Siglos atrás, sabios vampiros Antiguos establecieron la Camarilla, la cual ha mantenido a salvo a los Vástagos de Europa, las Américas y el resto del mundo a la vez que conservaba las sagradas Tradiciones de su gente, o eso cuenta la propaganda de la Camarilla. Aun así, a pesar de algunos contratiempos recientes, la Camarilla es la definición de la vida vampírica para muchos Vástagos alrededor del mundo. La Camarilla, considerada durante mucho tiempo como una Torre de Marfil inmutable e invencible, se encuentra ahora en un estado cambiante debido a que muchos de sus miembros más antiguos y Príncipes más influyentes han desaparecido o es difícil contactar con ellos. Una misteriosa fuerza conocida como la Llamada los invoca y dejan sus regna vulnerables a las agresiones Anarquistas.

Ha perdido algunos de sus dominios más famosos, como Berlín. Desde la desaparición del príncipe Gustav, el resto de dominos de los antiguos cayeron como naipes que formaban un castillo. Aun vacilantes por la pérdida de sus Antiguos, los vampiros de la Camarilla se encuentran ahora incapaces de defender sus privilegios sin el poder de la vieja Sangre para hacer cumplir sus decretos.

Para un vampiro joven y ambicioso la desaparición de tantos Antiguos ha dejado sitio para una movilidad ascendente sin parangón en la historia de la Secta. Por primera vez, un Neonato puede reclamar un dominio si juega bien sus cartas...

En estos momentos la Camarilla se agazapa a la defensiva, pero nunca permanece así por mucho tiempo. Además, en Berlín se alza un peligro mayor. A pesar de la incesante lucha entre los no-muertos, la peor amenaza a los Vástagos podría proceder de la humanidad. Agencias de inteligencia de alrededor del globo han descubierto la existencia de los no-muertos. Mientras estos  grupos se afanan en articular la naturaleza real de la amenaza, intercambian información unos con otros y con los rígidos y poco colaboradores miembros de la vaticana Sociedad y los violentos grupos anarquistas han llamado demasiado la atención.

En estos momentos, la Segunda Inquisición sigue siendo información clasificada y sub rosa, sin ser comprendida ni controlada por las agencias ni por sus gobiernos. No todos los agentes de la CIA ni apparatchiki del FSB conocen la existencia de los vampiros, pero suficientes personas clave en posiciones muy anónimas saben lo bastante como para suponer una gran amenaza. La Segunda Inquisición ha matado Príncipes en Londres¹ y Las Vegas y ha mutilado un Clan en Viena². Docenas de incautos Anarquistas y arrogantes Sabbat han perdido sus vidas por no estar acostumbrados a mortales que saben cómo cazar vampiros.

Afortunadamente, conoces Transaxa. La multinacional de trasnportes adaptados para seres de tu condición y la línea Berlín-Hamburgo proporciona la vía de escape perfecta de la ciudad a un nuevo mundo de posibilidades...

Hace tres días...

Lichtenberg-Berlín Oriental
Hace tres noches

El Distrito de Lichtenberg era el principal coto privado de Edward Hyde. Un lugar casi completamente ignorado por la Estirpe de Berlín. Sin embargo, es un punto vital para el mercado negro de la sección éste de la ciudad. Hay sospechas generalizadas de que es Hyde en persona quien se ocupa de las importaciones y exportaciones del contrabando. Hyde es un Malkavian con un trastorno bastante severo de personalidad.

-...Aquél hombre me dijo que era, nada más y nada menos, el auténtico Henry Jekyll, el de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson. Naturalmente, me reí en su cara... No se lo tomó muy bien, en cuestión de segundos, se convirtió en un hombre de apariencia brutal que me exigía la devolución de la información que había obtenido: el libro y los panfletos.

