Partida Rol por web

A medida que se avanzaban en la dirección marcada por Cleon el terreno empezaba a endurecerse. La zona de cenegal, en la que las botas de aquellos cuatro hombres y las patas de Alsvid se hundían hasta casi la rodilla en algunas zonas pronto dieron paso a un terreno más sólido en el que el seguir avanzando se facilitaba ostensiblemente. Las zonas enfangadas se habían reducido hasta una ínfima parte y la densa niebla empezaba a escampar mostrándoles una zona muy diferente a la que habían conocido desde su llegada a aquel plano.

Tras avanzar por una llanura en la que el lodo se entremezclaba con una extraña tierra rojiza similar a arcilla y en la que las plantas y pequeñas hierbas eran cada vez más escasas, llegaron hasta una región similar a la de un desierto. Se trataba de un lugar plagado de colinas redondeadas de tierra marrón, casi roja. Se extendían hasta donde les alcanzaba la vista, lo que podían ser miles de kilómetros en todas direcciones. Las escasas plantas que dejaron atrás desaparecieron por completo en aquella nueva superficie, pues ni hierbas, ni mohos o líquenes crecían en ninguna parte.

La temperatura parecía haber aumentado algo, aunque no explicaba el cambio tan brusco que experimentaba el terreno en tan escaso recorrido desde el pantano. Al mirar atrás no pudieron volver a ver ni el terreno intermedio algo más sólido que el cenagal, ni la ciénaga misma. La niebla había desaparecido al igual que el pantano. Tan sólo persistía la oscura luz que emanaba del orbe aun visible en la lejanía. Trataron de localizar la zona del volcán, no podía estar muy lejos de su posición por lo que al menos la humeante cúspide de aquella montaña debía verse desde allí ahora que la bruma se había diseminado, pero nada. Ante ellos tan sólo tenían interminables kilómetros de lomas rojizas.

Se percataron sólo entonces de que las colinas parecían estar agujereadas, con infinidad de cuevas con entrada circular. Parecían ser túneles que se adentraban en la tierra. Sin duda parecían túneles escavados por alguien o por algo, no parecían ser para nada producto de la erosión o de las riadas. Además de aquellas extrañas cavernas que se encontraban prácticamente en todas y en cada una de las colinas, pudieron observar como toda la zona estaba plagada de depresiones que se adentraban algunos metros hacia el interior de la tierra. No se trataba de agujeros demasiado profundos, se alcanzaba a ver el fondo de casi todos ellos a excepción de unos largos y profundos cañones diseminados por toda la zona.

Si no fuera imposible dirían que esas cavernas habían sido creados por gusanos. Era como si enormes gusanos de más de veinte metros de diámetro hubieran agujereado la roca para crear sus madrigueras en el interior de aquel desierto. Aunque no querían creerlo, todo era posible en ese plano y sin duda era una explicación más que viable al relieve que tenían frente a sus ojos. Lo único que les aliviaba era el hecho de que en esa zona nada parecía moverse y que no alcanzaban a distinguir ningún atisbo de vida.

Tuvieron la impresión de que aquel relieve tampoco era algo natural. Parecían ser fosos escavados de forma escalonada, como cavados en estratos dando lugar algo parecido a un anfiteatro al aire libre. Muchos de aquellos fosos estaban encharcados con un liquido marronaceo y opaco. Agua, sucia. Otra vez agua corrompida, algo habitual en ese plano. Aquel líquido insalubre podía esconder en sus profundidades cualquier horror imaginable a tenor de lo que ya habían experimentado en el pantano y lo que habían contado el Corregidor y Samiam.

A Cleon le preocupaba sobremanera el agua disponible. No era una opción beber las fétidas aguas que se le mostraban en los fosos, pero si no había otra opción tendrían que hervirla. Por otra parte la caminata a través del desierto les había agotado de nuevo, tendrían que detenerse un poco.

- Quizás podríamos usar alguna de las cavernas más pequeñas y poco profundas como refugio, aunque no me gusta nada la pinta que tiene todo esto.

Observaba a su alrededor, buscando cualquier cosa que pudiera prender para hacer un fuego o algún foso con agua limpia.

