Partida Rol por web

La planchette se queda quieta. Cualquier ente que moviese el objeto se ha retirado.

Todo se queda en silencio, salvo las redes sociales que vibran de emoción.

Luisa miró de reojo los comentarios y los likes. Los corazones fluían y fluían, parecía que todo había salido bien. Aún así, una sensación de malestar y nerviosismo seguía apoderándose de la geek. Tomó aire ye volvió a enfocarse.

— ¡Guadalupe se ha ido chicos y chicas! Parece que se ha retirado a descansar y hemos vivido una experiencia Halloween de lo más emocionante — dijo intentando no parecer forzada —. ¿Os parece que nos vayamos despidiendo de nuestros acompañantes? ¡Sara, Daniel, Alberto! — dijo enfocando a cada uno de ellos.

Daniel sonrió con un sentimiento entre alegría y alivio. Por fin habían dejado este juego de locos y estarían más lejos de ganarse una buena multaza si les pillaban.

—¡Este cementerio está limpio! —imitó a la viejita de Poltergeist; un broma inconsciente, sin darse cuenta de que después de aquella escena, los fantasmas surgen más feroces—.  Ni nu, ni nu, ni, nu nirinini —tatareó la canción de los Cazafantasmas.

Después, observo el chat, a ver cuántos fans se había ganado con sus tonterías.

Alberto no estaba tan convencido. Tenía un mal presentimiento pero no dijo nada. Ya no sabía si era el nerviosismo de lo ocurrido el que nublaba su juicio o estaba en lo cierto pero algo no iba bien. Se levantó con el cuerpo algo engarrotado por la tensión y recogió su máscara del suelo. El escepticismo de Daniel le molestaba, pero también era el principal motivo por el que se sentía atraído hacia él. 

-Olvídalo - se dijo descartando aquellos sentimientos que tanto se esforzaba en ocultar - Si no llegamos a mañana con vida... - dijo un tanto dramático a la cámara pero prefirió no terminar la frase. Trató de fingir una sonrisa para restarle importancia a todo y miró a su alrededor tanteando el cementerio. 

A Sara le dio la risa algo nerviosa con la tonadilla de Daniel,  se colocó delante de las cámaras, buscó de muy adentro suyo un valor que no sentía, puso caras grotescas, sacó la lengua, acercó mucho el rostro al visor, riéndose, y finalmente se apartó un poco.

-¡Eso! La misteriosa Guadalupe se largó, se marchó a descansar y nosotros nos vamos a pirar, jajaja. -Le salió un pareado.

Pero arrugó el entrecejo con la frase lapidaria de Alberto. Le lanzó una piedra, en broma.

-No seas idiota, Alberto. No asustes a nuestra audiencia. Venga, nos vemos otro día, gracias por haber "venido". ¡Ciao!

Se puso en pie, again, ya dispuesta a largarse de manera definitiva. Sin separarse de sus tres amigos.

¿Qué es lo que vais a hacer?

Hacía ya un rato que la planchete no se movía y era ridículo seguir con los dedos ahí plantados, así que los guardó en sus bolsillos. El temporal pareció calmarse, aunque todavía sentía frío. Estaban pasando más tiempo de la cuenta allí, con tal de dar a la audiencia lo que quería.

—Ahora sí, ¿no? Vayámonos por ahí a otro lado —dijo con desgana—. Estoy más cómodo en un parque o ya pa casa, que quiero sobar. Veníos si queréis, mis padres no están en casa.

La habitación de Daniel era muy grande con mucha comodidad y una doble cama de reserva. Era un chalet lujoso con una seguridad medida centímetro por centímetro. Por el camino podían comprobar si había una "posada".

Luisa cortó la transmisión, después tendría tiempo de ver las estadísticas y todo lo que había generado. Estaba un poco preocupada por lo que había pasado, así que no tenía mucho ánimo para celebrar nada por el momento. Guardó su móvil y suspiró hondamente para poner los brazos en jarra.

— Joder tío, vaya mal rato — confesó haciéndose un poco pequeña. Ya no era esa líder Youtuber —. Vamos a recoger esta mierda y vámonos de aquí. Gracias por darme bola, os debo unas cervezas, habéis aguantado el tipo de puta madre. Pero ya os digo que no tengo nada que ver... — dijo con tono serio y sincero —. Esto se ha movido solo.

La idea de Daniel le pareció bien.

— Me gusta esto, me gusta eso... ¿Venís? — dijo a Sara y Alberto. Este último estaba un poco afectado.

¿Vais todos a casa de Daniel? ¿Qué compráis para continuar con la noche? ¿Cómo es la casa?

Luisa se lo pensó mejor.

— Qué coño, os pago las cervezas ya. Tú pones la casa y yo la bebida. Venga, ¿os parece? ¡Y unas pizzas! Os habéis portado de lujo, os lo debo.

Pasarían por cualquier tienda de camino para pillar cervezas y algo de comer.

-Me lo creo, Luisa, que se ha movido solo, bueno, con nuestra energía espiritual o eso, ¿no? Jaja. Vale, ha sido una pasada, pero no veas, con Guadalupe. Tengo la piel de gallina.

