Partida Rol por web

El rumor de la heroica actuación de la derrota de Mutilador se extendió con gran velocidad en la capital. Un soldado os convocó rápido a una audiencia con el señor del reino y os acompañó hasta la misma, mientras las voces de los aldeanos vitoreaban por vuestra victoria.

Este asunto de ese tal Señor Supremo que decís es grave, bastante grave… la mirada del barón Greigory se perdía unos instantes en numerosos pergaminos que poblaban la mesa del consejo. Aquel muchacho que asesinaron esos gigantes no era un cualquiera, era Viceroy Pellin. Un héroe, como vosotros… sus ojos se clavaron un instante en cada uno, parecía que os evaluaba como verdaderos héroes. En su juventud formó parte de los famosos Shadow Binders, ¿cómo os hacéis llamar vosotros, jóvenes?

Sin oportunidad a respuesta, el barón Zachareth intervino atusando su barba. Pensamos que su muerte no ha sido casualidad, este enemigo es listo, sea quien sea. Tenemos que asumir que está detrás de todos los miembros. El ruido del papiro os distrajo la atención de nuevo a Greigory, quien apuntaba la información que había recibido.

Koth viajaba con Pellin, ahora es Cardenal, instalado en la catedral de Kellos, en las montañas de Carth. Su mano señaló el mapa del reino con precisión, sin necesidad de mirarlo, pues mantenía enfocado al grupo, examinando cada gesto de vuestro cuerpo. Aseguraos que sigue vivo, deprisa, posee un artefacto de gran poder… el Báculo de Luz, lo necesitaremos…

A vuestro encuentro hacía la catedral, la noche os vencía y vuestra piel se erizaba, aún era pronto para tal oscuridad. Casi por instinto cada uno se aferraba con fuerza a sus armas, preparándose para hacer realidad sus temores de ser necesario. Un ruido os alertó y el filo de la alabarda de Buldar casi acaba con un novicio que se escondía tras una roca. Piedad, por favor, tened misericordia… gimió vulnerable al tiempo que relajabais vuestras hostilidades. La catedral ha sido sitiada. El Cardenal invocó la Custodia de la Llama, pero… ¡Lord Merick ya estaba dentro! Sabe que Koth sólo pueden herirle hombres de fé, por eso está reanimando los cuerpos de nuestros acólitos, ¡De nuestro cementerio! Intentaba mantener el aliento entre sollozos, pero cada suceso narrado provocaba gran tristeza y miedo en el joven iniciado. Los está enviando para asesinar al Cardenal… tenéis que encontrar el Vestigio del Amanecer para poder atravesar la custodia antes de que sea… demasiado tarde. Finalmente su voluntad se derrumbaba con vaticinar tan desafortunado desenlace.

Gracia a su nueva arma, llegaba hasta lugares que su fiel espada, ahora ne mano de su aliada, no podia llegar. Lanza un tajo al extraño ser que tenia en frente y le causa un terrible daño, pero sigue a duras penas viva.

Perrito perrito, jajaja.

De nuevo, lanza un tajo y le rebana la cabeza de la criatura.

Ja, ja, ja, pierde la cabeza por mi, VAMOS A POR ELLOS!!!

Con una furia inusitada en sus ojos, se lanza hacia el siguiente enemigo, pero este ya le esperaba y logra evitar el ataque sin esfuerzo.

Poco tardó el enano en seguir a Buldar en su carga contra aquella especie de lobos gigantescos. Pero a diferencia del caballero, el filo de su hacha se encaprichó con una presa más ambiciosa: el que parecía el líder de la manada, y que creía estar a salvo tras una zona rocosa. Tras voltear varias veces en el aire a su fiel compañera de metal, Krutzbeck se concentró en lograr que su pericia estuviese a la altura de las circunstancias, necesitando de un impacto a la vez preciso y brutal para poder salvar el obstáculo tras el que se pertrechaba su enemigo, y ser capaz de abatir a tan magnífica bestia. Su primer ataque fue todo un éxito, obteniendo además un pequeño recuerdo del lance: una imperfección en el filo de su hacha regresaba con un pedazo de carne del lomo del barghest, atestiguada su procedencia por los desgarradores gemidos del que fuera su dueño. Entusiasmado por el derramamiento de la sangre y la separación de la carne, las barbas del enano volvieron a mecerse junto al resto de su cuerpo para descargar lo que con todas sus fuerzas deseaba que fuera un violento réquiem para la criatura. Cuando las chispas formadas por el roce del acero contra la roca se disiparon, sólo quedaba al otro lado un montón de pellejos sanguilonentos cuyos aullidos no volverían jamás a atormentar a los novicios de aquel santo lugar.

