Partida Rol por web

Hace cincuenta años nací... El mundo ardía en sentido literal y figurado, allá donde me dirigiese la torre de Babel que había constituido las grandes hazañas de la humanidad estaba derrumbándose y por el camino acabando con los escasos vestigios de razón que creían tener.

Los más afortunados murieron en aquel momento.

Sin embargo en ellos apenas me detuve, tras ver a varios agonizar por la radiación o por el hambre, perdí el interés y preferí centrarme en lo que sobrevivió. Era apasionante ver crecer a las ratas, ver cómo sus huesos empezaban a asomar sobre su carne y observar la evolución de aquellos diminutos incisivos hasta tornarse en colmillos. La naturaleza era yerma y apenas hay vegetación pues nada crece bajo este gran astro al que los humanos llaman el Sol. A falta de un mejor alimento, de repente los gatos pasaron a ser presas y no queda ninguno de ellos. No fueron los únicos, los lobos y las águilas cayeron siendo reemplazados por Jabalíes y Búhos que fueron capaces de adaptarse y se movían únicamente en la oscuridad.

El único animal capaz de moverse bajo la luz del Sol es mi favorito… El hombre. Reducido ahora a poco más que una bestia. Una bestia racional y por tanto más cruel y salvaje, más apasionante. Hay muchas historias de las que podría deciros que fui testigo, sin embargo… Ahora mismo me viene a la memoria lo que sucedió cuando murió Matías "el trapis". 

Sucedió un día soleado como cualquier otro, un día en el que la luz solar no daba tregua y obligaba a que todos los que deambulasen bajo la misma se cubriesen la piel y que siempre mirasen hacia abajo. No era la mejor circunstancia desde luego, pero aquello era preferible a los días lluviosos en los que el azufre acaba contaminando aquello que tocase en su caída.

Se trataba de un día de mierda, como cualquier otro, en el que el suelo está seco y agrietado. Sobre este yacía un cuerpo polvoriento. Sus manos están salpicadas de sangre y entre ellas se advierten los rastros de unos eccemas que presagian ser dolorosos, también hay sangre en su boca y todo apunta a una muerte natural. Al menos todo lo natural que puede ser una enfermedad que derive en una tos virulenta con sangre. Eso fue lo último que hizo "El Trapis" antes de caer para nunca más levantarse.

Victor miró por la ventana. Aquella ventana tapiada con varios tablones y clavos doblados, era la única puerta al exterior dela que había dispuesto durante las últimas tres semanas. Treinta y siete clavos eran los que anclaban los tablones a la pared. Tan solo penetraba el sol a través de las rendijas entre los tablones y en ocasiones hubiera preferido que ni un solo rayo de sol se colara en aquella habitación de mala muerte sucia como un estercolero.

La infección le había mantenido postrado en cama durante demasiados días. Durante los peores no fue ni consciente de lo que le rodeaba. Delirios fruto de las altas fiebres le hicieron viajar hasta dantescos mundos de pesadilla, pero las pocas veces que la fiebre le bajaba y regresaba a aquel mundo desolado, el panorama no era mucho más alentador. Por suerte al menos, aquella estación de servicio le había proporcionado el cobijo necesario para descansar hasta que la infección comenzó a remitir.

No lo hubiera conseguido sin Berenice. Aquella niña que salvó de las garras de una banda de motoristas con muy malas pulgas, le devolvió el favor con creces el favor. De no ser por ella y su habilidad para limpiar heridas, realizar vendajes y encontrar medicamentos, sin duda alguna ahora estaría en el otro barrio. Algo que dada la desolación que le rodeaba, tampoco era una idea tan descabellada.

A Víctor le gustaba viajar en soledad. No es que no gustara de la compañía de otras personas, pero había tenido malas experiencias en muchos sentidos. Gente querida que moría, gente querida que le traicionaba o gente querida a la que hería de alguna manera. No... sin duda era mejor evitar todo aquello. Era por ese motivo que Victor solía desaparecer del mapa cada cierto tiempo y allí donde iba empezaba otra vez de cero. Le había ido bien hasta el momento. Que siguiera vivo era prueba de ello. No obstante, aquella última experiencia le había enseñado que él también necesitaba de los demás.

