Partida Rol por web

Parecía que todos pasaban a relajarse, pero no era el caso de Sara, Daud había perdido balleneros antes, estaba definitivamente raro, ¿podía ser que sintiera pena por una presa? Eso oo era lo que le había inculcado, matar o morir eran sus enseñanzas.

No sabía que era, solo que algo no cuadraba.

Matka escuchó atentamente lo que sucedía y lo que se conversaba. No le daban pena los muertos, porque no los conocía. Y aún conociéndolos, no eran de su incumbencia. Ser una asesina implicaba estar emocionalmente distante de todo cuanto es vulnerable a morir, sean víctimas o compañeros. Ella lo intentaba, aunque era difícil no sentir aprecio por aquellos con quienes luchas y arriesgas tu propia vida.

Sus compañeros eran sagrados. Los otros, ya no tanto.

De todos modos la vida se había vuelto aún más complicada. De eso no había duda.

Música

Salís de la sala que ocupa Billie y volvéis a las zonas comunes. Allí hay un cierto desánimo como podíais haber visto en la expresión de Daud. No sabéis si se debe a los acontecimientos que se están dando tan rápidamente en la ciudad, por la muerte de dos de vuestros "hermanos" o por la falta de un líder fuerte como es Daud en plenas facultades. Quizá sea una mezcla de todo o quizá no sea ninguna de esas cosas...

Pasa la tarde y con la noche habláis con algunos compañeros de adiestramiento o con los que habéis compartido algún encargo o quizá alguna larga guardia custodiando el Barrio Anegado de incautos. Vuestros amigos os cuentan que todo está cambiando. Desde hace unos días Daud está muy raro y es Billie la que parece que se encarga de poner orden como su lugarteniente y mano derecha.

Otros os dan su opinión de lo que ha sucedido en la ciudad. Se respita cierta tensión más allá de la normal. Las patrullas han aumentado en gran número y las redadas para buscar infectados con ellas. Se han creado nuevas figuras de autoridad como los "Censadores de muertos" que se encargan de todo lo relativo al tratamiento de los afligidos y los cadáveres que dejan. También han empezado a haber una expropiación masiva de inmuebles abandonados o donde los propietarios han muerto a causa de la enfermedad. Esos lugares ahora pasan a ser propiedad del gobierno. Hay numerosas revueltas a causa de estas nuevas medidas y la guarda es cada vez más dura y represiva. 

Dunwall se va a la mierda y nadie sabe que a a ser de esta ciudad dentro de un año o incluso de unos meses si todo sigue así. La capital del imperio se derrumba y todo parece dejar de tener sentido en estos tiempos...

Por último Lizzy Stride y sus "Anguilas muertas" han vuelto a actuar hace poco en el río Wrenhaven, su territorio indiscutible, asaltando una nave mercante que transportaba brandy de contrabando. Se trata de una banda salvaje y experimentada que cuenta con antiguos marinos, piratas y desertores de otras bandas. Son los amos del rió y si queréis moveros de noche por allí seguramente sea buena idea que os preparéis. Se dice que su líder es una mujer despiadada con todos los dientes afilados como si fuese una lamprea... 

*  *  * 

Al día siguiente, esperáis a que el atardecer os otorgue la discreción necesaria y salís de la seguridad del Barrio Anegado en dirección a la casa de Miranda. Cuando estáis allí, ya entrada la noche, no tenéis muchos problemas en entrar en su propiedad.

Únicamente el perro os recibe en esa casa y al conoceros menea el rabo. Parece que al pobrecito al menos no le falta comida y agua. Vladko que es amante de los animales agradece que no esté pasando faltas por el hecho de que su dueña esté en los calabozos como posible sospechosa. Seguramente la ama de llaves de la señora o alguien del servicio se ocupe de limpiar y cuidar del animal.

Buscáis por la casa mientras el perro os sigue muy educadamente. Por suerte no ladra ni hace demasiado alboroto, parece que está algo falto de compañía y nada más. Tras un par de horas buscando entre sus cosas encontráis un objeto extraño. Sabéis de lo que se trata pues Daud posee alguno. Sabéis que es una Runa de Hueso y se dice que perteneció a una antigua civilización que se hundió bajo las aguas del mar. De ven en cuando se recupera alguna de estas reliquias del pasado...

Lo que si notáis es que es un objeto de poder. El poder del Vacío, el mismo que utilizáis gracias a los poderes que el Forastero os otorga a través de Daud.

Al ir a tomar ese objeto os da la impresión como si alguien os estuviera observando. Pero allí no hay nadie. Finalmente os hacéis con la prueba que podría incriminar a vuestra clienta y os marcháis dejando todo como estaba. Finalmente regresáis a vuestra base de operaciones con ese nuevo artefacto en vuestro poder.

