Partida Rol por web

La suerte y los dioses (si los había) estuvieron de su parte, y Matka vivió para seguir fumando sus cigarros quién sabe durante cuánto tiempo más.

Se tomó el halago del tyviano con una fría reacción también por su parte, y asintió levemente con la cabeza. Quizñas otros fuesen más expresivos, pero ellos con sus escasos gestos se entendían.

A la hora de trepar, Vladko tomó la delantera, y ella procuró también no quedarse atrás, demostrando que su entrenamiento no era nunca en vano. Estar en forma es crucial para poder salvar la vida, aunque luego la queme fumando.

Eso ya es cosa suya.

Arriba del todo evaluando el lugar, sujetando con el pie el gancho y tirando levemente de la cuerda cuando la resistencia en esta aumentaba. No podía hacer mucho más que esperar a sus compañeros, pensando en que podrían hacer.

Las maldiciones de su maestro llegaban como agujas malintencionadas, pero la joven veía aquellas palabras como frases de reconocimiento, esos tyvianos eran algo bruscos, pero para ser asesino no necesitabas modales, y las drásticas decisiones de Sara no eran como para reprochar educacion a los demás.

Llegaba el primer momento de la verdad. Luego ya tendrían tiempo de disparos de ballesta, espadazos o huidas, dependiendo de como se diera la noche. Pero la primera dificultad de la noche, o segunda después de la electricidad, allí estaba. Erguida frente a Elian, a pesar de que él casi nunca había tenido problemas con la escalada, mas allá de un algún resbalón inoportuno, pero ahora, un tanto magullado por el último encargo, no sabía como reaccionaria su cuerpo. Por suerte, años de entrenamiento no se podían borrar por un tiro mal recibido bajo los ropajes pestilentes de un Decano. A grandes zancadas y casi en total silencio, ascendió sin mirar abajo mientras la fina lluvia empapaba aun mas su máscara. Una vez arriba, recuperó el aliento y comprobó que todos estaban bien. Sentía al resto de balleneros como su pequeña familia.

Y allí estaban. Por fin. Dentro de aquella mansión. Sin saber que les iba a deparar el futuro.

Atendiendo las indicaciones de Vladko, siguió con la mirada los movimientos de Sara. La letal asesina se mostraba muy segura de si misma y Elian sabía que, llegado el momento, no dudaría en actuar conforme a lo que se esperaba de ella. Oteó la lejanía. Todo parecía tranquilo. Demasiado tranquilo........

Con grandes esfuerzos y gracias a esa cuerda que Sara os ha tendido desde el borde del risco, comenzáis el duro ascenso. Cada saliente es una trampa resbaladiza que os hace poner especial atención en donde apoyáis los pies o como equilibráis el peso en cada pierna. Evitando mirar hacia abajo os tenéis que fiar los unos de los otros y en seguir subiendo. Habéis visto como Vladko caía y a no ser por su rápida reacción para zambullirse en las negras aguas, todos sabéis que no sería más que un saco de huesos rotos.

Intentando quitaros esa idea de la cabeza completáis el ascenso. Allí arriba os espera Sara, que impaciente mira de vez en cuando hacía la enorme mansión que se alza en medio de aquella lujosa finca. Todo, absolutamente todo allí respiraba riqueza y una alta posición social. Incluso desde la parte más perimetral podían intuirse las copas de grandes arboles por encima del murete que os separaba del jardín principal. Sobre este reposaban enormes jarrones de piedra rebosantes de hojas y flores, como si se tratase de una burla a aquellos que todos los días pasan hambre, frío o sufren por la plaga...

Con sumo cuidado tomáis posiciones desde donde poder observar el entorno de primera mano. Ya que no habíais podido haceros el proyecto del arquitecto sobre el papel, este era el momento de hacer un plan a vuestra medida, sobre el terreno.

A lo lejos puede verse a dos patrullas haciendo la ronda. Cada una de ellas cuenta con un perro y un guardia. Una de las patrullas cubre la cara este y la otra, la cara oeste de la mansión. No tenéis la impresión de que nadie esté vigilando la parte trasera hasta que os dais cuenta del porqué. De pronto, a una altura de unos 5 metros sobre el suelo, veis aparecer doblando la esquina uno de esos putos "Zancudos"... 

