar sus nuevas y apocalípticas armas, aquello parecía  más un concurso de feria que una misión. Nada nuevo bajo el sol o bajo las titilantes y pobres luces de una barriada marginal. Pero la asunción de riesgos, el no optar por una intervención quirúrgica determinaría su futuro más inmediato. 

Ya todo dentro de aquel edificio hablaba de algo inusual, de problemas. Y la sensación nacía de las entrañas. Se acercó a Intius.

-Esto no me gusta -alcanzó a decirle mientras se concentraba y una perla de sudor caía por su sien. Lo que no sabían era que su cerebro estaba dándoles toda la protección de la que era capaz-. Creo que la mitad está arriba y la otra mitad abajo. 

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La gran mayoría de los Acólitos sintieron una inquietante sensación de miedo antinatural. El lugar disponía de un techo abovedado de quince metros de alto, mucho, mucho más alto de lo que debería ser posible, dada la falta de espacio de Ambulon. De hecho, la instalación entera ocupbaa más espacio desde el interior de lo que podría vista desde el exterior.

Las paredes estaban cubiertas de vigas de apoyo entrecruzadas, que inspeccionadas de acerca, parecían estar revestidas de minúsculos grab ados que dañaban la vista al mirarlos.

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- ¡Buscad cobertura! - Grito a todos para que puedan oírme. - ¡Hay que intentar subir al piso superior, desde aquí estamos en desventaja! - Añado mientras corro hacia una puerta que puede que me proporcione la tan ansiada cobertura.

En cuanto la echo abajo me doy cuenta de que es una ratonera. Una sala sin salida, pero al menos aquí no pueden alcanzarme los tiradores del piso superior. Cuando quiero darme cuenta, estoy sangrando por un par de impactos que, aun sin ser graves, no son menores.

Empezamos mal.

Joder, y aun no hemos dado con el puñetero monje...

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Valerius se topó con una nueva habitación vacía. Era la tónica de los últimos intentos, y estaba llegando al punto de sospechar que Theodosia y los suyos no se ocultaban ahí. Pero entonces escuchó el ruido de las armas. Alzó la cabeza y miró a Renata.

Le indicó con un gesto en dirección al cuerpo principal del templo y mirando a ambos lados, el sacerdote se echó a correr hacia la puerta al norte que comunicaba con el cuerpo del templo.

Desde ahí podría tener una mejor visión de lo que ocurría, y quizá apoyar a sus compañeros.

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Las palabras de Arlan llegan a mis oídos, advirtiendo que en la parte superior hay enemigos. Mi oído me advierte también de sus pasos y miro hacia el balcón, viendo a uno de ellos que está tomando posiciones para disparar hacia abajo. Le apunto y disparo a la cabeza, pero mi tiro falla por una cantidad importante a pesar de mis intentos de corregir la puntería. Es una mala posición y no soy capaz de darle de forma efectiva.

"La puta madre..."

Ellos abren fuego contra nosotros de inmediato. Una ráfaga es lanzado en mi contra y consigo esquivar parte del ataque pero un disparo me impacta directamente en el brazo, causándome un dolor importante pero nada que no sea capaz de resistir. Me quejo de ello en silencio pero eso no disminuye el hecho de que debo seguir atacando pues mientras el enemigo viva, nuestra vida sigue en peligro.

Apunto a uno de ellos y disparo, dándole en su cabeza, que revienta después del impacto pues mi bala llega casi al unísono con una bala de un compañero. Es uno menos de ellos y eso es bueno, pero no es suficiente pues veo que llegan refuerzos de su parte y eso complica el asunto.

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Las señas de Valerius de que dejaran las puertas laterales y se fueran a internar en la nave central por la puerta algo más al norte llegaron a Renata casi al mismo tiempo que los gritos de Intius diciendo que había que intentar subir arriba, ya que abajo se encontraban en desventaja.

-¡NO! ¿Has oído a Intius? -Le espetó al sacerdote- ¡Están disparándoles desde arriba! ¡Hay que subir! 

Lo más lógico, entonces, era recular por el pasillo e ir a las escaleras que habían dejado atrás. 

Renata no se lo pensó dos veces, sin esperar a ver qué hacía Valerius. Después de todo estaban allí por una orden anterior de Varnias que, como ya se había visto, no era útil en absoluto. Se giró y regresó por el pasillo, corriendo a todo gas, sin dejar de apuntar al frente sus armas, preparada para lo que pudiera encontrarse delante.

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La mitad arriba y la mitad abajo... Las palabras de Arlan resonaban en la cabeza de Valerius cuando se topó con unas escaleras que descendían.

- He encontrado una entrada al sótano. La cubro mientras limpiáis el piso superior. - Comunicó a sus compañeros. Lo peor que podía pasarles es que otro grupo de enemigos viniera desde ahí abajo y les rodearan en dos frentes.

