4 Corij 437 AC
Por más que a Ailaserenth le hubiera gustado encontrar en Willim el Negro una versión entrañable y avejentada de su difunto amigo Ulfgar, lo cierto es que uno y otro enano no podrían ser más distintos.
Puede que el vetusto túnica negra no se encuentre en su plenitud física y sus poderes arcanos se encuentren muy mermados, si es que todavía retiene alguno, pero pronto demuestra que su mente sigue tan despierta como siempre y su lengua tan afiladamente directa como de costumbre.
El pálido theiwar no siente ninguna simpatía hacia los túnicas blancas en general y hacia Ailaserenth en particular, a quien culpa (y con razón) de haber permitido la profanación del santuario de Nuitari en Herida del Alma y, en consecuencia, de la actual debilidad de su orden de Alta Hechicería.
El archimago Willim reconoce de inmediato el poder oscuro del Cuerno de Chemosh cuando el silvanesti lo deposita en sus temblorosas y arrugadas manos y parece estremecerse de placer con su mero contacto. Asegura que es posible llevar a cabo un ritual secreto que solo él conoce, que permita valerse de esta sacrílega reliquia para romper las cadenas de cualquier alma atada al Señor de la Muerte.
Sin embargo, asegura que solo se avendrá a revelar los detalles si antes Ailaserenth le presta un terrible juramento sobre los Brazales de Solinari y poniendo por testigos a los Tres Dioses de la Magia. Que, una vez realizado el ritual y usado el cuerno para liberar el alma de Leodinia Markenin, se lo entregará sin condiciones para que Willim pueda consumir el artefacto consagrado a Chemosh y usar su magia impía para hacer brotar una semilla del destruido Árbol de Nuitari. Y, si el vidente silvanesti perjurara, que Solinari le conceda una larga vida privado de su magia hasta el fin de sus días.
Meditando todavía sobre las consecuencias de sus decisiones en uno u otro sentido, Ailas regresa al Terno Blanco para enfrentar su segunda conversación desagradable de la jornada.
Como cabía esperar, las nuevas que comparte con el emperador de Solamnia no resultan en absoluto de su agrado, pues Markham las considera un nuevo fracaso. El Paso de Palanthas ha caído sin presentar apenas resistencia, Leodinia no ha sido destruida y, bajo su liderazgo, las Legiones de Chemosh continúan enseñoreándose de Solamnia, aumentando su número de día en día con cada baja que causan entre sus desprotegidas gentes. En cualquier caso, asegura que entregará al consejero que le habló de Relgoh a los Inquisidores Huérfanos de Paladine para que ellos lo interroguen y hagan salir a la Luz sus auténticas lealtades.
Famélicos tras tres días sin probar bocado, todos os alegráis cuando Elaris logra convencer finalmente a su ocupado compatriota de que las intrigas políticas pueden y deben esperar hasta que hayáis atendido otras necesidades más perentorias.
A través de uno de los cuadros de la Gran Galería, os materializáis entre las nubes que flotan sobre las gélidas tierras de Ergoth del Sur. Y, en mitad de vuestra ralentizada caída hacia el vacío, sois teleportados a través de los caminos de la magia hasta los jardines de Villa Rosad (la antigua residencia de Lady Coryn Brinefolk).
La enorme metrópolis es un auténtico laberinto para aquellos de vosotros que nunca habíais estado allí. Afortunadamente, contáis con Bugambilia como guía y ella se desenvuelve con soltura por la capital del imperio solámnico. Las pérdidas de Terciopelo y de Enrielle han supuesto un duro golpe para la estructura regional de la Legión de Acero, pero la kender todavía conserva unos cuantos buenos contactos de cuando actuaba como la mano derecha de la mítica Flechas de Muerte.
Lo primero que hacéis en cuanto os resulta posible es disfrutar de un auténtico banquete en una de las tabernas más exclusivas de Palanthas: la Canción de la Vida. El establecimiento es un anexo a la academia de bardos dedicada al dios Branchala y está regentado por sus clérigos; lo que, además de una buena comida, garantiza siempre extraordinarios entretenimientos a sus clientes. Malabares, acrobacias y duelos de juglares compitiendo por la rima más ingeniosa amenizan vuestra estancia y aligeran la carga de vuestros apesadumbrados corazones incluso en estos tiempos en los que parece que solo haya cabida para la desesperanza.