- Oye Nixi... - Le dijo a la dulce niña. - ¿Me traes algo de agua? - Le preguntó.

Nixi era el mote cariñoso que le había adjudicado a aquella preciosa niña de ojos enormes y negros como su cabello, piel blanca como la nieve y tremendamente alta para ser una niña de tan solo catorce años. Nixi medía un metro y ochenta y siete centímetros y estaba casi en los huesos. Desde luego Víctor no tenía ni idea de como había sobrevivido sola hasta ese momento, pero si lo había conseguido, que así era era porque tenía muchos recursos ocultos bajo la manga.

Víctor se incorporó sobre la cama. La pierna ya le dolía menos. De ser necesario ya podría comenzar a caminar. Prefería seguir un par de días más en cama. Al fin y al cabo ese parecía un lugar seguro, tenían reservas de comida en abundancia y el pozo que se encontraba cerca de la estación parecía no estar contaminado, algo que apreciaba por encima de todo. Además, Nixi hablaba poco, pero aun así su compañía era muy grata para él.

Por fin apareció aquella chica portando consigo una jarra de agua. Le sirvió un vaso a Víctor y éste lo puso a contraluz frente a la ventana parándose a mirar las partículas que flotaban en su interior. No parecía que hubiera demasiadas. Fue en el momento en que se disponía a pegar el primer trago, cuando vio algo a través del vidrio de la ventana. En aquel interminable erial de tierra roja y vegetación arrasada, vio algo o más bien a alguien acercándose. Se trataba de una persona o quizás dos... 

- Berenice... - Dijo muy serio. - Mi arma... - Le pidió y entonces la niña le acercó una escopeta que se encontraba junto a la cama.

¿La Felicidad? ¿que es la felicidad? Eso es lo que constantemente se preguntaba Tony, al que apodaban Chevrolet, pues de este fabricante era el modelo de automóvil que conducía, cual si de una elongación de su exoesqueleto se tratara.

Hubo un tiempo en que la Felicidad era tan solo salir a pasear con sus padres y amigos por la costa. Lamentablemente aquellos días quedaban muy pero que muy lejanos. Hoy en día, tan solo acercarse a la costa implicaba una muerte casi segura, pues los gases que emanaban de la lluvia ácida tan cerca del mar hacían la atmósfera irrespirable. En la actualidad, en cambio, todo era diferente. La Felicidad para Tony era tan solo tener el depósito lleno y a la vista una carretera interminable, la cual recorrer en busca de... algo, cualquier cosa que rompiera la monotonía.

Hace varios días... ¿cuántos? No sabría decirlo. El sol se había puesto varias veces, eso seguro, por tanto, era de suponer que él llevaba en este "campamento" no menos de tres días. Allí había coincidido con alguna gente interesante. Gualterio "el masca", un tipo que sin duda era el líder. Tommy "el filete"... alguien gracioso, e irónico, pues Tony Chevrolet dudaba que se hubiese comido un solo filete en toda su vida. Vanesa, una zorra peligrosa, como ella se definía... mmm, alguien en quien pensar en las largas noches.

No se porqué Tony se quedó aquí, no era algo que soliera hacer, "echar raíces". Digamos que fue una excepción. De momento no estaba arrepentido, pese a que la "vida" aquí era igual de jodida que en cualquier parte. 

Hoy estaba siendo un día de mierda, ni mejor ni peor que cualquier otro día de mierda, aunque había un hecho que si lo hacía destacar, la aparición del cadaver del Trapis. Era un tipo, singular... pobre diablo... debería haberlo conocido mejor, pues no dejaba indiferente a nadie.

Se agachó junto al cadáver del pobre diablo al que llamaban "El Trapis". Le dio la vuelta con sumo cuidado, enfundadas sus manos en guantes carcomidos por el tiempo y la arena. Llevaba la boca y nariz protegidas por un medio limpio medio sucio trapo gris, a falta de un pañuelo de mejor calidad. Arrugó el entrecejo y observó con detenimiento las huellas asquerosas de la enfermedad que arrastró a la tumba al Trapis.

