Partida Rol por web

EL AJETREO:

COLMENA SIBELLUS: ESPIRA MEDIA: EL AJETREO:

080.816M41.

HORA LOCAL: 11:57.

El Ajetreo cubre el equivalente a muchas manzanas de edificios en la Colmena Media. Se construyó originariamente como un mercado de pescado para capturas frescas traídas del mar, pronto el Ajetreo se expandió para dar la bienvenida a toda clase de negocios, ya fueran legales o no.

A lo largo de múltiples calles se arraciman puestos formados de cada material concebible, desde lona a plástico o plastiacero. Forman un laberinto natural, roto ocasionalmente por grandes baluartes de cantería resquebrajada.

El Ajetreo hace honor a su nombre y está constantemente en movimiento. A cada hora del día siempre parece estar ocurriendo alguna clase de transacción entre sus calles ensombrecidas.

El Ajetreo huele a pescado, sudor, obscura, cenizas, humo de lho, una variedad de especias y más pescado.

Orday ha indicado que el lugar de encuentro escogido sería "Bajo la luna rota", que debe ser algo localizado en el centro del Ajetreo.

Una estatua particularmente rota de un Guardia Imperial lleva un escudo resquebrajado cuya heráldica en bajorrelieve se ha partido en dos, dividiendo la luna creciente en él representado.

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- Entrar, hacemos el intercambio, y salimos. Deberíamos de hacerlo rápido. - Comentó en voz baja Varius mientras se adentraban en el Ajetreo. - Si a Orday le persiguen los miembros del Coro, cuanto menos tardemos mejor. -

Él no era muy ducho en orientarse por aquellos suburbios, así que se dejó guiar por sus tres compañeros, que parecían estar como peces en el mar en ese ambiente. El sacerdote procuró echar un vistazo disimulado a medida que avanzaban... No se fiaba de que no les fueran a emboscar... Paranoia seguramente. Pero por si acaso...

Estaba convencido también de que toda clase de negocios turbios tendrían lugar en ese antiguo mercado. Así que no dudaba de que prácticamente todo el mundo allí iría bien armado. Mientras caminaba, casi inconscientemente, apoyó su mano en su revólver enfundado.

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El olor era pesado, plomizo y asfixiante, le recordaba a cuando compartía barracones con una ingente cantidad de inocentes soldados dispuestos a dar su vida por el Emperador. Mucho parecía haber llovido desde ese tiempo y sin embargo no había sido tanto, únicamente que se hacía largo.

—Sospecho que no va a ser tan sencillo Varius. Por cierto ¿Varius y Verius? ¿De verdad? No nos lo ponéis fácil al resto —dijo torciendo el morro.

Fuera de los dominios de los Strophes cualquier desconocido podía ser un problema y Kurt, ahora bajo el alias de Kritus, no quería problemas en aquel momento aunque si algo había aprendido de los problemas es que eran como antiguas amantes obsesas, daba igual que las quisieras o no.

—Para que no tengamos pinta de coro, debería ser uno el que lleve la voz cantante en el intercambio.

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Verius sonrió, apreciando el comentario de Kritus.

- ¿No te gusta? Nuestro padre no destacaba por su originalidad y, de haber tenido más progenie se habría quedado sin vocales antes de darnos otros nombres -bromeó tamborileándose el tabique nasal y guiñándole el ojo, continuando su interpretación del hermano perverso, antes de responder a la pregunta importante- . Estaré a la altura, otra cosa no pero darle al piquito no debería ser un obstáculo.

Miró con curiosidad la estatua destrozada, tan fuera de lugar se le hacía allí que debía tratarse de una declaración a gritos, alguna familia caída en desgracia o un desafío a la misma ¿llevaba rota desde hace mucho? ¿A qué casa pertenecería?

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Avanzar hasta la espira media para efectuar el intercambio con el mercenario es lo que estamos haciendo ahora y que puede ser un avance interesante en nuestra investigación acerca de las motivaciones del Coro del Jubilo. Mis pasos son casuales mientras llevo el maletín colgando en mi mano izquierda, con la derecha preparada para tomar una pistola en caso de emboscada. Mis ojos, detrás de mis gafas de espejo, miran con atención todos los detalles para no ser tomado por sorpresa de ninguna forma.