Con el estómago repleto y después de haber disfrutado de una larga sobremesa, os regaláis con una más que necesaria visita a las termas de la Colina de los Nobles; donde no solo tenéis la oportunidad de gozar de sus baños perfumados con aceites olorosos, sino de sus servicios de barbería y masajista.
Para entonces, los contactos de Bugambilia ya se han ocupado de vender por vosotros en el mercado negro los enjoyados tesoros recuperados de las criptas de Relgoth. Bien comidos, aseados y con las bolsas repletas, pasáis el resto de la tarde paseando entre los innúmeros puestos del mercado y visitando los variopintos comercios de Palanthas, decidiendo en qué invertir vuestras ganancias tan duramente obtenidas.
A la caída del sol, cargados con vuestras compras, os reunís de nuevo en los alrededores de la Canción de la Vida para ser teletransportados hasta la Torre de Alta Hechicería de Wayreth y, desde allí, regresar a la Gran Galería a través del cuadro creado en su día por el Ama de Llaves en colaboración con la Centinela Roja.
Tirada oculta
Motivo: Curar heridas leves
Tirada: 7d8
Resultado: 6(+5)=11, 6(+5)=11, 5(+5)=10, 8(+5)=13, 1(+5)=6, 5(+5)=10, 7(+5)=12 (Suma: 73)
NOTA: Ailas puede tomarse el tiempo que quiera para decidir si aceptar o no las condiciones del taimado theiwar.
NOTA 2: Nunca le dimos un nombre en clave a Bugambilia como Legionaria de Acero cuando era aprendiz de Enrielle, igual es el momento de dárselo ahora que ella también es miembro de pleno derecho de esta orden de caballeros-espías.
NOTA 3: Con esto doy por terminado vuestra segunda jornada como residentes en el Bastión.
NOTA 4: Gracias a los conjuros curativos de Bugambilia y al descanso de estos dos días, considero que todos os encontráis totalmente sanados.
NOTA 5: He actualizado vuestras pertenencias y me ha llevado hora y media, tenedlo en cuenta cuando lo veáis y penséis: "me sobra dinero para comprar 51 mierdinas más". xDD
Ailas → 49/49 [soportar los elementos1; exhausto2]
Bugambilia → 58/58
Elaris → 84/84
Harkon → 103/103
1: Soportar los elementos [permanece confortable entre -10ºC y 60ºC; durante algo menos de 12 h]
2: Exhausto [no puede correr, ni cargar, ½ velocidad de movimiento, -6 FUE y -6 DES, hasta que descanse 1 hora]
No hay nadie en el mundo capaz de ponderar con mayor acierto que yo las consecuencias de acceder o rechazar la propuesta del maestro Willim. Para empezar, porque nadie posee mi inteligencia preclara; pero también porque no queda con vida nadie que haya estado más involucrado que yo en la destrucción del árbol de Nuitari y en la profanación de la tumba de Santa Leodinia, con la excepción quizá del propio Markham.
En realidad, es una decisión que tengo ya tomada. No obstante, siento genuina curiosidad por saber qué opina Elaris al respecto y decido socializar con él la propuesta que el ciego nigromante enano me ha hecho. Y, consciente de que probablemente no se guarde para sí nuestras conversaciones privadas sino que las comparta con su amigo humano, opto por divulgar la información de que dispongo con todos los actuales residentes del Terno Blanco una vez que regresamos de nuestra reparadora visita a Palanthas.
Aunque la ciudad no ha dejado de repugnarme y el viaje de ida y vuelta desde el Bastión de la Magia ha resultado extraordinariamente extenuante, tengo que reconocer que me ha venido bien para tomar perspectiva de nuestra situación. No solo de la enorme amenaza que se cierne sobre el continente, sino de la magnitud de nuestra gesta impidiendo que Chemosh se hiciera con la reliquia sacrílega que tanto anhela. Esta es la prueba de que, juntos, somos capaces incluso de frustrar las intrigas de los mismísimos dioses de la Oscuridad.