Esta parte de la "misión" estaba resultando mas tranquila y relajada. No hubo sobresaltos ni sorpresas inesperadas. Al fin, al menos por esta vez, todo salió como estaba previsto.

Un escalofrío recorrió la nuca de Elian cuando encontraron aquella runa. Él, y supuso que el resto igual, tuvieron una sensación extraña. Como si alguien cercano estuviera mirando por el rabillo del ojo. Como sentir que alguien mira pero lo intenta disimular. No hizo comentario alguno pero si que sintió cierto nerviosismo pasajero entre el grupo de asesinos. Indudablemente aquel objeto albergaba poder en su interior. Un gran poder. Todos lo observaron en silencio. Ahora, estaba claro que la búsqueda había terminado.

De vuelta a su escondite llegó el momento de aprovisionarse para la misión de aquel crío. El tiempo ya corría en su contra desde hacía días....

Una aburrida misión, un animal contento de verles y una duda para Saga - ¿estará bueno el perro? - tragó saliva sonriente y casi comomsi el can leyera sus pensamientos se apartó de ella el resto de la visita, acercándose más a Vladko como si buscara algo de protección - no iba a comerte hombre - pensaba - al menos mientras Vladko esté mirando...

Para Sara todo el que no fuera ballenero, era una posible víctima, aunque al parecer esa costumbre otorgada de las enseñanzas de Daud no acababa de convencer a todos, ella no se sentía extremista, sólo era fiel a quien le había acogido, incluso si el propio Daud antaño no fue así, de ese modo le educó.

En la búsqueda encontraron una de esas runas, se parecía mucho a los símbolos de su libro sobre el forastero, lo que le recordaba que no se lo había enseñado aun a Billie. Valdría algo? No pudo evitar mirar alrededor cuando se acercaron a la runa, alguien les miraba... ¿Un guardia? ¿Desde la ventana? Pese a buscar no vio a nadie, matarlo hubiera hecho entretenida la misión.

Ella no tocaría aquella runa, sería como buscar poder de alguien que no fuera Daud, y no era como su libro que se lo había encontrado ella, aquel artefacto no le agradaba; podían rifárselo ellos - nota mental, vender las adquisiciones de la misión anterior.

Eres un buen perro, buen chico. Vladko se aseguró que la criatura no ladraba ni gemía mientras examinaban los aposentos de su antigua empleadora. La verdad es que el lugar no estaba mal: bien situado, limpio, y fácil de explorar. Los Decanos lo habrían tenido fácil para encontrarlo - o colocar - pruebas si hubieran sido más rápidos, pero en esa ocasión, habían sido los Balleneros quienes se habían adelantado. El dinero estaba allí, por no hablar de uno de esos huesos de ballena que la gente utilizaba como amuletos. Tenía entendido que eran considerados objetos heréticos por la Abadía y no era para menos: a ojos de Vladko, y a juzgar por sus miradas, también del resto de sus compañeros, allí había poder. Y poder adicional era algo que siempre venía bien.

Música

Después de reunir toda la información posible, apenas teníais nada. No disponíais de los planos originales de la mansión, tampoco del porqué y el cómo de los sucesos que llevaron a los hombres de Slackjaw a fallar en su intento de tirar al chaval por el acantilado. Apenas sabíais algo más acerca del veneno que os proporcionó Doña Andrajos. El chico había sobrevivido a ambos intentos para acabar con su vida y el veneno en grandes dosis le había destrozado la garganta , pero consiguió expulsarlo.

Ahora, rodeado de medidas de seguridad, por su creciente paranoia, os tocaba a vosotros los balleneros, hacer el trabajo sucio...

*  *  * 

Y allí os encontráis, en el atardecer de otro día, esperando a que oscurezca para salir sin ser vistos.

Mientras esperáis que el color rojizo que tiñe las fachadas se apague, podéis oír de vez en cuando el lamento de los aflijidos que comidos por las moscas, se retuercen de dolor en alguna esquina insalubre del Barrio Anegado.

Ya quedan pocos días para que vuestro margen de tiempo expire. Por suerte el dinero no os ha fallado cuando todo lo demás si lo ha hecho. Apenas un par de días atrás llegó un pago de parte de Miranda, ya fuera de toda sospecha por parte de la guardia.

Estáis equipados y listos. Un par de botes os esperan amarrados tal y como Daud os había prometido. Os disponéis en dos grupos para no estorbaros más de lo necesario.

El sol finalmente se esconde y soltáis los cabos para empezar el peligroso y lento trayecto hacia el río Wrenhaven.

*  *  * 

Cuando lleváis un buen rato llevando los botes por las zonas anegadas dirección norte, llegáis a un lugar que os corta el paso. Al parecer un antiguo poste eléctrico se ha caído en medio de la calle y no hay forma de cruzar.

Veis como algunas chispas saltan de los cables que han quedado rotos y caen al agua. Desde los botes podéis apreciar como sólo hay dos formas de llegar al río. Podéis dar un rodeo, bajar de los botes e ir a pie hasta el río. El problema es que haciendo eso tendríais que buscar un nuevo transporte.

La otra opción es intentar cortar el flujo de electricidad con el riesgo que eso conlleva. El agua seguramente esté electrificada y sólo alguien con mucha pericia en tecnologías podría hacerlo sin sufrir una fuerte descarga...

La suerte estaba echada y ellos habían jugado sus cartas como mejor habían considerado. Al menos ahora disponían un colchón con el que mantenerse con vida una semana más en Dunwall, que ahora se había convertido a todas luces en una trampa mortal. Casi echaba de menos Tyvia. Casi.

—Empezamos bien —dijo el Ballenero cuando detuvieron los botes frente al poste caído. La noche anterior se había asegurado de que su ballesta estaba bien engrasada, la hoja curva de su espada estaba bien afilada, y los virotes estaban rectos como el miembro de un novio en la noche de bodas. Su cota de cuero había recibido una capa extra de grasa y se movía sin producir molestias. No podía pedir más. Aunque nada de eso importaba si se convertían en aspirantes a anguilas eléctricas a la primera de cambio —No sé vosotros, pero yo no tengo mucha idea de esos aparatos, así que paso. Si alguien quiere intentarlo...

Mal empezaban las cosas. Estaba bien claro que a cada paso que daban en esta maldita misión se encontraban con un problema. A pesar de todo el equipo tan bien ajustado que llevaban... a pesar de la mejor de las predisposiciones... a pesar de la concentración, siempre ocurría algo que trastocaba su idea de plan inicial. Era el sino de los balleneros: adaptarse cual camaleones a cada nueva situación. Elian respiró hondo mirando aquellos chisporroteos...

- Tiene mala pinta - dijo frunciendo el ceño mientras observaba como las chispas parecían bailar en el aire al salir del poste -Yo creo que paso... con un revolcón cada cierto tiempo ya voy mas que servido.....casi que prefiero caminar un poco....a no ser que alguien muestre unas aptitudes inesperadas... - sentenció mientras miraba con un sonrisa pícara al resto del grupo.

Casi como un resorte silencioso, Sara se incorporó colocando un pie en el borde de la barca y dispuesta a saltar a la orilla, la electricidad era peligrosa y escapaba de su conocimiento. Aun que recordaba algunos detalles, la volatibilidad de los mecanismos que la provocaban o el como estalló un día una bombilla mientras intentaba leer.

No sería ella quien contradijera la opción de sus superiores, esperando la orden de evacuación del bote. Por si Maevis o Magia dijeran que podían cortar la corriente.

Les interrumpía el paso algo que a Matka no le era desconocido. No era la primera vez que hurgaba en algo eléctrico, aunque no siempre con éxito.

Saber de todo era un arte útil cuando vives en la calle y eres una superviviente, y no es el primer puente que ha hecho ni la primera alarma que desconecta.

-Quizás podría desconectarla, no estoy segunra. Echaré un vistazo, y si no, iremos a pie. Lo que no quiero es llevarme un chispazo, eso seguro. Ya bastante tengo encima, como para joderme con un autoelectroshock.

Matka miró a su alrededor a ver qué podría utilizar para sus fines. Había muchos despojos y algún hierro, pero quizás algo pudiera servirle de ayuda.

Improvisar era lo suyo, y no le había ido mal hasta ahora.

Unas gomas de algún neumático viejo podrían servirle de aislante eléctrico. Para morir siempre hay tiempo, y el tiempo para ello siempre es después.

Se acercó al poste eléctrico, a ver qué podía hacer.

Música

Los cuatro balleneros os veis impedidos por culpa de ese nuevo obstáculo que se os presenta frente a vosotros. Os planteáis muy seriamente la idea de abandonar las barcas y seguir a pie, sea como sea. Por suerte Matka parece tener una ingeniosa idea para cortar la corriente del poste electrificado...

Tomando cosas que encuentra entre los escombros improvisa un agarradero de goma aislante y con la otra mano un trozo de cristal roto que usa para cortar la conexión. De pronto los cables dejan de lanzar luces chispas cegadoras y el sonido se detiene, dejando en el ambiente una especie de carga estática que os pone los pelos de punta pese al traje aislante.

La ballenera del grupo es una manitas pero parece que ha tenido que hacer uso de toda su pericia, pues suspira aliviada bajo la máscara. Sabe que vuestro traje aunque tenga alguna pieza de goma no os aseguraba ninguna seguridad frente a una fuerte descarga.

Con la tensión, nunca mejor dicho, desapareciendo por momentos, tomáis de nuevo los botes y pasáis sin mucha dificultad bajo el poste agachando las cabezas. Una vez al otro lado no tardáis más de unos minutos en ver como la avenida empieza a hacerse más amplia y da de pronto al río Wrenhaven. 

Es de noche y las luces de algún que otro barco patrullando las orillas, os hacen ser especialmente precavidos a la hora de moveros por las mansas aguas. Una luna menguante se refleja como en un espejo en el liquido negro que fluye apestoso devolviendo su imagen mortecina. 

Remáis durante varias horas, sin prisa, para no ser detectados por nadie. Pues allí no solo podía uno toparse con la guardia sino con otras bandas como Las Anguilas Muertas. Por suerte vuestros botes son lentos pero muy discretos y en mitad de la noche apenas logran llamar la atención. Especialmente llegada la media noche donde una bruma comienza a cubriros y una llovizna muy suave repiquetea juguetona en el agua. 

Vuestros trajes impermeables os dejan mojados por fuera pero secos por dentro. Todavía es época de lluvias y el río parece comenzar a crecer. Apenas es perceptible pero la corriente es ligeramente más fuerte. Mientras pensáis en eso, llegáis por fin a los acantilados, lejos del bullicio de la ciudad. Allí debe alzarse la mansión Roseburrow, pero la niebla apenas os deja visibilidad. En lo alto parece que hay alguna luz que intenta traspasar la pesada capa de agua condensada. Este parece ser el lugar... 

Las rocas parecen ser resbaladizas por culpa del liquen que se adhiere a ella. Las olas perezosamente rompen contra el muro de piedra natural creando remolinos de espuma. No parece el mejor lugar para empezar una ascensión, pero según vuestra información es el menos vigilado. Al fin y al cabo ¿quien se atrevería subir por ahí?

Cuando parecía que les iba a tocar recorrer a pie el resto del camino hasta su objetivo, su compatriota decidió inventar algo sobre la marcha que le permitió cortar la corriente para poder pasar sin correr el riesgo de quedar carbonizados. Al tyviano le picó la vena patriótica y suspiró encantado de que su tierra hubiera vomitado a una compañera tan hábil y leal. Y como Vladko no era alguien que expresara sus sentimientos demasiado efusivamente, se limitó a palmear el hombro de Matka cuando regresó al bote.

El resto del viaje fue extremadamente lento, pero no importaba si con eso conseguían esquivar a las patrullas y a otros compañeros de río indeseables, como podrían ser otras bandas, afligidos o alguno de esos repugnantes monstruos a los que no era capaz de amansar con su don. Incluso se permitió juguetear con los peces bruja, los cuales se retorcían contra la superficie del agua buscando mordisquearle los dedos. Qué hermosas criaturas.

El acantilado era aún más impresionante de lo que había imaginado, pero no era algo que pudiera echarles para atrás. Para algo habían comprado el arpeo y la cuerda adicional.

—Yo me encargo —mencionó, desenrollando la cuerda y calculando la altura. La verdad era que la bofetada contra el agua sería monstruosa, pero aún peor si se estrellaba contra las rocas. Afortunadamente, era un profesional en plena forma y no dudaba que eso era pan comido para él.

El arpeo se enganchó a la primera, e inmediatamente el tyviano empezó el ascenso, preguntándose cuánto tardarían sus compañeros en subir tras él. Quizás Elian sería el más lento porque aún se estaba recuperando... zum. El pie le falló y perdió apoyo. Mierdamierdamierdamierda. De nada sirvió estirar la mano para buscar un asidero porque la superficie estaba demasiado resbaladiza. Y antes de que se diera cuenta, estaba cayendo a plomo. Eran segundos. Unos valiosos segundos en los que tenía que girar sobre sí mismo y procurar caer bien porque si no sus días estaban contados.

Suspiró al ver caer a quien se le dio por maestro, sin dudar saltó a recuperar el equipo de escalada y de ser necesario a Vladko, el cual parecía algo confuso pero a flote. Cuando maestro fallaba era obligación del pupilo recuperar el honor herido, como si el fallo del uno, fuera solo una enseñanza para el segundo.

