Partida Rol por web

En respuesta a su última misiva. Los dones del Forastero no son otorgados a cualquiera. Él es quien decide entregarlos o quitarlos a voluntad. Si sigue buscándole, acabará perdiendo la cabeza como lo hizo Sokolov en sus viajes al continente de Pandyssia. Pero si sigue interesada, en Dunwall hay aún algunos con su marca, como Daud, el líder de los Balleneros. Pero la mayoría están muertos, como aquel niño de los suburbios, o han enloquecido, como le pasó a Vera Moray, conocida ahora por Doña Andrajos.

Tal y como acordamos, esta será mi última carta. El último pago lo efectuará del mismo modo tal y como ha hecho hasta ahora y en la fecha acordada. Destruya esta carta o acabará metiéndose en más problemas de los que puede gestionar.

firmado... B   

Horas después, mientras el denso y tóxico humo del cigarrillo llenaba sus pulmones, Vladko se permitió dejar la mente en blanco tumbado en uno de los repugnantes sofás del piso franco. Su cuerpo le pedía tregua después de la lucha y la posterior carrera por las calles de Dunwall. A su alrededor se escuchaban las conversaciones de sus compañeros y los quejidos, apenas audibles, de los compañeros que estaban heridos. Al menos estaban vivos y podrían ver el amanecer del día siguiente. Había sido un éxito, o al menos eso pensaba él: habían dejado huellas que apuntaban al competidor de la contratante, a todas luces parecía un atraco que no había sido nada delicado en los que habían sido asesinados algunos Decanos y un Guardia. No dudarían en identificar sus máscaras, pero no el verdadero motivo de su visita. ¿Y luego? La Abadía haría su trabajo.

Ahora sólo quedaba esperar.

Tenían que conseguir más dinero, equiparse para la verdadera misión. Hablar con los comerciantes del mercado negro.

Sólo se atrevió a leer la carta cuando se encontró a solas, asomado a uno de los escasos balcones del piso franco, mientras el sol arrancaba tímidos destellos del horizonte. Lentamente, leyó cada una de las letras y sonrió, travieso. Así que no era tan inocente como prometía. Esto a todas luces es una baza a tener en cuenta.

Guardó la correspondencia entre sus cosas privadas, deseando no encontrarse nunca en situación tan comprometida como para tener que necesitar algo así.

Al ver que llegaban sus compañeros, Sara ya tenía bien vendada su pierna, mientras que veía como su compañero era incapaz de tratarse. Pero lo más importante en ese momento era la recuperación de su arma, por lo que extendió su mano hacia Matka, esperado recibir su cimitarra de vuelta.

Las horas pasaban lentamente mientras Elian, tendido en aquel viejo camastro del piso franco, escuchaba de fondo las conversaciones dispersas de sus compañeros. Puede que hubieran conseguido su objetivo pero ¿a que precio?. En un instante todo se les había ido de las manos. Las misiones siempre eran así: todo parecía estar bien y, de pronto, todo cambiaba y se ponían las cosas muy feas. Pero al menos.... habían conseguido salir todos con vida.

(...)

La deflagración de la maldita granada había hecho trizas la sala. Por suerte para Elian un simple gesto le había permitido saltar detrás de aquella vieja mesa que paró la gran mayoría de los cascotes que saltaron hacia todas direcciones. El humo era denso. Tras unos instantes en que en sus oídos solo sonaba un pitido, pudo recuperar el sentido de la escucha, para descubrir unos pasos que se alejaban rápidamente por el viejo pasillo. Se incorporó. La ventana ya no estaba. En su lugar sólo había un boquete.

-¡Ayuda! - escucho gritar angustiada a la ballenera. Dio unos pasos entre los escombros esparcidos por todo el lugar y la vio. La cara desfigurada en la que sólo quedaba media máscara, diversas heridas en su cuerpo y, donde debía haber una mano, solo quedaba una mezcla de músculos y nervios sanguinolentos. Con la otra mano se aferraba desesperada al mástil que, años atrás, debió sostener algún tipo de estandarte ceremonial. La granada había caído justo a su lado.

-¡Aguanta Jane! - tuvo tiempo de decir un magullado Elian mientras escuchaba un craaaack proveniente de la pared y veía como aquel trozo de hierro empezaba a curvarse hacia abajo. Su vista se desvió hacia la nada. Diez pisos les separaban del suelo. Trató de aferrar el mástil pero Jane ya había notado como su mano se escurría hacia abajo lentamente. -¡Agárrate fuerte Jane, no te sueltes!- fue lo único que le pudo decir antes de que el mástil cediera del todo y, con los ojos inundados de lagrimas, vio el rostro de pánico de la ballenera precipitarse al vacío.

Un recuerdo que su mente guardo para siempre....a cámara lenta. En aquel justo instante se juró que nunca perdería a nadie mas.

(...)

