Partida Rol por web

- Sólo estoy un poco dolorido, pero estoy bien... - Respondió Alex con una de sus cautivadoras sonrisas que harían derretir los polos. - ¿Tú estás bien Aeny? - Le preguntó cambiando la expresión de su rostro en un instante. Se le notaba preocupado y miraba de arriba abajo a la joven con la que compartiera más que una amistad en el pasado. - Parece que no te han lastimado... - Dijo algo más aliviado.

- Yo hablo trasgo. - Dijo sécamente. - Puedo hablar con estas bestias, así que lo haré en cuanto despierte. - Afirmó con rotundidad. - No se por quién me habéis tomado... - Habló en susurros aparentemente molesto. - Tenemos que movernos de aquí... - Lanzó un gruñido tras aquella afirmación. - ¡Y rápido! - Concluyó.

Acto seguido se puso a preparar sus enseres y a recoger el campamento. Se le veía mucho más colaborador que de costumbre. Era evidente que sentía miedo de que regresaran más trasgos para acabar lo que habían empezado.

Mientras unos se encargaban de recoger el campamento, otros registraron los cadáveres de los trasgos. No es que llevaran nada de demasiado valor, pero si que se hicieron con algunos abalorios y joyas que portaban los cadáveres. Casi todo objetos de cobre y alguno que otro de plata y menos aún de oro. Pero por todo lo requisado podrían sacar doscientas o trescientas monedas, algo que para nada era premio suficiente teniendo en cuenta lo que buscaban en realidad, pero que si les podía servir para ir comerciando a cambio de alimento y posada, si es que llegaban a un lugar mínimamente civilizado en aquella región. 

Las armas que portaban los trasgos eran de mala manufactura, demasiado pequeñas para que un humano las usara con destreza y sin duda alguna con un precio tan desdeñable que era mejor dejarlas allí tiradas. No parecían portar consigo ningún objeto mágico, así que definitivamente deberían conformarse con aquel botín de guerra. Lo importante, al fin y al cabo era que habían sobrevivido y a excepción de Alex, ninguno de ellos había recibido demasiado daño.

En menos de diez minutos el campamento había sido desmontado y el grupo se puso en marcha a buen ritmo. Deseaban poner tierra de por medio entre el lugar de la masacre y su posición actual. Tratarían de no dejar rastros tras de sí, pero iba a ser algo complicado. Por suerte, a no ser que los trasgos poseyeran un buen rastreador, para cuando se reorganizaran, podían estar ya muy lejos y de esa manera no serían localizados.

Así fue, pues habían pasado tres días ya desde aquel encuentro y fue entonces cuando vislumbraron en la lejanía lo que parecía ser un río. Jacrow afirmó que muy posiblemente habían llegado al río Tragues. Estaban entonces mucho más cerca del lugar al que se dirigían, pues una vez cruzado el río llegarían al paso que daba acceso a las montañas donde se suponía que se encontraba su destino. El inconveniente era evidente, a partir de ese momento pasarían a encontrarse en el que se consideraba el Valle de los Trasgos. Por lo tanto estarían todavía más a merced de los pieles verdes.

Y fue nada más alcanzar el río, cuando vieron en la lejanía y en dirección este lo que parecía ser una pequeña aldea de chimeneas humeantes en la orilla del Tragues. La decisión de ir hasta allí o proseguir la marcha era únicamente de los cinco aventureros. Al fin y al cabo, no tenía ni idea de que clase de habitantes podían poblar aquella aldea. Podían ser enanos, podían ser humanos o lo más probable, podían ser trasgos...

Creo que deberíamos acercarnos a echar un vistazo antes de entrar -dije, mirando a los demás. Si eran trasgos, habría que dar un buen rodeo. Si no... era extraño, estando en esas tierras.

Habíamos partido con rapidez de lugar de nuestra escaramuza y avanzado hasta alcanzar, seguramente, lo más lejos que podíamos sin encontrar a nadie. A partir de entonces, pensaba yo, los encuentros serían más difíciles de evitar... y también más complicados de resolver.

También sería conveniente que no fuéramos todos. De nuevo, solo dos de nosotros. Ver y volver a informar, mientras los demás permanecéis ocultos. 

Valy tenia razon.

De hecho habria pensado en que Alex formara parte de la exploracion, y aunque parecia mucho mas repuesto de las heridas del combate durante el viaje aun no me fiaba de el y ademas Valy y yo podriamos cubrir mucho mas terrenos mas rapidamente.