- Creo que es una buena idea. - Dijo Markku. - Aunque sinceramente, esas cavernas no me dan ningún tipo de confianza. No creo que lo que encontremos en su interior sea amistoso.

Markku dijo aquello tras examinar el terreno que tenían por delante. Estaba agotado y aun sentía a flor de piel el dolor causado por las heridas que aquellos monstruos oscuros le habían causado. Fue entonces cuando pareció reparar en algo. Examinó su cinturón encontrando la vaina donde había enfundado la espada corta que le había quitado a Edzard durante el combate y la la de su espada larga que se encontraba vacía. Desenfundó la espada corta y se la ofreció por el  mango a Edzard.

- Esto es tuyo, amigo. -  Le dijo. - Si la necesitas tómala, de lo contrario me sentiría más seguro si la pudiera llevar yo.

Edzard miró con una sonrisa a Markku. Le conocía desde que dio sus primeros pasos por los lúgrubes pasillos de la prisión. Para Edzard, un hombre de armas que había jurado fidelidad a la iglesia de Gorant el Gris y había asumido todas las consecuencias de sus actos, lo que implicaba el voto de castidad, Markku era lo más parecido a un hijo. Había estado bajo  sus órdenes desde el principio, había sido su instructor y más tarde su compañero. Quizás por eso sabía como se las gastaba aquel joven con las armas y sabía también que su especialidad era el combate con dos armas. Solía usar una espada corta y una espada larga y por suerte el llevaba una de cada de repuesto entre su equipo.

- ¡Quédatela! - Respondió Edzard sonriente. - ¡Es más, te ofrezco que uses esta espada larga! - El veterano guardia se quitó la mochila que portaba a la espalda y desató de esta una espada que portaba de repuesto. - Esta espada fue de mi padre antes que mía y fue del padre de mi padre antes que suya. Es un buen filo, pero me desenvuelvo mejor con la que suelo llevar siempre al cinto. No obstante, la espada de mi familia siempre viaja conmigo. Si la quieres es tuya.

Markku dudó un instante ante tal ofrecimiento. La responsabilidad de portar la espada familiar de una de las personas a las que guardaba un mayor respeto no era cosa para tomarse a broma. Sin embargo, tras meditarlo tan solo unos instantes aceptó la oferta. Enfundó la espada corta y agarró la larga blandiéndola con destreza y lanzando varios golpes al aire para familiarizarse con su peso. Una vez hecho esto miró su filo con detenimiento y asintió con la cabeza complacido.

- Gracias Ed. - Dijo el joven guardia. - Es una buena espada. En otras circunstancias no se si la habría aceptado, pero... - Se encogió de hombros. - Espero darle un buen uso y empuñarla con honor. - Miró entonces a Edzard y luego a Loperick. - ¿Qué hacemos, buscamos refugio en las cavernas? - Edzard asintió con la cabeza, por lo que si Lope no se oponía eso era lo que harían.

-Me parece bien que nos resguardemos y descansemos un poco, si es que se puede en este maldito lugar; habra que revisarla detenidamente antes de que nos establezcamos, no sea que nos metamos en la boca del lobo. Dijo el batidor mientras oteaba buscando la caverna que aparentemente pareciese idonea.

Era un hecho que el tiempo pasado en ese lugar se les habia hecho muy largo, la muerte de uno de sus amigos, la lucha contra seres que no habrian creido posibles y un terreno que no guardaba ninguna ley material, se les estaba haciendo muy dura, si no descansaban bien, no aguantarian mucho en ese lugar.

Tras caminar durante un buen rato a través de aquel desierto rojo bañado por millares de colinas plagadas de cavernas con una entrada circular, Loperick pareció dar con una pequeña cueva que por alguna razón le dio mejor impresión que el resto. Cleon la examinó junto a su compañero batidor durante un buen rato. Debían decidir si acampaban bajo su protección o se marchaban a otro lugar. De una buena elección no sólo dependían sus vidas, sino también la de Edzard y Markku, los cuales además de cansados como estaban también ellos, estaban heridos.

Aquella caverna en particular, no tenía nada de particular, un orificio redondo que se adentraba hacia las profundidades de la tierra, como el resto de cavernas. El diámetro del túnel era muy similar también al resto, la densidad de la arena rojiza la misma y la consistencia de sus paredes igual que en las restantes cuevas. Sin embargo escogieron aquella cueva, más por una corazonada que por datos objetivos.

