Partida Rol por web

-"Locos... todos un atajo de locos"

Ya eran demasiados años de ver a los locos guiar al resto de locos que les seguían como borregos... eso iba a acabar con todos ellos, sin importar lo que se llevaran por delante. Por lo que al maquinista respectaba, tenía las cosas meridianamente claras, y se limitó a mirar al Capitán; cuando la mirada de este se lo indicó, se fué a lo suyo, acompañado por el resto de mecánicos: a la torre del uboot; tenían mucho que hacer, y poco tiempo... ni el oxígeno era infinito, ni los amperios almacenados en las baterías; baterías que había que mantener secas.

-Vamos, muchachos, tenemos un plan, vamos a ejecutarlo...  Capitán... si el tema apremia... hemos hecho una chapuza, con los equipos de respiración para casos de gases tóxicos en caso de problemas con las baterías, unas bombonas cacías, y cristal reforzado... no es un equipo de buzo al uso, sino que no necesita el tubo de aire... a cambio, su autonomía es muy reducida, y está limitado al mismo problema de presión para entrar y salir: hay que seguir unas pautas estrictas...

No le deseaba ni a su peor enemigo personal -algún contramaestre de otro uboot- que tuviese que usar eso... era un apaño, un remedo, una entera chapuza... pero con el tiempo que habían tenido esos meses de viaje, pudieron dedicar el ocioso a experimentos como ese... experimentos que... bueno... ejem...

-Vamos, ayudadme con el traje de buzo; hay que arreglar el jodido timón, y si puedo, echar un ojo a la propulsión desde fuera...

Los demás mecánicos le auyudaron a ponerse el traje de buzo -como Dios manda-, y a asegurar el tubo de respiración, proveerle de linterna, herramientas, y lastre, por supuesto, amén de cuchillo, por si acaso....

-Ni yo lo he sido Strauss, no tientes a la suerte. Se hará lo de explorar ese pecio si es seguro y no interfiere en nuestra salvación. Por lo demás, como si quieres llevarte un llavero y su retrovisor. -Vio como hacía gala de diplomacia, pero a él le daba igual en ese momento. Se salvarían, y no arriesgaría más vidas que las necesarias. -Todos obedecemos órdenes, pero ahora, las doy yo. Y antes de nada, salvaremos a estos alemanes para que sirvan a la patria. Eso, eso es patriotismo. 

von Agstein se giró, enfadado, y en dirección al que había sido su camarote, a buscar unos documentos técnicos sobre el submarino que podrían servir...luego, al volver, escucho a Martin y sus locas ideas, y dio el OK. -Adelante, es todo lo que podemos hacer. Me parece un apaño... Interesante. 

Johann tenía algunos trajes de buceo, así que no tenía más que cortar varios tubos y cristales, soldar unas cuantas plantas metálicas y formar escafandras. Solo había material para hacer cuatro escafandras, así que tocaba decidir si ibais a reparar u os dividíais también para explorar la nave alienígena mientras lo hacíais.

No obstante, el tiempo apremiaba. 

La presión no era algo que afectase en un momento dado sino que actuaba constantemente, por lo que dentro de poco, tendríais que empezar a rezar para que no reventara nada.

-Muy bien -decidió Johanna. Siempre tenía que estar rodeada de incompetentes, cobardes y hombres de poco espíritu. ¿Unas vidas de unos pocos? Estaban hablando de ganar una guerra, de tener en la mano al mundo entero, pero ellos preferían salvar sus insignificantes vidas-. Repare el submarino. Yo bajaré a por las armas. Cuando regrese con ellas, espero encontrarle aquí, de lo contrario, tenga por seguro que volveré desde el otro lado para atormentarle por su fracaso, capitán.

La mirada de Johanna ardía, podría haber puesto a hervir el agua del océano. Se dirigió al operario para que le ajustase el traje de buzo.

-Strauss, venga conmigo -le dijo al teniente-. Necesito que me eche una mano y solo puedo confiar en usted.

... zorra....

Pensó al oir las palabras de Heinrich...  ¿quien se pensaba que era?... se estaba haciendo una interesante colección de amigos... a las tripulaciones no les gusta para nada que ofendan a su capitán... puede ser el mayor cabrón del mundo, o no, pero es SU capitán, la persona en cuyo criterio confían sus vidas... y por eso no les gusta nada ese tipo de trato poco respetuoso...

... pero eran "buenos alemanes", lo que coño signifiquen esas palabras, así que hicieron caso omiso, y se pusieeron manos a la obra, a preparse; la vela del uboot era estrecha, lo justo para estar y poco más. Tocaría esperar mientras se llenaba de agua, y empezaba el proceso de nivelar presiones... , antes de pensar siqiuera en salir.