Nuevamente deje mi equipo para solo llevar mis armas y salir ligera a explorar aquel poblado.

Con ansias esperaba que fuese un lugar amigable pero no podiamos dar nada por sentado.

- Salimos cuando estes lista.

No esperaba objeciones de los demas, mientras me despedia de Alex con un ligero beso.

Alex quiso replicar. Él era el explorador del grupo. Era él quien debía avanzar en solitario para investigar los alrededores, pero por alguna razón eran Aenifer y Valyëvan las que se habían atribuido aquella misión. Fuera como fuera, era de todos quien estaba más herido y tampoco tenía demasiadas ganas de discutir con las dos mujeres. Más adelante ya aclararían el papel de cada uno dentro de aquella expedición. 

- Por lo que sé, no hay asentamientos trasgos tan al norte. - Dijo Alex. - Pero es información que obtuve en Arthanis... - Se encogió de hombros. - Tampoco es demasiado fiable. Las otras opciones son que o bien se trate de un asentamiento humano o enano. - Se acercó a Aenifer y la cogió suavemente del hombro. - Id con mucho cuidado... ¿Vale? - Le susurró.

Eliferum y Jacrow no dijeron nada. Les parecía bien que aquellas dos mujeres se encargaran de aquel trabajo. Por lo que enseguida, descargadas del peso de su equipaje, las dos mujeres se encaminaron hacia aquel pequeño asentamiento, armadas hasta los dientes y a paso ligero. En pocos minutos dejaron atrás a sus tres compañeros y comenzaron a acercarse a la población.

Se trataba de una pequeña aldea fortificada. El muro estaba construido en piedra, por lo que se evidenciaba que era un enclave más o menos estable. Alrededor del mismo se podían observar muchos campos de cultivo. A medida que avanzaban a través de aquellas tierras sembradas, se dieron cuenta de que la mayor parte del cultivo era de brocoli, col, espinaca y zanahorias. Eso les daba una clara idea de que, quien se había asentado allí no era un clan belicista, por lo que se descartaban los trasgos.

Al acercarse un poco más se toparon con un pequeño señor. Se trataba de un hombre robusto, con prominente barriga y patas cortas, pero anchas. Lucía una abundante barba gris que le caía sobre el pecho y las miraba con inquina. Se trataba de un enano. Por las ropas que lucía sin duda alguna era un campesino. Todavía se encontraban a casi un kilómetro de distancia de la puerta de entrada de la fortificación, pero ya podían estar seguras de que aquella aldea estaba habitada por enanos.

- Ruga tornû, tha? - Dijo aquel enano con tono de pregunta nada más verlas y con los brazos en jarra. Lo cierto era que pese a haber ido acercándose de forma sigilosa, aquel enano había salido de la nada plantándose frente a ellas.

Alex solo se preocupaba por Aenifer. Lo podía entender. Aunque la mirada que me echó era de estar molesto, quizás consigo mismo o a lo mejor, con el hecho de que fuese yo, y no él, quien la acompañase. Estaba bastante segura de que de ser capaz, me quitaría de en medio sin dudarlo.

Pero aún no había dispuesto de una oportunidad para ello. Seguramente, la tendría, puesto que el viaje era largo y difícil, pero no todavía, ni le convenía deshacerme de mí tan pronto.

No dije nada, sino que simplemente, inicié la marcha, acelerando en cuanto oí que Aenifer venía ya detrás de mí. 

Hicimos el camino en silencio, sobre todo porque yo no quería hablar y repetir lo que ella ya sabía que pensaba, y es que en el fondo, no podía, ni debía intentar cambiar una actitud, o la forma que tenía mi amiga de ver la vida. Si deseaba estrellarse, era su decisión y yo únicamente podía estar allí cuando lo hiciese, por el simple gusto de estar a su lado, nada más. Esa era mi decisión, una vez me di cuenta de que no podía hacerle cambiar de idea respecto a Alex.

Cuando nos acercamos al poblado me dio la sensación de que habíamos equivocado la idea. No eran peligrosos. Más bien, intentaban protegerse, seguramente de trasgos. 

-Creo que podemos estar tranq.... 

No pude terminar. Un enano apareció de la nada delante de nostras, hablando una maldita lengua que sonaba igual que cuando cambiaba mis armas de sitio.

- Ruga tornû, tha?

