Partida Rol por web

27 Corij 433 AC

Al no encontrar a vuestro patrón en las inmediaciones de la guarida del drac, ni siquiera cuando los tres bakali se ponen a cantar en su lengua nativa a instancias de Thorwyn, optáis por seguir el consejo de Lluvia Estelar y hacer noche en la caverna escondida.

Ningún imprevisto interrumpe vuestro descanso y, al día siguiente, con los restos del minotauro metidos en un saco, os ponéis de nuevo en camino hacia el lugar donde la naga os encontró con la esperanza de que vuelva a hacerlo. Según os dijo, hoy tendrá lugar la Noche del Ojo y, si no lográis dar con él, vuestra cacería no habrá servido para nada.

Os lleva varias horas regresar al mismo campamento donde pernoctasteis dos noches atrás, pero gracias a que Enrielle sigue vuestras propias huellas en sentido inverso, lográis dar con su emplazamiento. Una vez allí, buscáis a la naga por la zona pero una vez más es ella quien os encuentra a vosotros apareciendo de la nada.

—Ah, aquí esssstáissss de nuevo —os saluda, casi sorprendido de que hayáis regresado con vida—. Imagino que en essse sssssaco me traéissss lossss resssstosss de vuesssstra víctima. No parezzze que hayáissss dejado mucho de ella pero essspero que lo ssssufizzziente como para que pueda llevar a cabo mi ritual nocturno. Ssssi pudiera, yo missssmo me haría cargo del cadáver pero... —mira elocuentemente en dirección a ambos lados de su cuerpo serpentino, donde cualquier humanoide tendría sus brazos—. Me temo que voy a ssssseguir nezzzzesssitando vuessstra ayuda para llevar losss ressstosss mortalesss hasssta el lugar donde sssse zzzelebrará la zzzeremonia. Sssi tenéisss la amabilidad de sssseguirme...

Lowen caminaba cerca de Enrielle, atento al entorno y maldiciendo a cada paso por la presencia constante de mosquitos y por el calor húmedo que le hacía sudar debajo de la armadura. La tarea de cargar con el cadáver del minotauro era ardua, y él resultaba, junto con los bakali, el más indicado para llevarla a cabo. Aunque le tentaba dejar que lo hicieran los lagartos, no podía dejar de sentirse como un esclavista si no la compartía con ellos. Así que lo hizo, pese al asco y el cansancio que aquello le producía.

Al fin hallaron al oscuro ser que les había encomendado la tarea, algo que no alegró demasiado al solámnico. Por un rato había albergado la esperanza de que este no apareciera, y de ese modo el oscuro ritual no pudiese llevarse a cabo. Cuando este les pidió ayuda, Lowen dejó el pútrido saco en el suelo cenagoso, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Tomó aire, y detuvo a la criatura.

- Espera un momento. - dijo - Nosotros hemos traído lo que nos has pedido. Antes de cargarlo a ninguna parte, has de cumplir con tu parte del trato. Te pedí conocer la ubicación de la guarida del amo Mohrlex. ¿Dónde se encuentra?

Lowen tenía claro que no iba a dar un paso más sin aquella información. De hecho tenía la sensación de que estaban trabajando de más, ya que el trato incluía matar a aquella criatura maligna, no servir de porteadores hasta solo los dioses sabían donde.

Aquella sin duda estaba siendo la peor parte de la misión. Transportar aquellos restos hediondos y terriblemente pesados a través de la ciénaga no era una labor que alimentara su espíritu. Por suerte Lowen era quien cargaba con mayor eficacia de aquella masa de músculos, piel y huesos. 

Fuera como fuera, la naga apareció de la nada, frente a ellos y como en la primera ocasión, de forma totalmente imprevista. De nuevo se presentó de manera amistosa, aunque para su sorpresa, con nuevas exigencias, totalmente lógicas por otra parte. 