Se adentraron algunos metros hacia el interior de la misma, allí la oscuridad empezaba a ganar terreno. No aquella oscuridad maligna que parecía proceder sin duda alguna del orbe que sobrevolaba lo que parecía el centro del plano, sino una oscuridad más física, más similar a la que conocían a la perfección de Gea. Por desgracia nada había encontrado Cleon en aquel desierto que pudiera servirle para encender una hoguera. Por suerte para todos Lope era un tipo bastante previsor y agarró de su mochila una antorcha y tras pronunciar una extraña palabra de mando ésta se encendió sin más iluminando aquel extraño lugar.

Avanzaron hasta que encontraron un recoveco en el que el túnel parecía agrandarse un poco y fue allí, a unos pocos pasos de la entrada pero lo suficientemente lejos como para que el fulgor de la antorcha fuera casi indetectable desde dentro decidieron detenerse a descansar. El túnel parecía continuar hasta las profundidades de un gran abismo, pero ni tenían ganas de explorarlo, ni tampoco fuerzas.

Se pusieron cómodos y se sentaron para almorzar, cenar o desayunar, ya no sabían en que momento del día se encontraban, pero tenían hambre. Notaron cierta humedad en el interior de la cueva y se percataron pronto de que aquella tierra rojiza, cuando se humedecía se tornaba algo pegajosa. Pues se adhería a la ropa o a las manos siendo bastante difícil de retirarla después. Fuera como fuera debían descansar y aunque mencionaron turnos de guardia, pronto todos cayeron en un profundo y reparador sueño.

Despertaron todos de golpe. La antorcha aún iluminaba la caverna y todo parecía seguir en aparente normalidad, salvo porque de forma súbita comenzaron a escuchar algo que sonaba realmente amenazante. Un fuerte ruido procedía del interior de la caverna. Un ruido similar al rugir de algo arrastrándose a través del túnel y acercándose a su posición a toda velocidad. Todos se pusieron en alerta y en pie de inmediato, a tenor del volumen de aquel sonido correr iba a ser inútil, pues ya lo tenían encima.

- ¡ Fuera todos ! - Cleon se levantó rápidamente tras dar una ligera patada a Arsvid, que también se incorporó al instante. Se situó en retaguardia protegiendo la retirada de sus compañeros mientras situaba una flecha en su arco.

El batidor reacionó lo mas rápido que pudo, cogiendo el arco y preparando una flecha convencido de que esta vez no fallaria, ¿que les atacaria ahora?.

Edzard agarró su escudo y desenfundó su espada bastarda. Sabía al igual que todos que correr era inútil. Fuera lo que fuera lo que se acercaba a su posición era infinitamente más rápido que ellos. Markku también se preparó desenfundando la espada corta y la espada familiar de Ed que tan gustosamente le había decido. Lo único que podía consolarles en ese momento era que al menos el sueño había sido largo y reparador y la mayor parte sus heridas estaban sanadas. 

- ¡Permaneced juntos! - Gritó Edzard. - Markku afirmó con la cabeza situándose a su lado.

Fue entonces cuando un fuerte viento impactó contra ellos cagándolos por un momento y un temible rugido le acompañó procedentes del mismo túnel por el que se acercaba la amenaza que se cernía sobre ellos.

Apareció tan rápido que casi no supieron lo que era hasta que prácticamente se encontraba sobre Cleon. Unas enormes fauces abiertas que mostraban interminables hileras de afilados colmillos con una apertura central terminada en el profundo orificio que era la boca de aquel ser con forma de gusano hubiera sido lo único en lo que los cuatro ajenos hubieran podido fijarse de no ser por los custro largos tentáculos con ventosas acabados en afiladas zarpas en forma de hoz. La velocidad en la que se movía aquel ser era insólita para un anélido, aunque sin embargo su tamaño sin duda era también infinitamente superior a cualquiera de las lombrices o gusanos que cualquiera de ellos había visto sobre Gea. Se trataba de un enorme gusano de color granate,muy similar al de la rojiza tierra que lo cubría todo en aquel lugar y con una apariencia aterradora y infinitamente peligrosa.