 No me pareció que fuera peligroso, sino más bien que estaba fastidiado, como si le estuviéramos pisando la cosecha o algo así. Así que me puse en pie, eché hacia atrás mis armas e intenté hacerle ver que no éramos peligrosas, negando con la cabeza y agitando las manos delante de mí.

-No somos enemigas. No somos enemigas. Estamos de paso -expliqué, dando pequeños saltitos con dos dedos y alejándolos de mí, y señalando a lo lejos.

Al acercarnos al asentamiento me di cuenta rapidamente que no era de trasgos. Jamas habia visto un trasgo contruyendo algo asi que a menos que lo hubiesen capturado era imposible que fueran ellos. Aun asi no podiamos bajar la guardia hasta que nos encontramos un enano.

Encontrarlo aclaro mis dudas y aunque este parecia un grajero sabia que eran formidables guerreros aunque tenian mas fama como bebedores de cerveza.

Guarde mis armas e hice una reverencia a modo de saludo. No fue un movimiento forzado, simplemente reconocia su soberania sobre el lugar y que nosotras eramos extranjeras, pero veniamos en paz.

Con vagas palabras pero muchos gestos trate de explicar que habiamos venido desde el mar y que veniamos en paz buscando refugio, y si podia llevarnos con alguien que nos entendiera o hablara nuestra lengua.

No sabia si podia entenderme pero confiaba en que si.

Los gestos de incomprensión ante las palabras y los gestos de Valyëvan por parte de aquel enano, fueron realmente muy pero que muy evidentes. Sin embargo, parecía que lo que si que había entendido era que venían en son de paz, que no eran enemigas de aquel pueblo. Por lo tanto, lo que la norteña había tratado de comunicarle a aquel enano había dado su fruto. Sin embargo, seguían sin tener una comunicación demasiado fluida. No hasta que intervino Aenifer.

Los gestos de la semielfa eran como un libro abierto para aquel enano de barba gris. Pero no un libro abierto cualquiera, sino un libro abierto en el idioma de aquel enano y además, presuponiendo que supiera leer. El enano asintió a todas la indicaciones de la mujer y su gesto se tornó más amable. Acto seguido empezó a realizar una serie de gestos a cual más extraño. Por mucho que la dos mujeres trataron de entender que les quería decir aquel pequeño enano, no acertaron a captar el mensaje que quería darles.

- ¡Thyrj, mô flosk! - Les dijo entonces señalando hacia la aldea. Eso si parecieron entenderlo.

Creo que te acabas de convertir en la embajadora enana oficial -le dije a Aenifer en voz baja, sonriéndole. Menos mal que ella estaba allí para tratar con aquel enano, porque si hubiera dependido solo de mí, le habría terminado cortando la cabeza, aunque fuese por simple hastío.

El enano no dejaba de señalar hacia la aldea, así que para mí quedó claro.

-Creo que nos está invitando y dudo mucho que interprete de buenas maneras un rechazo a su ofrecimiento. ¿Qué te parece si yo regreso a por los demás y tú te quedas con ellos mientras tanto?

En realidad, dudaba de que fuésemos a conseguir algo de ellos, salvo un merecido descanso en medio de aquel inhóspito lugar, así que, lo normal era compartirlo con el resto del grupo. 

- Gracias Valy, estaba empezando a preocuparme de no ser util en esta expedicion... Dije con una media sonrisa.

La tome de la mano para que me acompañara.

- No sabemos como reaccionaran los de la aldea y no sabemos que pensaran de un grupo humano mas grande, tal vez se intimiden por eso, y no me vas a dejar sola con un grupo de enanos, no Señor, vienes conmigo. Sentencie.

En algun lugar de mi mente recorde alguna fabula infantil acerca de una mujer con varios enanos en una mina. Sola, a merced de esos laboriosos hombres. No me iba a quedar sola en una Aldea de Enanos bebiendo y disfrutando de los placeres de la vida, si iba a ir para ella tendria que ser con Valy.

- Asi que mejor vienes conmigo, vemos la aldea y despues vas por el grupo mientras consigo un mapa mas exacto de la region y un sitio caliente en donde podamos pasar la noche, vale?

Asi que casi empujandola seguimos al amable enano.

Entonces me acerque al enano y señaladome le indique que me llamaba Aeny.

- Como te llamas tu? E hice algunos gestos para saber su nombre.

Aquel enano miró a Aenifer unos instantes con incomprensión. Tenía el ceño fruncido y parecía estar descifrando el más complicado de los manuscritos druídicos escritos con idioma de runas. Sin embargo, instantes después relajó su expresión y sonrió.