- Ya veo... - Afirmó el sacerdote al comprender que la ausencia de brazos le impedía muchas cosas, entre ellas, cargar cuerpos sin vida en sacos. - El caso es que mi compañero tiene razón. - Intervino Kylian. - El trato ha sido cumplido. Hemos matado a la criatura y la hemos traído junto a ti. - Miró pensativo a la naga. - Si tenemos que portear el cuerpo hasta otro lugar, debería haber algún tipo de compensación por tu parte y desde luego, como gesto de buena voluntad, deberías entregarnos lo acordado. Las pociones y también la información que solicita el solámnico.

Una vez asesinado el monstruo, no acabaron las penurias para el grupo: la naga no apareció, así que les tocó a ellos acarrear los restos del minotauro alado hasta el lugar donde se habían encontrado previamente con su "patrocinador".

A pesar de tener un cuerpo fornido y compacto, capaz de aguantar peso mejor que lo que podían los humanos, las cortas piernas de Thorwyn hacían que si se cargaba se hundiera excesivamente en el barro, lo que dificultaba su avance y retrasaba aún más al grupo. Maldito pantano. El enano se disculpó y dejó que fueran personas más capacitadas las que se encargaran de los restos.

Así que el arcanista del grupo se pasó el viaje de regreso "ocioso". Aunque para alguien como él esa palabra tenía poco significado. Que sus manos no trabajaran no era indicativo de no estar haciendo nada. Su portentoso intelecto se encargaba de planificar la siguiente situación, el siguiente problema, de buscar soluciones, de prepararse para lo peor. Tras la naga vendría la incursión en la ciudad en ruinas y el intento de asesinato del rey hobgoblin. Para eso harían falta algo más que las pociones de respirar bajo el agua.

La aparición de la naga, deshaciendo su invisibilidad, esta vez no le pilló desprevenido. Como era de imaginar venía en son de paz y requería sus brazos para hacer el trabajo sucio. Nada nuevo bajo el sol, como dirían los habitantes de la superficie. Se limitó a asentir y escuchó con atención cuando sus amigos hicieron sus peticiones. Lowen, como siempre, se mostraba reacio a colaborar con nada que no fuera un solámnico puro, de pura cepa e intenciones prístinas, lo que tampoco le sorprendía, mientras que Kylian erraba una vez más en su objetivo, la naga elaboraría las pociones tras completar el ritual. No sería él quien se lo hiciera ver, para eso se bastaba la naga que, por otro lado, no tenía complejo alguno a la hora de intentar aprovecharse del grupo de héroes.

—Es cierto. — intervino Enrielle poniendo los brazos en jarras. Estaba harta de andar y desandar, y eso que ella no había llevado el saco. — Llevamos cargando este saco asqueroso todo el día. Si tenemos que seguir andando con esto hasta que se haga de noche lo haremos, pero deberías compensarnos de algún modo. En cuanto a lo que queda de él... — dio una patadita al saco — cuando lo matamos sencillamente explotó. Debes saber que, con nuestra buena voluntad, nos hemos esmerado mucho en recoger casi todos los condenados trocitos para que te sirviera.

»Y ya por curiosidad, ¿cómo metiste la cabeza en ese collar? — dijo entrecerrando los ojos. La exploradora tenía muy claro que esa serpiente se estaba burlando de ellos. Que un ser que se hiciera invisible y que pidiera cadáveres de monstruos para oscuros rituales con lunas negras no fuese capaz de transportar un vulgar saco no se lo creía.

—Ossss encuentro tan divertidossss a lossss carne-rosssa... No ssssé por qué no me relazzziono mássss con vuessstra esssspecie... Ossss pido un cadáver y en sssu lugar me traéissss un sssaco lleno de resssstossss malolientesss pero en lugar de avergonzzzzarossss por vuesssstro fracassso, veníssss con exigenciassss. A ver, veamossss esssa cassssquería...