Se trata de unos de los llamados oficialmente como Tallboys, una unidad de élite de la Guardia. ¿Pero como cojones tenía este crío a un zancudo protegiendo su casa? El dinero ciertamente lo puede todo ¿o quizá no? Allí estabais vosotros para poner eso a prueba.

Los tipos que van ahí arriba visten una especie de exoesqueleto con escudos y grandes zancos metálicos. Dichos zancos los mantienen alejados de las ratas que pululan por Dunwall, y hace imposible atacarlos con una espada desde el suelo. Son extremadamente peligrosos. Si eso fuera poco, van equipados con un arco de gran potencia y flechas incendiarias. Vamos, lo que os faltaba...

Desde la posición que tenéis y con la noche y la lluvia que cada vez aprieta más, en vuestro favor, no teméis ser descubiertos por ahora. Pero en cuanto plantéis un pie en ese jardín estaréis más que expuestos... Un paso en falso y se os echarán encima con toda la artillería.

Realmente el dinero lo podía todo. El crío ya no contaría con demasiada salud, y sus nervios estarían de punta, pero estaba claro que tenía mucha mucha pasta y que la había invertido en su protección. Elian, junto al resto de balleneros, apenas asomaba lo justo de la cabeza para poder observar el infierno que se abría ante ellos. Parecía que ir de frente no iba a ser una opción. Tendrían que jugar una ves mas, o al menos intentarlo, al despiste.

- La zona del zancudo parece estar mas controlada. Justo un poco mas allá veo a un guardia haciendo la ronda. Por ese lado podríamos crear una distracción, mientras intentamos acercarnos a la casa por la otra parte - dijo suavemente Elian bajo la máscara, en cuclillas y rodeado de lluvia y oscuridad - ¿Qué opináis? Debemos ser muy precavidos. Esos malditos molosos tienen la nariz muy fina. Por suerte la lluvia puede desvanecer algo mas nuestro rastro - afirmó mientras giraba su cabeza para observar a sus compañeros.

La asesina no podía disimular el asco que le daba ver tanto dinero invertido en chorradas, y más viniendo de las cloacas de las que procede. Eso sí, la visión de los enemigos le hizo volver a ponerse alerta. Era ya un hábito aprendido, y no había ni que pensarlo. Su modo de alerta por supervivencia la hacía ser precavida al máximo.

-¡Putos zancudos! -masculló para sí. 

Nunca se había enfrentado a uno, aunque sí los había visto. Evitarlos, hasta ahora se le había dado bien. En este caso no estaba tan claro.

-Sí, enfrentarnos al Tallboy no parece buena idea, tenemos muchas desventajas -asintió al plan de Elian-. Recursos de disfraces, ahora tampoco parecen buena idea, porque los cabrones de los molosos detectan el rastro por mucho que la lluvia lo pueda desvanecer. Creo que nos delatarían. Que alguien sirva de cebo para que lo persigan es muy arriesgado, pues estaría solo. Se me ocurre que puedo intentar fabricar algún tipo de maquinaria de retardo, pero es perder también mucho tiempo... Quizás un virote con fuego tirado a alguna parte que les haga ir a ver... Pero lo de la distracción creo que es la opción más sensata. Si nos enfrentamos, todos los que están de ronda se unirán, incluído el Zancudo.

Vladko no era especialmente entusiasta de los zancudos. No sólo por el hecho de que fueran virtualmente invencibles, con esas patas mecánicas y su blindaje corporal, sino porque los había visto en acción contra un grupo de afligidos y sus ataques no discriminaban a los monstruos de la población civil. Algo le decía que para estar subido ahí arriba no se tenía que estar muy bien de la cabeza.

El tyviano se quedó pensativo escuchando a sus compañeros. Cada trabajo era un mundo. Y en circunstancias normales, cuando la víctima no sabía que estaba por ser asesinada, la mejor idea habría sido captar la atención de los guardias y el zancudo con un señuelo, por ejemplo un incendio. Sin embargo, eso pondría en aviso al muchacho, que seguramente tendría a su disposición alguna habitación de seguridad donde sería imposible atraparle y se escondería por precaución. Derribar al zancudo tampoco era una opción porque era demasiado visible, y su ausencia también llamaría demasiado la atención.

