Partida Rol por web

Draxler se retiró la pringue sanguinolenta de los labios con el dorso de un enorme manaza y entrecerró los ojos mirando fijamente a la pícara mientras se abrazaba a una tipa semidesnuda que entró de repente en la estancia acompañada por una ojos rasgados.

-ERA MÍÍÍÍÍÍÍOOOOOO...-, pensó en mayúsculas mientras mascullaba algo ininteligible con una mueca de disgusto y su mostacho erizándose con furiosa cólera.

¡Estaba muy feo rapiñar bajas confirmadas! Cualquier guerrero con algo de honor sabía que cometer tal tropelía era digno de vovits-rata y calaña de baja estofa como esos elfos campeadores, amantes de apostarse en una posición segura y aguardar armados con un arco hasta poder asestar el golpe de gracia al enemigo cuando el combate estaba decidido. 

¡...Y encima luego te lo restregaban!

-Elfos... ¡Hmpf! Malditos hippies...-.

Aunque el enano estuviese muy contrariado, tenía una misión y gracias a aquella panda de supervivientes guiados por Tarkhan el Interdenominal tenía la oportunidad de llevarla a cabo. Escuchó la arenga de Tarkhan, apretó con fuerza a Frustración y se dirigió hacia el trasgo superviviente.

-TÚ. ¿QUIÉN MANDA ENTRE LOS VUESTROS? ¿ESE FEO TRASGO DE LA GUADAÑA ES EL JEFAZO? DIME LA VERDAD Y TODAVÍA TE DEJO LARGARTE CON LA CABEZA SOBRE LOS HOMBROS. MIENTE Y ESE HUMANO DE OJOS RASGADOS TE PONE EL ESTÓMAGO DEL REVÉS. PIÉNSALO. JIÑARÁS POR LA NARIZ EL RESTO DE TUS DÍAS.

>> VAMOS, CANTA. Y MEJOR QUE CANTES RÁPIDO, PORQUE ME NOTO DE MAL HUMOR Y TENGO UN HORMIGUEO EN EL BRAZO CON EL QUE SOSTENGO EL HACHA, ¿SABES? Y SOLO SE ME OCURRE UNA FORMA DE QUE SE ME PASE...-.

Draxler esbozó una sonrisa salvaje enseñando sus cariados dientes.

-CRÉEME. NO TE VA A GUSTAR-.

Era evidente mi cansancio, y de ahí que mi ataque fallase estrepitosamente, pero al menos pareció ser suficiente para entretener al ogro y dar tiempo a los demás a acabar con él. Mientras me apoyaba en el hacha, Aen saltó sobre mí para abrazarme, eufórica al verme.

-Sí, eso parece. Aunque a duras penas -conseguí decirle, devolviéndole el abrazo. Después, la miré y aparté un mechón de su cabello. Su rostro denotaba un profundo cansancio, mezclado con la alegría de habernos encontrado -. Y tú también, por lo que veo.

Entonces, me di cuenta de que parecía haber otra batalla por allí cerca. Aquello no había hecho más que empezar.

-Esta anzana salvó mi vida y le prometí que la ayudaría a salir. Hemos encontrado la salida, pero estaba cerrada. Supongo que para salir de aquí, tendremos que acabar con todos los trasgos y ogros, o morir en el intento, así que... ¿a qué estamos esperando?

¿Y quién era aquel que gritaba tanto? La guerra creaba extraños compañeros de batalla, así que mientras luchara de nuestro lado, no protestaría por ello. En cualquier caso, y aunque estaba exhausta, si la muerte deseaba encontrarme, no tendría que buscarme demasiado.

El trasgo miró a un lado y a otro confundido. Entonces de meó otra vez y se tiró al suelo haciéndose una bola y empezando a murmurar algo difícilmente entendible. 

- ¡Muy rápido, muy rápido! - Exclamó.

Después de aquellos gritos terribles y de ver como en un abrir y cerrar de ojos aquella gente extraña había masacrado a toda la guarnición, estaba en estado de shock. Difícilmente le sacarían algo...

Draxler frunció el ceño y resopló. Nunca le gustó la forma indigna que tenían los pielesverdes de asumir el final.

-MUY RÁPIDO, SÍ... CONSIDÉRALO UNA CORTESÍA PROFESIONAL-, gruñó el guerrero antes de soltar un hachazo descendente en plena frente al diminuto trasgo. Aún bajo los efectos del hechizo de agrandar enano, Draxler parecía un titán de proporciones similares a cualquiera de aquellos ogros.

El enano miró de soslayo al resto, que parecían conocer a la pelirroja y a la ojos rasgados.

-VALE... CREO HA IDO BIEN EL CALENTAMIENTO. VAMOS A REVENTAR A ESE TRASGO DE LA GUADAÑA...-. 

Se detuvo un instante para mirar a Tarkhan y se atusó el mostacho.