Pocos como los elfos son capaces de ponderar las decisiones a largo plazo. Al fin y al cabo sus vidas son mucho más largas que las de los demás mortales de Ansalon, con la muy sonada excepción, claro está, de los dragones. Así, la respuesta a la pregunta de Ailaserenth no la dio de inmediato, no se apresuró a abrir la boca y aseverar con escaso conocimiento o deliberación.
Por un lado, no conocía al archimago Willim en persona, sólo por referencias. El venerable enano gozaba de una mente lúcida y la cantidad de conocimientos por él atesorados debía ser abrumadora. Que entre ellos estuviera cómo romper las cadenas del señor de la muerte usando un ritual secreto era posible, aunque no cierto. ¿Cómo saberlo a ciencia cierta? Cabían muchos más interrogantes, como si el ritual sería efectivamente capaz de romper el vínculo. O si tenía éxito, ¿cómo saberlo? ¿quedaría Leodinia libre de su servitud a Chemosh pero todavía vagaría por la tierra? ¿Se disolvería el ejército o la espectro lo comandaría para hacer su voluntad y no la de su antiguo señor?
Por otro lado, el juramento que Willim deseaba imponer a Ailaserenth estaba ligado a la liberación previa del alma de Leodinia. En cierta medida Willim estaría también obligado a usar el cuerno para lo que había dicho: hacer brotar una semilla del Árbol de Nuitari.
Finalmente, estaba en juego el equilibrio. Como seguidor de Solinari, Elaris estaba claramente alineado con la deidad benigna y enfrentado a Nuitari, la maligna. Pero todos eran protectores de la magia. El propio Bastión de la magia estaba configurado como un triángulo equilátero, no era un capricho, era la plasmación en un edificio de la realidad de la magia. Si en efecto el árbol de Nuitari había sido destruido, la magia de los túnicas negras habría mermado considerablemente... lo que podía afectar a los equilibrios de formas que él ni siquiera podía llegar a hipotizar. La sola idea resultaba abrumadora.
─Me honráis pidiéndome mi opinión, maestro Sëlanar, pero me temo que mis conocimientos no son suficientes para poder juzgar con objetividad, o efectividad. No conozco al archimago Willim, ni soy un túnica negra que haya conocido el desvanecimiento de la magia a causa de los daños causados al árbol de Nuitari. Ni mucho menos los asuntos que los túnicas negras se traían entre manos antes de dicho desvanecimiento. Sí sé lo difíciles que fueron los tiempos en los que los dioses no estuvieron en el mundo, incluyendo los de la magia. Su ausencia desató todo tipo de complicaciones. Así, imagino que la debilidad de la magia de los seguidores de Nuitari, pese a mi aversión hacia ella, es perjudicial y traerá consecuencias que no puedo ni comenzar a entrever. Mi opinión, pues, es que pese a la falta de garantías de éxito del ritual del archimago Willim, la misma posibilidad de romper el vínculo de Leodinia Markenin con Chemosh es en sí una oportunidad que no podemos dejar pasar. Si gracias a ello el líder de los túnicas negras puede restablecer el Árbol de Nuitari, aunque una parte de mi deseara que las cosas siguieran así, en justicia no puedo sino estar de acuerdo en que se haga. Si en vez de la magia negra hubiera sido la magia blanca la que hubiera sufrido el desvanecimiento...
Había, por supuesto, muchas más cosas a tener en cuenta, pero la respuesta ya había sido lo suficientemente extensa. Tampoco contaban con mucho más tiempo. Y, en cualquier caso, la decisión estaba en manos del adivino silvanesti, no en las suyas. Y respetaría su decisión, cualquiera que fuese, pues le tenía por persona de inteligencia preclara e inclinación benigna, como buen silvanesti que era.
Visitar Palanthas había sido para Harkon un verdadero choque. Desde su deserción no había visitado más que asentamientos insignificantes. Motivo por el cual sólo habían tenido trabajos insignificantes hasta aquella misión de la maldita Leodinia.