La boca del saco que Lowen ha dejado en el suelo se abre por sí sola y vuestro patrón se asoma a su interior con una mezcla de curiosidad y repugncia. Las tripas y los trozos descuartizados del minotauro-drac comienzan a dar vueltas en el interior del fardo y, tras examinarlos unos instantes, la naga concluye:

—Essstá bien, sssupongo que tendrán que valerme. No voy a encontrar otra aberrazzzión de esssstasss antesss de que caiga la noche... —con un profundo suspiro, se vuelve hacia el caballero de Solamnia—. El viejo Pitch, el dragón negro conozzzzido como Mohrlex, sssse essssconde en una gruta bajo lasss aguasss de la Fuente de la Renovación. Antesss del Cataclisssmo, el lugar era un sssantuario al que peregrinaban muchosss viajerossss que venían del oessste de camino a la desssaparecida Isssstar. Ahora, creo que vuessstrosss amigos bakali llaman a ese lugar Morlessshssssitlan, o algo parezzzido. Yo lo llamo el Teatro de lo Absssurdo, creo que esss un nombre mucho másss apropiado, ¿no osss parezzze?

Se ríe para sus adentros y mira alternativamente a Kylian y a Enrielle, que también le reclaman un pago por adelantado.

—Ya imaginaréissss que no traigo lassss pociones conmigo. ¿Dónde iba a guardarlar? Tendréisss que ssseguirme a mi guarida y ssssaber cuál esss su ubicación debería sssser un pago mássss que generosssso por mi parte teniendo en cuenta a cuántosss less gusssstaría conozzzzerla. Ssssi pudiera ocuparme del ssssaco yo missssmo, podéissss esssstar ssssegurosss de que essstaría tan impazzziente como vosssotrossss de no volver a vernosss.

»Por lo que resssspecta al collar... Digamosss que essss mágico y que la magia no esss algo que a mí me ssssea ajena. Puedo mover con mi mente pequeñossss objetosss y essste collar me ayuda a hacerlo dado que carezzzzco de brazzzzossss, como podéisss ver.

Como para reforzar la veracidad de sus palabras, la mano momificada comienza a levitar y a describir lentos círculos alrededor del cuello de la criatura.

—Essstoy convenzzzido de que tenéissss mássss preguntasss y exigenciasss pero no essstoy interesssado en oírlassss. Ssssi queréisss vuessstra recompenssssa, sssseguidme. Y ssssi no, dejad el ssssaco ahí missssmo y ya encontraré a algún otro animal que lo arrasssstre para mí.

Esperaba algo de gratitud por parte de nuestro antipático contratador, pero está claro que eso es más de lo que cabe esperar de esta criatura. Parece que se burla de nosotros cuando le traemos lo que nos pidió y la información que nos ofrece a cambio es casi sonrojante. Si se le hubiera ocurrido preguntar a Esmani o cualquiera de nuestros guías, Lowenherz hubiera averiguado fácilmente lo que tanta sangre y sudor le ha costado obtener de esta criatura serpentina: la localización de la cueva de Mohrlex, que hemos dejado atrás sin saberlo.

Me parece imposible saber si la Voz del Gran Señor y nuestro actual interlocutor son parientes sin preguntárselo directamente, aunque se muestra aburrido de conversar con nosotros. En cualquier caso, se lo pregunto porque imagino que nos espera todavía un trecho en su compañía hasta llegar a lo que él llama "su guarida".

—¿Quieres decir que el dragón negro se esconde en Mohrlexctlan? Tiene sentido, conocimos allí a otra naga llamada Esmani que parecía actuar como su portavoz. ¿La conoces? ¿Tienes algún tipo de relación de parentesco o de amistad con ella? Tampoco estaba contenta con que los goblins hubieran reclamado una parte del pantano para ellos y nos trató con hospitalidad.

La revelación de que habían dejado atrás la oportunidad de acabar de raíz con gran parte del problema era cuanto menos perturbadora. ¿De verdad era tan fácil para el dragón ocultarse de ellos? Igual no salía de su cueva nunca, igual estaba dormitando sobre su tesoro. Aunque algo no le cuadraba del todo. ¿No se suponía que llevaban los tesoros hasta Mem? ¿No se suponía que eran para el dragón? Y si el dragón estaba en Mohrlexctlan... Kylian estaba confundido. 