Cleon y Lope tenían sus arcos tensados para disparar cuando fuera lo que fuera que saliera de aquel túnel estuviera frente a ellos. Al ver a aquel ser no lo dudaron y pese al sobresalto que les sobrevino al observar la naturaleza de aquel monstruo lograron reaccionar como tenían pensado y dos flechas, una desde el arco del cazador salió disparada impactando directamente en el agujero oscuro que era la boca del gusano y desapareciendo en su interior, mientras que la flecha del batidor se clavó contra el grueso cuerpo del monstruo.

No obstante aquellas dos flechas para nada detuvieron el avance de aquel horrendo ser, sino que más bien parecieron enfurecerle, pues un rugido surgió del interior de su dañada garganta expulsando con éste, pegajosas babas y sangre que emborronaron la vista de Cleon por un instante justo antes de recibir una poderosa dentellada por parte del gusano que casi provocó que perdiera su arco. Edzard decidió cargar contra el monstruo en el preciso instante en que vio como acorralaba al cazador contra la pared dela cueva. Su espada se incrustó en el cuerpo del gusano abriendo una profunda brecha sangrante en éste.

- ¡Cleon sal cuanto antes de aquí, no va a acorralar en la cavidad de la cueva! - Gritó el guardia. Tenía razón, casi no había espacio para el combate y si el gigantesco anélido avanzaba un poco más hacia el exterior quedarían totalmente bloqueados en aquella caverna.

El primero que entendió la situación a la perfección fue Markku. El monje de la Torre reaccionó nada más escuchar la sugerencia de Edzard y corrió hacia el exterior de la cueva sin prestar demasiada atención a las fauces y descuidando su guardia, por lo que aquellos afilados colmillos se incrustaron en la parte alta de su espalda. Markku gimió de dolor y casi cae al suelo, pero finalmente se repuso y logró asestar un portentoso golpe contra uno de aquellos tentáculos, el casi lo cercenó por la mitad.

Al ver tal aberración Lope no lo dudó. cogió con firmeza su arco y comenzó a correr como alma que lleva al diablo fuera de esa no tan bien escogida cueva, esquivando mediante piruetas esas hoces organicas.

-Todo el mundo afuera, si nos sigue allí podremos acabar con ella!!

Cleon dudó un segundo. Salir podría ser abandonar a Lope y Edzard a su suerte, si es que conseguía salir. Quedarse encerrado podría ser más prudente si conseguían que la cosa esa saliera del agujero, pero era mucho suponer.

Arsvid tomo su propia decisión. El aterrorizado animal hizo lo más prudente y salió corriendo del agujero como alma que lleva el diablo.

Había una oportunidad... la bestia posiblemente se movía por instinto y puede que por sensibilidad al movimiento.

- No os mováis ni un milímetro. - Dijo Cleon mientras se arrimaba contra la pared y hacía movimientos con su arco intentando confundir a la criatura.

Loperick se movió a través de la zona amenazada por aquel enorme y amenazante gusano sin que ninguno de sus cuatro tentáculos impactara contra él. Su idea era la de escapar cuanto antes de aquella cueva y luchar al aire libre si aquella bestia les seguía, pero Cleon decidió intentar algo.

Calmar a aquel ser no fue una tarea fácil. Parecía demasiado listo para sucumbir a sus artimañas como si de un sumiso conejito blanco se tratara. Parecía demasiado excitado como para hacer caso al cazador, demasiado hambriento. Lo que si logró Cleon fue captar la atención del gusano que cuando dejó de avanzar a través del túnel bloqueando la salida y situando a Edzard y al cazador sin escapatoria posible se giró hacia él lanzando sus cuatro tentáculos contra él.

Cleon logró esquivar el primero de aquellos tentáculos, pero no pudo hacer lo mismo con el segundo y aunque el tercero no le golpeó, el cuarto también le causó una herida sangrante. Lo peor no fueron las dolorosas heridas de aquellos tentáculos acabados en una zarpa, sino que éstos se adhirieron a su cuerpo aprisionándolo y dejándolo inmovilizado. Los tentáculos le levantaron del suelo y lo condujeron hacia la boca de aquel ser y fue en ese preciso instante cuando un chillido de terror se escapó de su garganta. Los tentáculos le conducían directamente hacia aquella maraña de afilados colmillos y por mucho que trató de zafarse notó como aquella inmensa boca se cerraba entorno a sus piernas lacerándolas con un intenso dolor como resultado.