Pero no podía negar que la libertad y prosperidad que se respiraba en aquella gran ciudad eran fascinantes. Era muy diferente al totalitarismo dictatorial de su ciudad natal. Y también, en cierto modo, también le causaba una extraña repulsa. Como si aquello fuese tan solo una triste fachada que ocultaba corrupción y debilidad, como basura bajo la alfombra. Aún así debía reconocer que disfrutó de las comodidades que ofrecían los baños públicos, los masajes e incluso las alegres ocurrencias de los bardos.
Ya de vuelta en el Bastión de la Magia, limpio y con la barba bien recortada, se dispuso a pasar los días dando buena cuenta de los suministros que habían traído, confiando en que el kender deslenguado —de forma literal, lo que no dejaba de tener cierta ironía que le hacía sonreír — cocinara algo sabroso. Entre tanto, también daría cuenta del vino, de la hierba de su pipa y de la charla con su buen Elaris, hasta que se recuperaran del todo y el mago vidente tuviera a bien aceptar el intercambio con el túnica negra y fueran a buscar a Leodinia.
Que los túnicas negras sembraran su árbol le traía sin el más mínimo cuidado. Cosas de magos.
Maese Sëlanar les confesó el trato oscuro que le había propuesto el Centinela de los Túnicas Negras en el Bastión de la Magia. Ella no era a quien correspondía aquella decisión, pero si que tenía clara una cosa, el mundo había sobrevivido mucho tiempo con la magia oscura campando a sus anchas por Krynn.
Los poderes arcanos, efrentados los unos a los otros, guardaban cierto equilibrio y sin éste, el futuro de los habitantes de Ansalon podía verse afectado y de hecho, lo estaba haciendo. Kyliana siempre hablaba del Equilibrio como algo fundamental. Bubambilia coincidía con el resto en que la mente de la que fuera su amiga, estaba enferma y que su visión de la realidad y su obsesión con la Senda del Equilibrio o de la Neutralidad, como ella la llamaba, la habían conducido hasta la locura. Pero en parte, había entendido su mensaje y más ahora, en los tiempos que corrían, donde había un claro desequilibrio en las fuerzas de la naturaleza y las fuerzas arcanas.
- Creo que debes aceptar. - Le dijo sencillamente la kender.
Si Kyliana estuviera allí aceptaría sin dudarlo. No lo tenía tan claro de Enrielle, a quien conocía mejor, pero cuya psicología era quizás algo más compleja. Se guiaba más por sus sentimientos que la sacerdotisa oscura, la cual solía tener bastante claro lo que hacía, aunque esa claridad en sus actos y pensamientos, soliera virar con el viento. Las echaba de menos a las dos. Pese a que se habían convertido en seres extraños y malsanos, eran buenas de corazón. Eran sus amigas y las quería...
Aquello, hizo recordar a Lágrima de Hierro, que era así como Bugambilia era conocida en los círculos de la Legión de Acero, a otro miebro de su pasado. Trató de contactar de nuevo con Sombrasiliente a través de la piedra de recado. Sabía que no iba a responderle, pero era un ritual que cada cierto tiempo realizaba y que le servía para seguir anclada a sus viejos compañeros y amigos. Lo hacía más por nostalgia y para alimentar su melancolía, que por intentar que Sombrasiliente le respondiera, pues conocía de su muerte y su unión a las huestes de Chemosh, pero aún así, seguía intentándolo. Y quien sabe... quizás respondiera alguien que no fuera él...
Valoro la opinión de Elaris y no solo porque sea un silvanesti, sino porque le tengo por un auténtico héroe.
Mientras yo dedicaba mi juventud al estudio teórico de la magia, él ponía en práctica sus conocimientos combatiendo la Pesadilla en nuestra patria junto a los kirath. Y no solo eso, por lo que he podido saber estos días, ha capitaneado la resistencia de nuestra gente contra los invasores minotauros y convivido en cautividad entre humanos, lo que habla elocuentemente de su tenacidad, su ingenio, su humildad y su buen juicio. De haber atravesado yo situaciones tan adversas como las que él ha vivido, seguramente no estaría aquí para contarlo.
Mis vivencia, no menos carentes de peligro que las suyas, han sido en su mayoría de otra índole.
