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[D&D 3.5] La Torre de las Almas Perdidas 2: El Plano de la L

Capitulo 8. Preguntas.

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22/09/2017, 12:19
Director

El viaje de Lyris a través de las heladas tierras del norte le habían conducido mucho más lejos de lo que su propia mente podía llegar a entender. Cierto es que marchó a lo desconocido. Poco sabía ella de las tierras más allá de las grandes ciudades que se encontraban en los alrededores de su aldea, pero esperaba que siguiendo la carretera alcanzaría un lugar donde instalarse, un lugar donde empezar una nueva vida y en definitiva, un lugar donde olvidar los acontecimientos que la convirtieron prácticamente en una proscrita y que la condenaron al exilio.

Mucho había andado desde entonces aquella inteligente y particular joven. Muy lejos le había llevado su camino, pero lo cierto fue que cuando empezó a nevar y el camino que transitaba quedó oculto bajo una densa capa de nieve, nunca creyó que su destino sería el vagar por aquella tierra desierta durante semanas. Esperaba encontrar algún atisbo de civilización en algún lugar de aquel remoto paraje, pero sin duda su ruta se había desviado mucho, demasiado y ese terrible fallo le había conducido al norte, más al norte de lo que cualquier hombre o mujer que conoció en su anterior vida habían llegado nunca.

El paisaje que la rodeaba desde hacía días no podía definirse con otro nombre que no fuera desolación. La ventisca helaba su cuerpo desde poco después de abandonar Lago de Yngrel. Si la ventisca no le atormentaba, una densa niebla que casi oscurecía el cielo la rodeaba. El suelo helado crujía bajo sus botas a cada paso y sus pies se hundían en la nieve dejando tras de sí su huella. Los pocos recodos del terreno que la nieve y el hielo no cubrían, se formaban turberas o cenagales cubiertos por mohos y líquenes. No había mucha más vegetación que esa, pues sólo algunos arbustos y hierbas nacían en aquella gélida planicie y en ningún caso superaban varios palmos del suelo.

La elfa dejó su arco y su carcaj junto al resto de sus pertenencias en el frío y estéril suelo de aquella condenada tundra. Estaba enfurecida, frustrada. Nunca se había considerado a sí misma como a una cazadora nefasta, pero esa era la impresión que estaba dando a aquellas gentes que acababa de conocer. Hacía tres cortos días con sus respectivas tres interminables noches que trataba de cazar algo para llevarse algo a la boca más nutritivo que aquellas miserables galletas saladas que su mentor traía consigo. Estaba frustrada si, pero también decepcionada. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué era ese desapacible lugar? No podía entender como sus pasos la habían sacado del Bosque del Crepúsculo para conducirla hasta aquel erial helado.

No había demasiados animales en aquella zona. Tan solo alguna pequeña ave surcando el cielo a lo lejos o algún roedor que había conseguido escapar en primera instancia de sus flechas protegiéndose en lo más profundo de su madriguera, habían sido los pocos atisvos de vida salvaje en aquel páramo yermo. No obstante, hacía días desde que arrancara de su madriguera al último de aquellos roedores similares a los conejos pero de dientes mucho más afilados, con una gran fuerza y con una violencia inusitada en sus congéneres más habituales.

- ¿No ha habido suerte? - Preguntó Rundahir, quien desde que abandonaran el lindero del bosque sufría una extraña ceguera selectiva, algo extremadamente raro en los de su raza.

- Nada. - Respondió Gwindra a su mentor. - Ni un solo pájaro, ni uno solo de aquellos conejos que casi me arrancan la mano la primera vez que me aventure a sacarlos de su nido.

- ¿Aún te duele? - Preguntó Lyris. - ¿Se te ha infectado?

- Creo que sí... - Dijo ella apesadumbrada. - Creo que sí... - Repitió para sus adentros.

Quizás de todos ellos fue el tránsito de Serge Leblanc el más extraño de todos. Recordaba estar hablando con alguien, recordaba estar hablando con alguien cuyas facciones no podía recordar, pero si recordaba ahora que su gesto, su expresión, su rostro en general le originaba cierta desconfianza, le infundía cierto temor. Aún así creía recordar que le estaba contando su historia, la historia de su vida por voluntad propia y sin estar bajo coacción alguna. Era algo extraño, pues en su vida diaria se guardaba mucho de desvelar cualquier asunto que hiciera referencia a su pasado, presente o futuro. Le gustaba ser una sombra y que poco o nada supiera el resto de él.

- “Y así llegamos al día de hoy, en el que te estoy relatando la historia de mi vida. Es breve, claro que sí. ¡Estoy en la flor de la vida! Todas las mañanas pienso en el botín que me aguarda, las muchachas que me esperan y la vida que voy a vivir, que quiero vivir. Y eso es lo que siempre me saca una sonrisa, mon ami.” - Aquellas palabras que finalizaron con su narración, aún resonaban en la mente de Serge.

