Partida Rol por web

Han pasado casi 4 horas desde que os separaseis de los demás y ya habíais superado varios puestos de control en un interminable desfile de comprobaciones, llamadas, correcciones y preguntas, muchas de las cuales se habían repetido en más de una ocasión, y habíais cambiado de transporte una decena de veces entre simples elevadores, plataformas mecanizadas, pequeñas unidades móviles y algunos tramos a pie. La irritación comenzaba a aflorar y ya no os quedaba mucha paciencia, pero era un mal necesario como parte del funcionamiento del Administratum y sus muchas oficinas.

Sin embargo la espera tuvo su recompensa, al fin vuestro último transporte (un aerodeslizador minúsculo) se detuvo en un pequeño espacio para el aterrizaje de ese tipo de naves. La diferencia entre la colmena media y la cúspide era abismal, el aire era completamente puro y se veía la luz del sol directamente a través de las nubes en lugar de a través de pequeños resquicios entre los edificios (eso, si es que se veía el sol). Además, se hallaba completamente en calma, sin apenas ruidos que perturbaran el ambiente. De hecho, no había nadie a la vista en aquellas calles relucientes.

Los materiales del suelo y los ornamentos de las calles denotaban elegancia y riqueza, ya fueran las losas que resplandecían reflejando la luz del sol, o una fuente con esculturas de niños juguetones y sonrientes que se veía a algunas decenas de metros.

Teníais las señas para ir hacia la residencia de los Wolfe, aunque así no hubiera sido no creíais que hubiera hecho falta, al caminar por la zona solo se veían una docena de edificios, de los cuales uno era el último elevador hacia la zona más elevada de la cúspide, inequívocamente, la residencia del gobernador planetario. La entrada a la residencia Wolfe era una reja metálica de enormes proporciones, con unas letras plateadas con su apellido y el rezo en gótico clásico - Affectus sunt inimicus officium - o - Las emociones son enemigas del deber -

A pesar de lo acostumbrado que Urtzi estaba a todos las revisiones y exámenes a los que el propio Administrorum sometía a todo aquel que solicitase cierto acceso, el continuo ir y venir así como los numerosos viajes en transportes oficiales; terminaron por fatigar al adepto. Sin duda la cúspide de aquella colmena se hallaba muy bien protegida y convenientemente aislada de los problemas de la ciudad restante. El adepto no pudo evitar fijarse en la diferencia palpable entre la subcolmena y el lugar donde se encontraban ahora mismo...

La señorita Anzerani lo acompañaba en esta tediosa misión de obtener un permiso de actuación en la propia colmena. Aunque también esperaba obtener algo de información con la que averiguar más sobre el conflicto interno tan evidente en la colmena. Sin duda él no se consideraba la persona más empática del mundo, de hecho, su objetividad lo había metido en más de un problema. Pero, ya que no lo acompañaba nadie más adecuado para la misión, sin desmerecer a su compañera por supuesto; esperaba ser lo suficientemente suspicaz como para detectar cualquier anomalía en el comportamiento de los agentes así como del noble con el que se entrevistarán.

Una vez enfrente de la ominosa construcción que pertenecía a los Wolfe, Urtzi le dedicó una mirada a la ostentación arquitectónica que tenían delante. El adepto era más partidario de un concepto funcional de las estructuras pero comprendía la búsqueda de un estilo recargado y llamativo como señal de posición social y poder. Sin duda toda la exhibición de privilegios en la cúspide podía hacer creer a cualquier persona de la subcolmena que se encontraba en alguna especie de paraíso. El aire fresco y puro, calles limpias y protegidas así como luz natural formaban una combinación casi idílica para el resto de habitantes, lo cual profundizaba mucho más el abismo que separaba a la nobleza de la gente común. De no ser por el asunto que los traía aquí, Urtzi jamás pensaría que una revuelta se desataba en los rincones más profundos de la mastodóntica ciudad.