- Estoy confundido... - Se dijo a si mismo. - Se me encomendó la misión de llevar los tesoros robados hasta... - Se rascó la cabeza. - Bueno... Puede que dejaran allí los tesoros. - Ladeó la cabeza. - Mi misión era... - Miró a la naga. - ¿Conoces al Sumo Sacerdote de Zeboim, lord Mondreth Arcagum? - Le preguntó. - ¿Está él en Mem?

Fuera como fuera, quizás sería buena idea descifrar el mensaje cifrado antes de llegar a Mem y destruirlo si era preciso. Puede que llevase una información importante o puede que no, pero era mejor saber que portaban antes de dar algún paso más. Aunque podía ser perfectamente que visto que el mensaje no había llegado todavía, hubieran enviado a un nuevo mensajero con otro mensaje idéntico.

- ¿Cómo se te da descifrar mensajes? - Le pidió a la serpiente.

Lowen gruñó al oír las quejas de aquel ser sobre el estado del cadáver. Trabajar para él ya era bastante malo, pero que les tratase como si fuesen unos esbirros pestilentes era el colmo. Sin embargo, dejó su ira a un lado cuando escuchó los detalles sobre el refugio del tal Mohrlex. Sorprendentemente, pero quizá no tanto, el dragón se ocultaba en Moherlextlan*. Desde luego, el nombre de la ciudad daba que pensar. Aquello era un hallazgo importante, quizá más que el de la ubicación de los nerakanos. Y con ello aumentaba la urgencia por retornar y hacer llegar la información al Consejo. La impaciencia y las dudas asaltaron una vez más al caballero solámnico, pero no las expresó. Sus amigos, en cambio, efectuaron más preguntas. Quién sabe si el serpentino ser se dignaría a contestar alguna de ellas.

Se sentía tentado de dejar el saco donde estaba. Que la criatura se apañase, ellos ya tenían lo que realmente necesitaban. Pero sabía que sus obstinados compañeros de viaje no se conformarían con esto. Agarró el saco una vez más, y lo cargó sobre sus hombros.

La conversación con la naga era siempre interesante. Más allá del hecho de que no podían fiarse a pies juntillas de lo que les dijera, incluso sus expresiones resultaban esclarecedoras. "Carne-rosssa" era desacertado en el caso del blanquísimo Thorwyn, pero sin duda el tono general de los seres no escamosos recibía una clasificación. Aquel ser, por otro lado, era un buen negociador, no se dejaba amedrentar por exigencias y tan pronto como surgían desavenecias, las desestimaba. Se hubiera podido ganar la vida con la compra-venta en los mercados. Siempre que no hubieran intentado acabar con él por monstruo, claro.

¿"Pitch" no significaba algo así como "brea"? Curiosa manera de referirse a un poderoso dragón negro. Pero si la información que les estaba dando era correcta, habían averiguado "gratis" la ubicación de Mohrlex, nada casualmente en Mohrlexctlan. Eso cuadraba muy bien.

¿Su conocimiento pre-cataclísmico sería de primera mano o habría logrado esa información? Thorwyn se temía que fuera de primera mano. Una criatura realmente longeva, tal vez un rasgo propio de las criaturas similares a los dragones.

Lógicamente la naga iba a llevarles a su guarida para elaborar las pociones y que el grupo no pensara que había decidido abandonarles a su suerte. Aquello suponía cierto grado de confianza en el grupo, aunque tal vez no tanto, si tenía bien defendida su guarida. Y lo que pudieran encontrar en ella tal vez alteraría los nervios de los más "recatados" del grupo. Fuera como fuera, conocer la ubicación de su cubil, en sí, era una ventaja. Como bien decía, seguro que había ido acumulando un buen número de enemigos a lo largo de los años que estarían encantados de poderle atacar en su propia casa.

Zanjando una vez más la conversación, la naga dio paso a seguirla a su cubil, de manera que los que llevaban el saco de los restos tendrían que cargar una vez más con el muerto. Literalmente. La cuestión era que había un hechizo para cargar con peso, uno del que había oído hablar, Disco Flotante de No-sé-quién, obviamente alguien con mucho ego y del que no había conseguido una copia. De lo contrario ahora sus compañeros no estarían haciendo de porteadores.