Miró el lugar y lanzó el arpón - buscar las piedras limpias y los salientes más amplios, en vez de mostrar las consecuencias de no hacerlo, bastaba con decírmelo... Enseñar debe ser duro...

Quitando barro al fangal comenzó a caminar por la pared, como si la gravedad fuera solo para los demás. Debía demostrar la lección bien aprendida.

Todo el sigilo que habían conseguido durante el trayecto y la llegada, se fue al traste con la caída de Vladko por el acantilado. Por suerte para ellos, la niebla ligera de la noche envolvía el lugar y la lluvia que caía, a pesar de ser fina, molestaba bastante para que nadie andara continuamente husmeando desde las alturas. Elian alzó la mirada y todo parecía seguir normal. Con dos grandes zancadas se acercó a Vladko que se recuperaba del golpe recibido y aun estaba algo aturdido. Le ayudó a recostarse sobre una roca que bien hubiera podido acabar con su vida si su cabeza hubiera caído sólo un par de pasos hacia un lado. El sabía en primera persona lo que era encontrarse mal y recibir el apoyo y el aliento del resto del grupo. Sujetó con delicadeza el cuerpo de su compañero contra la roca mientras recobraba el aliento y recuperaba todos los sentidos. Volteó la cabeza un instante y vio como Sara empezaba a trepar.

- Ten mucho cuidado, sube despacio - dijo en voz baja a la ballenera.

Volvió a mirar a Vladko que, poco a poco, y pese a tener aún la mirada algo perdida, volvía en si. Estaba claro que aquella misión no se lo iba a poner nada fácil y que tendrían que sudar y sufrir cada moneda que iban a ganar.

Sara consigue trepar hasta la parte más alta de los acantilados sin ninguna dificultad. No sólo eso, sino que lo hace con una gracia y una agilidad sorprendentes. Esta joven es una caja de sorpresas en todos los sentidos...

Una vez llega a la parte alta, se encuentra directamente en los jardines de la mansión. Al parecer los muros que la rodean son únicamente para extender la barrera que los acantilados ofrecen de forma natural. Sara puede ver como hay dos zonas diferenciadas a distinta altura. Por un lado en la que se encuentra, algo más baja y luego, subiendo unas escalinatas, un nivel algo más elevado sobre el que se erige la mansión.

Desde donde está no puede apreciar movimiento de ningún guardia por el momento y eso es buena señal. Al parecer podréis subir sin ser detectados por el momento. Pero una vez lleguéis al nivel que está algo más elevado, no sabéis lo que os podéis encontrar.

—¡Сукин сын! —blasfemó Vladko cuando Elian le ayudó a salir del agua, aunque no quedaba claro si estaba más enfadado con Sara, consigo mismo, con el mar o con el puñetero acantilado. Elian supo que debía dejar que los ánimos del tyviano se enfriaran un poco antes de pedirle que continuara con el ascenso a riesgo de empezar la misión con mal pie.

Se quitó la máscara, vaciando parte del agua que se le había filtrado y comprobó los leves rasguños que tenía en el rostro y en las manos, por no hablar de más de un moratón que seguramente encontraría a la mañana siguiente. La rodilla también le incomodaba. Empezamos de puta madre la noche, Madre.

Esperó a que sus compañeros empezaran a ascender, colgó la máscara del cinturón para mirar bien por dónde miraba, y empezó su propio ascenso.

—Buscar las piedras limpias. Los salientes amplios. Te voy a dar yo salientes amplios, niña. Con la punta de la espada —Vladko sabía bien cómo ascender, maldita sea. No necesitaba que le enseñaran cómo trepar por una maldita cuerda. Yo ya trepaba por los riscos de mi isla cuando tú no eras ni un puñetero proyecto en los huevos de tu padre. Pero lo peor había sido verla trepar tan ágilmente que parecía un ángel de la muerte buscando a su próxima víctima. Eso había sido lo que le había tocado más la moral. No caerse. No escuchar su vocecita mientras ascendía. No, le jodía sobremanera que lo hiciera parecer tan fácil.

Más le valía mantenerse alejada de él durante la noche.

Una vez llegó arriba, se colocó de nuevo la máscara después de oler el ambiente. Le gustaba saber si había algún perro en los alrededores que pudiera resultar un problema.

—Dos y dos —susurró a sus compañeros, indicando que quería que Matka fuera con él. Se llevaba bien con su compatriota y prefería que otro veterano vigilara a la niña, aunque realmente estuviera a su cuidado. Necesitaba que se le enfriaran los ánimos. Si se separaban e iban por ambos lados, podrían asegurarse que no había patrullas que pudieran pillarles por sorpresa.