Un minuto antes, había descubierto que Jekyll y Hyde eran gente de carne y hueso; al minuto siguiente, descubríq ue los vampiros eran igual de reales. Hyde me atacó, desgarrándome la garganta con sus dientes y bebiéndose toda la sangre de mi cuerpo forcejeante. La sensación fue indescriptible... una parte de terror y cinco partes de éxtasis, con una pizca de rabia impía...

Pude sentir cómo se desvanecía mi vida, supe que jamás escribiría una historia digna del Pulitzer... Entonces regresó Jekyll. Lamió las heridas de mi garganta y me Abrazó. Mientras intentaba disculparse, la Sed invadió todo mi ser. Antes de que mi sire puedira reaccionar ya me había arrojado sobre él, y hambriento de venganza, me bebí toda la sangre de su cuerpo, y después su misma fuerza vital. Mi sire fue mi primera víctima. Caí presa del pánico en cuanto todo hubo terminado, supe que aquello acabaría con mi vida para siempre. Nunca se me permitiría vivir, no si había otros Vástagos por allí. Alguien llamó a Hyde desde la habitación contigua. Empecé a correr... aquello era lo único que podía hacer, y caí en lo que sólo puedo definir como un estado de fuga. No recuerdo nada de las dos noches siguientes; tan sólo haberme despertado en Berlín casi una semana después.

Aquí es.- Abro la puerta, pasamos y hago un gesto para detener al invitado. Lo había recogido en el lugar que acordamos y, como es habitual en mí, estuvo todo el tiempo divagando, tanteándolo. Sabía quien era Billy Drago, mis contactos me informaron de su buen hacer controlando a mortales mafiosos y delincuentes.

-Como sabrá, soy el más capacitado proveedor de todo Berlín. Se dice de usted, señor Drago, que es un excelente pagador pero también que es altamente peligroso e impredecible. Espero que no se ofenda por haber tomado mis medidas.-

Hice un gesto hacia los gangrels que me acompañaban. Les dedique una mirada de respeto. Conocía la contundencia de Gaia de oídas pero sabía muy bien cómo se las gasta Raider y no querría tenerlo como enemigo.

En el interior de la sala nos aguardaba el motivo de nuestra reunión. -Permitid que os presente a Krampus. Es el mejor haciendo máscaras. Tiene mucha maña creando identidades para pasar desapercibidos de una ciudad a otra en estos tiempos tan turbulentos.

Lichtenberg-Berlín Oriental
Hace tres noches

Dos Tremere, un Sangre Débil y un Nosferatu se escurrieron por el Distrito de Lichtenberg guiados por este último. Todos sabían que era el principal coto privado de Edward Hyde.

Ibrahin Guilderstein es un Tremere que ha trabajado varias veces con Crampus obteniendo máscaras para los brujos y fraguando lo que apunta a ser una débil amistad. Cuando Hide solicitó a Crampus en persona, Ibrahin se ofreció a acompañarlo para garantizar su protección.

Así, el brujo llevó a un compañero de clan: Mikael Van Kleiss y a un... a Nicholas Dawson. Un sangre débil con el que Ibrahin experimenta de vez en cuando.

Nicholas no llama a Ibrahin por ese nombre sino por el de Aguilar. Lo que demuestra el buen hacer de Crampus.

Capilla principal-Viena
Hace muchas noches

La sensación de la plumilla de latón de la pluma al arañar el papel calmaba tu tensión. Resultaba muy grato sentiro cómo se agarraba el metal a la rugosa superficie. Ninguno de esos resbaladizos papeles modernos podía ni remotamente aspirar a parecérsele. Artesanía, tradición: en ellas radicaba la esencia del arte. Para ti y para tu sire Ibrahin, la humilde magia de la pluma y la tinta representaba un rito espiritual. Cada hoja de aquel pergamino prensado a mano, cada pluma tallada a mano era una herramienta ceremonial especialmente consagrada.

Tu mano se movía con destreza y confianza, corriendo entre las cinco grandes letras miniadas que ya decoraban el margen izquierdo del pergamino. El fruto del trabajo de la pasada semana. Leídas de arriba abajo, rezaban HPVSY, un nombre que no escondía ningún significado para ti.