Pero sus compañeros seguían preguntando, obstinados. Bueno, que fueran ellos los que molestasen a aquella naga y no él. Aunque la perspectiva de que la naga decidiera repentinamente deshacerse de ellos no resultaba nada halagüeña, fuera quien fuera quien lo provocara. El trato era bueno, les abría una oportunidad única y con su parloteo incesante podían estropearlo. Esperaba que no fuera el caso.

El enano vio como Lowenherz tomaba el saco una vez más y asintió, satisfecho.

─Queremos nuestra recompensa, te seguimos. Cuanto antes nos la des, antes te dejaremos tranquilo... ─intervino Thorwyn, diciendo probablemente lo único que le interesaba escuchar a la naga.

Así que el dragón dormía bajo las aguas de la fuente de la renovación. Interesante, pues ella también lo ubicaba muy lejos. Entendió que los bakali andarían de un lado a otro transportando tesoros robados hasta Mohrlexctlan.

Luego observó con desagrado la mano dando vueltas alrededor del cuello. Convenía que era muy útil para alguien sin manos, claro. Y asqueroso, también. Pero en cualquier caso, Enrielle vio que la naga empezaba a cansarse de hablar con ellos, de modo que se preparó para seguirla. Fue a echar mano del saco, pero Lowen ya se lo había echado a la espalda. Bueno, así ella podría centrarse en memorizar el camino hacia la guarida de la serpiente desde aquel punto. Era útil saber dónde tenía su casa, y nunca se sabía si necesitarían algo más de ella. Aunque fuera simplemente reclamar que las pociones eran birriosas.

— Sí, de acuerdo. Te seguimos... — dijo Enrielle por su parte.

Mientras os conduce hasta su guarida, dándoos la espalda, la naga contesta a algunas de vuestras preguntas con evidente hastío.

A las de Lluvia Estelar, contesta afirmando que conoce tanto a Esmani como a sus dos hermanas desde hace muchísimo tiempo, aunque no precisa cuánto ni si tiene buena o mala relación con ellas. Al parecer, las tres son las guardianas ancestrales de la Fuente de la Renovación, lo que confirma las sospechas de Thorwyn de que las nagas (o al menos las que viven en los Grandes Páramos) deber ser criaturas extraordinariamente longevas.

Por lo que respecta a las cuestiones de Kylian sobre el Sumo Sacerdote de Zeboim, vuestro interlocutor asegura que todos los trasgoides le parecen iguales y que lo mismo ocurre con los humanos. Incluso aunque lo hubiera visto en alguna ocasión, ni lo recordaría, ni lo conocería. Sí confirma que en Mem hay individuos de ambas razas, así que conjetura que puede ser un buen sitio donde encontrarlo, suponiendo que realmente esté en la zona.

En cuanto a si se le da bien descifrar mensajes, se limita a contestar con un sonido indeterminado (que quizá podría ser interpretada como una risa desdeñosa) y a ignorar la pregunta.

Vuestro guía os conduce a través de una espesura tan densa que en ocasiones tenéis la sensación de que se os ha hecho de noche, pero vuestra magia os ayuda a disipar la oscuridad y a no perder de vista a la naga. La criatura avanza imperturbablemente y no parece preocuparle ni mucho ni poco el que tengáis problemas para seguirla a través de la exuberante vegetación.

Enrielle tiene la sensación de que estáis dando vueltas y perdiendo el tiempo intencionadamente, pero ninguno más parece reparar en ello y vuestro patrón simplemente desdeña cualquier insinuación al respecto.

Para cuando la frondosa selva se despeja, la noche ha caído sobre vosotros y, en el cielo, las lunas se han alineado formando un inmenso ojo de rojo iris que derrama un resplandor sangriento y sobrenatural sobre todo cuanto veis. Habéis llegado hasta un caudaloso río alimentado por una ruidosa catarata y el único modo de cruzarlo es un puente de piedra y ramas cuidadosamente tendido que conduce hasta una isla irregular rodeada por las aguas escarlatas de la cascada.

