Partida Rol por web

16 Corij 433 AC

Sigues al trío de hombres-lagarto a través del túnel excavado por debajo de la posada y, cuando volvéis a salir a la superficie, te sorprende descubrir que fuera todavía es de día.

Habéis emergido en algún lugar de Robann medio tragado por el pantano, oculto por los árboles y la maleza y donde el agua os cubre casi hasta la altura de las rodillas. Fuera, el ambiente es casi insoportablemente caluroso y húmedo y los mosquitos zumban por doquier, convirtiéndote en su objetivo más apetecible.

Dedicáis las siguientes horas a deambular a pie por la ciénaga. El terreno es todo menos seco: incluso en "tierra firme", el suelo está empapado, con pequeños charcos de agua creados por la incesante lluvia. Incluso para ti, que ya pasaste todo el día y toda la noche de ayer en el pantano, el lugar es como un laberinto pero tus guías parecen saber perfectamente a dónde os dirigís por medio de marcas cuidadosamente dispuestas en los troncos de algunos árboles.

Los hombres-lagarto porteadores llevan el pesado contrabando del culto en sus espaldas y sus huellas se pueden ver claramente en el camino que cruza terreno mojado. Tú caminas tras ellos de forma maquinal, cada vez más y más cansado, esforzándote por no quedarte atrás mientras estudias el paisaje que os rodea.

Los Grandes Páramos albergan una increíble variedad de plantas y animales, todos ellos adaptados a la vida en este terreno cálido y pantanoso. Son comunes los manglares, cipreses, sauces, eneas y otros árboles y hierbas resistentes. Los árboles frutales y las enredaderas producen bayas, frutas de hueso. Las semillas, las hierbas con flores y las raíces de las especias hacen que incluso un día de viaje por los Grandes Páramos sea el sueño de un herbolario, aunque ese no es tu campo de especialidad.

Los reptiles y las aves encabezan la lista de especies que se encuentran en la región. Muchas son notablemente más grandes que las variedades ordinarias que se encuentran en otros lugares, ya que se han adaptado a la combinación única de clima, alimento y refugio disponible en los Grandes Páramos. Aves acuáticas de todos los colores y tamaños hacen que en el pantano reine un ambiente bullicioso y hasta molestamente ruidoso. Y, por supuesto, los insectos y alimañas, desde diminutos mosquitos hasta enormes ciempiés y libélulas, garantizan la representación de todo el espectro de la vida del pantano.

Los hombres-lagarto hablan entre sí poco y, cuando lo hacen, es en una lengua sibilante que no comprendes. Lo que sí tienes muy claro es que son trabajadores infatigables, pues no muestran ningún cansancio a pesar de la carga que portan.

¿Realmente era necesario avanzar tan rápido entre aquellos páramos infectos? No lo tenía claro. Podía ser que el líder de los nerakianos necesitase de forma urgente aquellos tesoros para... ¡Para tumbarse sobre ellos cual dragón! 

Kylian empezaba a arrepentirse de haber cogido la decisión de viajar en solitario. Estaba agotado como pofas veces. Debería haber empleado las horas dentro del almacén para dormir y haber dejado la copia de pergaminos para otro momento. 

En más de una ocasión se planteó abandonar la marcha y echarse a dormir. Si lo había descartado era simplemente proque no había ningún sitio donde tumbarse que no estuviera hinundado o lleno de barro. Por eso y porque sin duda alguna no sabría regresar en solitario hasta Robban y una vez allí... ¿Cómo explicar su fracaso al alférez Abrena? 

No, siguió avanzando pese a todo, pues no le quedaba otra. Perseguiría a sus escamosos guías hasta el límite de sus fuerzas y cuando no pudiese más, les rogaría descansar un rato, aunque de hacerlo... Difícilmente reemprendría la marcha hasta que hubiera podido dormir una horas. 

Y Valev... Le echaba de menos. Era cierto que tampoco había compartido tantas cosas con él y el tiempo que pasaron juntos fue efímero. Le hubiera gustado conocerle un poco más, pero... Se marchó y de él sólo le quedaba un dedo. Literalmente. 

Al sueño se le suma el dolor muscular a causa de la larga caminata por el pantano y el malestar por tener que hacerlo calado hasta los huesos, mientras el sol va descendiendo hasta casi desaparecer tras la línea del horizonte.

