Partida Rol por web

Borg se acerco a su Iraag para susurrarle. -No debemos entretenernos, si los perdemos de vista se largaran del pueblo y nos los volveremos a ver- 

A continuación lanzo la mesa donde estaban sentados a los soldados que se les acercaban y tomo su hacha.

Borg lanzó la mesa con la intención de golpeara contra los soldados que se acercaban a Mork-dar y su protegido. Pese a que fue un intento bastante burdo, sirvió en cambio para que la oficial y el soldado que caminaba a su lado tropezaran con la mesa. Un tercer soldado hizo lo propio con la silla que Iirag había lanzado previamente. Gracias a la confusión generada, habían ganado unos pocos segundos, aunque también unos nuevos y furiosos enemigos.

La mujer desde el suelo les dirigió una mirada que haría que el corazón del más valiente se parara del susto. No obstante, ellos venían de un lugar mucho peor que la cólera de aquella mujer, el mal llamado plano de la Locura. Un lugar mucho pero que la muerte y la tortura y servían a un ser al que no les gustaría tener descontento, el Gran Mago Rojo.

En medio del fragor Iirag no entendió al enano, inmerso en el combate elevó su martillo sobre su cabeza y se lanzó hacia la puerta trasera, su enorme estatura se alzó frente a aquellos patéticos guardias. 

Iirag había detectado la bondad en los patéticos rostros de sus enemigos y les destrozaría. Había que acabar con los débiles, solo los lobos debían sobrevivir. Su primera victima estaba al caer aunque en aquel poco espacio, alguien entre los empujones o el caos generalizado le desestabilizó en el ultimo momento

Algunos de los soldados que habían acudido a Cimatosca para arrestar a los dos hombres que ahora trataban de huir, reaccionaron de inmediato al ver la hostilidad con la que Mork-dar y Gladys habían respondido a sus demandas. Más cuando otros dos rudos guerreros, un norteño y un enano, se interpusieron en su camino.

El primero en actuar fue Iirag lanzando un martillazo contra la cabeza de la mujer pelirroja, a quien tenía al lado. Acabando con ella, podía sembrar el caos entre la tropa, pues era ella quien dirigía a esos hombres. Iirag no conocía la piedad y esa mujer no iba a ser la primera a la que le quitaba la vida. Lástima que fallara de forma estrepitosa.

Borg también probó suerte, pero lo cierto fue que suerte tuvo de no golpearse a sí mismo. Un mal gesto casi acaba con su propia hacha enana incrustada entre ceja y ceja. La fortuna quiso que así no pasara, pero lo cierto fue que gran parte de su ataque sorpresa se vino abajo tras aquellas dos torpes acciones iniciales.

Lo mismo sucedió una vez Gladys sacó de debajo de su capa una ballesta. Aquel extraño y oscuro hombre apuntó hacia los soldados que les impedían la salida y disparó. Tuvo tan mala fortuna que el virote se incrustó en la puerta, cerca del guardia que se situaba entre otros dos de sus compañeros, pero sin llegar a herirle.

Mejor fortuna tuvo el guerrero que le acompañaba. Mork-dar lanzó tres ataques rápidos contra el mismo objetivo de Gladys. Pese a poder detener el segundo ataque, el guardia se vio superado ante la agilidad del guerrero, recibiendo dos profundos cortes, que por otra parte no le imposibilitaban para continuar peleando y obstruyendo la salida.

Lanzo un poderoso grito invocando la fuerza de Yrg y la furia de Ygg. Y enarbolo su hacha en un amplio giro hacia el soldado que tenia delante. Dispuesto a convertirle en una masa de sangre y visceras.

En su mirada solo se veia el rojo de la sangre y el negro de la propia maldad que dirigía sus actos.

La situación no era para nada la más halagüeña con la que Borg se había encontrado hasta la fecha. Había salido de situaciones comprometidas, pero lo cierto era que en aquel momento, no encontraba demasiadas que fueran pero que en la que se encontraba en esos momentos. Rodeado de enemigos y los únicos aliados que tenían eran unos completos desconocidos a los que estaban ayudando no sabía muy bien porqué y aquel inquietante bárbaro que se había convertido en su compañero de... no sabía muy bien de que.

Fuera como fuera, pertenecía a una raza orgullosa y no iba a echarse atrás ni a rehuir un combate. Una vez descorchada la botella se la bebería hasta que no quedara ni gota. Podía ser que la borrachera que pillase acabara con su vida, pero nadie podría decirle que había sido un cobarde o no había tenido aguante.

En medio de aquellos extraños pensamientos y comparaciones que se entremezclaban en el interior de su mente, observó como Iirag arremetía con furia contra uno de los soldados imperiales. Borg no iba a quedarse atrás. Agarró con firmeza su hacha y arremetió contra la mujer al mando de aquella tropa.

- ¡Por los Montes Altos y el apellido Piealto! - Alzó la voz antes de descargar su ataque contra la oficial.

El tremendo golpe de Iirag dejó a uno de los guardias al borde de la muerte. Enseguida fue agarrado por un compañero, quien lo sacó del combate ocupando su puesto. Enseguida descargó un fuerte golpe contra el bárbaro. La espada de aquel guardia traspasó la armadura del vovit causándole una herida leve pero dolorosa en el hombro.

Un instante antes, Borg había logrado asestar un hachazo a la oficial al mando de aquel grupo. Aquella fémina de cabellos pelirrojos no se achantó. Dos rápidos movimientos sirvieron para abrir una brecha en el rostro del enano. Fue un corte doloroso pero podría haber sido peor de no detener el ataque con su propia hacha antes de que la soldado imperial le rebanara el cuello.