¿Por qué le habría contado todo a aquella persona encapuchada de la que poco o nada sabía? ¡Una capucha! Si, eso si lo recordaba, acababa de recordar aquel detalle o creía recordarlo. La persona a la que le había desvelado los secretos más profundos de su vida era sin duda alguien que portaba una capucha roja con símbolos arcanos en el borde. Quizás se tratase de runas, o quizás no. ¿Un mago? No lo podía saber.

Lo siguiente que recordaba era estar caminando con aquellas bellísimas montañas a su espalda. Caminó durante varios días entre bruma, ventisca y oscuridad hasta que aquellos picos, aquellos escarpados riscos dejaron de ser visibles tras de sí. El sol en aquellas tierras era extraño. Seyran surgía por el este como era habitual en Rintor. Lo cierto era que en aquel lugar del mundo conservaba el color rojo del amanecer las escasas cinco o seis horas que reinaba en lo alto, antes de volver a dar paso a la oscuridad que casi siempre rodeaba a aquel paraje desértico. ¿Dónde estaban? ¿Muy al norte, muy al sur?

- ¡No entiendo nada! - Se desesperó Serge. - ¿Cómo he acabado aquí?

Gwindra ya había buscado respuestas a aquella pregunta en innumerables ocasiones con Rundahir, quien permanecía junto a ella pese a haberse despedido de él en el lindero del bosque. Recordaba a la perfección las palabras que él mismo le había dedicado. “Espero que cuando vuelvas seas la más brillante arquera que este bosque haya conocido”, pero aunque quiso por todos los medios partir y cumplir con aquello que su mentor esperaba de ella, lo cierto fue que no pudo despedirse de él.

Su mentor ya le había desvelado que el bosque del Crepúsculo para nada estaba rodeado por aquel infierno helado. Había un gran mar al suroeste, el mar interior de las Sierpes, llanuras al surreste, al noroeste estaba el macizo conocido como Escudo del Norte y al noreste las montañas Siemprenevadas. Nada tenía el más remoto sentido y las historias que Lyris y Serge habían contado tampoco parecían ser mucho más cabales que la suya propia. Ninguno de los cuatro entendía que hacían allí entorno a un campamento basado en una simple hoguera y una tienda de campaña, sin nada que llevarse a la boca y helados hasta los huesos.

Notas de juego

Lleváis un tiempo transitando esta extraña tundra salida de la nada. Hace menos de tres jornadas que os habéis encontrado en medio de la nada y habéis hablado un poco de como habéis llegado hasta aquí. No confiabais demasiado los unos en los otros, pero ahora que hay poca comida y mucho frío... empezáis a estrechar lazos.

Turno introductorio, si quereís hablar entre vosotros, conoceros mejor, especular acerca de lo que está sucediendo... como gustéis.

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22/09/2017, 12:39
Gwindra D'Pasthel

Gwindra se quitó los vendajes de la mano. Maldito  conejo dentudo. Bueno, parece que recuperé la movilidad en la mano. Podría volver a blandir el arco cómo antaño. Pero tengo hambre. Hambre de comida de verdad joder. 

Miró al cielo estrellado. Intentando recordar si esas son las estrellas que veía eran las mismas que veía en su hogar. ¿Donde estamos? 

-Creo que tendríamos que movernos. Hacia el sur o hacia el norte. Si no, acabaremos muertos de hambre. O por algo peor. Devorados por la noche por conejos asesinos.- dijo la elfa, aún tenía sentido del humor. Aunque quedaba poco.

-¿Seguís sin recordar como llegasteis aquí? 

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22/09/2017, 13:31

La opinión de Lyris acerca de los elfos había menguado considerablemente durante los últimos tres días. En su opinión, ni Gwindra ni Rundahir le llegaban a la suela de las botas a lo que había leído sobre el Pueblo Gentil en los libros de Falwyn. A decir verdad, como exploradores habían resultado bastante decepcionantes. No tenían ni la más remota idea de dónde estaban o como regresar a la civilización, y no habían conseguido cazar ni una rata del páramo. 

No obstante, en un derroche de empatía impropio en ella, Lyris se mordió la lengua y guardó sus opiniones para si. No iba a hacerle ningún favor a nadie, en aquella situación, que cargara contra ellos cuando, evidentemente, estaban haciendo todo lo que estaba en su mano. Y en cuanto a su tercer compañero en aquel malogrado viaje... bueno. Se esforzaba en hacer como si no estuviera allí. Su historia le había parecido tan plagada de omisiones y confusas mentiras que le había resultado inmediatamente de poco fiar. Tal vez, si lo ignoraba con todas sus fuerzas, dejara de existir.