Avanzando entre las sombras, sientes que no vas a poder caminar mucho más antes de desmayarte, pero las invisibles figuras serpenteantes que se deslizan entre tus tobillos mientras avanzas por el pantano siempre consiguen disuadirte de detenerte.

Y al fin, tras una andadura de tres o cuatro horas que a ti se te antoja eterna, llegáis hasta un pequeño campamento iluminado por una pequeña y solitaria hoguera. Apenas es una porción de terreno ligeramente más seca que el lodazal que has estado vadeando desde que saliste de Robann, con cuatro cobertizos de mimbre y una plataforma de piedra para encender un fuego sobre la tierra empapada.

Diez metros más allá del campamento en la dirección en la que has estado viajando, finaliza el terreno seco. Aparte de los arboles cubiertos de musgo, troncos caídos y grandes matas de cañas, sobre la oscura superficie agua del agua se encuentra preparada una gran balsa de madera cerca de uno de los cobertizos.

—Desssscanssssaremossss aquí —te informa uno de los hombres-lagarto, depositando su carga en el suelo mientras sus compañeros se dedican a alimentar el fuego moribundo con ramitas húmedas que levantan una gran humareda chisporroteante—. Esssstamossss lejosssss todavía de Mohrlexctlan. Cuatro díasssss, tressss si tenemossss sssssuerte y nada intenta comernosssss por el camino.

Kylian respiró al escuchar que se iban a detener a descansar. Se encontraba al límite de sus fuerzas y ya le hubiera dado lo mismo ponerse a dormir en un lodazal. Todo por cerrar los ojos y recuperarse de tantas horas de caminata, pelea, estudio e inmsomio. 

- ​​​​​Estaría bien que no nos comieran. - Afirmó. - Aunque de no haber parado ya a descansar, casi hubiera preferido que nos comiera uno de esos caimanes. - Bromeó. 

Por la expresión de los reptilianos parecía que no acababan de entender la chanza que acababa de hacer. Supuso el siervo de Gilean que aquella gente no entendía el humor humano. Se encogió de hombros.

Pese al cansancio, rezaría sus oraciones a su dios patrón y le pediría sus dones para el día siguiente. Esperaba poder descansar al menos ocho horas y lo haría con la armadura puesta gracias al cristal que compró en Kalaman, el cual le proporcionaba comodidad hasta embutido en una pesada armadura. 

- Buenas noches, espero... - Se despidió de los lagartijos después de comer algunas de sus provisiones para calmar su rugiente estómago.

17 Corij 433 AC

Estás tan agotado que ni te molestas en averiguar si alguno de tus escamosos compañeros de viaje va a montar guardia en el campamento. Aun así, la noche transcurre sin incidentes y el amanecer te encuentra ya en pie, listo para ponerte de nuevo en movimiento. Los hombres-lagarto se han levantado poco antes del alba y tú con ellos al oírles partir sin decirte nada.

El viaje hacia el noroeste prosigue pero esta vez lo hace en balsa. En una lenta balsa que se desliza perezosamente a través de las fangosas aguas del pantano impulsada por largas pértigas que blanden tus acompañantes con mecánica efectividad.

Lleváis un tiempo navegando así, en silencio, cuando algo salta a vuestra embarcación. En un primer momento piensas que se trata de algún tipo de rana grande pero, al fijarte con mayor detalle, te das cuenta de que es otra cosa.

En efecto, parece un sato del tamaño de un perro pero en la espalda le crecen un par de alas atrofiadas, y tiene varias crestas de hueso por encima de los ojos y a lo largo de su lomo. Además, su cuerpo despide
constantemente un hedor ofensivo, que lo califica como una de las criaturas más repulsivas que jamás hayas olido.

No tienes ni la menor idea de qué es, pero está claro que no es un animal corriente. Y tus sospechas se confirman cuando tus, hasta ahora, estoicos acompañantes comienzan a gesticular nerviosos y a soltar sus remos sobre la balsa para echar mano de sus armas. Dos llevan clavas de madera con piedras afiladas atadas en sus extremos a modo de martillos primitivos; pero el que parece su líder, el que ha hablado contigo en un par de ocasiones hasta el momento, porta un hacha de batalla de acero.