-BONITO TRUCO EL DE LA TELA DE ARAÑA, TARKHAN-, dijo asintiendo. Iba a resultar cierto que ese anzano era más taimado de lo que aparentaba. -¿QUIÉNES SON?-, inquirió a Tarkhan dirigiendo una mirada algo suspicaz a las dos mujeres que habían hecho su aparición. Dio por supuesto que eran dignas de confianza para el resto. Eso le bastaba por ahora.

Tras obtener respuesta, se dirigió a Belbara.

-BUEN TRABAJO, NIÑA. TU PADRE ESTARÍA ORGULLOSO DE TI-. Le dio una palmada en el hombro sin alterar su rictus severo. Y es que en esos momentos, el veterano guerrero solo alcanzaba a pensar lo cerca que estaba de cumplir su misión.

Con todo lo que habiamos pasado me ponia a dudar a encontrar a un alma solitaria que no hubiese sucumbido a tanta maldad en estas cuevas, y aun asi Valy indicaba que aquella anzana le habia ayudado. Le agradeci por habermela traido con vida. Ya habria para ponernos al dia entre Valy y yo, lo importantes es que estabamos juntas y a salvo y gracias a Sharess Valy no tuvo que ver el rostro desfigurado de Alex.

- Draxler.... esta es Valy, es mi amiga, mi hermana y la habiamos perdido entre estos tuneles justo despues de....

Entonces mire el techo como si recordara un trago amargo.

- Y luego te encontramos. Se que se llevaran bien. Valy, el es Draxler, y de seguro su padre aprobaria tus maneras del combate.

No me podia imaginar a Valy y Draxler celebrando con una lluvia dorada. Aquella idea me hizo sonreir.

Iba a pedirle a Draxler que acabara con la existencia de aquel desperdicio de solucion organica que se habia rendido, pero al parecer nuestros sentimientos eran similares. Mire un momento al ultimo cadaver y lo patee, solo por placer.

... maldito....

Esta lista para continuar, solo faltaba decidir por donde.

Alex observó cómo sus compañeros acababan con el Ogro, aún impactado por la súbita vuelta de Valy y la aparición de la Anzana suplicante. Y apenas pudo responder con una sonrisa, un asentimiento y una caricia a su chica antes de que el lugar se convirtiera en un concurso de gritos y festejos, festejos prematuros.

El explorador meneó la cabeza y seañaló las dos puertas de las cuales provenían los sonidos de batalla - ¿Oeste o Sur Draxler, por donde encontraremos a tu gente? en ambos hay pelea y sugiero que nos movamos lo antes posible si queremos encontrarlos con vida.

—Y decididlo deprisa, los conjuros no van a durar por siempre —recomendó Tarkhan—. Ya habrá tiempo después para felicitaciones y saludos formales.

-MI GENTE ESTÁ HACIA EL OESTE-, dijo el enano sacudiendo su hacha para retirar de su filo la pringosa sangre oscura de los trasgos que había derribado en combate.

-ME GUSTA VER IMPACIENCIA ANTE LA MUERTE-, dijo esbozando una sonrisa sombría mirando a Alex, hijo de Ryder y a Tarkhan, hijo del Viento. -¿QUE SE TE ACABAN LOS CONJUROS, TARKHAN...? BAH, NO ME LO CREO-.

Dedicó una mirada a la pelirroja que acababa de presentarle Aenifer y asintió.

-SOY DRAXLER. HIJO DE DREXLER. TUS AMIGOS LUCHAN BIEN, AUNQUE YO QUE TÚ LE SUGERIRÍA A TU AMIGA LA DEL PINCHO QUE EMPIECE A USAR UN ARMA DE VERDAD...-. Drax arqueó la ceja echando un vistazo al estoque de Aenifer y masculló algo por lo bajo antes de dedicar una mirada psicópata a su hacha de batalla. -COMO ESTO... JAJA, JAJAJA, JAAAAAAJAJAJAJAAAAA... AHEM-.

Arrugó el ceño y carraspeó.

-VAMOS A MATAR PIELESVERDES, 'OÑO, YA...-.

Al fin habían caído todos los enemigos, eso siempre causaba satisfacción a Belbara, aunque sabía que cruzarían hacha con más.

Asintió levemente a Draxler.

-Tu tampoco has estado mal, para ser un viejo- le dijo mientras sonreía de medio lado para provocarle un poco.

Llegó Valyëvan, y Belbara sintió alivio, porque eso les ahorraba un tiempo y hacía más sencillo dar el siguiente paso. Se acercó a ella para observar su condición física.

-Bien, no hay tiempo de descansar- dijo percibiendo el sonido de batalla tras las dos siguientes puertas -pero tampoco nos sobrarán brazos. Veamos si puedo curar a alguno de vosotros que lo precise- Sus conjuros eran finitos, ya no disponía de muchos, pero estaba dispuesta a sacrificar alguno para sanar a los compañeros. Dedicó una mirada a Tarkhan, confiaba en que el anzano todavía tuviese poder para invertir en la lucha y pudiese darles un buena poyo, como venía haciendo durante todo este tiempo.