La pragmática Bugambilia coincide con el juicio de mi hermano túnica blanca y también a ella la respeto, si bien debo confesar que por ella siento más que respeto. Siento un aprecio sincero forjado a lo largo de años de adversidades y pérdidas compartidas. Es poco habladora, pero sus silencios siempre dicen mucho.
—Estimo vuestras opiniones y os las agradezco —les confieso a ambos, incluso siendo consciente de que Ilthalas seguramente no las comparta y prefiera la venganza a la redención de Leodinia. A fin de cuentas, también él fue redimido de su maldición y no ejecutado cuando atacó la fortaleza voladora de Mem bajo las órdenes de los dragones Negros.
Posiblemente sea a mí a quien más me cueste reconciliarme con la idea de vigorizar de nuevo el culto a Nuitari. Ni tomé parte en la destrucción de su santuario en Herida del Alma, ni nunca pretendí hacer tal cosa; pero, al igual que en la profanación de la tumba de Leodinia, me considero culpable en parte por haberlo consentido.
Sin embargo, desde mi atalaya de pureza moral y superioridad intelectual, me cuesta prestar tanto valor al equilibrio entre el Bien, el Mal y la Neutralidad. El Mal es una amenaza contra las libertades y las vidas de todos, aun cuando en ocasiones se vuelva contra sí mismo; y la Neutralidad es una tibia equidistancia, casi más abominable incluso que la mismísima Oscuridad. Habrá quienes digan que durante la Era del Poder, eran los dioses de la Luz la fuerza preponderante y que aún así sobrevino el Cataclismo; pero yo culpo de aquello a los humanos y a la injustificada soberbia de sus "Príncipes de los Sacerdotes" en Istar. Si alguien como yo hubiera gobernado Ansalon en su lugar...
Pero esos son delirios. No ha habido, no hay y no habrá jamás otro como yo. Y el Ailaserenth Sëlanar que existe no está interesado en el limitado poder terrenal que pueda darle una corona imperial. Yo aspiro a más. Yo aspiro a todo. A ser uno con la Magia y ésta, mal que me pese, se encuentra actualmente debilitada sin la influencia de la luna negra.
—Hablaré con el maestro Willim y veremos qué requiere ese ritual suyo para redimir a Leodinia Markenin. Sean cuales sean los males que de esta acción justa puedan sobrevenir después, los enfrentaré cuando lleguen.
Pues ala, estoy dispuesto a jurarle al enano ciego lo que quiera si con eso nos cargamos salvamos a Leodinia.
Anillo de humo. Harkon sonrió.
—Bien dicho, mi respetado vidente. Un asunto detrás de otro. Confío en que con vuestros cálculos y visiones hayáis previsto que con ese ritual de redención no se libere otro poder aún peor que el que vamos a combatir. Sería desafortunado hacer de esto un círculo interminable.
Volvió a aspirar de la pipa, aún sonriendo mientras miraba al mago.
Según revela el invidente archimago enano, el ritual necesario para liberar el espíritu de Leodinia Markenin de su sometimiento al Señor de la Muerte, requiere de la participación de cinco clérigos poderosos. Uno por cada uno de los dioses de la Luz, exceptuando a Solinari: un Devoto Austero de Majere, un Camarada Leal de Branchala, una Mano Sanadora de Mishakal, un Fénix de Habbakuk y un Justo Cohorte de Kiri-Jolith.
Asegura que únicamente las bendiciones de todos ellos pueden transmutar la poderosa magia nigromántica del Cuerno de Chemosh y redimir al alma que escuche su sonido.
Y después él, valiéndose de las fuerzas coaligadas de la vida y la no-muerte atrapadas en la impía reliquia, hará que una semilla del Árbol de Nuitari brote y fructifique. Si bien deja claro que los detalles de cómo, cuándo y dónde se llevará a cabo tal cosa son algo que concierne exclusivamente a la orden de los Túnicas Negras.