No dejaste de escribir hasta haber legado al fondo de la página. Con un además ostentoso, espolvoreaste generosamente la tinta húmeda.
Entonces, esperaste.

Dejaste que el momento se prolongara, lo saboreaste. Una semana entera consumida en la costosa preparación de aquellas letras miniadas podía haber sido culminada o echada a perder con aquel simple minuto de garabateo enloquecido. Era algo sublime. Era, en muchos aspectos, el legado y el derecho de nacimiento de los Tremere. Las décadas (siglos algunas veces) que tus hermanos pasaban urdiendo pacientes planes, maniobrando para conseguir una posición, conducían a la apuesta de una sola noche, al juego de poder y prestigio. Todo o nada.

Ibrahin levantó entonces la página y le dio unos golpecitos suaves contra el escritorio. Una cascada de fino polvo azulado cayó sobre el secante. Con creciente impaciencia, devoró las palabras que acababan de aparecer.

Detén el paso y advierte
Pues este lugar te convida
A que mueras en vida
Para poder vivir en la muerte

Ibrahin escudriñó cada rabillo, cada curva, cada uno de los cinco puntos que coronaban las cinco íes. Perfecto. -Estás listo- te dijo con orgullo.

Durante varios meses te había estado preparando para copiar un conocimiento oculto en lo más profundo de Viena. Los volúmenes se guardaban en una caja púrpura con ribetes plateados del tamaño de un cuadernillo. -Juntos desvelaremos el próximo misterio- comentó. Pero ese momento jamás llegó.

Una misión importante os apartó de la capilla a tiempo para evitar el desastre. Supisteis que la caja púrpura fue sustraída tras el ataque y vendida en el mercado negro. Le seguisteis el rastro hasta Berlín, hasta Lichtenberg y el refugio del tal Hide.

Me estiro y alzo el mentón olfateando a los tipos que acompañaban a Billy Drago. -Brujah, rebeldes- su aroma era inconfundible. -Hyde parece que también tiene fama de peligroso.- Bromeo al entender la presencia de esos dos personajes.

Sonrío al gangrel -Salvajes por fuera y salvajes por dentro. No hay motivos para que estropeémos una prometedora velada de la que todos saldremos ganando-

Los dos Brujah cerraban la marcha acompañando a Drago. El Ventrue no estaba contento con la presencia de Øystein pero sí confiaba en Linn.

La mujer rubia volvió a adoptar un segundo plano e hizo un gesto de asentimiento al joven que la acompañaba. Así, curiosamente hubo más presentaciones de las necesarias.

Billy Drago llegó escoltado por Linn Christiansen y Øystein Holtet. Ambos tienen cierto renombre entre algunos círculos extremistas de la ciudad. De alguna forma el Ventrue consiguió el equilibrio en sus guardaespaldas. Protectores sin llegar a ser amenazadores... por ahora.

Hyde fue mucho más allá escogiendo a Raider y su chiquilla Gaia. El gangrel había salvado el pellejo por los pelos tras ser acusado varias veces de eliminar a otros vampiros de la Camarilla y su afiliación a esta no estaba clara (ni mucho menos). Su chiquilla, además, era una mezcla de salvajismo y autoridad contundente.

Al otro lado de la mesa estaba el Nosferatu: Crampie. Llegó a la antigua fábrica desde los túneles inferiores y nadie podría asegurar que viniera solo.

La reunión estaba a punto de celebrarse.

...pero tampoco que hubiera conseguido la ayuda del clan Tremere tan fácilmente.

Presente

Los siete conseguisteis tomar la línea Berlín-Hamburgo. Vuestros contenedores metálicos fueron introducidos durante el mediodía. Una incomodidad que evitaría sospechas.

Uno a uno fuisteis despertando en el vagón de carga y pasando por el vagón restaurante hacia vuestros asientos. Habíais conseguido escapar de Berlín antes de que estallara el caos en la ciudad, tras la reunión con Edward Hyde.

