Partida Rol por web

- Hijos de puta – dice una voz desde adentro del camión, mientras por la puerta de atrás se asoma un policía, el ultimo en quedar, armado con una Beretta, apuntando directamente a Roupert. Puede ver como jala del gatillo y la bala sale expulsada hacia el. También puede ver como el tipo esta mortalmente asustado, pese a los insultos, las manos le tiemblan, y la bala va a parar contra la luneta delantera del auto en el cual habían llegado los atracadores.

- Aquí el único hijo de puta que hay eres tú. Así que puedes ir soltando el arma si no quieres acabar con un balazo en la cabeza, me oyes? - Dice James en voz alta intentando intimidar al policía.

- Tienes dos opciones, o rendirte o morir. Tú decides "amigo" - Esta ultima frase suena un tanto desafiante

Te voy a dar 5 segundos para que salgas del furgón y hagas lo mismo que tus compañeros. Cuando llege a cero, le pegaré un tiro al más mayor y después volveré a empezar a contar. CINCO, CUATRO, TRESS,

Vladimir sabe que el tiempo es primordial, que no pueden perder valiosos y escasos segundos negociando. Hay que actuar, pero eso se le esta pagando, así que sin dudar, con rifle en alto y apuntando hacia el camión, mientras sus compañeros tratan de intimidar al policía, Valdimir jala del gatillo sin pestañear.

Los gritos de James y el conteo de Nate se ven interrumpidos por el estruendo provocado por el rifle de Vladimir. El ruso dispara sin pestañear, para sorpresa de todos, sin dejar reaccionar al policía.

La bala le da directamente en el hombro, el único que deja a la vista, aquel cuyo brazo sostenía el arma.

El tipo hace una mueca de dolor mientras se inclina hacia un costado y deja caer la pistola. La sangre comienza a brotar de la herida y mancha su camisa blanca mientras intenta evitar la hemorragia apretando con fuerza, mas como una acto en reflejo a aquel dolor que por fines prácticos en si.

El sonido de aquel disparo se extiende por todo el túnel hasta desaparecer por completo, precedido solo por el grito del policía herido.

Los otros dos oficiales, los mas jóvenes, se aprietan mas contra el suelo, o eso parecen intentar, como esperando que en cualquier momento alguno de los disparos vaya en esa dirección.

McDouglas había jugado a eso antes: era como cuando, siendo un crío, le tocaba defender portería en los partidillos de futbol con los muchachos del barrio. Rupert cerraba los ojos con fuerza y hacía la estatua mientras el delantero contrario se disponía a lanzar el penalty.
A veces el balón iba fuera. Otras veces, dentro. Y las más de las ocasiones - los niños tienen mucha mala leche - el hijoputa del crío chutaba apuntando al cuerpo del pobre y asustado McDouglas.

Esto era parecido. ¡Qué cojones "parecido"!..., era exactamente lo mismo. Rupert se quedó quieto, paralizado, sin ser capaz de reaccionar mientras el tipo del furgón le disparaba...y sólo abrió los ojos cuando el sonido de los dos disparos se perdieron en el túnel. El irlandés estaba vivo. Intacto. Las manos que aferraban el fusil se aflojan y lo dejan caer.

- Se acabó la liga, cabronazo...- acertó a decir. El ruski Volkov -menos mal- tenía los nervios de una patata y ya le había calzado un tiro en el hombro al tipo que quedaba en el furgón. McDouglas aprieta los dientes y advierte que la pistola yace ahora en el suelo. Se acerca con paso firme - o todo lo firme de lo que es capaz - y aparta la pipa con el pié. Lo que sucedió después habla la confianza que Rupert tiene en sus puños contra la cara del pobre infeliz. Uno, dos , tres, cuatro...

..., hasta que no vea un rostro bien desfigurado, McDouglas no piensa parar. Había estado demasiado cerca.

Empiezo a sacar las bolsas. Venga joder, vámonos.

Mientras el tipo que que esta dentro del camión todavía se lleva la mano al hombro y chilla como niña, Rupert salta dentro y haciendo honor a su fama golpea brutalmente al desdichado individuo.

Un golpe de un tipo tan fuerte como Rupert es suficiente como para dejar a aquel tipo fuera de juego. Rupert puede sentir como el pómulo de aquel tipo cruje bajo su puño al asestarle aquel golpe. El policía no hace mas que soltar un gemido seco antes de golpear la cabeza contra el piso del camión.

Todavía esta vivo, incluso consiente, pero aquel golpe le hace plantearse de nuevo solo el echo de abrir los ojos, siquiera se anima mover un dedo. No dice y hace nada, parece completamente resignado acerca de su situación, esperando a que se lleven el dinero cuanto antes y evitar mas disparos y golpizas.

- No... no.... - dice débilmente mientras de su boca brota algo de sangre, aunque parece estar exagerando bastante su situación, seguramente para no demostrar que en realidad esta mortalmente asustado como para volver a intentar alguna estupidez.