- Dhawur'th. - Dijo sin más rodeos. - Dhawur'th. - Repitió golpeándose el pecho.

No necesitó más presentaciones para darse media vuelta y comenzar a caminar hacia la aldea. A ambos lados del camino que llevaba hacia la puerta de entrada de aquella fortaleza de piedra, se observaban pequeñas casas construidas en su mayor parte en piedra, pero también algunas partes en madera, principalmente los tejados y pisos superiores. Junto a esas casitas, se encontraban campos de cultivo muy similares a los que ya habían dejado atrás y un sinfín de miradas curiosas de los enanos que vivían en aquella zona. Al parecer no recibían demasiados visitantes y si los recibían no solían ser amistosos, pues en aquella miradas se reflejaba desconfianza e incluso miedo

Al llegar junto a la puerta observaron como dos guardas uniformados con cota de malla y casco y armados con alabardas les cerraron el paso. El enano que las acompañaba comenzó a hablar con los soldados. Primero el tono era tranquilo, pero se fue endureciendo y las voces elevaron el volumen hasta casi el grito. Todo indicaba que se iba a formar una buena, finalmente los soldados de la ciudad abrieron el paso y el enano sonriente les miró invitándolas a seguirle hacia el interior.

Se trataba de una aldea bastante sobria. Todo eran casas bajas fabricadas en piedra y madera, muy similares a las que pudieron ver en el exterior, junto a los campos de cultivo. Las miradas de los aldeanos eran muy similares a las de los campesinos y las de los propios guardias. Se notaba cierto recelo en aquellas gentes, que no parecían fiarse de dos medio humanas o semielfas como eran más conocidas en aquella región. 

Los pasos de Dhawur'th eran firmes y decididos. Sin duda alguna sabía a dónde las estaba llevando. Fuera donde fuera, tenía muy claro que era lo primero que Aenifer y Valyëvan tenían que hacer nada más llegar a la aldea. Siguiendo ese objetivo, se adentraron en una especie de avenida más amplia que las callejuelas previas, en cuyas plantas bajas, se agolpaban todo tipo de negocios. Herrería, fabricas de toneles, joyerías, alfarerías e incluso alguna tienda de sombreros y ropa. Lo que no faltaban eran tabernas, las cuales eran sin duda alguna el más común de los negocios de la aldea.

Finalmente llegaron hasta una amplia plaza en cuyo centro se encontraba una estatua de casi cuatro metros que representaba a un enano armado con una peculiar hacha. ¿Un héroe local? ¿Una deidad? No lo sabían, pues para nada estaban familiarizadas con aquella raza de pequeños hombres gruñones y adictos a la cerveza. Fueran o no así, esa era la única descripción de los enanos que habían conocido hasta la fecha las dos vovits.

El pequeño enano de pelo gris les hizo una seña indicándoles que esperasen y entonces se introdujo en un gran edificio fabricado enteramente en piedra y de cuyo balcón pendía un estandarte de color rojo, con delimitado por una franja negra y con un puño cerrado en el interior. Momentos después, Dhawur'th, salió del interior del edificio acompañado por otro enano de porte solemne.

Aquel enano estaba fumando en pipa mientras observaba a las dos semielfas con un ojo entrecerrado y el otro bien abierto. vestía con ropajes de buena manufactura y en su cinturón brillaba la empuñadura de una daga envainada en una funda recubierta en oro y gemas preciosas. No era un enano demasiado alto ni demasiado gordo, pero si parecía bastante viejo a tenor de las arrugas que lucía en su rostro y la blancura de su barba. Posiblemente se tratase del jefe de la aldea o alguien con poder en la villa.

- ¿Hablar vovit? - Les preguntó entonces aquel enano. - Soy Roknút. Gobernador de Umthral. ¿Qué querer? - Les preguntó evidenciando una gran desconfianza en ellas.

La sensación general era que no se fiaban demasiado de nosotras. No éramos trasgos y eso en aquellas tierras era una ventaja, aliados potenciales, pero no por ello tenían que recibirnos con los brazos abiertos.

Puesto que Aenifer se había ganado la confianza del enano, era ella quien debía seguir tratando con ellos. Además, mi aspecto resultaba mucho más amenazador, sobre todo a su lado. El rostro mucho más dulce y sosegado de Aenifer, lo tenía mucho más fácil que el mío para ganarse la confianza de otros.

Claro que también era más ingenua, lo cual quedaba demostrado con Alex.