-¿Qué pasó en esa reunión?¿Qué acontecimientos desencadenó?-

No sois los únicos que os hacéis estas preguntas.

Gaia permaneció callada mientras Hyde hablaba. Ella juzgaba el lenguaje no verbal mientras su sire analizaba las palabras. El tipo les respetaba y eso era bueno, no tendría que emplear ninguna táctica contundente por ofensa a su manada. Raider olfateaba el ambiente en busca de información y ella instintivamente hizo lo mismo, Rai le instruía desde que la hizo hija de la noche y en ocasiones, ella copiaba sus movimientos haciendo que ambos fueran una pareja particularmente compenetrada.

La mujer rubia les llamó salvajes y eso hizo sonreír a Gaia, para la bonita fémina, la cual destacaba por su belleza natural sobre otras muchas otras criaturas de la noche, aquel término era un halago hacia los de su clan. No había término mejor para definirles. Tras esto comenzó la reunión donde muchas cosas fueron expuestas, pero lo importante final era el presente, el camino hacia un incierto futuro.

El contenedor metálico era incómodo. Gaia estaba acostumbrada a dormir entre animales, concretamente ocupaba la zona donde las leonas descansaban, todas juntas en un espacio amplio y cálido. Los animales la reconocían como una más y ella respetaba a los felinos, alimentándose principalmente de sus presas naturales, antílopes, cebras, gacelas y otros herbívoros de gran porte. El zoo era una fuente inagotable de recursos, mientras que el tren suponía para Gaia una jaula que aumentaba sus niveles de estrés a cotas insospechadas. Odiaba ese ambiente.

La mujer tras despertar en el vagón de carga comprobó olfateando si allí habían animales. No sabía cuánto iba a durar el viaje, pero si era largo tendría un gran problema con el tema de la alimentación. Miró su billete y tras comprobar que a su alrededor nadie parecía levantarse, decidió ir a ocupar su asiento y entretenerse mirando a los humanos mientras hacían cosas de humanos.

Su vagón no estaba demasiado lejos de la zona de carga, aunque tuvo que pasar por el restaurante para hacer posesión del mismo. El camarero le miró con cierta curiosidad y ella le miró con aquel porte felino que desprendía sensualidad. Si hubiera querido comérselo habría sido tan fácil... Pero no, debía llegar al asiento 10, ese era su sitio, tenía suerte, estaba al lado de la ventana.

En el vagón...

El Nosferatu vestía unas deportivas bastante cómodas, un anchó pantalón de chándal y una sudadera bastante holgada, bajo la capucha llevaba una gorra negra con el demonio de tazmánia de la warner bordado en ella; su disfraz se remataba con una mascarilla clínica azulada y unas gafas de cristales ahumados. En ese modo era muy complicado que un viajero ocasional descubriera su autentica naturaleza, cada vez que se cruzaba con alguien acachaba la cabeza simulando toser o estornudar, quedando así lejos de miradas indiscretas. Krampus había dejado un momento su asiento para ir al baño, era un detalle más a añadir a su coartada y justo al volver vio a una chica que pretendía quitarle el sitio, enseguida la reconoció, era una de las Gangreles de aquella reunión.-Vaya, volvemos a vernos.-el Nosferatu le enseñó el billete dándole a entender que ese era su asiento.-¿Sabes si alguien más ha podido salir de allí?Sino te molesta prefiero ventana, si te pones en el pasillo me haces un favor y me ayudas a taparme. Uno nunca sabe cuando se está a salvo del todo.-el Nosferatu tenía un trato sincero y humilde, nada rimbombante. Su voz era suave con un tono algo bajo transmitía una nota de juventud y jovialidad.