Los lobos infernales surgieron de las sombras con sus ojos iridiscentes y sus gruñidos de ultratumba pero antes de que el miedo pudiera hacer presa de su corazón sus compañeros ya se habían lanzado al ataque y dieron cuenta de dos de ellos, entre otros el más grande dela manada, el alfa.

Así que se apresuró a no ser menos e invoco las fuerzas de la magia y arremolinó los hilos de la creación para generar una runa de poder a través de la cual lanzo una terrible descarga contra el otro lobo que alcanzaba a ver, pero la segunda descarga que lo dejaría fuera de combate se perdió en la oscuridad como una estrella fugaz.

Siguiendo a sus compañeros, Andira observó como cada uno de ellos empleaba todas sus habilidades en enfrentarse a esa especie de lobos, y al ver como las criaturas caían sin remedio alguno, se decidió a no ser menos que el resto, y con cuatro largas zancadas se posicionó frente al Bargesh que Quellen había herido. Seria, la discípula alzó su nueva espada, cedida por Buldar, en esos momentos a su izquierda, y de un potente y raudo mandoble cercenó la vida la criatura, arrebatándole cualquier vestigio de energía vital.

- Una hoja fantástica, Buldar. - le reconoció al guerrero con una media sonrisa.

La embestida de los héroes fue tan contundente que la criatura acorralada emitió un triste aullido ensordecedor que estremeció a los más sensibles. Peores noticias albergó la respuesta de otros aullidos desde distintas lejanas direcciones. Pero limpiar la ciudad de aquellas salvajes criaturas no era su tarea, algo que entendieron cuando lo contrario a un resplandor se produjo a las puertas de la catedral, una implosión de luz, la oscuridad devoró un instante la tranquilidad y confianza que la visión ofrece.

Quellen no estaba dispuesto a dejar que profanaran tierra sagrada y mucho menos que mancillaran a los muertos

¿Que clase de abominación se dedica a tales cosas?

La rabia le reconcomió por dentro como el fuego y no vacilo a la hora de ponerse en marcha, avanzó más allá de lo que el resuello le permitía y se forzó un poco más allá mientras en su mente ordenaba a la magia aglomerarse cerca de sus enemigos, tal fue la cantidad de magia acumulada que una explosión cegadora abrasó a sus enemigos.

¿Quieres jugar con magia? Ven a jugar conmigo Cobarde Gritó al nigromante con una rabia que no era propia de su caracter afable tranquilo y sus movimientos bien meditados

Después de asistir, complacido, a la masacre que el resto de sus compañeros produjeron, admirando particularmente la devastadora explosión que el Alto Mago desencadenó sobre los moldeadores de carne, Krutzbeck dejó a otros la labor de buscar la llave y se centró, en cambio, en intentar alisar el camino de los demás. El curvo filo de su arma silbó de forma característica, y momentos más tarde el barghest que se había dado a la huida quedaba malherido.

-¡No creas que esa puerta te va a servir de parapeto eternamente, Merrick! ¡Si hace falta, yo mismo la echaré abajo a patadas!

Los enemigos protegian la puerta con su vida, mientras invocaba a los zombis que atacarian al cardenal. Un compañeros habian actuado con celeridad, y la actuacion de Quellen con su runa magica habia causado estragos, sin menos preciar a su compañero enano. Era la hora que actuara. Avanzo hasta estar cerca del extraño perro que habia sobrevivido a los hachazos de Krutzbeck

Ja, ja, es duro de pelar amigo Krutzbeck

Lanzo un poderosa estocada con su alabarda nueva, pero el perro la detuvo con sus fauces. Si no fuera por las propiedades de tan magnifica arma, se hubiera quedado todo ahi, pero con un leve esfuerzo, rompio los dientes del can y atraveso el craneo del Barghest.

Andira admiró como sus compañeros, con el mago Quellen a la cabeza, limpiaban el camino de enemigos, y dispuesta a que dicho esfuerzo no fuera en vano, todo y el riesgo que corría, se lanzó a una rápida carrera, alcanzando al primero de aquellos seres que había sobrevivido al potente ataque del mago.