Lyris elevó sus ojos al cielo y maldijo la niebla. Si levantara un poco el día, diría a su familiar que sobrevolara la zona para que les indicase la dirección correcta. Pero hasta el tiempo parecía haberse vuelto en su contra.

-Ya te lo he dicho. Simplemente, me desvié demasiado de mi ruta -dijo sin ápice del humor que había mostrado Gwindra, y señaló con la cabeza a Sergei -. Para historias descabelladas e improbables, puedes preguntarle a "notre ami". 

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22/09/2017, 14:12
Serge Leblanc

La vida a veces era simple y llanamente injusta. Porque que él supiera, no había cometido un pecado tan grande como para ser castigado con aquella inmensidad blanca en la que sólo había un frío atroz. Ni siquiera el hecho de estar en compañía de otras personas le animaba. Sabía que estar solo en aquella tundra sería mil veces peor, pero con el hambre enroscándosele en el estómago lo único positivo que veía en sus compañeros en esos momentos era que, si uno de ellos moría, los demás podrían sobrevivir. No sería agradable pero… ¡Qué demonios, él no quería morir en aquel infierno nevado!

El ladrón suspiró mientras se obligaba a abandonar aquellos pensamientos. No podía dejar que la desesperación se llevase lo mejor de él. Había que concentrarse en lo positivo: no estaba solo. Eso significaba que tenía más posibilidades de sobrevivir y que la locura por soledad que atenazaba a muchos viajeros perdidos en parajes dejados de la mano de los dioses no le iba a alcanzar.

La voz de la elfa le sacó de su ensimismamiento. Estaba comprobando el estado de la herida de su mano, una herida provocada por conejos salvajes, según ella. Conejos asesinos… Si hubiera estado en una taberna con una pinta de cerveza en la mano y jugando a ver quién decía la muerte más ridícula y estúpida que pudiera inventar, ni así se le habría ocurrido “ser devorado por un conejo asesino”. Sin embargo, aparte de la mención a las fieras que los rodeaban, hizo una buena observación: había que moverse. También volvió a sacar el tema que llevaba angustiando a Serge desde hacía varios días. Porque recordar cómo había llegado allí lo tenía más o menos claro. Pero el motivo concreto no. Y eso le resultaba insoportable. No recordaba cómo era el hombre con el que había hablado, sólo tenía fragmentos de imágenes, retazos que no conducían a nada. Sólo podía hacer conjeturas acerca de quién demonios era ese hombre y lo que le podía haber hecho para hacerle recorrer cientos de kilómetros hasta llegar a aquel lugar.

 -No recordar algo con claridad no lo convierte en descabellado e improbable, ma cherie. Además, no es el trayecto en sí lo que me cuesta trabajo rememorar, sino el homme que me hizo viajar hasta aquí.

Los dioses sabían que esa incapacidad de recordar la cara del encapuchado era lo único que le protegía de momento. Porque en cuanto Serge Leblanc consiguiera recordar sus rasgos… Iría a por él y se encargaría de hacerle pagar por lo que estaba pasando ahora mismo. Maldito fuera ese bastardo.

 -Yo preferiría centrarme en la primera sugerencia que ha hecho notre douce Gwindra. Tenemos que movernos. Aunque sea para no quedarnos congelés en el sitio.

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22/09/2017, 15:41

-Decir que no recuerdas algo es la manera más sencilla de mentir o de ocultar un hecho sobre el que no quieres hablar. También es uno de los efectos secundarios de perder la calma con el alcohol -replicó con mordacidad Lyris-. Y yo no soy tu cherie

Lyris no conocía la palabra 'friki', pero de haberla conocido, hubiera etiquetado a Sergei con ella. De modo que se refería a él en su fuero interno como "el rarito". Y no se había creído ni una palabra de su historia. Claro que tampoco hubiera creído que un conejito estuviera a punto de matar a un explorador avezado si no lo hubiera visto con sus propios ojos. 

El camino podía enseñarle a uno muchas cosas que no estaban en los libros, como Lyris estaba a punto de aprender. 

La hechicera se levantó y tras alisar su vestido se preparó para seguir caminando. Esperaba que al menos esta vez no lo hicieran en círculos.

-Preparada cuando vosotros lo estéis.

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22/09/2017, 15:56
Gwindra D'Pasthel

Miró al suelo. Cogió un palito y empiezo a pintar lo poco que sabíamos.  Una cruz en el suelo. Ya está. 

Si recuerdas como viniste, ¿podrías decirnos en que dirección llegaste aquí?  Podríamos deshacer tu camino.-A la elfa le dió la impresión de que esta conversación ya la hemos tenido. Como diría Sergey,  tengo un dejá vu 

-Rundahir, ¿tu que opinas?-digo con esperanza de que mi mentor me ilumine.