Quedaba pasar por delante de los Guardias y los molosos. Afortunadamente disponían de alguien que tenía facilidad para trabajar con esas bestias.

—Intentaré controlar a ese —señaló al moloso que patrullaba al oeste de la vivienda —Para que se aleje junto al guardia. Eso nos abrirá camino. Debemos ser rápidos y movernos por las sombras. Da?

Estaba escuchando sin nada que decir, desde su perspectiva, si le pedían que escalara ese zancudo y machacara al controlador, lo intentaría sin dudar, además luego repartiría un poco de masacre entre guardias y molosos. Pero al parecer conocían esos trastos y les daban cierto respeto.

Bostezó "pocos muertos" pensaba, pero sin duda el sigilo también le encantaba, por lo que jugara a esconderse o a aniquilar, disfrutaría ese trabajo.

Os tomáis unos minutos para, tranquilamente ver el patrón que siguen montando guardia. Esos tipo no parecen guardias de Dunwall ni Decanos. Esa ropa no os suena de nada, pero recordáis que eran originarios de Serkonos, el mismo país de origen de vuestro líder, Daud.

El guardia que hay al este lleva al moloso atado y va describiendo sin prisas una ruta de norte a sur y vuelta a empezar.

El guardia que hay en la zona hace exactamente lo mismo que su compañero, pero cuando uno mira hacia el sur, el otro lo hace hacia el norte. De esta forma siempre hay alguien vigilando la parte frontal y la trasera.

En cambio el Tallboy bo parece tener un patrón tan claro. Lo mismo está en una zona que se queda un rato en otra. Sabéis que eso hace menos predecibles sus movimientos, pero si tenéis suerte seguramente no os vea mientras cubre la entrada frontal de la casa.

Todos parecen estar en guardia y no muestran signos de cansancio o descuido de sus funciones...

Una vez visto eso, os centrais en las posibles entradas. La mansión dispone de dos plantas. Desde vuestra perspectiva veis que en la planta baja hay 4 ventanas altas en la parte norte, justo en el centro. Y luego un caminito de piedra que lleva a una pequeña puerta trasera para el servicio, nada pomposa. Esta esta situada en la cara norte justo frente a vuestra línea de visión.

En la planta superior veis dos ventanas en la parte más oriental de la cara norte. Una de ellas, la que queda a vuestra derecha está justo sobre la puerta de servicio de la planta baja...

—Bien, haremos lo siguiente —Vladko se inclinó y explicó su plan a sus compañeros mientras sacaba las ganzúas —Esperamos a que el zancudo esté lo más lejos posible y el Guardia de nuestro lado esté cerca de nosotros. En ese momento, controlo al moloso y lo envío hacia el sur, así tendríamos ambos vigilantes lejos. En ese momento, Sara, te adelantas y usas mis ganzúas para abrir la puerta. El resto la seguimos y nos colamos dentro. ¿Da?

También sugirió que tuvieran las armas desenvainadas y listas por si había que incapacitar a alguien en el interior.

—Y por cierto, el objetivo es el niño, y aún así querría ver qué oferta tiene para nosotros. No matéis a nadie dentro, son inocentes. O todo lo inocente que puede ser en esta maldita ciudad.

Y diciendo esto, preparó su arma y esperó al momento adecuado. Entonces, proyectó su conciencia hasta el moloso más cercano y le indicó que se alejara de allí a toda prisa, ansioso y jadeando, como si hubiera encontrado un rastro. Su intención era que el guardia se alejara y el otro, alertado por él, se uniera a su búsqueda. Eso dejaría únicamente al Tallboy.

¿No matar a nadie? ¿De veras? ¿Otra vez? Maldita sea esa misión iba a ser más aburrida que un día de lectura mientras tenías que ver al resto entrenando... Con una mueca escondida bajo su máscara tomó las ganzúas en espera de la señal, una escapada oportuna de aquel moloso que seguramente correría a por algún hueso enterrado.