Después de su examen, Doc Balas cerró los ojos del muerto y se puso en pie. Miró a su alrededor, al siempre eterno yelmo rajado y cuarteado de manera inclemente. "Habrá que enterrarlo". Pronto los buitres cercanos de dos piernas se aproximarían para saquear los despojos del fiambre. Suspiró, tomó aire y se quemó los pulmones con el reseco aire de la mañana. Entonces buscó en su mochila y bebió un corto trago de agua amarronada pero al menos lo suficientemente potable como para no cagarse las patas abajo. Además, ya tenía su estómago y organismo más que acostumbrado a la sucia agua que podía conseguir. Su primer berrido en este mundo fue treinta y cinco años atrás. Quince después de que la civilización se fuese por el váter lo mismo que una diarrea incontenible.

Le ofreció la botella a Chevolet. Se rascó la barba de dos días, se giró y unos pasos más allá se puso a echar una meada.

—Víctor —contestó Nixi respondiendo rápidamente al llamado del psíquico tendiéndole un arma. Tras unas fiebres parecía haberse repuesto y tolerar mejor el agua del lugar. No eran momentos para ponerse exquisitos ni para estar desperdiciando el agua expulsándola rápidamente.

—¿Qué piensas hacer? Son los del asentamiento. Nos echarán si les haces daño.

- Si... - Tragó saliva. - Tienes razón pequeña... - Dejó el arma sobre la cama. - Tienes razón...

Víctor se quedó unos instantes mirando por la rendija de la ventana. Conocía a aquellos tipos. Eran del asentamiento. Bueno... Más bien llevaban algún tiempo en él, pues en el mundo en el que vivían nadie era de ningún sitio y todos eran de cualquier lugar.

- Los conocemos Nixi, los conocemos... - Dijo aquel hombre cuya cabeza estaba algo distraída últimamente. - Ayuda a un viejo a ponerse en pie. ¿Quieres? - Le dijo a la chica. - ¿Me alcanzas la muleta?

Víctor sudaba a mares. Estaba cansado, demasiado cansado como para llevar tanto tiempo de reposo. Los antibióticos le habían matado y por si fuera poco le habían destrozado el estómago. Pero los necesitaba para combatir la infección. De lo contrario haría días que ya estaría en el otro mundo.

En el fondo sabía que no era el calor ni los antibióticos. Se hacía mayor y cada vez soportaba menos aquel sistema de vida. Estar siempre alerta, siempre activado, siempre dispuesto para salir huyendo era realmente agotador. Estaba cansado de la vida y si no se mataba era porque era un cobarde.

- Vamos a ver qué puñetas quieren... - Afirmó mientras daba los primeros pasos apoyado en su muleta y ayudado por Berenice. - No suele venir mucha gente por aquí. A ver qué puta razón nos dan para explicar su presencia...

Al llegar hasta la puerta de la vieja estación de servicio, Víctor dudó un instante si abrir o no. No sé fiaba de nadie y cuando decía nadie era de nadie, pues ya ni de si mismo se fiaba. Miró a Nixi y asintió con la cabeza. Entonces ella abrió.

- ¡Doc, Doc Balas! - Alzó la voz aquel anciano. - ¡Te veo bien, camarada! - Se quedó mirándole unos instantes. - ¿Qué cojones llevas en la cabeza? ¿Te has vuelto moro?

"El Trapis" no era un buen hombre, pero era el hombre necesario en cualquier asentamiento. No todos son buenos en todo, están los que como "Balas" son buenos sacándote una bala de tus tripas, Tony destacaba al volante y de Víctor... Nadie sabía qué diablos hacia ese cabrón para saber tantas cosas, por ello todos mantenían distancias.

La especialidad del Trapis eran los trapicheos, por eso se ganó ese sobrenombre. Era el hombre al que acudías cuando necesitabas partes para arreglar tu arma. Te falta un antibiótico, él es capaz de conseguírtelo. Lo único que parecía haber sido incapaz de conseguir, es salvar su propia vida.

—Hay que prender fuego a este "hideputa", a saber de qué ha muerto y no podemos conseguir que sus mierdas se extiendan. Bastante tenemos con las ratas de mierda al exterior como para andar preocupándonos de que vengan a comerse nuestros muertos.