La naga toma la delantera y vosotros la seguís saltando de roca en roca, ayudándoos unos a otros para evitar caer a la turbulenta corriente.

En el extremo más alejado de la pequeña isla, distinguís un promontorio rocoso sobre el que se han dispuesto diversos trofeos macabros: cráneos de animales, ramitas entretejidas con huesecillos de roedores, algunas piedras preciosas colocadas formando diagramas arcanos...

—Ha llegado la hora —anuncia la naga mirando al cielo y alzando la voz por encima del ruido ensordecedor de la catarata—. Azzzzercadme el ssssaco hassssta aquí, hassssta el altar, lo nezzzessssito para llevar a cabo mi ritual y desssspuéssss fabricaré para vosssotrossss esssasss pozzzionesss que tanto nezzzessssitáisss. Daosss prisssa, tenemosss que actuar mientrasss lasss tresss lunasss estén alineadasss.

No obtengo exactamente las respuestas que esperaba, pero en cualquier caso son mejores que nada. Al menos, suponiendo que la naga no se esté burlando de mí e inventándole hermanas a Esmani solo para fingir que la conoce mejor que nosotros. En cualquier caso, muy amigos no deben ser si anda vagando por el pantano aquí solo en lugar de ser idolatrado por los bakali en Moherlextlan.

Imaginaba que su refugio estaría en algún lugar cercano a nuestro campamento, teniendo en cuenta que nos ha encontrado aquí dos veces, pero por el tiempo que tardamos debo estar equivocada, o bien nos está haciendo dar vueltas en círculos para desorientarnos intencionadamente. Supongo que es algo razonable cuando no quieres que sepan dónde vives.

Lo que más me sorprende es que consigamos llegar hasta su guarida sin haber sido atacados por el camino por alguna serpiente o algún otro animal. Es casi como si las bestias del pantano quisieran mantenerse alejadas de la naga y tal vez nosotros también deberíamos hacer lo mismo, pero seguimos adentrándonos en sus dominios haciendo caso omiso del potencial peligro.

La primera y última vez que vi las lunas alineadas en el cielo yo tenía solo once años y apenas recuerdo nada que no fuera el miedo natural de mi tribu ante aquel fenómeno tan extraño y fascinante al mismo tiempo. Solo los ancianos de la tribu recordaban algo semejante, de los tiempos anteriores al asesinato del gran héroe Riverwind. Ahora, como entonces, lo considero una señal de algo importante aunque no puedo predecir si presagia algo bueno o algo terrible. Quizá las dos cosas.

La catarata es tan ruidosa y tan enorme que me asombra el que no la hubiéramos descubierto nosotros antes sin la ayuda de la naga y no descarto que su hallazgo pueda ser también cosa de magia. Como quiera que sea, estamos aquí no solo por las pociones prometidas, sino con la esperanza de esterilizar a todos los trasgoides de la zona y ambas son promesas demasiado tentadoras como para desoírlas y alejarnos sin más después de haber luchado contra el minotauro.

Anticipando las dudas de Lowen, me ofrezco a acercar el saco hasta el altar yo misma si él está demasiado cansado o dubitativo para hacerlo, pero le pido a Jiłhazhí que se quede atrás, por si acaso.

Enrielle observaba con cierto temor las tres lunas en el cielo. Nunca había visto tal cosa, y no podía despegar la vista de ellas. En efecto formaban un ojo que derramaba sobre todo una luz sangrienta. Un espectáculo que de verlo en otras circunstancias diría que no presagiaba nada bueno. Esta vez también lo diría, pero también era cierto que les permitiría obtener las pociones que necesitaban y ayudar a eliminar la presencia de goblins de los páramos.

Una vez que hubieron cruzado el puente de piedras y ramas, hizo que Nudillos volviese a su puño, y se lo acercó al cuerpo. No le gustaban los caminos de la magia. Eran misteriosos, y bien podían volverse contra uno sin que se diera cuenta. Vio a sus compañeros acercar el asqueroso saco y alzó de nuevo la vista al cielo. Esperaba que el ritual terminase pronto.