Los trajes "improvisados"... eran poco fiables... MUY poco... pero la "zorra" exigió uno; otro fué para Strauss... no fuese que a la otra la entrasen ganas de follar y él estuviese lejos. Quedaban un par de ellos más, amén del que rescataron del encuentro en Malvinas, que era el único "profesional"... esos dos que quedaban serían para otro par de voluntarios....

-Si les parece, como parece que alguien está muy interesado por rescatar chatarra, más uqe en sobrevivir.... Yo, con el traje más pesado (ejem... y mejor), me centraré en las reparaciones a popa... los demás vayan a hacer de chatarreros... Punto de encuentro, la torre del submarino: quien antes acabe, que vaya a buscar a los otros para ayudar.

Strauss se quedó con el primer traje que Martin ensambló y le entregó el segundo a Heinrich. Estaba ansioso por salir allí afuera y ahora que aquella mujer que representaba a Alemania como pocos hombres lo hacían, se había ofrecido a salir con él a investigar aquella nave, todavía estaba más nervioso por que llegara el momento. Ya casi había olvidado a Helga. Quería regar a aquella mujer con su simiente, lo estaba deseando desde que empezó a hablarle de todo aquello y a cada palabra que decía más claro tenía que un hijo de ambos fortalecería la raza aria hasta cotas insospechadas.

- No tienes porque hacerlo... - Le dijo aún con sabor a hierro en la boca tras el mordisco de aquella loba fanática. - Eres muy valiosa para el Reich, otros podrían... - Sonrió. Sabía que no podría convencerla de que se quedara en el interior del submarino. - No he conocido nunca a alguien como tú... - Tras decir aquello le besó en el cuello y se apartó de ella para ira ver al capitán.

- Von Agstein... - Pronunció el nombre de éste. - Creo que alguien como usted, debería quedarse abordo. Si algo sale mal, este submarino no se dirigirá solo. Necesitan de sus dotes de mando para regresar a Alemania. - Le ofreció la mano a modo de despedida, pues sabía que de las profundidades del océano, podía no regresar. - Debe saber delegar. Hay mecánicos entre la tropa mucho más competentes que usted en su campo. A menos que desee acompañarnos al pecio de la nave, será mejor que nos espere aquí...

Cuando von Agstein se dirigía a coger uno de los trajes, fue Strauss quien se puso en medio, y le habló. Peter le miraba con cara de pocos amigos, por lo que acababa de ver y pasar, pero decidió no hacer más sangre con Heinrich, no desautorizar otra vez a Strauss, y aceptar aquella paz temporal que le ofrecía su segundo, con palabras bastante sensatas, sorprendente en su comportamiento reciente... 

-Me temo que estoy de acuerdo, Strauss. Eso sí, me encantaría poder hacer ambas cosas, pero desde luego, alguien debe quedar al mandó para controlar los animos. Martin, escoja uno de sus mecánicos, y deberíamos dejar un traje aquí... Para emergencias, por si fallan cosas en los 4 primeros. 

Luego miró a Strauss y a Martin, y les dijo, en bajo y en persona, al despedirse de ellos: Derek, Johann, os quiero de una pieza de vuelta. No quiero escribir vuestras cartas. 

Max había quedado en un segundo plano desde su encontronazo con Heinrich, que gracias a la intervención del capitán no fue a más.

Todo el mundo se movía de allí para acá preparando todo para la salida de los valientes que iban a reparar la nave...  -Martin estamos en tus manos.  Dijo estrechando la mano del jefe de máquinas. 

Para los tarados que iban a expoliar a una raza claramente superior, no hubo palabras despedida. Quizá cuando esta estirada salga de la nave volveremos a recobrar nuestra buena fortuna. Pensó el Segundo, alegrándose de perderla de vista.

El joven a menos que fuera una orden no pensaba acompañar a Heinrich y Strauss. Salir fuera para ayudar con las reparaciones tampoco era una opción, debido a su desconocimiento de la materia, así que hizo lo que mejor sabía hablar con los hombres, tranquilizarlos, alentar su ira contra Heinrich... Ya estaba cansado de ella y si escuchaba algún comentario en su contra no iba a salir en su defensa.

Johann escogió a Wolfgang, un tipo achaparrado pero fuerte, muy fuerte; perfecto por si tocaba echar mano de una palanqueta y hacer fuerza para enderezar algo... porque lo mismo no bastaba con la maña para desatascar lo que fuese.

Com precaución final, instó a otro de los mecánicos a que fuese lo más a popa posible; todos conocían el morse con mayor o menor fluidez, y si tenía que pedir un movimiento del timón, sería más práctico dar golpes al casco y telegrafiarlo, que no tener que pegarse el paseo, plantarse ante el perisopio, y hacer muecas como un mico...