El que hablaba no era otro si no Tomás, aunque algunos preferían dirigirse a él como Tommy, cuando se hablaba del 'filete', no había dudas de quién se trataba. Resultaba curioso todos los lugartenientes de quién se había ganado el dudoso honor de ser bautizado como "el Masca" parecían estar pretendiéndole disputar el título de ser MASCAbrón del lugar. 

'El chapucero', no tardó mucho en apoyar aquella sugerencia regando el cuerpo del difunto con cuarto de galón de gasolina. Sin aguardar respuesta lo prendieron fuego. Mientras las llamas daban cuenta del cadáver, 'el filete' se llevó a Doc Balas a un lado. No lo suficientemente alejado para que los que estaban allí dejasen de oírles, pero serviría para ocultarse de otros oídos que estaban empezando a llegar a aquel improvisado funeral, y es que 'el trapis' había decidido caer inerte a los pies del gran portón de acceso que separaba el resto del mundo, de aquel reducido reducto de humanidad.

—Ángel, ¿tenemos que preocuparnos? ¿Qué mierdas le ha pasado 'al trapis'?

Vanesa se despertó con un terrible dolor de cabeza y el sabor a algun licor fuerte todavia en su boca, poco se podia hacer en el mundo cuando la humanidad se habia ido a la mierda y Vanesa habia optado por autodestruirse algunas noches, acaricio el frio tacto de su pistola y dio una patada a la puerta del viejo coche donde habia caido dormida. 

Un tumulto de personas se habia congregado en una hoguera en la entrada del asentamiento, deambulo hacia alli con su sonrisa ya asomando en sus labios.

“Vamos no me jodas si es el trapis” deslizo su mano por el brazo de tony y arrebatarle aquella botella de agua para dar un largo trago y despejarse.

El agua turbia aclaro su mente, y sacudió la cabeza con disgusto..el trapis habia contactado con ella estaba nervioso, la habia pedido que le acompañase en unos dias al “cruce” , el asentamiento a un par de dias de viaje que servia de punto de encuentro para lo poco que habia quedado de humanidad..joder si estaba nervioso ni si quiera habia intentado metarla mano..

Tony Chevrolet apenas si prestó atención a como las llamas consumían el cuerpo del Trapis... tan solo era un cadáver más. Se acercó, tomó una navaja que se le había salido del chaleco y, tomando un trozo de papel garabateó su nombre, el Trapis, y lo clavó sobre un viejo trozo de madera que servía de "remiendo" de la tosca empalizada del asentamiento.

Tras escupir al suelo, se acercó al 4x4 y sacó un mapa de lo que parecía ser la región en la que estaban... - nos quedan unas horas preciosas de luz por delante... ¿alguien se apunta? - dijo, dando a entender que se iba a largar en otra misión de exploración.

Centra la atención en una aldea marcada a escasos 20 kilómetros... seguro de que además habría alguna venta donde hallar algo útil.

-Me protege del sol, capullo -mostró una sonrisa de dientes todavía decentes. Se fijó en la chica, tuvo que alzar la mirada, Berenice era varios centímetros más alta que él- Hola, Nixi -la muchacha debería comer más. Claro que no era fácil hacerse con un plato de aluvias que te calentase el estómago.

Paseó la vista por las penumbras del interior de la estación, y dio un repaso al aspecto que presentaba Víctor- Veo que todavía respiras, viejo, y no te meas encima. Aunque tu aspecto es peor que el puto cadáver que acabo de ver. Déjame pasar y te echo un vistazo.

*
...

Tommy siempre era impetuoso con sus decisiones y al Chapucero le faltaba tiempo para llevar a cabo sus órdenes y lamerle el culo al "Masca".

-Un desperdicio de gasofa -murmuró al lado de Chevrolet y Vanesa contemplando absorto las llamas. Plantó luego sus ojos en los de la desaliñada pelirroja, pero no tuvo tiempo de decirle nada cuando la manaza de El Filete se apoyó en su hombro derecho.

-Nah. Fumaba demasiado -bromeó-. El azufre, el agua, el puto sol. Todas las mierdas de este mundo lo han reventado -una sonrisa torcida surcó su cara-. O las dulces putas de Lucy -negó con la cabeza.