Gaia estaba acomodada en el sillón, desde luego no le había costado encontrar "su sitio", debía hacer coincidir el dibujito del ticket con el marcado en el asiento, y así lo hizo según las indicaciones de su sire, el cuál sabía que la joven tenía un serio problema de analfabetismo, así que no fue raro que apareciera Krampus reclamando el lugar, la Gangrel no había comprobado el número del vagón, acomodándose en el primero que encontró, una suerte que fuera precisamente uno de los vampiros quien se lo hiciera notar.

- Sí volvemos a vernos... - no le hacía falta ver su rostro para saber que era él, su aroma era inconfundible, así como el de cada uno de los pasajeros que allí se acomodaban -...¿Por qué me enseñas esto?... - cogió el billete y lo observó, pero lo había colocado del revés, aunque pareciera que leía, estaba claro que no tenía ni idea de cómo interpretar aquel conjunto de letras, pero era bastante razonable ante la segunda parte de su explicación -... Sí, ponte en la ventana..., yo me quedo en el pasillo... - y la joven se sentó en el asiento número 9, observando con la inmensidad de sus ojos el espacio donde se encontraban -... No sé qué ha sido de los demás, pero podría localizarlos si fuera necesario... Cada uno de vosotros tiene un aroma inconfundible..., el tuyo es mejor que el de tu aspecto... - dijo la joven sin acritud ni intención de dañar, pero más directa que una apisonadora a través de matorrales -... No te preocupes, a mi lado estás seguro... aunque mi sire me advirtió que evitase los problemas... - y es que a veces tendía a causarlos

La bonita mujer vestía con cazadora y pantalón de cuero, prendas de auténtica piel, evitando lo sintético, debajo llevaba un sencillo top negro de encaje, aquella combinación denotaba sensualidad, algo que estropeaba si alguien se fijaba en los detalles, tenía las uñas negras y el cuello sucio de haberse lavado mal. Rai le dijo que se aseara, pero como buena gata, lo hacía por partes y con un relativo éxito

- ¿Por qué estabas en la reunión?... ¿quién te llevó hasta allí? ¿tu sire?... - preguntó curiosa.

En la reunión...

El Nosferatu había llegado el último, ciertamente quedar en una de las naves del polígono había sido una gran idea el subsuelo ofrecía multitud de rutas para poder escapar. Al llegar se puso en pie sacudiéndose un poco el polvo y las telarañas de los túneles, mirando a su alrededor por primera vez se fijó en la luz de las viejas oficinas. Cuando entró pareció sorprendido sinceramente no esperaba a tanta gente, ni tenía muy claro por que demonios le había hecho ir a él en persona. Hizo una pequeña inclinación con la cabeza al que claramente reconoció como el primogenito Malkavian y se sentó en la punta vacía de la mesa descolgándose una mochila aparentemente vacía de la espalda.-Es un placer Sr.Hyde. Damas y caballeros, buenas noches, disculpen el retraso.-con un gesto claramente visible el Nosferatu sacó un teléfono móvil del bolsillo y lo enseñó apagado. Le quitó la batería y se guardo las dos piezas por separado en la mochila.-Si no les molesta, creo que por el bien y la confidencialidad de esta importante reunión todos deberíamos tomar el máximo de precauciones en deferencia a nuestros primogenito aquí presente.-el Nosferatu sabía hablar muy bien, con una gran calma y entereza. No parecía un ratón asustado, sino más bien alguien que sabía lo que hacia. Ahora mismo muchos se estarían preguntando que diablos pintaba él es esa reunión y eso a Krampus le encantaba, la sensación de saber algo que los demás desconocían le daba seguridad y confianza en si mismo.

 Tras despertarme en el vagón de carga, no perdí tiempo y fui pasando por el vagón restaurante hacia el asiento que indicaba mi billete. Finalmente lo encontré en un compartimiento que en ese momento se encontraba vacío y aproveché para sentarme junto a la ventanilla, para pensar en todo lo que había ocurrido. Había conseguido escapar de Berlín antes de que estallara el caos en la ciudad, tras la reunión con Edward Hyde, y otros vástagos, por los pelos, preguntándome quien más lo habría logrado. Mis pensamientos fueron a mi Sire y Mentor, deseando que estuviera en este tren, conmigo, aportando su experiencia y sabiduría en este viaje tan agitado y inesperado.