Sara no pensaba repetir.

El plan estaba guapo. Sí, pizzas, cerveza, charla intrascendente, bromas y risas. Bueno, seguro que Alberto sacaría el tema y hablarían de esta noche. Sara quería pasar del tema, por lo menos durante esta noche, ya reflexionarían mañana sobre lo sucedido.

-Me apunto. ¿Tienes ron, ginebra, Daniel? Quiero pillar un pelotazo de la hostia y luego a sobar hasta el fin del mundo, jajaja. ¿Alguien tiene maría?

—En casa no hay maría, jaja —le matarían—. Hay un mueble-bar, pero sí, agradezco que lo traigáis porque notarán si nos terminamos las botellas.

La casa era grande, ya habían estado allí. Daniel tenía unos padres con los monederos muy anchos. A esas horas, la fachada estaba oscura y solo se veían algunas decoraciones en las ventanas tras una luz tenue. Al entrar en el jardín, las luces se encienden automáticamente, enseñando otras decoraciones que estuvieron allí toda la temporada de Halloween.

Por dentro habría más decoraciones diversas entre tanto espacio en el que sentirse liberado.

—El baño está donde siempre, por si todavía estáis cagadas, jajaja.

Alberto no tenía ganas de ninguna fiesta pero tampoco quería estar solo después de aquello. Aún tenía los nervios a flor de piel y le iba a costar mucho dormir tranquilo aquella noche. Seguía pensando que Guadalupe no se había ido así que era indispensable enterrar el tablero.

- Va - dijo aceptando la oferta de Luisa -  pero tenemos que enterrar esa cosa , aunque sea en tu jardín - insistió mirando a Daniel señalando la Ouija -  Si le ponemos un trapo blanco untado en agua y sal mejor. 

Su cerebro conspiranoico estaría algo más tranquilo. 

Música, alcohol, conversaciones amenas y risas. ¿Qué más pueden pedir estos amigos?

Pasado un buen rato te das cuenta de una cosa. La chica que se parece a ti, de pelo oscuro y maquillaje de catrina, entra a la cocina.

- Ayudáme...

Daniel bostezó, aunque tampoco se negó a las peticiones. Si iban a traer comida y cerveza podía quedarse despierto un rato más. Se quitó las playeras y las dejó a un lado para andar descalzo. También se desabrochó algunos botones de su camisa que ya le apretaba el cuerpo. Si no fuera porque había chicas delante, hasta se desnudaba ahí mismo.

—Sentíos como en casa, ¿eh? —les dijo—. Voy al baño, poned netflix o la play, así hacemos algo.

Alberto quería seguir con el tablero, pero Luisa ya no seguía transmitiendo.

—Luisa, ¿vas a hacer shorts o algo? —preguntó lo más probable, antes de responder Alberto—. En la cocina está la sal y si no ves trapos ahora te doy uno del baño. Pero espera a que tomemos algo, ¿no? —sonrió, si no era con bebida, pasaba.

Luisa se había quitado un peso de encima. Por un momento, sonreía sin darse cuenta de haber salido de aquel cementerio y poder disfrutar con los demás. No quería pensar mucho en lo que había pasado, así se bebió un par de latas con buen ritmo para ponerse a tono rápidamente.

— ¡Joder, Dani! — exclamó tras un silbido — ¿Vaya casa, no? La próxima vez venimos aquí, esto sí que es una buena casa digna de un Youtuber y no mi cutri-apartamento — dijo sonriendo y asombrada.

La geek se dejó caer en el sofá con los brazos abiertos mientras suspiraba. Sabía que había hecho buena caja con el directo y estaba más que agradecida con Sara, Daniel y Alberto.

— Oye tío, ¿te encuentras bien? — le preguntó a este último.

Se pusieron cómodos mientras se disponían a preparar la cena. Estaba en la cocina cuando escuchó a Daniel pedirle algo, pero Luisa no contestó. Salió lentamente al salón donde estaban todos, blanca.

— Guadalupe... — dijo casi tartamudeando sin poder girarse hacia la cocina — Guadalupe... está ahí dentro...

Sara flipaba con la casa de Daniel –Tío,¿por qué nuncas nos has invitado? – Bueno, quizás no eran tan colegas, o no podía. A saber.

Se puso cómoda, descalza, preparó ron cola para cada uno. Con su rodaja de limón y bien cargados.

-¿Hay algo para picar? Poned música, va.

Y ahí estaba, en medio de la sala de estar, bailando con el punto que ya empezaba a notar y otra dosis de ron, cerrados los ojos, la música fluyendo por su cuerpo bien formado.

Y en eso que sale Luisa con otro de sus rollos.

-Tía, para ya, estamos hasta el coño de la broma. –Sara no le hizo caso alguno, se bebiño de un trago su ron cola y se dispuso a prepararse otro.

Todos aquellos que miráis hacia la cocina podéis ver a la mujer que todos vuestros seguidores vieron en el cementerio.

Cae de rodillas y comienza a llorar, tapándose la cara.