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Otro disparo llega a mi cuerpo y el dolor es mucho más fuerte que el anterior, indicándome que falta poco para que no sea capaz de continuar. Intento controlar mi respiración mientras disparo contra el agente que me impactó pero no consigo ni de cerca darle. Sé que la mala fortuna me ha rondado pero supongo que si el Emperador me hubiese abandonado completamente, ya sería un cadáver y no podría continuar ejecutando su furia.

"Calma Titus, has estado en peores. Estos basuras no serán tu fin."

Aguanto la respiración un momento antes de levantar nuevamente el Nómada y apuntar a la cabeza del agente enemigo. Mis ojos se topan con los suyos cuando se resiente de un daño en su oreja que sangra profusamente, pero su cara desaparece en un solo instante. Mi munición hace estallar su cabeza completamente, vaciando así mi cargador actual.

No tengo munición y estoy expuesto, por lo que debo solucionar ambos rápidamente. Me muevo hacia un pilar y me parapeto en él mientras aviso al resto:

 - "Recargando."

Saco el cargador vacío del arma y lo guardo en uno de los bolsillos para cargadores de mi atuendo. Busco donde dejé el cargador con municiones normales, el único que me queda en completo en este momento pues con él tendré que terminar este baile.

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Parece que nos quedamos sin enemigos en el piso superior... Aunque al menos queda uno.

No dejo de vigilar arriba con la mirada pero empiezo a avanzar hacia la zona central de la enorme sala.

- ¡Reagrupaos! - Ordeno en voz alta para que todos se dirijan al mismo punto. Hace rato que no veo a Renata, Xerxes y Valerius.

Luego hago señas a Titus y al resto de los que veo para que se acerquen a mi posición, mientras yo mismo me acerco para echar una mano a Titus, que parece herido.

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Aquel combate era un sinsentido. A la desorganización general, fruto de un liderazgo ausente, se sumaban las órdenes de una advenediza con más ínfulas que autoridad real que por el hecho de interpretar a la amante del líder actual consideraba que podía mandar a quien le viniera en gana. Pero lo peor era que, en las extrañas ocasiones en que llegaban órdenes por parte del verdadero mando del grupo de acólitos, estas eran más que cuestionables. Y es que el “cuestor”, cuando apenas había alcanzado la cima de aquellas endemoniadas escaleras, escuchó la orden de reagruparse.

- “¡¡Dónde!!” – quiso gritar, algo que no hizo en un evidente gesto de discreción y civismo.

Porque si se querían reunirse abajo, bien podían ir sentándose para que las piernas no se les cansaran de esperar hasta que Xerxes desandará todo lo que había andado.

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Termino de introducir el último cargador que me queda completo dentro del "Nómada" y apunto, solo para ver que no hay enemigos a la vista. Supongo que el último de ellos se escapó. Eso significa que es hora de avanzar. El dolor de los dos disparos que he recibido es intenso pero no me detendrá.

Intius se acerca a mí, a ayudarme pero rechazo su intento levantando mi mano y respondiéndole:

 - "Estoy bien, puedo continuar."

Avanzo hacia la puerta abierta y les comento:

 - "Por esta puerta deben haber más enemigos. Por aquí quiso huir uno de ellos."

Pero la verdad es que me complica que no tengo mucha más munición disponible para ser disparada de inmediato. Debo llenar los cargadores vacíos si espero tener una oportunidad para seguir acabando con los enemigos del Emperador en este impío lugar, donde la corrupción parece destilar incluso de sus muros.

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Asiento a las palabras de Titus. Miro al resto de los presentes y señalo la puerta que ha indicado nuestro compañero.

- Por aquí. Confío en que Renata, Valerius y Xerxes se encarguen del que se ha escondido arriba. - Comento mientras apresto mi arma y me dirijo hacia la puerta.

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—Yo tengo munición para unos cuantos más —dijo confiado Kurt, al que aquella corta refriega le había animado. Sus disparos habían resultado ser mucho más precisos de lo que él mismo hubiera pensado.

Cargó el rifle láser sobre su hombro derecho y echó un vistazo a sus compañeros de trinchera, hipotética trinchera, quiso cerciorarse de que todos se encontraran sanos y listos para seguir con la fiesta en la próxima habitación.

—¿Estáis todos enteros? —preguntó mientras oteaba las balconadas que los rodeaban, a la espera de encontrar algún posible enemigo que se les hubiera pasado por alto.

—Te sigo —dijo respondiendo a Intius y poniéndose en marcha.

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Entero y con ganas de más- responde Tercio que se percata de que varios de los muertos que se encuentran en la sala tienen cargadores que bien puede usar para su arma- si no os importa, voy a coger algún cargador de esos muertos. La munición extra siempre viene bien.