En un instante, cuando el can comenzó a correr, la carrera por las sombras de Saga comenzó, procurando dar el siguiente paso antes incluso de dejar la huella del primero. Con sus armas envainadas puesto que no podría utilizar las ganzúas de otro modo. Más le valía ser precisa si no quería verse las contra aquel gigante desarmada, aunque le tentaba aquella locura y le hacia sonreír, se regocijaba de saber que siempre procuraba actuar como la mayor profesionalidad posible.

Elian asintió al plan de Vladko. Se le daba muy bien al tyviano idear los planes con apenas segundos de tiempo. Otra cosa es que después, lo que tenían todos en mente, saliera como esperaban.

- Creo que...... - iba a decirle algo a Sara cuando vio que partía como un rayo silencioso en pos de la casa. El ballenero preparó su ballesta de mano por si debía reaccionar de inmediato. El ímpetu de aquella joven le recordaba a sus inicios en aquel maldito "oficio". Iba a levantarse e ir tras de ella pero era muy rápida así que volvió a suposición en cuclillas y observó la escena. Todo había empezado. Seguía lloviznando fuera de la máscara. En el interior Elian sentía como las gotas de sudor se deslizaban lentamente por su cara. Todo su cuerpo estaba en tensión mientras sus ojos escrutaban las reacciones y los movimientos de unos y otros. Hincó una rodilla en el suelo presto a darse impulso y salir corriendo en cuanto la joven asesina hubiera completado la primera fase del plan de Vladko y la puerta del servicio estuviera abierta. Sentía su corazón latir a mil por hora.

A pesar de todo, a él y a todos, les encantaba la sensación de la adrenalina cabalgando desbocada por sus venas.

La fina y persistente lluvia, sigue cayendo y empapado vuestra ropa pese a esas capas impermeables.

Uno de los sabuesos, el de la patrulla oeste, alza la cabeza y empieza a olfatear el aire. Parece que este ha encontrado algo de su interés. El guardia que lo lleva de la correa se ve sorprendido y se pone tenso.

- ¿Que has encontrado chico? - pregunta con acento insular mientras le veis ir hacia la entrada principal.

Aprovechando esa fisura en la seguridad de la zona exterior, Sara se atreve a desafiar a la suerte y prueba con las ganzúas.

El sudor le caía por la frente, bajo la máscara. Al oír como ese juego de herramientas hace su magia, todo parece ponerse a su favor.

La puerta trasera se abre, dandole la bienvenida a las cocinas. Un lugar que pese a ser para el servicio, está tan ordenado y limpio.

Puede también ver como hay dos puertas a su derecha y tres al frente...

Pero por ahora falta que sus compañeros lleguen al interior de la casa con suma cautela.

No sin cierta satisfacción, Vladko vio cómo su don funcionaba a la perfección tras haberse introducido en la psique del moloso y lo había enviado lejos de ellos. Le gustaban esas criaturas cuando no habían sido torturadas para convertirse en bestias sin mente que sólo sabían seguir órdenes, casi siempre relacionadas con desgarrar gargantas.

Una vez vio que Sara abría la puerta siguiendo sus instrucciones, salió como alma que llevaba el diablo hacia el interior, rogando a la Madre Muerte que la lluvia y la oscuridad cubrieran su rastro.

Matka aguardó en silencio a que la habilidad de Sara surgiese el efecto deseado. Entrar con cautela era una buenísima oportunidad de permanecer a salvo y quizás mejorar sus condiciones en cuanto a la misión.

Lo de no  matar si no era imprescindible... ya no tanto. Era complicado para una asesina acostumbrada a no contenerse, pero tenía sentido. Intentó obligarse a recordarlo.

Lo malo es que las circunstancias no siempre favorecen a las intenciones.

¡E voilá! La joven asesina parecía tan diestra con las ganzúas como con las espadas. Una media sonrisa se asomó al tenso rostro de Elian al ver que Sara accedía al interior de la mansión. Al instante Vladko y Matka salieron disparados, como almas que lleva el diablo, hacia la posición de la joven y Elian, dándose un fuerte impulso al contar con una rodilla en el suelo, salió tras ellos. Los metros que lo separaban de la entrada de las cocinas se le hicieron interminables. Mientras corría notaba el sudor empapar su cara y la adrenalina tirar de él como caballo desbocado. Sus pisadas apenas rozaban el suelo lo justo para seguir avanzando frenéticamente en su carrera hacia el refugio del crío. Esperaba que el resto de las circunstancias, la oscuridad que los envolvía y la fina lluvia que no cesaba, jugaran a su favor.
 