Casi sin detenerse, la discípula alzó su espada, y en un arco descendente, rajó el pecho de la criatura de arriba a abajo, sin escrúpulos y con la precisión suficiente como para que esta solo pudiera parpadear una vez antes de darse cuenta de que su vida se escapaba por la feroz herida.

En cuanto dejaron de lado los escombros, las palabras del novicio cobraron realidad. Un enorme muro de fuego os bloqueaba el acceso a la catedral. Era imperioso obtener aquel artefacto para poder atravesar el místico portal que os arrebataba la oportunidad de frustrar los planes del despiadado Lord Merick.

Vale, ja, ja, ja. Yo ire a por esa especie de cofre, dejarme alguno para mi, ja, ja, ja. El descomunal sonriente gigante se acerca al cofre y lo abre.

Vaya, por la pinta que tiene diria que es una pocima curadora, ja,ja,ja. Y algo de monedas.

-¡Vaciad los cofres de una vez! ¡De esos moldeadores ya me encargo yo!

Las palabras salían de su boca en el momento en el que se lanzaba, a la carrera, hacia el más robusto de los moldedores. Sin pausa real entre el combate con los barghest y este grupo de nuevos enemigos sus fuerzas estaban al límite, y comenzaba a faltarle el resuello. ¡Notaba incluso pesada el hacha entre sus manos! Lanzó un ataque más cargado de determinación que de verdadera destreza que lo único que destrozó, aparte de un par de piedras que había en el suelo, fue el orgullo del enano.

Sin poder dejar de jadear debido al intenso esfuerzo, se encaró a su contrincante, ajeno a las consecuencias de un posible contraataque. En aquellos momentos sólo pensaba en que no se podía permitir el lujo de defraudar al resto del grupo.

-¡Maltida sanguijuela cobarde! Para ya de dar brincos y enfréntate con algo de honor a tu adversario. Si dejas de huir como un goblin cualquiera, por mis barbas que prometo no escupir sobre tu cadáver.

Siguiendo de cerca al feroz enano, Andira vio como este erraba su ataque contra la criatura que parecía ser el lider de aquel grupo, y aprovechando que esta estaba totalmente distraída con el peligroso hacha de Krutz, se situó a su diestra, y con suma efectividad hundió el filo de su nueva espada en el costado de la criatura. Aún y así el golpe no fue mortal, aunque debía reconocer que había faltado muy poco.

- Vamos, no podemos perder ni un segundo! - gritó, espoleando a sus compañeros mientras ella misma desviaba su mirada hacia la maleza y el carro caído. - Esa cosa tiene que estar por aquí, seguro! - Quellen, remata a ese!

La explosión no fue todo lo que cabría esperar, pero no perdió resolución, había que encontrar lo que mantenía aquella barrera mágica activa y desactivarla para seguir adelante, no había tiempo, se escabullo entre los magos  y viendo como uno los moldeadores renqueaba de dolor y agotamiento hizo que la fuerza de las lineas de ley se desencadenara sobre él.

El ataque fue demoledor.

En el momento que el mago descubrió un metálico brillo entre los restos de la destrucción, entendió que el vestigio del amanecer estaba allí. Sostuvo el colgante al momento satisfecho, cuando el portal se desvanecía lentamente, mostrando ahora la intimidante figura del oscuro caballero, Lord Merick.

Parándose casi pro primera vez a considerar lo apremiante de la situación, el enano se detuvo en seco cuando estaba ya a punto de acabar con la vida de otro de sus enemigos para, en su lugar, echar a correr hacia el portal místico.

-¡No hay tiempo que perder! ¡En cuanto consigáis lo necesario para abrir romper esa barrera, a ese nigromante se le va a  venir encima una riada de ira berserker!

Suponiendo que Andira sería más que capaz de cuidar del endeble elfo, Krutzbeck se detuvo ante la barrera haciendo acopio de fuerzas para cargar a muerte contra Lord Merick en cuanto fuese posible.

No sabía bien que era lo que le había confundido, pues había hechado a correr como un poseso en el ultimo instante pero ya volvía a ser dueño de sus actos, al borde de la extenuación se lanzo de cabeza a por los cofres

Tras analizar la situación, Andira lanzó una mirada al mago, y al ver como este ignoraba a los adversarios para centrarse en la búsqueda del artefacto que podría abrirles el portal, asintió, comprendiendo que ella tenía que hacer lo mismo. Decidida, se volvió hacia la maleza y el carro, registrandolo todo deseosa de hallar aquello que necesitaban...