Elian movió nerviosamente la cabeza. Debía dejar su mente en blanco de todos aquellos recuerdos que se agolpaban y luchaban por volver. Lentamente cambió de posición en la cama y se tapó un poco.

Ahora sólo debía pensar en recuperarse de aquel fuego que abrasaba su pecho.

Al encontrarse con sus compañeros, Maevis se acercó a Elian que parecía el más aturdido de los dos, lista para intentar tratarlo, o al menos hacer algún apaño a su compañero.

Frunció el ceño. Probablemente la misión había sido un éxito, pero Elian estaba herido, Sarah también... Y aún necesitaban más dinero para poder encarar su principal tarea. Chasqueó la lengua, con cierta molestia.

- Elian, ¿cómo estás? ¿Qué te has hecho? Déjame revisarte... - dijo acercándose al ballenero. - Sara, tu también ¿es grave?

Mientras esperaba su arma de vuelta, Maevis preguntó por su estado, pero Sara quitó importancia al asunto.

- solo un raaguño - miró a Vladko sonriente, lo que estaba por decir resultaba gracioso - me hirió un guardia al que quise dejar escapar, es curioso que justo a quien no quiero matar para ayudar a Elian a salir de allí en cuanto antes sea quien me haya atinado...

Había procurado sacar a Elian, y si bien murió un decano en el proceso, lo mató el propio compañero, se podría decir que ella no había matado a nadie en su retirada.

El lugar en el que estáis es lo más acogedor que pueden permitirse los balleneros en esta zona de la ciudad. Es un piso abandonado, como tantos otros, a causa de la peste. Está en venta pero nadie quiere comprarlo, pues hasta hace bien poco había afligidos en su interior.

Nadie quiere contagiarse de la maldita peste y vosotros tampoco. Sabéis que pronto tocará comprar vuestras dosis diarias de elixir para aguantar toda la semana sin riesgo al contagio. Es caro y los precios no paran de subir con la alta demanda. Nadie quiere acabar llorando sangre por los ojos. Es... una muerte que no le desearías ni a tu peor enemigo.

Sabéis que pronto vuestra clienta se pondrá en contacto con Billie Lurk para haceros entrega del pago acordado, en caso de que no la hayan arrestado o condenado a muerte. Pensáis en ello y en todo el trabajo, esfuerzo y sacrificio que os ha costado ganaros ese dinero manchado de sangre, para que luego se quede en nada...

¿Los decanos que han quedado con vida sabrán relacionaros con Miranda? ¿Habrán encontrado alguna prueba que implique a vuestra clienta?

Lo único que sabéis es que seguramente hayan puesto precio sobre vuestra cabezas y si ya lo tenían, seguramente la suma ahora sea más jugosa. Saben que los balleneros os estáis teniendo mucho movimiento y más de uno puede querer cobrarse la recompensa... 

El amanecer de un nuevo día llega y vuestras esperanzas están puestas en que Elian se recupere lo más pronto posible y que podáis cobrar por el trabajo realizado.

Los cuidados recibidos de Maevis y el resto de compañeros le hicieron sentirse un poco mejor. Pero recuperarse de un balazo, incluso sin herida de sangre, no iba a ser sencillo. Aun así sabía que sus compañeros estaban ahí y que se esforzaban por hacer todo lo posible para mejorar su estado.

- Podéis........podéis rebuscar en mis cosas... - dijo apagadamente - ...encontraréis.... algunas monedas. Tal vez....tal vez algún matasanos quiera venir a este... - tosió pesadamente - ...a este infecto lugar a echar un vistazo a un viejo ballenero..... - Volvió a recostar la cabeza en el camastro. Cerró los ojos.

Vladko se inclinó sobre Elian, cigarrillo en los labios. La verdad es que su compañero tenía un aspecto lamentable, pero al menos viviría. Sin embargo, no serviría de mucho a los Balleneros, y a su misión en particular, si permanecía en ese estado.

—Estás hecho mierda, tovarish —dijo, propinándole una amistosa palmada en su mejilla mientras le sonreía —Creo que es una señal para que nos lo pensemos mejor la próxima vez que queramos vestirnos de Decanos, ¿da?

Rebuscó entre las cosas de su compañero y chasqueó la lengua mientras contaba las monedas. Mal asunto.

—Con esto no tienes para una dosis de Elixir y que además venga un médico —le recordó, considerando la necesidad de protegerse contra la peste —Y me niego a que un compañero se beba esa mierda aguada de Bottle Street. Puedo hacerte un préstamo. Sin intereses, tranquilo. Somos familia.

Elian se incorporó un poco entre toses y sudores fríos. Estaba claro que notaba que iba a necesitar atención médica pero en aquel lugar, y en aquellas circunstancias, se le antojaba algo complicado.