—Mata a essssa cossssa, humano —te urge tu interlocutor, visiblemente alterado—. Hazzzzzlo o nosssss matará a todossss.

Agradecía realmente que durante la noche nada hubiera sucedido y haber podido descansar. Se lo agradecía a Gilean, quien seguro había velado por él. Eso le indicaba que estaba contento con él, con su neutral forma de llevar aquel asunto que tenía entre manos. 

Por otra parte se sentía algo contrariado, pues aunque los reptilianos no eran de lo más simpático, al menos eran gente trabajadora y no molestaban, ni criticaban porqué si. Últimamente se sentía más cómodo entre nerakianos y hombres lagarto que con los que se suponía que eran sus amigos y los defensores del bien. 

Fuera como fuera, aquel sentimiento no era nuevo. Desde que conoció a Valev, a Tres Ombligos y al resto de amigotes, en paz descansen, su idea del mundo había cambiado. ¿Para siempre? No lo creía, pues todo fluctuaba y se transformaba constantemente. 

Un paseo en barca parecía algo de lo más placentero, aunque el paisaje no acompañaba demasiado. Esa era una pena. Al menos no le tocó remar a él, o más bien impulsar el bote con aquellas pértigas. Él simplemente se dejaba llevar mientras una triste, pero pegadiza canción se reproducía en su mente: "noche estrellada", se llamaba la canción.

- ¡Por Gilean! - Exclamó Kylian al ver a aquella extraña criatura alada saltar sobre la barca. 

Rápidamente agarró su bastón, aunque probablemente por la sorpresa, no todo lo rápido que hubiera querido y se apresuró a dar un par de bastonazos a aquella bestia anfibia. 

Armado con su maza de piedra, el primero de los hombres-lagarto se abalanza sobre el sapo alado, pero que la criatura esquiva la acometida con un ágil salto hasta el centro de la balsa y responde escupiéndole un chorro de ácido, que su atacante consigue bloquear parcialmente con su escudo de madera.

El del hacha, aprovecha que la criatura está distraída para hundir en su lomo la hoja acerada de su arma. De haber sido una rana corriente la habría partido por la mitad allí mismo. Pero en lugar de eso, el hacha apenas le causa una herida superficial cuya sangre verdosa comienza a corroer rápidamente el metal.

El tercer hombre-lagarto la ataca desde un lado, propinándola un terrible martillazo en la cabeza que tampoco consigue despanzurrarla, sigo hacer que se irrite todavía más y abra la boca mostrando dos hileras de pequeños y afilados colmillos.

Tú atacas desde el lado opuesto, haciendo llover sobre la furiosa rana una descarga de bastonazos que no parecen causarle daño alguno.

Chorreando ácido, el primer hombre-lagarto se lanza de nuevo al ataque y esta vez sí logra herir al siniestro sapo que se os ha colado de polizón en la barca. Pero la criatura le salta encima, mordiéndole y clavando sus patas palmeadas acabadas en garras. Tu compañero de viaje cae primero de rodillas y después de espaldas, mientras la sanguinaria criatura se abre paso a dentelladas a través de su escamoso pecho.

Los camaradas de la víctima tratan de acudir en su auxilio, pero solo consiguen complicar más la situación. El líder, el del hacha, falla su golpe al tratar de no herir accidentalmente al caído y con su torpe movimiento propicia que el otro le golpee accidentalmente con su martillo y lo arroje por la borda.

Durante un instante le veis patear y agitar los brazos frenéticamente, pero algo tira de él hacia abajo desde algún lugar de la fangosa marisma y tras un breve forcejeo, desaparece bajo las turbias aguas.

- Ésto de complica... - Murmuró el clérigo. - ...y no me gustaría comprobar que hay bajo el lodo...

Sin más preámbulos, Kylian se esmeró en tratar de golpear con mayor precisión sobre aquella agresiva criatura. Si no lograban apalearla rápido, acabaría por lanzarles al pantano para, en el mejor de los casos, acabar únicamente ahogados.

- ¡Vamos! - Alzó la voz. -¡A por esa cosa! ¡Ya es nuestra! - Arengó a los esclavistas.

A diferencia de tus compañeros, esta vez sí consigues encajarle unos cuantos buenos golpes a la rana asesina. Lo suficientemente duros como para que se olvide por un momento de su víctima y centre en ti su atención. El hombre-lagarto que está tendido sobre el barco con las tripas por fuera intenta vengarse pero antes de hacerlo pierde el conocimiento a causa de la pérdida de sangre.