Aunque lo consideraba oportuno, necesario incluso, Elaris no estaba contento con la decisión tomada. ¿Cómo estarlo si la puesta en práctica del juramento desembocaría en el enfortecimiento de la magia de los seguidores de Nuitari? Aquellos magos encarnaban el uso de la magia de forma personal, egoista y ausente de moral, todo ello anatema para la sociedad en la que el arquero arcano se había criado. Y sin embargo ahí estaban, tomando decisiones cuyas consecuencias afectarían a tantos que era difícil ni siquiera decir un número. Ni tan solo de naciones. Pero el tiempo continuaba adelante, con o sin ellos. Tomar una decisión, aunque fuera errónea, impedía que más tarde uno mismo pudiera arrepentirse de no haber intentado algo, por loco que fuera. Y eso lo había aprendido de los humanos.
Elaris giró su rostro hacia su amigo nekarano y sonrió amargamente. Aunque el adivino era Ailaserenth, a su compatriota le daba la impresión que las palabras del humano eran más proféticas de lo que le hubiera gustado. Un círculo interminable de decisiones que llevan a problemas que llaman a una nueva actuación... que no sale como uno espera, fuese cual fuese el coste que conllevaba. Casi parecía el resumen de la Era de los Mortales.
Agotado, Elaris trató de relajarse pensando en su estancia en Palanthas. Por un momento se había sentido incómodo, seguro tras las murallas de la poderosa ciudad, disfrutando de las comodidades que el dinero podía proporcionarles. Se había deleitado en especial con el baño y con los bardos, reminiscentes de tiempos pasados, de paz, mejores y con una compañía que a día de hoy, años después, todavía echaba de menos. Y había ahogado en vino el dolor que le traía pensar en su mujer e hijo perdidos. Aquella noche cedió a la presión, al fin. Pero logró llegar a su cama por su propio pie y no vomitar sobre su nueva ropa. Sus ánimos estaban bajos, pero no tanto como para caer al nivel en el que estuvo tiempo atrás, más reciente la pérdida de Jadda y Thalion. Y los próximos días podían ser decisivos para el destino de Solamnia y del continente entero. Le necesitarían sobrio. Le necesitarían como la mejor versión de sí mismo que pudiera ofrecer.
Pues a ver dónde encontramos a los cinco clérigos poderosos esos... Esto huele a chupito xD
Aunque no se me ocurre dónde podríamos encontrar en la Era de los Mortales a los devotos seguidores de la Luz que el maestro Willim solicita para llevar a cabo su ritual, encuentro que sus condiciones son razonables. La restauración de su orden a cambio de decapitar a los ejércitos de Chemosh al dejarlos sin su general.
Personalmente, no me siento particularmente inclinado a recorrer el continente en busca de estos hombres y mujeres de fe, dado que no estoy seguro de ser la persona que mejor puede persuadirles para que nos presten su ayuda.
Markham ya está convencido de la importancia que tiene para su imperio neutralizar a Leodinia Markenin y tal vez él pueda hacer valer su influencia para reunir a los cinco representantes de los dioses del Bien. Por supuesto, sería yo quien los traería aquí a través de los caminos de la magia y los devolvería sanos y salvos a sus templos y monasterios una vez terminada su pequeña pero importe labor.
Entretanto, me gustaría trabajar en un nuevo proyecto que he comenzado a diseñar. La elaboración de un cinturón encantado cuya hebilla esté hecha con polvo de diamantes, rubíes y azabaches conformando un ojo tricolor que represente la sizigia de las tres lunas. Una esmerada obra de artesanía que yo mismo elaboraría con mi magia para congraciarme con el Triunvirato Lunar e implorarles así su benevolencia a la hora de imponerme la maldición que pesa sobre todos los Magos de Alta Hechicería. Una tarea para la que espero poder contar con el consejo de Elaris y la inspiradora colaboración de Bugambilia.
Si Bugambilia me ayuda (para ella es gratis, solo tiene que decir que "sí"), pasaría una semana fabricando con ella en el Laboratorio Blanco un cinturón con 3 cargas diarias de "restablecimiento menor". Según mis cálculos, debería tener componentes materiales suficientes para llevarlo a cabo si vendo también la perla que tengo por ahí y que ya no necesitamos.
Si no puede ser de tres cargas diarias, pues de las que pueda. Y si no cuento con la colaboración de la kender, pues nada, ya invertiré esos componentes en otra cosa más adelante.