Se pasó la lengua por los dientes- Yo voy primero a una visita a ese jodido loco de Víctor -contestó a Chevrolet-. Eh, Vanesa, la botella de vuelta.

- Claro Doc... - Dijo ante aquella pregunta. - ¡Pero ojo, tú a tu ritmo! - Exclamó. - Que me dijeras que tendrías que venir anteayer a revisar mis heridas, no quiere decir que tuvieras que hacerlo... - Sonrió. - ...al fin y al cabo. ¿A quién le importa un jodido vejestorio como yo? ¡Hijo de puta! - Y entonces soltó una sonora carcajada. - ¡Te estaba esperando como agua de mayo, capullo! Menos mal que tengo a Berenice, porque si dependiera de ti... Te espero allí dentro. - Dijo finalmente antes de regresar apoyado en su muleta al interior de aquel polvoriento lugar.

—Chevy... No sé si es un buen momento para ir entrando y saliendo —las últimas palabras que dedicó Tony a los que tenía más cerca no pasaron desapercibidas para "El Filete"

—No sé cómo serían las cosas en otros sitios, pero aquí nos regimos por el orden. Es posible que el jefe necesite algo de ti en algún momento— agregó finalmente en un tono que sin ser autoritario parecía no admitir discusión. 

A pocos metros las llamas del cuerpo de "El trapis" se encuentran ya mas bajas, pero el cuerpo ya ennegrecido crepitaba con sus últimas fuerzas antes de apagarse y enfriarse.

De la misma intensidad era la presencia de todos los que estaban allí, a excepción tal vez de alguien que parecía buscar captar la atención de Vanesa, sin embargo la resaca había provocado que la llevase unos minutos advertir aquel detalle.

Vanesa pego otro largo trago de aquel agua turbia y devolvió la botella..Tranquilo ruedas que sun ni se ha apagado su cadaver..Una jodida muerte mas que a nadie le importaba , sin duda el mundo se habia ido a la mierda. Los ultimas dias habian sido aburridos y Vanesa necesitaba por encima de todo accion. Chevy seguro que el viejo tiene algo que decir sobre nuestra pira...El viejo era eso, el viejo del lugar , el que de alguna manera dirigía todo esto y al que mas o menos se le hacia caso.

Dejo una vez mas que su mirada se perdiese en las volutas de humo que se habia convertido el cuerpo..joder para que me estarías buscando este cabron..su mirada se fijo por unos momentos en la figura encapuchada que estaba contemplando la escena desde unas piezas amontonadas..joder la figura encapuchada con la que no dejo de habalr el trapis en toda la noche, ahora la recordaba, pero quien cojones era, sigilosa como la gata que era se acerco a ella por detras..buuu dijo con una sonrisa..fuese cual fuese el trato que tenias con el..se ha esfumado temrino con una sonrisa irónica mientras giraba por la fuerza a la delgada figura...hostias..dijo con un murmullo al observar la cara pálida de aquel hombre cadavérico que portaba una mordisco en el cuello...pero tu de donde cojones sales termino mientras observaba la peculiar vestimenta que portaba tras la capa..

Vaya, así que ahora resulta que soy un prisionero - pensó Tony Chevrolet. Era evidente la amenaza implícita en las palabras del Filete... Ya habría tiempo de entrar alterar el nuevo orden que habían establecido. Por el momento, permanecer en el asentamiento le daba más beneficios que ... desavenencias. Por lo que asintió con un gesto a Tommy mientras decía:

- De acuerdo, si el "jefe" necesita algo antes, no tengo mayor inconveniente en esperar, mientras no me haga perder todo el día.

Guardó el mapa nuevamente en un bolsillo interior de la chupa de cuero que formaba una segunda piel sobre el descomunal pecho de Chevrolet y se acercó con cierto gesto afable a Tommy. Pudo percatarse mientras tanto del encuentro de Vanesa con el viejo... ¡¡joder!! - pensó Tony - Que tipo tan raro... - Raro incluso para los cánones de la época, lo que no era poca cosa. En los varios días que llevaba allí no tuvo la oportunidad de verlo con tanta nitidez como ahora. Rostro totalmente blanco, como si el torrente sanguíneo hubiese decidido no regar esa parte de su anatomía y que hacía que resaltara como un faro en mitad de la noche esa herida abierta en el cuello, un mordisco. Tony tuvo que reconocer que le había echado un par de huevos Vanesa acercándose a él.