El enorme sapo se lanza sobre ti batiendo enérgicamente sus alas. Intentas retroceder pero no tienes mucho espacio donde hacerlo y la criatura termina aterrizando sobre tu pierna izquierda, donde hunde sus garras y colmillos sin piedad.

El compañero que te queda le asesta un duro martillazo con su maza de piedra y consigue quitártelo de encima, haciendo que ruede sobre la balsa ante de recuperar la verticalidad.

- ¡Aaaaargh! - Gritó Kylian dolorido. 

Suerte que el reoriliano le dio un mazazo bastante potente a aquella aberración y se la quitó de encima. De lo contrario difícilmente hubiera podido zafarse de ella. De nuevo listo para el combate, lanzó un nuevo bastonazo contra aquel ser, al que golpeó con dureza. Volvió a intentarlo, pero ahogado como estaba por el esfuerzo, no llegó a hacer blanco en su oponente.

Vuelves a asestarle un buen bastonazo al maldito sapo y éste emite un sonido espantoso que asocias con alguna clase de quejido antes de lanzarse una vez más a por ti como venganza. Esta vez su poderoso salto y su salvaje aleteo le llevan hasta tu garganta, donde sus comillos se hunden con saña.

Mientras intentas quitártelo de encima, tu compañero de viaje os mira a los dos sin saber muy bien cómo actuar. Temiendo que si intenta golpear a la criatura probablemente te matará. Martillo en mano, se acerca amenazadoramente a la sanguinaria rana y hace grandes aspavientos fingiendo que va a atacarla.

La malherida criatura salta de nuevo desde tu cuello y se zambulle de cabeza en las turbias aguas, desapareciendo en ellas un instante después. Tu salvador niega con la cabeza y dice algo en su lengua natal que no consigues entender.

Por lo menos, el peligro parece haber pasado por el momento.

No se molestó demasiado en entender lo que el lagarto le decía en su extraña lengua nativa. Kylian rápidamente se lanzó sobre el hombre lagarto moribundo e impuso sus manos sobre sus heridas.

- ¡Oh Gilean, sálvale la vida a esta criatura! - Imploró.

Acto seguido una luz azulada rodeó el cuerpo del reptiliano y sus heridas comenzaron a cerrarse. Esperaba que eso fuera suficiente para que recuperar la consciencia, o al menos para evitar que la muerte se lo llevara. Acto seguido hizo lo mismo entonces sobre si mismo, pues aquel anfibio alado le había causado unas heridas dolorosas y que le escocían a rabiar.

- ¿Ves al otro? - Le preguntó Kylian al lagartijo que le había salvado con su golpe de maza. - ¡Tenemos que devolverlo abordo!

Mientras tu salvador registra las turbias aguas del pantano en busca de su camarada desaparecido en ellas, tú escoges anteponer la vida de un desconocido al alivio de tus propios dolores y tu buena acción obtiene su recompensa cuando el hombre-lagarto que se encontraba inconsciente vuelve en sí tras tu imposición de manos.

Las quemaduras comienzan a sanar rápidamente y la carne a cicatrizar allí donde las garras y colmillos de su atacante habían abierto caminos sangrientos. El ser parpadea confuso y te dedica una mirada que, supones, debe ser de gratitud.

Te dispones a sanar tus propias heridas cuando la rana alada emerge una vez más de las fangosas aguas directamente frente a ti, pillándote desprevenido. Sus fauces se abren mostrando sus amenazadores dientecitos afilados y te escupe un chorro de ácido a la cara.

Intentas esquivarlo y consigues cubrirte a tiempo de evitar que queme tus ojos, pero no buena parte de tu rostro. Entre alaridos, sientes cómo tu carne se deshace en jirones sanguinolentos y la oscuridad de la inconsciencia se apodera de ti.

Despiertas en una choza de cañas y barro, tendido sobre un lecho compuesto de grandes hojas de varios tipos diferentes. En el aire flota un perfume enrarecido y dulzón que te recuerda a flores muertas. Un chisporroteante fuego crepita furioso cada vez que el otro ocupante de la posada lo alimenta con plantas frescas y con las ranas que cuelgan de su extraño manto.