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22/09/2017, 17:50
Runhadir

Sin duda las estrellas que reinaban en el firmamento no eran las mismas que lo hacían en el Bosque del Crepúsculo. Eso lo tenía bastante claro la exploradora elfa. Orientarse en aquel lugar era una tarea ardua complicada, casi imposible. ¿Norte, sur, este, oeste? ¿Se regía aquel lugar por esos mismos parámetros? La respuesta parecía evidente, aunque no fuera fácil encontrar referencias toda Gea mantenía esas normas físicas, así que si seguían en el mundo que les había visto nacer, el norte seguía en el norte y el sur en el sur.

- ¿Qué opino? - Repitió Rundahir la pregunta de Gwindra. - Opino que no estamos aquí por casualidad. - Respondió. - Pierdo el sentido de la vista a ratos, ya lo sabes. No me había pasado nunca, puede que sea producto de la ventisca, no lo se... - Negó con la cabeza con aparente frustración. - ...pero sí se que no estamos cerca de nuestro hogar. Sé que más bien estamos muy lejos y que no hemos podido recalar en un lugar como este de forma accidental. Estábamos en el lindero del bosque y de repente... - Aquel elfo extendió las manos hacia el cielo. - Esa oscuridad no es natural. El amanecer dura cinco o seis horas y luego anochece, no es normal. Las estrellas mismas no son las que conocía a la perfección. Se que en diferentes partes del mundo el manto estrellado se ve diferente, pero he estudiado mapas estelares y no concuerdan con eso. - Señaló hacia el cielo con desprecio. - ¿Norte, sur? ¡No se como esperas encontrarlos! - Exclamó visiblemente enfadado.

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22/09/2017, 17:51

-¿Y cómo quieres que lo sepa?  -le contestó Lyris a Gwindra en un exabrupto, haciendo un aspaviento con las manos en dirección a la tundra infinita-. Mire donde mire, sólo veo la misma mierda blanca en todas direcciones. Hay mierda blanca en el suelo, mierda blanca en el aire y, de tanto en cuanto, mierda blanca cayendo de las nubes. 

Puso las manos sobre las caderas cuando habló Runhadir.

-Disculpa, me ha parecido entender que no reconocías las estrellas. No hemos podido viajar tanto. ¿Estás sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo? 

La parte de que había una voluntad guiando el proceso le parecía tan ridícula, probablemente fruto de las alocadas fantasías y supersticiones del elfo, que no pensaba discutirla. Pero el hecho de que alguien acostumbrado a guiarse por las estrellas no supiera identificarlas era sumamente alarmante. Quizá aquel conejo le había provocado algún daño cerebral irreversible, por ejemplo.

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22/09/2017, 18:54
Runhadir

- ¡Eres una humana muy maleducada, Lurio! ¡O como diablos quiera que te llames! - El elfo gruño un instante mirando a aquella joven aprendiz de bruja y dedicándole una fea mueca. - Sólo yo tengo permitido hablarle así a Gwindra.

El elfo miró a su discípula ofreciéndole una sonrisa forzada. Su arrugado rostro no parecía muy habituado a ese gesto tan natural. Rundahir parecía más bien un viejo loco y cascarrabias que algo parecido a un sabio. Pero nada más alejado de la realidad, Gwindra lo sabía. Había aprendido que lo aparente no era siempre lo real. El elfo se puso en pie y miró hacia el cielo.

- ¡Imposible, con esta maldita niebla es imposible ver las estrellas! ¡Mierda de niebla! - Fue entonces cuando se dirigió a Lyris. - ¡Mierda de niebla! ¿No es así? Respondiendo a tu pregunta... las estrellas no son las que se pueden encontrar en una noche en Gea. Estemos donde estemos, en otro mundo, otra dimensión, otro plano o el mismo Gran Abismo, lo que está claro es que esto no es Gea! ¡Y tu chico raro, mucho agasajo con un acento ridículo pero poco aportar! ¿De dónde diablos eres? ¿Del oeste seguro, pero de dónde?

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22/09/2017, 20:04

-Me llamo Lyris. Ly-ris. Pero me puedes llamar 'mi señora' si memorizar mi nombre te cansa demasiado -replicó la maga, antes de dejar que 'el rarito' respondiera.

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22/09/2017, 20:48
Gwindra D'Pasthel

La elfa se levantó como un rayo. Posó una mano en el hombro del mentor. Está nervioso. El mejor arco del Bosque, capaz de atravesar el ojo de un orco a 200', tiene ceguera. Normal.