Al ver que el negro destino de Cleon Edzard no lo dudó y descargó dos brutales ataques contra aquella bestia. Los dos se incrustaron en su cuerpo de forma efectiva provocando que sangre y vísceras se esparcieran por doquier. Markku tampoco se lo pensó demasiado y lanzó dos estocadas con la espada larga y una tercera con la espada corta. Los tres golpes penetraron en la carne del gusano con similar y repugnante resultado bañando al guardia en un batido de sangre y mucosa.

Fue entonces cuando el anélido empezó a moverse hacia atrás, regresando hacia el interior del túnel y confirmando las peores sospechas para el cazador. No podría librarse de la presa de aquellos poderosos tentáculos y aquellas fauces plagadas de dientes acabarían por hacerle trizas acabando en el estómago de aquella bestia. Un horrible final para su triste historia. Sin embargo, cuando el gusano tan solo llevaba recorridos escasos metros se detuvo en seco. La presa empezó a aflojar y Cleon cayó al suelo liberado. El gusano no se movía y los tentáculos pendían hacia abajo sin vida aparente.

- ¡No vuelvas a hacer eso! - Gritó Edzard recriminándole a Cleon su actitud. - ¿No ves que esto no son animales como los que puedes encontrar en los bosques de Gea? ¡Todo lo que hay aquí son criaturas malignas, monstruos que no atenderán a razones!

Edzard enfundó su espada bastarda tras limpiarla con un trapo y dejó su escudo recostado contra la pared. Acercándose a Cleon vio entonces que se encontraba malherido y cuando recobró el aliento y logró calmar su corazón tras un profundo suspiro se dispuso a examinar al cazdor.

- ¿Cómo estás? - Le preguntó ya más calmado. - ¿Te duele mucho?

- No podemos pelearnos. - Intervino Markku. - Todo en este plano es una sinrazón, Edzard. No le metas la bronca a Cleon, ha hecho lo que ha creído mejor para todos. Puede que haya sido una temeridad, pero ha sido algo valiente.

El guardia empezó a buscar entre sus pertenencias de Edzard algunos útiles de curación que traía consigo desde el plano material. Debían curar al cazador para proseguir con el viaje. El tiempo apremiaba y ya habían perdido muchas horas en aquella caverna.

- Si llegas a estar solo... - Dejó caer el guardia. - ...a partir de ahora no debemos separarnos ni para mear. Sólo permaneciendo juntos en todo momento tendremos alguna oportunidad de regresar a casa.

El batidor volvió junto al grupo, no entendiendo exactamente que habia tratado de hacer su compañero con esa colosal y maligna criatura, una locura que casi le habia costado la vida y que seguramente no volveria a intentar, ya que si así lo hacia, muy probablemente seria su final.

El batidor se acercó a su compañero, comprobando sus heridas, sacando su barita y dándole un toque de esta, para que recuperara algo de su fuerza; estaba preocupado, si seguian así, no tendrian forma de curarse en el futuro.

-Cleon, lo que has hecho ha sido muy valiente, pero ha estado a punto de costarte la vida, y si mueres tu, los demas tendremos menos opciones de sobrevivir. Creo que en este plano debemos dejar de improvisar y dedicarnos a pasar desapercibidos y en caso de lucha, hacerlo juntos y de la manera mas brutal posible, es lo unico que estos seres entienden. Espero que con esto se alivie un poco tu dolor, dimelo si necesitas mas.

Tras estas palabras, dichas en un tono afable, sin intentar reprender a su compañero herido, acercó su barita a las piernas de su compañero, cerrándole las heridas mas graves.

Tras esto el batidor revisó a la criatura, todo con el máximo cuidado, queria saber si estaba muerta, si bloqueaba bien el camino, y todo lo que pudiese descubrir de aquel ser, no sin antes comprobar que no habia mas peligros.