Como no pretendía transmitir sensación de peligro, coloqué mis manos delante y las junté entrelazando mis dedos. Esperar siempre había sido mi debilidad, pero allí estábamos...

... y sabía que debía seguir esperando.

De momento miraba maravillada toda aquella cultura, llena de tradiciones y costumbres que desconocia y que sentia mucho curiosidad aunque no era un paseo turistico.

Todo termino cuando llegamos a la plaza que debia ser el centro de la Aldea. Hice una reverencia para saludar al que debia ser el jefe y comence a explicar un poco que haciamos alli.

- Buenas buen hombre. Me llamo Aeny, y venimos de las tierras del Sur, estamos en una expedicion de busqueda y nos topamos con una patrulla Trasgo que nos ataco a 3 dias de aqui. Nuestros compañeros estan escondidos a un par de horas hacia....

Por un momento me habia perdido indicando la direccion pero luego ya sabia donde estaba el este y oeste. Asi termine de contar basicamente cuantos eramos, que teniamos un herido y que necesitaba refugio, al menos esa noche para continuar al dia siguiente. Ademas de ello que estabamos dispuesto a pagar por nuestra estancia o servir a su hospitalidad como fuese conveniente, viniendo en paz, tan di detalles de los trasgos y sus monturas con la seguridad de que ellos ya habian combatidos contra esas criaturas en el pasado.

- Por eso, si no tienen inconveniente, puedo mandar a mi amiga a buscar a nuestros compañeros mientras le cuento un poco mas de nuestra expedicion y asi logran llegar antes de la noche, Señor!

No tenia ni idea si llamarlo Alteza u otro nombre similar, asi que mire a Valy esperando no haber metido la pata y complicado las cosas.

El gesto de Roknút no varió mucho tras las palabras de Aenifer. Entrecerró un ojo a la vez que arrugaba el labio y daba varias caladas a su pipa. Miraba fijamente a ambas mujeres, inmóvil y pensativo mientras fumaba el tabaco de su pipa. El ambiente que se había creado era incómodo para todos salvo quizás para Roknút. Incluso Dhawur'th miraba de un lado a otro nervioso, esperando la reacción de uno y otras. Finalmente el líder de aquel lugar, o al menos quien creían que era el líder relajó el gesto.

- Está bien... - Dijo entonces. - Los enemigos de nuestros enemigos, pueden pasar una noche tras nuestros muros. - Valyëvan y Aenifer respiraron tranquilas, aunque tan solo por un momento, porque Roknút se apresuró a terminar su alegado. - ¡Y eso para nada quiere decir que vosotros seáis amigos nuestros! Al alba o al medio día como muy temprano, os marcharéis...

Bueno, al menos no había salido muy mal del todo. Yo me dediqué a no hacer movimientos bruscos, mantenerme en un segundo plano y esperar mi turno. Cuando terminó de hablar, hice lo propio.

-Puede que no seamos sus amigos, pero perseguimos objetivos similares y le aseguro que si un trasgo intentara pasar por esos muros, mi hacha sería lo primera que se encontraría, porque si hay algo que no puedo soportar es el no dejar vivir en paz. Ahora, con su permiso, iré en busca de nuestros amigos. Les agradará poder descansar una noche seguros.

Efectué una pequeña reverencia, miré de reojo a Aenifer y me giré para marcharme. Los demás estarían subiéndose por los árboles pero al menos, era portadora de buenas noticias.

Una vez que Valy se retiro a buscar a nuestros compañeros pregunte por posada o donde nos podiamos instalar y agradeci el gesto al jefe de la Aldea o como fuese su cargo.

Luego me acerque a mi primer amigo enano y le pregunte donde habia un sitio para beber, le mostre una moneda y le dije que yo invitaba. Con algo de licor fuerte entraria en calor y sabia que como minimo Valy demoraria una hora en regresar asi que tenia tiempo de ir conociendo a mi amigo.

- Dagurt.... no no, Dramurt.... espera. Dije poniendo mi mano sobre su hombro.

- Hummm Dhawur'th!!!! Y sonrei sabiendo que no me habia equivocado.

- La primero la invito yo!!!

Y de seguro pediria una comida decente para todos, asi cuando llegasen mis compañeros podiamos comer de una vez. Por otro lado sabia que la taberna o como llamaran a aquel lugar podrian enterarme de cosas, solo necesitaba encontrar a alquien que pudiese entenderme a parte de Dhawur'th .