 Al menos esperaba encontrarme con la belleza Gangrel que conocí en la reunión, Gaia creo que se llamaba. No se que opinaba de los Tremere, pero, mientras no fuera una amenaza para mí, y yo evitara hacer o decir algo que la molestara, su compañía sería un regalo para la vista, durante este viaje.

En el vagón...

A Gaia le sorprendió descubrir que el Nosferatu no olía a cloaca, más bien a polvo viejo y humo. La ropa no parecía desgastada ni sucia, tal y como debería ser si dicha criatura se dedicaba a corretear por la alcantarillas; sin embargo la ausencia de una excesiva suciedad fue algo que no pasó desapercibido al agudo olfato de la Gangrel.

Krampus no tardó mucho en darse cuenta de que la Gangrel no parecías saber aleman, pero al poco de fijarse empezó a darse cuenta de que tal vez aquello implicaba algo más. Se sentó sonriendo bajo la mascarilla, no quería ofender a la muchacha y muchos menos después de que le hubiera cedido la ventana.-Gracias, muy amable es lo más bonito que me han dicho desde que me quedó la cara como el culo.- comentó ante lo que viniendo de la Gangrel para él era como un cumplido.- Vaya si que tienes buen olfato, eso a veces puede ser toda una putada. Los sitios por donde me muevo a veces me dan ganas de arrancarme la nariz y dársela de comer a las ratas jejeje ya me entiendes. 

Es curioso a mi esta noche un buen amigo también me advirtió sobre los problemas y mira como hemos acabado. Me parece que él y tú sire hicieron mal en invitarnos a esa reunión si lo que de verdad pretendían era no meternos en líos. Bueno así es la no-vida imagino, unas veces la cagas y otras te llueve la mierda de arriba sin saber porqué.-Krampus no pudo evitar fijarse en lo atractivo de la muchacha, pero le llamaba la atención la dejadez en ciertos aspectos. Sonrió sincero y cordial ante la acribillante retaila de preguntas.-¡Wow, wow, wow!Más despacio Sr.Agente, por favor no me pegue más, con tiempo y calma responderé a sus preguntas. Ante todo lo primero lo primero.-dudó entre darle dos besos u ofrecerle la mano y al final le ofreció la mano.-Soy Krampus, pero puedes llamarme Kram, Nosferatu por sino te has dado cuenta.-dijo con tono jocoso.- Escuché que te llamabas Gaia ¿verdad? era como los griegos llamaban a la diosa de la tierra, un nombre muy evocador para tú clan.-el Nosferatu prefería empezar por una charla algo más banal, de todos modos sus ultimas afirmaciones también le ayudarían a confirmar sus sospechas sobre el nivel intelectual de la Gangrel. De todos modos se sentía a gusto con alguien que no fingía, así era todo más natural, de la vieja mochila sacó un paquete de toallitas húmedas y le ofreció una indicándole en que partes del cuello y las orejas tenía roña para que ella misma pudiera quitársela. 

En la reunión...

No pudo reprimir una sonrisa ante el desparpajo de Linn. En general le agradaban los Gangrel, y comprendía su postura intimidante dadas las circunstancias. No, nada había que temer de ellos, decidió Øystein observando al tal Raider y a Gaia con una expresión serena. La sutileza no solía formar parte de aquel clan, algo que también le agradaba. Después de todo, la sutileza tampoco era su fuerte, para eso la tenía a su bella sire, toda intrigas y sensualidad.

El que le incomodaba algo más era el tal Krampus, pero al menos él tenía una excusa para estar allí, en su rol de diseñador de máscaras. Lo cual, pensándolo bien, tenía cierto sentido para un Nosferatu.

