Partida Rol por web

La fria noche cae sobre las Islas Orcas mientras Hrolf entra en el salon de banquetes de Orkwood. El lugar huele a sudor, a acero, cerveza y ahumados. El olor de los hombres del hierro, a diferencia de los pateticos campesinos del continete que huelen a tierra y a mierda.

El joven Orkwood se dirige decidido hacia la mesa de la cabecera y ocupa el sillón que su hermano, aun ausente en los mares, ha dejado vacante. Mientras engulle el primer trago de cerveza desea que los traicioneros mares se hayan llevado a Harald al fondo. La estación está demasiado avanzada como para que sea seguro navegar. Si Harald no ha vuelto es por que o los señores del Norte o las olas han tenido a bien matarle.

El camino hacia el control de la  Casa de Orkwood se abre libre al joven tuerto. EL dios ahogado le sonrie piensa mientras clava los dientes a un muslo de pollo y la grasa le resbala por la barba.

Una vez que he terminado de engullir el primer tasajop de carne, paseo mi unico ojo con detenimiento por la sala.

Sentado en el sitial que preside la mesa, observo como mas de uno y de dos de los presentes, me devuelven la mirada. Y tras otro par de bocados al muslo e pollo y arrojar el hueso detrás de mi, para que los mastines puedan acabar con las sobras, levanto mi jarra e cerveza reclamando la atención de los presentes.

Y sonrío satisfecho al ver el grado de atención que despierto.

Veamos hasta donde llegan las bendiciones del Dios ahogado.

Dejo pasar unos instantes de tiempo para que mis palabras despierten mayor atención, y finalmente, digo con voz recia para ser escuchado por todos los presentes en la sala.

¡Hermanos!. ¡Aquí estamos celebrando nuestros triunfos y nuestro merecido botín arrebatado de las garras de la escoria westera!. ¡Me regocija pensar en la sangre de los caballeros del Rey loco de Desembarco del Rey!.

¡Llegara el día en que una flota de nuestros amados barcos surca en el horizonte de esa malhadada ciudad para arrasar con todo lo que se nos ponga por delante!.

Un rugido de aprobación se alza de todas las mesas. Para un autentico hijo del hierro, no hay mayor satisfacción que la posibilidad de un buen botín obtenido tras pagar el adecuado precio en sangre.

Asiento aprobadoramente al ver la reacción a mis palabras pero espero otro instante antes de continuar.

No obstante. Falta alguien entre nosotros. Y todos sabéis a quien me refiero. Mi hermano no ha regresado aun. Y los días avanzan sin que se escuche aviso alguno sobre el avistamiento de su vela. ¡No quisiera yo anunciar prematuramente su `perdida!. Pero en el caso de que suceda lo peor, espero de todos los presentes la misma lealtad de la que mi hermano ha tenido la suerte de gozar.

Y al fin le meto un buen trago a la jarra de cerveza. Pero mientras lo hago, permanezco muy atento a los presentes. Algunos rugen de satisfacción y casi me juran lealtad. Pero otros, cruzan miradas aviesas y veo como cruzan mas de un cuchicheo.

Bueno es saber de quien tendría que librarme en el caso de que el Dios ahogado tenga a bien situarme en la posición adecuada.

Te tomas una buena dosis de tragos y te sientes mas comodo en la silla. SI, quizas nunca hayas sido capitan de un barcoluengo pero con tu hermano muerto... eres el lider. Y van a aprenderlo. Más vale que se acostumbre ¿no? Aunque seguro que algun listillo va a tratar de buscarte las cosquillas. Apuras la tercera jarra de enorme y templada cerveza.

Uno de los hombres Orkwood se levanta de entre los bancos y te señala con desprecio. Es Sven, capitan del Barcoluengo "Tormenta de Verano" un veterano curtido al que los hombres jurados a los Orkwood respetan. Todo lo contrario a ti un guerrero practicamente inexperto, sus palabras levantan un murmulo de rumores aprovativos.

¿Des de cuando dejamos que un niño imberbe se siente en la cabecera de la mesa?  Tu hermano no está muerto aún tuerto. Y aún que lo estuviera no tienes ni la mitad de lo que hay que tener para comandar a verdaderos hombres del hierro. Vuelve a las faldas de tu madre antes de que te lleves una zurra.