El combate no había acabado ni mucho menos. Tenían que salir de allí no sin antes rescatar a Feyrya, si es que seguía viva, pero no podían hacerlo en las condiciones en las que se encontraban. Muchos de ellos estaban heridos y alguno incluso al borde del desfallecimiento. Por ello Belbara se puso manos a la obra y extrajo una varita de vigor menor que portaba entre sus pertenencias y que prácticamente ni había utilizado. Gastar sus conjuros en ese momento no tenía sentido.

Empezó a sanar a Valyëvan, quien de todos era la más castigada, pero tampoco se olvidó de Álex y Aenifer, los cuales estuvieron casi recuperados tres aquella magia curativa divina. Además, Yoon-Shun apoyó la sanación de sus compañeros gracias a la varita de curar heridas leves que llevaba consigo. Ella la utilizó sobre Valyëvan y Álex de nuevo, tres cargas sobre el maltrecho Draxler y una sobre Belbara, quien no se había preocupado de sanarse a si misma.

Después de aquello, estaban listos para afrontar lo que se les pusiera por delante, aunque si bien era cierto que el tiempo jugaba en su contra. En la de los enanos que estaban combatiendo por sus vidas, pero también en la suya propia, pues los conjuros que portaban encima empezaban a disiparse y mejor sería entrar en combate cuanto antes y eso hicieron tras unos minutos que utilizaron para decidir que debían hacer y para llevar a cabo las propias sanaciones.

Mientras todo eso sucedía, Yh-lien no se quedó quieta. Lanzó sobre si misma un conjuro que endureció su piel y acto seguido hizo invisibles a Valyëvan y a Aenifer explicándoles que iban a tener un ataque sin ser detectadas, pero que en el momento en que lo llevasen a cabo, volverían a ser visibles.

Y así fue como el grupo avanzó hacia el oeste y lo que se encontraron en aquella zona era un combate en toda regla. Un combate a tres bandos en el cual se enfrentaban por un lado ogros y orcos, por otro hombres lagarto que nadie sabía de donde habían salido y un pequeño reducto de enanos que se habían refugiado al fondo de una estancia situada bastante lejos de grupo que acababa de acceder a la zona. Para más inri, se había declarado un incendio en varias zonas y no parecía que tuviera intención de apagarse, sino todo lo contrario.

—(Enano) ¡Feyrya, venimos en tu ayuda! —gritó Tarkhan en un perfecto enano, elevando su voz por encima del fragor de la batalla—. (Enano) ¿Los hombres lagarto son amigos o enemigos?

El grupo se estaba preparando para lo que podía ser el enfrentamiento final y afortunadamente, la magia sanadora era justo lo que yo necesitaba para prepararme.  Todo guerrero sabe que hay una batalla en la cual se decide todo, el honor de tu nombre, el momento para poner a prueba tu valor, y también para conocer si luchas por una causa justa o injusta que te definirá en el futuro.

Con aquellas ideas dándome vueltas y el convencimiento de que el momento se aproximaba, reanudamos la marcha sin entretenernos demasiado, hallando justamente el combate que buscábamos.

Ogros, orcos, hombres lagarto... y enanos encerrados, a los que sin duda íbamos a ayudar.

-Maldita sea. ¡Hay que ayudar a esos enanos como sea!

-Vamos allá -dijo la niña arremangándose la túnica.

LA BATALLA FINAL.

AHORA SÍ (?).

LA HORA DE DRAXLER, HIJO DE DREXLER.

Había una tormenta de acero y sangre gestándose a gran velocidad en aquella sala y el guerrero enano golpeó su égida con la hoja de su hacha antes de apretar los dientes e inspirar el olor que transportaba el aire estancado en aquella sala.

Olor a muerte.

Olor a lucha encarnizada.

Olor a victoria.

-¡THOGAIN! ¡AÚN QUEDA UN IRREDUCTIBLE EN TUS FILAS!-, bramó a pleno pulmón el guerrero alzando a Frustración.

Tan pronto como entró a la sala, Alex buscó a los enemigos más cercanos, y se posicionó de forma de poder cargar contra el más cercano sin pasar por el fuego, y sin obstaculizar a sus compañeros.

Aunque nadie vio lo que hizo la Zorra de Jade, ésta conjuro un escudo que le protegería si llegado el momento, alguno de aquellos seres verduzcos o escamosos y todos ellos repulsivos, se acercaba a ella lo suficiente como para atacarle.

Alex no cargó contra la espalda del trasgo que luchaba contra el hombre lagarto, el único en línea recta, y aunque hubiera preferido atacar al que había huido del combate anterior, se conformó con destrozar al primer enemigo.