Partida Rol por web

La lluvia cae sobre Whiteheaven. No les ha pillado por los pelos, pero es que ¿qué puedes esperar de Inglaterra? Puedes levantarte con una mañana donde brilla un sol hermoso y, al salir, encontrarte con que las nubes de tormenta se acercan y tener que sacar el paraguas.

Por suerte, Karen tiene un plan alternativo. Como no pueden hacer magia, van a hacer cupcakes al estilo muggle y, si tienen tiempo, harán un bizcocho para acompañarlo con crema. Todo muy típico del reino unido. Rico y poco saludable.

-¿Me ayudas? Con este tiempo no te voy a dejar salir. Podría pasar cualquier cosa.

Comienza a sacar trastos e ingredientes.

-Mmm... como tenemos que hacer el frosting... quizá es mejor hacer un pastel de zanahoria y usar el mismo frosting de los cupcakes... ¿tú que crees?

Michael mira con fastidio por la ventana. Se le han chafado todos los planes del día, pero bueno... qué se le va a hacer. Tampoco es que no esté acostumbrado. En su país, el clima es así.

—Zanahoria... —repite haciendo un gesto de desagrado—. No me gusta. ¿Por qué no podemos hacer algo rico? Un plum cake, como los que hace mamá, o algo así...

El cambio de tiempo le ha desanimado un poco.

-Bueno, a mí me da igual, pero ¿tenemos de todo?

Karen busca en el libro de recetas las de los cupcakes y la del plumcake. Una vez todo organizado por ingredientes para los cupcakes, ingredientes para el plumcake y utensilios de cocina, mira a su hermano.

-Bueno, comencemos. Hagamos primero los cupcakes. Coge ese cuenco grande y comienza a mezclar la harina, el azúcar, el polvo para hornear, la sal y la mantequilla y lo mezclas con las barillas.

Continúa con las instrucciones paso a paso mientras ella se encarga de hacer el glaseado para las decoraciones.

Michael coge los ingredientes y empieza a prepararlos como su hermana le ha indicado. A los dos minutos tiene el flequillo y la cara llenos de harina, y los dedos pringosos.

—Jo, esto... se me da fatal —dice, intentando que el bol no se le escurra—. Ojalá pudiera usar magia, como hace mamá...

Mira con el rabillo del ojo a Karen. A ella se le da mejor, pero seguro que también se alegraría de poder ayudarse de la varita.

—Qué rabia que no dejen hacer magia fuera de Hogwarts. Sería estupendo para practicar... ¿Qué puede haber de malo en usar magia para preparar un bollo?

-Mamá dice que muchas cosas pueden salir mal si no se controla la magia. De todas formas, es mucho más divertido hacer pasteles al estilo muggle. ¡Luego saben mejor porque los has hecho tú! 

Sonríe. Y lo mira y amplía su sonrisa aun más.

-Aunque nadie dice que tu vayas a poder usar magia... - dice, dejando caer que va a ser un squib y que no va a poder ser mago.

Lo cierto es que Michael ya debería haber recibido la cara para esas fechas así que parece que el búho de Hogwarts se está tomando su tiempo para llevar la carta a su casa. Quizá es verdad que no vaya a llegar nunca y se tenga que a acostumbrar a hacer las cosas como un muggle pero sabiendo que hay una forma más fácil de hacerlas: la magia.

Karen acaba lo que es la masa de los cupcakes y los pone en sus respectivos moldes para poder hornearlos. Ayuda a Michael con la masa del plumcake, esparciendo un poco de harina, "sin querer", sobre su hermano. 

Cuando Karen dice aquello, Michael la mira de reojo con expresión de "muy graciosa". Piensa en algo mordaz que responderle, pero se queda callado. En realidad... no quiere pensar demasiado en esa posibilidad, porque ya le ha rondado la cabeza. Al principio intentaba no preocuparse por ello, pero es verdad que ya ha pasado bastante tiempo y todavía no ha recibido la carta de Hogwarts. Puede ser un error, claro... pero sus padres le han dicho muchas veces que es muy raro que se cometan fallos de ese tipo en el mundo mágico, y lo cierto es que Karen no ha tenido nunca problemas con la burocracia del colegio.