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Un ligero gruñido de aprobación fue toda la respuesta que emitió cuando le preguntaron si estaba entero. Aquellos tipos eran buenos, y desde luego tenían munición capaz de perforar la armadura antifragmentación. Algunas heridas salpicaban el cuerpo del vostroyano fruto de la misma, pero maldito fuera si iba a rendirse ahora. Simplemente tenían que terminar de cazar al resto de ratas. 

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Por un momento los disparos se habían detenido, y escuchó a sus compañeros abajo, mientras avanzaba.

Iba encogida pero tan rápido como podía, parapetada por la balaustrada a su derecha, que a la vez le impedía ver lo que ocurría abajo. No quería responder ni dejarse ver, si quedaba algún enemigo arriba, y estaba convencida de que sí, el factor sorpresa aún no estaba perdido.

Esperaba que Xerxes le estuviera cubriendo las espaldas, el tipo andaba a paso de cachivache herrumbroso, pero no tenía un pelo de tonto y su silencio lo confirmaba.

Había ya sobrepasado la mitad de la galería, así como el cuerpo de dos enemigos. 

Deberia haber más...

Al fondo la puerta estaba cada vez más cerca. Visualizó los pasos a seguir, preparándose: Abrir, comprobar, apuntar, disparar.

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- Titus- llamé la atención de mi camarada, para luego hacer un gesto a la puerta que había quedado en el lateral del este, a nuestra espalda, señalándosela con un cabeceo. Tras esto me acerco a la misma, y colocándome en el quicio, a fin de evitar que puedan dispararme (o al menos tener cobertura) la abro bruscamente y, si hubiera algún enemigo allí, disparo.

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Hacía unos segundos que Valerius había dejado de escuchar disparos. Era cuestión de tiempo que sus compañeros llegaran hasta su posición y la mejor opción que tenía era cubrir la bajada al sótano, por aquellas escaleras.

Con un poco de suerte no habría otras salidas ,y Theodosia no habría huido tras todo el estrépito. Con mala suerte, si había otra salida, el monje ya habría escapado con todo el tiempo transcurrido desde que se iniciaron las hostilidades.

Pero en cualquier caso, Valerius debía cubrir aquella posición.

Se dio cuenta entonces de que aun no había registrado la otra puerta que había en el interior de aquella habitación. Por la distribución del edificio no parecía que diera a un lugar amplio, pero por si acaso había algún enemigo escondido era hora de echar un vistazo rápido. Luego volvería a vigilar las escaleras.

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La habitación a la que entramos tiene una escalera que sube y ninguna otra puerta, por lo que supongo que el tipo que maté quería reunirse con los que nos dispararon desde el balcón superior. Me apoyo en el muro norte, para ver desde la ventana si es que hubiese actividad fuera como reacción a los disparos que se han producido en el interior pero no veo nada que me haga pensar que estamos contra el tiempo.

"De todas formas deberíamos terminar rápido."

Itsua Cadian pregunta quién necesita ayuda con sus heridas y recuerdo haber escuchado que tiene la capacidad de sanar heridas con sus poderes psíquicos. Soy un hombre pragmático y no temo tanto al Inmaterium como a una herida de bala. Le contesto de inmediato:

 - "Yo aceptaría tu ayuda si estás dispuesto."

Desconociendo cuanto tiempo tardará el proceso de sanación, aprovecho de recargar de munición el cargador vacío de mi arma. Apoyo el "Nómada" en la muralla que estoy y saco el cargador vacío desde su bolsillo en mis atuendos. Comienzo a sacar munición mata-hombres suelta que tengo entre mis cosas y comienzo a llenar el cargador, preparándola así para ser disparada. Al parecer, en este lugar son muchos los enemigos y si no tengo mis municiones prestas, no podré asesinarlos como es debido.

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Había escuchado (¿cómo no hacerlo?) la pregunta de Itsua Cadian sobre las heridas. Lo cierto es que el noble arbitrador había recibido muchas heridas en su vida, brutales, hasta el punto de casi haberse acostumbrado a las mismas. Eso, sin embargo, no significaba que no estuviera malherido. Lo estaba, y mucho. Sentía un profundo dolor que se extendía por todo su cuerpo como si aún estuviera preso y acabara de pasar por una nueva ronda de torturas. No dejó que los pensamientos le distrajeran. Era consciente que un golpe más y podía caer. Pero confiaba en el Sagrado Emperador. No podía detenerse ahora, cuando tenían al último de los enemigos atrapado (o al menos, así sería si arriba Renata, Valerius y Xerxes habían seguido sus instrucciones). Hizo un gesto al resto de compañeros que estaban en la habitación, indicando el gesto de disparar y abrir la puerta que daba al este y a las escaleras. Y procedió, esperando que sus compañeros le siguieran y pudieran ocuparse del último de los enemigos visibles para, acto seguido, enfrentarse a los que se encontraban en el sótano, puesto que no dudaba que el trabajo estaba aún muy lejos de estar finalizado.

Ojalá luego hubiera tiempo para curarse.