Cuando el resto de mis compañeros hablan, planteo mi idea:

 - "Probablemente lo mejor sería que me quedase lejos de la reunión y vigile a la distancia, a través de la mira de mi rifle, si la situación se complica. ¿No les parece?"

Puedo perfectamente mezclarme entre el gentío del Ajetreo y tomar una buena posición desde la cual disparar en caso de que aparezca algún miembro del Coro del Jubilo que quiera hacerle una encerrona a nuestro intercambio. Ser los ojos en el cielo es probablemente el mejor rol que puedo desempeñar en esta situación para asegurarme de que salga bien.

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Que Verius fuera el encargado de hablar le parecía lo más apropiado. Él podía tener las pintas de un consejero... o simplemente lo que era, un sacerdote fervoroso. Kritus se mezclaba perfectamente entre el gentío, pasando por un mercenario a sueldo más. Y Titus... bueno, Titus también pasaba desapercibido.

- Me parece bien. - Dijo a sus compañeros ante la propuesta de Titus. - Quédate algo más alejado de los demás, busca un punto desde el que puedas vigilar el lugar del intercambio, y nosotros tres nos acercaremos. - 

Continuaron andando unos minutos hasta que llegaron al lugar. La estatua partida debía de ser el punto de encuentro. El mercenario no podía haber sido más críptico, ni más teatral.

Varius señaló con la cabeza la estatua del Guardia Imperial con el escudo resquebrajado.

- Hemos llegado. - Dijo en voz baja antes de acercarse demasiado. Sus ojos recorrieron los alrededores en busca de Orday. - Si deciden atacarnos va a ser un caos. Si nos separamos... nos vemos de vuelta en la mansión. - Comentó. Las callejuelas por las que se habían adentrado eran un laberinto... Si se separaban iba a ser complicado encontrar un punto donde reunirse, por lo que más práctico sería regresar cada uno por sus medios a la mansión.

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Orday, bien escondido entre los puestos, espera hasta que Verius, quien ha sido escogido para llevarle el dinero está bajo el escudo antes de emerger a través de la plaza. Comienza a andar hacia él de manera desenvuelta. Sin embargo, nunca llega a acercarse más. Su cabeza explota en una lluvia de vísceras e inmediatamente varios proyectiles más golpean su cuerpo.

Los disparos podrían haber llegado por encima de Orday. Lo que queda de su cadáver se colapsa en la calle en una ruina sangrienta.

Segundos después de que Orday golpee el hormigón, una figura con una túnica oscura se descuelga desde el techo aterrizando junto a él. En una mano sostiene una autopistola negro-mate customizada, la otra agarra el maletín de Orday. Sus pies tienen un brillo metálico y están claramente aumentados de forma biomecánica. Sus ropas negra se abren en dos, por lo que se ve que su torso superior, incluyendo su rostro, están envueltos en un atavío que le envuelve, estilo poncho, mientras que sus miembros inferiores llevan unos sueltos pantalones negros.

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No era al primer tipo al que veía explotar y confiaba en que no fuera el último. Sin embargo aquel era el tipo al que no debían de reventar en pedazos hasta que ellos pudieran haber concluido el intercambio, malas noticias por desgracia. Él era un hombre de acción así que adoptó la llamada del combate con normalidad. Sacó su fusil láser y se preparó para apuntar al asesino de Orday.

—Hay que fundirse a ese cabrón, no podemos dejar que se lleve el maletín —dijo confiando en que sus compañeros fueran más precisos disparando que él.

Había tenido que reprimir su primer impulso de saltarle a la cabeza al tipo con su hacha para partirlo por la mitad. El cadáver de Orday era una muestra clara de que no se podía ir a lo loco con ese desconocido oponente. Esperaba que Titus estuviera cubriendo y se bajara a ese cabronazo de un disparo.

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Vamos Titus... Vamos Titus... Pensaba Valerius mientras veía a aquel extraño dejare caer desde el techo para aterrizar junto al cadáver de Orday.