-Calmémonos. Todos. Apenas nos conocemos, pero si queremos sobrevivir y salir de donde estemos tendremos que permanecer juntos. Así que vamos a calmarnos-Gwindra se acerca a sumentor y dice en voz más baja, aunque audible, en élfico-Tú también Runhadir.

Gwindra se sienta de nuevo. Mira al cielo.

-Como decía Ruhandir, y él es mucho más versado que yo, estas estrellas no se corresponden con las de Gea. Estamos en otro sitio, otro plano... o en otro tiempo. Y ninguno sabemos como hemos llegado aquí exactamente. Así que propongo que recojamos todo, y empezemos a caminar.

La elfa lleva días observando el cielo. Creo que la he encontrado...

-Creo que he dado con un modo de no dar vueltas. Una especie de... estrella polar. Propongo que caminemos dejándola constantemente a nuestra derecha. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro supervivencia para haber localizado una "estrella polar".

Si me he pasado de listillo, edito :D

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22/09/2017, 22:56
Serge Leblanc

El ladrón suspiró mientras veía cómo se desarrollaba la escena. No sabía a ciencia cierta si era el hambre que empezaba a afectarles o si ya eran así desde el principio, pero como no se organizaran y tranquilizaran un poco iban a acabar matándose unos a otros a este paso.

 -Adelante, seguid discutiendo. ¿Queréis pasar a las mains ya o vais a insultaros un poco más antes de empezar a pegaros? Al menos daréis un spectacle antes de que el frío y el hambre nos maten.

Respiró hondo intentando sonar lo más tranquilo que podía.

 -Es cierto que en este manto blanc es imposible recordar qué camino tomamos para llegar aquí y sí que las estrellas no son las del ciel que estamos acostumbrados a ver. Pero gritar y quejarse no va a llevarnos a ninguna parte.

Miró a la elfa.

 -Gwindra tiene razón. Hay que recoger las cosas y ponernos en marche. Aquí sentados no vamos a conseguir nada. Y seguir una signal fija en el cielo es mejor que eso.

Se levantó del lugar en el que estaba sentado para empezar a recoger sus cosas, pero antes miró a Lyris.

 -Por cierto, Lyris, cherie es algo que le digo a todas las mujeres con las que trato. Y créeme que daría todo el oro que poseo por poder tener la cara del bâtard que me envió aquí fresca en la memoria. Piensa en esto: no tengo nada que gagner mintiéndoos en esta situación excepto mi propia muerte. Así que baja las defensas un poco, ¿de acuerdo cherie? Cuando lleguemos a un lugar civilizado ya podrás darme la patada si quieres.

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23/09/2017, 17:45
Director

Tras aquella discusión decidieron ponerse en marcha. El frío entumecía sus cuerpos y la niebla mojaba sus ropas, de seguir parados mucho tiempo enfermarían y su supervivencia en aquellas condiciones se vería muy perjudicada. Por suerte para todos ellos, mientras discutían la pronunciación de sus nombres y lo descabellado de las historias de cada uno, Gwindra creía haber localizado una manera de orientarse en un lugar tan desolado como aquel.

Prácticamente estaba segura de que había localizado una estrella polar, la estrella visible a simple vista ubicada en la bóveda celeste más próxima al eje de rotación del planeta. Seguir a aquella estrella sería la manera más fácil de trazar un rumbo más o menos coherente, quizás la única manera de poder ubicarse en aquella interminable tundra. Gwindra propuso caminar dejando siempre a la derecha aquella estrella y sin que nadie dijera nada, todos parecieron aceptar la propuesta.

Podía ser que no estuvieran del todo de acuerdo con el plan de la aquera, pero nadie tenía otro, nadie tenía una idea mejor y continuar juntos era la mejor garantía de supervivencia les gustara o no la compañía. Por ello caminaron juntos y en silencio durante un buen rato. Rundahir parecía haber recuperado gran parte de su vista y lo hacía por delante del resto. La idea de Gwindra le había parecido correcta y constantemente alzaba la vista hacia el cielo para comprobar el rumbo.

Por detrás de él marchaba la arquera, quien de los cuatro era la que parecía más entusiasmada con aquella improvisada excursión a través de la nada más blanca que jamás ninguno de ellos, incluida Lyris la norteña, habían visto nunca. Quizás estuviera satisfecha a la par que orgullosa de haber sido ella y no otro de sus compañeros de viaje quien descubriera aquella estrella reinando en lo alto del firmamento.

Algo detrás de Gwindra avanzaba Lyris, mientras que su cuervo familiar lo hacía en su hombro. Detrás de ella, a pocos pasos la seguía Serge, quien se apoyaba en una vara que acababa de encontrar. El terreno era cada vez más complicado, pues hacía algunas horas que había comenzado a nevar cubriendo las capas de nieve sobre más nieve y aunque la ventisca y la niebla habían amainado un tanto, el espesor del manto blanco ya casi les cubría hasta las rodillas.

 

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23/09/2017, 17:51
Runhadir

- Querida... - Rundahir se detuvo en seco observando el cielo. - … creo que te has equivocado con esa estrella. - Fue sólo entonces cuando el mentor de Gwindra le dedicó una fugaz mirada para automáticamente centrar toda su atención de nuevo en el firmamento y señalar aquella estrella que su aprendiz había clasificado como estrella polar. - No se trata de una estrella polar, sino de una errante. Una gran errante si quieres, pero para nada es una estrella polar. Si te fijas, se está desplazando... seguirla es una tontería. De hecho más parece una estrella errática que una errante, pues creo que ha cambiado dos veces su trayectoria desde que empezamos a seguirla.

Gwindra no había observado tales acontecimientos, aunque si Rundahi, su mentor, mucho más experto que ella en el campo de la astronomía lo decía tendría que creerle. La exploradora miró al cielo tratando de percibir lo mismo que su maestro, aunque lo cierto era que para ella aquella estrella si indicaba el norte. Seguirla seguía siendo bajo su punto de vista una buena opción.

- No puedo asegurar ese punto, ni yo mismo lo entiendo, pero... - El elfo miró ahora sí a Gwindra mientras le hablaba. - ...creería si no supiera que es imposible, que esa estrella se mueve a voluntad propia y de forma premeditada para molestarnos a nosotros.

Aquello acabó de descolocar a Gwindra, pero tanto Serge como Lyris que ya se encontraban a su altura también creyeron que aquello que decía el elfo era una completa locura. Ninguno de los dos había percibido tampoco un cambio tan extraño como aquel y menos creían posible que una estrella tratara de hacerles la puñeta a ellos, eso era del todo imposible. ¿Habría enloquecido aquel viejo elfo o era aquella ceguera parcial la que nublaba su vista y también su mente?

Por suerte dejó de nevar en aquel mismo instante. El frío que hasta ese momento les atenazaba menguó hasta que la temperatura fue bastante más confortable y ni la ventisca ni la densa bruma parecía que fueran a regresar a corto plazo. Por fin un pequeño golpe de suerte.

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23/09/2017, 22:29

-Te he dicho que no-me-llames-cherie -silabeó Lyris.

Aunque lo cierto es que pegarle una patada cuando llegaran a un núcleo civilizado era una perspectiva que le agradaba. La maga tenía una zona concreta de la anatomía de Sergei en mente a patear cuando llegara la oportunidad. De momento, sólo podía tolerar la presencia del 'rarito'.

Puso los ojos en blanco cuando Runhadir habló de estrellas moviéndose específicamente para molestarles. Definitivamente, aquel elfo era estúpido de remate. Y se suponía que era el mentor de la otra elfa. 

Estaba apañada.

Soltó un hondo suspiro para reflejar lo desesperada de su situación.

-Corax -dijo y levantó su mano enguantada.

Su familiar, el cuervo, saltó inmediatamente del hombro al puño de su ama.

-Levanta el vuelo y dime qué ves.

Lyris le ofreció un grano de maíz que Corax picoteó ávidamente antes de alzar el vuelo con un graznido. Dado que los exploradores habían resultado completamente inútiles -porque las estrellas se movían específicamente para molestarlos y desorientarlos-, era la responsabilidad de seres con inteligencia privilegiada tomar las riendas de la situación. Osease: ella.

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24/09/2017, 11:33
Gwindra D'Pasthel

Gwindra caminaba con el arco preparado ante cualquier posible presa unos pasos por detrás de su antiguo mentor. 

Al pararse Rundahir, llegó hasta su altura en unos pocos pasos. Cuando le dice lo de la estrella, niega con la cabeza.

-No, viejo. Eso es absurdo. Llevo observando esa estrella muchos ciclos. No se mueve. Joder, ¿que fuerza sería capaz de hacer algo así? ¿Un Dios? ¿Un archimago?.-Le miró intensamente- Hem Telu Mback, Yen?*-La costumbre de tantos siglos hablando en élfico hacía que inconscientemente al hablar con su maestro retornase a su idioma natal, aunque sabía que era una falta de educación e intentaba evitarlo.

Miró la estrella de nuevo. Entonces la arcana lanzó a su familiar  y meneé la cabeza. ¿Un cuervo? ¿En serio? Gwindra se encogió de hombros y silbó fuertemente. Entonces Rufus bajó como una exhalación posándose a mi lado.

-No quiero que vea a Corax y se lo coma por error. -Le digo a la arcana mientras acaricio al águila.-¿Que tal Rufus, mucho frío ahí arriba? ¿Sigues sin ver nada? -Parece algo enfadado cuando le dió un trocito de carne seca. Creo que él también está harto y quiere un conejo tierno. Pero si ni él ha sido capaz de cazar a uno....

Notas de juego

*¿Nos ocultas algo,viejo? En élfico, traducción cutre.

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25/09/2017, 00:10
Serge Leblanc

El hecho que dejara de nevarles encima no mejoraba el hecho de que seguían perdidos en aquel infierno blanco. El ladrón había apoyado demasiado alegremente la idea de la elfa de seguir a aquella estrella sin más motivos que su intuición élfica. ¿Cómo no había visto que el plan era una locura? El hambre y el frío estaban acabando con él poco a poco, estaba claro.

Claro, que lo que el otro elfo comentaba era aún más locura. ¿Estrellas que se movían deliberadamente? ¡Eso sólo salía en las historias para niños! Afortunadamente la temperatura había subido algo ahora que había dejado de nevar, por lo que el humor de Serge mejoró un poco, lo que hizo que decidiera no meterse en discusiones con el viejo elfo. Además, Lyris había enviado a su familiar emplumado a investigar la zona, por lo que tenían un plan de reserva al menos. Ojalá encontrara un reducto de civilización cerca, porque los dioses sabían las ganas que tenía de volver a pisar una ciudad. Encontrar una buena posada, darse un baño caliente, tomar una cena caliente y dormir en una cama caliente junto a una muchacha caliente. Ah, los pequeños placeres de la vida…

Mientras el cuervo exploraba, el ladrón se entretuvo en echar un ojo a su alrededor, con la esperanza de encontrar una referencia que les sirviera para encontrar un camino o lo que fuera. Y mientras miraba, se había puesto a pensar. Que igual era una tontería, pero desde que había llegado a aquel lugar helado, la nieve sólo paraba para dar paso a una niebla densa como un puré de guisantes. Y ahora mismo el clima les estaba dando un respiro. De forma súbita… Igual era el cansancio que le hacía pensar demasiado, pero aquello no podía estar pasando por casualidad.

 -¿Soy yo l'unique que ha notado que el clima ha mejorado muy de repente?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro avistar por si acaso lo necesito para ver algo que me llame la atención en el paisaje.

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25/09/2017, 09:32
Director

Cuando Rufus descendió de los cielos trajo consigo noticias acerca de lo que había visto allí arriba. Al disiparse la bruma y al dejar de nevar había dejado de hacer tanto frío como hasta el momento, pero la más importante era que había desvelado algo nuevo, algo nuevo extraño e inquietante. Rufus contó a su ama que el sol sobrevolaba el cielo en la lejanía, un sol sin luz, un sol negro.

Gwindra miró a su halcón con recelo ante la visión tan extraña e improbable que acababa de transmitirle. Era cierto que se encontraban en un lugar extraño pero un sol negro ya era algo que no estaba dispuesta a creer. Miró un momento a Runhadir, era evidente que su maestro a parte de la vista también había perdido parte de su cordura. Estaba muy susceptible desde que llegarán a ese lugar, todo parecía molestarle, hablaba a todo el mundo de una manera muy arisca, siempre a la defensiva. Lo cierto era que aquel elfo, su mentor, parecía haber envejecido cien años en unos pocos días. ¿Podría estar aquel lugar también a la cordura de Rufus?

Mientras aquellos pensamientos pasaban por la mente de Gwindra fue Corax el que descendió de los cielos para posarse sobre el hombro de Lyris. La maga se sintió satisfecha ante la cara de pasmo que mostraba la exploradora. No sabía lo que el halcón le había revelado pero segura estaba que nada que le satisfaciera a tenor de la expresión de disgusto que mostraba.

- ¿Dime Corax, qué has visto? - Preguntó al cuervo convencida de que iba a ser algo mucho más interesante que lo que Rufus le había desvelado a la elfa.

- Un sol oscuro. - Dijo el cuervo. - Lejos, muy lejos. Sobre unas montañas.

Aquello confirmaba lo que Gwindra acababa de escuchar de su halcón. En cierto modo le reconfortaba saber que Rufus no había perdido la cordura como le había pasado a su mentor, pero por otro lado la idea de un sol oscuro le inquietaba.

Los cuatro miraron en dirección al horizonte tratando de confirmar lo que las aves habían desvelado. Lo cierto fue que sus ojos para nada podían competir con los de Rufus y Corax, pues solo nieve, tundra y oscuridad veían en todas direcciones. Decidieron seguir caminando y entonces Serge sintió un profundo pinchazo en la planta del pie derecho que provocó que cayera al suelo.