Sin decir nada, se concentra en seguir preparando el plumcake, tratando de despejar con ello su mente de la desagradable idea de ser un squib en un mundo de magos. Algunas veces incluso se ha reído un poco de los que han tenido esa mala suerte, y ahora siente algo de remordimiento por ello...

Viendo que su hermano no reacciona a la harina que le ha manchado "accidentalmente", comienza, con cuidado, a mancharlo más y más. Para cuando el plumcake está acabado, Michael parece de todo menos un niño. Tiene más pinta de fantasma que de otra cosa. 

-Hora de hornear.

Lo mira como un artista que mira a su obra más magnífica.

-Perfecto.

Asiente con aprobación mientras mete el plumcake en el horno a la temperatura especificada.

Michael entrecierra los párpados, un poco manchados de harina, para mirar a Karen.

—¿No te habrás pasado un poco con la harina...? —pregunta de forma capciosa.

Mientras se limpia, observa cómo el plumcake se va horneando. Aún está muy tierno y le falta mucha cocción, pero mientras lo mira Michael puede apartar un poco la mente de sus preocupaciones. El tema de la carta de Hogwarts no deja de darle vueltas en la cabeza, como si se estuviera horneando igual que el plumcake. 

—Ojalá ya fuera otoño... —murmura. 

Pensando en eso está Michael cuando se escucha un golpe en la ventana de la cocina. Al mirar, pueden ver una lechuza que lleva una carta y no es que sea una carta pequeña, no. ¿Podría ser la carta de Hogwarts? Tiene pinta. Karen abre la ventana para que la lechuza entre y entregue la carta. Le da una chuchería para lechuzas y deja que descanse.

A pesar de la lluvia que cae, la carta está intacta. Sin duda, tiene algún tipo de hechizo de impermeabilidad. La carta lleva el nombre de Michael y tiene el símbolo del colegio mágico inglés.

Al ver la carta en sus manos, Michael se queda un momento paralizado. Unos segundos más tarde se da cuenta de que su mentón cuelga y su boca está muy abierta. La cierra de golpe antes de mirar a Karen sin creérselo del todo aún. Luego, una sensación de indescriptible alivio le recorre desde los pies a la cabeza. ¡Pues claro! Era una tontería precouparse tanto, antes o después tenía que llegar la carta. Con solo haber tenido un poco más de paciencia, se hubiera ahorrado todo ese mal trago.

Sin embargo... aún no sabe qué dice la carta. Por un segundo, un terrible pensamiento cruza su mente. ¿Y si...?

"Estimado señor Cramson, lamentamos informarle de que a pesar de haber alcanzado la edad correspondiente, no ha mostrado usted señales de poseer poderes mágicos y por lo tanto, no podemos admitirle en esta escuela".

Tal vez la carta empiece con algo así, y todo su futuro esté arruinado... Traga saliva y sacude un poco la cabeza. Qué tontería. Aunque lo mejor será abrir la carta y leerla cuanto antes, por si acaso. Rasga el sobre con cuidado y despliega su contenido para leerlo, mientras el corazón le late con fuerza en el pecho.

Michael rasga el sobre con cuidado, con el corazón latiendo en su sien y las manos temblando. Nerviosismo, emoción, miedo... todas esas sensaciones pelean dentro de él, intentando apoderarse de su mente. La carta que viene dentro parece bastante gorda. Si solo le dijesen que no puede ir a la escuela no le enviarían una carta tan grande, ¿no? O es que quizá le explicaban todos los motivos para no admitirlo.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Gregorius Dean.