Vladko, Matka y Elian pueden ver como Sara abre la puerta trasera de la mansión y se desliza silenciosa hacia el interior.

Pasan unos segundos hasta que el moloso se lleva al guardia y es entonces cuando decidís que es el momento. Pero las prisas por llegar lo antes posible os juegan una mala pasada.

Parte del jardín está embarrado y vuestros pasos dan con algún que otro pequeño charco que está empezando a formarse. Los zancadas pueden llegar a delataros y más pronto que tarde van a darse cuenta.

Cerráis la puerta tras vosotros con el corazón en un puño. No suena ninguna voz de alarma por ahora, pero sin duda van a sospechar de esos ruidos. El tiempo es vital.

Os encontráis en una estancia que parece ser la cocina. Es enorme y llena de utensilios por todas partes, pero mantiene un orden y una limpieza excelentes. Pero ahora mismo cualquier ballenero sabría que no hay tiempo para tomárselo con calma, hay que actuar y pronto...

En la sala hay 2 puestas que van hacia el oeste y tres que van hacia el sur.

Sara esperó a que entraran, pero veía algunas huellas y se sentía molesta, que tipo de sigilo era ese en el que dejaban rastro? Pero no era momento para quejas, Vladko había dicho de separarse en dos grupos y eso a la joven inexperta le preocupaba, no por si misma, si no por el peligro que pudieran pasar el segundo grupo con esa manía de no matar a nadie... Cumpliría con esa absurda petición, solo si las víctimas aceptaban caer ante el reverso de su cimitarra, no perdería oportunidad de matar si le daban margen para usar su estoque.

- me gustan las esquinas - dijo indicando la puerta suroeste. Si Elian no tenía otra idea, preferiría aquella puerta como destino. Su segunda opción sería la puerta oeste, pues más apartada fuera, también más silenciosa, y era sabido que el sigilo era para ella una cuestión de honor.

Elian, aún resollando dentro de la máscara por la intensa carrera, asintió con la cabeza. Tenía que recuperar el aliento y no estaba de mas ahorrar palabras y sonidos innecesarios. Seguiría a la asesina a corta distancia, moviéndose entre los utensilios de la cocina, con sumo cuidado para no tirar nada al suelo y delatar su posición. Esperaba que la lluvia que seguía cayendo en el exterior llegara a cubrir sus pasos en el fango antes que pudieran ser descubiertos. ¿Puerta suroeste? Perfecta. En aquel momento aún no importaba la dirección ya que no conocían la distribución interior de la casa. Tendrían que ir avanzando intentando demostrar aquello que pensaban que sabían hacer bien: ser sigilosos y neutralizar las posibles amenazas hasta dar con el crío. Aún así, con tanta vigilancia en el exterior, sabía que el crío no iba a estar solo en esta gran mansión. Seguro que contaría con un buen número de personal a su servicio además de numerosa vigilancia interna. Aguzó los oídos. Cualquier sonido, mas allá de aquellas puertas, podía darles una pista.

Una vez dentro de la cocina, Vladko se permitió recuperar el aliento tras la carrera, preguntándose si quizás no habrían sido demasiado ruidosos. Esperó unos segundos, temiendo que la puerta se abriera de repente y un par de sabuesos se abalanzaran sobre ellos, pero nada llegó. Necesito un cigarrillo.

No sólo eso, sino que estaba seguro de que en aquel lugar podría encontrar algo de pan recién hecho, o incluso carne. Una buena y jugosa chuleta de cerdo cuya grasa le chorrease por la comisura de los labios. ¿Hacía cuánto que no comía carne en condiciones? La vocecita de Sara le trajo de vuelta de sus ensoñaciones, y el Ballenero se obligó a morderse la lengua para no romper en carcajadas por el comentario. No lo digas muy alto en la calle, niña, o alguien te ofrecerá dinero para llevarte al catre.

—Bien —si ellos iban al Oeste, ellos irían al Sur* para cubrir más área. Sujetando la espada de hoja curva al revés y pegándola al cuerpo, avanzó en primer lugar seguido de su compatriota.