Se planta los brazos en las caderas y escupe desafiante en tu dirección.

Excelente.

Es la palabra que se me ocurre para definir el exabrupto del pobre ingenuo que se ha dejado provocar.

Lentamente, con parsimonia, acabo mi jarra de cerveza y la deposito sobre la mesa. A continuación clavo mi único ojo en el necio que ha osado pronunciar tales palabras delante de toda la mesa y levantadome, digo con voz recia.

Creo que es hora de comprobar, Sven, si la fuerza de tu brazo es capaz de respaldar tus palabras. Por mi, aquí y ahora puede ser un lugar y un momento tan buenos como cualquier otro.

Y no puedo evitar sonreír. Ya es hora de que me gane el lugar que me corresponde. Y este pobre imbécil, va a ser el punto de partida.

Sven separa los brazos y mira a su alrededor mientras suelta una risotada.

Mirad muchachos, parece que la niña quiere que alguien le de una paliza. Ven aqui y preparate para recibir una paliza que te va a enseñar a cerrar la bocaza.

Toma la posición de un boxeador experto. Esperando que te acerques para molerte a palos.

Con una carcajada, arrojo de un golpe tanto la jarra como los restos de comida que hay ante mi y, tras alzarme de la silla que ocupo, salto por encima de la mesa para caer, flexionando las piernas, delante de Sven.

Y no, no abandona mi rostro la sonrisa burlona que lo preside.

Muy bien Sven. Eres conocido entre los capitanes de la flota por tu dureza en la batalla. Pero una cosa es destripar a pateticos westeros y otra muy distinta enfrentar en combate a otro hombre del hierro. Veamos lo recio que eres.

No tardo en ponerme en guardia y ambos, giramos el uno ante el otro esperando el momento para atacar.

El capitán suelta una risotada

Bonito paso de baile. Reservalo para tus enamorados nenita. Ahora vas a aprender un baile de hombres.

Dais la vuelta uno alrededor del otro mientras la sala queda en silencio a la espera de que empice la pelea.

La posición me es desfavorable. No obstante, para mi ya ha empezado el combate. Con los puños alzados, en guardia, no presto atención a las palabras de Sven mientras me preparo para devolver el inminente ataque.

Quizá sea el alcohol, quizá sean los gritos de animo tanto a favor de uno como de otro. Pero no puedo evitar que se me escape una sonrisa. Estoy disfrutando de la situación y, en breve, voy a disfrutar aun mas. Cuando haya soltado un par de buenos golpes sobre mi oponente.

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Sonries levemente pero Sven es un perro viejo que ha estado en peleas de borrachos des de antes que nacieras. Ni tan siquiera lo ves venir, su puño sale disperado e impacta con fuerza en tu mandibula. De repente empiezas a ver estrellas y te tambaleas en una nube de dolor. Retrocedes unos pasos tambaleantes.

¿Que pasa nena? Quieres otra ostia ¿o con esto has tenido suficiente?

Que se ha ido a la mierda, ¿no? La web lleva dias haciendo el gilipollas. Bueno sigamos adelante.

Agito la cabeza escupiendo sangre y entre dientes respondo.

Tu mismo cerdo sarnoso. Esto, lo voy a disfrutar.

 Y como un resorte, mi puño derecho se abalanza sobre el rostro de Sven impactando en toda su cara. Ahora es su turno de escupir sangre mientras que yo añado.

No iras a aflojar ahora, ¿verdad viejo?. Sigamos bailando. A menos claro, que este sea un juego demasiado recio para ti.

Tu golpe hace que el labio de Sven empiece a sangrar. Ves como el hombre mueve la cabeza algo desorientado, le has dado un buen golpe pero consigue recomponerse y lanza un nuevo puñetazo que te golpea en el lateral de la cara es doloroso en extremo.

La contra de mi oponente no se hace esperar. Nuevamente jadeo y agito la cabeza para recuperar la vision y con rapidez, descargo un nuevo golpe sobre el rostro de Sven.

Nuevamente es su turno de tambalearse mientras que, a nuestro alrededor, la algarabia parece ir en aumento.