Al entrar al camión se pueden ver varios contenedores, todos ellos con llave, cosa que a esa altura no debería ser un impedimento. Aunque claro, queda solo minuto y medio para tomar todo el dinero, ponerlo en los bolsos que hay dentro de los coches, buscar la puerta y salir de ahí antes de tener a toda la policía detrás...

Sin preocuparse por sus compañeros o por los policías el rubio busca todo lo rápido que puede entre las ropas de los policías las llaves que abran los contenedores de dinero. Tenían que tenerlas a la fuerza...

Id preparando las pistolas, si no tienen llaves habrá que pegarles un tiro a las cerraduras, a ver si ceden.

-¡Hey, “Genio”! - le dice a Simón llamándole la atención mientras le muestra el manojo de llaves que le había sacado al guardia hace instantes y había utilizado par abrir la parte trasera del camión.

No dice mas, solo muestra las llaves y se lanza dentro del camión a toda prisa, sin preocuparse demasiado por el policía herido al cual Rupert le acaba de propinar un buen golpe.

De manera atropellada, tratando de mantener la calma, James busca entre el manojo de llaves la correspondiente a los contenedores. Tiene que probar con dos antes de dar con la indicada, y al abrir uno de ellos sus ojos se iluminan mientras su boca se abre levemente – puta madre... - es lo único que puede decir.

Dentro se encuentra el dinero. Billetes de a cien perfectamente empaquetados, sin marcar, reunidos en fajos de a cinco mil dolares cada uno.

-Nada mal para medio día de trabajo – dice James con media sonrisa en el rostro, aunque no se pueda ver por el pasamontañas - ¡Vamos! - dice mientras se pone de pie, como saliendo de la hipnosis generada por el dinero – ¡tenemos poco tiempo y hay que cargar todo esto! ¡ Traigan los bolsos, que alguien busque la puerta de salida! - grita y ordena desde aquella parte del camión mientras rápidamente se dedica a abrir el resto de las cajas.

Aquella tensión esta de mas justificada, falta poco mas de un minuto para que toda la policía de la ciudad les caiga sobre ellos, y no es buena idea que eso suceda estando tan cerca de lograr el trabajo.

Vladimir, mientras tanto, se mete entre los autos y revisa las paredes en busca de la puerta.

- ¡Vamos, vamos, que nos estamos tardando! – avisa a los demás mientras mira su reloj y corre unos metros hacia el norte, lugar en donde tiene que estar la vía de escape.

Acerco las bolsas y empiezo a meter los fajos a toda velocidad en ellos. Venga, vámos, esto ya está hecho.

El rubio vuelve rápidamente al furgón cuando Owen le enseña las llaves y se dedica a coger rapidamente la pasta, preparado para salir por patas en cuanto todo el dinero estuviera en las bolsas.

Rápido, rápido, rápido...

McDouglas, con la adrenalina revolucionada por la sangre y el dinero, le dá un par de rudas palmadas al hombro de Owen...para salir del furgón arrastrándose hacia atrás. Con rapidez, recoge el fusil y se lo acomoda a la espalda, ajustándolo con la cinta.
Para ese entonces, Malone ya ha acercado las bolsas y Rupert se acerca nuevamente al culo del blindado. Según Nate va retirando y embolsando la pasta, el irlandés las saca del vehículo, coge la primera (imitando la operación que realizó con el fusil) y deposita el resto en el suelo.

-Esto es la reostia...- masculla apretando los dientes como si se hubiese enchufado cuatro lonchas de farlopa. Con celeridad, avanza hasta la posición que ocupa Vladimir.

Vladimir se encuentra frente a una puerta metálica, de chapa y bastante oxidada, a unos diez metros por delante del blindado.

- ¡Aquí esta! - grita al grupo mientras la abre de una sonora y fuerte patada, para luego volver e dar una rápida ojeada al reloj – mierda... ¡Cincuenta y cinco segundos! - grita desde la puerta a los demás.

El grito resuena en todo el túnel y aquel numero pone en alerta a todos. La adrenalina comienza a subir, el tiempo comienza a acabarse, la policía llegara en cualquier momento, ya se la puede escuchar, a lo lejos, a través de los edificios, fuera del túnel. Se acercan.

James termina de abrir los últimos casilleros y comienza a meter todo el dinero en uno de los bolsos - ¡rápido, mierda, rápido! – se dice mientras pone los últimos billetes dentro del bolso negro.

-¡Ok! - dice mientras baja de un salto del camión, con el bolso colgando del hombro y el fusil en mano, mientras se dirige al coche – ¡saquemos el culo de aquí, rápido! – dice mientras toma la Bazooka del auto, con la única mano libre, y corre hacia la posición en la que están Vladimir y Rupert, parándose a unos metros de ellos y esperando a Nate y Simón.

-¿!Esta es la salida¡? - Pregunta a Vladimir sin mirarle, observando hacia el lado del camión y la entrada del túnel – ¡eh, ustedes! - le grita a los policías antes de recibir respuesta, mientras levanta el fusil y les apunta – ¡no dije que se muevan!, ¡quietos, que aun los tengo a tiro, hijos de puta!

Las amenazas funcionan a la perfección.