La visión de las tres lunas alineadas era estremecedora, como si un malicioso ojo se posara sobre el mundo y lo observara hasta sus entrañas. Lowen sintió un escalofrío, y dudó una vez más de que aquello fuese buena idea. Pero ya habían llegado hasta allí, y no tenía sentido comenzar a mostrar reticencias en ese momento. Rechazando la ayuda que le ofrecía Lluvia, acercó el saco con los restos pútridos del minotauro al altar, librándose del peso del mismo aún con un calambre en el hombro.

Esperemos que ese calambre no te pese toda la vida.

El solámnico tenía sus dudas. Al matar a aquella bestia y entregar sus restos, se convertían en cómplices de lo que allí ocurriera. Que fuese algo beneficioso o maligno solo lo sabrían después. Pero el caballero sospechaba que, aún si se cumplía lo que la naga había prometido, la influencia a largo plazo de sus acciones era impredecible para ellos, y, seguramente, perniciosa de alguna manera. En todo caso, ya estaba hecho. Miró un momento a sus compañeros, y luego devolvió la vista a las tres lunas alineadas.

- Esperemos que no haya que lamentar todo esto.

Lo dijo, sobre todo, para sí mismo.

- No habrá que hacerlo. - Le dijo al dramática Lowenherz. 

Las tres lunas se iban a alienar de todas formas y aunque eran ellos quién finalmente habían dado caza al drac, podía ser que la serpiente finalmente también lo hubiera encontrado por si cuenta y lo hubiera cazado de todas formas y de no ser así, aquel sacerdote seguía convencido de que estaban haciendo lo correcto. Al fin y al cabo parecía que lo único que le importaba a aquella criatura era su páramo desolado y de haber sido engañados, lo que quiera que hiciera el ritual, no creía que tuviera demasiada influencia más allá de sus fronteras. 

Por otra parte, si no habían recibido engaño, el beneficio a largo plazo para retomar el equilibrio de la región, era para Kylian más que evidente. Esperaba con todo su corazón que Gilian estuviera de acuerdo con él en ese punto. Sólo el tiempo lo diría.

Pues bien, parecía que todo estaba listo para que tuviera lugar el ritual frente a sus ojos y aunque no había presupuesto que serían testigos del mismo, ahora no podía apartar la mirada de lo que fuera que estaba a punto de suceder. Pronto contemplarían lo que la naga iba a hacer y estaba impaciente por descubrir el desenlace de aquel asunto.

Lowen se acerca valientemente al altar, mientras los demás permanecéis en un discreto segundo plano a la espera de ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Una vez que el caballero de Solamnia deposita el saco en el suelo de piedra, éste se abre mágicamente y su desagradable contenido comienza a girar en su interior, bajo la atenta mirada de la naga. Finalmente emerge de su interior una negra escama del tamaño de una mano y a la que todavía permanecen adheridos jirones de carne sanguinolenta.

La escama, posiblemente del pecho o la espalda del drac a juzgar por sus dimensiones, flota lentamente en el aire y aterriza suavemente sobre el cuerpo serpentil de la naga. En ese instante, un violento remolino de viento y polvo comienza a girar alrededor de la criatura, obligando a Lowenherz a retrocer y a los demás a cubriros el rostro. La naga aúlla en su agonía, encogiéndose en el suelo y retorciéndose de dolor.

No hay nada que podáis hacer para aproximaros a ella a causa de la fuerza del tornado arcano que la envuelve y, antes de que podáis reaccionar, el viento mágico se disipa tan rápidamente como llegó.

El cuerpo de la naga ha sufrido una espantosa transformación. Su forma serpentina se ha cubierto de diminutas escamas negras y brillantes y su cola termina ahora en un montífero aguijón similar al de un escorpión. A ambos lados de su torso vagamente humanoide le han brotado unos brazos terminados en garras de aspecto terrible y su rostro de rasgos leoninos ha sido reemplazado por una faz horrenda de pavorosas mandíbulas retráctiles de apariencia venenosa.