Cuando intentas moverte, descubres que el cuerpo ya no te duele y también que te han aplicado varios emplastos de barro y hierbas sobre tus heridas.

Tu compañero de cabaña repara entonces en que estás consciente y deja de entonar el sibilante y bisbiseante cántico que te ha traído de vuelta. Algo que te recuerda remotamente a las prácticas rituales de Lluvia Estelar.

No sabes cuánto tiempo has estado inconsciente ni cómo has llegado hasta aquí, pero imaginas que tus compañeros de viaje lograron de algún modo espantar al horrible sapo alado y traerte hasta su poblado para que atendieran tus heridas.

—Dime, humano, ¿quién eressss tú? —pregunta con curiosidad el chamán de los hombres-lagarto— No eressss como lossss otrossss, como essssossss caballerosss de Neraka aliadossss con losssss goblinsssss. Ellosssss nunca ayudan al pueblo bakali, no. Ellosssss nosssss tratan como a esssssclavosssss. Dime, ¿eresssss el campeón que predicen lassssss esssstrellassss? ¿El que nosssss librará de sssssu tiranía?

- ¿Quién... quién soy? - Repitió la pregunta del reptiliano. 

Realmente era una buena pregunta. Siempre se había considerado un hombre equilibrado, pero bastante orientado hacia la luz. Ese desvío le convertía en algo impuro, algo incompleto. Muchos clérigos de Gilean estaban inclinados hacia uno u otro lado y realmente había muy pocos que pudieran considerarse neutrales puros. 

- ¿Quién soy yo? - Repitió la pregunta en su mente. 

Conocer a los nerakianos le había mostrado el camino. Él no era un seguidor de los dioses del bien, pero tampoco de los dioses malignos. Su dios patrón era Gilean y lo era por algo. Él debía velar porque el equilibrio entre ambas fuerzas se mantuviera. Él era... Un Heraldo de la Neutralidad y así se presentó. 

- Soy el Heraldo de la Neutralidad. - Le dijo al chamán muy seguro de sus palabras. Mucho más seguro de lo que lo había estado nunca. - Conozco a los nerakianos y también a los que se dicen contrarios a ellos. No hay gran diferencia entre unos y otros. 

Ahora lo sabía. Los extremos eran casi siempre intransigentes. Lowen, en quien siempre había confiado, se volvió peligroso cuando dedujo que la escala moral de Kylian había empezado a cambiar. Nada más lejos de la realidad. El siempre había sido fiel a la neutralidad y eso en ocasiones conllevaba decantarse por el bien y en otras por el mal. 

- Me llaman Kylian. - Le dijo entonces al chamán. - ¿Dónde estamos? Y más importante, ¿cuándo? - Sonrió. 

—Puessss te ssssaludo como a uno de lossss míossss, Kylian, Heraldo de la Neutralidad. Essstássss en mi hogar y hassss esssstado dormido dossss díassss. Losss que te trajeron sssse han ido, han sssseguido su camino, pero yo he cuidado bien de ti, porque no eressss como lossss otrosss humanossss que he conocido.

»Lossss caballerosssss llegaron y le prometiron al Ssssseñor Ssssssupremo Mohrlex grandessss tessssorossss por permitirlessss insssstalarssssse en los Grandesssss Páramosssss. Pero lossss humanossss eran pocossss y trajeron con ellosssss a lossss assssquerosossss goblinsssss. Y nossssotrosssss, que sssssservimosssss al Ssssseñor Ssssssupremo, nosssss hemossss convertido en ssssussss essssclavossss. Nossss ussssan como porteadoressss del tessssoro, para limpiar losssss esssscombrossss de sssssu casssstillo, como guardiassss y para consssseguirlessss comida a esssossss glotonessss y gandulessss goblinsssss.

»Pero he visssssto en lassss essssstrellassss que la hora de que esssso termine esssstá zzzzzerca. El campeón sssssaldrá del zzzzigurat con un artefacto de gran poder que usssará para librarnossss de lossss invassssores. Ven, ssssígueme, te lo mosssstraré.

Abandona su choza y tú lo haces tras él. Estáis en medio de ninguna parte, rodeados de una vegetación tan espesa que prácticamente se ha apoderado de la solitaria vivienda. Tu benefactor señala algo situado a tu espalda, cuando te das la vuelta descubres un primitivo edificio de piedra.