-Ha sido un viaje largo, pero por fin estamos aquí.- Comentó con un tono un tanto cansado por el desgaste producido por los constantes controles y viajes. -Esperemos que no sea demasiado tarde para la entrevista.- Dijo apreciando la posición del sol, aprovechando un momento para contemplar el evento para luego acercarse a la vaya que marcaba el límite de la propiedad. Así que Urtzi buscó por un comunicador o por algún centinela que pudiese ayudarlo.

Tenemos aun hasta mañana a la hora a la que nos dieron el papelito. Nos dara tiempo a hacer los que hemos venido a hacer, y aun nos sobrara tiempo para esa comida- Le doy con suavidad con el codo en las costillas mientras sonrio, en tono de camaraderia-. De todos modos, perdemos demasiado el tiempo con gilipolleces. Podriamos haber estado aqui mucho antes. Hemos tenido el documento durante horas ¿Y que hace el viejo? Marearnos como gallinas sin cabeza hasta que al final nos ha dejado venir, casi mas por deshacerse de nosotros que porque le conceda utilidad. Si hubiesemos hecho las cosas bien, ahora iriamos ahi dentro despues de haber hablado con el suertudo, sabiendo a que atenernos... Porque no estamos a tiempo ¿No?

Ahi adelante -señalo con la cabeza el control con gesto de desagrado- nos haran perder mas tiempo con mas gilipolleces. -Considero la burocracia como un mal indispensable, pero ahora mismo solo consigue hacernos perder el tiempo-  A todo esto ¿Que armas llevas? Si andas flojo de potencia de fuego, toma esto -Le planto la escopeta en el pecho- Tenemos que parecer mercenarios a los que esos nobles pagarian por matar, mejor que te confisquen en el control algo mas que la pistola de un robagallinas.

Urtzi rechaza con educación la escopeta que la señorita Anzemani le ofrece. -Gracias, pero ya voy lo suficientemente armado para mi gusto.- Dice a la vez que se gira para enseñarle el rifle que lleva a la espalda. -Además, da igual la cantidad de armas que lleve encima. No parecería más que un mercenario que no sabe muy bien dónde se ha metido.- Le dice con una suave sonrisa en su rostro. 

-En cuanto al señor Homron, sin duda es un hombre testarudo. Pero parece tener mucha experiencia y las ideas muy claras.- Trató de excusarlo a la vez que trataba de influir en la visión que la soldado tenía del arbites. Un ambiente enrarecido entre compañeros de un mismo grupo no haría más que perjudicar la misión. Aunque también entendía la reticencia de Gianna hacia el comportamiento de Hieronnymus, pues realmente él no ostenta ningún cargo por el que ella deba obedecerle. -Creo que es cuestión de aprender a tratar con él. Un enfrentamiento directo no haría más que poner al veterano arbites a la defensiva, pero un planteamiento progresivo podría conseguir complementarse con su manera de pensar tan rígida. Considérelo como una estrategia de combate para la cual el objetivo no sepa ni siquiera que está luchando y así poder derrotarlo, dialécticamente hablando por supuesto.- Puntualiza el adepto en su discurso. Realmente Urtzi no era ningún estratega militar ni nada parecido, pero había leído lo suficiente como para entender los rudimentos de la estrategia militar además de ser un buen jugador de Regicida*. Pero era capaz de encontrar la similitudes y extrapolarlas a otras situaciones. Además, puede que exponiendo el tema de esta manera, la soldado tenga en cuenta sus palabras. -Bueno, ahora lo importante es conseguir el permiso de los Wolfe y ver si podemos obtener algo de información adicional.- Dice finalmente para dirigirse a la entrada del gran edificio que ambos acólitos tenían delante. 

La gran reja se encontraba cerrada, pero a su lado había un interruptor con un comunicador. Unos segundos después de pulsarlo, una voz metálica a causa del comunicador y carente de emoción en sus palabras dice:

- Residencia de los Wolfe, ¿Quien es, y que se le ofrece? -

Urtzi se aclaró la garganta para presentarse ante la persona que atendía al comunicador de la puerta.

-Buenas tardes, señor. Mi nombre es Marsh Mellow* y vengó aquí en representación de un grupo mercenario para obtener una acreditación de la familia Wolfe.- Hizo una pausa para revisar los papeles que el adepto de la oficina de la colmena media le había proporcionado.