—Contemplad lo que la magia ha hecho conmigo. Contemplad al nuevo sssseñor de lossss Grandessss Páramossss —anuncia, triunfal, con su voz retumbando de forma sobrenatural por encima del ruido de la catarata—. Todosss sssse doblegarán ante mí y vosssotrossss tenéisss la ssssuerte inmensssa de sssser lossss primerosss en poder hazzzzerlo. Juré por Nuitari que no osss envenenaría y cumpliré mi juramento. Osss prometo también una muerte igualmente rápida y missssericordiosssa como ssseñal de mi magnanimidad y gratitud por vuessstra ayuda.

Al ver a la naga retorciéndose de dolor, no puedo evitar pensar que algo en su ritual siniestro ha salido horriblemente mal y necesita nuestra ayuda. Intento acercarme, pero el viento huracanado me impide dar más de un par de pasos antes de obligarme a retroceder de nuevo.

No obstante, cuando la ventolera se calma no tardo en arrepentirme de haber venido hasta aquí en lugar de seguir los prudentes consejos de Lowen. Si la naga ya era inquietante antes, ahora no solo es terrorífica sino que quiere matarnos después de todo lo que hemos hecho por su causa.

Hasta ahora siempre nos habíamos encontrado con gente que, para bien o para mal, eran fiables. Sabíamos en quiénes podíamos confiar y en quiénes no. Este cambio supone un giro radical que nos obliga a replantearnos a quiénes creemos en el futuro, o incluso a revisar las alianzas que hemos hecho en el pasado. En cualquier caso, es algo lamentable porque solo acrecentará nuestros recelos. Eso me entristece mucho más que el hecho de haber sido engañados y traicionados. La vida no es justa y no siempre te da lo que mereces, quizá el destino se muestre más generoso con nosotros una vez que hayamos arreglado este desaguisado.

Miro a Jiłhazhí y estoy a punto de pedirle que se quede detrás de mí, pero sé que hará lo que le venga en gana así que ni me molesto en intentarlo. En lugar de eso, alzo los brazos al oscuro cielo y mi voz en una súplica de auxilio:

—Socorrednos en la batalla, espíritus de los Grandes Páramos. Aquellos que también hayáis sido traicionados por esta criatura engañosa y hayáis perdido la vida a causa de ello, acudid a nosotros en esta hora de justicia y de venganza.

- Ésto si que no lo esperaba... - Se dijo Kylian a si mismo. - Quizás no debería confiar tanto en los caminos que se abren ante mi, aunque puede que todo sea parte del propio plan para alcanzar el equilibrio... - Asintió varis veces con la cabeza y la mano izquierda en el mentón. - Sí, puede que sea eso... - Se encogió de hombros.

Fuera como fuera, había llegado el momento de hacerse a las armas, pero no sin prepararse antes. Aquella nueva criatura se encontraba algo alejada de ellos y podía ser que la distancia les sirviera para pedir a Gilean para que les bendijera en el combate que iba a tener lugar. Su idea fue la se retroceder para ganar tiempo, pues sabía que el combate era del todo inevitable y eso decidió hacer.

- ¡Lowen retrocede! - Ordenó al caballero. Y sin más, alzó las manos y oró. - ¡Oh Gilean, en tu inmensa neutralidad, protégenos del mal! - Imploró mientras agarraba su bastón con firmeza dispuesto para el combate.

El temor de Enrielle creció con los aullidos, y culminó con las declaraciones del autoproclamado "nuevo señor de los Grandes Páramos". Pero no sólo era miedo lo que sentía la exploradora, sino una rabia enorme porque aquella serpiente les había engañado. Al final las viejas tenían razón. Y Lowen también.

— Asquerosa serpiente traicionera... — escupió Enrielle, pero mirando aquella criatura terrible no le parecía quedar mucho de serpiente.

Descolgó su arco con un movimiento rápido y dio unos pasos para tener una línea de tiro clara. Al hacerlo, Nudillos saltó y revoloteó cerca. Tensó la cuerda y disparó la flecha, pero el pulso tembloroso le traicionó.