—Puedo dezzzzirte cómo volver con losssss tuyossss. O puedessss entrar ahí y demosssstrarte a ti missssmo que eresss el campeón que me ha ssssido anunciado. Cuando sssalgassss con tu trofeo, yo te guiaré persssonalmente hasta Mohrlexctlan para que comparezzzzzcassss ante Esssssmani, la Vozzzzz del Gran Ssssseñor. ¿Qué me dicesss, Heraldo de la Neutralidad? Tú eligesssss.

Al ver aquel monumento megalítico, Kylian quedó realmente impresionado. No se esperaba estar en un lugar de culto tan majestuoso. Porque sin duda alguna, aquello era alguna especie de lugar de culto o construcción funeraria. De eso estaba seguro, aunque no tenía claro a quien o a qué adornaban aquellos lagartos, aunque ellos le denominan el Gran Señor Esmani.

- Creo que ese es mi destino. - Dijo sin dejar de mirar aquel enorme montón de piedra. - Sin embargo... - Metió la mano en el bolsillo donde se escondió aquella piedra mágica que debía entregar a los nerakianos. La sacó. - ¿Un chamán como tú sabría identificar que propiedades arcanas posee esta piedra? - Le preguntó. 

El chamán estudia con atención la perfecta y reluciente esfera que le muestras sin atreverse a tocarla. Después de un buen rato de silenciosa inspección, niega con la cabeza.

—Yo no ssssé lo que esssss essssto, pero esssss poderossssso e irradia la misssssma magia que tantas vecessss he perzzzzibido en lasssss ruinasssss del casssstillo. Si passsassss la prueba y Essssmani te considera digno, te ayudará a llegar hassssta allí para que puedassss librarnossss de lossss goblinssss. Tu dessstino te essspera, Kylian, Heraldo de la Neutralidad y yo también esssperaré tu regresssso.

- Heraldo de la neutralidad... - No pudo más que sonreír. ¡Sonaba tan bien en boca de aquel siseante reptiliano! 

Parecía que al fin Kylian había encontrado su sitio, otra vez. Poco le importaba ya la misión encomendada por los nerakianos y menos aún la que le habían encargado los solámnicos. Él no se debía a ellos, ni a unos ni a otros. Él no debía desestabilizar la balanza, sino lograr que continuara estable. 

Recordó en ese momento al pequeño dragón de latón. Sin duda, cuándo consiguiera liberar a aquel pueblo escamoso de las garras de los nerakianos, sería un buen sitio donde criarle. Lástima que no estuviera allí Lluvia para que ella también lo viera. De todos sin duda, era la que más se asemejaba a él y desde luego la única que podía ver la realidad sin un velo entre medias que hiciera que su opinión tendiera hacia una u otra dirección del eje de su alineamiento. 

- Entraré allí, pero antes tengo que meditar y dedicar a mi dios patrón unas plegarias. - Le dijo al chamán de quien por cierto, no sabía su nombre. - ¿Cómo debo llamarle? - Le preguntó entonces. 

Tenía decidido convertirse en el campeón que liberase ese pueblo del yugo nerakiano. Por ello se quedaría con aquella piedra y por supuesto, leería aquel mensaje, sólo debía romper sello lacrado y ver que contenía el pergamino. 

Y luego rezaría a Gilean porque todo le fuera bien dentro del zigurat. Esperaba que estuviera contento con él y que por ello le protegiera.

—Lossss míossss me llaman Threltheax, que en tu lengua sssssignifica Al Que Ssssiguen lossss Ssssapos —esboza una mueca que tal vez podría ser una enigmática sonrisa—. Pero lossss nombresss no sssson importantesss, lo sssson nuessstrassss aczzzzionessss. Dessscanssssa, come algo, rézzzzzale a tu diossss para que te ssssea propicio en el zzzzigurat. Yo te esssstaré essssperando y sssseré pazzzziente contigo como lo essss el pueblo bakali en ssssu esssclavitud.

Dicho esto, el hombre-lagarto regresa a su choza, dándote la privacidad que necesitas para examinar el pergamino entregado por el suboficial nerakano. Y, cuando rompes el sello, esto es lo que descubres. Un galimatías que no se parece a ninguna lengua que hayas visto con anterioridad: