Partida Rol por web

Oís voces, como gritos en el pueblo, mientras estáis ahi pensando en si abrís el panteón o no.

¿ Qué es lo que había pasado ? Ahora la estatua estaba inerte. Sino fuese por los comentarios de sus compañeros casi parecería que nunca se había movido. El temor de Álvaro a lo sobrenatural le había sobrepasado y no podía dejarse abrumar por el miedo. Silvia y Eyck se habían recuperado rápidamente del susto. Por lo visto alguien les vigilaba con las artes del diablo.

Debían entrar en el panteón de modo que Álvaro se agachó examinando el cerrojo y con extraña soltura lo abrió en apenas unos segundos. Casi parecía que no hubiese estado cerrado.

¡ Vaya ! Uno igual cerraba un arcón en mi casa y podía abrílo sen la's llaves.

Álvaro acaba de abrir el cerrojo y se escuchan los gritos en el pueblo. Se acerca y mira curioso el origen de los gritos.

¿ Que pasa ?

La puerta se abre como si de un ladrón de guante blanco, totalmente experimentado*, Álvaro se tratase. La pequeña puerta cedió y se abrió hacia afuera, hasta golpear con una de las verjas exteriores. Ahora contemplábais el interior oscuro mientras apreciábais el olor del paso de los años en una tumba: no era hediondo, pero "tiraba para atrás". Sin duda alguna que allí había restos de toda una familia entera...

No veis nada, para ver algo necesitáis luz, fuego.

Mirando en dirección al pueblo de dónde procedía aquella algarabía

- Luego nos ocuparemos de eso. Echemos un vistazo por aquí a ver si encontramos algo - dice mirando hacia la oscuridad del panteón - eh... a todo esto. ¿Alguien lleva una antorcha? tengo yesquero para encerla pero no traje antorcha... - dice furioso consigo mismo.

- ¿Entrar? Cree... que será sensato? Además escuchando gritos desde aquí...- se gira hacia los gritos, cuando de repente tiene una idea, con la que se siente algo más segura, quedarse ella fuera. - Además, lo que estamos haciendo no está bien. Si nos ven dentro nos meteremos en problemas, ¿Qué tal si me quedo fuera y les aviso si viene alguien? - Pese a lo dicho, se suelta de un hombro la mochila, para sacar una antorcha que tiende a Van Eyck.

Van Eyck encendió la antorcha de Silvia. En esos momentos, el interior se iluminó. Notásteis un montoncillo como de "cascajos"*, completamente desperdigados, que incluso casí parecían como restos de una casa de piedra recién derruida mezclado con arena. Sin duda alguna el paso del tiempo había hecho mella. Allí no había cuerpos, ni sudarios, pues ciertamente y con total seguridad se habrían podrido grande tiempo ha.

Tirada de buscar (PER) el que quiera.

Álvaro entró intentando olvidar la estatua y a la luz de la antorcha examinaba alrededor con cuidado. Los gritos que oían maldita la gracia que le hacían pero estaba claro que ahora tenían tiempo de mirar aquel lugar e ir en pos de aquellos gritos podía dejarles sin nada que ver o descubrir allí.

Consiguió abstraerse del entorno y centrarse. Miraba a todos lados hasta que se acercó a un sitio concreto.

Mira esto dijo a Van Eyck ...

Álvaro se agachó y metió la mano entre los restos. Sin duda alguna, la profanación era total... No obstante, la antorcha prendía bien y tal que mejor pudo tocar algo y extraer una cosa. Era un libro.

Estaba lleno de polvo y envuelto en un pequeño "sudario", a modo de cadáver. Pero parecía conservado en perfecto estado.

Se acerca al lugar y examina el libro de cerca sin tocarlo

- Sin duda es muy antiguo... - sin dejar de mirar el libro dice a Álvaro - mira entre los restos a ver si ves alguna inscripción o algo parecido para ver a quién pertenecía - en voz más alta a Silvia- no te preocupes,en seguida salimos.

Sus compañeros estaban empecinados en volver corriendo al pueblo, ¡con todo lo que había por descubrir en el camposanto!

- Por favor, relájese padre, aquí todos somos siervos del Señor. No sé de lo que me habla.- cambió la dirección de su discurso hacía el señor de la Osa, la única amenaza real en esta sin razón. ¿Qué motivos tendríamos, tanto yo como mis compañeros, para realizar tal aberración ante los ojos del creador?. Mis compañeros se han dirigido a Camposanto, sí, es cierto; pero solo y exclusivamente  buscando indicios que ayuden a encontrar a Dorotea y el vil asesino de doncellas. Así que sosiegue Padre, en ese estado no ayuda a la situación del pueblo y sus parroquianos necesitan de su ejemplo.- finalizó mientras ayudaba a incorporar al clérigo.

Álvaro mira el libro. Lo cierto es que su profesión nunca le ha metido en latines y no es momento de empezar. Mira un poco alrededor tal como le ha dicho Van Eyck y luego se lo da.

Guarda mas cuida. No queremus que nos traten de bruxos.

Lo que quería decir el soldado es que según que libros no era bueno tenerlos, menos cuando podían acusarles de realizar brujerías mientras estaban en una tumba que habían forzado. No había que despreciar que habían sido espiados y que tenían la opinión de las gentes del lugar en contra. De ahí a arder en una hoguera con un poco de mala suerte no había mucho camino y Álvaro no quería recorrerlo.

Esto no es bueno, no mi gusta y señala el libro.

Álvaro insta a Van Eyck a dejar aquel lugar y si no fuera por el desmedido interés de Van Eyck se habrían marchado ya.

Salgamos.

Guardando el libro en su zurrón no puede evitar estar de acuerdo con el hombre de armas, a él tampoco le gustaba el libro, pero quizás fuese una prueba que les ayudara a encontrar al asesino de muchachas y no estaba dispuesto a dejar el libro tirado en la cripta, así que lo guardó y salio detrás de Álvaro al exterior

Una vez fuera sonrió a Silvia y dijo a sus compañeros

- Bueno, aquí ya hemos acabado, veamos de dónde procede ese griterío.

Y marchó en dirección al casco urbano.

(...) Por favor, relájese padre... -parecía la voz de Alejandro
¡¡Han ido al cementerio!! ¡¡Son profanadores!! -decía otra voz mientras avanzábais corriendo al pueblo.

En menos de lo que tardásteis en llegar, el vocerío os condujo a recorrer el centro del pueblo y llegar a una casa que despedía luz (una casa bastante grande). En la puerta y mitad de la calle había tres hombres: Alejandro, el sacerdote (que sabíais que era él porque lo habíais visto cuando lo del cadáver de la chica momentos antes) y un tipo de aspecto señorial y prominente barba, el cual parecía apesadumbrado y molesto (al mismo tiempo).

¡Helos ahí! -decía el páter- ¡Forasteros! Qué uno ha de cuidar a su rebaño contra los lobos, y no permitiré mucho menos que hagáis agravio a los difuntos ¿¡qué haciais allí, en el cementerio, sino es profanar tumbas!?

El sacerdote parecía exaltado. El tipo de la barba os miraba como queriendo desentrañar ipso facto aquel embrollo acusatorio.

- ¡NADA DE ESO ! - gritó con autoridad - somos buenos cristianos y además cristianos viejos. Tan sólo ocurre que vimos allende el camino unas extrañas luces, Álvaro escuchó un sonido que de allí manaba y nos internamos para ver qué era lo que sucedía, pensamos que quizás se hubiese refugiado el asesino de la muchacha en el camposanto, pues de todos es sabido que los lugares menos visitados son los escondites favoritos de la chusma.- contaba mientras se acercaba haciendo gala  de toda su elocuencia.