Le irritaba un poco abandonar Berlin, pero ya se había resignado. Tras escuchar las palabras del vampiro, y como muestra de buena voluntad, saco su móvil del bolsillo, lo arrojó al suelo y le propinó un fuerte pisotón con su bota estilo militar de color negro. Los restos del celular quedaron así esparcidos, en buena parte hechos polvo. De cualquier forma, siempre podía procurarse uno nuevo por el camino, no solía utilizar el mismo número por mucho tiempo. El grupo al que pertenecía se encargaba de ello.

- Me parece justo. En deferencia a nuestro estimado primogénito - repitió con desidia dirigiéndose a Hyde.

En el vagón...

Se despertó algo desorientado. Al notar la fría superficie en la que se encontraba recostado, recordó lo del contenedor.

- Ah, nada como viajar en primera - exclamó con falso regocijo. Tras unos segundos de silencio, añadió:

- ¿Rubia?

Pero Linn ya no estaba allí. La paciencia no era su fuerte. Øystein observó el número de su ticket, y salió del contenedor en dirección al asiento designado.

Los trenes solían poner nostálgico a Øystein. En su adolescencia solía viajar con frecuencia de Oslo a Bergen, y a veces hasta el recóndito norte noruego. Los idílicos fiordos y montañas que atravesaba entonces le otorgaban un vigor indómito y refrescante. Ya no más, pero la nostalgia era uno de esos sentimientos que parecía no caducar en la no-vida, sino todo lo contrario. Decidió buscar a Linn más tarde. Encontró rápidamente su asiento, el 6, junto a la ventana, y se quedo allí un rato, recordando buenos tiempos.

Gaia en la reunión se mantuvo particularmente callada. Miraba a unos y otros con una curiosidad mal contenida, pero su centro de interés se basaba en las acciones que su sire marcaba. Si él estaba tenso, incómodo o inseguro, ella adquiriría el mismo rol, pero la realidad era muy distinta, Rai denotaba seguridad y eso a la fémina le daba tranquilidad.

Le llamó la atención de que Krampus sacara el teléfono móvil del bolsillo, aquel aparato para la joven era todo un enigma, Gaia no usaba tecnología, sabía a groso modo para qué servía, pero desde su punto de vista, era un trasto inútil. Ella no llamaba a nadie ni necesitaba que le llamasen. Permaneció quieta y callada mientras otros tantos hacían lo mismo y se desconectaban del mundo, gustándole de particular manera el estilo de Øystein Holtet, que destruyó de aquel extraño cacharro que todo el mundo parecía adorar y creaba una clara dependencia… ¿Para qué necesitaban usar ese objeto si podían quedar cada noche?... ¿qué sentido tenía que las manadas no se encontrasen para interactuar?... En ocasiones el ser humano era extraño y no mejoraban con el vampirismo. Simplemente para Gaia el uso del móvil no tenía sentido.

Mientras el Nosferatu y la Gangrel permanecían sentados pasó por delante de ellos Mikael, dirigiéndose a las primeras butacas del vagón.

- ¿Tuviste buen despertar?...- le preguntó al traspasar su fila, dedicando de nuevo su atención hacia Krampus, el cual emitía un aroma poco convencional al de las alcantarillas. De hecho, cuando ella se alimentaba de ratas, el sabor agrio de la suciedad donde vivían dejaba un aroma particular en el animal. Su sabor favorito era el de las presas naturales de los leones, pero tampoco hacía ascos a los gatos, los conocía tan bien que su sabor le resultaba hogareño.