Cuando los dos mecánicos estuvieron listos, se despidieron de lo que quedaban "en tierra firme"... Quizá no sobreviviesen, pero sabían que si no hacían esto, seguro que no sobrevivirían... Dieron la mano al Capitán, a Max, y ya en la torreta, mientras ésta se inundaba, se dieron la mano unos a otros deseándose suerte.... les iba a hacer falta...

Strauss y Heinrich, lo mejor del Tercer Reich, salieron uno detrás de otro, seguidos por Johann y Wolfgang. La misión de ambos, a su manera, resultaba fundamental para el futuro de Alemania.

El agua estaba bastante fría, por lo que el tiempo que todos podrían permanecer en ella, sería escaso. Media hora a lo sumo, antes de empezar a perder movilidad en sus extremidades y correr un auténtico riesgo de sufrir un paro cardíaco por congelación.

Así que había que aprovechar el tiempo.

La luz era más bien escasa, pero a pesar de todo, las linternas que llevaban, adaptadas al agua, os resultaban suficientes. Avanzabais con paso lento, empujados constantemente por el agua hacia arriba y pisando con dificultad el fondo rocoso que, para vuestra sorpresa, no era tan arenoso como esperabais.

Después de unos minutos de caminaba, a unos 50 metros del submarino, la estructura metálica de la nave apareció delante e vosotros.

La turbidez no permitía verla con claridad, pero os movisteis a su alrededor, palpándola, y después subisteis, encontrando una especie de escotilla. La estructura general parecía haber aguantado bien, pero había agujeros ocasionados por la colisión, sin duda, por lo que el interior estaría ya inundad.

Existían pocas posibilidades de que su piloto, continuase con vida.

Avanzasteis lentamente por el fondo, que más que rocoso parecía arenoso, aunque el submarino estaba medio encallado en un grupo de rocas que, peligrosamente, estaba demasiado cerca de una fosa que parecía no tener fin.

Al final, habíais tenido mucha suerte. De caer unos metros más lejos, no habríais podido recuperaros y sin duda, habríais acabado implosionando por la presión, mucho antes de llegar abajo.

Cuando por fin disteis la vuelta para examinar las hélices, visteis que el eje estaba dañado. Enderezarlo completamente resultaba imposible de hacer en aquellas circunstancias, pero entre los dos, con ayuda de herramientas, quizás pudiseis conseguir hacerlo lo suficiente como para que las hélices girasen.

Por otro lado, los alerones que se encargaban de maniobrar el submarino, presentaban algas y una calcificación importante, loque limitaba su movimiento. Había que limpiarlos.

von Agstein estaba preocupando por lo que pasaría de ese momento en adelante, y vio la partida de sus marineros y de la agente de Himmler con sentimientos encontrados. Sobre todo, por ella. 

-Bueno, Weitzmann, gracias por quedarte. Te necesito para que esto no se nos desmorone. Tantea la moral de los muchachos, y por favor, no pierdas los nervios. Esa obsesa del régimen nos observa y quiere que caigamos en sus redes, y denunciarnos. Tu estas menos cubierto que yo, que aún respetan la Cruz de Hierro. Y no quiero que te pierdas, muchacho, por enfrentarte a tan poca cosa. 

Luego, von Agstein se fue a por el periscopio, a ver si se podía observar alguna cosa desde allí...

von Agstein estaba, en principio, más preocupado por la reparación del submarino, así que dirigió el periscopio y sus luces hacia allí, a ver si podía observar alguna cosa, y, con la luz, ayudar a Martin y el fornido Wolfgang. La curiosidad le pedía a gritos mirar a la nave hundida, pero el deber era el deber...

Strauss iba delante de Heinrich. El tiempo que tenían era escaso, por lo que debían ante todo, ser rápidos y eficaces. Necesitaban encontrar aquello que buscaban y regresar al submarino. Confiaba en que Martin lograra arreglar aquel trasto en el que se había convertido el Siegreich. Era el mejor que conocía en su campo. Si él no lo hacía, nadie podría.

Derek se percató de la compuerta de la escotilla y se giró hacia Johanna señalando. Entonces se acercó a esta. Esperaba poder abrirla fácilmente. Nadó hacia la misma prestando atención a todo lo que tenía su alrededor. Cuando al fin alcanzó su destino, trató de abrir la escotilla.

-Tiene razón Capitán. Me deje llevar. Demasiadas emociones, supongo. No lo pensé. Se disculpó. -El problema es esa mujer. Todos están de los nervios desde que subió y la falta de respeto hacia su autoridad no ha gustado a los hombres. Explico.

-Tratare de averiguar como esta la moral, aunque ya le digo que pende un hilo. Lo mejor que podría pasarnos es que esa nave engullera a esa engreída. Miro al capitán. -Perdón. Por mis palabras, pero ya me entiende...