Pronto se vieron rodeados de guardias. Borg e Iirag luchaban espalda contra espalda contra las capas blancas. Por suerte Mork-dar era también un buen guerrero, quizás el mejor de los cuatro. Lanzaba golpes a diestro y siniestro y un poco sin ton ni son. En vez de centrarse en un único enemigo lanzaba espadazos aquí y allá.

Para un observador inexperto, parecería que estaba haciendo esfuerzos innecesarios y que concentrándose en un solo objetivo sacaría mejor resultado. Para Iirag y Borg era evidente que luchaba de forma defensiva. No tanto para proteger su propia integridad física, sino la de su compañero Gladys Tethy. Sin duda Mork-dar era su guardaespaldas y aunque aquel estirado y oscuro hombrecillo no desentonaba en el combate y de hecho asestó un buen golpe hincando su espada corta en uno de los soldados, era evidente que estaba a años luz de Mork-dar en cuanto a técnica de combate se refería.

Mientras todo eso pasaba, Borg recibió un segundo golpe. Aquellos soldados luchaban bien juntos y les tenían bien rodeados. El enano estaba dolorido y aunque todavía quedaba mucha roca que escavar para acabar con él, empezaba a notar la fatiga del combate y las heridas. Por ello alzó la vista un momento en busca de una escapatoria.

Todo intento de huida sería inútil. Las puertas estaban bien vigiladas por guardias. Nunca les dejarían salir de allí sin luchar. Solo les quedaba pelear hasta la muerte en medio de aquel alboroto de gritos de clientes asustados, mesas y sillas volcadas y sangre derramada.

- ¡Nada tenéis que hacer! - Exclamó la oficial. - ¡Deponed las armas y tendréis un juicio justo!

La oferta no era para nada alentadora. Un juicio justo por atacar a guardias imperiales causando heridas graves a algunos de ellos y posiblemente con resultado de muerte, significaba en el mejor de los casos una muerte rápida por decapitación. Una vez iniciadas las hostilidades, poco parlamento cabía con soldados umnios por mucho que estuvieran en territorio extranjero.

Borg volvió a mirar a su alrededor y recordó aquella fatídica noche en la que un grupo de hundidos rodeo y mato a la mayoría de su escuadrón. Recordó como se lanzo sin pensar, como ignoro la posibilidad de ser superados. Había aprendido la lección, debía usar un poco la cabeza.

-si la oficial cae la moral caerá y puede que encontremos un hueco en sus defensas- Pensó al escuchar las advertencias de la oficial. 

-¿Nos tomos por tonto?-  Concentro toda la fuerza que pudo en su hacha y con un poderoso grito descendió su hacha hacia la oficial.

Iirag no contesto a las bravatas. La sangre de sus enemigos ya había tocado su piel, ya no había quien le parase. Concentrado, giro sobre si mismo arrancando el Martillo de la cabeza del pobre alfeñique al que había matado. Ni se molesto en esquivar la débil carga de otro ridículo soldado. El doloroso corte en el hombro le hizo lanzar un primer ataque algo desviado pero el segundo cayó con gran precisión acompañado de un terrible aullido.

Estos enclenques sufrirán la rabia del lobo 

Mork-dar peleaba como un león lanzando espadazos a diestro y siniestro. Gladis podía dar gracias a los cielos por tenerlo a su lado, pues con su forma de pelear había logrado que ni uno solo de los ataques de aquellos guardias se acercaran al cuerpo de aquel extraño y perturbador hombre.

De hecho, en su empeño por acabar cuanto antes con sus enemigos, Mork-dar logró asestar un golpe en el cuello a uno de aquellos valerosos hombres, que cayó al suelo agarrándose la herida por tal de evitar morir desangrado, algo que difícilmente evitaría. Además, logró hundir su espada en el muslo de otro de los soldados.

Por su banda Gladis, pese a trataba con insistencia de clavar su espada corta en alguno de sus oponentes, sin ser manco, se notaba que no tenía la misma habilidad que el que actuaba como su guardaespaldas. No obstante, los dos juntos se estaban defendiendo bastante bien, gracias en gran parte a la ayuda tendida por Borg e Iirag.

Siendo sinceros, a ellos dos no les estaban saliendo tan bien las cosas como a sus inesperados compañeros de armas. Iirag logró asestar un golpe en uno de los guardias a los que se enfrentaba. No obstante, un segundo intento fue errado por poco. El vovit sabía que no estaba dando todo lo que podía dar y eso le irritaba. Él era mucho más letal de lo que estaba demostrando, pero la suerte no estaba de su parte ese día.

A decir verdad, quien peor lo tenía era el enano. Borg había sido herido en un par de ocasiones, pero sus adversarios no tenían piedad de él. De nuevo uno de los guardias asestó un corte en el hombro del enano y acto seguido Borg sintió el frío metal penetrando a la altura de su estómago. La oficial al mando de aquella tropa acababa de provocarle una nueva herida y le decía con la mirada que estaba determinada a matarle si no deponía las armas.

La ultima estocada penetro a través del hombro de Borg dejándolo en un estado en el que rara vez se había encontrado antes. Con un tremendo dolor y sangre manchándole todo el cuerpo hizo todo lo posible para para evaluar la situación. - Estamos demasiado rodeados, ni siquiera tenemos espacio para maniobrar, una retirada es imposible a no ser que reduzcamos su numero. En el estado  en el que estoy no creo que dure mucho.-

Con un simple y dolorido gesto activo el poder curativo que su cinturón guardaba y, una vez curado, se coloco en una posición defensiva  y volvió a retomar el ataque.