- ¿Qué te pasó en la cara?... – preguntó ella curiosa, determinando de nuevo lo evidente, era una mujer directa, sin preámbulos, dispuesta siempre para la acción, pero con una tendencia natural a cuestionar las cosas, lo cual denotaba inteligencia, aunque lamentablemente no fuera acompasada de conocimientos -…Entiendo lo que dices, las ratas comen cualquier porquería y no saben bien…, aunque a veces es mejor nutrirse que pasar… necesidad… ansia… - informa ella, diciendo mucho de sí en cada expresión, conocer a Gaia no era algo particularmente difícil, no tenía un carácter exclusivo o introvertido, al fin y al cabo su sire aceptó estar allí, Rai sabía lo que se hacía y ella le seguía fielmente -… Mi sire sabe lo que se hace…, él siempre mira por el bien de la manada… - Una mirada de refilón hacia el Nosferatu le indicó algo... “cuidado”, hablar de Rai delante de la mujer implicaba algo muy personal, si ella intuía un insulto tenía una forma contundente de actuar, y por la tensión que adoptó no hacían falta palabras para saberlo -…Si Rai considera que debemos meternos en líos, nos meteremos… Si me pide que no los provoque…, lo intentaré… - y sonrió levemente, tendía más a lo segundo, con algunos fracasos de contención.

Krampus le ofrece la mano y ella la mira por unos instantes, como si el convencionalismo social la superase, tras dudar respondió al gesto, no era falta de cordialidad, sí de modales, no sabía actuar bien en sociedad, pero se fijaba en los detalles y aprendía, estaba claro que pasaba mucho tiempo entre bestias.

- Mi nombre es Gaia… Sé tu nombre, me lo dije mi sire cuando acabó la reunión, me explicó cosas de todos vosotros… - la joven le miró intrigada cuando el Nosferatu hizo un comentario sobre la procedencia de su nombre, no entendía de lo que hablaba -…¿Los griegos? ¿Son gente de por aquí?... – preguntó -… Tuve una vez un amigo que me decía que el nombre de Gaia me quedaría bien y cuando me transformé en lo que soy lo adopté como propio… -explicó la joven con naturalidad, dejando claro que no era su nominación original. No el nombre que le puso su madre, sí Anthony, el que alguna vez la trató como un padre.

Krampus sacó las toallitas húmedas y ella las miró de forma extraña -…¿Qué es esto?... – Las olió  y elevó las cejas, entendiendo por los gestos del hombre que su estado higiénico no era el adecuado para lo que pretendía la sociedad. Desconocía mucho pero era intuitiva e interpretaba con relativa facilidad - ¿Por qué esta manía de enmascarar los olores naturales?... Esto desconcertaría a muchos animales… - Le miró a los ojos, los suyos eran de un intenso color azul, atrapantes e hipnóticos. Ella podía haber sido muchas cosas, elegante, refinada y muy deseada si la naturaleza salvaje no hubiera marcado su carácter siendo relativamente una paria para muchos contextos sociales. No obstante se frotó con la toallita, dejándola de un color oscuro similar al marrón chocolate. 

El tipo del nombre raro entró en el vagón en esos momentos y pasó por su lado, al igual que hizo el otro vampiro antes que él, no había nada como estar en el vagón más próximo al restaurante y que la butaca 10 fuera la primera en aparecer de todas cuántas habían.

- Ya somos cuatro los que despertamos del letargo… - dijo la joven con una jovial sonrisa, quedaba ya menos para que apareciera Rai.

Cada vampiro tiene su compartimento, pero éstos están abiertos por la parte superior y carecen de puertas. Las voces se filtran de unos a otros por lo que cualquiera podría estar escuchando. Hay 10 compartimentos en total. Gaia y Krampus comparten el más cercano al vagón restaurante que da a sus espaldas y allí hablan distendidamente.

El siguiente en pasar es Mikael Van Keliss a quien no le pasa desapercibida la pareja. Camina hacia su asiento con paso decidido y en silencio. Por ahora, su compartimento está vacío.

El tercer vampiro en llegar es Øystein Holtet y, tras él, camina un hombre alto, atractivo, vestido de porte elegante. Avanza tras Øystein apenas a un paso por detrás de él. El brujah recorre todo el pasillo hasta el inicio pero el individuo se detiene en el compartimento de Krampus y Gaia. Se gira hacia ellos. Su semblante es serio, analítico.