El Balas estaba algo disperso. Era normal con toda la acumulación de desperdicios humanos que se agolpaban a pocos metros de su refugio. ¿Dónde estaban a un kilómetro? Estaban discutiendo. Había alguien tendido en el suelo. ¿Estaba muerto? Desde luego no se movía ni un ápice. Eso le molestaba. Le molestaba que estuvieran haciendo chanchullos tan cerca de su puta refugio.

- Nixi... - Le dijo a la niña. - Tráeme la escopeta... - Miró entonces a Doc y le dio una palmada en la espalda. - ¡Vamos a ver que quieren! 

Víctor comenzó a caminar lentamente en dirección a aquellas personas que se agolpaban alrededor de un 4x4 y una hoguera. Cuando Nixi regresó con la escopeta la agarró y asintiendo con la cabeza esbozó un ligero "gracias" y continuó andando lento pero decidido hacia aquel lugar.

- Ya me han tocado los cojones... - Soltó sin más ni menos. - Creo que sé quienes son. Mi vista no es tan buena como antes...

-Yo creía que quedé en venir mañana -se burló sin malicia. Luego siguió al renqueante viejo hacia el interior de aquella pocilga, o mejor dicho el cagadero de una pocilga, y pasó un rato con él examinando la pierna- La infección ha remitido. Y con la mierda que te rodea me sorprende -miró a Nixi- Has hecho un buen trabajo con este capullo cascarrabias. Tienes buenas manos.

Cortó trocitos de carne muerta, desinfectó de nuevo y colocó otro vendaje- Toma solo una pastilla al día. Y dentro de tres días para el tratamiento -se volvió una vez más hacia la joven- Oye, ¿te interesaría ser mi ayudante y aprender? Conocer mundo y gente. La puta gente siempre necesita un maldito matasanos.- La idea surgió de pronto en su cabeza. Quizás era una idea de mierda. Tanto daba. Escaseaban los médicos. Y más de los buenos. Él era decente; no se le daba mal.

Entretanto hablaba con la pataslargas, el viejo cabrón loco se había puesto en pie y se largaba a cotillear, desoyendo sus recomendaciones. Le jodía que sus pacientes se pasaran por el forro de los huevos las indicaciones que les prescribía. Era algo a lo que no se acostumbraba.

Se quedó unos pasos atrás- Eso, Víctor, tú a lo tuyo. A darme más trabajo.

—Vic... ¿Estás seguro? —preguntó nuevamente Nixi. Sin embargo no tardó en enmudecer al advertir que esta vez Víctor sí que hablaba en serio y estaba dirigiéndose con varias zancadas al al trío que conformaban Vanesa, Tony y Balas. Tanto "Nixi" como "Balas" le siguieron.

—¿Tú crees? ¿Crees que sería un buen Ángel? Sería más valiosa sabiendo hacer lo que hacéis.

El sol seguía golpeando intensamente a los escasos necios que seguían en la calle. Apenas unas sombras arrojan las escasas edificaciones que hay por la zona, siendo la zona que daba más tregua la que estaba más próxima al centro de aquel pueblo y que rodeaban el imponente castillo. Un viejo recuerdo de eones pasados.

Años atrás, Gualterio llegó a aquel lugar, un antiguo municipio y junto con varios hombres y varios seguidores débiles que buscaban aproximarse al más fuerte para obtener beneficio; se atrincheraron en aquel lugar. Con el tiempo acabó por convertirse en su hogar... Cuando cualquiera llegaba a aquel lugar se encontraba un viejo cartel que anunciaba el viejo nombre del lugar: "Manzanares el Real". Sin embargo dicho nombre estaba tachado y ponía su nombre real en su lugar.¹

—Necesito que me ayudes... Tengo que salir de esta tierra de mierda... Eso... Eso se lo ha hecho en cuanto se enteró de que quería largarse a otro sitio...—. Decía el extraño hombre pálido mirando a Vanesa hasta que advirtió que ya no estaban solos.

—El Masca —susurró finalmente creyendo que nadie más había escuchado el resto.