Cuando comprobó la causa de aquel punzante dolor observó algo adherido a la suela de su bota. Se trataba de una concha de caracol del tamaño de un albaricoque. Ésta se había clavado en su bota atravesando la suela. La agarró para tratar de tirar de ella y unas pinzas de un color lilaceo surgieron del interior del caparazón cerrándose entorno a su dedo pulgar. Tuvo suerte de que le soltaron de inmediato y pudo retirar el dedo, pues de lo contrario se lo habría seccionado.

La herida sangraba en abundancia y manchó sus ropas. Serge se quitó la bota y se vendó la herida con un trozo improvisado de tela que rasgó de una sábana vieja que portaba en su equipo. Con sumo cuidado consiguieron arrancar a aquel cangrejo ermitaño de su botam observaron que de la concha sobresalía una punta afilada y endurecida que atravesó su bota y se incrustó en la planta de su pie, donde otra dolorosa herida palpitaba a la espera de una cura.

¿Qué hacía un crustáceo como aquel en medio de una tundra helada? Aquel pequeño y peligroso ser olía a mar, pero no había ni atisbo de éste en un sinfín de millas a la redonda. Fue entonces, al mirar a su alrededor cuando observaron por lo menos una decena más de aquellos seres concretándose alrededor de uns turbera.

Notas de juego

Escrito desde móvil... perdonad si hay incoherencias o algo mal escrito!

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25/09/2017, 12:51
Gwindra D'Pasthel

El águila transmitió a la exploradora una sensación de inquietud... un sol oscuro...sin luz. ¿Podía ser una luna?

-Rufus ha visto... un sol negro. -Informó a sus compañeros. Al ponerse de pie y mirar hacia la dirección que el ave había indicado, como el resto de mis compañeros hicieron, no vio nada.. Entonces la maga confirmó que su pájaro había visto lo mismo. Pero no conseguía ver nada extraño. Pero son dos de dos. Ambos pájaros no pueden estar equivocados.

Entonces, cuando Gwindra le va a preguntar a su mentor (aunque recelosamente, dada su actitud últimamente y su nublado juicio) Serge cae al suelo. Le ayudó a levantarse para ver como casi le arrancan un dedo. Mientras él se vendaba, Gwindra observa el extraño ser. ¿Mar? ¿Estaremos cerca del mar?

Entonces los ve moverse. Son tal vez una docena. Seres similares al que ha pinchado al pobre Serge.

-Emm mirad. Parece que tenemos compañía. ¿Serán comestibles?-dice la elfa, sacando su arco y planteándose seriamente empezar a flechazos. Aunque luego se lo replantea. Son pequeños y perderá muchas flechas, además de la dureza de su cascarón. Entonces guardó el arco de nuevo en el carcaj y sacó la espada. Una bonita espada de bella factura, regalo de sus padres por cumplir los 100 años, con bonitas letras élficas grabadas finamente en su hoja, y una empuñadura bellamente labrada con hojas de roble y un águila en el guardamanos.

-¿Qué os parece? Intentamos cazar algunos?

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25/09/2017, 14:35
Serge Leblanc

La marcha continuaba mientras los alados familiares informaban primero a Gwindra y luego a Lyris, aunque en el caso de ésta última al cuervo le pudieron entender todos.

 -Un soleil negro… Ahora empiezo a creerme lo de las estrellas que se mueven.

Y entonces el ladrón comenzó a pensar que definitivamente habían acabado en el infierno. Que debía haber muerto durante el trayecto a las montañas sin darse cuenta y ahora vagaba por el infierno en compañía de otras almas perdidas. Sólo era cuestión de tiempo que algún demonio les atrapara y consumiera sus almas.

Ese momento pareció llegar en el momento en el que un agudo dolor le invadió la planta del pie haciéndole caer en la nieve con un angustiado grito. Todo lo rápido que pudo se movió para sentarse en el frío suelo y poder examinar qué demonios tenía en el pie. Abrió los ojos como platos al encontrar a aquel caracol. Nunca antes había visto uno tan grande como ese… ¡Y mucho menos uno con pinzas atrapadedos! Menos mal que fue rápido y no le dejó quedarse con su pulgar.

Se quitó la bota y se vendó la herida mientras sus compañeras examinaban al animal. Y entonces repararon en que ese no era el único de esos bichos que había por allí cerca.

 -¿Intentar sólo cherie? Yo voto por hervirlos a todos. ¡Un caldero, un feu y nieve y tendremos un aperitivo en menos que canta un gallo!

Y tras terminar de vendarse la herida, usó su daga para ayudarse a sacar a la pequeña alimaña con pinzas de la suela de su bota.

 -Ma pauvre bota… Ahora me entrará la nieve por ella y cogeré una pulmonía. ¿Qué crime he cometido yo para que me pasen estas desgracias?