Vorlin era un profesional, pero aun así le habían reventado la cabeza con disparos bastante precisos. Esa autopistola que llevaba el agresor no tenía mucho que envidiar a la pistola bólter del cazarrecompensas. El Coro del Júbilo tenía recursos más que de sobra para contratar a un asesino mejor preparado que el propio Orday.

Valerius sujetó su revólver con firmeza, y lo sacó de la funda con la clara intención de meter una bala entre ceja y ceja a aquel hombre. 

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El asesino se aleja corriendo de los Acólitos con unas piernas potenciadas y con doble articulación, mientras que sus brazos se doblan hacia atrás permitiéndole abrir fuego contra sus perseguidores.

Corre recto hacia un aflortamiento de escombros y luego a través de un lateral suyo, disparando sin parar. Sus piernas y pies augméticos le permiten atravesar directamente y sin dificultad los escombros de las estatuas, a la vez que sus miembros biónicos con articulaciones dobles permiten pivotar sin esfuerzo y seguir encarando al grupo.

A esto le sucede una persecución armada a través del Ajetreo, con el asesino escapando de los Acólitos llevándose el maletín de Orday, que sin duda contiene información comprometedora para el Coro del Júbilo.

Inicialmente, los Acólitos se encuentran sorprendidos, aunque pronto reaccionan, en particular Kritus y Varius. El pesadamente aumentado asesino huye a toda velocidad, con inhumana agilidad y disparando a diestro y siniestro para impedir que le persigan.

El objetivo del asesino es desaparecer, y enseguida queda claro que no tiene intención de quedarse y pelear. Parece que ha planeado bien la huida y no se encuentra solo, pues un escuadrón de asesinos a sueldo se echa a las calles del Ajetreo, abriendo fuego y obligando a los Acólitos a ponerse a cubierto. Su estrategia no es nada sutil y al ser curtidos granujas sin duda muy bien remunerados, parece que no les importa en absoluto herir a espectadores inocentes.

Tras un minuto de frenética persecución y tiroteo, el asesino hace estallar un edificio con una potente bomba de fusión y escapa en la tremenda confusión resultante.

Tras esto, los Acólitos regresan hasta el lugar donde fue abatido Vorlin Orday, pues queda poco para que el Magistratum haga su aparición y posiblemente incluso sean detenidos e interrogados por su participación en el tiroteo.

Verius registra el cuerpo y encuentra una llave de datos, una llave magnética, papeles de viaje indicando que se iba del planeta (aunque no se ha rellenado ningún destino) y una pistola bolter muy adornada y sin duda muy valiosa.

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Después de todo el caos que se produjo en el fallido intercambio y, aprovechando de que aún no llegan los arbitres, Tercio recupera las cosas del asesinado Orlay, encontrando en su cuerpo unas pocas cosas. Las llaves me llaman la atención y la pistola se me hace un botín muy generoso mas no hay tiempo ahora para ponernos a disfrutar de lo encontrado.

 - "Debemos irnos, ahora."

Motivo a lo presentes para que nos vayamos rápidamente antes de que los agentes de la Ley decidan aparecer pues, aunque tenemos los papeles en regla para estar aquí y portar nuestras armas, lo mejor es evitar el escrutinio, sobre todo si el Coro del Júbilo tiene alguna clase de contacto dentro del Magistratum.

Así que, mientras Tercio recoge las cosas, guardo bien mi rifle en el maletín y comienzo a caminar en la dirección que nos devolverá donde los Strophes.

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Valerius asintió a Titus. Se sentía aun frustrado por haber dejado escapar a ese asesino... Pero debía reconocer que estaba preparado y tenía apoyo. Debían de llevar un tiempo tras la pista de Orday.

- Volvamos a la mansión, hay que poner al día a nuestros compañeros. - Admitió mientras echaba a andar junto a Titus.

Lanzó un vistazo hacia atrás, confiando en que Tercio hubiera escondido bien entre sus ropas todo lo que había rapiñado del cadáver. Ya tendrían tiempo para examinarlo con calma en alguna habitación segura de la mansión Strophes.

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HORA LOCAL: 12:12.

Los miembros de la célula inquisitorial regresan a la Colmena Superior.