- Te.....te lo agradezco mucho Vladko, pero cre....creo que deberíais buscar a Billie Lurk y hablar con ella - dijo Elian con voz apagada - Tal vez sepa que ha .... que ha pasado con la misión.... - se detuvo un momento para tomar aliento - Si todo fue bien tal vez nos pueda .... adelantar algo de dinero. O Daud... - dijo pesadamente mientras dejaba caer de nuevo todo su cuerpo sobre aquel camastro. Respiró pesadamente. Debía descansar. Debía recuperarse pronto. Los días pasaban muy deprisa y todos tenían que tomar el elixir....si podían pagarlo. Y el crío. Por un momento le pasó por la cabeza fugazmente la imagen de aquel crío. Tic, tac, tic, tac, le pareció escuchar dentro de su mente....las horas pasaban y el cumpleaños estaba cada vez mas cerca.

Por primera vez en mucho tiempo, Elian se sintió mayor. Pensaba que era bueno en su trabajo y, de hecho, aspiraba a ascender, pero no sabía si las fuerzas le acompañarían muchos mas años para una vida siempre al límite....

Matka se marcha para hablar con vuestra lugarteniente en el barrio anegado. Confía que podéis cuidaros los unos a los otros en su ausencia e intenta averiguar que ha sucedido con Miranda y los objetivos de vuestra misión. Al cabo de dos días regresa con una bolsa de dinero y os cuenta lo siguiente...

- Miranda dejó 1.000 monedas como pago previo al trabajo y dijo que entregaría el resto una vez las sospechas recayeran lejos de ella y dejaran de investigarla. A causa de lo sucedido en la Academia ha sido arrestada y está siendo interrogada por la guardia, al igual que el otro profesor, Gustav Kalmer. Todavía no han encontrado pruebas para acusarla y llevarla a juicio, pero por ahora no va a poder pagar los 2.000 restantes... Es una putada.

Sabéis que con este primer pago apenas os llega para cubrir gastos y mucho menos para comprar equipo. Debéis esperar a que llegue el segundo pago antes de nada. Es una decisión difícil, si esperáis demasiado puede que el dinero no llegue a tiempo antes del aniversario del joven Roseburrow.

También tenéis a dos de vuestros compañeros heridos y que necesitan recuperarse para estar en plenas facultades para lo que está por venir. 

¿Que será de Miranda? ¿Si la meten en la cárcel o los decanos la acusan por herejía podrá hacer frente a siguiente pago?

La bolsa que trajo Matka fue un bien recibida, aunque hubiera preferido que contuviera el total de la recompensa. ¿Cómo se atrevía esa mujer a no tener todo el dinero preparado de antemano? Que la Abadía la hubiera detenido no era problema suyo: debía de estar prevenida y asustada de lo que implicaba deber dinero a los Balleneros. ¿Y si hacían una visita a su casa? Seguramente tendría allí el dinero que faltaba, por no hablar de otras cosas de valor por las molestias causadas.

—Nosotros hacemos los encargos —mencionó de forma distraída. Se estaba asegurando de guardar su parte del dinero en los bolsillos repartidos por todas sus ropas —Son Daud o Billie quienes deben preocuparse de los morosos. Si ellos consideran que hay que ajustar cuentas...

Se encogió de hombros para dar más énfasis a sus palabras. Un trabajo era un trabajo, y mejor si era para recuperar algo que era legítimamente suyo. Ellos habían hecho el trabajo. Muy bien, según la experta opinión del tyviano. Ahora sólo faltaba que la otra parte cumpliera con lo suyo en cuanto la Abadía la escupiera de vuelta a las apestosas calles de Dunwall.

—Mi oferta sigue en pie, Elian —arqueó las cejas mirando a su compañero. 

Sara recogió las 250 monedas que le correspondían, pero no había estado sentada esperando noticias.

Sin máscara y con ropa de calle era solo una chiquilla más del lugar, pero si bien no era así, el aspecto hablaba de esa manera, comida, su elixir, y las visitas privadas a un médico fueron en aquel lapso temporal su mejor opción.

Por lo que a ella respectaba, restando el precio del doctor; había ganado 150 monedas, y con ello pagado parte de su manutención, no querría hacer cargar a Daud con sus gastos, el dinero gastado le daría margen para otra dosis que le protegeríia de la peste, pero no le alcanzaría para comer una semana más. Por lo que tocaba matar al crío ese del que tanto había oído hablar. Nada personal "eres tu o yo".

Maevis hizo una mueca mientras recibía su parte del dinero. No era suficiente, para nada, y aunque la misión no había sido un total fracaso, se había saldado con dos compañeros heridos, uno bastante maltrecho y una recompensa a medias. Para el gusto de Maevis habían hecho demasiado ruido en el lugar.

Suspiró mientras contaba las monedas y luego, meneando la cabeza apesadumbrada se dirigió a sus compañeros con una pregunta que sabía que rondaba en la mente de todos ellos: -¿Y ahora qué hacemos?