Querido señor: Michael Cramson

Parece que la carta realmente es de Hogwarts y que lleva su nombre. También podría ser una broma de Karen, pero la lechuza parece bastante cansada y mojada por la lluvia. Karen no sería capaz de preparar una broma así, ¿no? O podría haberle pedido ayuda a alguno de sus amigos de Hogwarts. Al fin y al cabo, lleva 2 años allí y le gusta fastidiarle.

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,
Tabatha Smith
Subdirectora

Eso es lo que dice la primera página de la carta. La letra es bonita y con estilo. Casi mágica. Seguramente, lo sea. 

Lee la carta cuatro veces, una detrás de otra sin interrupción. Cuando termina, alza la vista y mira a Karen con una débil sonrisa en el rostro. Ahora sí, la sensación de alivio le envuelve como una sábana cálida y las manos empiezan a temblarle por la tensión acumulada que empieza a liberarse.

—Menos mal —murmura, aunque enseguida se recompone—. Qué raro que haya tardado tanto, ¿no?

Vuelve a leer el texto, con más tranquilidad, y luego rebusca en el sobre para ver qué más hay dentro. Era un sobre muy grueso para contener solo esa página. Seguramente sea la lista de las cosas que necesita, a Karen se la mandan también todos los años. Y quizá haya algo más para los alumnos nuevos.

Karen se encoge de hombros.

-Quizá han tenido problemas... o quizá es que estabas ahí, ahí y no sabían si mandártela. De todas formas, ahora estarás bajo mi mandato, de nuevo... - sonríe.

Michael encuentra otra hoja de pergamino donde, efectivamente, sale una lista de los libros. Hay otra hoja donde incluye el material obligatorio de cada alumno.

Uniforme
Los alumnos de primer año necesitarán:

• Tres Túnicas sencillas de trabajo.
• Un sombrero negro puntiagudo para uso diario.
• Un par de guantes protectores.
• Una capa de invierno.

Libros
Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

• El Libro Reglamentario de Hechizos Miranda Goshawk
• Una Historia de la Magia, Bathilda Bagshot
• Teoría Mágica, Adalbert Waffling
• Guía de Transformaciones para principiantes, Emeric Switch
• Mil Hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore
• Filtros y Pociones Mágicas, Arsenius Jigger
• Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, Newt Scamander
• Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentim Trimble

 Resto del equipo

• 1 varita.
• 1 caldero de peltre número 2.
• 1 juego de redomas de vidrio o cristal.
• 1 telescopio.
• 1 balanza de latón. Los alumnos también podrán traer una lechuza, un gato, una rata o un sapo.

SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS ALUMNOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS

Parece que todo es real.

-De todas formas, aunque no te hubiesen aceptado en Hogwarts podrías haberte quedado con tu amiguita. Esa chica tan mona de EEUU. 

Michael pone los ojos en blanco cuando Karen dice eso.

—Supongo que tendré que prepararme. Ahora podrás chincharme durante todo el año, no sólo en verano. Y lo de Aylin es una tontería...

Pero la sonrisa no se le va de los labios. El alivio que siente es tan grande que tiene ganas de salir a volar para celebrarlo. Sin embargo, ese pensamiento le hace darse cuenta de algo no tan agradable.

—Jo, no puedo llevar la escoba —se queja—. ¿A partir de qué curso se puede montar en escoba, Karen?

Alza una ceja.

-¿Tu amiga es una tontería? No me gustaría ser tu amiga. Por suerte, no tengo que serlo... solo tengo que ser tu hermana.

Comprueba como están los muffins. Parece que ya están casi hechos. No necesitan tanto tiempo de cocción como el plumcake. Abre el horno y comprueba que los muffins están bien horneados y los saca para que se enfríen. Mete el plumcake y comienza a contar el tiempo de nuevo.

-En segundo se hacen las pruebas para los equipos. En primero hay clases prácticas de Vuelo. A veces ha pasado que alguien vuela tan bien en primero y tiene tal talento natural que ha conseguido entrar en el equipo en primero.