-Nos dijeron que debíamos entrevistarnos con el señor Magnus Wolfe.- Tras la breve presentación, el adepto se giró hacia la soldado y de nuevo hacia el comunicador con una expresión expectante a la espera de una respuesta.

Sonrio- La estrategia de combate que he seguido por lo general, no es tan elaborada. A mi no me han enseñado nada de diseñar estrategias. Puedo hacerlo claro, si no no seguiria viva, pero a mi me han enseñado a matar o morir por el emperador, nada mas. La orden para defender una posicion suele ser "hasta el ultimo hombre y el ultimo cargador", las ofensivas no suelen ser diferentes. Hay excepciones claro, a veces es una campaña importante y tambien las mentes que diseñan la estrategia y los suboficiales que la siguen, tambien lo son.  -Me paro en seco, y mis rostro pierde toda expresion mientras los recuerdos se apelotonan en mi mente de forma involuntaria. Yo, corriendo en tropel en una  salvaje oleada de seres humanos dirigiendose al matadero, bajo una lluvia de haces de energia que seccionan decenas de miembros a cada segundo. Yo, siendo seleccionada "voluntaria" por el comisario para formar un "comando especial de choque", un nombre muy pomposo para decir que te ha tocado morir siendo llevado a los peores sitios. Asaltar con el comando una trinchera con orcos y degollarnos en una lucha salvaje y animal entre nosotros, como lobos hambrientos. De 120 "voluntarios", 15 supervivientes, algunos incluso enteros. Pocos amigos, si es que hay alguno, que dure mas que unos años... Sacudo la cabeza, en un esfuerzo por centrarme. Me doy cuenta de que sujeto el brazo, tratando de contener un temblor involuntario. No es el momento ni el lugar.- Acabemos con esto de una vez. Esa es la residencia de los Wolfe ¿Verdad? Pues vamos.- De estar parada, he pasado a andar a toda prisa, dejando a Urtzi detras. Es algo intencionado, no quiero que  vea la expresion que debo tener ahora.

- Espere un momento - repitió la voz con el mismo tono desganado, casi carente de emoción. El comunicador se desconectó, y tardó casi un minuto en volver a activarse antes de que os respondieran de nuevo - Hemos confirmado su recepción, el señor Wolfe le recibirá en breve. Le ruego espere en los jardines a que un mayordomo le guíe al interior cuando todo esté listo. -

Con un leve chirrido, la verja se abrió hacia el interior dándoos paso a los terrenos de la casa. Si pensabais que la palabra "jardines" podía ser un tanto exagerada incluso para el exterior de una vivienda noble ese pensamiento se desvaneció casi de inmediato cuando cruzasteis el umbral. Hasta donde alcanzaba la vista el terreno debía de tener cientos de metros de jardines perfectamente cuidados, la vivienda aún estaba no más lejos que un pequeño paseo desde la puerta.

Al entrar lo primero que os llamó la atención fueron los guardias. Casi siempre teníais a la vista al menos a una docena de ellos rondando por los jardines, pero lo interesante de aquellos guardias era que se trataba de servidores, humanos con el cerebro borrado, condenados a servir sin la menor duda cualquier orden que recibieran de su patrón.

Lo segundo que os llamó la atención fue cuando visteis al pasar a un sirviente cuidando de los jardines (debían de tener varios para cuidar unos jardines tan inmensos), al principio no notasteis nada extraño, pero al pasar cerca suyo pudísteis ver los cables que conectaban su cráneo al cuello, signo inequívoco de que se trataba de otro servidor, aunque de mayor calidad, pues su aspecto estaba tan disimulado que apenas se diferenciaba de un humano corriente. Parecía que todos los siervos y subordinados de la familia Wolfe estaban formados por aquellas creaciones sin voluntad, incapaces de contradecir a sus amos.

Finalmente estabais llegando a la casa. A medida que os acercabais os disteis cuenta de que había un cenador cerca de la entrada, donde un hombre de mediana edad parecía acompañar a una niña de no más de 6 años mientras jugaba en un columpio. Sin embargo, cuando el hombre se dio cuenta de vuestra presencia hizo un gesto y al instante un sirviente (de nuevo un servidor) apareció desde un lateral y llevó en brazos a la niña hacia el interior. Después el mismo hombre salió al camino principal y esperó a que llegaseis a su altura.

El hombre tenía una mirada penetrante y evaluadora, y su aspecto podía ser un poco intimidante, sin embargo en el momento en el que comenzó a hablar esa sensación se redujo notablemente. El hombre debía de padecer un defecto del habla, hablaba entrecortadamente, como atragantándose con sus propias palabras, aunque su expresión no cambiaba en absoluto el aura amenazante que se podía percibir a su alrededor cuando no hablaba desaparecía en cuanto pronunciaba alguna palabra.

- A aa.. ah, alto. S ssoy Ign.. nnace Wolfe, ee exxijo ssaber qui..ienes son y q qque haccen aquí. -

Mi cara es una mascara inquebrantable, vacia de toda expresion. Una de las ventajas, si se le puede llamar asi, de haber estado en la guardia donde cualquier comisario puede ejecutarte sin dar razones, es que aprendes a no reflejar lo que piensas delante de quien no debes.
Por lo demas, habla de un modo tan ridiculo que casi he olvidado a los demonios que me acosaban hace un momento.
No digo nada, ya que doy por hecho que Urtzi sabra expresarse mejor que yo.

Lo que ocultaban aquellas gigantescas vallas era sin duda el paisaje más maravilloso y esplendoroso que Urtzi había visto jamás. "Por la gracia del Omnissiah..." Pensó abrumado. Toda aquella extensión de vegetación era algo en peligro de extinción en ciudades como aquella y que solo gente de la más alta cuna y con unas arcas que rocen lo incalculable podría permitirse. Por una parte se encontraba impresionado por los jardines pero por otra sentía un temor primordial al percatarse del alcance del poder que poseía la familia Wolfe. 

Tampoco se le escapó el detalle de que todos los trabajadores que había visto en el recorrido a través de los magníficos jardines no era más que servidores. De muy buena calidad, eso sí; pero servidores al fin y al cabo. Una conjetura se formó en la mente del adepto. "¿Será que tendrán miedo a algo? ¿Traición, insubordinación?" Eran tan solo ideas, pero nada que desdeñar completamente teniendo en cuenta los informes de la misión. La familia Wolfe parecía hacer lo imposible tanto por mantener su dominio y control como por aparentar cierta normalidad. Quizás otras casas nobles hayan aprovechado algún momento de flaqueza para asegurarse de subir un peldaño en la escala de poder en la colmena.

Todas estas cavilaciones enseguida se quedaron en segundo plano cuando fueron abordados por un hombre de aspecto imponente y autoritario. Urtzi se sorprendió levemente cuando éste los llamó, pero todo ese porte se desvaneció en cuanto el hombre hizo su pregunta. A pesar de su elegancia y su mirada inquisitiva y penetrante, el tartamudeo de su voz resultaba una contramedida muy eficaz al conjunto. Pero a pesar de ello, a Urtzi no se le escapó el detalle de que era miembro de la nobleza. Por lo que hizo una leve reverencia a la vez que se presentaba. -Mi nombre es Marsh Mellow. Es un honor conocerle, señor. Venimos en representación de un grupo mercenario para obtener un permiso de su familia.- El adepto habló con un tono educado tratando de no sonar desafiante en ningún momento. -En la entrada nos indicaron que esperásemos en los jardines a que un servidor nos guiase. Pero resulta complicado no perderse en unos jardines tan maravillosos. Sin duda la familia Wolfe sabe como hacer las cosas bien.- Dijo con una cauta sonrisa sin retirar su tono cordial y educado pero la última frase la pronunció con un tono ambiguo, que invitaba a opinar al respecto. No conocía a ese hombre, pero estaba seguro de que su problema de habla suponía algún tipo de inconveniente dada su condición. De nuevo tan solo eran conjeturas, pero puede que el resentimiento ampliase la información que el grupo de acólitos tenía sobre la noble familia Wolfe.

- Nno he ssido informado - a pesar de su voz su rostro denotaba que estaba enojado - ¿p.p.permiso? ¿que classe de p.permiso? ya cont.tamos c.con associados de su cat.tegoría, no necessit.tamos de m.más acuerdos -

a medida que hablaba su rostro había adquirido un tono rojizo y respiraba con más fuerza, bien por su irritación, bien porque sus palabras tan entrecortadas podían haber causado que le faltara el aire.

- p.pueden irsse p.por donde han vennido - al tiempo que hacía un gesto indicando que podíais iros de inmediato, en su molestia, el noble sacó un pañuelo y lo utilizó para secar unas perlas de sudor que habían aparecido en su rostro - no obt.tendrán nada aq.quí, ssolo sserá una p.perdida de t.tiemp.po -

Ni bien habíais tenido tiempo de pensar en como replicar a Ignace Wolfe, la puerta de la mansión se abrió y apareció uno de aquellos servidores de aspecto casi humano, engalanado como un autentico mayordomo, aunque no pasaban inadvertidas la vaina de espada y un látigo formado por gruesas piezas de acero (afiladas, y de aspecto bastante peligroso) que llevaba a la cintura.

- Lord Magnus Wolfe ha aceptado recibirles en su estudio, si los invitados son tan amables de seguirme. - anunció el con una voz sin emociones, aunque asombrosamente elegante para pertenecer a un servidor (más aún por el contraste con la breve conversación anterior).

La cara de Ignace Wolfe se contrajo en una mueca de rabia y todo su cuerpo tembló levemente durante un segundo, se giró hacia el servidor y pareció que iba a gritarle, pero de alguna forma, aunque movió los labios apenas articuló un levisimo gruñido ininteligible que pareció requerir de toda su fuerza. Aquello se repitió una segunda vez, mientras el noble sacaba algo de uno de sus bolsillos. Después, Ignace Wolfe entró en la casa como una exhalación, casi empujando a un lado al servidor en su impaciencia.

Aunque no lo has visto bien, parecía que a Ignace Wolfe le temblaban ligeramente las manos. También retorció el pañuelo después de usarlo para secarse el sudor, pero no sabrías decir si por nerviosismo o a causa de una enfermedad.

En cualquier caso también llegaste a apreciar el objeto que sacó del bolsillo antes de entrar a toda prisa en la casa, parecía un pequeño recipiente transparente, vacío.

Miro a Urtzi despues de que el noble se haya marchado en su acceso de furia. Mi opinion no ha cambiado, su forma de hablar es ridicula, sin embargo se reconocer el peligro cuando lo veo.- Parece enfermo, le tiemblan las manos y me ha parecido que sacaba un frasco que supongo seria una medicina o algo, aunque estaba vacio -Mi voz es apenas un susurro, aunque lo siguiente lo digo en un tono normal.- Deberiamos entrar, no creo que sea buena idea hacer esperar a nuestro anfitrion.

En cualquier caso, esta claro que acabamos de hacer un nuevo amigo. Un "amigo" con una actitud de lo mas sospechosa. Lo que no entiendo es porque uno trata de echarnos, y el otro (el que supongo que es el que manda) pasa por encima suyo e ignorandolo nos pide que entremos. Como digo, de lo mas sospechoso...
Juegos de poder sin duda. Lo que esta gente necesita es una armadura antifragmentacion y un rifle laser, y pasar una buena temporada luchando por el emperador en su Martillo. Estos nobles pasan mas tiempo preocupandose de su poder personal que del imperio y de la causa de la humanidad. Sin embargo, me cuido mucho de decir semejante cosa.

Por otro lado, los servidores... Se que los siervos del dios maquina sirven al emperador ¿Pero hacerle eso a un ser humano no es como arrancarle su alma? No siempre entiendo bien esas cuestiones, y es por ello por lo que prefiero no hacerme demasiadas preguntas, hay gente mas capacitada que yo para ello. Le sirvo a EL y no cuestiono sus decisiones, es en su nombre por el que he resistido todo este tiempo, por su nombre he matado a los enemigos del imperio y he visto morir a muchos compañeros, yo misma he estado a punto de morir muchas veces, y siempre he sabido que acabare muriendo a su servicio. 
Pero a veces, en lo mas hondo de mi ser, no puedo evitar sorprenderme a mi misma preguntandome si todos los que dicen actuar en Su Nombre lo hacen de la forma adecuada. Es algo en lo que nunca he querido pensar demasiado, porque intuyo que no me conducira a nada bueno. Prefiero limitarme a aportar mi grano de arena, que es lo que mejor se me da. Ante todo, soy una persona practica.

Urtzi se disponía a responder al acalorado noble cuando un servidor los interrumpió al aparecer por la puerta principal de la ominosa mansión. El adepto no pudo evitar soltar un suspiro de alivio al saber que no había sido una pérdida de tiempo el venir hasta este lugar. Sin duda cabía la posibilidad de que el comportamiento del señor Ignace Wolfe responda a una rivalidad interna de la familia. "¿Qué lugar ocupará exactamente este hombre?" Se preguntó a sí mismo con curiosidad.

Entonces, Urtzi se quedó con la palabra en la boca pues, cuando se giró hacia el señor Ignace, éste ya estaba entrando de malas maneras a la construcción de la que el servidor había salido. La expresión del adepto mostraba cierto desconcierto por la situación que acababan de presenciar. Pero terminó por aceptarlo pues jamás se había movido en un entorno tan elitista, aunque no por ello dejaría de darle vueltas. En la cúpula se hacen decisiones muy importantes que afectan directamente o indirectamente a toda la colmena. De modo que si había desacuerdo en el seno del poder, puede que algo más esté ocurriendo en esta ciudad... Algo más allá que una simple rebelión o el tráfico de armas.

La voz de Gianna lo sacó de sus cavilaciones y borró su expresión reflexiva para cambiarla por una más afable. -Puede que tenga que ver con su defecto del habla también. Quizás sufra de alguna enfermedad nerviosa.- Respondió a las conjeturas de la soldado. -Pero, sí, entremos. No sabemos cuanto nos podrá llevar la entrevista.- Dijo para suscribir las palabras de la mujer. Y sin más dilación dejó que el servidor los guiase por la inmensa distribución interior del edificio.

El servidor mayordomo, actuando como si nada hubiera ocurrido hizo una levísima reverencia y os acompañó por el interior de la mansión. En verdad era una mansión grande, y aunque disfrutaba de unos evidentes lujos muy superiores a lo que cualquier ciudadano privilegiado podría adquirir, tenía un aire más austero en comparación con los espectaculares jardines del exterior.

En el interior no os encontrásteis con más servidores, pero si con un par de querubines que recorrían el edificio flotando con indolencia. Son similares a los servidores y su uso está muy extendido en las iglesias del Emperador, solo que en estas construcciones nada en ellos es o ha sido humano alguna vez. Con un aspecto que recuerda a pequeños niños rechonchos alados su aspecto puede ser bastante siniestro; de nuevo, estos querubines tenían un aspecto más cuidado de lo habitual, y en sus caras habían puesto unas máscaras de porcelana que les conferían unos rasgos afables, pero aun así nada evitaba que siguieran siendo unas creaciones perturbadoras.

Finalmente el mayordomo os abrió una puerta e hizo un gesto para que entraseis primero. Se trataba de un amplio despacho decorado con muebles de madera ligeramente oscura, como sacados de un rico mundo feudal. Detrás de un largo escritorio se encontraba con una expresión seria un hombre que diríais que debía de ser Magnus Wolfe, el estilo de sus ropas y sus facciones os recordaban en cierta medida al otro Wolfe con quien habíais hablado, solo que este debía de haber superado ya los cincuenta años, una edad respetable, aunque tratándose de alguien que contaba con los privilegios y atenciones de un noble, nada extraño. Tras él, un enorme ventanal permitía que la luz iluminase la habitación, que ahora tenía un toque rojizo por el atardecer.

- Siéntense, por favor - dijo con una voz perfectamente educada, pero firme. A vuestra espalda, el mayordomo entró cerrando las puertas y se situó junto a su señor. Ya habían colocado un par de sillas frente al escritorio para vosotros. - ¿desean alguna bebida? - sin esperar una respuesta se abrió una rejilla disimulada en la pared y entró un querubín con una bandeja de bebidas; había refrescos y bebidas fuertes, unas tazas con un líquido espeso que recordaba a los recafeinados que solían beber los trabajadores humildes, aunque este despedía un agradable aroma, e incluso simple y cristalina agua (otro pequeño lujo, ya que en las ciudades colmena casi siempre se encuentra ligeramente sucia y con sabor a oxido).

- Bien, me gustaría que expusieran cual es la razón exacta de su visita, así como sus intenciones. Tómense el tiempo que necesiten para explicarse. -

El despacho hasta el que fueron guiados no defraudó al adepto en ningún momento. Sin duda mantenía el estilo elegante y refinado que había presenciado durante todo el recorrido a través de los terrenos de la familia Wolfe. De la misma manera que el porte del mismo Magnus Wolfe tampoco desentonaba. Urtzi no pudo evitar encontrar el parecido con Ignace, llegando incluso a valorar la posibilidad de que fuesen hermanos.

Una vez acomodados y sentados frente al ilustre personaje, su anfitrión les ofrece amablemente un refrigerio. Toda una selección de bebidas se acercaba hacia los dos acólitos en las manos de un querubín. Urtzi se tomó unos segundos para escoger y luego se sirvió un vaso de la cristalina agua. El adepto hizo un gesto de agradecimiento hacia el noble y bebió del tan simple pero a la vez tan escaso líquido. Lo saboreó unos instantes y tragó despacio para luego exhalar disfrutando del efecto refrescante. El adepto dudaba que volviese a disfrutar de algo tan extraño como un vaso de agua pura, sin el sabor que dejaban los procesos de reciclado. -Sencillamente exquisito...- Dijo casi en un murmullo.

El señor Wolfe no tardó en ir directo al asunto que los atañe y preguntó sin rodeos. Urtzi se estiró en su asiento y se aclaró la garganta para responder. -Lo primero de todo, es un honor conocerle en persona, señor Wolfe.- Dijo con un tono educado acompañado de una ligera inclinación de cabeza. -En cuanto a la razón que nos trae aquí, si me permite ser sincero, es el dinero, señor. Dinero ganado de manera honrada y con esfuerzo, por supuesto.- Puntualizó. Hizo una breve pausa para recalcar este último detalle y se dispuso a continuar. -Como ya sabrá, somos un grupo de mercenarios y hemos escuchado rumores de que Desarbolada era un buen destino para soldados de fortuna como nosotros. Por lo que vinimos con la intención de poner nuestras armas y nuestra experiencia a su servicio, señor. Puedo asegurarle de que contamos con gente muy cualificada y disciplinada para cualquier tarea de vigilancia o escolta que se nos confiera.- Expone a su ilustre anfitrión con la mayor diligencia posible. El señor Wolfe se encargaba ni más ni menos que del funcionamiento de una colmena al completo, con todo el volumen de trabajo que ello implica. Por lo que Urtzi optó por exponer su situación de manera eficiente y ordenada para hacerle llegar lo más relevante a su interlocutor de la manera más directa posible. -Somos un grupo resuelto y consagrado a nuestro trabajo, señor. Estoy seguro de que una persona como usted sabrá valorar estas cualidades.- Concluyó de nuevo acompañando sus palabras con una ligera inclinación de la cabeza mientras esperaba una respuesta por parte de Magnus Wolfe. El devenir de la tarea de Gianna y Urtzi dependía del éxito o el fracaso en esta entrevista. Por lo que el acercamiento debía ser cuidadoso, metódico y progresivo para poder causar una buena impresión. El adepto ya había movido ficha. Ahora solo falta esperar al movimiento del contrincante.