Le mira de arriba a abajo.

-Aunque no se yo si es tu caso.

Frunce el ceño con fastidio al mirar a Karen.

—Me refería a lo de "tu amiguita" —gruñe—. No es mi amiguita en... en ese plan...

Vuelve a leer la carta con un atisbo de esperanza, pero se esfuma enseguida.

—Tampoco pretendía jugar al quidditch ya en primero, pero jo... por lo menos esperaba poder volar de vez en cuando.

Exhala un suspiro, esperando que aunque no pueda llevar su propia escoba, por lo menos le permitan montar en alguna de las del colegio. Quizá tenga que conformarse con volar sólo en las clases de la asignatura, pero si es así, va a echar mucho de menos la sensación del viento en el rostro al volar a toda velocidad.

—Son un montón de libros. Tengo ganas de ver el Callejón Diagon.

-Mmm... a lo mejor es que no te gustan las chicas... porque ella es muy mona.

Se encoge de hombros. Tampoco es que le importe demasiado. Cada uno tiene sus gustos y el mundo mágico está lleno de gente excéntrica. 

-Si has venido cada año al Callejón. Aunque yo también estaba emocionada de ir solo para conseguir todo lo que nos piden. 

El Callejón siempre es difícil de olvidar. Sobre todo cuando se ve por primera vez. Ellos, al ser familia de magos, han ido varias veces a comprar allí. Sobre todo ahora que tienen que ir a comprar todo el material de Hogwarts desde hace ya 3 años. Además, hay cafeterías y heladerías que están muy de moda en el mundo mágico.

Michael está a punto de gritar que sí que le gustan las chicas... pero eso sería darle una victoria fácil a Karen, y más munición para meterse con él, así que no dice nada y se conforma con mirarla ceñudo. Luego piensa en el Callejón Diagon.

—Ya, pero siempre me gusta ir —dice—. Hace mucho que no veo la tienda de escobas, seguro que tienen modelos nuevos.

Entonces se da cuenta de algo.

—Jo, otros años iba con papá a ver las tiendas y a comer un sorbete mientras mamá te llevaba a comprar tus cosas. Pero este año tendré que comprarme cosas yo también...

Y encima se tendrá que hacer la túnica. Quizá ese año el Callejón Diagon no sea tan divertido...

-Bueno, el Callejón siempre tiene cosas divertidas. Pero esté año, antes de la diversión, tendrás que trabajar. Y es más divertido cuando tienes amigos que también van el mismo día que tú. Aunque... ese no es tu caso.

Sonríe. Algún día dejará de meterse con él. Pero ese día aun no ha llegado.

-Supongo que mañana o pasado iremos de paseo con los polvos flu. Lo más guay es conseguir tu varita. La varita sabe qué clase de mago eres. Aunque seguro que tú serás de los empollones.

Ella habla mucho, pero está en Ravenclaw, la casa, por excelencia, de los empollones. Y bastante estirados, para ser sinceros. Al fin y al cabo, muchos se consideran los más listos y los mejores.

Lo de los polvos flu le anima bastante. Siempre le ha parecido una forma guay de viajar, y la idea de estar a punto de tener su primera varita también le llama mucho la atención.

—Espero que sea de pelo de unicornio —dice—. Parece ser que son más sencillas de usar...

No quiere decirlo en voz alta, pero la verdad es que le preocupa que no se le dé bien ser mago, y sería un bochorno enorme que destrozase algo en clase porque la varita se le escapara de control.

—Bueno, seguro que podrás aprovecharlo para meterte más conmigo en la Sala Común y todo eso... pero aún así espero ir también a Ravenclaw.

Tendrá que aguantar que su hermana se burle más a menudo de él... pero es un precio pequeño a cambio de tener cerca a alguien conocido al llegar a Hogwarts. Aunque claro, eso tampoco lo dice.